viernes, 30 de marzo de 2018

ULTIMA PALABRA DEL SEÑOR DESDE LA CRUZ...


ULTIMA PALABRA DEL SEÑOR DESDE LA CRUZ.



“Entonces Jesús, clamando a gran voz, dijo: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Y habiendo dicho esto, expiró.” Lucas capítulo 23 versículo 46.



La tradición de la revelación Escrituristica ve en las expresiones Jereminianas un brillo particular que lo asocian con esta última Palabra del Señor desde la Cruz.  El Salmo 31 en el versículo 6 consigna esta misma expresión.  Vemos como la tradición reconoce la absoluta confianza que el personaje deposita en Dios y como en cuanto al Señor, la consumación de su Sacrificio no ha dejado nada al azar y mucho menos fuera de la dimensión salvífica. Ya en el tiempo de  los inicios de su ministerio público. Los signos y sus manifestaciones poderosas, milagros, curaciones, liberaciones, comensalías,  en una palabra ya no había nada más que expresar a la humanidad más allá de su gran Amor por todos nosotros.

Las palabras seden ante los hechos reconocidos por todos, las palabras ya no expresan más que imágenes gastadas por la incomprensión y el abandono, aquel Salvador pende de un madero y todos se quedan lejos de su vista. La familiaridad sede su lugar al temor y al miedo, los  abrazos de los amigos y conocidos, no encuentran eco en su corazón y sus brazos ya abrazan el duro clavo de hierro y el madero levantado en lo alto. No hay mañana el presente solo se hace interminable. Padre exclama con potente voz: En tus manos encomiendo mi Espíritu,  no puedes oh Señor encomendarlo al mundo que te subió al madero de la Cruz o a nosotros que con saña pusimos los clavos sobre tus manos y pies. Pero aun ahora hay Esperanza y sabes  muy bien que el Amor del Padre está por sobre toda consideración de miseria y humillación, que no es el final sino el comienzo de tus promesas, que la Cruz levantada en lo alto atraerá a la misma humanidad que hoy te damos la espalda. Sabes que la Cruz se convertirá en signo salvífico y fuente de espiritualidad para todos los bautizados que clavados en ella clamamos a Ti…

No hay dolor más grande que la soledad cuando reuniste a todos bajo tus brazos, no hay mayor dolor que la angustia de ver como  los que amas se esconden de ti. No puede haber más luto que el vivido por tu corazón pronto traspasado y roto. La realidad que experimentaste en la Cruz no es  otra que las consecuencias de tu vida coherente y diáfana, no son otras que la radicalidad en el Amor y en la entrega. No hay Cruz que no sujete por Amor  y mucho menos causa que no conquiste la entrega y el abandono confiado en brazos del Padre Dios… Última Palabra, ultimo decir, última exclamación y toda una eternidad para conocer y amar a aquel que en la muerte nos dio  su Ser y en la Resurrección nos dará la vida. Última Palabra no significa que no sigas hablando al corazón del bautizado. No significa que estemos solos porque nunca estaremos más cuando sabemos  que Tú Señor estas y así será hasta la consumación de los tiempos.

En manos del Padre Dios haz puesto tu Espíritu, en manos de quien como nadie te ama haz puesto tu vida y toda su integridad. No hay otro momento más sublime que ver con el corazón como Dios te recibe y abraza y como Tú  unido a Él y al Paráclito se funden en una entrega solo de Dios y para Dios. Ángeles y Arcángeles, Querubines y Serafines, la multitud de los rescatados viendo eternamente al Cordero de Dios que retorna al seno del Padre y del Espíritu.  NO hay dolor, ni soledad y mucho menos miedo, hay alegría y fiesta en las alturas por el Hijo de Dios triunfante y ascendido. Am

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