jueves, 28 de febrero de 2019

ÚLTIMO DOMINGO DESPUÉS DE LA EPIFANÍA...


ÚLTIMO  DOMINGO DESPUÉS DE EPIFANÍA. Éxodo capitulo 34 versículos 29-35. Salmo 99. 2 Corintios capitulo 3 versículos 12 y 4 versículo 2.   Lucas capitulo 9 versículos 28-36 (32-43ª).


El Libro del Éxodo,  nos presenta las repetidas escenas de la visita de Moisés al monte Sinaí,  la figura que se emplea describe tal acontecimiento con una imagen muy particular y es la del “rostro” de Moisés que al entrar en contacto con Dios cambia su color, esto último, como recurso literario se emplea para afirmar la calidad de cuanto Moisés comunica a su pueblo, es decir, su rostro evoca un signo perdido de la original condición de la persona humana. También podemos suponer que la Gracia ocasiona tal fenómeno en el rostro de este israelita criado por faraones.

Para nosotros queda con total claridad que cuando el bautizado vive de cara a Dios su Fe y vida cristiana lo convierten  en una criatura nueva, en este punto de su existencia capaz de ser testigo creíble de la Resurrección de Cristo entre sus hermanos. Aquí encontramos el auténtico testimonio que no es otro que una vida coherente  transparentada bajo el signo del Evangelio y todas sus enseñanzas.

El pueblo no puede comprender este fenómeno como en el presente muchos creyentes no conocen la necesidad de la conversión personal para literalmente “cambiar de rostro “ante el mundo y sus cotidianidades. La imagen que proyectamos es definitiva y ella habla sin palabras sobre lo que en verdad vivimos en perspectiva de Fe. Moisés se atrevió a creer y la consecuencia inmediata fue vista por sus hermanos. Un cambio de vida comporta un poderoso testimonio de la autenticidad del mensaje de Cristo y su accionar profundo en nosotros.

El Salmo 99,  es un bello recital sobre la grandeza de Dios y como se revela desde su augusto Trono, Dios reina y su Poder no es mediático como es el poder y fama de los señores de este mundo. No se trata de un accionar notorio sino de su Derecho absoluto como Señor y Rey de cuanto existe. La Justicia es uno de los atributos de su reinado y su expresión es perfecta ya que en Dios no hay asomo de injusticia como si entre nosotros y nuestras sociedades. También evoca la invocación como Alabanza del Nombre de Dios, este rito litúrgico por boca de los sacerdotes y autoridades del pueblo judío. Hoy la invocación es universal gracias a la obra misionera de la Iglesia. Dios responde amorosamente y corrige las imperfecciones de sus hijos como un Padre amoroso debe hacerlo. El Hiponense afirmó: Es mejor amar con disciplina que con hipocresía, estableciendo un paradigma para los padres y sus hijos.  

Pablo en su Segunda Carta a los Corintios, en contrapeso a las afirmaciones y acciones de Moisés nos está hablando sobre la actualidad de los bautizados que están llamados a la eternidad superando las imágenes pasajeras de la manifestación de la Divinidad encarnada en el Señor. Es decir, nosotros no vemos ya bajo el signo del misterio y lo  oculto,  nosotros somos testigos del amor de Dios en su Adorado Hijo, y ese ser testigos  nos debe mover a vivir nuestra Fe como manifestación directa de Dios en nosotros por medio del santo Bautismo. El creyente debe superar los esquemas del tiempo presente y vivir para Dios en Cristo bajo la guía de Dios Espíritu Santo. Pablo sabe que el bautizado es más que un convidado por derecho de sangre como argumentaron las autoridades de Israel ante Jesús, no somos hijos de Abraham somos hijos adoptivos del Padre Dios en Cristo.

Debemos pues ser auténticos y dejar que la Gracia entre en nosotros  y no solo transforme pasajeramente nuestros estados de ánimo sino que pueda ella con nuestra ayuda cambiar definitivamente nuestra condición.

El Evangelio Lucano,  nos relata la escena de la Transfiguración del Señor,  se desarrolla en un “monte” o lugar apartado cuya simbología se emplea para designar tanto un estado de profunda oración y también como un lugar donde se produce algún tipo de culto o alabanza. Lucas ve aquí una relación directa pero infinitésimamente superior a la descrita en el Éxodo sobre el rostro de Moisés. El secreto amoroso que Jesús comparte con sus amigos más cercanos nos indica la profunda estima y sobre todo la comunión establecida entre ellos con el Redentor del mundo.

El cambio momentáneo de su Rostro Santísimo es una muy amorosa revelación como anticipo de su condición como Hijo de Dios, una manifestación de esta naturaleza es un privilegio pero también una responsabilidad grande de no permitir que por culpa del pecado se pierda el brillo de la Gracia en nosotros. Quiero ilustrar este punto con una historia referida a un “sueño que vivió Francisco de Asís”: Cuenta Francisco  que estando en oración tuvo una visión como una especie de sueño, se encontraba delante de un trono inmenso, bañado de luz y majestad y temeroso se postró rostro en tierra creyendo Francisco   que se trataba del Trono de Dios, cuando alguien se aproxima y le dice levántate que no estás ante el Trono del Altísimo sino ante tu propio estrado, es decir, aquí te sentaras como premio por tu Fe. Lo interesante de este relato es similar a lo descrito por la visión Lucana… El creyente no solo tendrá un semblante distinto sino que toda su naturaleza será deificada o glorificada por el Amor de Cristo en nosotros.

La eternidad que refleja el rostro trasfigurado del Señor es solo un abre-bocas de su Reino al que todos los bauzados son llamados. La Fe como observa Lucas es determinante para poder construir su Reino en nosotros y en quienes nos rodean, eso es y será un anticipo de la eternidad. Jesús en la escena de su Transfiguración enseña a sus discípulos a no permitir que las emociones humanas desvirtúen  en si la esencia de su manifestación y seguimiento. Es fácil impresionarnos por un momento de oración y alabanza y olvidar que eso que estamos sintiendo lo debemos compartir con el mundo y sus relaciones, aquí entra la afirmación en espíritu del Pentateuco: Sean distintos porque Yo su Dios lo soy.





miércoles, 13 de febrero de 2019

SEXTO DOMINGO DESPUÉS DE EPIFANÍA...


SEXTO DOMINGO DESPUÉS DE EPIFANÍA. Jeremías capítulo 17 versículos 5-10. Salmo 1. 1 Corintios capítulo 15 versículos 12-20. Lucas capítulo 6 versículos 17-26.



El profeta Jeremías nos presenta la posibilidad de reflexionar sobre dos caminos fundamentales en la existencia del ser humano y los cuales son fruto en gran medida de un poco o profunda experiencia de Dios. Quien escoge seguir a Cristo deberá tener muy presente que su opción es radicalmente contraria a los valores argumentados en la segunda opción de vida. Si estamos caminando en la perspectiva de nuestra Fe los valores serán  determinantes al brotar estos del Evangelio y su praxis… Por otro lado quien no sigue el camino de Dios sino del mundo y sus propios estándares de “calidad” pues tendrá una gran dificultad para ver más allá de sus propios intereses.

Es tremenda  la cita de Jeremías en lo  relacionado con una de estas dos opciones fundamentales.  Los valores del bautizado sin duda alguna aterrizan en su vida y relaciones con el entorno. Una amalgama de situaciones alimentadas por la Gracia y desde esta óptica en crecimiento definitivo. La maldición que argumenta el  profeta se puede visualizar en el exceso de confianza del ser humano en los postulados de esta realidad material y como estos cambian incluso el sentido de la vida. Estamos pues ante dos alternativas y una sola elección, seguimos a Cristo y hacemos de su Palabra alimento integral de nuestro ser social, cultural, político, económico y religioso, entre otros.
Confiar en el Señor da la posibilidad segura de caminar en la dirección correcta y cuya praxis es totalmente gratificante para el bautizado. La bendición precisamente radica en el seguimiento de Dios, no hay una sola promesa que Dios no lleve a feliz término en el bautizado y en su entorno. Nos debemos convertir en luz del mundo para quienes entran en contacto con nosotros y brindar lo que el mundo no entrega porque simplemente no lo posee, esto es, paz, amor, respeto, esperanza y todo aquello que edifica y libera, que sana y fortalece.

El Salmo 1  se encamina en la misma dirección citada por el profeta Jeremías, mostrándonos la necesidad de conducirnos bajo la guía de Dios y hacer nuestra elección según su misericordia y amor. No perdamos de vista que estamos ante parte del prólogo del Salterio y su Sentido Común es muy claro afirmar la futura presencia mesiánica en su pueblo. Para los judíos era una clara alusión al Día de Yahveh, pero en el contexto de nuestro cristianismo es una posibilidad de juicio en cualquier momento de nuestras vidas o simplemente el asumir las posibles consecuencias de nuestras acciones. La justicia de Dios es en Cristo la suma de todas sus perfecciones. Aquí el impío puede ser tanto el pagano como aquel que abandona su Fe para entregarse a prácticas de vida no tan sanas. Hablando claro el corrupto de nuestro tiempo  se puede considerar un impío.

 Pablo, en su mensaje a la iglesia de Corinto, les reafirma con total claridad que la centralidad de nuestra Fe se encuentra inserta en la certeza de la Resurrección de Cristo, de lo contrario,  no tendría ninguna razón de ser si se tratara  de un mito o la afirmación de su no resurrección. El punto focal de esta cuestión doctrinal es la certeza de la Resurrección del Señor. Sobre este postulado vital descansa toda nuestra Fe y doctrina eclesial, así es vista por Pablo estas afirmaciones que hoy citamos en la liturgia de la Palabra.

La vida nueva tiene su objeto afirmante en el triunfo de Cristo. Este triunfo se manifiesta en la totalidad de la persona humana y la creación. Pablo ve con absoluta claridad el panorama de la Fe de sus hermanos judíos pero también asume la necesidad de una Fe como expresión renovada en la Persona de Cristo. La coherencia en la forma  de vivir del bautizado debe coincidir felizmente con su profesión de Fe y la edificación de un Ethos fundamental movido en sus estructuras por la Gracia. El falso testimonio radica en el desmentir estas verdades viviendo como lo hace el resto del mundo y quien así obra está negando implícitamente la verdad universal y esencial de la Resurrección del Señor, esos que obran así están testimoniando el triunfo de la muerte y no de la vida.


La centralidad de nuestra Fe está definida precisamente por  la Resurrección de Cristo.


La propuesta Lucana de las Bienaventuranzas,  se convierten en una exigencia de vida que se afirma en Cristo y como acción amorosa tendrá su recompensa, esto último es todo un plan de vida para los creyentes y no simplemente una exposición ideal de comportamiento cristiano. Las virtudes del bautizado son indispensables para la consecución   de su ideal de vida consagrada a Dios, Lucas nos está mostrando un camino distinto al ofrecido a los judíos y a sus vecinos. Un camino ideal que tiene en Cristo a su fundamento y modelo a imitar…

Loas distintos momentos en la vida del Señor pudieron servir de inspiración para los Sinópticos y el Texto que llamamos Bienaventuranzas. Una muestra de la profundidad de las enseñanzas y vivencias de Jesús con sus discípulos. Los argumentos y castigos aquí señalados son vitales en el modelo de cristianismo que la Iglesia debe enseñar y vivir, estamos insertos en un mundo cuya realidad relacional no posee mucha noción de los valores evangélicos y el testimonio de los creyentes. Un mundo contaminado por seudo- ideales de vida y contenidos superficiales que quitan la paz a todos. Ser creyente implica escuchar y poner por obra cuánto  las Bienaventuranzas nos desean decir en el camino de nuestra existencia.  

Las maldiciones que siguen a las Bienaventuranzas son en esta perspectiva su némesis y por si solas argumentan signos contrarios al Evangelio de Cristo. Mirar bajo la “lupa” cristiana el mundo y sus relaciones es determinante para sanearlo y de paso  fertilizarlo con  la presencia de la Gracia que es el verdadero artífice de estos conceptos vitales en la vida del bautizado. Sin la Gracia de Cristo es imposible vivir esta realidad trascendente. Nuestra misión no solo está en reclutar creyentes sino en testimoniar desde nuestra realidad vivida el valor implícito de la Gracia en la afirmación de nuestra propia Fe.

lunes, 11 de febrero de 2019

LOS UJIERES EN LA CONGREGACIÓN.


DESEMPEÑO  DE  LOS  MINISTERIOS  CONGREGACIONALES.



UJIERES.


Las iglesias contemporáneas implementaron particularmente con el auge de las comunidades evangélicas el servicio de los Ujieres en sus congregaciones. Ellas y ellos son los facilitadores de quienes llegan a nuestras celebraciones tanto eucarísticas como de otra índole (Oración, estudios bíblicos, visitas, entre otros) entre sus funciones más sobresalientes encontramos:


El mayor motivo que tiene un Ujier para servir es el Amor por sus hermanos y la Iglesia… Texto guía para nuestra reflexión personal y congregacional sobre el servicio (2 Corintios capítulo 12 versículo 15).


·         Estar presente  al menos 30 minutos antes de la Eucaristía.
·         Sus vestimentas pueden ser convenidas por la congregación (de no haber uniformidad, al menos usar ropas apropiadas para la naturaleza de la celebración).
·         Disponer de buenos modales y afabilidad para acoger y hacer sentir como en casa a la comunidad y a los visitantes.
·         Si hay afluencia notoria de feligreses ellos deben ubicarse en cuantas puertas de acceso existan en el lugar.
·         Si la congregación y el número de visitantes no es elevado o puede ser manejado por un solo ujier entonces no será necesario más de uno de ellos.
·         La edad inicial es de 16 años en adelante para fungir como ujier.
·         Entregar el Boletín, L.O.C e himnario, a cada feligrés.
·         Ubicar convenientemente especialmente a nuestros visitantes eventuales.
·         Informar  a los visitantes y habituales  la ubicación de las salidas de emergencia, baterías sanitarias y demás servicios con los que cuente la misión.
·         Entre sus funciones encontramos el motivar  el orden de aproximación a la comunión permaneciendo de pie frente a las bancas y de manera aleatoria desplazarse indicando con este gesto dicho orden.
·         Relacionar sus datos según el modelo que se sigue en la congregación y luego reportar tal información a los  encargados  o clérigo a cargo.
·         Al finalizar la celebración indicar a los visitantes el lugar de encuentro (compartir fraterno)  y acompañarles brindando información práctica sobre la Iglesia y la congregación en la que los visitantes se encuentran (es útil contar con un breve tratado o folleto que contenga esta información).    
·         Como parte de su Ministerio de Acogida,  deberá abstenerse de hacer comentarios de índole, político, religioso,  moral, o simplemente referencias al vestir y demás situaciones de nuestros visitantes y feligresía en general.
·         Los recursos entregados a los visitantes (L.O.C, himnario) los tomará y los ubicará en su lugar habitual.
·         Para el buen desempeño de este ministerio  es recomendable que el ujier o los ujieres no asuman otra función como por ejemplo la ofrenda económica y demás ofrecida en la celebración. Esto último requiere de otros servidores para su ejecución.
·         Antes de designar un Ujier es conveniente enterarnos de su situación médica ya que permanecerá de pie durante gran parte de la celebración.
·         El silencio es una ofrenda de amor invaluable durante la celebración, evitando entablar conversación a destiempo o durante la liturgia. Esto último rompe con la concepción de sacralidad  de lo celebrado.
·         Se recomienda a los ujieres evitar comentarios con los demás feligreses sobre quienes llegan a tiempo o pasado los horarios de la celebración en mención.
·         La discreción es un recurso invaluable en el servicio cristiano.
·         La amabilidad hace amena la experiencia de propios y visitantes, convirtiéndose el Ujier en misionero y vanguardia de la congregación.
·         Por último es importante no perder de vista que el servicio de nuestros  ujieres se enmarca en la dinámica de los ministerios de  servicio congregacionales.


La ausencia de ujieres en una congregación es signo de la poca expansión espontanea de esta, y por ende una debilidad en su  ministerio de acogida. La presencia de los ujieres es signo de vida y dinamismo congregacional y de la propia identidad que ha definido o está definiendo la congregación que se quiere tener.  Una iglesia participativa, propositiva y en crecimiento no puede darse el lujo de prescindir de los ujieres y su servicio…  


martes, 5 de febrero de 2019

QUINTO DOMINGO DESPUÉS DE EPIFANÍA...


QUINTO DOMINGO DESPUÉS DE EPIFANÍA. Isaías capítulo 6 versículos 1-8 (9-13) Salmo  138. 1 Corintios capítulo 15 versículos 1-11. Lucas capítulo 5 versículos 1-11.



Muy seguramente el profeta está en el año 740 a. C, y describe una visión pavorosa llena de temor por la Gloria de Dios que este creyente presencia. La evolución doctrinal y cultural dará nombre a estos seres que conocemos como Serafines, la finalidad de este tipo de relatos abiertamente pasa por afincar la similitud de Adoración y Alabanza que se debe tributar al Dios revelado y de paso establecer una relación esencial entre la liturgia del pueblo o terrena y la celestial, para nosotros como creyentes es definitivamente vital reconocer el valor de nuestra liturgia y participar de ella cada domingo,  aquí Isaías, observa una manifestación de Dios en su Poder y Gloria y se atreve a describirla hasta donde su intelecto lo permite. Recordemos que estas figuras están ligadas a las que son descritas en el Éxodo y que hacen referencia al Arca de la Alianza,  estos seres los encontramos descritos en el Libro del profeta Ezequiel. La Santidad de Dios es uno de los temas más relevantes en el mensaje Isainiano.

En nuestra praxis de Fe si hablamos de la Santidad de Dios estamos obligados como bautizados a vivir apartados de toda acción contraria a su Voluntad, la injusticia es por ende contraria a la Voluntad del Dios revelado. Isaías reflexiona intuitivamente sobre el Culto ofrecido a Yahveh  y lo hace pensando en la posibilidad de contemplar su manifestación y esto último le produce estupor, dado el grado elevadísimo que este hombre de Fe le da a la Santidad de Dios. Isaías como los bautizados hoy, se constituye en mensajero de la Palabra Divina.  Isaías nos invita a sumir con absoluta madurez y seriedad la necesidad de la conversión para dar cabida integra a la Palabra de Dios.

El Señor nos está llamando y desea enviarnos al mundo, resuenan las palabras de Isaías ante el llamado: Heme aquí, envíame a mí. Las brasas que tocan su boca provienen del Altar y era usado para consumir el incienso y lo sacrificado a Dios, es un paralelo con la liturgia judía. El fuego es signo de la Palabra de Dios… El fuego purifica a los bautizados, es el fuego uno de los dones que el Espíritu derrama sobre el bautizado cuando este le busca con sincero corazón. Estas visiones Isainianas son un aliciente para los creyentes y sobre todo para nosotros, no es la oración una expresión de radical individualidad o un pasaje para “manipular” la sacralidad de las Personas Divinas en nuestras vidas.  Nuestras formas y expresiones de oración y espiritualidad deben perentoriamente guardar el respeto y Adoración radical a las Divinas Personas y no instrumentalizar su presencia en nosotros como parte de un rito.  Isaías en particular en este pasaje de su Libro nos lo hace saber, el envío  Divino está matizado por asombro, reverencia,  y santo temor.

El Salmo 138, es  un himno de acción de gracias, solo quien ama tendrá siempre razones de peso para estar agradecido y dar gracias. El amor aparece como el motor de toda alabanza y acción de gracias, del justo reconocimiento del amor de Dios obrando en nosotros. Todos absolutamente todos den gracias a Dios, todo el mundo de los creyentes no pueden ni podemos pasar un solo día sin agradecer a Dios su infinita bondad y misericordia. Los versículos finales (7 y 8) parecen darnos con claridad la intencionalidad de este Salmo y su impacto en la vida de un creyente  cuando este se pone en manos de Dios al inicio de su jornada…

Para comprender mejor el contenido de este pasaje de Pablo a los Corintios que nos propone la liturgia de la Palabra para este domingo,  tengamos presente,   algunos de los cristianos en Corinto no creían en la Resurrección por su origen griego, otros la asumían desde la madurez de su pensamiento religioso que inicia en el judaísmo.  La fórmula Kerigmatica que emplea el Apóstol parte de la primicia pascual de la Muerte y Resurrección del Señor y se instala como doctrina gracias al contenido de su Fe.  Aquí encontramos una formula tipo germen de los sucesivos credos acuñados por los Santos PP. de la Iglesia en los concilios que se generaron en la Iglesia hasta la fórmula del credo “Nicenocosntantinopolitano” de nuestra liturgia.  

Pablo insiste en la formación de sus hermanos en la Fe y el valor de esta fórmula de profesión de Fe es vital en la construcción inmediata y futura de la doctrina de la Madre Iglesia. Los demás señalamientos son parte de tradiciones solo conocidas por sus apuntes como los contenidos en el  versículo (6),  sin duda a textos y testimonios perdidos.

Pablo es Apóstol por mandato y escogencia de Cristo y de la misma manera por el santo Bautismo fuimos escogidos y hechos discípulos de Cristo.  El Bautismo es el iniciador de nuestro discipulado. Un discipulado vivo y dinámico del que cada creyente se hace responsable compartiendo su tiempo generosamente con la Iglesia en su vida congregacional. Pablo está seguro de su responsabilidad como discípulo de Cristo madurando su opción por el Señor. Es un ejemplo vivo de lo que implica seguir a Cristo  y vivir sus enseñanzas (Evangelio)  en el ámbito eclesial.

Lucas en su evangelio,  nos muestra una construcción maravillosa del relato del llamamiento vocacional de los cuatro primeros discípulos del Señor. Jesús se inserta en la realidad de ellos y hace de su cotidianidad un recurso para comunicar eficientemente su Palabra. Pedro intuitivamente o sin darse cuenta expresa una primicia fundamental de nuestros ministerios y es  su origen y por quien los realizamos, miremos sus palabras: “Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos pescado nada; pero, en tu Palabra, echaré las redes” (versículo 5).  Reconoce así que su vida y compromiso es fruto del amor de Dios y no una simple elección personal. En el nombre y obra de Cristo la Iglesia sale a anunciar su Evangelio y los bautizados desde la realidad que viven hacen de cada acción un verdadero ejercicio evangelizador.

La actitud de Pedro fue recompensada al punto de ser premiados con una gran pesca o abundancia. La “mano” de Dios es generosa con quienes desean verdaderamente seguir su mensaje y hacer de su Palabra alimento de  sus relaciones y cotidianidad. Lucas describe con lujo de detalles estas primeras manifestaciones del Señor y la respuesta de quienes Él llama. La santidad no es un don exclusivo de alguien en particular, es la perenne invitación de Dios a cada uno de nosotros.

Pescadores de hombres, gente que deja todo, y ese todo debemos entenderlo como renuncia a todo aquello que nos puede apartar del amor de Dios. Se produce un cambio de conciencia y mentalidad para enfrentar la vida y su intríngulis. Es el llamado a todos los bautizados a ser distintos porque nuestro Dios lo es.



LA TRANSFIGURACIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO…

  LA TRANSFIGURACIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO… Éxodo capítulo 34 versículos 29-35. 2 Pedro capítulo 1 versículos 13-21. Salmo 99. Lucas c...