SÁBADO SANTO… LA
GRAN VIGILIA PASCUAL.
Desde tiempos
inmemoriales la Iglesia celebra en esta santa noche el triunfo de Cristo sobre
la muerte y rompe así el cerco que la hacía natural aunque ella no lo es. Precisamente
nuestra liturgia a partir de la página 205
del L.O.C desarrolla todo el rito. Llamando a esta noche “noche santísima” porque ella
es testiga material de los acontecimientos que siguieron a la Muerte del
Salvador. Los cielos y la tierra y todo el Cosmos se funden en un abrazo
piadoso mientras el Hijo de Dios rompe el sepulcro y margina definitivamente a
la soledad y a la oscuridad. Toda esta
santa liturgia gira en torno a la Luz despejando el poder del mal para
infiltrase en la vida del bautizado y relativizar sus valores. Estamos
delante de Dios gracias a su Hijo que así lo dispuso y en esta santa noche le rendimos tributo y
reconocemos su Imperio y Majestad.
Esta noche
cuando Cristo rompió las cadenas de la muerte y del infierno, y desde el
sepulcro resucitó victorioso… Página 207.
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El Pregón Pascual recita
convenientemente la Historia de salvación comenzando por la liberación del
pueblo que estaba en Egipto. Esta noche en la que la reconciliación de Dios con
los seres humanos se manifiesta latente y poderosa. Esta noche en la que la
humanidad asume el deber sagrado de reverenciar a su Dios y hacerlo por
vocación al Amor y a la salvación. El antiquísimo Pregón Pascual, consignaba esta intención de la Iglesia como Madre
que igual que el Resucitado caminaba a su lado aquellas horas de su glorioso
triunfo. Las palabras del Hiponense encuentran en este Pregón un nicho bien intencionado: Ho feliz culpa que nos mereciste tal
Redentor. La Historia de Salvación intuye la perfecta manifestación de la
Trinidad Inmanente y Económica como signo de la revelación en el propio
Salvador. La Creación se enfatiza en las distintas perfecciones citando a los
ángeles y a la obra de Dios (naturaleza) como testigos de la Resurrección
totalizante y cósmica del Hijo de Dios. Tal
acción percibida en nuestra liturgia tiene por objeto enseñar la forma como
Dios obró con Israel y con todos los bautizados, estamos escalonando la
manifestación de Dios en orden y de forma aleatoria en los Textos citados antes
de la Eucaristía propiamente dicha, miremos un concepto relacionado:
Al
acercarse Faraón, los israelitas alzaron sus ojos, y viendo que los egipcios
marchaban tras ellos, temieron mucho los israelitas y clamaron a Yahveh-
continuamos- Entonces Moisés y los israelitas cantaron este cántico a Yahveh.
Dijeron: Canto a Yahveh pues se cubrió de gloria arrojando en el mar caballo
y carro (Éxodo capítulo 14,10 y 15,1).
Esta lectura es imprescindible en la construcción ritualista que celebraremos
en este día santo. Los demás hechos de salvación citaran una vez más al Pentateuco y a los profetas (Torá, Tanaj y en ella los escritos Nevi’im que son los textos proféticos).
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El pueblo entona este
cantico que sigue exaltando las obras de Dios en favor de Israel, es para ellos
y para nosotros signo del poder de Dios
en su fundamento liberador, la construcción de este bello relato, se
apoya en la concepción de Dios quien al
frente de su pueblo vence todos los obstáculos incluyendo al mismo Faraón y sus
tropas. La Historia Salvífica empodera de figuras antropizadas al mismo Dios
para la comprensión de su pueblo y la construcción de una futura identidad
nacional. La relación de este fenómeno se remonta al mismo Abraham llamado por Dios de la lejana tierra de los caldeos (Ur), Su teocentrismo es ahora vital y
con su expresión se constituirán en un pueblo escogido y con un alto sentido de
la liturgia y la faceta cultica. Las acciones salvíficas son consecuencia de
una interpretación ritualista que da la Fe colectiva y la necesidad de
descubrir cotidianamente a Dios. La simbología de nuestro presente es rica
gracias a sus aportes, estamos asumiendo que la simbología de índole natural sede
el terreno a lo sobrenatural que ataca muchas veces la vida del creyente, su
entorno y su relacionarse con la sociedad.
La
liturgia invoca el término Misterio para enmarcar la
celebración en el ámbito de lo revelado por Dios que no obstante su misterio
salvífico no es del todo visible para el bautizado, esta dinámica apreciativa
se denomina Mistagogia, porque
encausa tanto lo que no vemos como lo que aun en su limitación textual podemos
comprender e interpretar. La Cuaresma
se constituye en preparación para la celebración de los misterios antropizados
y comprendidos desde el todo de nuestra Fe…
Justo al inicio de la
santa Eucaristía se encienden los cirios
del Altar, ya hemos bendecido el fuego nuevo figura de la manifestación de
Dios a su pueblo, luz y guía con antecedentes liberadores y salvíficos en
Israel:
Yahveh iba al
frente de ellos,
de día en columna de nube para guiarlos por el camino, y de noche en columna
de fuego para alumbrarlos, de modo que pudiesen marchar de día y de noche. No
se apartó del pueblo ni la columna de nube por el día, ni la columna de fuego
por la noche (Éxodo capítulo 13
versículos 21-22).
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La luz guía al creyente
en la evolución de su espiritualidad y hace de la Iglesia depositaria de la Luz de Cristo Resucitado. El emblema
de esta concepción y figura es el Cirio
Pascual, que marca el año presente como bendecido e iluminado por la
Resurrección de Cristo. Todos los signos
que son empleados en la confección de esta santa liturgia son en sí
significantes y hacen parte del colectivo y sus reflexiones así descritas por
la Iglesia. La Gracia ocupa ya el lugar de la Luz natural recreada por la
intervención de Dios, ella hace de CRISTO
EL FUEGO VIVO Y SALVIFICO DE LA CREACIÓN…
El Apóstol Pablo, en su Carta a
los Romanos (capitulo 6 versículos 3-11)
nos ilustra sobre el poder del Bautismo y lo ubica sustancialmente junto a la
Fe ya que no se hacen oposición sino complemento. Para Pablo el Bautismo sepulta al creyente y lo Resucita como Cristo a
nueva vida. La etimología de “sumergir”
liga con bautizar y es este el
pensamiento del Apóstol y el sentir de la Iglesia. Las realidades salvíficas
nos cobija por igual sin importar la época. El ser humano nuevo solo
será confirmado en su totalidad en el final de los tiempos que se asocia con la
muerte física, recordemos que el santo Bautismo se constituye en el eje
primordial de la vida nueva del creyente.
Un baño regenerativo superior a la intención de los rituales judíos de
purificación pero en si comparten su misma intención solo que el Bautismo
sublima la Gracia salvífica. Es pues el Bautismo signo vivo de la Muerte y Resurrección
del Señor y nosotros imitamos a Cristo cuando recibimos el santo Bautismo. La muerte física es el signo de esta total
liberación ya que cuando muere el culpable se muere la causa judicial. Y Pablo de origen romano lo sabe e ilustra el Bautismo
de esta forma. La realidad del pecado que vivimos es consecuencia en el
presente de nuestra condición humana, pero a pesar de su influjo la Gracia nos
permite vivir de la esperanza del triunfo hecho realidad sobre la condición de
pecado. Es por medio de nuestras acciones e inclinaciones como damos todavía oportunidad
al pecado de seguir manifestándose muy a pesar nuestro.
La muerte
definitiva fue reducida a la muestre consecuencia de nuestra condición imperfecta
y pasajera, Cristo no tenía pecado pero aun así la asumió por nosotros. La vida redimida es eterna y ya no
está sujeta al pecado, pero si a las acciones de nuestra imperfección. La
permanencia de nuestra condición humana es parte de la Creación y su componente
material. Morir al pecado implica para el bautizado vivir para la eternidad,
quien no muera al pecado permanecerá sujeto a este. El triunfo de Cristo se manifiesta a partir de
nuestro autentico deseo de vivir como redimidos o criaturas nuevas porque Dios
siempre nos deja en libertad de optar.
El
Salmo 114, recomendado para esta celebración cuenta
justamente la interpretación de un creyente sobre los acontecimientos de la
liberación y el paso por el Mar de las cañas. Es un sentir de un fiel a Dios en
todos los aspectos de su existencia contando mediante estas figuras el accionar
liberador de Dios en su propia vida. La tradición Sapiencial es rica en figuras
que ilustran convenientemente el acontecimiento salvífico como tal. Queda en la sique del creyente, del judío, el medio
de este accionar salvífico que se expresa mediante aquellos acontecimientos.
El Evangelio de Mateo (capitulo 28 versículos 1-10)
Pasado el sábado,
al alborear el primer día de la semana, María Magdalena y la otra María fueron
a ver el sepulcro. De pronto se produjo un gran terremoto, pues el Ángel del
Señor bajó del cielo y, acercándose, hizo rodar la piedra y se sentó encima
de ella. Su aspecto era como el relámpago y su vestido blanco como la nieve. Los
guardias, atemorizados ante él, se pusieron a temblar y se quedaron como
muertos. El Ángel se dirigió a las mujeres y les dijo: Vosotras no temáis,
pues sé que buscáis a Jesús, el Crucificado; no está aquí, ha resucitado,
como lo había dicho. Venid, ved el
lugar donde estaba. Y ahora id
enseguida a decir a sus discípulos: Ha resucitado de entre los muertos e irá
delante de vosotros a Galilea; allí le veréis. Ya os lo he dicho. Ellas
partieron a toda prisa del sepulcro, con miedo y gran gozo, y corrieron a dar
la noticia a sus discípulos. En esto, Jesús
les salió al encuentro y les dijo:
Dios os guarde Y ellas, acercándose, se asieron de sus pies y le adoraron. Entonces les dice Jesús: No temáis.
Id, avisad a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán
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Mateo
al igual que Marcos ubica las
apariciones en Galilea se refieren a otras fuentes de donde tomaron
estos relatos para confeccionar su Evangelio. La realidad de las apariciones
del Señor son empleadas para fundamentar la Fe de los creyentes que toman los
Textos inspirados y los convierten en la clave de la predicación primitiva e
incluso arcaica de la Resurrección del Señor. El dialogo sostenido con las
mujeres no deja percibir nada sobrenatural en la forma como se desarrolló corresponde
a la mentalidad Mateana de situar el acontecimiento en la sique de los cercanos al Señor y sus futuros
coloquios fraternos post-pascuales. La glorificación del cuerpo del Señor es
percibido inmediatamente por la Fe y las enseñanzas que ellas (mujeres)
reconocieron cuando Cristo se manifestó. Los demás símbolos nos conducen a la
elaboración de un esquema sobrenatural para explicar el acontecimiento salvífico.
La tradición del N.T nos hablará por boca de Pablo de al menos 5
apariciones del resucitado. Las manifestaciones privadas también comportan
una misión, recordemos por otro lado, que el propio Juan nos hablará de apariciones de índole comunitarias, cuando
estando en casa los discípulos y Maria
el Señor se aparece en medio de ellos, podemos intuir que tal acción es de carácter
apostólico porque involucra a los discípulos del Señor.
No es fácil suponer cual
fue la actitud de los discípulos ante tal portento, lo cierto es que ellos y las mujeres contadas aquí como
discípulas, expresan el fenómeno desde sus propias vivencias, lo mismo sucede ahora
con los bautizados que viven como testigos inmediatos de la Resurrección del
Señor. Las palabras del Señor a la mujer
de Samaria toman todo su poder expresivo, y la profundización de tales apreciaciones
nos permiten ver en el hoy de nuestra historia un nexo inequívoco con el estilo
y contenido de nuestra Fe delante de Dios y su Adorado Hijo Resucitado. Mateo
deja una interpretación bien interesante de esta manifestación de Dios en medio
de su obra, deja la puerta abierta para
una futura reflexión que ya hacemos sobre los acontecimientos y el ser que
redimido vive ya por la Fe en su Señor. LOS
TESTIGOS OCULARES CONFIRMARON LO QUE HOY VIVIMOS POR FE. No es de otra
manera como el creyente hoy, se aproxima al fenómeno de Cristo resucitado y
fuente de salvación para todos los que le creen y viven como criaturas nuevas. El
carácter histórico de estos relatos son sin duda afirmados en la multiplicidad
de sus manifestaciones ya que no estamos ante
los evangelios en el mismo contenido parafraseado sino que cada uno se
manifiesta según la Fe que su autor expresó. Expresar la Resurrección del Señor no es un estilo gramatical sino una
profunda experiencia que nos lleva a
comprender este misterio salvífico.
(L.O.C La Gran Vigilia Pascual, desde la página 205 en adelante).
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