SEREMOS ARREBATADOS…
AL REGRESO DEL
SEÑOR, ¿QUÉ SUCEDE CON LA
JERUSALEN CELESTE DE
JUAN EN EL
APOCALIPSIS.
INTRODUCCIÓN.
La inmediatez que puede
sugerir nuestro enunciado parece segura pero en la concepción de una Fe madura
y milenaria como la expresada por el pueblo de Israel es fácil comprender que
las categorías son de otra naturaleza aunque expresen esto último para nosotros.
La Psicología humana siempre espera la
concreción de sus primicias e ideales así lo demuestra la inclusión gramatical
de los verbos en nuestro lenguaje, deseamos ver el porvenir y lo conjugamos
bajo su más estricto dinamismo… Sin
excepción el mensaje esperanzador de los patriarcas y profetas del A.T están en
sintonía de las alusiones sobre el tema por parte de los autores del N.T. Juan en
sus escritos va más allá de esperar la manifestación definitiva del Señor en su
segunda venida o Parusía. Estructura
una serie de visiones que sin duda parten del imaginario judío de una nueva
realidad libre de las engorrosas cargas de su presente marcado por el desgaste
religioso y la ocupación romana (como observaremos en el último libro de las
Sagradas Escrituras). La expresión VEN
SEÑOR JESÚS o μαρανα θα (termino compuesto de origen griego) resuena en el
corazón de los judíos que renunciaron a este orden para abrazar su Fe en Cristo
y ven como el mundo se presenta con mayor hostilidad. La tradición reclama una respuesta inmediata del Mesías, “El que no amare al Señor Jesucristo, sea
anatema. Maranatha.” (1
Corintios capítulo 16 versículo 22), aquí la esperanza articula este llamado profundo en la inminente respuesta que se materializará
en el retorno del Señor, desde luego, la Iglesia evolucionó en su consciente
espera y supo vivirla en sus estadios de madurez y crecimiento espiritual, sin
perder con ello la riqueza expresiva de su liturgia y antes de los géneros
literarios en los que se ambientaron estas tesis (apocalíptico).
CONSTRUCCIÓN CRÍTICA DEL RELATO.
La
espera del Señor no se deja ver como un inminente retorno tiempo espacial más
bien como una alusión de índole histórica en los primeros cristianos que como
es sabido aguardan un nuevo orden, en la época de las expresiones arcaicas
sobre nuestra eclesiología y sus alusiones habían pasado 300 años de ocupación
militar, económica, cultural, de los griegos y luego de los romanos, ninguno de
los seguidores y discípulos del Señor o autoridades de su Nación habían vivido
en una región autónoma y auto determinada lo que sin duda motiva la inmediatez
de su clamor. También tengamos presente que al abrazar la Fe en Cristo
encontraron que el mundo era un escenario distinto ahora con ellos y sus
convicciones lo que sin duda motiva una necesidad de existir en un medio
ambiguo, relajado e ideal si se quiere, ellos están inconscientemente historiando (gerundio del verbo
historiar) la realidad que les rodea y con la que deben interactuar y
configurar sus creencias y esperanzas. La “magia”
que el cristianismo siembra en los imaginarios que acuden a sus filas es tal
que la respuesta se torna en quienes no poseen la suficiente madurez en
inmediatista, por esa razón las expresiones como el “ven Señor” viralizaron el
entorno del cristiano, algo similar a lo que sucede ahora con el auge de las
redes sociales y las iglesias de “unción”
donde la Fe es garante de todo tipo de adquisiciones. Pues el cristianismo sin
fundamento bíblico esperaba incesantemente la liberación e introducción de un
orden distinto, no era imperante la convicción de eternidad puesto que no era
muy clara en la sique del judío converso. Me acojo a esta expresión: “Cristo cambió la promesa de la tierra
prometida por un Reino que es Dios mismo”. Desde esta perspectiva el relato del “Ven Señor” toma fuerza y con el paso de
su estadio inmaduro al reflexivo y teológico se estructura convenientemente
hacia lo que es hoy en el medio de nuestra Historia
de Salvación Personal. La percepción literaria inicialmente se tomó de los
géneros presente en las Escrituras sobresaliendo el apocalíptico por la riqueza
y capacidad escénica de sus imágenes. En un escenario plagado de alusiones
nacionalistas y reivindicadoras, Dios debe manifestarse para ellos como en el
pasado donde las conquistas de sus territorios fueron consideradas sagradas y
Dios salía a la batalla con ellos:
Entonces
Goliat se detuvo y gritó mofándose
de los israelitas: ¿Por qué salen todos ustedes a pelear? Yo soy el campeón
filisteo, pero ustedes no son más que siervos de Saúl. Elijan a un hombre
para que venga aquí a pelear conmigo. Si me mata, entonces seremos sus esclavos; pero si
yo lo mato a él, ustedes serán nuestros esclavos. Hoy desafío
a los ejércitos de Israel. Envíenme a un hombre que me enfrente. Cuando Saúl y los
israelitas lo escucharon, quedaron aterrados y profundamente perturbados (1 Samuel capítulo 17 versículos 8-11)… (El resto de la historia ya la
conocemos muy bien).
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Los escenarios cambian
dramáticamente según sea la necesidad del pueblo y sus intérpretes, lo único
seguro es la respuesta de Dios que en los imaginarios judíos se hace más
portentosa según sea la necesidad del pueblo. En este mismo contexto crítico es
posible leer e interpretar las imágenes de la liberación del pueblo en Egipto y
sus sucesivas batallas. Estos relatos se
convierten en la panacea esperanzadora de liberación que conforme avanza la
reflexión religiosa se tornan en universalistas. La proyección de estos eventos
es en sí signo de la necesidad natural del ser humano por encausar sus
frustraciones al tope de sus necesidades. Tal mutación o evolución conceptual
llevó al Goel judío a convertirse en
signo salvífico de su pueblo y posteriormente en un estatuto mesiánico
contundente. La NUEVA JERUSALEN es precisamente una proyección Identitativa de
la tradición y enseñanzas judías cargadas de esperanza y concreción. Tal
argumento surge precisamente de los ideales invocados sobre la situación para
la época del vidente de Patmos. Desde luego no es un relato aislado, tampoco es
una profecía según el modelo seguido por otros textos sagrados, es la secuencia
eidética enunciada por un creyente que vive en si una revelación a partir de su
profunda experiencia con el Resucitado,
es una fenomenología del misterio bien construida a partir de la Fe de
su personaje y cronista a la vez, para comprender esto último nos remitimos,
entre otras cosas, a lo acontecido “camino
a Emaús” a la percepción de los discípulos luego de la Resurrección del
Señor, miremos el evangelio Lucano:
Y,
empezando por Moisés y continuando
por todos los profetas, les explicó lo que había sobre él en todas las
Escrituras. Al acercarse al pueblo a
donde iban, él hizo ademán de seguir adelante. Pero ellos le forzaron diciéndole: Quédate
con nosotros, porque atardece y el día ya ha declinado.» Y entró a quedarse
con ellos. Y sucedió que, cuando se
puso a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se
lo iba dando. Entonces se les abrieron
los ojos y le reconocieron, pero él desapareció de su lado (Lucas capítulo 24 versículos 27-31).
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El Señor posee una
condición glorificada que lo hace distinto en cuanto a ser percibido por los discípulos. En la
construcción de la esperanza en el retorno del Salvador es claro comprender que corresponde a los sueños, ideales
y anhelos del bautizado que asume con responsabilidad la transformación de su
entorno dejando en manos de Dios la totalidad de sus intentos y por ende la
culminación de dicho proceso. La espera de una Jerusalén Nueva escatológica por demás, está expresando los sueños
de un creyente y la materialización en signos intelectivos de la promesa del Reino de Dios, es decir, de unas
categorías apreciativas comprensibles para todos desde cada expresión de Fe
posible. No es un lenguaje utópico como podría parecer, es todo lo opuesto al
término, es si se quiere manifestar su némesis, la misma que hace posible tanto
el deseo como la expresión de Fe en dicho anhelo. Muy seguramente la
experiencia de Fe de aquellos hombres y mujeres les permitió visualizar un
ideal que incluso impregnaría de Gracia el modelo social que estaban viviendo
en su época. Ellos esperaban una re-ingeniería espiritual de su ETHOS o modelo cultural fundamentándose
precisamente en el poder transformador de la promesa y los sueños del creyente.
Guardando las proporciones podemos establecer un paralelismo sin trivializar el
concepto, con lo acontecido al pueblo en su peregrinar por el desierto y su
modelo espiritual a crecer y madurar en la Fe monoteísta.
INTERPRETACIÓN
TEOLÓGICA DE LOS RELATOS
ESCRITURISTICOS.
Es importante tener
siempre presente que bajo ninguna circunstancia podemos creer que los profetas
que en sus enseñanzas y oráculos hablaron prefigurando el Reino en la persona
del Mesías tenían claro el desenlace,
ellos estaban viviendo su propia experiencia de Fe bajo las categorías
naturales de su raciocinio, desde esta
perspectiva, iluminados por la Gracia. Isaías, Zacarías, Malaquías, entre otros, se movieron en la
misma dirección que Moisés y antes Abraham. El Reino fue tomando forma precisamente bajo
los títulos que expresaban el alcance del enviado o el Ungido de Yahveh (tema
abordado en ensayos anteriores). En
la antigüedad se denominaban ungidos los reyes, profetas y sumos sacerdotes,
porque al consagrarlos sobre su cabeza se vertía el sagrado óleo,
el símbolo de la Gracia del Espíritu Santo, la cual recibían para poder
realizar exitosamente su alto servicio. En calidad de nombre propio con la
palabra "Mesías" los
profetas se referían siempre a un determinado ser Ungido, el Salvador del
mundo. Estos
relatos son construcciones literarias de siglos antes de ser percibidos con la
suficiente claridad como lo hacemos en el presente, miremos un ejemplo de un
relato cronológicamente al menos 1500
años antes del Señor:
Se
ha de observar que por cuanto ya hacía al menos (aproximativo) dos mil años
la tribu de Judá había perdido cualquier poder cívico y que sus
representantes se habían mezclado con otras tribus, sería imposible aplicar
esta profecía de Jacob a los
nuevos candidatos de la dignidad mesiánica. Esta profecía acerca del Mesías bajo aspecto de "la
estrella que se alza" de Jacob fue pronunciada por el profeta Balam (oráculo) que vivió a 1500 a.C. siendo contemporáneo de Moisés. Los príncipes de Moab
invitaron al profeta Balam para
que maldiga al pueblo hebreo, el cual amenazaba con la invasión de su
territorio. Esperaban que la maldición les ayudara a alcanzar la victoria
sobre los israelitas. El profeta Balam,
mirando desde un monte vio al pueblo israelita que se aproximaba y en su
visión profética divisó al lejano Descendiente de este pueblo. En éxtasis
espiritual en vez de pronunciar la maldición exclamó: Lo
veo, pero no ahora; lo contemplo, pero no cerca. Alzase de Jacob
una estrella, surge de Israel un
cetro, que quebrantará las dos sienes de Moab y socavará a los hijos de Set (Números capítulo 24 versículo 17).
Los nombres alegóricos del Mesías,
estrella y cetro, subrayan Su importancia de dirigente. Balam predice la derrota de los príncipes de Moab y de la
destrucción de la potencia del mal acampada contra el Reino del Mesías. Ahora bien, la presente profecía de Balam completa la más antigua
profecía referente al hecho de “aplastar la cabeza” de la
serpiente (Génesis capítulo
3 versículo 15).
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La socialización de la
historia en la revelación nos permite asumir las figuras que preparan el VEN SEÑOR JESÚS del
(N.T). La edificación de un estado
de vida ideal bajo la luz del Evangelio seguramente plantea en Pablo y en Juan la misma necesidad que en muchos más creyentes de la
instauración de un Reino que al no superar la relación con la trascendencia era
difícil de ubicar en la connotación tanto historica como supra-terrenal. Esta realidad expresada en las categorías de lo trascendente
nos obliga a plantear un problema con el ánimo de definir su propia
fenomenología. Para los fines trabajaremos las alusiones Paulinas y Joanicas.
El corpus Paulino sobre el Reino y su inminencia son eminentemente cristológica,
recordemos que el Reinado de Dios es de índole cósmico y todo lo gobierna Él. Es
también el Creador y todo está puesto según su Voluntad, basta con mirar la
literatura Sapiencial:
De
Yahveh es la tierra y cuanto hay en ella, el orbe y los que en él habitan;
2.que él lo fundó sobre los mares, él lo asentó sobre los ríos (Salmo 24: 1-2).
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Es posible encontrar en
profetas como Jeremías Capitulo 10 versículo 7 alusiones a la
Potestad y al Poder de Dios sobre su obra:
¿Quién
no te temerá, Rey de las naciones?
Porque a ti se te debe eso. Porque entre todos los sabios de las naciones y
entre todos sus reinos no hay nadie como tú.
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Las citas anteriores son
solo una muestra de nuestras afirmaciones al respecto, para entrar de lleno con
la visión Paulina. En su lenguaje el Apóstol
de los gentiles expresa la importancia de la Gracia y el Reino de Dios, miremos
algunas cifras:
Sobre la Gracia
|
Sobre el Reino
de Dios
|
100 veces en sus
Cartas
|
Solo
10 alusiones.
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Este Reino de Dios no es
claro en cuanto a su manifestación final ya que los argumentos teológicos
judíos no tienen parangón, recordemos que este concepto es nuevo dada sus
implicaciones y significación. La Gracia se ha venido a convertir en el nexo
histórico, dialectico y sobrenatural con esta realidad que supera las concepciones
culturales de su entorno. La concepción escatológica parte de la Resurrección
del Señor como su CAUSA EJEMPLAR es sin duda uno de los últimos temas que
agotó Pablo en su ministerio dado el
interés que despertó entre los partidarios de una manifestación inmediata del
Señor desconociendo el signo claro de la edificación de una relación salvífica
concluyente. LA PARUSÍA es determinante en el Apóstol de los gentiles
como la re-validación de toda experiencia de Fe, miremos el Texto:
Hermanos,
no queremos que estéis en la ignorancia respecto de los muertos, para que no
os entristezcáis como los demás, que no tienen esperanza. Porque si creemos
que Jesús murió y que resucitó, de la misma manera Dios llevará consigo a
quienes murieron en Jesús. Os decimos eso como Palabra des Señor: Nosotros,
los que vivamos, los que quedemos hasta la Venida del Señor no nos adelantaremos
a los que murieron. El Señor mismo, a la orden dada por la voz de un
arcángel y por la trompeta de Dios, bajará del cielo, y los que murieron en
Cristo resucitarán en primer lugar. Después nosotros, los que vivamos, los que quedemos,
seremos arrebatados en nubes, junto con ellos, al encuentro del Señor en los
aires. Y así estaremos siempre con el Señor. Consolaos, pues, mutuamente
con estas palabras (1 tesalonicenses
capítulo 4 versículos 13-18).
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Pablo
piensa solo en una cosa y es afirmar la Fe y la esperanza entre los judíos que
se han convertido al cristianismo, el sueño ha sido usado como eufemismo para
designar este episodio de la muerte entre los creyentes y nos solo ahora sino
también en el A.T, Si observamos la respuesta de Pablo argumenta su deseo profundo como creyente pero no podemos
nosotros tomarlo como la forma o certeza de que el desenlace final será de esa
forma o modo. No olvidar nunca que la comunicación de la cosa revelada al ser
humano cuenta siempre con su cosmovisión de los eventos conocidos por Fe y Tradición.
Lo realmente importante es la concepción de un desenlace universal que
involucra a todos los vivientes pero que está en manos de Dios y solo de Él. Los arrebatamientos son signo de Fe y praxis
de una vida recta conforme a la Ley y la normatividad que se desprende de esta.
Mientras
aguardamos la bendita esperanza, es decir, la gloriosa venida de nuestro gran
Dios y Salvador Jesucristo (Tito
capítulo 2 versículo 13).
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Los sueños se construyen
sobre el fundamento de una praxis que determina su impacto en el Ethos del
bautizado. Pablo hace eco de la
doctrina sobre las “moradas eternas”
que Dios ha preparado para los que le aman y la cuestión debe ser tratada como
parte integral del culmen de la doctrina cristiana. La enseñanza sobre la
Resurrección Universal no puede estar por fuera de la conciencia humana y su
ideal de la trascendencia, en esto último, muchas religiones y filosofías se
identifican, la enseñanza de nuestra parte es clara y sin tantas complejidades:
La Iglesia cree en una relación
salvífica que se denomina Economía de Salvación, que parte de la revelación de
Dios como Creador, Redentor y Santificador, cada bautizado empleando los Medios
de Gracia puede y debe construir por Voluntad de Dios una relación personal,
amorosa y en Gracia de lo contrario será imposible tal realización de nuestro
ideal salvífico. Recordemos hermanos que el mismo Señor afirmo desconocer
tal desenlace tiempo espacial, miremos:
Pero
de aquel día o de aquella hora
nadie sabe, ni siquiera los ángeles en el cielo, ni el Hijo, sino sólo el Padre (Marcos capítulo 13 versículo 32).
|
Que interesante postura
que deja a una autentica praxis de amor el conocer y leer los signos de tales
acontecimientos, lo importante no es el día y la hora como algunos creyentes se
interrogan sino la calidad de nuestra relación con el Dios de la vida. El mérito
no es concluyente con relación a
nosotros ya que solo dependemos de la misericordia de Dios. Debemos conocer cómo vivimos nuestra Fe
para saber con certeza cuál será nuestro destino más allá de las estrellas. Dios
en su Adorado Hijo es quien escoge, sobre esta cuestión no dejemos a un lado la espera como meritoria de
nuestras creencias e identidad como bautizados,
hemos sido sellados para la eternidad y esto implica una actitud de vida
superior a la ordinaria que se desarrolla como si no hubiera nada más que la praxis terrenal.
Misterio de la resurrección de los justos y del
reino que
es el principio de la incorrupción, por medio del cual a los que fueron
hallados dignos se les irá habituando progresivamente a comprender a Dios. Y
es necesario que se les diga, respecto a estas cosas, que, en esta creación
renovada, los justos serán los primeros en resucitar a la presencia de Dios y
en recibir la promesa de la herencia que Dios prometió a los padres, y que
reinarán en ella y que después vendrá el juicio. Porque es justo que en esta
misma creación en la que ellos se fatigaron y sufrieron, siendo probados con
toda clase de aflicciones, reciban el premio de sus sufrimientos; y que en la
misma creación donde sufrieron muerte violenta por amor de su Dios, reciban nueva vida; y que puedan
reinar en la misma creación en que sufrieron esclavitud. Porque Dios es rico
en todo y todas las cosas son suyas. Es, por ende, justo que la misma
creación, ya restaurada en su condición primera, sea puesta sin restricción
alguna bajo el dominio de los justos.
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Ireneo
en su doctrina de la Recapitulación, (PP. De la Iglesia) deja ver su afán milenarista al desarrollar un
ejercicio apreciativo de la realidad redimida y su posible orden pero también
es de utilidad para nuestra reflexión al considerar un propósito en la
construcción de tal relato. La Creación será rescatada finalmente del accionar
humano y el ideal de la presencia universal de la Gracia transformará todo el
orden cósmico, desde luego, el ser humano tendrá parte en dicho proceso de
divinización, no queda claro aún en su época el Qué de la cuestión, pero
deja entrever el cese de toda privación signo de perdida de Gracia ya que esta
será permanente en la transformación del bautizado, pero tal acción de Dios se
hará en un plano sublimado de la realidad terrenal. La Esencia de Dios Trinidad queda fuera de la
deificación de la persona humana creyente, lo que no es del todo cierto ya que
la presencia de Dios y solo ella pude potenciar la condición humana como
participación de su Visión Beatifica. No es la realidad material la que
transformará al creyente lo hará la plenitud de la Gracia (Doctrina Paulina). La némesis o el retraso del Reino de Dios lo
constituye el pecado que atenta contra el orden que pretende establecer el
Señor en su Parusía. El llamado anti-Cristo o contrario a Cristo, concluimos
que es la oposición a su reinado y ya conocemos todos los fenómenos que se
materializan y apartan a las personas de Dios y cuyo primer paso es sacarlos
literalmente del corazón de la Madre de los bautizados o la Santa Iglesia. Esta
figura que apuntan algunos hacia el final de los tiempos no posee la potencia
de modificar el universo creado bajo los designios de Dios pero si de confundir
por ignorancia la opción esencial del bautizado por Cristo resucitado.
Dios
cuida su obra y no le será arrebatada pero algunos simplemente soltaran su mano
y correrán tras ideales distintos enceguecidos por el poder y las prebendas de
un mundo sensualista. La vida, las obras, el conocimiento,
todos son instrumentos valederos en el camino de nuestra experiencia con Cristo
y su triunfo llamado eternidad. El bautizado debe estar listo para caminar en
pos de la realización de su ideal seguro de alcanzar la meta y priorizar su
contenido. Los líderes eclesiales deben
ser no solo voz sino también imagen, es
decir, deben ser ejemplo de confiabilidad frente a quienes les predican el
mensaje.
LA FIGURA
ESCATOLÓGICA DE LA
NUEVA JERUSALÉN.
Siguiendo la secuencia
cronológica encontramos que después de Pablo,
san Juan o el Vidente de Patmos durante
su destierro a esta isla griega, escribió sobre una serie de visiones que
ubican la Recapitulación en un plano
distinto, y casi podríamos decir que con un medio establecido que se puede
palpar en su misma simbología.
LA NUEVA
JERUSALÉN, Apocalipsis capítulo 21 versículos 1-27.
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VERSIÓN LATINA.
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Luego
vi un cielo nuevo y una tierra nueva - porque el primer cielo y la primera
tierra desaparecieron, y el mar no existe ya. Y vi la Ciudad Santa, la nueva
Jerusalén, que bajaba del cielo, de junto a Dios, engalanada como una novia
ataviada para su esposo.
Y
oí una fuerte voz que decía desde el trono: Esta es la morada de Dios con los hombres. Pondrá su morada entre
ellos y ellos serán su pueblo y él Dios - con - ellos, será su Dios. Y enjugará toda lágrima de sus ojos, y no
habrá ya muerte ni habrá llanto, ni gritos ni fatigas, porque el mundo viejo
ha pasado. Entonces dijo el que está sentado en el trono: Mira que hago un mundo nuevo Y
añadió: Escribe: Estas son palabras ciertas y verdaderas. Me dijo también: Hecho
está: yo soy el Alfa y la Omega, el
Principio y el Fin; al que tenga sed, yo le daré del manantial del agua de la
vida gratis. Esta será la herencia del vencedor: yo seré Dios para él, y
él será hijo para mí. Pero los cobardes, los incrédulos, los abominables, los
asesinos, los impuros, los hechiceros, los idólatras y todos los embusteros
tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre: que es la muerte
segunda. Entonces vino uno de los siete Ángeles que tenían las siete copas
llenas de las siete últimas plagas, y me habló diciendo: Ven, que te voy a enseñar a la Novia, a la Esposa del Cordero. Me
trasladó en espíritu a un monte grande y alto y me mostró la Ciudad Santa de Jerusalén, que bajaba
del cielo, de junto a Dios, y tenía la gloria de Dios. Su resplandor era como el de una piedra muy preciosa, como
jaspe cristalino. Tenía una muralla grande y alta con doce puertas; y
sobre las puertas, doce Ángeles y
nombres grabados, que son los de las doce tribus de los hijos de Israel; al
oriente tres puertas; al norte tres puertas; al mediodía tres puertas; al
occidente tres puertas. La muralla de la ciudad se asienta sobre doce
piedras, que llevan los nombres de los doce Apóstoles del Cordero. El que hablaba conmigo tenía
una caña de medir, de oro, para medir la ciudad, sus puertas y su muralla. La
ciudad es un cuadrado: su largura es igual a su anchura. Midió la ciudad con
la caña, y tenía 12.000 estadios.
Su largura, anchura y altura son iguales. Midió luego su muralla, y tenía 144 codos - con medida humana, que
era la del Ángel -. El material de esta muralla es jaspe y la ciudad es de
oro puro semejante al vidrio puro. Los asientos de la muralla de la ciudad
están adornados de toda clase de piedras preciosas: el primer asiento es de
jaspe, el segundo de zafiro, el tercero de calcedonia, el cuarto de
esmeralda, el quinto de sardónica, el sexto de cornalina, el séptimo de
crisólito, el octavo de berilo, el noveno de topacio, el décimo de
crisoprasa, el undécimo de Jacinto, el duodécimo de amatista. Y las doce
puertas son doce perlas, cada una de las puertas hecha de una sola perla; y
la plaza de la ciudad es de oro puro, trasparente como el cristal. Pero no vi
Santuario alguno en ella; porque el Señor, el Dios Todopoderoso, y el
Cordero, es su Santuario. La ciudad no
necesita ni de sol ni de luna que la alumbren, porque la ilumina la gloria de
Dios, y su lámpara es el Cordero. Las naciones caminarán a su luz, y los
reyes de la tierra irán a llevarle su esplendor. Sus puertas no se cerrarán
con el día - porque allí no habrá noche
- y traerán a ella el esplendor y los tesoros de las naciones. Nada profano
entrará en ella, ni los que cometen abominación y mentira, sino solamente los
inscritos en el libro de la vida del Cordero.
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Et vidi cælum
novum et terram novam - nam primum caelum et prima terra abiit, et mare iam
non est. Et vidi sanctam civitatem Jerusalem novam descendentem de caelo a
Deo, aptatam, quasi nouam nuptam ornatam marito suo.
Et
audivi vocem magnam de throno dicentem tabernaculum
Dei cum hominibus. Et habitabit cum eis et ipsi populus eius erunt et dei
- est - eis erit eorum Deus. Et absterget Deus omnem lacrimam ab oculis
eorum: et mors ultra non erit neque luctus neque clamor neque dolor erit
ultra quae prima sunt. Et dixit qui sedebat in throno: Ecce nova facio omnia et addidit dicens: Scribe: Haec verba vera sunt, et vera. Et
dixit mihi: Factum est: ego sum alpha et omega, initium et finis; Ego
sitienti dabo ex fonte aquae vitae gratis. Haec victor in hereditatem: ut non
sit illi Deus, et ille erit mihi filius. Timidis autem et incredulis et
execratis et homicidis et fornicatoribus et veneficis et idolatris et omnibus
mendacibus pars illorum erit in stagno ardenti igne et sulphure quod est mors
secunda. Et venit unus de septem angelis, qui habebant septem phialas plenas
septem plagis novissimis, et locutus est ad me dicens: Veni, ostendam tibi sponsam, uxorem Agni. Et movetur a spiritu in
montem magnum et altum, et ostendit mihi civitatem sanctam Hierusalem
descendentem de caelo a Deo, habentem gloriam Dei. Her ad lumen eius simile
lapidi pretioso tamquam lapidi iaspidis crystallinum. Habebat murum magnum et
altum habens portas duodecim; super portis angelos duodecim et nomina scripta
et quae sunt nomina duodecim tribuum filiorum Israhel Ab oriente portae tres
ab aquilone portae tres ab austro portæ tres, ab occidente portae tres.
Duodecim lapides murus civitatis habens nomina duodecim apostolorum Agni. Qui
loquebatur mecum habebat mensuram harundinem auream ut metiretur civitatem et
portas eius et murum. Urbe quadrum singulos latitudine aequalis. Et mensus
est civitatem de arundine aurea per stadia et 12,000. Longitudo et latitudo et altitudo eius aequalia sunt. Et
mensus est murus, et CXLIV cubitos
habebant - in mensura hominis, quæ est Angelus -. Et quod structura muri eius
ex lapide iaspide ipsa vero civitas aurum mundum simile vitro mundo. Sedibus
urbem gemmis ornatus omnium prima sedes jaspis, secundum sapphirus, tertium
chalcedonius, quartum smaragdus, quintum sardonyx: sextum, sardius septimum
chrysolithus, octavum beryllus, nonum topazius, decimum chrysoprasus,
undecimum hyacinthus, duodecimum amethystus. Et duodecim portae duodecim
margaritae sunt per singulas et singulae portae erant ex singulis margaritis:
et in platea civitatis aurum mundum, tamquam vitrum perlucidum. Sed non vidi
in illa sanctuarium, quia Dominus Deus omnipotens templum illius est et
agnus. Et civitas non eget sole neque luna ut luceant in ea nam claritas Dei
inluminavit eam et lucerna eius est agnus. Et ambulabunt gentes in lumine
ejus: et reges terræ ibit splendor adducere. Portas claudere dies ejus non -
esse, quia nox non erit ibi - et splendor eius cunctaque gaza regia in
gentibus. Nec intrabit in ea aliquid coinquinatum et, qui non committere,
abominationem et mendacium nisi qui scripti sunt in libro vitae Agni.
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El Vidente de Patmos emplea una serie de figuras que enfrentan dos
realidades, la primera de ellas nos recuerda a Babilonia lo que significaba
esta ciudad y su imperio para Israel (Diáspora)
El Salmo 137 nos ilustra mejor al respecto:
A
orillas de los ríos de Babilonia
estábamos sentados y llorábamos, acordándonos de Sión; en los álamos de la
orilla teníamos colgadas nuestras cítaras. Allí nos pidieron nuestros
deportadores cánticos, nuestros raptores alegría: ¡Cantad para nosotros un
cantar de Sión! ¿Cómo podríamos cantar
un canto de Yahveh en una tierra extraña? ¡Jerusalén, si yo de ti me olvido,
que se seque mi diestra! ¡Mi lengua se me pegue al paladar si de ti no me
acuerdo, si no alzo a Jerusalén al colmo de mi gozo!
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Para
los amantes del género musical Disco hay una canción rastafari interpretada por
el legendario grupo Boney M oriundos de
las Antillas (década del 60) Titulada “Ríos de Babilonia”.
Retomando nuestra
cuestión, Juan el evangelista emplea
el término “morada” mientras que la
versión latina acude al de “tabernáculo”
dándole una significación de índole cultica y sacra en su expresión a un estado
espiritual de profunda significación en la visión de Dios o (beatifica) por parte de los bautizados.
Juan no desea fundamentar doctrina alguna solamente intuye como creyente que
habrá un nuevo resurgir para la cultura de la vida. LA NUEVA JERUSALÉN desciende
de los cielos como signo de la presencia de Dios idealizada a tope de toda
posible experiencia de Fe. No es un sueño independiente de un estado de vida o
condición creyente, es la total asimilación de la revelación que se manifiesta
en los imaginarios del pueblo creyente. La presencia de una doctrina formal sobre este tipo de manifestaciones no está
presente en la Iglesia pero si en los imaginarios religiosos que se han
construido después de 2000 años de
cristianismo. Juan usa el término significado Novia para juntar su reflexión sobre la relación de Cristo con el
creyente pero en la versión latina el término empleado es sponsam lo que implica una relación más profunda que literalmente
afirma una opción esencial por Dios y su reino. La esposa se prepara convenientemente en un intercambio de dones
místicos que le permitirá reconocer a su esposo en su condición transformada
por la Gracia. Dios mismo será su Dios lo que implica la inexistencia de
estados intermedios en la visión Beatifica, es decir, que se verá a Dios cara a
cara sin perecer a imitación de los coloquios entre Dios y Moisés pero aquí
de forma esencial y perfecta. Juan identifica
este estado de perfecta intimidad y comunión con Dios y sobra decirlo de la
total Inhabitación Trinitaria en el
bautizado. El Agua es una bella
simbología que caracteriza al Espíritu Santo. Es un don apreciativo de la nueva
condición que en la presencia de Dios se hace definitiva. El Hijo de Dios como es conocido apunta a la ratificación de
un título de índole mesiánica, pero que al ser invocado sobre Cristo define
sustancialmente su condición Divina y su perfecto gobierno sobre la Madre Iglesia.
Esta especie de
construcción simbólica llevada hasta el paroxismo como expresión de Fe nos
permite ver la Sique del creyente y también asegurar en estos procesos la
manifestación concluyente de los valores de la revelación cristiana sometidos
al análisis de la realidad histórica. Todo ello para decir, que la
manifestación de Dios al ser idealizada como respuesta natural nos permite
esperar ciertamente su revelación final.
Sus puertas no
se cerrarán con el día - porque allí no habrá noche (Apocalipsis capítulo 21
versículo 25).
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La sombra signo de muerte, y la
oscuridad, como manifestación de pecado o ausencia de Gracia, se opone a la Luz
que implica la vivencia de la santidad por parte del bautizado, una luz que
tiene su origen en el Resucitado y como tal posee el poder de divinizar al ser
humano. Estamos ante una propuesta interesante sobre la simbología Joanica y
más cuando busca la incorporación conceptual de figuras clave en la comprensión
del Texto y sus profecías. Juan está
viendo una realidad que puede percibir pero que no posee una comparación clara
en la historia de su pueblo, es la idea prima de una condición plena donde la totalidad se hará totalizante,
de esta forma percibe que las categorías idiomáticas no
generan la claridad necesaria y acude a describir una mítica nueva Jerusalén.
La composición de este bello relato apocalíptico nos permite construir
imaginarios que se tornan en aproximaciones ingenuas sobre la eternidad y sus
características que solo relacionamos con Textos como la Creación, el signo de
la alianza con Noé y sus descendientes, la exposición dialéctica del Decálogo,
y la promesa de la tierra prometida. Las figuras empleadas aquí en el Texto
Joanico son a toda luz una muestra de esta literatura asombrosa y de alcance en
la sique del colectivo de creyentes. Para nadie es un secreto que Jerusalén era considerada como el
centro de la manifestación mesiánica futura y la capital del glorioso imperio
al estilo davídico. La desaparición del mar tiene en este cuadro inspirado un
contenido menos trascendente, recordemos que los judíos no eran buenos
navegantes y que todo su recorrido liberador desde Moisés se hizo caminando por el desierto, y que el mar era el hogar
del Leviatán o monstruo mítico. En
el mar vivían todo tipo de criaturas que
no inspiraban confianza y cuyo consumo estaba excluido por la ley de Moisés.
El panorama que arrebata
el mar no es el más alentador, es pues la razón de su necesaria desaparición. Su numerología esta super puesta a la nueva
condición de los creyentes, ya no habla Juan de las 12 tribus de Israel sino de
los apóstoles. Este nuevo concepto
de los signos Identitativos de Israel los estaba preparando, al menos, a los
prosélitos para su incorporación a la naciente Iglesia. Lo que da pie para
comentar que el depósito de nuestra Fe en las Escrituras se cierra precisamente
a la muerte de Juan como el último testigo y discípulo vivo del Señor. La concepción Joanica es brillante al
momento de reemplazar los signos judíos con su similar cristiano. Si es
nuestro propósito el profundizar sobre la simbología de la Nueva Jerusalén entremos a (Ezequiel
capítulo 40). Este reemplazar a las tribus con los apóstoles es una manera
de asegurar la sucesión de los tiempos y momentos de la propuesta salvífica de
Dios en su Hijo y el que procede de Entrambos.
Las figuras geométricas expresan también perfección por esa razón hemos tomado
la figura del Triángulo de lados
iguales para significar con ello a la SS. Trinidad, miremos el Texto Joanico:
La
ciudad es un cuadrado, su largura
es igual a su anchura (versículo 16).
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El uso de las piedras
preciosas nos recuerda la realiza de la ciudad y la condición que ellas poseen
de reflejar la luz, una figura para hablar de la gloria de Dios manifestada en
ella a manera de luz que es descompuesta como un prisma. La dinámica que nos llega de forma visual nos permite
suponer un brillo tal que solo puede corresponder a una realidad sobrecogedora
para el lector en su época. Estas figuras crean imaginarios del Poder de Dios
manifestado en la ciudad… Solo para consultar sobre el empleo de piedras
preciosas y semi-preciosas en la liturgia miremos o confrontemos a (Éxodo capítulos 28 y 39 y
Ezequiel capítulo 28 e Isaías capítulo 54). Son figuras
recurrentes en las Sagradas Escrituras que nos aseguran una continuidad e inclusión
en los relatos Joanicos. Ya no se reúnen los creyentes en Cristo en templo de
origen judío y mucho menos en las sinagogas, ahora es el propio Cristo el
templo del nuevo culto o Adoración.
NUESTRA TRADICIÓN
Y SU CONTENIDO
ESCATOLÓGICO.
Nuestra concepción se
mueve según la norma que dicta la tradición de la Iglesia y nuestra reflexión
teológica sin desconocer los procesos de inculturación sufridos durante muchos
siglos. La reflexión sobre el establecimiento del Reino de Dios entre nosotros
y particularmente en la concreción de un
momento de nuestra historia, no necesariamente se enfoca en la visión
milenarista de una cronología
establecida (Mil años) sino en el cumplimiento de ciclos vitales que llevan a
cada bautizado a fundamentar una personal experiencia con el Resucitado.
Nuestra liturgia nos da luces al respecto, no olvidemos que celebramos de
cuerpo presente las exequias y los memoriales usando el color litúrgico Blanco como signo inequívoco de nuestra Fe en la Resurrección de los muertos la misma
que se produce en el momento mismo de la muerte. La continuidad de la persona
redimida no se interrumpe y la muerte es nuestra Pascua al pasar de la muerte física a la vida resucitada en Cristo
el triunfador y liberador de la obra de su Padre Dios. El título de hijos de Dios nos lo concedió el propio Señor con su
gloriosa Resurrección.
Nosotros celebramos la
Resurrección de los que parten de este mundo al Reino de Dios y no solo se
trata de una manifestación cósmica de Dios, puesto que se puede dar, ya que lo
propicia Dios y no persona humana alguna. La perfección de la obra redimida es
tal que es imposible retomar lo creado sin que su Amor lo haya potenciado a
niveles totalizantes de su presencia y
la misma materialidad de su obra no puede contenerle. No se trata de una
edificación diseñada por un arquitecto que al terminar su construcción puede
habitar en ella. La perfección de la Resurrección es de índole beatifica y no
precisa de los conceptos y sentidos humanos para su intelección. Creemos que se
produce un vaciamiento de la condición
humana que involucra sus seguridades terrenas para ser lleno totalmente del
Amor y la Gracia de Dios. La conciencia
se hace segura y consciente de si y de otros al punto de fundirse en una
Adoración eterna en la presencia de Dios en el cielo más perfectísimo, el más
próximo a su Majestad.
Nuestra concepción es de
índole personal ya que toca a cada bautizado una vez sea llamado por el
tribunal de Dios a su presencia. Esa deificación como la conocen los santos PP.
Griegos afecta a todo creyente que se encuentra con su Hacedor, Agustín emplea estas bellas palabras
para afirmarlo: Tu Señor nos hiciste
para Ti y nuestro corazón estará inquieto hasta descansar en Ti. Tamaña
inquietud que se torna en esencial y definitiva para nuestra condición. La
Pascua eterna se afrontará desde la concepción de nuestra Fe y calidad de vida
creyente, es decir, no se producirá sin ser vivida como anticipo acá en nuestra
realidad terrenal. La propuesta
salvífica es individual porque demanda de nuestra parte el denominado SI UNIPERSONAL. Esta concepción nos
invita a trabajar en la dirección de lo eterno y trascendente sin perder de
vista que “Como es en la tierra lo es en
el Reino”. Sin duda las imágenes de la Jerusalén que desciende del cielo
son tomadas como alegoría de la Iglesia
triunfante (pensamiento de los santos PP. Latinos y griegos) y no implica
una concepción doctrinal sobre el final de la humanidad o su destino, está
escribiendo en Patmos, un creyente
que como judío guarda los imaginarios de la trascendencia sujetos a la
mentalidad en la que fue educado en la Fe. Nosotros
creemos que habrá una Recapitulación pero en cuanto a su tiempo no debe
generare esto última preocupación alguna, cada uno saldrá de este mundo y no
tenemos certeza del día y la hora pero cuando se vive la Fe cristiana según la
norma del Evangelio nada podrá separarnos del Amor de Dios (doctrina Paulina). La
perfección del encuentro con Dios es realmente la meta de los creyentes no
tanto el suponer arrobamientos colectivos de bautizados hacia el Reino de Dios.
Recordemos que el propio Señor nos habló de “moradas eternas” preparadas desde antes de la fundación del mundo
para los que creyeran en Él.
No
se turbe vuestro corazón; creed en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas moradas; si no fuera así, os lo hubiera
dicho; porque voy a preparar un lugar para vosotros. Y si me voy y
preparo un lugar para vosotros, vendré otra vez y os tomaré conmigo; para que
donde yo estoy, allí estéis
también vosotros (Juan capítulo 14
versículos 1-3).
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La promesa del Señor es
la clave que nos permite interpretar los signos de los tiempos y no perder de
vista que la obra de Dios es perfecta porque Dios no podría crear nada
imperfecto, la perfección es expresión del Amor de Dios por su obra y el deseo
de compartir su Gracia en la eternidad. En el punto anterior convergen dramáticamente
dos fundamentos de nuestra Escatología, el
primero se refiere a la Economía de
Salvación y el segundo a la Historia
de Salvación Personal, que unidos a
la Trinidad Inmanente y Económica se
constituyen en el fundamento salvífico del bautizado. Una relación revelada que
busca solo la trascendencia por estar compuesta de valores que no alcanzaran su
concreción en el plano de esta realidad material. La finitud de nuestra condición nos hace pensar, amar y desear una
condición ausente de enfermedad y degradación producida por esta y las formas
alienantes y aberrantes del pecado personal y colectivo. La revelación nos invita a pensar seriamente
sobre nuestra autentica soberanía, aquella que se encuentra expectante en el
cielo junto al Creador, este es un argumento tejido por Pablo en su carta a los Filipenses.
Hermanos:
nosotros somos ciudadanos del cielo,
y esperamos ardientemente que venga de allí como Salvador el Señor
Jesucristo. El transformará nuestro pobre cuerpo mortal, haciéndolo semejante
a su cuerpo glorioso, con el poder que tiene para poner todas las cosas bajo
su dominio. Por eso, hermanos míos muy queridos, a quienes tanto deseo ver,
ustedes que son mi alegría y mi corona, amados míos, perseveren firmemente en
el Señor. Exhorto a Evodia y a Síntique que se pongan de acuerdo en
el Señor. Y a ti, mi fiel compañero, te pido que las ayudes, porque ellas
lucharon conmigo en la predicación del Evangelio, junto con Clemente y mis demás colaboradores,
cuyos nombres están escritos en el Libro de la Vida (capítulo 3 versículo 20 y 4,3).
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La noción Paulina es
segura en cuanto al nexo de su tradición con la reflexión Post-pascual ya que ellos fueron depositarios de una enseñanza
sobre la Ascensión del Señor y esperan su retorno o manifestación final, es un
deseo acompañado por una verdad y es la de nuestra partida, este símil es bien practico
puesto que sitúa al creyente en un plano de responsabilidades y compromisos con
la vivencia madura de su Fe. Es la
meditación de un bautizado que aguarda la consumación de sus creencias y el
establecimiento de una condición de vida supra-terrenal que no retenga nada de
lo mundano y si todo de Dios.
Miremos apartes del Himno
“Voces de gozo y loor” en nuestro
Himnario Permanente canto # 49ª. Comparte
neustros sentimientos sobre la Resurrección de donde parte toda nuestra postura
Escatológica.
¡Voces de gozo y
de loor, Canten el triunfo del Señor! ¡Aleluya! ¡Aleluya! Resucitó Cristo
Jesús. ¡La sombra huyó, brilló la luz! ¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Aleluya!
¡Aleluya! ¡Aleluya! Su sacrificio y santidad Ganaron nuestra libertad.
¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Nuestra confianza en Él esté Fortaleciendo nuestra fe!
¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Candad victoria, alzad la
voz! ¡Load a Cristo nuestro Dios! ¡Aleluya! ¡Aleluya! Ha demostrado su poder,
Con Él podemos ya vencer. ¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Aleluya!
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Debemos perseverar como
invita Pablo y no detenernos en
consideraciones que roban nuestra atención de la verdadera necesidad del
bautizado como es la vivencia del Evangelio de Cristo único Camino que conduce al Padre Dios. Los discípulos
y amigos cercanos todos sin excepción pasaron por el sepulcro, constituyéndose en
un signo vivo de la condición mortal y de la ciudadanía de los cielos como
afirma el Apóstol de los gentiles. Y parafraseándolo
agregaremos que la presentación de este mundo (realidad/encuentro) es pasajera
y estamos aquí representando una obra de teatro.
Hermanos,
pienso que a nosotros, los Apóstoles, Dios nos ha puesto en el último lugar,
como condenados a muerte, ya que hemos llegado a ser un espectáculo para el mundo, para
los ángeles y los hombres. Nosotros somos tenidos por necios, a causa de
Cristo, y en cambio, ustedes son sensatos en Cristo. Nosotros somos débiles,
y ustedes, fuertes. Ustedes gozan de prestigio, y nosotros somos
despreciados. Hasta ahora sufrimos hambre, sed y frío. Somos maltratados y
vivimos errantes. Nos agotamos, trabajando con nuestras manos. Nos insultan y
deseamos el bien. Padecemos
persecución y la soportamos. Nos calumnian y consolamos a los demás.
Hemos llegado a ser como la basura del mundo, objeto de desprecio para todos
hasta el día de hoy. No les escribo estas cosas para avergonzarlos, sino para
reprenderlos como a hijos muy queridos. Porque, aunque tengan diez mil
preceptores en Cristo, no tienen muchos padres: soy yo el que los ha engendrado en Cristo Jesús, mediante la predicación de la Buena Noticia. Les
ruego, por lo tanto, que sigan mi ejemplo.
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ad spectaculum mundo, et angelis,
et hominibus,
en
síntesis hermanos Pablo cree que se
transforma en espectáculo para el mundo, los ángeles y la humanidad, estas bellas palabras latinas, son una
invitación a considerar que en el mundo vivimos y debemos hacerlo con esperanza
en la eternidad y no pretender que las realidades terrenas son la síntesis de
las eternas. La condición de nuestra humanidad redimida descansa en el
Evangelio y sus mandatos. EL ENCUENTRO
DEFINITIVO DE CADA BAUTIZADO SERÁ AL ABANDONAR EL MUNDO Y ABRAZAR LA ETERNIDAD
QUE ES DIOS MISMO…
Pero
de aquel día y hora nadie sabe, ni siquiera los ángeles del cielo, ni el
Hijo, sino sólo el Padre (Mateo capítulo
24 versículo 36).
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Sobre la cuestión el énfasis
doctrinal disminuyó una vez pasaron los PP. Apostólicos (discípulos de los apóstoles)
y como es natural entendieron que el tiempo no estará sujeto a la manifestación
final al menos no en las categorías comprendidas por nosotros.
Que el tiempo no
está sujeto a apreciaciones humanas sino que obedece a un patrón cósmico salvífico.
|
Que el
desarrollo de la Iglesia y la Sociedad son también signo fehaciente de la
presencia de Dios en medio de la Creación y la Humanidad redimida.
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Que el encuentro
personal se transformará en un colectivo beatifico que Adorará a Dios Trinidad
por toda la eternidad.
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Que la Gracia
llenará perfectamente la condición redimida del ser humano.
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La Salvación es
personal como nuestra aceptación de la misma.
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Que la eternidad será el conocimiento de la
revelación plena de la Trinidad Económica y contemplación de la Inmanente.
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Según el
Salvador la eternidad consiste en conocer al Dios revelado.
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Sin muerte no
hay trascendencia porque cada condición vive según su esencia.
|
La Parusía como
regreso del Señor es solo conocido por su Voluntad.
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La expresión “Ven
Señor Jesús” es un anhelo del creyente más no un mandato.
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Para los PP. De la
Iglesia la visión de la “Nueva Jerusalén” de Juan es figura de la Iglesia en
posesión del Reino prometido y sus imágenes hacen parte de la tradición e
imaginarios judíos de un creyente que aguarda la consumación de su Fe.
|
Rvdo. Diego Sabogal
Cristoeseltema.blogspot.com
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