jueves, 26 de mayo de 2022

SÉPTIMO DOMINGO DE PASCUA.

 

SÉPTIMO DOMINGO DE PASCUA. Hechos de los Apóstoles capítulo 16 versículos 16-34. Salmo 97. Apocalipsis capítulo 22 versículos 12-14, 16-17, 20-21. Juan capítulo 17 versículos 20-26.

 

Es interesante como el Texto Sagrado de Tradición en Hechos de los Apóstoles, nos presenta a Pablo y su amigo Silas en dificultades, y más aún como su accionar en favor de una situación de subyugación en la que está involucrada una mujer termina en conflicto con las autoridades de aquella región, por un lado, aquella pobre queda libre de ser instrumentalizada con fines lucrativos y por otro lado queda en evidencia las dificultades del anuncio evangélico en un medio totalmente hostil. Pablo y Silas fueron maltratados no por ser cristianos, ya que no distinguían sus acusadores entre tradiciones judías y doctrina cristiana, lo único cierto era que no se permitía a los judíos hacer proselitismo a favor de sus creencias religiosas. Es un mundo que cuestiona y limita el crecimiento de las personas, es un mundo que muestra una realidad “castrante” en cuanto a la libertad de anunciar las propias creencias. En el presente si bien en Occidente no hay censura tan radical, todavía se presentan fenómenos asociados a estas prácticas. Basta con observar como el catolicismo romano entra de lleno en los estamentos de poder sacando abiertamente partido económico del mismo. En cuanto al anuncio, la ciudadanía romana de Pablo le facilitará llegar a muchísimas partes moviéndose en los caminos y garantías que el imperio otorgaba a los suyos en cualquier parte. Esto último fue la clave de la expansión de los seguidores del “Nuevo Camino o cristianos”. Pablo y Silas son testimonio vivo de la fuerza y radicalidad del Evangelio de Cristo, y las conversiones aquí relatadas se debían en este esquema primitivo a manifestaciones sobrenaturales en favor de la Fe cristiana, hoy los esquemas son otros y el testimonio personal se hace vital, gracias a la reforma insular de nuestra Iglesia que dio espacio al otro y su expresión de Fe como bautizado. Ellos están cerca del mundo griego donde encontraran escenarios para el anuncio sin tanto riesgo como en el medio romano.

El Salmo 97, nos ofrece una visión escatológica que incluso lleva a su autor a citar otras expresiones presentes en otros salmos anteriores a este. Reina Dios y es suficiente motivo para la alegría de las naciones, es decir, para todos los habitantes de la tierra y la vida en todas sus formas. Es una aclamación de la totalidad amorosa de Dios, de Yahveh en favor de los suyos. Es sobrecogedor el escenario que describe el caminar de Dios en su creación y la manera como el mal no puede resistir su poder. El compromiso el creyente es vivir según su mandato y rechazar toda forma de mal contraria como es sabido a su amor y misericordia.

Juan finaliza el libro del Apocalipsis, anunciando a Jesús como su autor principal, es una bella forma de ratificar su Fe en el Dios resucitado y resucitador, es la Iglesia quien aguarda a su esposo gracias al Espíritu de Dios que le ha engendrado en Pentecostés. El anuncio del retorno del Señor y la súplica de la Madre de los bautizados para que esto sea una realidad lo encontramos en la expresión del “Marana Tha” era la manera como los bautizados ratificaban su deseo de ver al Señor y aguardar impacientemente su retorno, tal afirmación bien pudo dar origen al “milenarismo” que sostenía la inminente llegada del Salvador. Juan sabe que es una realidad de índole escatológica, pero para tal fin debemos trabajar en esta vida donde todo puede empezar como una semilla que muere para dar su fruto. Es pues desde esta perspectiva como la Iglesia agrada a su esposo.

El Alfa y la Omega, el Primero y el Ultimo, es la bella formula que concretiza a Dios como el origen y sustento de todo cuanto existe, de su Providencia y Gracia actuando en la naturaleza y en cuanto existe por su amor, la mente de Dios crea porque todo absolutamente todo fue pensado por Él. Nada existe o podrá ser fuera de su amorosa mente, y nada fue creado fuera de su expresión Volitiva para hacerlo. El Señor responde a su Iglesia enviando sobre ella su Espíritu, la vida misma de su Gracia se experimenta en ella y en su misión evangelizadora por el universo creado, no hay límites para el accionar de la Iglesia y mucho menos para la Buena Nueva que la materializa. Te esperamos Señor expresaban los primeros cristianos y sus palabras eran portadoras de gran esperanza.

En el texto Joanico, el Señor ora también por su Iglesia expresada en potencia por los   apóstoles.  Una oración en un contexto que compromete la vida y la obra de cada uno de los bautizados que deberán vivir como su Señor les enseñó. La unidad en el Pleroma de Cristo, en el cuerpo de la Madre Iglesia es también prueba de su Fe en el Dios revelado. Aquí toma cuerpo con mucha fuerza la promesa de la vida en su reino, del Reino de Dios, del que Cristo es su Señor y máximo exponente, de un Dios amoroso que media entre el Padre Dios y cada uno de nosotros bajo el manto protector de la Santa Iglesia. Creer en Cristo es una necesidad si de hablar de salvación se trata, no es solo argumentar por qué creemos en su Ser Adorado, sino y sobre toda cuestión el dar cabida a una forma de vivir que materializa tal afirmación, el creyente hoy como antes, anuncia a su Señor por medio de su vida, que le permite ser distinto al mundo en cuanto a la hostilidad de este al Evangelio. Somos sus discípulos porque el discípulo vive y debe hacerlo según las enseñanzas de su maestro.

La misión del Señor requiere de cada uno de los bautizados, no porque hagamos su trabajo, esa última expresión no tiene sentido, cuando la salvación es inmerecida y una absoluta gratuidad del amor de Dios. No hacemos el trabajo de Dios, no podemos suponer que Él, absolutamente trascendente, necesita algo de nosotros.  Somos nosotros quienes hacemos el trabajo que requerimos para nuestra personal salvación y en unidad con nuestra Madre la Iglesia que se materializa en la Fe de sus hijos. Esta última expresión simplemente para firmar categóricamente que Dios no necesita nada de nosotros y mucho menos nosotros le aportamos algo. Bien podríamos decir ahora: “Gracias a Dios, por el amor de Dios”. El conocimiento es fruto del amor que no posee límite alguno para ser. Solo el amor de Dios es quien nos da la esperanza segura de la salvación.  Conocer es equivalente a amar y amar es la equivalencia de la salvación en la dialéctica del bautizado comprometido con su Fe.Hechos de los Apóstoles capítulo 16 versículos 16-34. Salmo 97. Apocalipsis capítulo 22 versículos 12-14, 16-17, 20-21. Juan capítulo 17 versículos 20-26.

 

Es interesante como el Texto Sagrado de Tradición en Hechos de los Apóstoles, nos presenta a Pablo y su amigo Silas en dificultades, y más aún como su accionar en favor de una situación de subyugación en la que está involucrada una mujer termina en conflicto con las autoridades de aquella región, por un lado, aquella pobre queda libre de ser instrumentalizada con fines lucrativos y por otro lado queda en evidencia las dificultades del anuncio evangélico en un medio totalmente hostil. Pablo y Silas fueron maltratados no por ser cristianos, ya que no distinguían sus acusadores entre tradiciones judías y doctrina cristiana, lo único cierto era que no se permitía a los judíos hacer proselitismo a favor de sus creencias religiosas. Es un mundo que cuestiona y limita el crecimiento de las personas, es un mundo que muestra una realidad “castrante” en cuanto a la libertad de anunciar las propias creencias. En el presente si bien en Occidente no hay censura tan radical, todavía se presentan fenómenos asociados a estas prácticas. Basta con observar como el catolicismo romano entra de lleno en los estamentos de poder sacando abiertamente partido económico del mismo. En cuanto al anuncio, la ciudadanía romana de Pablo le facilitará llegar a muchísimas partes moviéndose en los caminos y garantías que el imperio otorgaba a los suyos en cualquier parte. Esto último fue la clave de la expansión de los seguidores del “Nuevo Camino o cristianos”. Pablo y Silas son testimonio vivo de la fuerza y radicalidad del Evangelio de Cristo, y las conversiones aquí relatadas se debían en este esquema primitivo a manifestaciones sobrenaturales en favor de la Fe cristiana, hoy los esquemas son otros y el testimonio personal se hace vital, gracias a la reforma insular de nuestra Iglesia que dio espacio al otro y su expresión de Fe como bautizado. Ellos están cerca del mundo griego donde encontraran escenarios para el anuncio sin tanto riesgo como en el medio romano.

El Salmo 97, nos ofrece una visión escatológica que incluso lleva a su autor a citar otras expresiones presentes en otros salmos anteriores a este. Reina Dios y es suficiente motivo para la alegría de las naciones, es decir, para todos los habitantes de la tierra y la vida en todas sus formas. Es una aclamación de la totalidad amorosa de Dios, de Yahveh en favor de los suyos. Es sobrecogedor el escenario que describe el caminar de Dios en su creación y la manera como el mal no puede resistir su poder. El compromiso el creyente es vivir según su mandato y rechazar toda forma de mal contraria como es sabido a su amor y misericordia.

Juan finaliza el libro del Apocalipsis, anunciando a Jesús como su autor principal, es una bella forma de ratificar su Fe en el Dios resucitado y resucitador, es la Iglesia quien aguarda a su esposo gracias al Espíritu de Dios que le ha engendrado en Pentecostés. El anuncio del retorno del Señor y la súplica de la Madre de los bautizados para que esto sea una realidad lo encontramos en la expresión del “Marana Tha” era la manera como los bautizados ratificaban su deseo de ver al Señor y aguardar impacientemente su retorno, tal afirmación bien pudo dar origen al “milenarismo” que sostenía la inminente llegada del Salvador. Juan sabe que es una realidad de índole escatológica, pero para tal fin debemos trabajar en esta vida donde todo puede empezar como una semilla que muere para dar su fruto. Es pues desde esta perspectiva como la Iglesia agrada a su esposo.

El Alfa y la Omega, el Primero y el Ultimo, es la bella formula que concretiza a Dios como el origen y sustento de todo cuanto existe, de su Providencia y Gracia actuando en la naturaleza y en cuanto existe por su amor, la mente de Dios crea porque todo absolutamente todo fue pensado por Él. Nada existe o podrá ser fuera de su amorosa mente, y nada fue creado fuera de su expresión Volitiva para hacerlo. El Señor responde a su Iglesia enviando sobre ella su Espíritu, la vida misma de su Gracia se experimenta en ella y en su misión evangelizadora por el universo creado, no hay límites para el accionar de la Iglesia y mucho menos para la Buena Nueva que la materializa. Te esperamos Señor expresaban los primeros cristianos y sus palabras eran portadoras de gran esperanza.

En el texto Joanico, el Señor ora también por su Iglesia expresada en potencia por los   apóstoles.  Una oración en un contexto que compromete la vida y la obra de cada uno de los bautizados que deberán vivir como su Señor les enseñó. La unidad en el Pleroma de Cristo, en el cuerpo de la Madre Iglesia es también prueba de su Fe en el Dios revelado. Aquí toma cuerpo con mucha fuerza la promesa de la vida en su reino, del Reino de Dios, del que Cristo es su Señor y máximo exponente, de un Dios amoroso que media entre el Padre Dios y cada uno de nosotros bajo el manto protector de la Santa Iglesia. Creer en Cristo es una necesidad si de hablar de salvación se trata, no es solo argumentar por qué creemos en su Ser Adorado, sino y sobre toda cuestión el dar cabida a una forma de vivir que materializa tal afirmación, el creyente hoy como antes, anuncia a su Señor por medio de su vida, que le permite ser distinto al mundo en cuanto a la hostilidad de este al Evangelio. Somos sus discípulos porque el discípulo vive y debe hacerlo según las enseñanzas de su maestro.

La misión del Señor requiere de cada uno de los bautizados, no porque hagamos su trabajo, esa última expresión no tiene sentido, cuando la salvación es inmerecida y una absoluta gratuidad del amor de Dios. No hacemos el trabajo de Dios, no podemos suponer que Él, absolutamente trascendente, necesita algo de nosotros.  Somos nosotros quienes hacemos el trabajo que requerimos para nuestra personal salvación y en unidad con nuestra Madre la Iglesia que se materializa en la Fe de sus hijos. Esta última expresión simplemente para firmar categóricamente que Dios no necesita nada de nosotros y mucho menos nosotros le aportamos algo. Bien podríamos decir ahora: “Gracias a Dios, por el amor de Dios”. El conocimiento es fruto del amor que no posee límite alguno para ser. Solo el amor de Dios es quien nos da la esperanza segura de la salvación.  Conocer es equivalente a amar y amar es la equivalencia de la salvación en la dialéctica del bautizado comprometido con su Fe.

viernes, 20 de mayo de 2022

SEXTO DOMINGO DE PASCUA...

 

SEXTO DOMINGO DE PASCUA, Hechos de los Apóstoles capítulo 16 versículos 9-15. Salmo 67. Apocalipsis capitulo 21:10,22-22:5. Juan capítulo 14 versículos 23-29.

 

Pablo se encuentra en la ciudad de Filipo, resaltamos que en aquella no había sinagoga por lo tanto los devotos judíos tenían que aproximarse a una fuente de agua o rio para sus rituales de purificación y sus oraciones. Pablo actúa desde su característica fundamental como misionero contactando a estas personas, y sumándose a sus condiciones lleva el mensaje. Toda esta región era parte del imperio conquistado por Alejandro Magno el “macedonio” y que se convirtió en parte de una provincia romana. Es interesante tener presente que Alejandro reinó un tiempo sobre los territorios de la nación judía. El modelo de Filipo era sobre todo de marcada influencia latina como quiera que Roma tenía intereses en la región. Es también factible suponer que la herencia griega no se había perdido del todo. Pablo enfrenta como en todas estas ciudades una serie de dificultades de índole cultural, la resistencia de los judíos no es tan alta como era de esperarse por factores como los descritos antes, creemos el más determinante en el caso de Filipo, como era la ausencia de un templo que centrara la formación y cultura religiosa de Israel. El Bautismo es el centro de toda la actividad misionera de la Iglesia primitiva y lo es porque por medio de este signo vivo la Iglesia primitiva como la actual fundamenta su misión y propuesta al mundo. La connotación sacramental de la Iglesia desde siempre fue ratificada como la forma novedosa de llegar al mundo plagado de tanto ritual y sacrificios cruentos, recordemos que la liturgia pagana y judía consistía en sacrificios de animales de distintas especies y algunas corrientes paganas incluso de personas, especialmente de niños.  Lo demás que se percibe en las distintas escenas es parte de un elaborado esquema de actuaciones que justifican la inclusión del mensaje salvífico en las distintas realidades que los misioneros y en este caso particular que Pablo percibe de su entorno…

El Salmo 67, se recitaba especialmente cuando se daba por terminada la cosecha, lo que implicaba que el pueblo al unísono agradecía la misericordia de Dios y la manera como su Dios proveía a sus necesidades, es un principio básico de Teonomia que ellos llamaron Providencia Divina. Su contenido es esperanzador totalmente, y también como podemos observar en el estribillo del versículo 4, es universal su idea del Dios amoroso y misericordioso, en la connotación de la providente mano de Dios sobre los suyos.

La concepción Joanica que se refleja con toda claridad en el libro del Apocalipsis, nos habla sobre la manera de percibir en la teología de la Iglesia primitiva la realidad de la trascendencia, la misma que Juan describe maravillosamente sin abandonar la idea de una Jerusalén redimida en sus estructuras convencionales, es decir, proclive a la Justicia y esta como signo del amor providente de Dios. Tal estado glorificado reñía con posturas sobre la inmediatez de la segunda venida de Cristo y especulaciones sobre un orden justo en la sociedad. Juan lo remite a la trascendencia de la experiencia de Fe de los creyentes. Un Dios amoroso que provee a los suyos y les muestra un orden de cosas ignorado anteriormente, un Dios cuya Gracia puede modificar y re-diseñar la existencia humana y la calidad de la misma. Las necesidades que conocemos todos son convertidos en una oportunidad de ser agradecidos y reconocer al Dios que cuida de los suyos y que siempre está a nuestro lado, este grado de intimidad, es y será, reconocido por los creyentes que auténticamente ponen sus vidas en manos de Dios y le buscan amorosos antes que interesados o necesitados. “Primero amamos y luego como expresión del amor que sentimos y vivimos por nuestro Dios viene el pedir humildemente”. Juan tiene claro que la cotidianidad del Reino de Dios se deja sentir en los estándares que interesan a los judíos de su época que durante siglos viven un estado fallido de gobierno y por ende de identidad. La visión de un orden distinto conecta con Cristo, quien habló y se expresó de forma distinta recordándonos el Dios revelado del libro del Éxodo que se relacionó con su pueblo bajo principios impensados en dicha época. Juan camina de la mano de la esperanza y la libertad que solo disfrutaran los creyentes en Cristo. Un comienzo sin precedentes antes vistos, un anuncio que se convertirá en promesa y es visto desde su principio escatológico por el vidente de Patmos.

El texto Joanico, centra su atención en la comprensión de la nueva relación de los bautizados con Cristo, deja ver la realidad de su partida, pero también de la presencia del Espíritu Santo, quien a su vez “reemplazará” al Señor, revelando lo misterioso de la personalidad de Cristo y dará la capacidad para comprender sus palabras y construir con ellas el mensaje salvífico. Las promesas de Dios se materializan en Cristo quien dará cumplimiento a todo el mensaje Escrituristico. Juan está viendo directamente como creyente, como discípulo que su Señor tiene un plan y dicho plan se podrá concretizar solo en la medida en la que los bautizados dejan entrar libremente al Espíritu de Dios en sus vidas. El amor aparece en escena como conexión directa con la trascendencia y motor de la relación Trinitaria donde el ser humano se manifiesta como obra de dicha relación. El Padre y el Hijo se identifican gracias a la presencia del Espíritu Santo, las Personalidades de Dios Trinidad son afirmadas por la generosa inclusión de su Espíritu en la vida y conciencia de los creyentes. No estamos solos Cristo nos deja su Espíritu para adorarlo y reverenciarlo como Dios y Señor en nuestras vidas.

La Paz que el resucitado   nos ofrece rompe los esquemas del protocolo para instalarse en la psique animada y fraterna de los bautizados, una Paz esencial y necesaria para la consolidación del Evangelio en nosotros y su testimonio. Aquí el mundo no puede ejercer su influencia ya que no depende de lo que pueda ofrecernos sino de Dios y su presencia misteriosa en su obra, la humanidad.

viernes, 13 de mayo de 2022

QUINTO DOMINGO DE PASCUA.

 

QUINTO DOMINGO DE PASCUA. Hechos de los Apóstoles capítulo 11 versículos 1-18. Salmo 148. Apocalipsis 21 versículos 1-6. Juan capítulo 13 versículos 31-35.

 

El Apóstol Pedro, relata sobre sus visiones en las que aparece una ruptura con la tradición judía en lo concerniente a la ingesta de determinados animales. Esto podría sonar trivial, pero tengamos presente que sociológicamente hablando la instauración de un sistema de pensamiento nuevo se hace siempre sobre las bases del anterior y la negación de los principios anteriores es vital en dicho proceso de potenciación terminológica. Pedro en su visión es instado a consumir alimentos que eran proscritos por la tradición de su pueblo. Pedro abre o expande la mentalidad universal e incluyente del cristianismo y marca así una tendencia que no reconoce barrera cultural alguna.  Desde la perspectiva del “quinto evangelio” Lucano, el apóstol Pedro aparece como el primero en traer al cristianismo a la gentilidad, lo que explicaría el sentido común y típico de la visión descrita. El medio cultural es importante pero los valores del cristianismo entran de lleno en el orden social y cultural asumiendo un rol motivador y esperanzador en un cambio de mentalidad. Pedro acompaña a unas personas asumiendo así su papel protagónico en los inicios de la obra cristiana. La necesidad de inculturizar el Evangelio está latente en la misión de la Iglesia y en los métodos que esta emplea para continuar la obra apostólica. El cambio de paradigma en la visión que nos describe Pedro, ofrece una posibilidad de aceptación para los no-creyentes en Cristo, es una posibilidad de acoger en la perspectiva amplia del cristianismo a sus futuros seguidores y bautizados, aquí la misión de la Iglesia toma un rumbo abierto y extra frontera de Israel en cuanto a su mentalidad.  También vemos una forma arcaica que describe lo que se asemeja al sacramento de la Confirmación en la actualidad.

El Salmo 148, es recitado tradicionalmente por el pueblo judío especialmente en la mañana, aquí la creación entera celebra la restauración de Israel. Este Salmo fue escrito justo después del destierro o diáspora. La comunión que debemos establecer con la naturaleza es atestiguada en la misma dirección que nuestra restauración o conversión personal. El salmista esta ante el mundo y sus maravillas y observa místicamente como este se une en la misma plegaria reconociendo el amor providente de Dios. No hay excepción para la vida ya que el amor de Dios se manifiesta en toda ella y sus multiformes recreaciones. El nombre de Dios es adorado y glorificado siempre, y es también nuestra tarea de Fe.

Juan en un bello trozo del Apocalipsis, nos deja ver su profunda Fe y Esperanza en la manifestación amorosa de Dios. Un cielo nuevo y una tierra nueva, una condición redimida de la humanidad y de toda la obra de Dios está por manifestarse y dependerá de nosotros que así sea. El bautizado sabe que el pecado tocó poderosamente a la creación sirviéndose de nuestra mano. La contaminación hace que la vida sufra grandemente y los valores de la sociedad se centran en el poder económico y no en lo valioso de la naturaleza. Juan asume que la Gracia en nosotros nos prepara para actuar con amor y respeto por la creación hasta hacerla escatológicamente libre de esta mancha que llamamos pecado ecológico. Agustín de Hipona en su obra cumbre la “Civitas Dei” o Ciudad de Dios, (escrita entre el 415 y el 426 d.C) nos muestra como el ser humano cuando actúa de espaldas a su Dios solo piensa y vive en categorías meramente materiales, desconociendo la realidad de su ser en la trascendencia, la ciudad del hombre esta como se ven nuestros mares, llenos de basura y toda suerte de desperdicios como si solo importara el ser humano y nada más que nosotros.

Babilonia en la mente de Juan es aquella ciudad de pecado que no podrá disfrutar de la presencia de Dios como si lo podrá vivir la “Nueva Jerusalén” que sabiamente la relaciona o describe en figura pensando en la Madre Iglesia. Esta ciudad Joanica es la metrópoli mesiánica donde la Gracia será plena, total y totalizante.  El mar como sabemos de la mentalidad judía es el lugar donde vive la bestia, el llamado Leviatán. No se trata solo de un espacio físico sino de toda una condición contraria a Cristo. Pero aun, así como sucedió con el pueblo a la salida de Egipto, Dios puede abrir camino seguro de salvación al bautizado cuya praxis es su amor. Dios con ellos y con nosotros, Dios que se manifiesta grandemente en nuestras vidas y en nuestra realidad, Juan ve una realidad in-contaminada donde el amor de Dios se manifestara definitivamente. El (versículo 6) textualmente dice: “Hecho está, Yo Soy el Alfa y la Omega, el Principio y el Fin, al que tenga sed Yo le daré del manantial del agua de la vida gratis”. Recordemos hermanos que en el N.T el agua es signo vivo del Espíritu de Dios, de esta sentencia Joanica desprendemos que la Gracia plena será dada por el Espíritu de Dios a los bautizados.

El mensaje Joanico, se centra en las “despedidas” del Señor con relación a sus discípulos, está hablando de la realidad física y material de su existencia, pero también es muy claro en citar lo referente a sus manifestaciones como Hijo de Dios y su existencia trascendente. Juan en su evangelio percibe la necesidad de fortalecer el carácter de los discípulos y sembrar en ellos la esperanza que se volverá a retomar durante los coloquios con el resucitado. El Mandamiento Nuevo, es para sus discípulos no solo un mandato de su Señor, es también el signo vivo de la manifestación de una condición distinta ante el mundo y las relaciones que constituimos en este. Un signo social y cultural de la resurrección de Cristo es el florecimiento de relaciones santas y libres de intereses mundanos como lo dicta el entorno donde actuamos siempre. El mundo busca imperar bajo sus protocolos materialistas. Cristo nos da testimonio de vida y coherencia y nos pide vivir bajo el signo de su amor, solo el amor de Dios puede liberarnos de las relaciones superficiales y sin contenido alguno, el mundo presente relativiza los valores con el fin de “vender” sus productos. Juan observa como las despedidas del Señor deben coincidir con nuestra madurez espiritual y doctrinal, no sea que como en Lucas literalmente nos quedemos “mirando al cielo”.

 Para salir literalmente a anunciarle vivo y glorioso. Es pues necesario que la resurrección alimente nuestra forma de ser, ver, y vivir el mundo presente. No se trata de recordarle se trata, por el contrario, de actualizar su mensaje viviendo como quien sabe que está de paso afirmando valores contenidos en el  Evangelio. Hoy es posible que caminemos coherentemente bajo la guía de su amor y demos los frutos necesarios para anunciarle vivo y triunfante. El nuevo discípulo debe vivir como criatura nueva dispuesta a seguir siendo transformado por la Gracia del resucitado.

viernes, 6 de mayo de 2022

CUARTO DOMINGO DE PASCUA.

 

CUARTO DOMINGO DE PASCUA. Hechos de los Apóstoles capítulo 9 versículos 36-43.  Salmo 23. Apocalipsis capítulo 7 versículos 9-17. Juan capítulo 10 versículos 22-30.

 

 El suceso de Joppe donde el apóstol Pedro realiza una reanimación sirve de motivación para el crecimiento de la Iglesia en aquella ciudad y en medio de propios y extraños, el milagro catalogado de esta forma es un signo palpable de la naciente comunidad de creyentes. Todos estos signos sirven a la causa del Evangelio y son extensión de la obra del propio Cristo. La connotación de este episodio en la psique de los bautizados fue determinante para afirmar sus convicciones espirituales y facilitarles el trabajo misionero. En el presente las necesidades de la Iglesia varían un poco, el testimonio se fundamenta hoy en la vivencia cotidiana santificando incluso la rutina. No se trata en el hoy de nuestra historia de volver difuntos a la vida sino de testimoniar un estilo de vida que sea contradictorio en los mejores términos con la propuesta del mundo y sus valores. Hoy poseemos la Esperanza en el Dios resucitado lo que implica para nosotros una confianza plena en sus manifestaciones amorosas y en la necesidad de vivir del amor en nuestra relación con Él y no en acontecimientos sobrecogedores como los descritos en este segmento Escrituristico. La Gracia de Dios puede transformar cualquier condición y hacer que el bautizado pueda asimilar su vida desde la óptica de la opción radical por Cristo. La renuncia al mundo es tacita frente a sus modelos y vivencias, no podemos salir de esta realidad, pero si vivir como criaturas nuevas. Pedro esta ante la necesidad de actuar, pero lo hace movido por su personal experiencia con el resucitado. Pedro necesitó intimar la Voluntad de Cristo para poder actuar en su nombre. No es algo que se gana por algo en particular, sino el fruto vivo de una autentica y radical experiencia con el Dios amoroso.

El Salmo 23, se describe empleando la imagen de un Pastor que solicito cuida de los suyos, de la responsabilidad a él entregada, es una figura en potencia de la característica amorosa de Cristo quien cuida de los bautizados. En el contexto de la Iglesia lo podemos emplear en la liturgia bautismal, espiritualizando estos valores propios de Cristo en su relación esposa mística con la Madre de los bautizados. Esa mesa corresponde al rasgo definitivo de la hospitalidad y solidaridad oriental y la forma como eran atendidos sus visitantes, pues en el orden espiritual, Cristo el Buen Pastor, cuida de los suyos y los hace sentir bien. El Buen Pastor también nos recuerda el espíritu ministerial de la Iglesia de Cristo, la vida sacramental hace parte del pastoreo de la Iglesia hacia los bautizados, y el ministerio ordenado camina en dicha dirección. Todo ministerio puede ser vinculante con la expresión del Buen Pastor.

En libro del Apocalipsis, la figura de las “palmas” evoca la presencia de Dios en las tiendas de Israel durante su peregrinar por el desierto, la realidad de estas imágenes nos involucra en la necesidad de Adorar a Dios en su obra y en sus enseñanzas evangélicas. Las palmas también, pueden simbolizar los mártires que darán para la época Joanica su sangre en sacrificio por no renegar de su Fe en Cristo. Las expresiones de Juan son consecuentes con lo que vivió en el destierro, la esperanza está presente en su obra. Cristo nos ha elegido y nos corresponde vivir y testimoniar esta maravillosa elección, la misma que no depende de nosotros totalmente sino de su Gracia actuando en el bautizado de todas las épocas. Una vez más estamos ante la Fe del autor del último libro de la Biblia, estamos ante un hombre que supo relacionar su Alabanza y reconocimiento de Dios en la vivencia de su experiencia con el resucitado, Juan santifico su existencia entre la revelación y la forma como él concebía la Adoración eterna. Los testigos de Cristo entregaron su vida por ser auténticos seguidores de su Señor, hoy la Iglesia se enfrenta a una multitud de situaciones que reniegan sigilosamente de Dios y su soberana presencia. El mundo traza rutas para entregar felicidad al ser humano que cree alcanzarla en la expresión material de su existencia y no puede lograr ese equilibrio y armonía que solo la vida espiritual puede entregarle.   La trascendencia es una necesidad para el ser humano creado a Imagen del Dios viviente. Los valores de nuestra Fe deben ser empoderados y superar de esta manera el quietismo religioso que invade buena parte de la sociedad actual.

El mensaje Joanico, retrata al Señor en un discurso que le hace manifestar su origen como Hijo de Dios, las obras realizadas son signo del Reino de Dios, son figura de la autoridad de Jesús y como paulatinamente fue percibido por sus discípulos, este proceso no fue ni mucho menos inmediato, media para tal fin la experiencia que permite actuar directamente en la psique de sus discípulos y seguidores.   La relación metafóricamente hablando con Cristo en el símil de las ovejas describe una curva metafísica bien particular, al ser reconocida su voz por las ovejas, el Señor acude a una figura relacional viva y dinámica solo constatable desde la experiencia del creyente. Esta metafísica le hace ir más allá del reconocimiento doctrinal para instalarse en la conciencia de los bautizados. Reconocer la voz del Señor es un imperativo que nos obliga a actuar de manera clara y comprometida con nuestra Fe. El materialismo, la corrupción, el relativismo ético-moral, son signo del quehacer de millones de bautizados que han convertido su Fe en un mero recuerdo. Esas concepciones de vida están fuera e imposibilitadas de reconocer la “VOZ” de su Pastor supremo, lejos de escuchar la voz que nos configura como criaturas nuevas. Su expresión de identidad de Naturaleza y Esencia con el Padre ratifica en su boca la concepción Joanica sobre la relación vital en la familia Trinitaria. La Fe mis hermanos debe generar en nosotros afinidad espiritual de lo contrario su presencia no será determinante en la vida del creyente. La relación del Señor con el Padre Dios es nuestro perfecto modelo de vivencia cristiano y sometimiento amoroso al imperio de su Voluntad salvífica. El Buen Pastor se explicita hoy en el servicio eclesial comprometido bajo la figura ministerial que todos conocemos y de la que muchos hacen parte. El pastoreo de las almas seguirá siendo la tarea más importante de la Iglesia.

LA TRANSFIGURACIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO…

  LA TRANSFIGURACIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO… Éxodo capítulo 34 versículos 29-35. 2 Pedro capítulo 1 versículos 13-21. Salmo 99. Lucas c...