lunes, 27 de noviembre de 2017

2.285 METROS MÁS CERCA DE DIOS...

2.285 METROS MÁS CERCA DE DIOS… SOLILOQUIOS.



No es fácil plantearnos en lo secreto de nuestra vida y meditación una respuesta a las situaciones que roban paulatinamente nuestra paz pero que como un “mojón” en el camino nos indican a donde estamos llegando e incluso, en algunos casos, de donde estamos saliendo. El camino que transitamos se convierte en una ruta que puede conducir al bautizado por la desesperanza o yuxtaponer todos sus sentimientos y hacer que su vida derive por senderos más expeditos, esto último es también un misterio. ¿Qué tan cerca es posible estar de Dios? Bien podría ser un interrogante que necesita más de un caminar y más de una dirección. ¿Qué tan profundo llegó  a estar Jonás de la realidad que había reusado vivir? En este caso las distancias se encuentran en el alma del creyente y no tanto al  alcance de sus pasos… Moisés aquel naturalizado egipcio estaba tan solo a 2.285 metros de Dios pero cuyas implicaciones definieron tanto su valor como sus propios temores. Moisés escaló un monte llamado Sinaí pero antes había escalado más alto en su conciencia sobre la realidad de sus congéneres.  En esta lógica nuestros pies obedecen más al corazón que a la razón, y que decir de la geo-política que hace de las distancias aún más profundas. Era patéticamente hablando más fácil abrir camino por las aguas que liberar las fronteras de un imperio.   Meditar una y otra vez nos conduce a un camino y a una manera de transitar que no estaba presente cuando nuestros pasos tomaron la iniciativa, si dejamos que el alma nos conduzca es muy probable que el corazón sea aún más alto que el monte que escaló Moisés.  La realidad de nuestros distintos caminos espirituales no terminan  de la misma manera. Las rutas por las que acercamos a Dios nuestras vidas y su intríngulis dista entre una y otra persona, muchas veces estamos tan lejos como “a tiro de piedra” pero parece una eternidad vencer esa distancia y toma mucho tiempo como si literalmente le diéramos la vuelta al mundo. Sentirnos solos es natural pero se convierte en contra-natura cuando voluntariamente nos alejamos de quienes nos rodean y solo nos adentramos en la realidad que estamos experimentando. Caminamos siempre, e incluso existen algunos momentos en los que no sabemos a dónde llegaremos, solo poseemos la intuición del alma que nos dice que debemos continuar… Caminar y caminando se relacionan estrechamente, el primero es un don de la naturaleza y el segundo es el ejercitar ese don. Caminar y caminando en pos de la felicidad es una ruta que no llega a la vez que el alma a su espiritualidad, todos caminamos en pos de la dicha y algunos llegando ni siquiera la reconocen por andar “embotados” en el mundo de sus ocupaciones y trivialidades… Hace unos días inicié un camino por mi propio desierto, durante algunas semanas vi de cerca lo relativo de las distancias y si de los obstáculos que aparecen sin importar las motivaciones para continuar caminando. Hace unos días me recordaron que las distancias no aminoran los sentimientos y que las emociones no pueden ser “autorizadas” sino vividas copiosamente. Hace algunos días me encontré lejos pero con la esperanza puesta en el camino más que en mi lenguaje. Palabras  iban y venían, palabras de todo tipo de sonidos y mensajes, pero lo cierto es que aunque estaba lejos también me sentía cerca… Moisés vivió un estadio de madures espiritual que le permitió afrontar el camino y su caminar, se calzó con la esperanza de ver el final o la meta de su caminar. Por algunos días pude experimentar ese caminar a solas contigo  mismo y de quienes te rodean y  ver absolutamente claro con cuantos Aarones contaba en mi travesía. Basta con quedarte solo para escuchar las voces de quienes se interesan por tu caminar… El Éxodo se convierte en un ejercicio de confianza en ti mismo y en los que te aman y acompañan aun desde la distancia. No se trata de derrotar fuerzas oscuras o liberar a otros, todo pasa para que tú seas libre de las ataduras que sin saber tenías sobre tu cuello. La esperanza adquiere otra dimensión totalmente distinta a las exposiciones anteriores, se hace más aguda y llena de motivaciones, se manifiesta descarnada para permitirnos conocer su realidad, la misma que percibimos en la medida en la que ella se hace presente. Presencia que en la totalidad de las situaciones se encarna en la realidad y las contingencias que vive el bautizado. No es fácil edificar en momentos en los que no hay tranquilidad en el alma. No es fácil pensar en avanzar cuando ves con tus propios ojos que estas retrocediendo y enfrentando lo que antes podías superar y ahora se ha convertido en una carga sobre tus hombros. Ver el desierto implica un nivel muy especial de perdida de seguridades terrenas para afrontar los cambios y sus consecuencias. Estamos edificando y nada nos podrá apartar  de esa misión. No estamos viviendo momentos de total tranquilidad siempre se presenta al alma una situación que mina la paz esencial del resucitado. ¡Animo! parece ser la consigna en tiempos caminados  y gastados con sus dificultades. No hay tiempo que no vivas sin que implique la ausencia de dificultades, ellas son el alimento de nuestros sueños y deseos de salir victoriosos. Animo te grita la vida relajada que no sabe que es enfrentar problemas y vencerlos. Animo te grita quienes te aman y quieren solidarizarse contigo en tu caminar. Quien acude al desierto cada 5000 años y toma tan solo un granito de arena al final de su esfuerzo sin importar el tiempo cósmico gastado podrá estar seguro de la llegada de  su final, pero nuestros problemas muchas veces nos quitan la posibilidad de actuar ante ellos de forma predecible como aquel hombre… No importa cuanta arena logres retirar del desierto lo cierto es que conoces cual será el final ahora o en el tiempo, pero muchos de nuestros problemas afrontados en la inmediatez de la acción, su resultado es incierto, y que decir del costo que ellos implican en nuestras vidas… Tomate todo el tiempo porque podrá sobrevenir uno que no dependerá de ti y te verás subyugado… visibiliza  tu vida y no pienses en el tiempo.  El tiempo se piensa a sí mismo y tú solo lo percibes radicalmente. No podrás más que pensar en su realidad, la misma que escapa de tu racionalidad cada que quiere afectar tu vida y la de tu entorno. No cuanta que tan alto, ancho, o largo sea tu camino, a la postre la única diferencia se hace trasegando. Los signos del caminar de Moisés unas veces se vestían de hambre  y otras de enfermedad, unas de ira y otras de misericordia. No puedes trazar una ruta sin tener presente al destino porque este se revela cuando el caminante no lo espera y hace lo que no se desea. Caminar y camino de entrelazan como exclamando, aquí hay uno que se niega a caminar y no sabe que su existencia va de la mano tanto del camino como del caminar. Cada vida no muestra las huellas del camino sino la forma de caminar. El Ama y haz lo que quieras del Hiponense, se convierte en una experiencia del caminar que sabe reconocer el camino. El amar es en última instancia, la ruta del que camina y su caminar. El ritmo lo traza el caminante. No importa ciertamente cuanta arena se introduce por tus sandalias, solo cuenta la que puedes retirar de tu camino. La soledad marca una percepción desolada del camino que el creyente vive ante alguna calamidad o grande dificultad. La soledad no se interroga sobre lo fértil del caminar sino solo sobre lo inútil de avanzar cuando no sabes con quien llegar. La vida del cristiano se convierte en un eterno caminar que arranca con la existencia para dejar en nosotros su impresión, la misma que los años logran exteriorizar. La espiritualidad tiene  por objeto  fundamentar la vida interior, la misma donde se revela la verdad (Agustín de Hipona) tal aseveración es determinante para crecer en la trascendencia y animarnos con la esperanza segura que exterioriza nuestra Fe casi que convirtiéndola en un fenómeno de nuestra propia inmanencia. De la necesidad de salir de nosotros mismos y percibir la realidad tal como esta se presenta en nuestras acciones. El Espíritu de Dios en su Inhabitacion por la Fe hace de nosotros no solo los receptáculos de la Gracia sino que por extensión nos convierten en templos de la Trinidad de Dios. Es aquí donde tiene sentido esperar y saber que las cosas aunque inicialmente se presenten con su acostumbrada dificultad hasta las dificultades tienen sentido en el plan de Dios y que decir de nosotros que debemos educar el corazón para percibirlas en su fin último.  La vida no es fácil, la vida posee su intríngulis y no conocemos inmediatamente su propia inmanencia si pudiéramos conocerla muy seguramente no tendría sentido vivirla. Vivir sin  esperanza es como encontrar mar sin orilla, sencillamente no hay posibilidad de descubrir la felicidad sino conocemos los límites de la necesidad o del sufrimiento. La Crisálida se rompe cuando aprendemos a movernos libremente por la vida y su intríngulis, cuando salimos al encuentro de la experiencia cristiana sin detenernos por la forma como el camino y el caminar se presenta.  Ayer  escuchaba a una exsenadora colombiana (Piedad Córdoba)  una mujer valerosa que lucha contra todo tipo de persecuciones e incomprensiones en el País, ella citaba un dicho muy colombiano: En carrera de gallos, mueren muchos pollitos, sin duda el no estar preparados para afrontar la vida y sus dificultades puede hacer del creyente un “pollito” indefenso que no comprende porque razón debe tener esperanza aun cuando se encuentre solo. La Fe es asunto de “gallos” y no por tener espuelas aseguramos la victoria ni la tranquilidad ante los problemas. Razón tenía el padre del Psicoanálisis alemán (Freud)  cuando afirmó: Soy un hombre afortunado porque nada me ha sido fácil,  en la perspectiva de las relaciones humanas sin duda permite exteriorizar y visibilizar donde se encuentran verdaderamente las personas que hacen presencia en tu vida y en los presupuestos emocionales que el ser humano experimenta. Los presupuestos interpretativos que solo matizan las relaciones y la forma como percibimos al otro.  El criterio da paso a la crítica y esta última sin argumentos vitales más solamente con supuestos. Aquí es cuando la frase del Hiponense sobre la libertad que otorga el amor cobra todo su sentido, quien ama no cuestiona simplemente acompaña y muchas veces su sola presencia y silencio es mayor expresión que las palabras y cuestionamientos. Lo cierto es que no existe desierto que no posea su oasis y tampoco desierto que no sea persuadido por un espejismo. En la vida espiritual el silencio interior puede ser aún más expresivo que las palabras o la descripción de imágenes como tal, se cuenta de la vida del cura de Ars (sacerdote francés del siglo XIX) que  sirvió en una parroquia rural, veía siempre a un feligrés suyo, un campesino que entraba todos los días al templo en la mañana y delante el altar colocaba sus herramientas en el piso y pasaba un buen rato mirando el presbiterio sin pronunciar palabra, este sacerdote en su curiosidad lo interroga preguntándole porque siempre repetía la acción sin decir una “sola palabra” y aquel labriego le respondió con toda simpleza y profundidad: Él me mira y yo lo miro, era toda su oración, cabe agregar que Francia durante este periodo sufrió una hambruna tenaz. La esperanza de aquel hombre no dependía de la aceptación de sus congéneres sino de la confianza puesta en Dios aun desafiando la radicalidad de su condición, es un bello ejemplo de confianza y esperanza  puesta toda en manos de Dios. Aun cuando creas que estas solo y quienes te rodean no conocen tu idioma, aun así, Dios te mira y tú lo miras…  El silencio con amor fraterno no se convierte en cómplice sino en amigo solidario, aquel hombre le enseñó a Juan María Vianney que las palabras sobran cuando el lenguaje del amor habla. Es una paradoja que en la Iglesia muchas veces se escuchan ruidos y no son fruto del amor silencioso sino de las interpretaciones negativas de la vida fraterna. Sino ayudamos escojamos el silencio fraterno.  La experiencia  de aquel hombre fue determinante para vivenciar su Fe sin perder de vista  el supremo valor de la intimidad espiritual, la misma que le daba confianza en su trabajo y desempeño diario. La oración  cuenta los granos de arena que un hombre puede sacar de su propio desierto de suerte que llevando el resultado a su conciencia se pueda sentir más cerca de Dios  o redoble su empeño en alcanzarlo. Dios se deja encontrar es una primicia del A.T que hombres como Abraham y Moisés dimensionaron correctamente, Dios no solo se deja alcanzar sino que termina en tratos muy personales y familiares con los bautizados. No es una búsqueda como tal sino la percepción de su presencia. La vida de la Iglesia se convierte en una constante percepción de su Voluntad y palpitar de su revelación. Dios habla a nuestro corazón inquieto y de esta manera se asegura de ser escuchado. Nuestra esencia racional le reconoce pero el amor en nosotros le percibe. Quien ama experimenta la presencia de Dios y la del otro y otra en su vida. Sin amor el creyente se hace o convierte en invisible para su entorno y en una dificultad grande para quien le ama. La Gracia hace su trabajo concretando en nosotros humanidad y todo lo que ello conlleva. La Iglesia ora con sus hijos y para que sus hijos oren también solos y reconozcan a su Dios en sus oraciones. No hay una sola oración que no  brote de la presencia de la Gracia de Dios en nuestras vidas. Somos solidarios, llenos de esperanza y confianza en el Dios de la vida y en su Adorado Hijo, junto con el que procede de Entrambos… Todo camino y caminar cristiano parte del alma y ser del bautizado.




jueves, 23 de noviembre de 2017

SOLEMNIDAD POR EL REINADO DE CRISTO.

SOLEMNIDAD POR EL REINADO DE CRISTO. PROPIO 29.  Año A. Ezequiel capítulo 34 versículos 11-16, 20-24. Salmo 95: 1-7ª. Efesios capítulo 1 versículos 15-23. Mateo  capítulo 25 versículos 31-46.


El profeta Ezequiel  siguiendo la tradición de Israel centra su mensaje en la relación que se establece entre el pastor y las ovejas, recordamos hoy hermanos que el pastoreo era una ocupación de suma importancia para la economía de Israel como también para las acciones culticas del pueblo. La figura descrita habla de la conciencia que el creyente debe tener sobre sus responsabilidades como  bautizado y miembro vivo de la Iglesia así como de los compromisos que asumimos en la vida de la congregación. Dios pedirá cuentas a cada una de sus ovejas (metafóricamente) y establecerá este juicio de responsabilidades sin importar el grado de conciencia que tengan algunos y algunas de su papel en la Iglesia.

Es un llamado a reconocer los signos por los cuales vivimos nuestra Fe como bautizados sin perder de vista que la justicia está en sus manos. Ante tanta situación difícil aparece la promesa de un orden que inicia en David y culminará en Jesús. El Sumo Pastor es sin duda nuestro Señor a quien si le duele la Iglesia y la vida de los seres humanos.  Es el llamado a no permitir que otras preocupaciones nos arrebaten el objetivo cristiano y la finalidad de ser bautizados. Nada puede estar por sobre nuestro  deber de creyentes que hemos recibido sin distinción alguna en el Bautismo y su Pacto. Las ovejas “gordas” como símbolo de inactividad pastoral o ministerial recibirán tarde o temprano su recompensa por muy exitosas que se presenten entre sus hermanos. La justicia de Dios se manifiesta en su Adorado Hijo y de esta manera la vida de nuestra espiritualidad estará convenientemente encaminada.

El Apóstol Pablo emplea un calificativo típico de su época, me refiero a “santo” que correspondía al seguidor de Cristo y comprometido tanto en su Fe como en las enseñanzas de la Iglesia. La santidad era consecuencia de la vivencia del cristianismo sin esperar confirmación alguna de su santidad más allá de la pertenencia a la Iglesia y al evangelio de Cristo. Pablo reconoce la santidad en la vivencia y compromiso del evangelio por parte del bautizado.

Dejando en claro esta postura es bueno tener presente que tales afirmaciones las enmarca en la perspectiva de la soberanía de Cristo en su Iglesia. Pablo concreta una eclesiología de ribetes cósmicos que está por encima de cualquier otra consideración, miremos parte del Texto a los Efesios: Que desplegó en Cristo, resucitándole de entre los muertos y sentándole a su diestra en los cielos, por encima de todo Principado, Potestad, Virtud, Dominación y de todo cuanto tiene nombre no sólo en este mundo sino también en el venidero.  Bajo sus pies sometió todas las cosas y le constituyó Cabeza suprema de la Iglesia (versículos 20-22).  La esperanza de Pablo recae en la presencia absoluta del Señor en su Iglesia y por ende en la vida y cotidianidad del creyente hasta que este genere una concepción de identidad y relación con Dios que llegue  a la máxima expresión de intimidad y familiaridad, solo así el bautizado vivirá su vocación a la santidad a imagen de Dios que es  Santo.

 La eternidad será consecuencia de como viva  aquí  el  creyente, es como indicar tácitamente con una expresión popular: Como vives aquí en la tierra, así mismo vivirás en el cielo. La cuestión es clara y concreta, ¿Qué le presentarás a tu Dios cuando seas llamado?...

El evangelista Mateo, recrea la escena del Juicio Final con figuras de su época y por demás muy conocidas en la cotidianidad de los creyentes. Las categorías morales que aplica aquí el evangelio son absolutamente claras y tienen todo que ver con la centralidad de la vida y obra de los bautizados. Las relaciones con quienes nos rodean son determinantes y paradójicamente se argumentan hoy en un  medio socio-cultural plagado de propuestas individualistas que se presentan como salvadoras de la humanidad pero que en el fondo solo son motivaciones  egoístas. El otro se convierte en el móvil de nuestra propia conciencia al punto de ser absolutamente significante su presencia.

La expresión “benditos de mi Padre” nos ubica en el plan de la Gracia que se encuentra delante de Cristo y su Iglesia. No es una expresión legalista, por el contrario, apunta a la realización de un modelo de Fe y de vida centrado en las enseñanzas de su Palabra… Pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda. Entonces dirá el Rey a los de su derecha: "Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y me acogisteis; estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a verme. Entonces los justos le responderán: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; o sediento, y te dimos de beber? (versículos 33-37).

 La conciencia sobre el otro y sus circunstancias es un reflejo directo de la consideración de solidaridad y justicia argumentada por Mateo. Es lamentable como cada día los bautizados se encierran en su mundo y se aíslan de sus hermanos y hermanas, por motivos tan variados como: clasismo social, seguridad, economía, cultura, color de piel, pensamiento político, etc. Cada día es más difícil relacionarnos y vivir la Fe como hermanos  y testigos de Cristo. Gran tarea tiene la Iglesia de dar testimonio de su centralidad y opción fundamental por su Señor y no ser más parte de los males antes señalados. Ya es hora de que nos duela lo que le sucede a nuestros hermanos que están junto a nosotros y asumamos una actitud más solidaria y humana (paradoja).



miércoles, 22 de noviembre de 2017

CUANDO VES AL SEÑOR, VES AL PADRE DIOS...

ENSAYO   FUNDAMENTADO  EN  NUESTRA  REFLEXIÓN  TEOLÓGICA.


CUANDO  VES  AL SEÑOR… VES  AL  PADRE  DIOS.


INTRODUCCIÓN.


Ver es una acción natural cuando el sentido de la vista ejerce su función sin ningún tipo de limitación. Cuando se trata de “ver” a Jesús se profundiza en una dinámica poseedora de una realidad concreta que apenas es percibida influye positivamente en las categorías de nuestra observación. El ver al Señor no es solo una concreción  histórica, es también un proceso que relaciona vivazmente los sentidos con la experiencia de la Fe, sin lugar a dudas sus congéneres vieron a Jesús desprovisto de su condición de Dios, tal aseveración la desprendemos de las palabras del Apóstol Pablo ( Filipenses capítulo  2 versículo 6 ) “Quien siendo en forma de Dios, no consideró ello como algo a que aferrarse; sino que vaciándose (ekénosen) a sí mismo, tomó forma de siervo, siendo hecho en semejanza de hombre y hallado como uno de ellos...” La Kenosis permite ver en la realidad material al Hijo de Dios, estamos hablando de un principio que se muestra tan real como cualquier experiencia fenomenológica. La percepción que se hace desde los sentidos siempre será corta y limitada dado el análisis de la realidad y los acontecimientos que la edifican y explicitan. La realidad de cara a Cristo no es modificada en lo absoluto es totalmente autentica y en un medio expresivo como su Persona Divina imposible de conciliar su presencia con la realidad decadente del pecado que nos rodea y condiciona. Ver a Cristo es ver por esencia (no formal sino la percepción de nuestra intuición)  al Padre y al Espíritu Santo. El bautizado comparte por la Gracia esa maravillosa posibilidad eterna. La formalización de la presencia de Dios entre nosotros es solo obra de su Amor por la humanidad… Nosotros no vemos su naturaleza perfectísima, nosotros experimentamos las consecuencias de su Amor actuante y Redentor, como Creador y Santificador.

EL QUE ME HA VISTO A MÍ, HA VISTO  AL PADRE.

(1) El evangelio de Juan es sin duda poseedor de una claridad relacional como revelatoria  de la condición amorosa y comunicativa de la Trinidad de Dios, esta realidad la explicita el Señor cuando manifiesta: "Le dice Tomás: Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos saber el camino? 6. Le dice Jesús: Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí. 7. Si me conocéis a mí, conoceréis también a mi Padre; desde ahora lo conocéis y lo habéis visto. 8. Le dice Felipe: Señor, muéstranos al Padre y nos basta. 9. Le dice Jesús: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros y no me conoces Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: "Muéstranos al Padre"? 10. ¿No crees que yo estoy en el Padre y el Padre está en mí? Las palabras que os digo, no las digo por mi cuenta; el Padre que permanece en mí es el que realiza las obras. 11. Creedme: yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Al menos, creedlo por las obras. 12. En verdad, en verdad os digo: el que crea en mí, hará él también las obras que yo hago, y hará mayores aún, porque yo voy al Padre. 

*** A diferencia de nosotros Jesús fue soberano de sus emociones y estaban condicionadas a su parecer o voluntad cosa que no sucede  con nosotros que somos gobernados por ellas. La realidad comunicada por el Señor nunca fue superada por accidente alguno, es decir, el Señor fue y es creíble totalmente.  Esto parece dirigir el Señor a sus apóstoles cuando le interrogan sobre su destino y por ende su misión. COMMUNICATIO IDIOMATUM, asociado tanto a la comunicación como al “intercambio de propiedades”, es decir, nos referimos a sus cualidades y condición las mismas que se revelan en la Encarnación y en su vida pública. Es a ese Señor al que tendemos los bautizados y su llamado se convierte en esencial por ser identificado por nuestra naturaleza redimida. Recordemos que su abajamiento fue total y totalizante y no solo obedece a su Encarnación también vivió y experimentó la existencia y sus contingencias como la sed, el hambre, la angustia, la decepción, pero soberano y afirmando en estas emociones su naturaleza humana sin que con ello se alterara este intercambio de propiedades. El ver al Señor implica en el hoy de nuestra historia un acercamiento a su Divinidad la misma que se revela en la praxis de la Gracia en nuestras vidas. La revelación que se manifiesta en las Escrituras se funde con la experiencia  de sus discípulos que presenciaron el drama de su Cruz y por lo tanto de su Resurrección que supera con creces la construcción de cualquier mito al respecto, son testigos más que oculares vivenciales e intuitivos del triunfo del Redentor.

Tomás necesita una constatación que lo saque del quietismo de su Fe y lo introduzca en la condición deseada de su discipulado. Ser discípulo de Cristo es una condición que no siempre implicara ser testigo directo, es un recurso de la Iglesia primitiva para afirmar autoridad y por tanto ministerialidad. Estamos en una discusión de índole tiempo-espacial ya que la realidad que percibimos es fundamentalmente esta, condicionada por su inmanencia y mismidad. Las propiedades que el Señor comparte con sus discípulos son sin duda las mismas de las que disfrutamos los bautizados. Los signos materiales que rodean sus discursos los consideramos anclajes históricos de su revelación atemporal e inmaterial, Jesús se muestra según la realidad cognoscible de los suyos sin que indiquemos con el que no poseía cuerpo o que era una imagen inmaterial como sostenían los “patripacionistas” (herejía del siglo II que sostenía que el Padre afrontó la Cruz y no el Hijo). Tertuliano y Orígenes fueron los primeros en responder a este intento por negar las naturalezas divina y humana del Señor. La necesidad tomasina de ver y experimentar las huellas de la pasión y antes,  conocer el “camino” al Señor sin duda son interrogantes que de no ser despejados desde una sólida espiritualidad pueden ocasionar traumas en la concepción de Fe de los bautizados.  El interrogante no es fruto de ignorancia o malintencionado, supone una necesidad natural que debe ser conciliada con los valores espirituales y la Fe del creyente. Previamente la experiencia cristiana se alimenta de las palabras del Redentor cuando afirma categóricamente ser Camino, Verdad y Vida, señalando con ello todas las posibilidades de solidarizarse con la constante búsqueda de la verdad que anida en el corazón del bautizado.  No es una verdad de índole académica o existencial lo es aún más profundo, se refiere a la esencia de la vida y realidad del ser humano que explora los caminos que le conducen inexorablemente con su Creador. La constatación de nuestra Fe pasa precisamente por esta búsqueda sin cesar. Luego la vida entendida como relación tanto física (biológica) como espiritual (alma-espíritu) construye dinámicamente toda noción de verdad y por ende de realidad creada. No es posible vivir al margen de su revelación como tampoco es posible suponer la plenitud de la existencia sino trasciende bajo la primicia de la Gracia y sus momentos que dialécticamente hacen Uno. Porque una sola es tanto la vida como el camino y una misma y única finalidad es la verdad absoluta que realiza todos sus postulados en nosotros los bautizados.

El conocimiento del Señor es consecuencia de la revelación y la intimidad sobrenatural que cada creyente alcanza en la realización de su ser consagrado e Inhabitado por la Trinidad Santísima. El Jesús visto por los apósteles, no es un Señor solitario que en el mundo atraviesa todas las vicisitudes de la Cruz, es todo lo contrario, un Dios Trinidad que se expresa solidariamente y no solo uno de sus componentes o integrantes como los patripacionistas lo querían ver y de paso romper la unidad esencial del Dios Trino y Uno.

Jesús muestra la relación con el Padre y el Espíritu Santo y el hecho de llamar a Dios Padre lo introduce en una categoría relacional que nosotros conocemos en el interior de nuestras familias. No es una relación cuyo modelo desconozcamos, por el contrario, su fundamentación es plena y totalizante partiendo del Amor como su esencia y unidad natural. Jesús revela al Padre y lo hace pensando en las categorías que nosotros conocemos, reconocemos y construimos. No es posible suponer que esta relación se sale de las connotaciones de la humanidad y más aún que el Amor de Dios es en fundamentación y naturaleza reconocido por nosotros. De Dios conocemos su Amor… Es pues interesante que lo primero y fundamental que Jesús desea revelarnos del Padre Dios es precisamente lo que por analogía nos conecta y relaciona, haciendo de su experiencia con el Padre una luz maravillosa de nuestra futura experiencia. Ver a Jesús implica ver a Dios en las categorías de Padre amoroso, de un Padre que lo da y entrega todo por sus hijos, es decir, el Amor reconocido por nosotros en su máxima y posible expresión.

La teología para orientar y afirmar la reflexión de la Iglesia afirma constantemente la Identidad de las divinas Personas y lo hace no solo especulando sobre sus relaciones perfectísimas sino y sobre todo porque necesita educar y fundamentar la Fe de sus hijos los bautizados. Jesús revela al Padre y Juan lo intuye desde la perspectiva de la Persona Divina que es, y no solo, desde las analogías propias de la relación familiar entre un padre y su hijo. Sabemos que Dios es Padre porque Cristo es el Verbo su Hijo, es decir, que la personalidad del Padre se revela en el Hijo y en la función de su esencia como Padre en el Hijo y sabemos que Cristo es  el Verbo  el Hijo, porque su personalidad nos revela la relación con el Padre.  Y en cuanto al Espíritu Santo como es natural donde hay una relación plena entre Padre e Hijo, el Amor es quien gobierna todo absolutamente todo en dicha relación y como Dios no puede dar otra cosa distinta a su Ser Divino, entonces el Espíritu Santo es por decirlo de alguna manera la “materialización esencial” de esa relación entre el Padre y el Hijo. Desde esta perspectiva es posible ver al Hijo y ver al Padre y ver al Espíritu Santo.

Su relación es plena porque la distinción es sola de personalidad más no  esencial, Tres Divinas Personas que son y actúan distinto pero cuya relación esencial es la misma. Una relación que respira a eternidad y que no está condicionada por las imperfecciones que vivimos nosotros los seres humanos. El Padre como ser Padre, y en el Hijo como ser Hijo. Ver a Jesús es como ver al Padre, son lo mismo pero su Amor que genera Identidad es tan propio como su naturaleza. No  olvidemos que son nuestras categorías.

Las propiedades que se revelan en la relación Trinitaria son las mismas que reconocemos, desde luego, su profundidad no. Jesús muestra al Padre gracias a su procedencia ya que solo Él como Hijo Unigénito fue engendrado por el Padre, es Dios de Dios y Luz de Luz que así mismo se comunica eternamente con su Adorado Hijo. Ver a Jesús hoy es posible, desde nuestra más profunda espiritualidad y certeza, la misma que atemporalmente quedó sellada en las palabras de Jesús: Quien me ve al Padre que me envió. El envío  es perfectamente la intimación de la Voluntad del Padre en el Hijo y todo ello por nuestra salvación. Si el bautizado no hace una lectura desde su corazón le será imposible ver con claridad esta realidad y aún más, asimilarla como incorporarla en su vida y obra. La realidad que a diario percibimos de nuestra espiritualidad debe ser construida paso a paso ya que no existe una aprehensión inmediata de esta realidad que estamos llamados a vivir no como producto terminado sino como el proceso por el cual el creyente se une a su Dios.

Ver al Padre por medio del Hijo, no es solo una sentencia gramatical es una realidad contundente ya que no estamos listos o preparados para contemplar su naturaleza divina, pero en Cristo nuestros ojos  y sentidos  pasaran a otra condición que si sea asequible. La Deificación o glorificación del bautizado es la plenitud de su futura realidad escatológica. La realidad plena que es adelantada relacionalmente por el Salvador en sus afirmaciones y señalamientos. EL vínculo fraterno sobrevivirá ya que está fundamentado en la experiencia con el Señor resucitado, tal y como sucedió con los apóstoles una vez superada la frustración y el temor. El Amor de Cristo es la fundamentación de su Amor eterno en nosotros. Lo mismo que experimentaron sus discípulos está ahora a nuestro alcance ya que el Bautismo revive a perfección el Amor de Dios en nosotros y sus consabidos frutos.

Ver al Padre es ver la realización salvífica del creyente en el Hijo y por ende en la comunicación Trinitaria. Tomás desea junto con todos ver al Padre, para constatar por sí mismo la veracidad de las palabras del Señor, pero esta petición no es simplemente para ser concedida como un favor o una gracia especial sino que debe ser respondida desde la interioridad que se une con el Dios revelado. Sin creer perfectamente en el Señor es imposible si quiera pensar en ver al Padre Dios. No es posible simplemente cerrar los ojos y ver al Padre ya que la visión beatifica es consecuencia de la presencia de Dios en el ser del bautizado. Tomás quiere ver al Padre y cree ser una referencia sin discusión para dar toda la autoridad y autenticidad al Señor. La espiritualidad es el vínculo relacional sobrenatural con esta maravillosa revelación. No se trata de ver sino de amar a plenitud.  La perplejidad que sin duda arrancó las palabras del Señor en sus discípulos comparada en la actualidad con  las expresiones superficiales de muchos bautizados que intencionalmente buscan sintetizar su relación con Dios. Pero tal forma de vivir su espiritualidad solo consigue convertir a Dios en un ser contingente de nuestros sentimientos y emociones.

Ver al Padre implica conocer a su Hijo Jesucristo, ninguna experiencia individual puede superar la revelación reflejada en la conciencia de Jesús sobre su Padre Dios y posteriormente sobre el Paráclito. La vida espiritual desprovista de esta realidad revelada estará “coja” y propensa a diluirse en los devenires de la cotidianidad. Ver al Padre es ver a su Hijo y no se puede expresar de otra forma, solo de la forma conocida y revelada que es la asumida por Jesús. No es posible conocer al Padre sin conocer y amar al Hijo, no se trata de conocer a dos Personas distintas sino de amar la revelación que las hace tanto Una como distinta. En la dimensión Psicológica del ser humano sería tanto como decir que los hijos conocen y aman como hijos y los padres hacen lo propio con sus hijos. No nos inventamos formas para conocer y amar más allá de la misma experiencia.  

PARA  CONOCER  AL  PADRE.

Como lo indica el enunciado (arriba) es indispensable conocer del Padre Dios para entender su relación y mandato salvífico:

A-    Engendra al Hijo.

B-    Padre de la Gracia.

C-    La redención es su iniciativa, y su interés es la plena reconciliación con la humanidad.

D-    El Padre no procede en tiempo alguno, el Padre ES.

E-    Con relación a su Adorado Hijo no existe como nosotros de forma separada (singular) sino que con el Hijo y el Espíritu Santo son UNO.

F-     La Esencia viene por el Padre.

G-   La Substancia viene por el Padre.

H-    La misión salvífica del Hijo fue Intimada por el Padre.

I-       “outo men emeis eis te ten Triada ten Monada, platynomen adiaireton, kai ten Triada palin ameioton eis ten Monada”. Los santos PP. Griegos afirmaron en pocas palabras que el Hijo y el Espíritu Santo proceden (consubstancialidad) de la Esencia del Padre sin que con ello se haya presentado división alguna en Dios.  Incluso sostienen que pueden ser considerados contenidos en el Padre.

J-      La Mónada, se refiere a la primera Persona y no olvidamos que el Padre creó todo por medio de su Hijo y el Espíritu Santo, en palabras de Ireneo, ellos (refiriéndose al Hijo y al Espíritu Santo) fueron las dos manos de Dios Padre en la creación.  

K-   La Esencia Divina,  no se puede multiplicar numéricamente, la unidad del Padre es también una cuestión de Voluntad al engendrar al Hijo y hacer proceder al Espíritu Santo junto con su Hijo (Verbo).

L-    Conociendo sobre el Padre Dios es posible comprender en parte la relación que se da entre las Personas de la SS. Trinidad. Esta relación afecta positivamente nuestra Fe y vivencia como bautizados. La realidad relacional no es posible entenderla en nuestras categorías, por lo tanto afirmamos como lo hicieron los santos PP. De la Iglesia: La mayor profesión de Fe sobre la Trinidad de Dios es afirmar que no conocemos el misterio.

M-  Sobre lo anterior afirmó el Hiponense: Tres divinas Personas más que para conocer, para amar y callar.

N-    Dios mío, creo en ti, espero en ti, te amo sobre todas las cosas con toda mi alma, con todo mi corazón, con todas mis fuerzas; te amo porque eres infinitamente bueno y porque eres digno de ser amado; y, porque te amo, me pesa de todo corazón haberte ofendido: ten misericordia de mí, pecador. Amén.

APORTES  BIBLIOGRAFICOS  Y  TEXTOS.

1- ………………..https://www.bibliacatolica.com.br/la-biblia-de-jerusalen/juan/14/

2-SAN ATANASIO, Orationes quatuor contra Arianos; IDEM, Liber de Trinitate et Spiritu Sancto.

3- SAN AGUSTÍN, Libri XV de Trinitate.

4- RICARDO DE SAN VICTOR, Libri VI de Trinitate; (escuela agustiniana).

5- SANTO TOMÁS, Summa, I, xxvii-xliii.

6- NEWMAN. Causes of the Rise and Success of Arianism in Theol. Tracts. (Londres, 1864).

7- Joyce, George. "The Blessed Trinity." The Catholic Encyclopedia. Vol. 15. New York: Robert Appleton Company, 1912… (Nuestra Fuente).




domingo, 19 de noviembre de 2017

LA FRUSTRACIÓN DEL SER...

ENSAYO… CONTRA  LA  FRUSTRACIÓN  DEL  SER…  REFLEXIÓN  ACADEMICA.

INTRODUCCIÓN.

El ser humano reconoce la frustración y la define intuitivamente sin siquiera verla en una composición  académica pero que su experiencia le dice a gritos que es y se convierte en la incapacidad como imposibilidad de ser feliz o concretar las fundamentaciones de su existencia plenamente reconocida y realizada. Los modelos antropológicos al respecto son supremamente expresivos y más aún cuando de cara al entorno en el que existimos conscientemente encontramos una serie de concepciones de la realidad tanto material como espiritual que no facilita para nada el ser feliz. La frustración en el cristiano se viste con ropajes de frivolidad y superficialidad en la pérdida total de la Esperanza. El ser que se frustra simplemente es incapaz de percibir la realización plena de su ser por encontrarse víctima y esclavo de las alienaciones que como expresaría el Hiponense envilecen su ser redimido, haciendo pequeño y cautivo de situaciones y mentalidades que no tendrían autoridad si este no hubiera renunciado a su felicidad, esta renuncia puede ser formal o inconsciente. En este esquema de total frustración en palabras de  Karl Rahner (teólogo alemán perteneciente a la compañía de Jesús o Jesuitas, siglo XX) “Dios aparece como un dique que evita que la frustración invada al ser humano señalando un camino de Esperanza.  (1).

FENOMENOLOGÍA DEL PROBLEMA Y CONNOTACIÓN ANTROPOLÓGICA.


Este es, pues, el punto decisivo del aporte pedagógico que debemos reconocer en la impronta antropológica que, sabemos, Rahner postuló que era necesario imprimir a toda la teología dogmática.           En lo esencial, su intuición básica radica en su concepción trascendental de la revelación y de la Gracia y, con ello, del acontecimiento global de la salvación Y, recordemos, el adjetivo trascendental tiene ante todo la connotación de que lo decisivo acontece no en la aprehensión del objeto del conocimiento y de la Fe, considerado en su sola mismidad, sino en el sujeto y más exactamente, en las condiciones de posibilidad de tal conocimiento o encuentro; condiciones que se dan a priori en el sujeto cognoscente mismo. Pero se entiende, además, que se dan como necesaria apertura, es decir, en orden a ese encuentro, preparado y gestado por la pura gratuidad del don de Dios. Por eso Rahner insiste en que en la relación…entre la subjetividad apriorística, trascendental, y el objeto del conocer (y de la libertad), el conocimiento de las condiciones apriorísticas de la posibilidad del conocimiento en el sujeto significa también un momento del conocimiento del objeto mismo (1.1). La disertación teológica alemana del siglo anterior tiene por objeto formal de su investigación el conectar la Gracia con todos y cada uno de los principios de realización esencial de la persona humana particularmente los bautizados. Lo apriorístico da paso fundamentalmente al accionar de la Gracia. La antropología trascendental reconoce que la proyección de la humanidad debe superar los problemas de su estancamiento producto del pecado que limita en gran medida su ascenso a la eternidad… La frustración desde la perspectiva de Rahner posee una connotación de rechazo sistemático del plan de Dios para el creyente y tal rechazo se  relaciona con los modelos antropológicos que en nada favorecen la realización del ser en cuanto tal. El rechazo de Dios es una realidad cuando en la perspectiva relacional no “asoma” su presencia gracias a la capacidad humana de desvirtuarla y reemplazarla por modelos de marcada realización antropológica como inventiva.

 El ser humano desde esta realidad puede contrarrestar el influjo presente abriendo vocacionalmente su ser al Dios revelado y lo que implica con ello es buscar solo su centralidad. Tal definición pasa por la configuración de su conciencia a la luz del evangelio. La conciencia es indiscutidamente el lugar y estado más íntimo de la criatura, donde se producen las reacciones al entorno y la complejidad de los valores y principios así reconocidos. La supra-valoración de los fundamentos existenciales puede hacer creer al ser humano que la realidad trascendente es solo una percepción  del intelecto desconociendo la vinculación esencial con lo espiritual. Nuestra teología se centra en el discurso del dogma como lo creíble y vivible, esta connotación es fácilmente relacionada con la trascendencia lo que no garantiza que todo creyente tenga certeza sobre su vida espiritual. Muchas veces en nuestras congregaciones enseñamos oraciones y rutinas heredadas pero pocas veces se produce una completa y autentica relación con la espiritualidad que enarbola la Iglesia cuya cabeza y centralidad es Cristocéntrica.

Rahner ve  con optimismo la posibilidad de limitar la paradoja de nuestra propia frustración conteniéndola en la manifestación del amor de Dios. Sobre la conciencia quiero citar brevemente una reflexión de Tomás de Aquino (siglo XIII)   El hombre posee libre albedrío; de lo contrario, serían inútiles los consejos, las exhortaciones, los preceptos, las prohibiciones, los premios y los castigos. Para explicar esto, adviértase que hay seres que obran sin juicio previo alguno; una piedra que cae y cuantos seres carecen de conocimiento. Otros obran con un juicio previo, pero no libre; así los animales. La oveja que ve venir al lobo, juzga que debe huir de él; pero con un juicio natural y no libre, puesto que no juzga por comparación, sino por instinto natural (2). Aquino establece una clara diferencia entre el juicio nuestro y la respuesta animal que es guiada solamente por el instinto, tal sentimiento nos indica que no es la frustración propiamente hablando un estado emocional que convenga a los animales mientras que entre nosotros la comparación entre acciones y situaciones  permite al criterio decidir, y según esta sentencia, incluso hasta la misma frustración es consecuencia de la voluntad y libre albedrio de nuestra especie. La posibilidad real de alcanzar la felicidad se constituye en un  elemento contenido incluso en el derecho natural, es como afirmar que nuestra condición natural es la felicidad. Tal categoría cognoscible permite al ser humano optar entre ella (felicidad) y frustración reconociendo que el entorno  que hemos construido puede orientar  la felicidad o confundirla al punto de hacer pasar por felicidad lo que nos destruye radicalmente (vicios, alienaciones, esclavitudes, dependencias, entre otros tantos factores de anti-determinación segura). La frustración atenta contra el estado ideal del ser humano redimido, es decir, la realización plena y totalizante de su proyecto de vida. Miremos un ejemplo de Locke (empirista Ingles).

Supongamos ahora que un hombre profundamente dormido sea llevado a un cuarto donde está una persona que él desea ver con vehemencia y con quien desea conversar, y supongamos, además, que se cierre con llave ese cuarto de tal suerte que no le sea posible salir. Al despertar ese hombre, se mostrará feliz al encontrarse en compañía tan deseada, y permanecerá voluntariamente con ella, es decir, preferirá quedarse en el cuarto en lugar de salir de él. Ahora bien, pregunto si no, acaso, es voluntaria la permanencia de ese hombre en ese cuarto. Creo que nadie dudará que sea voluntaria, y, sin embargo, como está encerrado, es evidente que no está en libertad de no quedarse; carece de la libertad de salir. Es así, entonces, como la libertad no es una idea que pertenezca a la volición o a la preferencia de la mente, sino que pertenece a la persona que tiene la potencia de obrar o de abstenerse de obrar, según que elija o determine su mente (3). Recurriendo a esta reflexión para animar nuestro ensayo sobre la frustración, es importante no olvidar que también ella se constituye en un ejercicio volitivo ya que solo en la voluntad del ser humano, así se nublada, por otros juicios supervive la capacidad de optar por aquello o ello según sea su convicción. Locke como buen empirista enfoca su reflexión básicamente sobre la primicia de su teoría del conocimiento, es decir, la evidencia de la libertad es latente aunque los medios de diferenciarla de la limitación sean explícitamente introducidos en su ejercicio. Somos auténticamente libres cuando tenemos la posibilidad de elegir o tomar algo por sobre otra cosa con implicaciones idénticas o distintas, queda a salvo el criterio del ser humano para optar. La frustración es sin duda una dinámica que se enraíza en la voluntad que escoge como seguro su camino o ausencias.

Locke acude a esta figura (libertad) para materializar la  competencia optativa del ser humano y la forma como explicitamos o dinamizamos nuestra libertad está en la misma dirección e implicaciones que la respuesta contraria a la felicidad, es decir, la frustración. Otro empirista nos puede ayudar en nuestra reflexión del que me parece interesante su postura sobre la naturaleza humana (John Dewey Estadounidense Siglos XIX y XX) La naturaleza del hombre ha sido vista con sospecha, con temor, con desagrado y, a veces, con entusiasmo por sus posibilidades, pero sólo cuando éstas se hacían contrastar con sus realidades. Se le ha hecho aparecer tan malignamente dispuesta que la labor de la moralidad consistía en recortarla y someterla; sería mejor si se la pudiera sustituir por alguna otra cosa (4)… Es una paradoja  intelectiva que el ser humano sea presa de sus cualidades que le distinguen precisamente de la vida en su entorno. No es una opción renunciar a la naturaleza humana y sus implicaciones serían tanto como escapar de la mente y sus constantes recuerdos. Si la naturaleza humana aterrizada en la conciencia no es educada o formada convenientemente se constituye en la primera gran aliada de la frustración. Entendemos que para Dewey el poder  escapar a la equivocación  no es propiamente una opción para el ser humano pero si consecuencia de su formación.  La frustración que en la dimensión teológica superando la presente antropología nos dice concretamente que la imposibilidad esencial  y no solo existencial de la persona humana para entrar en la presencia de Dios le conduce a un estado definitivo que le impedirá ser absolutamente feliz. No se producirá su definitivo Vaciamiento (termino de Rahner) y en estas dimensiones no será posible que Dios entre y transforme totalmente al ser humano aun redimido. La relación en la que se explicita la vocación fraterna del ser humano puede ser altamente afectada por estas posibilidades recordemos que las relaciones de la persona humana se expresan en:

A-    YO… El sujeto consciente de si y de su relación personal como individual en el colectivo social y con la capacidad de ser testigo de su propia individualidad. La misma que se atestigua básicamente en la conciencia de sus acciones y en la posibilidad de su ubicación tiempo-espacial.  

B-    TU…  La persona humana es consciente esencialmente hablando de su existencia y la ve proyectada en el otro y su intríngulis, la salvación es una fuerza que vincula y relaciona positivamente las diferencias y similitudes de la persona humana. El descubrir al otro lo hace sujeto de salvación partiendo de la conciencia del Yo.  El otro se materializa en el TU. Deja de ser extraño y se hace parte viva de nuestra realidad y sus connotaciones salvíficas.

C-    NOSOTROS…  El ser humano se reconoce así mismo y reconoce a sus congéneres tanto como sujetos de derechos como en vocación salvífica. El colectivo humano se nutre de estas relaciones. El Nosotros apunta   a la  vinculación real del Yo personal y su proyección en el Tu del otro que como Yo, es importante y vital en el medio relacional. El nosotros dimensiona en la persona la importancia tanto de sí misma como de los demás.

Estas definiciones que se enmarcan en la antropología trascendente son indispensables para construir relaciones con los demás y aun con mayor radicalidad cuando se trata de la realización de cada uno de los bautizados cuya vida se convierte en una constante relacional dialogal con el Dios de la vida. La posibilidad de reconocer al otro es siempre fundamental y nos permite ver en ellos lo que hay también en  nosotros, se establece un fundamento de Solidaridad de Especie. La cultura que se desprende de la conciencia de la vida y realidad del otro solo podrá en consecuencia ser la Cultura de la vida. La muerte tuvo éxito sobre nosotros porque dialécticamente hablando individualizó a la persona humana conduciéndola por sus caminos y frustraciones. La sociedad no sólo continúa existiendo por la transmisión, por la comunicación, sino que puede decirse muy bien que existe en la transmisión y en la comunicación. Hay más que un vínculo verbal entre las palabras común, comunidad y comunicación. Los hombres viven en una comunidad por virtud de lo que tienen en común; y la comunicación es el modo en que llegan a poseer cosas en común. Lo que han de poseer en común con el fin de formar una comunidad o sociedad son objetivos, creencias aspiraciones, conocimientos,  una inteligencia común, una afinidad, como dicen los sociólogos. Tales cosas no pueden pasarse físicamente de unos a otros como ladrillos; no pueden compartirse como varias personas comparten un pastel dividiéndolo en trozos. La comunicación que asegura la participación en una inteligencia común es la que asegura disposiciones emocionales e intelectuales semejantes, como modos de responder a las expectativas y las exigencias (5). Retomando la línea anterior Dewey nos aporta su antropizacion sobre el ejercicio antropológico centrado en la respuesta del colectivo y materializado por los individuos. El ser humano posee no solo una estructura mental, afectiva y emocional en común sino que opera bajo las mismas categorías de su inteligencia, individualizando sus potencias como  Memoria, Voluntad, Inteligencia. Un ejercicio de esta naturaleza solo puede arrojar una percepción común de la realidad que a pesar de ello se ve afectada por la manera como el individuo asume y cuestiona, igualmente, como determina su entorno en la complejidad de sus relaciones.

 Lo verdaderamente lamentable es cuando el ser humano posee solo en común la frustración que se universaliza con las acciones del colectivo. La Gracia es la tesis fundamental en la que tienen cabida todos los seres humanos y la creación mientras que el pecado  materializado y visibilizado en la Frustración es la némesis o antítesis de esta relación salvífica. El ser humano es libre y tan libre es que puede optar a conciencia por este fenómeno que le retiene en su perspectiva de felicidad y realización plena. La tesis de la Gracia es la única posibilidad de relación directa y revelada con el Dios de la vida. La salvación es la infinita misericordia de Dios transformada dialécticamente en una tesis que llamamos Gracia. La frustración se viste de tragedia en la humanidad, basta asentir los acontecimientos generados por las guerras mundiales y los conflictos étnicos en Europa, África y Asia con la perdida de millones de vidas inocentes, es pues un Signo fehaciente del impacto destructivo de la némesis (contraria) de la Gracia. Paradójicamente el pesimismo de los existencialistas como Sartre sobre la vida y la libertad fueron conectados dialécticamente con la Náusea que como postura de la realidad nos dice en su lenguaje que la humanidad es capaz de ser feliz o destructiva sean sus convicciones. La frustración en su esencia renuncia a toda posibilidad de ser feliz o plena en cuanto a cambiar o transformar sus inclinaciones destructivas. De lo anterior se desprende que la frustración es un producto acabado porque no posee la Gracia tan solo como posibilidad… El pecado no es natural en el ser humano pero sus consecuencias pueden definir la identidad esencial del ser en una peligrosa como definitiva tendencia ontológica, es decir, quien sale de este mundo así rechaza la Misericordia de Dios y no retorna a su Señor, en palabras del Hiponense sería: Tú Señor nos hiciste para Ti y nuestro corazón estará inquieto hasta descansar en Ti. Dios no se alegra con la muerte de sus siervos pero la muerte puede no reconocer a Dios y buscar una configuración definitiva alejada de Dios. El Hiponense plantea la relación esencial con el Creador como el acercarnos a la Luz cognoscible, es decir, Dios se deja encontrar. Nuestra Fe es tanto metafísica como sobrenatural y Cristo es su fundamento.

 La raíz de la salvación se espiritualiza en el accionar del Señor y en su evangelio. No podemos decir que la Gracia se aparta de la verdad absoluta que reposa en la revelación del subsistente y trascendente absoluto Dios. Trascendemos porque no estamos hechos para abandonar esta realidad que supera con creces nuestra actual inmanencia y podemos volvernos sobre nosotros mismos reconociendo la presencia de Dios y superando nuestra Mismidad que nos retienen en la concepción material de una realidad delimitada por la perspectiva existencial. La frustración se detiene ante nuestra relación con el Subsistente Absoluto Dios y configuramos una condición que supera los obstáculos que una percepción limitada de la realidad ofrece.

Nuestra reflexión Antropológica en el presente Siglo se encamina a la Restauración de la Persona Imagen del Dios vivo y  al empoderamiento de la Gracia como Realidad Escatológica de presencia Histórica cierta y fenomenológica, de esta raíz surge la necesidad de una “Evangelización” que rompa con el vínculo que  mediatizó  la respuesta Emocional de los Ritos Atajo en la Doctrina y Pastoral Eclesiológica (Practicas Sincretistas mezcladas con nuestra Liturgia). Es sobre todo nuestra Antropología Trascendente la que a diferencia de Grecia y Roma puede Sublimar la condición Humana y restituir la Gracia Intrínseca a su Dignidad sin demeritar o fustigar manifestaciones de la Inmanente Libertad de la Persona Redimida que son catalogadas como pecado y que a la hora de discutirlo desde la postura de las Leyes de los Estados son vistas ahora si como un Accidente de la Esencia de la Persona y maliciosamente si es un Accidente no altera a la Esencia de la Persona Creada (Cogita Extensa y Ratio) pero si permite viciar sus Derechos y relegarlos a la Voluntad de las llamadas Mayorías (Massa ) Bien diría el Hiponense: Aunque todo el Mundo diga lo contrario a ti, no significa que ellos tengan la Razón, o que tu estés equivocado, y añade, en el Interior del Ser Humano habita la Verdad, consideramos que los Derechos de la Persona expresan con argumentos los componentes esenciales de la Verdad (Razón, parte del Trípode de nuestra Fe). Nuestra Antropología vivió de cerca las tendencias consignadas después de la Primera y Segunda guerra mundial en Europa y EE-UU y asumidas por: La  Escuela de Fráncfort y su Relativismo… El Personalismo y el Individualismo, merece especial atención en lo que toca nuestro interés señalar a Emmanuel Mounier (1905-1950) su Doctrina sobre el Personalismo desde la óptica cristiana supuso la Identidad del Individuo y la Persona, esto es, la Conciencia de Ser y Existir unida al Colectivo de la misma Humanidad implícita en Uno y Uno en todas y todos (Existir es amar) su Transpersonalismo sitúa a la Persona Creada en la perspectiva del Ser Comunitario, Rahner tomará este principio para definir su Teología de la Persona y su connotación en el Nosotros, al punto de hablar de la actitud y postura dialogante del Ser Redimido ante Dios, por Analogía nuestra postura asume con certeza cartesiana que las relaciones de la persona ante sus congéneres le llevan también a Dios presente Inmanente en sí mismo (Sujeto) y en cada uno de los redimidos (Massa). La Modernidad tiene en su esencia la capacidad de precipitar al ser humano a nuevas experiencias y estas a su vez son capaces de transformar su vida y entorno, nosotros como Anglicanos reconocemos como ninguna otra Catolicidad la necesidad de adaptarnos a los tiempos y propiciar cambios fundamentales en la concepción de la Humanidad y sus imaginarios que aunque no reales en muchos casos generan más oposición que la Realidad como tal… Nosotros no nos asustamos ante los cambios de la sociedad, por el contrario, buscamos darles respuesta a sus interrogantes y hacerlo de forma dinámica y si se desea Proactiva (6). La frustración solo reconoce un modelo de incidencia que fundamentalmente se aproxima a la condición de la persona que sin vivir el estado de Gracia determina eminentemente su existencia con la verdad del mundo y sus categorías de absoluta intrascendencia.

Reivindicar a la persona humana por fuera de su relación con la trascendencia es la renuncia formal a la beatifica visión de su Creador. El hombre y la mujer, son sujetos conscientes y responsables de sus actos y capaces de perfeccionarlos. Obviamente, dentro del ejercicio de su autonomía, pueden hacer todo lo contrario, también. La clave está, en el hecho de que el ser humano se ubica generalmente, en un plano superior al de su mundo circundante. Un mundo que tal vez no entiende, pero sin embargo, lo percibe, lo intuye y busca comprenderlo. El hombre y la mujer, no sólo son-lo-que-son cada uno, sino que son-capaces-de-hacerse y de lograr tener-lo-que-necesitan. Otra vertiente de esta realidad de búsqueda de la trascendencia, incluye la necesidad de encontrar explicación a tantas cosas que el hombre no llega a comprender y que lo sobrepasa (7).

 Normalmente la trascendencia remite a la condición de lo que se halla más allá de la experiencia. Tiene también el sentido, sobre todo en la fenomenología, de la acción con que el sujeto se orienta hacia lo exterior o hacia el Trascendente. En esta línea del pensamiento, entramos en el desarrollo de las explicaciones dadas por los diversos pueblos al origen de la vida, la fecundidad y la formación de la familia (comunidad), la enfermedad y la muerte, los ciclos clave de inicio y término de cosechas, solsticios y equinoccios. Obviamente, dependerá de las comprensiones de su entorno, la búsqueda de esos bienes estará condicionada a otros mecanismos de coerción y competencia con sus congéneres y los demás seres vivos que cohabitan un biotopo. Luego, surge la necesidad del diálogo y de la comunicación asertiva con los de su misma especie, para tratar de acceder a sus propósitos. No es un camino sencillo para las generaciones nuevas el abrirse camino, pero siempre lo logran para garantizar la continuidad. Luego, cada ser humano forjará su camino y logrará satisfacer sus necesidades básicas, a través de su inteligencia, conciencia y ejercicio de su libertad. Cada persona, está abierta y ordenada a ser-lo-que-es, de estar y hacer presencia de sí-mismo. Obviamente, los momentos y actos adversos, causan estrés o encierran al ser en-sí-mismo y lo someten al determinismo causal. Las relaciones interpersonales se afectan poderosamente con el rompimiento de la Gracia en el ser humano… La capacidad de establecer relaciones por medio del respeto y la tolerancia como con el cumplimiento de los mínimos éticos y en otros casos de los máximos nos aseguran una contundente respuesta de cara a la redención del orden social y Psico-afectivo del creyente o bautizado. El Ethos como producto neto de las relaciones del ser humano es también clave para desterrar la frustración ya que sin espacios para pervertir la conciencia del creyente su crecimiento espiritual será realidad. La corrupción es también un principio que frustra los valores y la correcta praxis social e institucional  del bautizado

 En esta comprensión de la teología es básica la convicción de que no hay una oposición real entre lo teocéntrico y lo antropocéntrico, dado que lo antropológico, el ser humano en cuanto tal o por naturaleza, es concebido como el ser de la trascendencia hacia el mundo y hacia Dios trascendencia que se traduce en su esencial y definitiva apertura. La comprensión del hombre como esencialmente abierto es la base de este, para Rahner (8) necesario giro de la teología, pero además es lo que le permite distanciarse del peligro de una mera reducción antropológica de la misma. Puesto que el hombre está, en tal visión, esencialmente referido a Dios y dado que, por otra parte, él no puede decir absolutamente nada de este Dios fuera de la posibilidad gratuitamente recibida de una tal referencia esencial, lo antropocéntrico y lo teocéntrico, bien entendidos, no son ni podrían ser conceptos opuestos en la teología cristiana.

 Por lo mismo, menos aún puede haber en tal perspectiva una oposición entre este centramiento antropológico de la teología  y el necesario centramiento cristológico de la misma. Bien entendidas, antropología y cristología se sostienen mutuamente en la dogmática cristiana, por cuanto una antropología solo puede ser cristiana si en ella el hombre es concebido como potentia oboedientialis para la unión hipostática y, por su parte, la cristología, para evitar toda sospecha de una lectura mitologizante de dicha unión como ocurriría en una cristología meramente aposteriorística, (9) requiere de la comprobación de un horizonte trascendental en el ser agraciado del hombre y de su historia para la idea del hombre-Dios. Este enfoque antropológico se aplica ciertamente a la dimensión individual-subjetiva del encuentro humano con Dios que se auto-comunica, pero no menos a la dimensión intersubjetiva (estructural-social, comunitaria) de tal acontecimiento, la cual influye y se manifiesta de un modo decisivo en la concreta autorrealización de la Iglesia y, con ello, en la realización de su función sacramental de la salvación en cada momento de su despliegue histórico. Esto aparece así a partir de la convicción cristiana de que el destinatario de dicha misión mediadora de la Iglesia, que es el ser humano. La humanidad, tiene como una determinación fundamental  el ser, concretamente, co-humanidad  histórica… La  reflexión de Rahner se centra en el descubrir la realidad que se emparenta con la exposición teológica en su momento, ver al ser humano como producto de la naturaleza meramente configurado como especie le quita la posibilidad de la trascendencia a todo nivel, lo anterior puede implicar en nosotros la concepción de una relación con Dios egoísta desprovista tanto de la Iglesia como de los hermanos en el Bautismo y en el colectivo social. Dios se auto-comunica plenamente y en categorías que solo bajo la expresión concreta de una autentica vida espiritual puede hacer el creyente, no es un Dios que se revela simplemente como creador sino y sobre todo como el más grande amor que ni la humanidad redimida puede contener.

  Dios no se revela a un grupo aislado de personas sino que lo hace desde la percepción comunitaria cuyo epicentro asegura la comprensión del colectivo. El ser humano no puede presentarse solo ante Dios ya que hace parte de un todo asociado a la creación. La realidad que se percibe activa en cada uno de nosotros es de naturaleza vinculante. Tal realidad construye una faceta nueva de comunidad redimida cuya presencia de la Gracia santifica todo modelo de integración o convivencia. La reflexión posterior a la Resurrección marcara definitivamente la concepción sobrenatural de los creyentes, Pablo predicaba un inminente regreso del Señor ahora y después de 2000 años entendemos que la revelación busca acentuar la opción salvífica de cada bautizado antes que marcar la inminencia del encuentro definitivo. Todavía encontramos presente la frustración en todas las estructuras sociales y culturales lo que sin duda retrasa la manifestación Total y Totalizante del Señor. Un medio social y cultural no santificado es un gran obstáculo para la  revelación amorosa plena de Dios. La gratuidad de su amor implica no obstante una respuesta viva y eficaz como comprometida y sincera de nuestra parte. Sigamos luchando por hacer posible el seguimiento del Señor en todos los escenarios donde como personas de Fe y clérigos hacemos presencia.

Somos la Sal del Mundo y como Sal, nuestras vidas son necesariamente productivas y tendientes a afectar positivamente a los demás, es la intención de Marcos (Conf. Marcos capítulo 9 versículos 38-50)… (10)  Al dejar este pedazo de Evangelio al final del Discurso de Jesús, bien podríamos responder si “Somos Sal para nuestras vidas y familias o por el contrario hemos compartido con otros este don y riqueza” La ausencia de solidaridad evangélica, hace de muchos de nosotros, aun en la Iglesia misma, de Saleros personales que solo salan su Plato y vidas, aunque Cristo nos llenó de Sal para el Prójimo (11).  La frustración puede ser erradicada en la vivencia integral de nuestra solidaridad la misma que responde activamente a las relaciones que establecemos tanto al interior como al exterior de la Iglesia en perspectiva siempre salvífica. Estas relaciones se acuñan convenientemente en la instancia de la participación salvífica de todos y cada uno de los bautizados. Las relaciones salvíficas  dejan a un lado la frustración de la imposibilidad de unidad y acuerdo, cosa que se vive cuando nos identificamos con el otro como portador también de la buena noticia de salvación. La frustración es signo de pérdida de unidad, ausencia de identidad y como si eso fuera poco de rechazo total de la Gracia.  Dios  no rechaza al ser humano por el contrario siempre está dispuesto a escucharlo y bendecirlo más allá de su propia limitación (persona humana)  pero cuando la frustración se convierte en el alimento de su ser espiritual, entonces el ser humano rechaza  frontalmente el influjo de su presencia alejándose de su luz y por ende del plan salvífico encarnado por Cristo. La comparación con el entorno social es determinante ya que en este medio el ser humano explicita su vida y funciones y lo convierte en su discurso y hermenéutica, un conocer social implica un acondicionar el discurso con la coherencia relacional necesaria y por ende madurez optativa. Cuestionar el medio es fácil pero asumir la responsabilidad con la estructuración de la justicia y la paz es verdaderamente un reto grande para el creyente.

 La dialéctica antropológica se viste de cotidianidad introduciendo auténticas formas de redención cuando actuamos en consecuencia con la vida y la Fe que profesamos.  La Gracia es dinámica y su influjo toca absolutamente todas las configuraciones de realidad que el ser humano percibe. Nada escapa a la posibilidad concreta de salvación pero como es apenas lógico todo parte de la gratuidad de Dios y la plena aceptación de nuestra parte. Estamos concretamente dialogantes delante de Dios y en la aceptación de nuestra vida.

BIBLIOGRAFIA.

(1).  Veritas No 26 (marzo 2012) 187-196, Pedagogía en Teología: El Aporte de Karl Rahner, Fernando Barrios Medel. Pontificia Universidad de Católica de Chile.
(1.1).  Veritas No 26 (marzo 2012), p. 196. 
(2).  TOMÁS DE AQUINO, Suma Teológica (1226-1274) trad. Francisco Barbado, Biblioteca de Autores Cristianos, 1959, p. 359, (I,q 83 a 1).
(3).  LOCKE JOHN. Ensayo sobre el entendimiento humano. México, Fondo de Cultura Económica, 1956, pp. 219-220.
(4).  DEWEY JOHN, Naturaleza Humana y Conducta, Op. Cit, p. 13.
(5).  DEWEY JOHN, Democracia y Educación, trad. Lorenzo Luzuriaga, Buenos Aires, 1967, p. 12.
(6). cristoeseltema.blogspot.com/2015/07/ensayo-sobre-antropologia-anglicana-y.html-Revdo.Diego Sabogal, Bogotá D.C.
(7).  Revista de Bioética Latinoamericana / 2012/ volumen 10 / Pagina 53-99 / ISSN: 2244-7482. Rev Bioet Latinoam 2012; vol 10: 53-99.
Versión impresa ISSN 0049-3449versión On-line ISSN 0717-6295
Teol. Vida v.45 n.2-3 Santiago  2004
(9).  Cf. K. Lehmann, "Karl Rahner. Ein Porträt", en: K. Lehmann _ A. Raffelt (eds.), Rechenschaft des Glaubens. Karl Rahner-Lesebuch, Freiburg i. Br. 1979, 13*, 53*, 35*s. 
(10)…https://www.bibliacatolica.com.br/la-biblia-de-jerusalen/marcos/9/

(11).  cristoeseltema.blogspot.com/2013/05/el-que-no-esta-contra-nosotros-esta.html



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