NUESTRA FE
COMO ANGLICANOS EN LA EXPRESIÓN
UNIVERSAL DEL CRISTIANISMO.
INTRODUCCIÓN.
El
cristianismo viviendo su naturaleza salvífica se
universaliza en la búsqueda de la realización de sus postulados, los mismos que
por descansar sobre la identidad antropológica de un ser redimido
(individualización de la totalidad humana) cuya naturaleza es la misma como especie pasó
de ser la propuesta exclusiva de los judíos a convertirse en una realidad
cósmica no superada por ninguna creencia o estilo natural de vida. En este marco informativo se dilata el
espectro del bautizado que intuitivamente ora en la Iglesia de Cristo sin ser
relevante la filiación a determinada connotación eclesial. La naturaleza de la Fe anglicana es tanto subjetiva que en principio es
la que corresponde al creyente en su expresión y vivencia personal y objetiva que sabe qué hace parte de la Iglesia
Universal fundada sobre la base Apostólica y espiritualmente engendrada por el
Espíritu Santo. Desde estas dinámicas de percepción de la Fe en el Dios
revelado es factible construir los fundamentos tanto de la Unidad como de la
Identidad eclesial y de paso fortalecer la experiencia de Fe en el marco
conceptual de su naturaleza universal. La interpretación eminentemente positiva
de la Fe anglicana aterriza decididamente en el principio de la salvación ofrecida
por Cristo pero asume esta primicia no solo como un sujeto en su expresión plena
individual sino que nos remite al todo de la massa credendi o de las
creencias que se hacen o transforman en universales en la sique y conciencia de
los anglicanos por medio del santo Bautismo. Nuestra Fe es histórica, personal,
colectiva, trascendente y eclesial.
FENOMENOLOGÍA DE LA
FE ANGLICANA.
A muchas personas no
les agrada el vincular la Fe en su elemento fenomenológico pero aun lo
espiritual parte de una relación con lo material y más aun tratándose de la
percepción sensorial del ser humano (1) Nosotros desde la posibilidad de
introducir fundamentos en la Fe que profesamos necesitamos de la educación y
formación para favorecer estos procesos que involucran el sentir y
particularmente como lo expresamos los anglicanos en el mundo, determinando una
muy especial axiología que emana de la comprensión racional del evangelio iluminada por la Fe en Cristo Resucitado. En sintonía con las
expresiones de la Modernidad que creen agotar los presupuestos de lo
sobrenatural y lo trascendente, el anglicano comprende que su puesto en el
mundo está determinado por la validez en la vivencia de los postulados tanto
del evangelio como de la Tradición y el
mismo Magisterio de la Iglesia. No vivimos la expresión cultica como un
fenómeno aislado de nuestra Fe sino que lo unimos vitalmente con la comprensión
de un medio eclesial sobre todo un sistema de ideas, correspondiente
a un objeto determinado. Este objeto ha sido concebido de múltiples
maneras: la naturaleza, lo infinito, lo incognoscible, lo ideal, etc; pero
estas diferencias importan poco. En cualquier caso, fueron las concepciones y creencias las que se consideraron elementos esenciales de la
religión. En cuanto a los ritos, desde este punto de vista, parecen ser
solo una traducción externa, contingente y material, de estos estados internos
que, por sí solos, tienen algún valor intrínseco (2) esta aclaración versa sobre la relación entre
el rito y la creencia que tanto el primero expresa su importancia en la
percepción del bautizado como el segundo asume la necesidad de elaborar
paradigmas creíbles y susceptibles de ser imitados, es claro que en cuanto a la
Liturgia sus enseñanzas llegan de otras latitudes y con ello establecemos
vínculos que son exponentes de los principios de Comunión y por ende de la
universalidad de nuestra Fe. Los
anglicanos no creemos en tradiciones que no estén unidas a la historia misma de
la Iglesia lo que no siempre implica que la praxis de nuestra Fe tenga sus peculiaridades propias de cada
región o latitud y de esta manera se manifieste distinta pero esencialmente
inalterable como corresponde a la catolicidad aquí asumida bajo sus
signos-símbolos. El cognitivismo parece
que unido a la racionalidad de nuestros fundamentos puede crear zozobra en
quienes no conocen la esencia de la explicitación trascendente de nuestra
realidad como anglicanos y el intento constante por crear discusiones teológicas centradas en
esta postura.
Nuestra liturgia y por
ende sus ritos establecen una relación de capital importancia con la
cosmovisión de los bautizados que se acercan a la Iglesia, constituyéndose en
un principio salvífico materializado por la percepción de sus contenidos, en
castellano sería, creemos en lo que
hacemos y lo hacemos porque nos permite expresar lo que creemos. Es la
síntesis de los fundamentos que nos definen en el mundo y sus relaciones
atomizadas por tantas tendencias y muchas de ellas francamente destructivas. La
liturgia es una expresión coherente de nuestra Fe, por tal razón no es
conveniente suprimir un rito por privilegiar otro ya que son constitutivos de
nuestra Fe en la Iglesia y sus enseñanzas. Siempre
existirán nuestros motivos para orar y creer y cuando los vivimos unidos
a la Iglesia esa relación será poderosamente prospera como manifestación de su
universalidad. La interpretación de la Fe en su expresión de la catolicidad nos
llama como anglicanos a buscar constantemente la transformación del mundo. Los
cambios de índole cultural afectan positivamente o negativamente la visión del
creyente en el Aquí y Ahora de su Fe. La realidad percibida en una constante
lucha con los sistemas que pretenden alienar la existencia del bautizado es el
primer escollo que encuentra el creyente en el mundo donde desarrolla su
existencia y dado que se vive una muy marcada inmanencia social es necesario
buscar transformar la sociedad y restablecer en ella los principios y
fundamentos predicados. Esta definición nos debe hacer crear conciencia sobre
la necesidad de percibir y vivir la Fe no solo desde la dinámica de la persona
humana sino recrearnos en los contenidos trascendentes que no percibimos, es
una paradoja hablar de Fe en el concierto humano cuando ella también depende de
la Gracia que es en ultimas su origen. Recordemos
que nuestra conciencia es intencional y las acciones son analizadas y retenidas
por esta cualidad, no existe posibilidad alguna de “quietismo” en nuestra
conciencia.
Recordemos también el
pensamiento de Husserl (3) cuando en
una de sus intervenciones afirma que “el
fenómeno no conduce a mundos extraños” solo para indicar con ello que cundo
creemos por pequeño que suponga el anglicano que es su cambio de vida o
pensamiento este es poderosamente determinador de su destino o praxis de Fe. No
creemos solo para nosotros lo hacemos en relación con la comunidad de los que
creen que en la Iglesia son los bautizados y quienes viven su Pacto Bautismal a
conciencia. El mundo puede ser transformado eso si dependiendo de nosotros bajo
las enseñanzas del resucitado. Una expresión de nuestra Fe es determinante para vivir y dimensionar el
ser colectivo de la Iglesia, en este punto de la presente cuestión tocamos
someramente uno de los principios de la Comunión eclesial del anglicanismo y
ese principio tiene todo que ver con la forma de percibir al otro y su realidad
inclusiva en y con la mía, luego la comunidad eclesial son todos los bautizados
e intuitivamente quienes son llamados al santo Bautismo. El fenómeno nos
permite ver nuestra Fe unida a la Iglesia y siendo de esa capacidad de
transmitir con su ejemplo testimonial. Si
nos alejamos del mundo institucional y por ende del Estado, entonces quien dará
ejemplo y testimonio del resucitado. Es importante que no olvidemos que
nuestra Fe en su concepción fenomenológica se vincula al entorno social donde
viven los bautizados y lo hace para promoverlo y santificarlo. Nuestra eclesiología no puede abandonar su
connotación sociológica de lo contrario sería pensar en un idealismo espiritual
que solo dependa de Dios olvidando el mandato de hacer discípulos de Cristo en
el mundo (Conf. Mateo capítulo 28 versículos 18-19). La Iglesia Anglicana bajo
el signo vivo de ser Comunión de iglesias descansa sobre esta tradición y
fundamento. La antropizacion del mensaje es necesaria como lo es también su
espiritualización. No olvidemos hermanos que nuestra conciencia eclesial
también descansa en la Fe de nuestras acciones culticas y como tal
desarrollamos un principio universal afín con la Iglesia universal. Sin Iglesia no hay creencia y sin creencia
no existe Iglesia, (definición en perspectiva antropológica) esta
realidad lleva a la conciencia de nuestra militancia como bautizados a un nivel
de conciencia en (invocando a
Husserl) (3) una Iglesia universal y no simplemente
una porción que busca rechazar su universalidad creyendo solo en las formas y
postulados locales, la respuesta es y será prerrogativa nuestra y de la forma
como preparamos a quienes se acercan al
Bautismo y/o la Confirmación (teología de los sacramentos).
El idealismo que puede
vestir en alguna proporción nuestra
reflexión no es del todo cierto ya que estamos analizando la relación con la
percepción de nuestra Hermenéutica, la misma que nos permitirá asumir que las
enseñanzas cuando son impartidas, por ejemplo, en la Escuela dominical pueden
transformar la percepción cristiana de los más jóvenes, lo que implica un
cuidadoso proceso de aprendizaje y no solo de entretenimiento para que los más
chicos permitan a sus padres participar de la celebración eucarística o demás
ritos de nuestra liturgia. Nuestra actitud religiosa es vital ya que se funda
en la expresión de nuestras creencias aterrizadas ya en la praxis cognitiva de
los bautizados. La denominada Fe
religiosa de Kant (4) la podemos abordar desde una percepción distinta a la
de este autor alemán, es posible referirnos a la dinámica por medio de la cual
el bautizado se aparta de la Iglesia y dice expresamente vivir a su manera la
Fe en Cristo sin que medie la Iglesia o exista la posibilidad de participar en
la comunidad de los bautizados. El anglicano que inquieto busca vivir su
experiencia con el resucitado necesita de la Iglesia y de estar unido a ella,
no podemos dejar a un lado la institución y sus contenidos institucionales, la
misión de nuestra Iglesia propende por la institucionalización de la mentalidad
en el bautizado creando conciencia de la universalidad de la Fe que está
abrazando. Si bien todos somos
cristianos lo cierto es que como cristianos anglicanos somos también parte viva
de la catolicidad es el formalismo teológico que más se aproxima a nuestra
realidad de Fe.
Primero es el creer y
luego la creencia y esta última nunca podrá determinar o delimitar la Fe, en el
sentido de nuestra eclesialidad la Iglesia puede agotar la creencia porque cree
en Cristo su Señor y Cabeza. Nuestra Fe supera la creencia porque descansa en
Cristo y gracias a las creencias el bautizado guía su Fe y la expresa tanto
simbólica como ritualmente.
GNOSEOLOGÍA ANGLICANA
DE NUESTRAS CREENCIAS.
La dinámica epistemológica de nuestra Fe es
determinante para poder nosotros elaborar un discurso sobre lo que creemos y la
manera o forma de hacerlo. Esta es la posibilidad real de pasar de los modelos
anteriores y sus explicitaciones al análisis fundamental del cómo estamos creyendo
en este tiempo tan particular para la vida de los bautizados. El Apóstol Pablo
nos da una luz muy especial al respecto: pues Dios “quiere que todos los
hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad” (1 Timoteo
capítulo 2 versículo 4) (5) Pablo nos
interroga no solo sobre la Fe en el Dios revelado sino también nos plantea la
necesidad absoluta de saber en que creemos, se presenta un primer problema que
llega a nosotros como una expresión metodológica, que nos lleva a saber con
absoluta franqueza que es lo que creemos de Dios y no solo condicionados por
las emociones del momento, como cuando alguien se siente bien en nuestras
celebraciones litúrgicas pero luego no regresa. En secuencia percibimos que muchas veces nuestra forma de
vivir y celebrar la Fe es atractiva pero no definitiva para los cristianos que
nos visitan en algún momento.
Los programas de
formación para laicos son la primera línea de defensa contra esta serie de
situaciones que abordan nuestras congregaciones. Es pues importante desarrollar
una epistemología que nos permita enseñar en las verdades que profesamos
asumiendo de esta forma un nivel de conciencia superior que redunde en
permanencia y compromiso con la Iglesia. Lo que nuestros laicos pueden conocer
estará en manos de la formación que les brindemos y el cómo los remitirá a sus
propios procesos de Fe y/o madures en el Espíritu. También me parece oportuno
citar la denominada Verdad Ontológica que como su nombre lo indica se ocupa del
ser y la capacidad de conocerlo, dándole un tinte metafísico que en nuestras
congregaciones puede portar el antifaz del deseo de conocer y saberlo todo, en
la instrucción es determinante plantear como reto el conocer y dimensionarlo
metafísicamente en el hacer y el creer. Todo
como primicia ontológica es verdadero y eso se determina en el Ser creado a
Imagen y Semejanza de Dios. Luego cada bautizado cree no solo porque le place
sino también porque lo necesita para poder vivir su Fe en el Dios de la vida. Sino brindamos algún grado o nivel de instrucción la gente
abandonará la Iglesia porque encontrará espacios donde la formación sea
constante y con dichos esfuerzos les permiten ocupar un espacio relevante más
allá de su condición académica, económica o de raza. Insisto en esta cuestión porque todas y todos
poseemos la capacidad para conocer y retar nuestras convicciones tanto
axiológicas como epistemológicas…
La Fe la construimos
con distintos materiales y uno de ellos de importancia capital lo constituye el
conocimiento de nuestra doctrina, “es
tan falso como una moneda de cuero” (…) decir que la Iglesia Episcopal que
es parte de la Comunión anglicana no posee doctrina propia, esta afirmación es
desconsiderada con la percepción de nuestra catolicidad, la misma que da
validez a las órdenes y pastorales de quienes lo afirman en esos términos. La
Fe como manifestación relativa a lo sobrenatural y trascendente no descansa
sobre la percepción de la posibilidad de conocer sus contenidos más bien de
vivirlos y explicitarlos en la coherencia de la vida del creyente. Recuerdo que
leyendo un poco sobre los 39 artículos de la Religión contenidos en el L.O.C
queda la impresión de ser fruto de una profunda reflexión en dicha época porque
si observamos con detenimiento no son en síntesis tratado teológico alguno es
más bien la revisión de los postulados discutidos en aquella época y con total
incidencia en sus vidas y cosmovisión (6).
Los mencionados
Artículos de Fe los ubicamos en el año de 1571 como declaración de Fe de la
Iglesia en su proceso Identitativo real y concreto que básicamente los podemos
delimitar conceptualmente de la siguiente manera:
ARTÍCULOS.
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NUMERACIÓN.
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CONTENIDOS.
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1………….
5
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Básicamente
hacen referencia a la revelación del Dios Trinidad con presencia doctrinal de
los primeros concilios donde se originaron sus definiciones.
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6……………..8
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La
Fe como el principio de autoridad de todos los procesos y fundamentos
enseñados por la Iglesia.
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18…………….19
|
El
pecado y por ende la respuesta de la salvación.
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19……………..36
|
Es
de índole netamente eclesiológica y su transversalidad ministerial y vida
sacramental como expresión de la Fe anglicana en su estado puro reformado.
|
(…) Expresión colombiana sobre la validez de un
postulado o señalamiento.
En cuanto a la
participación y responsabilidad de los creyentes todo se condensa o sintetiza
en la visión de los artículos 37 al 39, es también importante hacer alusión al
artículo 34 que descansa sobre la necesidad de la misión y todo aquello que en
materia de disposiciones deben hacer las iglesias para asegurar su crecimiento
en el terreo practico donde se encuentran establecidas. No hablamos de una doctrina propia sino de la doctrina de nuestra
catolicidad que nos une tanto sustancial como esencialmente con la Iglesia de
Cristo. El mismo Señor saca la expresión de su mensaje del neto ámbito
judío por estar supeditado solo al ritualismo y no a la vivencia del amor.
Estas posturas tan distintas son símbolo de la universalidad de nuestra Fe que
supera cualquier consideración nominalista de sus contenidos por reclamar una
universalidad redimida y sustancial apoyada o animada en la resurrección del
Señor que a la postre se convertirá en el paradigma de paradigmas posibles. El
discurso metafísico busca animar y promover a la persona redimida por Cristo e
introducirlo en el ámbito de la trascendencia o vida renovada de una poderosa
connotación escatológica. Los bautizados vivimos nuestra Fe bajo el constante
influjo de la Iglesia para esta afirmación buscamos centralidad conceptual en
la expresión eclesiológica del Doctor de Hipona (7): Creo en Cristo y en su Evangelio porque me lo enseña la Madre Iglesia. Esta
afirmación en el contexto de nuestro ensayo nos remite a la importancia total
de la enseñanza de nuestra escuela dominical y de la formación de laicos. La
enseñanza es también un principio metafísico que nos ilustra y anima en la
defensa de lo que antes no conocíamos y ahora lo conocemos y al conocerlo lo amamos, empleamos
otra expresión de índole axiomática del Hiponense: Nadie ama lo que no conoce. En síntesis la Fe de nuestra Comunión
se expresa en el conocimiento y su racionalidad ya que vincula tanto lo que
percibe la razón como lo que hay en el corazón y su experiencia en Gracia y
Redención. La Fe en su connotación
universal se une intrínsecamente a las enseñanzas de la catolicidad e intuye el
vínculo relacional que supone el ser parte de la Iglesia de Cristo.
El espectro de la percepción
de nuestra Fe como bautizados y bajo el “toque” de la espiritualidad anglicana
nos permite asumir el influjo de lo que consideramos intuitivo, es decir de lo
Noetico (Noetica) gracias a su realidad determinada por este proceso de
conocimiento nosotros vivimos nuestra Fe conociendo lo que está por venir y lo
que experimentaremos en la unión definitiva con el Dios vivo. Somos sus hijos y
por ende la realidad modificada de este nuestro presente entorno se
transformará en gloria y plenitud, expresiones del N.T marcadamente Paulinas. (8)
De esta forma el llamar a Dios Abba como
lo enseñó Jesús y es apenas el inicio de esta bella y espiritualizada relación.
Solo de esta manera el Dios toma sentido como Padre y reconocemos no solo esta revelación
sino y sobre todo los signos claros de su Amor por nosotros como
particularmente es el propio testimonio del Señor en la Cruz. El anglicano
llama a Dios su Padre y lo hace sobre la
segura intuición de este maravilloso conocimiento. Lo mismo cuando hablamos de
Verdad nos remitimos a la expresión retórica de Pilato (Y qué es la verdad) y cómo
responderle a quien no la intuye positiva y sencillamente en su vida, es decir,
a quien no la ha vivido a conciencia y en plena
entrega a Dios (9). Creer es una
contundente forma de percibir el mundo y la Esperanza de ver su totalizante
transformación a la luz de Cristo cuando regrese en poder y gloria. La
Recapitulación de la obra Trinitaria como tal.
BIBLIOGRAFIA.
(1).
Conversación
Católica desde la Perspectiva de un Sociólogo, Publicado en 22 de Abril de 2013
por Mike McCalion.
(2). Emile Durkheim,
The Elementary Form of Religious life; 4 edición, Londres 1957 pagina 416.
(3). HUSSERL Edmund
(1979) Meditaciones Cartesianas, Ediciones Paulinas Madrid.
(4). Filosofía en
Español; Historia de la Filosofía, Zeferino González; Madrid, 1886, Tomo III,
paginas 467-478.
(5). https://www.bibliacatolica.com.br/la-biblia-de-jerusalen/i-timoteo/2/
(6). archive.episcopalchurch.org/documents/HM_Libro_de_Oracion_Comun.pdf
(7). bibliotecadigital.uca.edu.ar/repositorio/.../agustin-hipona-bienes-creados-felicidad.pdf
(9). https://www.bibliacatolica.com.br/biblia-latinoamericana/evangelio-segun-san-juan/.
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