lunes, 13 de noviembre de 2017

LECTURA TEOLÓGICA EN PERSPECTIVA SOCIAL...

LECTURA  TEOLÓGICA  EN  PÉRSPECTIVA  SOCIAL.
TEXTO  ASUMIDO…2 Samuel capítulo 7 versículos 1-17.


INTRODUCCIÓN.


La lectura teológica en perspectiva social es un intento por emparentar positivamente la Palabra con el presente socio-cultural que determina en gran medida la comprensión del Texto Sagrado de Tradición. De este ejercicio brota la actualidad dinamizadora de la Palabra en el contexto abierto de nuestra realidad, realidad que bajo el signo de la praxis histórica nos aproxima al impacto dialectico del discurso que los bautizados construyen  en el hoy de su historia personal y en el cual debe influir positivamente la Iglesia. La “cosa” social como masa del colectivo genera identidad a partir de las costumbres que  emparentan con los distintos modelos sociales (Ethos cultural). La sique enfocada en la sociología bíblica como ciencia transversal de la interpretación hermenéutica nos reclama su presencia decidida en los procesos interpretativos que no solo indican como vivían o en qué pensaban los profetas sino y sobre todo cómo veían el entorno somático donde profetizaban.  El contenido social emana dialécticamente de las experiencias comunes de los  anunciantes del mensaje en el contexto determinado donde se producían. El contexto de Samuel es clave si deseamos comprender el tránsito entre la peregrinación en el desierto y el establecimiento más o menos estable del pueblo de Israel guiado ya por el Rey David (Siglo XI antes de Cristo) quien durante su mandato logró anexar a su reino ciudades tan importantes como  Petra, Samaria, Jerusalén y Damasco, solo para indicar su impacto en el orden y la planeación social de su pueblo.

“Cuando el rey se estableció en su casa y Yahveh le concedió paz de todos sus enemigos de alrededor, 2.dijo el rey al profeta Natán: Mira; yo habito en una casa de cedro mientras que el arca de Dios habita bajo pieles. 3. Respondió Natán al rey: Anda, haz todo lo que te dicta el corazón, porque Yahveh está contigo. 4. Pero aquella misma noche vino la palabra de Dios a Natán diciendo: 5. Ve y di a mi siervo David: Esto dice Yahveh. ¿Me vas a edificar tú una casa para que yo habite? 6. No he habitado en una casa desde el día en que hice subir a los israelitas de Egipto hasta el día de hoy, sino que he ido de un lado para otro en una tienda, en un refugio. 7. En todo el tiempo que he caminado entre todos los israelitas ¿he dicho acaso a uno de los jueces de Israel a los que mandé que apacentaran a mi pueblo Israel: ¿Por qué no me edificáis una casa de cedro? 8. Ahora pues di esto a mi siervo David: Así habla Yahveh Sebaot: Yo te he tomado del pastizal, de detrás del rebaño, para que seas caudillo de mi pueblo Israel. 9. He estado contigo dondequiera has ido, he eliminado de delante de ti a todos tus enemigos y voy a hacerte un nombre grande como el nombre de los grandes de la tierra: 10. Fijaré un lugar a mi pueblo Israel y lo plantaré allí para que more en él; no será ya perturbado y los malhechores no seguirán oprimiéndole como antes, 11. En el tiempo en que instituí jueces en mi pueblo Israel; le daré paz con todos sus enemigos. Yahveh te anuncia que Yahveh te edificará una casa. 12. Y cuando tus días se hayan cumplido y te acuestes con tus padres, afirmaré después de ti la descendencia que saldrá de tus entrañas, y consolidaré el trono de su realeza. 13. (El constituirá una casa para mi Nombre y yo consolidaré el trono de su realeza para siempre.) 14. Yo seré para él padre y él será para mí hijo. Si hace mal, le castigaré con vara de hombres y con golpes de hombres, 15. Pero no apartaré de él mi amor, como lo aparté de Saúl a quien quité de delante de mí. 16. Tu casa y tu reino permanecerán para siempre ante mí; tu trono estará firme, eternamente. 17. Natán habló a David según todas estas palabras y esta visión.” 

*** La noción de estabilidad social que genera David le lleva a plantear la necesidad de edificar un templo que rápidamente en su conciencia religiosa lo asocia comparativamente hablando con su vida y cotidianidad. Si el Rey vive en un palacio igual suerte debe correr Dios, es decir, la conciencia de la presencia de Dios lleva  a este personaje del (A.T) a construir un templo con el propósito de unificar la idea de lo cultico como una institución de relevancia para la sociedad de su época. La reciprocidad de la alianza es suficiente argumento para colocar este signo-símbolo de la presencia de Dios en medio de su pueblo cuyas estructuras sociales se están edificando de cara al progreso y a la consecución de un espacio para lo cultico que involucra el quehacer de su cultura. El establecerse en un territorio trae consigo la definición de recursos necesarios para tal sustentación, esos recursos son vitales y como tal deben  ser delimitados (parecido a como actuó José en Egipto). La Fe se proyecta en un sentido claro y direccionado que solo el creyente puede comprender cuando Dios está en el centro de su proyecto de vida. David asume como es natural la necesidad de estructurar  un modelo cultico que represente los intereses e imagen del naciente reino (recordemos que reinó en Judá). Los modelos sociales que descansan sobre la percepción de lo sagrado están enfocados a asumir sus manifestaciones como centralidad de su acontecer, nuestros gobernantes en su toma de posesión acuden a templos o estructuras que hacen las veces de un poder (símbolo) superior incluso al de su investidura.  Somos pues básicamente responsables como lo fue David de manifestar en cuanto a lo sagrado la posibilidad de estructurar su dialéctica bajo la percepción de su presencia y con ello formular necesariamente procesos de identidad y justicia que se asemejen al modelo estructurado bajo la conciencia de Dios presente y activo en la vida y cotidianidad del creyente. El pueblo no conserva más la idea intuitiva de la Tienda del Encuentro sino que debe mutar convenientemente a una liturgia establecida en el centro del acontecer de la Nación escogida por Dios… Los signos de la presencia de Dios  se transforman al punto de establecerse de la misma manera como la vida institucionalizada llega, es decir, bajo parámetros permanentes como lo afirmábamos arriba. La economía que implica un establecimiento entra en contacto con su entorno para fijar relaciones de índole transaccional. El pueblo comprará lo que necesita y venderá lo que produce (comercio). Este ejercicio construye identidad vinculada o relacionada con otras culturas como apenas es lógico. La bendición de Dios es la forma de establecer una cosmovisión sobre la conciencia de la presencia de su trascendencia  ya establecida bajo el signo del templo. David intuye la necesidad de establecer visibles todos los signos de su poder como gobernante de Judá y a la vez estos símbolos deben contener la apenas necesaria (vital) relación con Dios. Estamos afirmando que la visibilización de esta relación es necesaria también para “legalizar” su mandato constituido en  Teocracia. El bautizado cuando vive su relación sana con la congregación proyecta en el templo congregacional nociones validas de bienestar e identidad… La conceptualización al respecto nos plantea un reto y es fundamentalmente como hacer posible este ejercicio en el hoy de nuestra vida congregacional. Los señalamientos de toda índole sobre la configuración de nuestra vida cultica nos deben llevar a la toma de conciencia sobre la presencia de Dios en estas acciones que no solo requieren de nuestra asistencia dominical sino permanente.

 Los judíos  ser relacionan con la trascendencia a partir de la estructura definida como templo pero antes hay una lectura introspectiva de los acontecimientos liberadores que involucraron  la presencia de Dios. El Rey David no solo alimentó su experiencia con su marcada tendencia espiritual sino que dibujó convenientemente su cosmovisión partiendo de esta conciencia liberadora de Dios. Las estructuras sociales de este pueblo hacían eco de estas experiencias, de allí que el templo no solo fuera una estructura material adornada y exaltada sino el signo de la realidad trascendente de Dios en la sique de sus compatriotas. El construir una “casa a Dios” es una prueba de la madurez social de su País que sabe que es necesario el facilitar a los suyos este recurso para edificar  Nación o cómo puede un ciudadano construir Nación o un Clérigo Iglesia sin tener la posibilidad de su propia casa si cuida de la Iglesia como lugar cultico hará lo propio en su casa como lugar de lo fraterno y amoroso. El concepto social del templo nos conduce a la conciencia sobre el valor del hábitat y viceversa. La mención de los jueces de Israel es constancia de esta concepción del Hábitat  que requiere estar asistida por los esquemas o modelos de justicia. David sobresale entre sus hermanos por la habilidad para determinar con precisión la necesidad de orquestar modelos de índole social que afirmen los imaginarios sociales entre sus congéneres.

La noción de la presencia de Dios en medio de su pueblo apunta a la configuración de una presencia  de índole relacional que se expresa bajo el argumento de la consolidación de los patrones culticos, litúrgicos e inmanentes de un principio que se transpone a los acontecimientos fijados por su reflexión, es decir, que el bueno de David le ofrece a su pueblo la continuidad de un modelo social sin duda copiado o mapeado de los pueblos vecinos. La noción de justicia es teocéntrica y corresponde a la relación trascendente con el Dios liberador que en sus argumentos de lo que es justo  busca ser el centro o centralidad de la sociedad y cultura en construcción. De lo anterior se desprende que las acciones por establecer tales estructuras son  tomadas de la realidad circundante de Israel.  Recordemos que la actividad pastoril es clave y por ende las extensiones de tierra deben ser grandes para asegurar la alimentación de estos ganados. Lo anterior sobresale como el modo de vida en el antiguo oriente. La relación ideológica entre Moisés y David no está muy distante, ambos personajes son guías de la consolidación identitativa del pueblo. Los paradigmas de los que hace mención el Libro del Éxodo son afirmados en los relatos del Rey David y convertidos en las bases de su modelo social que pasa por agregar la institución del templo en la centralidad de la distribución geográfica y política de su  reinado.

 El tempo es símbolo de la alianza eterna y de las promesas puesto que gracias a su edificación se mantiene viva la noción del Señor como fundamento de toda alianza. Este fundamento se inculturiza como antropiza en la sique del colectivo israelita. Un modelo social que se alimenta de las nociones espirituales posee un fundamento que sobrepasa toda ordenanza jurídica y temporal, es en pocas palabras la relación viva entre la Fe y sus prácticas y la justicia como fruto de la institución del Estado y/o reinado en este caso concreto. El poder institucionalizar esta realidad es y fue fundamental para la construcción de una muy fuerte identidad tanto de Fe como de Derechos en el pueblo de Israel. La justicia social es abordada como consecuencia de una  naciente y empoderada intuición de la presencia de Dios en el orden social y cultural. El Episcopal y en general los bautizados no se pueden apartar de su compromiso con el orden social de sus países de lo contrario lo cultico no reflejaría sino el rito quedando pobre en los elementos que sucesivamente lo afirman y enriquecen. El compromiso social es tan  tangible como la configuración de lo sacro en la visión de los bautizados. Debemos caminar sembrado conciencia de la presencia de Dios en lo justo y noble, Hay una expresión atribuida al Hiponense pero que en los principios de teología política llega su influjo incluso a la escolástica (Siglo XII) “De las leyes injustas se muestra ausente el pueblo”.

 Dios no acepta la injusticia como axioma en el modelo de lo social, el pecado estructural en la sociedad está supra-antropizado ya que se revela en la composición social de nuestros países, cuyas autoridades y gobernantes invocan el Nombre de Dios para gobernar pero en realidad patrocinan las estructuras injustas por medio de sus actitudes y acciones corruptas. El modelo davídico descansa sobre la base de la visibilización de Dios en las estructuras de Unidad del pueblo (templo y liturgia). Aun en las iglesias se confunde la ordenanza legal con la justicia y no es del todo cierto. Las acciones de la justicia corresponden a lo social y la responsabilidad institucional va más allá de esta connotación. El templo como signo de unidad es  fundamental para proyectar con claridad la imagen de Dios presente en el quehacer de su pueblo, lo mismo el templo para nosotros es signo-símbolo de esa presencia que supera la realidad litúrgica para insertarse en el corazón de los bautizados.




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