LECTURA TEOLÓGICA
EN PÉRSPECTIVA SOCIAL.
TEXTO ASUMIDO…2 Samuel capítulo 7 versículos 1-17.
INTRODUCCIÓN.
La lectura teológica en
perspectiva social es un intento por emparentar positivamente la Palabra con el
presente socio-cultural que determina en gran medida la comprensión del Texto
Sagrado de Tradición. De este ejercicio brota la actualidad dinamizadora de la
Palabra en el contexto abierto de nuestra realidad, realidad que bajo el signo
de la praxis histórica nos aproxima al impacto dialectico del discurso que los
bautizados construyen en el hoy de su
historia personal y en el cual debe influir positivamente la Iglesia. La “cosa”
social como masa del colectivo genera identidad a partir de las costumbres
que emparentan con los distintos modelos
sociales (Ethos cultural). La sique enfocada en la sociología bíblica como
ciencia transversal de la interpretación hermenéutica nos reclama su presencia
decidida en los procesos interpretativos que no solo indican como vivían o en
qué pensaban los profetas sino y sobre todo cómo veían el entorno somático
donde profetizaban. El contenido social
emana dialécticamente de las experiencias comunes de los anunciantes del mensaje en el contexto
determinado donde se producían. El contexto de Samuel es clave si deseamos
comprender el tránsito entre la peregrinación en el desierto y el
establecimiento más o menos estable del pueblo de Israel guiado ya por el Rey
David (Siglo XI antes de Cristo) quien durante su mandato logró anexar a su
reino ciudades tan importantes como Petra,
Samaria, Jerusalén y Damasco, solo para indicar su impacto en el orden y la
planeación social de su pueblo.
“Cuando el rey se
estableció en su casa y Yahveh le concedió paz de todos sus enemigos de
alrededor, 2.dijo el rey al profeta Natán: Mira; yo habito en una casa de cedro mientras que el arca de Dios habita bajo
pieles. 3. Respondió Natán al rey: Anda, haz todo lo que te dicta el corazón,
porque Yahveh está contigo. 4. Pero aquella misma noche vino la palabra de Dios
a Natán diciendo: 5. Ve y di a mi siervo David: Esto dice Yahveh. ¿Me vas a
edificar tú una casa para que yo habite? 6. No he habitado en una casa desde el
día en que hice subir a los israelitas de Egipto hasta el día de hoy, sino que
he ido de un lado para otro en una tienda, en un refugio. 7. En todo el tiempo
que he caminado entre todos los israelitas ¿he dicho acaso a uno de los jueces
de Israel a los que mandé que apacentaran a mi pueblo Israel: ¿Por qué no me
edificáis una casa de cedro? 8. Ahora pues di esto a mi siervo David: Así habla
Yahveh Sebaot: Yo te he tomado del pastizal, de detrás del rebaño, para que
seas caudillo de mi pueblo Israel. 9. He estado contigo dondequiera has ido, he
eliminado de delante de ti a todos tus enemigos y voy a hacerte un nombre
grande como el nombre de los grandes de la tierra: 10. Fijaré un lugar a mi pueblo Israel y lo plantaré allí para que more en
él; no será ya perturbado y los malhechores no seguirán oprimiéndole como
antes, 11. En el tiempo en que instituí jueces en mi pueblo Israel; le daré
paz con todos sus enemigos. Yahveh te anuncia que Yahveh te edificará una casa.
12. Y cuando tus días se hayan cumplido y te acuestes con tus padres, afirmaré
después de ti la descendencia que saldrá de tus entrañas, y consolidaré el
trono de su realeza. 13. (El constituirá una casa para mi Nombre y yo
consolidaré el trono de su realeza para siempre.) 14. Yo seré para él padre y
él será para mí hijo. Si hace mal, le castigaré con vara de hombres y con
golpes de hombres, 15. Pero no apartaré de él mi amor, como lo aparté de Saúl a
quien quité de delante de mí. 16. Tu casa y tu reino permanecerán para siempre
ante mí; tu trono estará firme, eternamente. 17. Natán habló a David según todas estas palabras y esta visión.”
***
La
noción de estabilidad social que genera David le lleva a plantear la necesidad
de edificar un templo que rápidamente en su conciencia religiosa lo asocia
comparativamente hablando con su vida y cotidianidad. Si el Rey vive en un
palacio igual suerte debe correr Dios, es decir, la conciencia de la presencia
de Dios lleva a este personaje del (A.T)
a construir un templo con el propósito de unificar la idea de lo cultico como
una institución de relevancia para la sociedad de su época. La reciprocidad de la alianza es suficiente
argumento para colocar este signo-símbolo de la presencia de Dios en medio de
su pueblo cuyas estructuras sociales se están edificando de cara al progreso y
a la consecución de un espacio para lo cultico que involucra el quehacer de su
cultura. El establecerse en un territorio trae consigo la definición de
recursos necesarios para tal sustentación, esos recursos son vitales y como tal
deben ser delimitados (parecido a como
actuó José en Egipto). La Fe se proyecta en un sentido claro y direccionado que
solo el creyente puede comprender cuando Dios está en el centro de su proyecto
de vida. David asume como es natural la necesidad de estructurar un modelo cultico que represente los intereses
e imagen del naciente reino (recordemos que reinó en Judá). Los modelos
sociales que descansan sobre la percepción de lo sagrado están enfocados a
asumir sus manifestaciones como centralidad de su acontecer, nuestros gobernantes en su toma de posesión
acuden a templos o estructuras que hacen las veces de un poder (símbolo)
superior incluso al de su investidura. Somos pues básicamente responsables como lo
fue David de manifestar en cuanto a lo sagrado la posibilidad de estructurar su
dialéctica bajo la percepción de su presencia y con ello formular
necesariamente procesos de identidad y justicia que se asemejen al modelo
estructurado bajo la conciencia de Dios presente y activo en la vida y
cotidianidad del creyente. El pueblo no
conserva más la idea intuitiva de la Tienda del Encuentro sino que debe mutar
convenientemente a una liturgia establecida en el centro del acontecer de la
Nación escogida por Dios… Los signos de la presencia de Dios se transforman al punto de establecerse de la
misma manera como la vida institucionalizada llega, es decir, bajo parámetros
permanentes como lo afirmábamos arriba. La economía que implica un
establecimiento entra en contacto con su entorno para fijar relaciones de
índole transaccional. El pueblo comprará lo que necesita y venderá lo que
produce (comercio). Este ejercicio construye identidad vinculada o relacionada
con otras culturas como apenas es lógico. La
bendición de Dios es la forma de establecer una cosmovisión sobre la conciencia
de la presencia de su trascendencia ya
establecida bajo el signo del templo. David intuye la necesidad de
establecer visibles todos los signos de su poder como gobernante de Judá y a la
vez estos símbolos deben contener la apenas necesaria (vital) relación con
Dios. Estamos afirmando que la
visibilización de esta relación es necesaria también para “legalizar” su
mandato constituido en Teocracia. El
bautizado cuando vive su relación sana con la congregación proyecta en el
templo congregacional nociones validas de bienestar e identidad… La
conceptualización al respecto nos plantea un reto y es fundamentalmente como
hacer posible este ejercicio en el hoy de nuestra vida congregacional. Los
señalamientos de toda índole sobre la configuración de nuestra vida cultica nos
deben llevar a la toma de conciencia sobre la presencia de Dios en estas
acciones que no solo requieren de nuestra asistencia dominical sino permanente.
Los judíos
ser relacionan con la trascendencia a partir de la estructura definida
como templo pero antes hay una lectura introspectiva de los acontecimientos
liberadores que involucraron la
presencia de Dios. El Rey David no solo
alimentó su experiencia con su marcada tendencia espiritual sino que dibujó
convenientemente su cosmovisión partiendo de esta conciencia liberadora de
Dios. Las estructuras sociales de este pueblo hacían eco de estas
experiencias, de allí que el templo no solo fuera una estructura material
adornada y exaltada sino el signo de la realidad trascendente de Dios en la
sique de sus compatriotas. El construir
una “casa a Dios” es una prueba de la madurez social de su País que sabe que es
necesario el facilitar a los suyos este recurso para edificar Nación o cómo puede un ciudadano construir
Nación o un Clérigo Iglesia sin tener la posibilidad de su propia casa si cuida
de la Iglesia como lugar cultico hará lo propio en su casa como lugar de lo
fraterno y amoroso. El concepto social del templo nos conduce a la
conciencia sobre el valor del hábitat y viceversa. La mención de los jueces de
Israel es constancia de esta concepción del Hábitat que requiere estar asistida por los esquemas o
modelos de justicia. David sobresale entre sus hermanos por la habilidad para
determinar con precisión la necesidad de orquestar modelos de índole social que
afirmen los imaginarios sociales entre sus congéneres.
La noción de la
presencia de Dios en medio de su pueblo apunta a la configuración de una
presencia de índole relacional que se
expresa bajo el argumento de la consolidación de los patrones culticos, litúrgicos
e inmanentes de un principio que se transpone a los acontecimientos fijados por
su reflexión, es decir, que el bueno de David le ofrece a su pueblo la
continuidad de un modelo social sin duda copiado o mapeado de los pueblos
vecinos. La noción de justicia es teocéntrica y corresponde a la relación trascendente
con el Dios liberador que en sus argumentos de lo que es justo busca ser el centro o centralidad de la
sociedad y cultura en construcción. De lo anterior se desprende que las
acciones por establecer tales estructuras son
tomadas de la realidad circundante de Israel. Recordemos que la actividad pastoril es clave
y por ende las extensiones de tierra deben ser grandes para asegurar la alimentación
de estos ganados. Lo anterior sobresale como el modo de vida en el antiguo
oriente. La relación ideológica entre Moisés y David no está muy distante,
ambos personajes son guías de la consolidación identitativa del pueblo. Los
paradigmas de los que hace mención el Libro del Éxodo son afirmados en los
relatos del Rey David y convertidos en las bases de su modelo social que pasa
por agregar la institución del templo en la centralidad de la distribución geográfica
y política de su reinado.
El tempo es símbolo de la alianza eterna y de
las promesas puesto que gracias a su edificación se mantiene viva la noción del
Señor como fundamento de toda alianza. Este fundamento se inculturiza como
antropiza en la sique del colectivo israelita. Un modelo social que se alimenta
de las nociones espirituales posee un fundamento que sobrepasa toda ordenanza jurídica
y temporal, es en pocas palabras la relación viva entre la Fe y sus prácticas y
la justicia como fruto de la institución del Estado y/o reinado en este caso
concreto. El poder institucionalizar
esta realidad es y fue fundamental para la construcción de una muy fuerte
identidad tanto de Fe como de Derechos en el pueblo de Israel. La justicia
social es abordada como consecuencia de una
naciente y empoderada intuición de la presencia de Dios en el orden social
y cultural. El Episcopal y en general los bautizados no se pueden apartar
de su compromiso con el orden social de sus países de lo contrario lo cultico
no reflejaría sino el rito quedando pobre en los elementos que sucesivamente lo
afirman y enriquecen. El compromiso social es tan tangible como la configuración de lo sacro en
la visión de los bautizados. Debemos caminar sembrado conciencia de la
presencia de Dios en lo justo y noble, Hay una expresión atribuida al Hiponense
pero que en los principios de teología política llega su influjo incluso a la escolástica
(Siglo XII) “De las leyes injustas se
muestra ausente el pueblo”.
Dios no acepta la
injusticia como axioma en el modelo de lo social, el pecado estructural en la
sociedad está supra-antropizado ya que se revela en la composición social de nuestros
países, cuyas autoridades y gobernantes invocan el Nombre de Dios para gobernar
pero en realidad patrocinan las estructuras injustas por medio de sus actitudes
y acciones corruptas. El modelo davídico
descansa sobre la base de la visibilización de Dios en las estructuras de Unidad
del pueblo (templo y liturgia). Aun en las iglesias se confunde la
ordenanza legal con la justicia y no es del todo cierto. Las acciones de la
justicia corresponden a lo social y la responsabilidad institucional va más
allá de esta connotación. El templo como
signo de unidad es fundamental para
proyectar con claridad la imagen de Dios presente en el quehacer de su pueblo,
lo mismo el templo para nosotros es signo-símbolo de esa presencia que supera
la realidad litúrgica para insertarse en el corazón de los bautizados.
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