ENSAYO…
CONTRA LA FRUSTRACIÓN DEL SER… REFLEXIÓN
ACADEMICA.
INTRODUCCIÓN.
El ser humano reconoce
la frustración y la define intuitivamente sin siquiera verla en una composición
académica pero que su experiencia le
dice a gritos que es y se convierte en
la incapacidad como imposibilidad de ser feliz o concretar las fundamentaciones
de su existencia plenamente reconocida y realizada. Los modelos
antropológicos al respecto son supremamente expresivos y más aún cuando de cara
al entorno en el que existimos conscientemente encontramos una serie de
concepciones de la realidad tanto material como espiritual que no facilita para
nada el ser feliz. La frustración en el cristiano se viste con ropajes de
frivolidad y superficialidad en la pérdida total de la Esperanza. El ser que se
frustra simplemente es incapaz de percibir la realización plena de su ser por
encontrarse víctima y esclavo de las alienaciones que como expresaría el
Hiponense envilecen su ser redimido, haciendo pequeño y cautivo de situaciones
y mentalidades que no tendrían autoridad si este no hubiera renunciado a su
felicidad, esta renuncia puede ser formal o inconsciente. En este esquema de
total frustración en palabras de Karl
Rahner (teólogo alemán
perteneciente a la compañía de Jesús o Jesuitas, siglo XX) “Dios aparece
como un dique que evita que la frustración invada al ser humano señalando un
camino de Esperanza. (1).
FENOMENOLOGÍA
DEL PROBLEMA Y CONNOTACIÓN ANTROPOLÓGICA.
Este es, pues, el punto
decisivo del aporte pedagógico que debemos reconocer en la impronta
antropológica que, sabemos, Rahner postuló que era necesario imprimir a toda la
teología dogmática. En lo esencial, su intuición
básica radica en su concepción trascendental de la revelación y de la Gracia y,
con ello, del acontecimiento global de la salvación Y, recordemos, el adjetivo
trascendental tiene ante todo la connotación de que lo decisivo acontece no en
la aprehensión del objeto del conocimiento y de la Fe, considerado en su sola
mismidad, sino en el sujeto y más exactamente, en las condiciones de
posibilidad de tal conocimiento o encuentro; condiciones que se dan a priori en el sujeto
cognoscente mismo. Pero se entiende, además, que se dan como necesaria apertura,
es decir, en orden a ese encuentro, preparado y gestado por la pura gratuidad
del don de Dios. Por eso Rahner insiste en que en la relación…entre la
subjetividad apriorística, trascendental, y el objeto del conocer (y de la
libertad), el conocimiento de las condiciones apriorísticas de la posibilidad
del conocimiento en el sujeto significa también un momento del
conocimiento del objeto mismo (1.1).
La disertación teológica alemana del siglo anterior tiene por objeto formal de
su investigación el conectar la Gracia con todos y cada uno de los principios
de realización esencial de la persona humana particularmente los bautizados. Lo
apriorístico da paso fundamentalmente al accionar de la Gracia. La antropología
trascendental reconoce que la proyección de la humanidad debe superar los
problemas de su estancamiento producto del pecado que limita en gran medida su
ascenso a la eternidad… La frustración desde la perspectiva de Rahner posee una
connotación de rechazo sistemático del plan de Dios para el creyente y tal
rechazo se relaciona con los modelos
antropológicos que en nada favorecen la realización del ser en cuanto tal. El
rechazo de Dios es una realidad cuando en la perspectiva relacional no “asoma”
su presencia gracias a la capacidad humana de desvirtuarla y reemplazarla por
modelos de marcada realización antropológica como inventiva.
El ser humano desde esta realidad puede
contrarrestar el influjo presente abriendo vocacionalmente su ser al Dios
revelado y lo que implica con ello es buscar solo su centralidad. Tal
definición pasa por la configuración de su conciencia a la luz del evangelio. La conciencia es indiscutidamente el lugar
y estado más íntimo de la criatura, donde se producen las reacciones al entorno
y la complejidad de los valores y principios así reconocidos. La
supra-valoración de los fundamentos existenciales puede hacer creer al ser
humano que la realidad trascendente es solo una percepción del intelecto desconociendo la vinculación
esencial con lo espiritual. Nuestra teología se centra en el discurso del dogma
como lo creíble y vivible, esta connotación es fácilmente relacionada con la
trascendencia lo que no garantiza que todo creyente tenga certeza sobre su vida
espiritual. Muchas veces en nuestras congregaciones enseñamos oraciones y
rutinas heredadas pero pocas veces se produce una completa y autentica relación
con la espiritualidad que enarbola la Iglesia cuya cabeza y centralidad es
Cristocéntrica.
Rahner ve con optimismo la posibilidad de limitar la
paradoja de nuestra propia frustración conteniéndola en la manifestación del
amor de Dios. Sobre la conciencia quiero citar brevemente una reflexión de
Tomás de Aquino (siglo XIII) El
hombre posee libre albedrío; de lo contrario, serían inútiles los consejos, las
exhortaciones, los preceptos, las prohibiciones, los premios y los castigos.
Para explicar esto, adviértase que hay seres que obran sin juicio previo
alguno; una piedra que cae y cuantos seres carecen de conocimiento. Otros obran
con un juicio previo, pero no libre; así los animales. La oveja que ve venir al
lobo, juzga que debe huir de él; pero con un juicio natural y no libre, puesto
que no juzga por comparación, sino por instinto natural (2). Aquino establece
una clara diferencia entre el juicio nuestro y la respuesta animal que es
guiada solamente por el instinto, tal sentimiento nos indica que no es la
frustración propiamente hablando un estado emocional que convenga a los
animales mientras que entre nosotros la comparación entre acciones y
situaciones permite al criterio decidir,
y según esta sentencia, incluso hasta la misma frustración es consecuencia de
la voluntad y libre albedrio de nuestra especie. La posibilidad real de alcanzar la felicidad se constituye en un elemento contenido incluso en el derecho
natural, es como afirmar que nuestra condición natural es la felicidad. Tal
categoría cognoscible permite al ser humano optar entre ella (felicidad) y
frustración reconociendo que el entorno
que hemos construido puede orientar la felicidad o confundirla al punto de hacer
pasar por felicidad lo que nos destruye radicalmente (vicios, alienaciones,
esclavitudes, dependencias, entre otros tantos factores de anti-determinación
segura). La frustración atenta contra el estado ideal del ser humano redimido,
es decir, la realización plena y totalizante de su proyecto de vida. Miremos un
ejemplo de Locke (empirista Ingles).
Supongamos
ahora que un hombre profundamente dormido sea llevado a un cuarto donde está
una persona que él desea ver con vehemencia y con quien desea conversar, y
supongamos, además, que se cierre con llave ese cuarto de tal suerte que no le
sea posible salir. Al despertar ese hombre, se mostrará feliz al encontrarse en
compañía tan deseada, y permanecerá voluntariamente con ella, es decir,
preferirá quedarse en el cuarto en lugar de salir de él. Ahora bien, pregunto
si no, acaso, es voluntaria la permanencia de ese hombre en ese cuarto. Creo
que nadie dudará que sea voluntaria, y, sin embargo, como está encerrado, es
evidente que no está en libertad de no quedarse; carece de la libertad de
salir. Es así, entonces, como la libertad no es una idea que pertenezca a la
volición o a la preferencia de la mente, sino que pertenece a la persona que
tiene la potencia de obrar o de abstenerse de obrar, según que elija o
determine su mente (3). Recurriendo a esta reflexión para
animar nuestro ensayo sobre la frustración, es importante no olvidar que
también ella se constituye en un ejercicio volitivo ya que solo en la voluntad
del ser humano, así se nublada, por otros juicios supervive la capacidad de
optar por aquello o ello según sea su convicción. Locke como buen empirista
enfoca su reflexión básicamente sobre la primicia de su teoría del
conocimiento, es decir, la evidencia de la libertad es latente aunque los
medios de diferenciarla de la limitación sean explícitamente introducidos en su
ejercicio. Somos auténticamente libres cuando tenemos la posibilidad de elegir
o tomar algo por sobre otra cosa con implicaciones idénticas o distintas, queda
a salvo el criterio del ser humano para optar. La frustración es sin duda una dinámica que se enraíza en la voluntad
que escoge como seguro su camino o ausencias.
Locke acude a esta
figura (libertad) para materializar la
competencia optativa del ser humano y la forma como explicitamos o
dinamizamos nuestra libertad está en la misma dirección e implicaciones que la
respuesta contraria a la felicidad, es decir, la frustración. Otro empirista
nos puede ayudar en nuestra reflexión del que me parece interesante su postura
sobre la naturaleza humana (John Dewey Estadounidense Siglos XIX y XX) La naturaleza del hombre ha sido vista con
sospecha, con temor, con desagrado y, a veces, con entusiasmo por sus
posibilidades, pero sólo cuando éstas se hacían contrastar con sus realidades.
Se le ha hecho aparecer tan malignamente dispuesta que la labor de la moralidad
consistía en recortarla y someterla; sería mejor si se la pudiera sustituir por
alguna otra cosa (4)… Es una paradoja
intelectiva que el ser humano sea presa de sus cualidades que le
distinguen precisamente de la vida en su entorno. No es una opción renunciar a
la naturaleza humana y sus implicaciones serían tanto como escapar de la mente
y sus constantes recuerdos. Si la
naturaleza humana aterrizada en la conciencia no es educada o formada
convenientemente se constituye en la primera gran aliada de la frustración.
Entendemos que para Dewey el poder escapar
a la equivocación no es propiamente una
opción para el ser humano pero si consecuencia de su formación. La frustración que en la dimensión teológica
superando la presente antropología nos dice concretamente que la imposibilidad
esencial y no solo existencial de la
persona humana para entrar en la presencia de Dios le conduce a un estado
definitivo que le impedirá ser absolutamente feliz. No se producirá su definitivo Vaciamiento (termino de Rahner) y en
estas dimensiones no será posible que Dios entre y transforme totalmente al ser
humano aun redimido. La relación en la que se explicita la vocación
fraterna del ser humano puede ser altamente afectada por estas posibilidades
recordemos que las relaciones de la persona humana se expresan en:
A- YO… El
sujeto consciente de si y de su relación personal como individual en el
colectivo social y con la capacidad de ser testigo de su propia individualidad.
La misma que se atestigua básicamente en la conciencia de sus acciones y en la
posibilidad de su ubicación tiempo-espacial.
B- TU… La persona humana es consciente esencialmente
hablando de su existencia y la ve proyectada en el otro y su intríngulis, la
salvación es una fuerza que vincula y relaciona positivamente las diferencias y
similitudes de la persona humana. El descubrir al otro lo hace sujeto de
salvación partiendo de la conciencia del Yo. El otro se materializa en el TU.
Deja de ser extraño y se hace parte viva de nuestra realidad y sus
connotaciones salvíficas.
C- NOSOTROS… El ser humano se
reconoce así mismo y reconoce a sus congéneres tanto como sujetos de derechos
como en vocación salvífica. El colectivo humano se nutre de estas relaciones. El
Nosotros apunta a la vinculación real del Yo personal y su
proyección en el Tu del otro que como Yo, es importante y vital en el medio
relacional. El nosotros dimensiona en la persona la importancia tanto de sí
misma como de los demás.
Estas
definiciones que se enmarcan en la antropología trascendente son indispensables
para construir relaciones con los demás y aun con mayor radicalidad cuando se
trata de la realización de cada uno de los bautizados cuya vida se convierte en
una constante relacional dialogal con el Dios de la vida. La posibilidad de reconocer al otro es siempre fundamental y nos
permite ver en ellos lo que hay también en nosotros, se establece un fundamento de
Solidaridad de Especie. La cultura que se desprende de la conciencia de la
vida y realidad del otro solo podrá en consecuencia ser la Cultura de la vida. La muerte
tuvo éxito sobre nosotros porque dialécticamente hablando individualizó a la
persona humana conduciéndola por sus caminos y frustraciones. La sociedad
no sólo continúa existiendo por la transmisión, por la comunicación, sino que
puede decirse muy bien que existe en la transmisión y en la comunicación. Hay
más que un vínculo verbal entre las palabras común, comunidad y comunicación. Los hombres viven en una comunidad por
virtud de lo que tienen en común; y la comunicación es el modo en que llegan a
poseer cosas en común. Lo que han de poseer en común con el fin de formar
una comunidad o sociedad son objetivos, creencias aspiraciones, conocimientos, una inteligencia común, una afinidad, como
dicen los sociólogos. Tales cosas no pueden pasarse físicamente de unos a otros
como ladrillos; no pueden compartirse como varias personas comparten un pastel
dividiéndolo en trozos. La comunicación
que asegura la participación en una inteligencia común es la que asegura
disposiciones emocionales e intelectuales semejantes, como modos de responder a
las expectativas y las exigencias (5). Retomando la línea anterior Dewey
nos aporta su antropizacion sobre el ejercicio antropológico centrado en la
respuesta del colectivo y materializado por los individuos. El ser humano posee
no solo una estructura mental, afectiva y emocional en común sino que opera
bajo las mismas categorías de su inteligencia, individualizando sus potencias
como Memoria, Voluntad, Inteligencia. Un ejercicio de esta naturaleza
solo puede arrojar una percepción común de la realidad que a pesar de ello se
ve afectada por la manera como el individuo asume y cuestiona, igualmente, como
determina su entorno en la complejidad de sus relaciones.
Lo verdaderamente lamentable es cuando el ser
humano posee solo en común la frustración que se universaliza con las acciones
del colectivo. La Gracia es la tesis fundamental en la que tienen cabida todos
los seres humanos y la creación mientras que el pecado materializado y visibilizado en la Frustración
es la némesis o antítesis de esta relación salvífica. El ser humano es libre y
tan libre es que puede optar a conciencia por este fenómeno que le retiene en
su perspectiva de felicidad y realización plena. La tesis de la Gracia es la única posibilidad de relación directa y
revelada con el Dios de la vida. La salvación es la infinita misericordia de
Dios transformada dialécticamente en una tesis que llamamos Gracia. La
frustración se viste de tragedia en la humanidad, basta asentir los
acontecimientos generados por las guerras mundiales y los conflictos étnicos en
Europa, África y Asia con la perdida de millones de vidas inocentes, es pues un
Signo fehaciente del impacto destructivo de la némesis (contraria) de la
Gracia. Paradójicamente el pesimismo de
los existencialistas como Sartre sobre la vida y la libertad fueron conectados
dialécticamente con la Náusea que como postura de la realidad nos dice en
su lenguaje que la humanidad es capaz de ser feliz o destructiva sean sus
convicciones. La frustración en su esencia renuncia a toda posibilidad de ser
feliz o plena en cuanto a cambiar o transformar sus inclinaciones destructivas.
De lo anterior se desprende que la
frustración es un producto acabado porque no posee la Gracia tan solo como
posibilidad… El pecado no es natural en el ser humano pero sus
consecuencias pueden definir la identidad esencial del ser en una peligrosa
como definitiva tendencia ontológica, es decir, quien sale de este mundo así
rechaza la Misericordia de Dios y no retorna a su Señor, en palabras del
Hiponense sería: Tú Señor nos hiciste
para Ti y nuestro corazón estará inquieto hasta descansar en Ti. Dios no se
alegra con la muerte de sus siervos pero la muerte puede no reconocer a Dios y
buscar una configuración definitiva alejada de Dios. El Hiponense plantea la relación esencial con el Creador como el
acercarnos a la Luz cognoscible, es decir, Dios se deja encontrar. Nuestra Fe es tanto metafísica como sobrenatural
y Cristo es su fundamento.
La raíz de la salvación se espiritualiza en el
accionar del Señor y en su evangelio. No
podemos decir que la Gracia se aparta de la verdad absoluta que reposa en la
revelación del subsistente y trascendente absoluto Dios. Trascendemos
porque no estamos hechos para abandonar esta realidad que supera con creces
nuestra actual inmanencia y podemos
volvernos sobre nosotros mismos reconociendo la presencia de Dios y superando
nuestra Mismidad que nos retienen en
la concepción material de una realidad delimitada por la perspectiva
existencial. La frustración se detiene ante nuestra relación con el Subsistente
Absoluto Dios y configuramos una condición que supera los obstáculos que una
percepción limitada de la realidad ofrece.
Nuestra reflexión
Antropológica en el presente Siglo se encamina a la Restauración de la Persona
Imagen del Dios vivo y al empoderamiento de la Gracia como Realidad
Escatológica de presencia Histórica cierta y fenomenológica, de esta raíz surge
la necesidad de una “Evangelización” que rompa con el vínculo que
mediatizó la respuesta Emocional de los Ritos Atajo en la Doctrina y Pastoral Eclesiológica (Practicas
Sincretistas mezcladas con nuestra Liturgia). Es sobre todo nuestra
Antropología Trascendente la que a diferencia de Grecia y Roma puede Sublimar
la condición Humana y restituir la Gracia Intrínseca a su Dignidad sin
demeritar o fustigar manifestaciones de la Inmanente Libertad de la Persona
Redimida que son catalogadas como pecado y que a la hora de discutirlo desde la
postura de las Leyes de los Estados son vistas ahora si como un Accidente
de la Esencia de la Persona y maliciosamente si es un Accidente no
altera a la Esencia de la Persona Creada (Cogita Extensa y Ratio) pero si
permite viciar sus Derechos y relegarlos a la Voluntad de las llamadas Mayorías
(Massa ) Bien diría el Hiponense: Aunque todo el Mundo diga lo
contrario a ti, no significa que ellos tengan la Razón, o que tu estés
equivocado, y añade, en el Interior del Ser Humano habita la Verdad, consideramos
que los Derechos de la Persona expresan con argumentos los componentes
esenciales de la Verdad (Razón, parte del Trípode de nuestra Fe). Nuestra
Antropología vivió de cerca las tendencias consignadas después de la Primera y
Segunda guerra mundial en Europa y EE-UU y asumidas por: La Escuela de
Fráncfort y su Relativismo… El Personalismo y el Individualismo, merece
especial atención en lo que toca nuestro interés señalar a Emmanuel
Mounier (1905-1950) su Doctrina sobre el Personalismo desde la óptica
cristiana supuso la Identidad del Individuo y la Persona, esto es, la
Conciencia de Ser y Existir unida al Colectivo de la misma Humanidad implícita
en Uno y Uno en todas y todos (Existir es amar) su Transpersonalismo sitúa
a la Persona Creada en la perspectiva del Ser Comunitario, Rahner tomará
este principio para definir su Teología de la Persona y su connotación en el
Nosotros, al punto de hablar de la actitud y postura dialogante del Ser
Redimido ante Dios, por Analogía nuestra postura asume con certeza cartesiana
que las relaciones de la persona ante sus congéneres le llevan también a Dios
presente Inmanente en sí mismo (Sujeto) y en cada uno de los redimidos (Massa).
La Modernidad tiene en su esencia la capacidad de precipitar al ser humano a nuevas
experiencias y estas a su vez son capaces de transformar su vida y entorno,
nosotros como Anglicanos reconocemos como ninguna otra Catolicidad la necesidad
de adaptarnos a los tiempos y propiciar cambios fundamentales en la concepción
de la Humanidad y sus imaginarios que aunque no reales en muchos casos generan
más oposición que la Realidad como tal… Nosotros no nos asustamos ante los
cambios de la sociedad, por el contrario, buscamos darles respuesta a sus
interrogantes y hacerlo de forma dinámica y si se desea Proactiva (6). La frustración solo reconoce un modelo de
incidencia que fundamentalmente se aproxima a la condición de la persona que
sin vivir el estado de Gracia determina eminentemente su existencia con la
verdad del mundo y sus categorías de absoluta intrascendencia.
Reivindicar a la
persona humana por fuera de su relación con la trascendencia es la renuncia
formal a la beatifica visión de su Creador. El hombre y la mujer, son sujetos
conscientes y responsables de sus actos y capaces de perfeccionarlos.
Obviamente, dentro del ejercicio de su autonomía, pueden hacer todo lo
contrario, también. La clave está, en el hecho de que el ser humano se ubica
generalmente, en un plano superior al de su mundo circundante. Un mundo que tal
vez no entiende, pero sin embargo, lo percibe, lo intuye y busca comprenderlo. El hombre y la mujer, no sólo
son-lo-que-son cada uno, sino que son-capaces-de-hacerse y de lograr
tener-lo-que-necesitan. Otra vertiente de esta realidad de búsqueda de la trascendencia,
incluye la necesidad de encontrar explicación a tantas cosas que el hombre no
llega a comprender y que lo sobrepasa (7).
Normalmente la trascendencia remite a la
condición de lo que se halla más allá de la experiencia. Tiene también el sentido,
sobre todo en la fenomenología, de la acción con que el sujeto se orienta hacia
lo exterior o hacia el Trascendente. En esta línea del pensamiento, entramos en
el desarrollo de las explicaciones dadas por los diversos pueblos al origen de
la vida, la fecundidad y la formación de la familia (comunidad), la enfermedad
y la muerte, los ciclos clave de inicio y término de cosechas, solsticios y
equinoccios. Obviamente, dependerá de las comprensiones de su entorno, la
búsqueda de esos bienes estará condicionada a otros mecanismos de coerción y
competencia con sus congéneres y los demás seres vivos que cohabitan un
biotopo. Luego, surge la necesidad del
diálogo y de la comunicación asertiva con los de su misma especie, para tratar
de acceder a sus propósitos. No es un camino sencillo para las generaciones
nuevas el abrirse camino, pero siempre lo logran para garantizar la
continuidad. Luego, cada ser humano forjará su camino y logrará satisfacer sus
necesidades básicas, a través de su inteligencia, conciencia y ejercicio de su
libertad. Cada persona, está abierta y ordenada a ser-lo-que-es, de estar y hacer presencia de sí-mismo. Obviamente, los momentos y actos adversos,
causan estrés o encierran al ser en-sí-mismo y lo someten al determinismo
causal. Las relaciones interpersonales se afectan poderosamente con el
rompimiento de la Gracia en el ser humano… La capacidad de establecer
relaciones por medio del respeto y la tolerancia como con el cumplimiento de
los mínimos éticos y en otros casos de los máximos nos aseguran una contundente
respuesta de cara a la redención del orden social y Psico-afectivo del creyente
o bautizado. El Ethos como producto
neto de las relaciones del ser humano es también clave para desterrar la
frustración ya que sin espacios para pervertir la conciencia del creyente su
crecimiento espiritual será realidad. La
corrupción es también un principio que frustra los valores y la correcta praxis
social e institucional del bautizado…
En esta comprensión de la teología es
básica la convicción de que no hay una oposición real entre lo teocéntrico y lo
antropocéntrico, dado que lo antropológico, el ser humano en cuanto tal o por naturaleza,
es concebido como el ser de la trascendencia hacia el mundo y hacia Dios
trascendencia que se traduce en su esencial y definitiva apertura. La
comprensión del hombre como esencialmente abierto es la base de este, para
Rahner (8) necesario giro de la teología, pero además es lo que le permite
distanciarse del peligro de una mera reducción antropológica de la misma.
Puesto que el hombre está, en tal visión, esencialmente referido a Dios y dado
que, por otra parte, él no puede decir absolutamente nada de este Dios fuera de
la posibilidad gratuitamente recibida de una tal referencia esencial, lo antropocéntrico y lo teocéntrico, bien
entendidos, no son ni podrían ser conceptos opuestos en la teología cristiana.
Por lo mismo, menos aún puede haber
en tal perspectiva una oposición entre este centramiento antropológico de la
teología y el necesario centramiento
cristológico de la misma. Bien entendidas, antropología y cristología se
sostienen mutuamente en la dogmática cristiana, por cuanto una antropología
solo puede ser cristiana si en ella el hombre es concebido como potentia
oboedientialis para la unión
hipostática y, por su parte, la cristología, para evitar toda sospecha
de una lectura mitologizante de dicha unión como ocurriría en una cristología
meramente aposteriorística, (9) requiere
de la comprobación de un horizonte trascendental en el ser agraciado del hombre
y de su historia para la idea del hombre-Dios. Este enfoque antropológico se
aplica ciertamente a la dimensión individual-subjetiva del encuentro humano con
Dios que se auto-comunica, pero no menos a la dimensión
intersubjetiva (estructural-social, comunitaria) de tal acontecimiento, la cual
influye y se manifiesta de un modo decisivo en la concreta autorrealización de
la Iglesia y, con ello, en la realización de su función sacramental de la
salvación en cada momento de su despliegue histórico. Esto aparece así a partir
de la convicción cristiana de que el destinatario de dicha misión mediadora de
la Iglesia, que es el ser humano. La humanidad, tiene como una determinación
fundamental el ser, concretamente, co-humanidad histórica… La reflexión de Rahner se centra en el descubrir
la realidad que se emparenta con la exposición teológica en su momento, ver al
ser humano como producto de la naturaleza meramente configurado como especie le
quita la posibilidad de la trascendencia a todo nivel, lo anterior puede
implicar en nosotros la concepción de una relación con Dios egoísta desprovista
tanto de la Iglesia como de los hermanos en el Bautismo y en el colectivo
social. Dios se auto-comunica plenamente y en categorías que solo bajo la
expresión concreta de una autentica vida espiritual puede hacer el creyente, no
es un Dios que se revela simplemente como creador sino y sobre todo como el más
grande amor que ni la humanidad redimida puede contener.
Dios no
se revela a un grupo aislado de personas sino que lo hace desde la percepción
comunitaria cuyo epicentro asegura la comprensión del colectivo. El ser humano no puede presentarse solo
ante Dios ya que hace parte de un todo asociado a la creación. La realidad que
se percibe activa en cada uno de nosotros es de naturaleza vinculante. Tal
realidad construye una faceta nueva de comunidad redimida cuya presencia de la
Gracia santifica todo modelo de integración o convivencia. La reflexión
posterior a la Resurrección marcara definitivamente la concepción sobrenatural
de los creyentes, Pablo predicaba un inminente regreso del Señor ahora y
después de 2000 años entendemos que la revelación busca acentuar la opción
salvífica de cada bautizado antes que marcar la inminencia del encuentro
definitivo. Todavía encontramos presente
la frustración en todas las estructuras sociales y culturales lo que sin duda
retrasa la manifestación Total y Totalizante del Señor. Un medio social y
cultural no santificado es un gran obstáculo para la revelación amorosa plena de Dios. La gratuidad
de su amor implica no obstante una respuesta viva y eficaz como comprometida y
sincera de nuestra parte. Sigamos luchando por hacer posible el seguimiento del
Señor en todos los escenarios donde como personas de Fe y clérigos hacemos
presencia.
Somos la Sal del Mundo
y como Sal, nuestras vidas son necesariamente productivas y tendientes a
afectar positivamente a los demás, es la intención de Marcos (Conf. Marcos
capítulo 9 versículos 38-50)… (10) Al
dejar este pedazo de Evangelio al final del Discurso de Jesús, bien podríamos
responder si “Somos Sal para nuestras
vidas y familias o por el contrario hemos compartido con otros este don y riqueza”
La ausencia de solidaridad evangélica, hace de muchos de nosotros, aun en la
Iglesia misma, de Saleros personales que solo salan su Plato y vidas, aunque
Cristo nos llenó de Sal para el Prójimo (11).
La frustración puede ser erradicada en la vivencia integral de nuestra
solidaridad la misma que responde activamente a las relaciones que establecemos
tanto al interior como al exterior de la Iglesia en perspectiva siempre
salvífica. Estas relaciones se acuñan convenientemente en la instancia de la
participación salvífica de todos y cada uno de los bautizados. Las relaciones
salvíficas dejan a un lado la frustración
de la imposibilidad de unidad y acuerdo, cosa que se vive cuando nos
identificamos con el otro como portador también de la buena noticia de
salvación. La frustración es signo de pérdida
de unidad, ausencia de identidad y como si eso fuera poco de rechazo total de
la Gracia. Dios no rechaza al ser humano por
el contrario siempre está dispuesto a escucharlo y bendecirlo más allá de su
propia limitación (persona humana) pero
cuando la frustración se convierte en el alimento de su ser espiritual,
entonces el ser humano rechaza
frontalmente el influjo de su presencia alejándose de su luz y por ende
del plan salvífico encarnado por Cristo. La comparación con el entorno social
es determinante ya que en este medio el ser humano explicita su vida y
funciones y lo convierte en su discurso y hermenéutica, un conocer social
implica un acondicionar el discurso con la coherencia relacional necesaria y
por ende madurez optativa. Cuestionar el medio es fácil pero asumir la responsabilidad
con la estructuración de la justicia y la paz es verdaderamente un reto grande
para el creyente.
La
dialéctica antropológica se viste de cotidianidad introduciendo auténticas
formas de redención cuando actuamos en consecuencia con la vida y la Fe que
profesamos. La Gracia es dinámica y
su influjo toca absolutamente todas las configuraciones de realidad que el ser
humano percibe. Nada escapa a la posibilidad concreta de salvación pero como es
apenas lógico todo parte de la gratuidad de Dios y la plena aceptación de
nuestra parte. Estamos concretamente
dialogantes delante de Dios y en la aceptación de nuestra vida.
BIBLIOGRAFIA.
(1). Veritas No 26 (marzo 2012) 187-196, Pedagogía
en Teología: El Aporte de Karl Rahner, Fernando Barrios Medel. Pontificia
Universidad de Católica de Chile.
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(2). TOMÁS DE AQUINO, Suma Teológica (1226-1274)
trad. Francisco Barbado, Biblioteca de Autores Cristianos, 1959, p. 359, (I,q
83 a 1).
(3). LOCKE JOHN. Ensayo sobre el entendimiento
humano. México, Fondo de Cultura Económica, 1956, pp. 219-220.
(4). DEWEY JOHN, Naturaleza Humana y Conducta, Op.
Cit, p. 13.
(5). DEWEY JOHN, Democracia y Educación, trad.
Lorenzo Luzuriaga, Buenos Aires, 1967, p. 12.
(6). cristoeseltema.blogspot.com/2015/07/ensayo-sobre-antropologia-anglicana-y.html-Revdo.Diego
Sabogal, Bogotá D.C.
(7). Revista de Bioética Latinoamericana / 2012/
volumen 10 / Pagina 53-99 / ISSN: 2244-7482. Rev Bioet Latinoam 2012; vol 10:
53-99.
Versión impresa ISSN 0049-3449versión On-line ISSN 0717-6295
Teol.
Vida v.45 n.2-3 Santiago 2004
(9). Cf. K.
Lehmann, "Karl Rahner. Ein Porträt", en: K. Lehmann _ A. Raffelt
(eds.), Rechenschaft des
Glaubens. Karl Rahner-Lesebuch, Freiburg i. Br. 1979, 13*, 53*,
35*s.
(10)…https://www.bibliacatolica.com.br/la-biblia-de-jerusalen/marcos/9/
(11).
cristoeseltema.blogspot.com/2013/05/el-que-no-esta-contra-nosotros-esta.html
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