jueves, 27 de diciembre de 2018

DOMINGO DESPUÉS DE NAVIDAD...


  DOMINGO DESPUÉS DE NAVIDAD. Isaías capítulo 61 versículo 10 y 62,3. Salmo 147. Gálatas capítulo 3 versículos 23-25 y 4: 4-7. Juan capítulo 1 versículos 1-18.



El relato Isainiano  camina en la alegría y bienestar de su pueblo, hace eco de todas las pruebas por las que atravesó el “Siervo de Yahveh” como indicándonos que ante la dificultad siempre hay una palabra de esperanza y que  nuestras  pruebas no son definitivas porque aguardamos la intervención amorosa de Dios. La postura del profeta es consecuente con la promesa hecha a sus antepasados y siempre ante una dificultad aparece una luz que brilla con mayor intensidad en la vida y situaciones de los bautizados. En el futuro profético de Israel esa luz será encarnada por el propio Señor. Los temas de la alianza están presente en la intención Isainiana como quiera que es la razón de ser de la profecía que revela el advenimiento mesiánico.

Isaías en este segundo segmento  del Texto citado en la liturgia dominical hace énfasis en la gloria de Jerusalén una vez rescatada,  lo que nos permite pensar en una realidad escatológica que supera con creces las dificultades del exilio. Los símbolos nos hablan de su realeza la misma que será ratificada por el accionar mesiánico, es en Cristo que el futuro toma todo su brillo y poder pero no cualquier futuro aquí es una declaración de Fe en la realidad escatológica del pueblo de Dios que se extenderá a todas las gentes, es decir, a la Iglesia su Nuevo Pueblo… La exclamación “En la palma de tu Dios” del versículo 3 corresponde al Poder de Dios como Rey y Señor de la creación y su accionar restaurador que le retornará toda la gloria a su pueblo. Isaías evoca las hazañas de su pueblo y el  esplendor de sus gobernantes. No queda duda sobre el valor que los judíos dan a su relación con Yahveh, es una relación vital desde todo punto de vista.

Isaías está viendo en estas imágenes una alusión directa a la mayor de las conquistas de su pueblo y que no fue precisamente desde lo militar o económico sino desde la realidad espiritual de convertirse en el pueblo escogido. Una meta esencial en el camino  descrito desde Abraham y posteriormente durante su estadía en el desierto bajo Moisés.

El Salmo 147, posee una característica muy particular y es la de unir su contenido que en algunas versiones como la Vulgata aparece en dos momentos (versículos 1-12 y 13-20) pero comportando una unidad temática que exalta a Yahveh  como el Dios liberador de Israel y amigo de los necesitados, recordemos que estos son temas recurrentes en la literatura bíblica y momentos inspiradores para las escuela proféticas de Israel.  La realidad asume las connotaciones necesarias a la hora de exponer la Misericordia de Dios que se viste de liberador para su pueblo y portador de gran Esperanza como virtud asociada a la revelación. Los momentos aquí descritos son clave para comprender la relación de Israel con el Dios revelado. De manera coherente con lo afirmado arriba los santos PP. de la Iglesia vieron en su segunda parte (versículos 13-20) una perfecta alegoría a la Nueva Jerusalén en su lucha y triunfo, es decir, la oportunidad de alcanzar la realización de la promesa. La Palabra revelada es un instrumento fundamental de esta relación con el Dios viviente, una relación con fundamentos en su Amor y en vocación salvífica por su Voluntad.

El Apóstol Pablo,  a esta comunidad en particular, les recuerda la fundamentación de toda esperanza haciendo derivar sus palabras al misterio del Dios Encarnado, de la Fe cuya centralidad no será la ley  y sus categorías de justicia, sino de la presencia de Cristo como el ejecutor perfecto de la Voluntad del Padre Dios.  El único mediador es Cristo a diferencia de la antigua Ley que tenía a Moisés desempeñando este puesto. Tal mediación era imperfecta y por ende insuficiente para la salvación por esta razón invoca el símil del pedagogo cuyo papel termina cuando los más pequeños son llevados a una instrucción para la vida laboral o militar.

Pablo tiene muy presente que nosotros somos producto  de la Gracia del sacrificio de Cristo y que la Ley como modelo de alianza fue trascendida hasta instalarnos en una relación de índole personal y  existencial. La Fe cobra toda su importancia en el día a día de esta relación que involucra todos los escenarios que vivimos y las situaciones de nuestra convivencia. La muerte, la vida, se entrelazan en acontecimientos salvíficos animados por el amor de Cristo. Son muchos siglos de espera para ratificar en nosotros el triunfo de Cristo antes como Mesías y ahora como realidad escatológica de un Reino que llamamos Reino de los Cielos.

La condición de nuestra libertad quedó ratificada y vigorizada al extremo por un amor tan grande del que solo es capaz el mismo Dios y Señor. Nada hay fuera del plan de Dios pero sin amor este plan no germina como la semilla invocada por Jesús en su Evangelio (Semilla de Mostaza).  Pablo ratifica la creencia doctrinal sobre el origen Divino y Humano del Salvador y como su presencia es tan histórica como lo es la misma Ley Mosaica.  

El Prólogo Joanico, como expresión teológica nos lleva  a las nubes en el vuelo del Águila como es representado este evangelista. Juan y antes el (A.T) eran conocedores de la Palabra de Dios y su estrecha relación con la Sabiduría, que en algunos casos encarnaba el poder de Dios y su absoluto conocimiento de la realidad y en otros la presencia de la misma Voluntad de Dios revelada. Una revelación  que llega a nosotros gracias a Cristo quien es el perfecto revelador de la vida Trinitaria y por ende de las operaciones de las Divinas Personas. La Palabra aquí es pre-existente porque se refiere expresamente como manifestación del mismo Dios, solo Dios podía darse a sí mismo ya que no hay otra cosa en su Ser que Dios mismo, sabias palabras que se acuñaron en la Escolástica (Tomás de Aquino siglo XIII).

Para Juan la Palabra de Dios es personal cuestión que dedujo en la Encarnación del Verbo de Dios, una Palabra que se revela como Hijo de Dios en una clara intimación de la Voluntad salvífica de Dios Padre en su Adorado Hijo. Tal intimación llega  a la Iglesia en la vida de su misión tanto evangélica como sacramental (John Keble. PP. del Movimiento de Oxford 1832).

La Luz como figura Joanica evoca su poder sobre las tinieblas, esto último es herencia de su contacto con la tradición filosófica griega,  en el pensamiento platónico la ignorancia y el mal residían en las sombras o imposibilidad de la razón para centrarse en sus operaciones. En  cuanto al mundo recordemos que algunas ocasiones era el habitad y su entorno somático y otras veces la absoluta hostilidad a la obra  y misión del propio Cristo. Las relaciones necesitan de la Gracia para ser santificadas y dar frutos abundantes. No es extraño suponer que la oposición al mensaje salvífico fuera vista como manifestación del mundo y sus concepciones de la vida, la muerte y lo divino. El mundo venidero está por sobre la condición de pecado del presente. En cuanto a los discípulos del Señor  deben vivir en el mundo como en su medio relacional pero sin perder de vista que no son del mundo,  como los bautizados no somos estrictamente hablando manifestación de las relaciones mundanas.

La Palabra no es fruto de la sangre o la carne nos indica Juan en el (versículo 13)  de esta manera nos hace saber que está hablando de Cristo, de la visión que sobre el Resucitado tenía el “discípulo amado” Recordemos que la “carne” como expresión Joanica nos habla sobre el ser humano y su debilidad ante el pecado, es precisamente la debilidad una manifestación de nuestra condición mortal. Contrario a esta debilidad es la Encarnación, la cual es la máxima expresión de Amor y Poder de Dios en favor de la humanidad. Gracias a la Encarnación hoy podemos decir que Dios es un Dios de manifestaciones y relaciones personales con cada uno de los bautizados.

Juan es muy elocuente en describir para nosotros esta relación con el Dios Encarnado y gracias a su realidad podemos asumir que la Gracia es su consecuencia directa. No estamos ante una mera manifestación sino ante una relación salvífica. Hoy como siempre estamos llamados a vivir una relación personal con el Hijo Único de Dios… Solo el amor podrá darnos ese conocimiento maravilloso de Dios en nuestras vidas, el amor no tiene medida el amor es el amor y punto, o como lo expresaría el Hiponense: “La medida del amor es amar sin medida”…      



jueves, 20 de diciembre de 2018

VISIÓN PAULINA SOBRE LA JUSTIFICACIÓN POR MEDIO DE LA FE.


VISIÓN  PAULINA  SOBRE  LA  JUSTIFICACIÓN  POR  MEDIO  DE  LA  FE.



LA  TESIS  PAULINA Y CONTEXTO HISTÓRICO RECURRENTE.



14. Me debo a los griegos y a los bárbaros; a los sabios y a los ignorantes: 15. De ahí mi ansia por llevaros el Evangelio también a vosotros, habitantes de Roma. 16. Pues no me avergüenzo del Evangelio, que es una fuerza de Dios para la salvación de todo el que cree: del judío primeramente y también del griego. 17. Porque en él se revela la justicia de Dios, de Fe  en  Fe, como dice la Escritura: El justo vivirá por la  Fe (1). (Carta a los Romanos capítulo 1 versículos 14-17).



La postura de Pablo sobre el valor de la Fe nos ubica en el contexto de la realidad asumida por el creyente que mediante el Bautismo se incorpora a esta acción amorosa  de Dios en su Adorado Hijo, aquí se establece el principio salvífico anunciado por las distintas figuras proféticas de Israel. Este principio o Germen (alusión mesiánica) (En aquellos días y en aquella sazón haré brotar para David un Germen justo, y practicará el derecho y la justicia en la tierra. 16. En aquellos días estará a salvo Judá, y Jerusalén vivirá en seguro. Y así se la llamará: Yahveh, justicia nuestra  Jeremías capítulo 33 versículos 15-16) (2).   No dependerá de la agudeza intelectiva y la Fe de los judíos sino de la manifestación personal de Dios en la historia, de aquel que está con nosotros en la historia pero no es historia, de aquel que nos creó y redimió en el tiempo pero no está sujeto al tiempo (3).  La radicalidad Paulina tiene una explicación elemental y tiene todo que ver con la inclusión de la realidad  asistida por la Gracia que inaugura el propio Cristo (4). Aquel Germen en la sique de Pablo trabajó su respuesta a las concepciones judías sobre el valor intrínseco y fundamental de la Ley, pero ésta libre de toda interpretación  por fuera de la “casuística judía” (5). En Israel la Ley se convirtió en el fundamento de la relación con la Trascendencia y la realidad que de esta provenía era concreta para cada Israelita al punto de justificar la vida civil, jurídica, y militar como cultica de esta sociedad. Pablo se mueve en un ambiente lleno de estas concepciones pero sin duda que su condición romana ayudó para la  praxis  de una Fe primordial sobre la Ley de su otra patria,  nos referimos a Israel (6).

Pablo se relaciona dramáticamente con distintos tipos de personas y culturas al punto que considera que la cultura griega es propia de las personas cultas de su época y cerca de esta afirmación sociológica caminaban los romanos y todos aquellos que conociendo sobre filosofía y sociedades por sus viajes y trabajos eran proclives para el impacto positivo de una nueva concepción de Fe o en el cristianismo de la “Buena Nueva” (7). Miremos una vez más su tesis con la que iniciamos el presente ensayo,  en el versículo 16 cuando se refiere al mundo  judío y  griego, los romanos fueron conquistados culturalmente por los griegos y  esa  cultura estaba presente en todas las manifestaciones del Imperio, la influencia griega era muy grande como quiera que los autores clásicos como Aristóteles, Platón, Sócrates, y las escuelas antiguas eran materia de estudio de los pensadores romanos.  El mundo griego que conoce Pablo, es un mundo donde la cultura y la libertad religiosa se oponen tácitamente a la concepción monoteísta y absolutista de la sociedad judía, no es de extrañarse que estas ciudades generaran tanta expectativa en Pablo y  a las cuales les escribe sus cartas. La dinámica cultural influirá en las manifestaciones culticas de la Iglesia primitiva y misionera. El poder de los griegos radica en la capacidad de asumir y aceptar nuevas expresiones del conocimiento bajo el argumento de lo novedoso y una doctrina como la expuesta por Pablo sin duda lo es en cuanto a  sus estándares  y creencias (8).  La concepción antropológica griega dista de la romana en algunos aspectos de su Ethos cultural y por ende social. Los griegos aceptaban tácitamente la libertad y la vinculación familiar  de sus esclavos y veían su trabajo como un aporte familiar al punto de originar los primeros educadores del mundo antiguo, el Paidós era un término que traduce niño y su modelo educativo era paidos-céntrico,  la vinculación de los esclavos era clave en el proceso personalizado de la educación en el mundo clásico griego. Pablo ve esta influencia y decide que su ministerio sería enfocado en las culturas clásicas de su entorno. La realidad Paulina afronta dramáticamente la inserción de un solo Dios en el ámbito del politeísmo y su fuerte arraigo en la sique colectiva como quiera que las celebraciones eran cívicas involucrando al grueso de la población (9).

La Justificación era un tema latente para los judíos más no para los griegos y romanos y como derivar su dialéctica a una comprensión intelectiva donde la trascendencia era fundamental y su razón de ser. Una Justificación por la plena aceptación de la Persona de Jesucristo cuya sola presencia doctrinal rompía los esquemas de su entorno (10).

Una concepción de Justificación que los griegos y su Ethos solo conocían desde la dinámica jurídica  y filosófica, desde las posturas del ser humano como  ser intelectivo que comprende la realidad captando su esencia. La Justificación griega  no era concebida como redención sino como exaltación de los valores y cualidades propias del   ser racional y su dominio de su entorno intelectivo. Una Justificación tanto metafísica como ontológica cuyo ejercicio racional estaba anclado en el mundo de lo sensible y por ende perceptible se enfrenta a una Justificación por la Fe en Cristo, en un Resucitado que rompe los esquemas metafísicos y ontológicos de los pensadores de su época (11). La concepción de su Resurrección  supone una supra-valoración de la realidad metafísica del ser y una (ontología determinante que se ha objetivado para superar las connotaciones propias del cuerpo y su materialidad, el Ser del resucitado inaugura una comprensión de la realidad  fuera de estas dos categorías que involucramos en nuestra existencia tanto personal como colectiva (12).  La lógica de nuestros presupuestos mentales se ven superados por la intuición de una realidad que a pesar de ser realidad cómo y en cuanto tal no es fácilmente determinable desde la óptica de los sentidos. Pablo debe aterrizar su comprensión de la Resurrección para llegar a donde antes ningún judío había pensado necesitar llegar (13).

Los griegos en su definición  sobre la realidad de la condición humana emplearon una figura antitética, es decir, enfrentando dos postulados diametralmente opuestos en la intención y contenido,  lo contrario a la SABIDURÍA  es la IGNORANCIA,  desde este punto de vista y análisis entonces el MAL  es tácitamente lo contrario al BIEN aquí tenemos un ejemplo más de un seudo-binomio antitético, al menos categóricamente hablando.  Los paralelismos están por doquier. Pues Pablo relaciona dialécticamente esta realidad perceptible, cuando confronta el modelo  filosófico y religioso con su propuesta de un Dios verdadero y actuante en la conciencia y materialidad de  los seres humanos, a diferencia de los modelos mitológicos griegos (14).  Reflexionando para nosotros, entonces cual puede ser la morfología usada por Pablo en su discurso ante el areópago estableciendo un  seudo-binomio de relaciones y circunstancias entre el DIOS VERDADERO  y el  DIOS DESCONOCIDO, para continuar en la discusión miremos en Texto Sagrado de Tradición:


21. Todos los atenienses y los forasteros que allí residían en ninguna otra cosa pasaban el tiempo sino en decir u oír la última novedad. 22. Pablo, de pie en medio del Areópago, dijo: Atenienses, veo que vosotros sois, por todos los conceptos, los más respetuosos de la divinidad. 23. Pues al pasar y contemplar vuestros monumentos sagrados, he encontrado también un altar en el que estaba grabada esta inscripción: Al Dios desconocido. Pues bien, lo que adoráis sin conocer, eso os vengo yo a anunciar. 24. El Dios que hizo el mundo y todo lo que hay en él, que es Señor del cielo y de la tierra, no habita en santuarios fabricados por manos humanas, 25. Ni es servido por manos humanas, como si de algo estuviera necesitado, el que a todos da la vida, el aliento y todas las cosas. 26. El creó, de un solo principio, todo el linaje humano, para que habitase sobre toda la faz de la tierra fijando los tiempos determinados y los límites del lugar donde habían de habitar, 27. Con el fin de que buscasen la divinidad, para ver si a tientas la buscaban y la hallaban; por más que no se encuentra lejos de cada uno de nosotros; 28. Pues en él vivimos, nos movemos y existimos, como han dicho algunos de vosotros: "Porque somos también de su linaje." 29. Si somos, pues, del linaje de Dios, no debemos pensar que la divinidad sea algo semejante al oro, la plata o la piedra, modelados por el arte y el ingenio humano. 30. Dios, pues, pasando por alto los tiempos de la ignorancia, anuncia ahora a los hombres que todos y en todas partes deben convertirse. Hechos de los Apóstoles capítulo 17 versículos 21-29… (15)



Pablo plantea en esta cuestión el imperio de la Fe por sobre la connotación intelectiva de sus señalamientos, los griegos poseen una mente abierta ante las disquisiciones  y así lo señala el Texto citado, la  construcción intelectiva Paulina se presenta ante el pluri-conformalismo de la mentalidad griega y particularmente ante lo referente de connotación trascendente. El Dios verdadero es una manera de aludir a sus principios y fundamentos tanto sobre la revelación como de la implícita y transversal Justificación, la cual no puede quedar fuera de su conector natural y nos referimos a la Fe (16). Pablo introduce su discurso en referencia directa con el Dios que ellos no conocen porque si bien la teológica natural de los griegos era aventajada para su época la revelación no existía más allá de la reflexión teórico-histórica de sus pensadores. Pablo encuentra una posibilidad de remarcar el origen de su doctrina como Divina  en cuanto a la manifestación profética de las escuelas  de Israel pero tal aseveración era irrelevante para ellos, por esta causa acude a su curiosidad y deseos de la novedad.

El conocimiento intelectivo es también iluminado por la Gracia de Cristo, y tal presencia es posible para quienes le han confesado anteriormente. La actualización de esta Gracia es precisamente la obra misionera de Pablo (17). La Justificación en cuanto a la connotación antropológica del mensaje tiene su razón de ser en las aspiraciones del ser humano y su constante búsqueda de la felicidad y el conocimiento de su experiencia o praxis intelectiva. La Justificación Paulina toca todos los aspectos motivadores de la persona humana y los revalida bajo el concepto de la salvación que para los griegos y aun para los romanos correspondía no a una verdad trascendente sino al reconocimiento social de sus modelos de Eticidad. El MOS-MORIS, (18)  desde la perspectiva de las costumbres  de los individuos afirmaba categóricamente las virtudes que hacían de una persona un héroe en el mundo clásico ya mencionado, para los romanos estar en la memoria de su Imperio era importante y era la unica noción de eternidad posible y para los griegos era algo similar, solo para argumentar esta cuestión acudimos a la figura de Sócrates (oriundo de Atenas 470 al 399 a. C) (19) uno de los grandes griegos, tomó de su propia mano la sentencia de muerte ingiriendo Cicuta, un veneno de origen vegetal, la sentencia advertía que el cargo era corrupción de menores,  dadas las denuncias sobre la situación de su pueblo y el gobernante de turno, Sócrates encarnó el modelo platónico de auténtica ciudadanía y su memoria se recordará precisamente por su impacto en la praxis de las virtudes del ciudadano responsable (20).

El modelo socrático nos permite ver la compleja trama de la civilidad griega y como la trascendencia era una noción unida exclusivamente a la memoria de la sociedad o colectivo que reconocía el aporte de sus hijos y e hijas, lo más parecido ahora es para nosotros la memoria de los héroes nacionales y padres de la Patria, cuyos aportes los situaron en gestas independentistas necesarias para la consolidación de nuestros estados y gobiernos, nadie los recuerda por sus convicciones religiosas o nociones de Dios sino por el plano eminentemente social y político como costumbrista (21). El Mos-Moris entra aquí perfectamente con estas nociones sobre organización de la cosa política y social en el imaginario de la sociedad. La Justificación al ser desambiguada  muestra  sus distintos matices según sea la tendencia de su entorno (22). Pablo compartía tendencias apenas lógicas con los romanos como quiera que parte de su sangre lo era. La connotación de su pensamiento sobre la Justificación  adquiere categorías legales, jurídicas, sociológicas, históricas, religiosas, es todo un Ethos que se inserta dialécticamente en la vida de quienes escuchan el mensaje y deciden abrazar la Fe del “Nuevo Camino” Tal cambio de actitud polariza la  espiritualización de la Justificación porque la inserta en la realidad de su entorno, una concepción de la vida articulada que hace del ciudadano también el creyente por antonomasia del mensaje de Cristo (23).

La concepción historica del mundo permite que sus realidades sean insertas en la mentalidad de los bautizados y no precisamente estamos ante un argumento dualista al mejor  estilo del “maniqueísmo” no es un argumento de dos posturas distintas,  es la inserción total del Evangelio en la condición de los ciudadanos y muchos de ellos futuros bautizados. El Dios desconocido que predicó   Pablo es para los griegos la oportunidad de anidar en un estilo de vida religioso que se nutre de las relaciones redimidas con el otro en el plano social, y de lo sobrenatural en la edificación de un entorno supra- material  superando sus limitaciones y hablando de postulados trascendentes,  (24) Pablo piensa como aquellos hombres que se encontraron con el Resucitado camino a Emaús, en  un encuentro existencial que se produjo luego de su muerte y Resurrección en la Cruz. Pablo sabe que la historia no se detiene sino que bajo el signo de su antropización entra en la memoria histórica del ser humano. Su pensamiento se concretizó en la medida que su Fe aumentaba en  manifestaciones tanto en su sique como en todo el orden de su conciencia. “Creer en Dios no es acto de mera voluntad o volitivo, es también la configuración  del amor como eje relacional en la experiencia humana”. Pablo se entregó a la obra como reflejo de su conciencia informada por la Gracia (25). 

El mundo griego,  y el romano posteriormente fue gobernado por las deidades y la concepción de su presencia en la cotidianidad humana (los griegos en el siglo VIII antes del Señor y los romanos   se afirmaron en la obra de Virgilio la Eneida en el año 200 antes de Cristo)  de la cual eran ellos también manifestación intelectiva, todo nace y muere en la mente del colectivo que revalida su valor en grado superlativo (26), la Justificación en Pablo aborda las realidades del quehacer humano y hace de lo cotidiano campo de acción para la Gracia y la Voluntad salvífica de Dios, Dios es un Dios de vida y proyectos, no una manifestación inmediata de la necesidad puntual de los individuos, esto último es explotado convenientemente en la actualidad por una serie cada vez mayor de comunidades que se llaman cristianas pero en realidad buscan el “dios”  de su expresión psicológica, es decir, una proyección de sus necesidades, temores y angustias. Es una creación intelectiva del ser humano, diría al respecto un gran maestro inglés como fue Guillermo de Ockham (27) (Doctor Invincibilis) franciscano cuyo Nominalismo cristiano le aproximó  al pensamiento Agustiniano, a  este teólogo formidable  se le atribuye esta sentencia: “Creo en el Dios que creó al hombre y no en el dios creado por el hombre  aquí la Justificación toma rumbo decisivo en la memoria histórica del bautizado. Sobre la crisis de conceptos generados en la Iglesia primitiva representada por Pablo encontramos luces en el siglo XIX  y podemos citar en la misma línea al alemán Ludwig Feuerbach (28) filósofo alemán iniciado en el pensamiento kantiano y seguidor inicial de Hegel y del movimiento idealista alemán, como correspondía a su época y a su medio, pronto decidió apartarse para seguir su propia orientación. Mientras Kant limitaba la razón para dar cabida a la Fe, Feuerbach desmitificó tanto la razón como la Fe para dar cabida a su concepto materialista de una “conciencia humana encarnada”, que integraba razón e instintos en una forma de espiritualidad originada en el mismo ser humano. Su “método de crítica transformadora”, (29) invirtió el principio de Hegel de que el individuo era una función de lo absoluto con el concepto de que “el Absoluto es una función del individuo”.

También a diferencia de Hegel que  independizó la religión de la filosofía por considerar como función de la filosofía criticar a la religión y no fundamentarla. Para él la teología no era más que la conciencia religiosa sistematizada, y la religión un simple “sueño de la razón”. Reducía metafísica, teología, y religión al estudio de la conciencia humana encarnada y sus características específicas con los deseos y las pretensiones humanas, porque el centro del pensamiento de Feuerbach era ante todo relacionado al ser humano (30). Su obra no asume una justificación en términos dialécticos frente a la historia sino la absoluta inmersión del ser humano en su realidad material, la misma que edifica sobre el mundo y sus relaciones. Un pensamiento de esta magnitud hace del estado el centro de la vida del ciudadano y el facilitador de todas sus aspiraciones tanto básicas como superiores,  tal argumento hace de la vida una consecuencia de su conciencia material y no deja espacio para una concepción trascendente de la realidad pensada y por ende objetivada, el problema de los materialistas históricos es precisamente no ver más allá de las relaciones del mundo y sus contenidos demostrables. Tal justificación filosófica solo hace del ser humano producto de su biología y de su pensamiento. No es factible suponer aquí un concepto intelectivo distinto. Pablo ve la realidad desde una perspectiva totalmente contraria y no por argumentación antitética, donde el encuentro de los contrarios generan una hipótesis que puede ser ratificada o desmentida (Hipótesis de trabajo o transitoria) Pablo supera estas pobres definiciones para instalarse en la Justificación plena de la condición humana.  Una realidad tanto intelectiva como moral, tanto ética como jurídica,  ya que para afirmar la condición de la Redención humana acude a la Gracia y al Amor de Dios sobre la humanidad (31).

Las expresiones anteriores son fruto de la reflexión Paulina en su entorno somático, en la condición de su criterio sujeto a la Gracia como motor transformador de la realidad que le vinculó  desde  la dinámica de su Fe, aquí la Fe conecta tanto espiritual como históricamente la vida y la obra de la Redención. Aquí la Justificación se viste de humanidad como la Cruz de Amor de Dios. El binomio del ser humano con la Gracia es absolutamente transformador como quiera que la realidad genera por sí misma y bajo la influencia del todo amoroso de Dios la realización del ideal de los bautizados (32).
Kant abre su espectro concienzudo a la Razón y esta expresada también en términos de la Fe, la Fe en Kant nos prepara para su obra sobre la “Razón pura” (33) y la crítica de la misma donde el todo social y su Ethos refleja el influjo de la Fe en la humanidad y su entorno materializado a partir de sus relaciones concretas, la Fe puede verse desde el todo social. Tal aspiración antropiza la creencia a un nivel superlativo. Kant a diferencia de Feuerbach ve en la humanidad un nexo de su concepción de trascendida que el pensamiento no podrá escalar por sí mismo. La realidad material por si misma solo hace del mundo el campo de relaciones vivas y antropizadas pero la trascendencia hace de estas relaciones su verdadera realidad y plenitud. El aporte de Kant  lo definiremos desde la concepción de la presente reflexión en:


La Ética en el pensamiento  Kantiano es la fundamentación de la Moral  a partir de una serie de normas y mandatos que se traducen en formas de vida  de obligatoriedad en su cumplimiento, una sociedad orientada de esta manera genera un Ethos seguro bajo el concepto de su Ética y Moral definidas desde la necesidad de la humanidad… La moral para Kant no se genera en la obligatoriedad sino en la conveniencia de la “Razón práctica”… La ley moral no puede estar sujeta a las condiciones de la persona en su entorno, aquí pretendo citar su máxima sobre moral: “Obra de tal manera que tus acciones sean ejemplo para los que te observan”. Desde esta perspectiva Kant no estaba muy lejos de Pablo (34).


La Justificación en la perspectiva del pensamiento es clara y no coincidente totalmente con el Evangelio y la razón es clara, la connotación del pensamiento busca la redención (argumento equiparable) desde su concepción de la materialidad de la condición del que piensa como del que analiza el carácter de su contenido. La Justificación desambiguada teóricamente genera una relación gastada con las expresiones del pensamiento liberal y sus mutaciones anteriores, tal antropología no puede ser salvada por su negación de la necesidad de ser salvada. La voluntad humana camina hoy bajo los conceptos enunciados libremente que hace de su expresión metafísica una comprensión o mejor aún meta-comprensión de la realidad  objetiva del ser humano (35).  El ir más allá es una constante de los espíritus inquietos necesitados de conocer para amar el fruto de su conocimiento, la expresión Agustiniana resume este enunciado: Señor nos hiciste para Ti y nuestro corazón estará inquieto hasta descansar en Ti” (36).

 Hegel, Georg Friedrich Wilhelm (37). La Fe ocupará un renglón importante en su obra, citando repetidas veces a Lutero pero dándole esperanza su pensamiento en un medio contrario como podría suponerse de la discusión filosófica, Hegel ve en la Teología de la Fe la posibilidad de superar los iniciales presupuestos de su contenido trascendente para justificarla en el medio intelectivo del ser humano. El Yo como Sujeto –Objeto, es el consiente de la relación con la trascendencia y solo él puede conocer por estar seguro de su existencia, desarrolla una conciencia plena de la realidad analítica por parte del creyente, el argumento de su objetividad es el mismo que se inaugura en el ser consciente de su existencia, superando así los rezagos de las teorías materialistas de su época. Si miramos a Hegel en la dinámica de lo intelectivo veremos con claridad que nos acerca a la definición de la conciencia sobre un todo cuya expresión trascendente es Dios sin suponer una especie  de dialéctica panteísta como podría sonar la afirmación anterior. El pensamiento de Kant y Descartes causaron impacto en Hegel, la duda como argumento concreto del pensamiento para enfrentar la realidad es seguida por la teoría tanto Practica como Pura de la razón de Kant (38). La Fe  la determinamos en un ejercicio  temporal de nuestras convicciones de índole espiritual. No nos quedamos solo en la vocación antropológica de la humanidad sino en la trascendencia de los valores y modelos que superan con creces cualquier otra aseveración (39).

La cuestión de la Justificación no es nueva en la discusión filosófica e incluso determinó patrones de comportamiento para amoldarse a su realidad cómo y en cuanto tal. La Justificación determinada en el medio histórico es muy distinta a la argumentada por Pablo para el mundo cristiano pero ambas como nos hemos dado cuenta buscan por analogías paralelas lo mismo, la exaltación del ser humano y sus capacidades y cualidades, desde luego que el planteamiento Paulino supera estas expectativas para instalarse en la vida eterna, los imaginarios que se generan en una y otra postura son apenas naturales pero el ejercicio de la Fe nos saca de esta especie de filantropía tacita para determinar en nosotros la sublimación de nuestra convicción espiritual. Pablo conoce esta forma de encontrar justificación a los ojos del mundo, Pablo tiene claro que las relaciones con nuestro entorno deben ser sanadas y liberadas de las taras espirituales que las aquejan. Los griegos en su cosmovisión eran justificados por acciones antropizadas  y no por concepción alguna de trascendencia más allá de la concedida por la historia y cultura de su Ethos (40). El bautizado debe tener presente que la generosidad es solo un “mojón” que indica el crecimiento espiritual del bautizado pero no la meta de toda expresión de Fe. El materialismo también puede sublimar acciones buenas pero las despoja de su necesaria trascendencia por considerarlas solo fruto de la conciencia humana (41).

La Gracia cuando entra en la historia de la humanidad le asegura relaciones con vocación a la santidad y no simplemente una “toma de conciencia” sobre el Ethos social y cultural de su entorno ya que este no es la meta sino el transcurso de una existencia informada por la Gracia en todas sus relaciones. La configuración de la sociedad reclama de los bautizados una propuesta de vida que se “justifique” en el amor como motor de todas sus aspiraciones y obras buenas. El amor libera pero solo cuando procede de Dios y alimenta la expresión humana de ese amor (42). Amar  el desquerer de un mundo metalizado en sus estructuras sociales y culturales, amar implica retornar a los orígenes mismos de la especie  en cuanto a  las motivaciones y objetivaciones de nuestra existencia. Los héroes griegos y romanos que conoció el bueno de Pablo, son solo el recuento histórico de las buenas acciones de las que la persona humana es capaz por derecho natural (43).  La cultura actual nos está presentando una serie de conceptos antropizados de Justificación que podemos seguir hasta los paradigmas culturales, en el cine, la tv, el arte, la música, y todas estas expresiones de humanidad pero que como referentes o modelos estructurales  exitosos dejan mucho que desear.

El espectáculo fabrica “estrellas” (44) de publicidad henchidas de vanagloria y amor propio que no resisten la fama y terminan quitándose la vida, son muchos los casos y no vale la pena citar uno en particular. Es lamentable tal situación de poca o nada trascendencia de los valores y su axiología, el devenir de las personas transcurre en estos escenarios dejando poco a la meditación y sublimación de los ideales del ser persona humana redimida. Pablo en su argumentación también ve estas mismas situaciones  y las considera el primer obstáculo para la Justificación, teniendo muy presente que Dios en su oferta salvífica respeta la condición de la persona humana (45). 

El problema antropológico está presente en toda esta discusión sobre la Justificación,  y en ella la Gracia interviene haciendo de su accionar expresión perfecta de la Trinidad Económica,  (46) una relación con el Dios revelado que se manifiesta en esta problemática donde precisamente debe hacer pie la voluntad humana de aceptar la gratuidad del Amor de Dios. Todo lo contrario es el pecado en sus más complejas estructuras que no buscan  liberar sino encadenar y degradar restando humanidad al imperio de la Gracia. Es pues una realidad problematizada la que nosotros como bautizados debemos abordar desde la perspectiva del Amor de Dios y su perenne actualidad (47). Pablo centra totalmente la Justificación en la Persona Adorable del Señor, pone de relieve el papel fundamental del Dios Encarnado en tal condición definitiva de la humanidad, rompe así con los esquemas de su época al centrar todo en el Dios revelado y salir de la concepción de una Justificación meritoria de la condición humana y sus obras sin que con ello las obras no sean preponderantes como expresión de la Justificación (48).


Pablo  no solo está ante el Dios de las promesas sino ante quien con su poder y veracidad puede cumplirlas y hacer que todo llegue existencial y esencialmente hablando a su perfecto término. Un término que solo puede implicar desde la perspectiva de la Justificación al encuentro definitivo para cada bautizado. La raíz de su manifestación es el Amor de Dios y su coherencia en la promesa, una acción de tal naturaleza que solo pudo ser totalizante con la redención y de la manera misteriosa como  fue llevada a cabo. Pablo está ante un misterio que gobernará su vida y ministerio, la posibilidad segura de ser Deificado como consecuencia inmediata de la Justificación en su dinámica escatológica (49).

 Aquí la historia particulariza cada vida por medio de la presencia de la Gracia logrando así fundamentar  una respuesta de nuestra parte y una segura manifestación de Dios en cada historia de salvación… La realidad redimida abarca todo  el accionar humano sin dejar fuera algún momento en particular, aun en el pecado Dios nos muestra su Amor generoso al darnos la oportunidad de volver a comenzar en nuestra relación con Él

Las acciones ya están bajo el influjo de la Gracia y por ende la perfección es una necesidad derivada de la intervención amorosa de Dios en cada uno de los bautizados. Supeditar la salvación a la vida eclesial no es un disparate en el presente, es consecuencia del papel fundamental de la universalidad de la Iglesia en el plan salvífico de Dios. En este punto de nuestra Justificación no hablamos de un discurso doctrinal absolutista sino de una expresión de lo que puede y debe llegar a ser nuestra propia  metafísica  redimida y su transformación ontológica. La disposición total de nuestra condición camina de la mano con la manifestación del Dios Encarnado, aquí se concretiza la posibilidad total vista por Pablo desde la perspectiva de la Justificación de los creyentes en el santo Bautismo. Desde la concepción renovada de nuestro ser identitativo el Pacto Bautismal es la materialización de esta Alianza definitiva… El precio de la Sangre Santísima del Señor  es la letra en el contrato definitivo de la especie humana  y la creación (50). Somos soberanos de todo aquello que hemos recibido de Dios y su Amor misericordioso.

El que confía está dispuesto siempre a obedecer, es una sentencia relacionada con la condición salvífica de la Cruz, la unidad perfecta con el amoroso Señor Resucitado implica para el bautizado la plena certeza de sus consecuencias particularmente de ser amados por Cristo en la totalidad de la expresión idiomática de nuestra mente y corazón.  Sin obediencia es imposible tal Señorío de Cristo en nuestras  vidas. La Fe de los bautizados y su proceder establecen un binomio efectivo y eficiente que excluye cualquier otra necesidad (51). No es factible hablar de las obras sin ser ellas producto de la Fe,  de lo contrario sería una simple expresión sin mérito alguno más que el agradecimiento de la persona que se beneficia de tales acciones. La Justificación es producto del Amor de Dios en su Hijo Adorado, no hay posibilidad de ser fruto de nuestra condición (52).

Pablo centra la Justificación como decíamos antes en Cristo y de esta manera toma forma el Amor incondicional de Dios en nuestra percepción de esta realidad salvífica.  Tal condición es propia de la obra de Dios y no queda supeditada a perfección alguna de nuestra parte, recordemos que la perdida de los dones “preternaturales” (53) hirió poderosamente nuestra vida sobrenatural al punto de introducir la muerte y degenerar cualquier concepción de vida y Gracia. La Justificación inicia como proceso de Deificación en la existencia terrenal del ser humano pero trasciende al ser liberada de tal condición, el acontecer histórico es real como lo es el proceder de nuestras acciones y su emparentada relación con la conciencia y sique. La sofisticación de nuestras vidas en el presente es solo expresión de la capacidad intelectual de la especie humana, tal capacidad no queda lejos de la Gracia como materialización de la trascendencia aun en estas acciones del mundo presente. La antropización es concretamente el proceder de nuestra especie (54). La trascendencia unida a la Justificación no es un paradigma creado a partir de una connotación de Fe,  es la cristalización de la vocación del bautizado en el ámbito de la praxis absoluta de su Fe en la vida y sus relaciones santificadas por la Gracia. De no corresponder de esta manera estaríamos en la dirección de la justificación de la cultura clásica  (55).

El fundamento de nuestra Justificación  es predicado inicialmente por los apóstoles y luego es parte vital del encargo de Cristo a su Iglesia, es pues misión y razón de ser de la vida congregacional de toda iglesia particular como expresión totalizante de la universalidad salvífica. Es   encargo del Señor perentorio en la vida eclesial, el Evangelio es fuente y termino de toda praxis que denote  Justificación. Estamos motivados a creer en el Hijo como nuestro Señor y Salvador, es un mandato que asegura que el Kerigma (56) como expresión de nuestra Fe y su confesión tenga todo sentido en nosotros y en la vida de la Madre de los bautizados, miremos el  Texto Sagrado de Tradición:


8. Entonces, ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra: en tu boca y en tu corazón, es decir, la palabra de la Fe que nosotros proclamamos. 9. Porque, si confiesas con tu boca que Jesús es Señor y crees en tu corazón que Dios le resucitó de entre los muertos, serás salvo. 10. Pues con el corazón se cree para conseguir la justicia, y con la boca se confiesa para conseguir la salvación. 11. Porque dice la Escritura: Todo el que crea en él no será confundido. 12. Que no hay distinción entre judío y griego, pues uno mismo es el Señor de todos, rico para todos los que le invocan. 13. Pues todo el que invoque el nombre del Señor se salvará. 14. Pero ¿cómo invocarán a aquel en quien no han creído? ¿Cómo creerán en aquel a quien no han oído? Cómo oirán sin que se les predique (Romanos capítulo 10 versículos 8-14).  (57).



Pablo establece relación entre el corazón y su motor emotivo que es fundamento de esta sintonía   salvífica. El concepto de tamaña justicia  emana de la interiorización de los presupuestos de la Fe que ejerce su atracción sobre el don inmerecido de la Justificación. A un lado quedó el concepto jurídico judío de lo que es justo y de sus practicantes los justos. Pablo ve con agudeza intelectiva que el Amor pasa a ser el sustento de la Justificación que predica y por la cual Cristo derramó su Santísima Sangre en la Cruz. La connotación de estos momentos no posee parangón alguno en las culturas tanto romanas como griegas y judía (58). La Unicidad del Salvador es producto de la coherencia con la que el propio apóstol afronta el valor salvífico de su Fe y relación trascendente con el Cristo de la Resurrección. El mito quedó a un lado y ahora reina la absoluta certeza del acontecimiento histórico, por demás, de nuestra salvación. La misión para dar a conocer su Evangelio es lo que sigue al personal reconocimiento del Salvador en nuestras vidas, los bienes se comunican dado su carácter universal… La Justificación que rompe con los  esquemas culturales  se explaya en la mentalidad de los bautizados, se privilegia la condición redimida y se le concede toda relevancia en todo tipo de relaciones y sus escenarios como tal. El invocar el Nombre del Señor es una confesión transitoria de nuestra Fe y decimos en tránsito a su total y absoluta afirmación en el coherente proyecto de vida de los bautizados (59). Pablo tiene muy presente que la manera de afirmar las enseñanzas es creando necesidad de ellas en la conciencia de los bautizados, es decir, fundamentar la praxis de la Fe de los cristianos en todo lo relacionado con las expresiones de esa Fe.

El amor es una vez más el conector de realidades con el Dios amoroso que bajo la dinámica de la Justificación establece relaciones eternas con los bautizados. Intelectivamente hablando la Fe es una y unica como expresión de la conciencia de los creyentes, aquí la unicidad intelectiva es la que forjará la doctrina que todos conocemos y vivimos.  Pablo no se escapa de ello, su pensamiento abarca no solo expresiones de su misticismo o revelación Divina sino y sobre todo de componentes culturales en los que fue formado, recordemos su vinculación familiar con la cultura romana. Todo tipo de expresiones culturales llegaron a su vida, no olvidemos que Roma tenía más de 30 baños y bibliotecas públicas y en estos lugares se reunía la gente a discutir temas de toda índole, (60) dando cobertura a una población de no más de 500 mil personas lo que supera con creces nuestra sociedad actual donde las bibliotecas se convirtieron en expendios de libros a precios altos. La realidad que percibe Pablo no deja nada al azar de los tiempos  de su época, Pablo esquematiza una problemática y derrama sobre sus conceptos toda la esperanza que brinda la Gracia y por ende la Justificación (61).

En cuanto a la dinámica intelectiva y su carácter aplicado a la Justificación es bueno  consultar su postura en la Carta a los Filipenses (capitulo 4 versículo 8).


Por lo demás, hermanos, todo cuanto hay de verdadero, de noble, de justo, de puro, de amable, de honorable, todo cuanto sea virtud y cosa digna de elogio, todo eso tenedlo en cuenta (62).  

           

La invitación de Pablo podría tomarnos desprevenidamente pensando solo en las acciones de un complicado Ethos cultural y una exacerbación de la moral cristiana en nuestro presente, nada más alejado de la realidad y particularmente cuando nosotros vemos que los fundamentos de la aseveración Paulina están totalmente enfocados a la consecuencia de una relación de índole salvífica que se estructura en la sique y comportamiento de los bautizados, la utilidad de los recursos de los que disponemos son un  plus para nuestra vida espiritual. Tal dinámica permite que el sentido común se apodere de nuestros  procederes desarrollando de esta manera una Eticidad que rompa los esquemas de un entorno en des-gracia como ausencia misma de la Justificación.  La pérdida de la Gracia en términos antropológicos traza una ruta de des-humanización de la idea central de la Justificación produciendo en el presente cristianos que creen que sus obras y filantropía son suficientes ante el Dios de la vida. La Justificación supera cualquier tipo de consideración de humanidad por humanidad, la Justificación es el generoso don salvífico  de  Dios materializado en su Adorado Hijo (63). La lógica de su llamado supera cualquier tipo de modelo impreso por la conciencia de la humanidad frente al otro y su realidad. Aquí la Justificación es por demás un principio tanto personal como comunitario que se explicita en la vida y obra de la Iglesia como Madre de los bautizados. No es factible suponer que las obras por ser obras y definidas según la moralidad sean suficiente para lograr  la consecuencia salvífica. No se trata de una elaborada casuística  que defina lo que el bautizado puede o no hacer para acrecentar su Justificación y este principio reza para la humanidad en general (64).

La Salvación es una gratuidad de Dios pero para que su Voluntad salvífica tome forma en cada uno de nosotros necesita lo que es apenas natural nuestra cooperación. Lo noble y justo nos obliga tanto afectiva como emotivamente a responder a la Voluntad de Dios y su grande deseo de justificarnos por amor y no por mérito alguno. Nadie puede pagar por su salvación  pero si puede amar para hacerse digno de recibirla al menos en categorías que Dios tolera en nosotros.  La gratuidad es solo posible de Dios hacia Dios mismo. No podemos afirmar que somos tan santos y buenos que la salvación  debe llegar sobre el fundamento de estos nuestros méritos (65). La visión que introduce Pablo sobre la Justificación se transpone al discurso sobre el mérito en el mundo griego y latino. Aquí la virtud no reposa en las cualidades de la persona humana sino en la Gracia potenciadora de esta expresión de nuestra racionalidad. La virtud vista desde la perspectiva dialéctica es apenas un ejercicio natural de actitudes y aptitudes que el ser humano emplea en su cotidianidad y con las cuales construye sus comunidades y en general sociedades (66).

El modelo descrito por Pablo  se enfrenta a cambios relativamente profundos cuando de enfocarse en la convivencia se trata, Pablo hace derivar la Gracia a todos los escenarios  por los que se mueve el creyente.  Tal afirmación nos permite ubicar la Gracia en la fundamentación tanto del Acto Humano como de las consecuencias que este genera en la persona y su intencionalidad. Se trata de un vivir renovados por los méritos eternos de Cristo y no los nuestros (67). La mitología griega y posteriormente la latina,  plantea para su unicidad la tesis de la injerencia de los dioses en la vida y cotidianidad de los mortales, pero el mérito traducido en Justificación de  estos personajes dista totalmente de una Justificación en ellos mismos ya que la creación es eterna en su visión y por ende ellos solo intervienen en lo creado  y su pre-existencia  (68)…  Recordemos que Zeus es padre de semi-dioses, Perseo, Hera, Heracles (Hércules)  es decir, de aquellos engendrados engañando a sus madres al asumir la forma y figura de sus esposos, es solo una falacia para asumir que ciertas virtudes y cualidades físicas en el ser humano  son consecuencia de esta presencia sobrenatural originaria (69). Recordemos la explicación de la presencia de los gigantes en algunos Textos del (A.T). Aquí la Justificación es completamente natural y expresada en la formulación de una tesis de origen natural, miremos el Texto Sagrado de Tradición:


Vieron los hijos de Dios que las hijas de los hombres les venían bien, y tomaron por mujeres a las que preferían de entre todas ellas. (Génesis capítulo 6 versículo 2)  “Los nefilim existían en la tierra por aquel entonces (y también después), cuando los hijos de Dios se unían a las hijas de los hombres y ellas les daban hijos: estos fueron los héroes de la antigüedad, hombres famosos”  versículo 4.   Dijo, pues, Dios a Noé: He decidido acabar con toda carne, porque la tierra está llena de violencias por culpa de ellos. Por eso, he aquí que voy a exterminarlos de la tierra Versículo 13. (70).


Hemos visto también gigantes, hijos de Anaq, de la raza de los gigantes. Nosotros nos teníamos ante ellos como saltamontes, y eso mismo les parecíamos a ellos (Números capítulo 13 versículo 33). (71).



La argumentación de valores nos lleva  a una propuesta axiológica distinta con un origen de índole mítico, los gigantes bien podrían representar todo aquello que creciendo genera crisis en la sociedad y una respuesta radical para enfrentar su impacto. En el contexto de tales personajes era común la recreación y exageración de todo cuanto puede significar cambio o degeneramiento de las bases del colectivo social y su interpretación  del mundo y entorno  o medio relacional.  En el argumento de su existencia podremos ver más que la concreción tiempo espacial de una realidad bíblica la suposición de otra encriptada, no olvidemos que en la hermenéutica bíblica  y su interpretación el mensaje muchas veces parece obvio pero en realidad dista de la interpretación a priori (72). Lo más probable es que tal texto sea un fósil que tiene por función recordarnos que las Sagradas Escrituras nacieron en el ámbito de la influencia cultural de otras naciones solo para asumir este relato como parte de tradiciones sueltas en el mundo mesopotámico (73).

Desde la perspectiva Psicológica  la proyección del inconsciente anida en la praxis de formas de proceder incoherentes o contrarias al Ethos vivido en el mundo judío y quienes obran así son distintos en su concepción de  humanidad. Los gigantes son parte del  Sentido Común de las Sagradas Escrituras y su composición multi-cultural en cuanto a su ubicación y momento nos dice claramente que la intencionalidad no es la de justificar actitudes sino la de asumir un rol contrario a lo expuesto por estas imágenes que chocan con cualquier identidad escrituristica posible (74).   En cuanto a estos relatos del (A.T) nos fijamos en Noé hombre temeroso de Dios que vive en un mundo contrario a la manifestación de esta Fe con una serie de vehículos vivenciales que pervierten  los valores y la estructura moral de la sociedad, pues tales afirmaciones hacen de los gigantes como de los demás,  expresión del orden alterado e inclinado a seguir los propios apetitos.  En el esquema sugerido de su inclusión en el relato es muy probable que su inclusión signifique el orden moral pervertido y alterado por un fenómeno social y cultural con rasgos Identitativos antropomórficos como es el caso de este relato de los gigantes y las hijas de los hombres  (75). El Sentido que asume su presencia es claramente parte de la pedagogía en la revelación y como el creyente puede dar identidad al problema y su condición fenomenológica importante las situaciones de su vida y confrontarlas  con las acciones vividas. En cuanto a la Justificación esta no depende de valores y contenidos como los manifestados en los relatos anteriores y no puede existir una Justificación independiente de la obra y misión de los bautizados.

La potencia de la Justificación era en orden al advenimiento del Mesías lo que implicaba la manifestación  de los distintos estadios de la revelación y que conocemos según la antigüedad de los Textos inspirados. La Justificación en este periodo de la historia de Israel era una expresión gradual de la relación que establecieron con el Dios vivo. Miremos por unos momentos a Abraham y su creencia ambigua de la existencia de un único Dios Todopoderoso y decimos ambigua puesto que en esta época suponían que Yahveh era el Dios más poderoso lo que implicaba la creencia en la existencia de otros  dioses  según las tradiciones de sus vecinos. Aquí se está asomando el monoteísmo pero tal pedagogía tomará tiempo en ser concretada  en la visión cultica del pueblo, un Dios personal frente a otras expresiones de fe comunes en su entorno (76).


Triada semita.
Triada sumeria.
Triada egipcia.
Sin
An
Shu
Ishtar
Enlil
Geb
Shamash
Enki
Nut


(77).


Las tradiciones de estos pueblos son  anteriores a la historia de esta nación de origen semita, pero sin perder de vista que las raíces son multi y pluri culturales aun con los pueblos árabes que están emparentados. La historia de Israel es testimonio de su capacidad de absorción de los modelos y Ethos antiguos (78). Pues en orden a la capacidad descrita en su historia encontramos los medios por los cuales este proceso se puso de manifiesto, debemos tener en cuenta el comercio, las guerras, ocupaciones, y los vínculos familiares creados con estos pueblos. No es posible suponer que su inculturación no se vio influenciada por estas realidades de su entorno social y cultural. Aun Israel con todo el contenido de su historia no generó para si un Ethos propio independiente de las dialécticas de  sus vecinos.

Abraham es figura de un principio de Justificación que llega por la Fe y su praxis aun en las condiciones que se generaban por la presencia y concepción de relatos de otros dioses o deidades. Basta con añadir que la cosmovisión  religiosa de la cultura sumeria  y la egipcia es anterior a cualquier principio judío de identidad nacional o siquiera cultica (79). Estas culturas  admitían la presencia de las deidades en el medio antropológico y de hecho muchos de sus atributos eran referidos a la experiencia humana, tales como la fertilidad, el valor, la sabiduría, el poder, solo citando algunas expresiones antropizadas de su realidad cultica. Aquí la Justificación era por imitación de estas cualidades que sus ídolos exaltaban bajo la dialéctica de la recreación mitológica. Suponemos desde tal perspectiva que el avance de los conceptos clave de la identidad de estos pueblos estaba fuertemente ligados a la concepción mítica de sus deidades y cualidades generando un Ethos mítico conceptuado en las historias de sus héroes (80).

El poder estaba ligado al culto y su dominio generaba una casta especial de personas y personajes, es un patrón sociológico que permanece aún en el medio religioso y político de nuestras naciones. Citaré un ejemplo actual de este fenómeno tan antiguo como la humanidad:


Durante la conquista del nuevo mundo los españoles llegaron cargados de enfermedades asimiladas por su sistema inmunológico y al entrar en contacto con las tribus o pobladores indígenas las  exterminaron, los nativos americanos eran una población “virgen” en cuanto a gripes, viruela, enfermedades del sistema inmunológico, dado su aislamiento o ningún contacto con los europeos. Acto seguido vino el saqueo formidable de sus riquezas en oro y otros recursos naturales, se estima que los españoles robaron cerca de 73 toneladas de oro.  Como el robo era moralmente reprochable entonces acudieron a lo que estamos planteando creando Ethos míticos suponiendo que estos ídolos eran abominables entonces los fundieron en figuras sagradas para tributarlo a Dios. Este tipo de Justificación es contraria a todo principio moral cristiano (81)

El Ethos fue tan bien trabajado que reemplazó muchas de las creencias primitivas por el cristianismo, revelando un Dios “tirano y amante del castigo” o lo que es lo mismo la Cruz y la espada…  nada más alejado de la misma verdad evangelica (82). Esta fundamentación de conciencia en los saqueadores fue reforzada siglos después por sendos monumentos en las plazas de la mayoría de las naciones americanas. La verdad más allá del cruce de las culturas es la pérdida paulatina de vida social y cultural de una civilización débil ante una fuerte y con vocación de saqueo.

La lógica de la reflexión nos orienta en la consecución de argumentos de tipo social y cultural para abordar la Justificación en el presente donde el devenir religioso perdió toda su injerencia en el Ethos de  civilizaciones enteras. 

La dificultad idiomática de los españoles y portugueses asimiló las vertientes cosmogónicas de estos pueblos nativos. Señalando la perversión de sus cultos y visiones de lo sobrenatural. Desde esta perspectiva no hay Justificación alguna que no choque contra el muro de la realidad impuesta por la cultura invasora. La connotación de esta Justificación tiene por objeto el exterminio tanto de la persona en su realidad física como moral e ideológica. Tal proceder es ausencia total de auténticos principios evangélicos y se observa todavía cuando las armas empleadas son el poder económico y el manejo de los medios masivos de comunicación, de cómo su empleo genera méritos y justificaciones a los peores delitos contra la estructura de la sociedad actual (83).

                                                                                                                                
La realidad que percibimos desde los distintos campos en los que podemos encontrar una perspectiva antropizada de la Justificación implica para nosotros la re-lectura de estos principios que definen la concepción del mundo y su entorno. Pablo conoce las consecuencias de un sistema de Justificación basado en la praxis de valores del estado  como sistema de gobierno e injerencia en el todo cultural (84). En su misión por el  mundo griego y hablamos de Corinto encontró el culto público a Afrodita  que en dicha ciudad se desarrollaba en medio de la prostitución que se consideraba sagrada. Recordemos que la expresión cultica de esta deidad no era de la misma manera en otras ciudades pero por el hecho de ser público afectaba poderosamente la mentalidad de los neo-cristianos que se veían abocados a participar en dichas actividades (85).

No desconoce Pablo las implicancias de índole moral y teológica de tales acciones en la construcción del paradigma cristiano y su axiología enunciada por ende en la vivencia de la orientación del bautizado. La pérdida de identidad podía fácilmente generar un marcado sincretismo frente a la praxis de la Fe en los cristianos (86). El riesgo que reconoce Pablo es ambiguo en la concepción  religiosa de su entorno. Ser cristiano era reaccionar contra todo aquello contrario a las buenas costumbres y prácticas que involucraban la dignidad de las personas y la dialéctica del cuerpo como imagen del Dios vivo… Aquí la Justificación asume un patrón idiomático distinto a lo anunciado en la comunidad romana. Es de índole ritualista y no centrada en la expresión de la dignidad humana sino en la manera como cree el bautizado con sus acciones ofende a Dios, son rezagos de la costumbre de pureza judía (87). La Justificación  asumida por Pablo supera estos modelos ante-cristianos y sobre todo aporta la necesidad de establecer una relación  personal con el Dios amoroso (88).

 Los cultos públicos o cívicos eran un refuerzo de la vida social y política de estas ciudades como Corinto y otras tantas. En Roma por ejemplo sucedía algo similar con el “Coliseo” y los espectáculos que allí se ofrecían. Fieras salvajes, animales exóticos traídos de distintas latitudes, esclavos, luchadores, guerreros, que se trenzaban en batallas emulando  las conquistas romanas, (89) son una prueba de la manera como el imaginario colectivo puede ser modificado contundentemente para generar respuestas en las multitudes sin importar las consecuencias de tales comportamientos dándole al estado la oportunidad de legislar  sobre la cosa cultural y sus implicancias para el individuo inmerso en tal sistema. La Justificación tomada de la praxis de valores  cuya centralidad es la fuerza masculina y pericia para la lucha solo puede engendrar ciudadanos violentos y amantes de la violencia como medio para la consecución  de sus prioridades. El ejemplo de nuestros gobernantes y su descarada corrupción solo puede alentar modelos similares entre los jóvenes y amplios sectores de la población. No es extraño ver que los jóvenes buscan salidas inmediatas a sus necesidades porque el modelo  referencial apunta en esa dirección (90).

La convicción cuando define rutas de aproximación al modelo de Justificación presente en lo descrito anteriormente solo necesita de un medio laicista para renunciar a los valores fruto del Evangelio,  el presente escenario es paupérrimo tratándose de elementos y constitutivos heroicos, hoy solo la palabra sacrificio genera ambigüedad en las personas y también mucho temor de vivir en la dirección de lo que puede representar entregar la vida a ideales heroicos que no son bien vistos por el entorno materializado y materialista de la sociedad, la cultura  construida sobre la necesidad creciente de lo material solo idealiza una falsa sensación de bienestar particularmente en celebraciones públicas como la Navidad  donde las personas vuelcan todas sus emociones  en la consecución de un principio de felicidad inherente al tener y disfrutar lo tenido,  creando con ello unos estándares de valores que no resisten el verdadero paso de la celebración espiritual y teológica de la Iglesia (91). No se trata de momentos que puedan dar una falsa sensación de Justificación sino de la construcción de auténticas estructuras de vida sobrenatural en las personas con vocación a la trascendencia… (92) La exigencia del entorno familiar es agobiante en muchas situaciones vividas pero la familia es el escenario ideal para hablar de Justificación como quiera que el amor que la mantiene unida es el mismo por el que sus integrantes construyen  un porvenir…  La Justificación por amor nos asemeja a la Voluntad salvífica de Dios (93).



BIBLIOGRAFIA/ ARTÍCULOS/ NOTAS PERSONALES/ INSUMOS.



3-      Nota del autor.
4-      Nota del autor.
5-      Este término, derivado de la palabra latina casus, significa en primer lugar la aplicación de unos conocimientos o normas generales a unos fenómenos o casos particulares, a menudo con la intención pedagógica de ofrecer una ayuda para una decisión responsable en casos análogos de conflicto. www.mercaba.org/VocTEO/C/casuistica.htm. www.mercaba.org/DicTM/TM_sistemas_morales.htm.
6-      Nota del autor.
7-      Nota del autor.
8-      Nota del autor.
9-      Nota del autor.
10-  Nota del autor.
11-  Nota del autor.
12-  Nota del autor.
13-  Nota del autor.
14-  Nota del autor.
16-  Nota del autor.
17-  Nota del autor.
18-  Nota del autor.
20-  Nota del autor.
21-  Nota del autor.
22-  Nota del autor.
23-  Nota del autor.
24-  Nota del autor.
25-  Nota del autor.
26-  Nota del autor.
27-  www.mercaba.org/Rialp/O/ockham_guillermo_de.htm. Datos biográficos. Escritos. Filósofo y teólogo franciscano inglés, máximo representante de un radical nominalismo; n. al Sur de Londres, en una localidad llamada Ockham, tal vez en 1280, aunque otros opinan que entre 1295 y 1300. La fecha de su muerte también es incierta; posiblemente acaece hacia 1349, a partir de cuya fecha ya no se sabe nada de él,  1350. Se le suele llamar Venerabilis Inceptor, apodo tal vez debido o bien a que solamente tuvo el título de bachiller o bien a que, reuniendo los requisitos para el magisterio, nunca lo ejerció, posiblemente por lo discutido de sus doctrinas. En cuanto a estudios, siguió los normales de su época, quedando la duda de quiénes fueran sus maestros efectivos; probablemente pueda contarse entre ellos a Duns Escoto. En Oxford manifestó una peculiar personalidad, que atrajo los primeros intentos de condena como herético por el canciller de la Universidad oxoniense, J. Lutterrell. Éste, no cejando en su esfuerzo por condenar a O., acudió a Aviñón, al papa Juan XXII, en 1323. Al año siguiente, es llamado 0. a la corte pontificia y se nombra un tribunal que habría de juzgar la ortodoxia o heterodoxia de su pensamiento.
28-  sitiocero.net/2013/02/Feuerbach-y-como-el-hombre-creo-a-dios/ Ludwig Feuerbach. Filósofo alemán, materialista y ateo. Fue profesor auxiliar en la Universidad de Erlangen. Le expulsaron de la enseñanza por haber publicado el libro anónimo «Pensamientos acerca de la muerte y de la inmortalidad» (1830). Pasó en el campo los últimos años de su existencia. Feuerbach no comprendió la revolución de 1848, ni aceptó el marxismo pese a que al final de su vida ingresó en el Partido Socialdemócrata. En el decurso de su lucha contra la religión, Feuerbach recorrió un camino que va de las ideas de los jóvenes hegelianos al materialismo.
30-  Nota del autor.
31-  Nota del autor.
32-  Nota del autor.
33-  www.mercaba.org/Filosofia/Kant/kant_immanuel_05.htm. WILLIAM TURNER
Transcrito por Rick McCarthy
Traducido por el P. José Octavio Lara
Parroquia Nuestro Señor de los Cristales
34-  Nota del autor.
35-  Nota del autor.
36-  Nota del autor.
37-  Hegel nació en Stuttgart el 24 agosto 1770 y m. en. Berlín el 14 nov. 1831/ www.mercaba.org/Filosofia/Hegel/01.htm. Hegel nació en Stuttgart el 24 agosto 1770 y m. en. Berlín el 14 nov. 1831. Realizados los primeros estudios en el «gimnasio» de su ciudad natal, en 1788 ingresó en el Seminario teológico de Tubinga, donde permaneció hasta 1793: es el periodo de la primera elaboración de su pensamiento, en el estudio comparado de la civilización greco-romana y de la religión revelada (judaísmo y cristianismo), y de la amistad con Hölderlin y Schilling, cuya influencia experimentó profundamente. No se puede dudar, según resulta de investigaciones recientes (R. Schneider, E. Benz, Hegel O. Burgen), de que la estancia en Tubinga puso a Hegel en contacto con la célebre escuela suaba de la Theologia vitae, con la que el Pietismo había intentado renovar interiormente la conciencia religiosa enfriada por las controversias confesionales: de las doctrinas de J. A. Bengel, P. M. Hahn y especialmente de F. C. Oetinger y sus discípulos, recibieron Hölderlin, Schilling y Hegel aquel entusiasmo épico y lírico por la Idea como plenitud de vida y órgano supremo de la verdad que sostiene desde lo íntimo la obra de Hegel y la libera de las infinitas complicaciones y divagaciones que dividen y atormentan a los críticos. De 1793 a 1796 se encuentra en Berna como profesor particular, y con la misma ocupación marcha a Fráncfort (1797-1800). Su primera actividad académica tiene lugar en Jena de 1801 a 1807, periodo de maduración de su filosofía y de un progresivo distanciamiento del naturalismo de Schilling: en este tiempo funda, juntamente con Schilling, el «Kritisches Journal der Philosophie», en el que publica sus primeros ensayos de crítica filosófica. Tras el breve paréntesis de Bamberg (1807-08) corno redactor de Bamberg Zeitung, en 1809 es nombrado director del Nürenberger Gymnasium; en 1816 logra la cátedra de filosofía de la Univ. de Heidelberg, y finalmente en 1818 consigue la anhelada cátedra de filosofía de la Univ. de Berlín, de la que es rector en 1829-30. Su rápida muerte fue causada por epidemia de cólera.
38-  Nota del autor.
39-  Nota del autor.
40-  Nota del autor.
41-  Nota del autor.
42-  Nota del autor.
43-  Nota del autor.
44-  Nota del autor.
45-  Nota del autor.
46-  Nota del autor.
47-  Nota del autor.
48-  Nota del autor.
49-  Nota del autor.
50-  Nota del autor.
51-  Nota del autor.
52-  Nota del autor.
53-  Nota del autor.
54-  Nota del autor.
55-  Nota del autor.
56-  Nota del autor.
57-  https://www.bibliacatolica.com.br › La Biblia de Jerusalén › Romanos…
58-  Nota del autor.
59-  Nota del autor.
60-  Nota del autor.
61-  Nota del autor.
63-  Notad el autor.
64-  Nota del autor.
65-  Notad el autor.
66-  Nota del autor.
67-  Nota del autor.
68-  Nota del autor.
69-  Nota del autor.
70-  https://www.bibliacatolica.com.br › La Biblia de Jerusalén › Génesis.
71-  https://www.bibliacatolica.com.br › La Biblia de Jerusalén › Números.
72-  Nota del autor.
73-  Nota del autor.
74-  Nota del autor.
75-  Nota del autor.
76-  Nota del autor.
77-   https://www.monografias.com/trabajos102/politeismo-judio/politeismo-judio.shtml. blogs.periodistadigital.com/antoniopinero.../-los-origenes-de-la-religion-de-israel-1
78-  Nota del autor.
79-  Nota del autor.
80-  Nota del autor.
81-  Nota del autor.
82-  Nota del autor.
83-  Nota del autor.
84-  Nota del autor.
85-  Nota del autor.
86-  Nota del autor.
87-  Nota del autor.
88-  Nota del autor.
89-  Nota del autor.
90-  Nota del autor.
91-  Nota del autor.
92-  Nota del autor.
93-  Nota del autor.












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