SEGUNDO
DOMINGO DE ADVIENTO. Baruc capítulo 5 versículos 1-9. Cántico 4. Filipenses
capítulo 1 versículos 3-11. Lucas
capítulo 3 versículos 1-6.
El
profeta Baruc centra su mensaje en este capítulo (5)
particularmente en el “Nuevo Éxodo”
del pueblo de Israel que será distinto a la diáspora que esta nación sufrió a manos de las potencias invasoras. La
connotación mesiánica queda clara cuando insiste en una serie de nombres que
afirman la futura perfección de este
pueblo en su connotación escatológica, este contenido lo referimos al versículo
(4). En Dios la realidad será totalmente
transformada y potenciada a niveles no comprendidos o vividos por judío
alguno.
Es importante conocer que
el Texto de Baruc no aparece en la biblia hebrea, pero si incluida por los
griegos y empleada en la liturgia particularmente, no estar incluidos en esta
biblia no implica que no sea canónico.
Su contenido se mantiene en las normas
de la tradición profética de Israel, de allí viene su valor y canonicidad. Los
peregrinos regresan traídos por el mismo Dios, las dificultades fueron
superadas por la presencia de Dios. El gozo y la alegría es el animador
permanente de esta peregrinación
escatológica como es percibida por los creyentes y piadosos judíos.
El Cántico 4 Deutero-Isaías (L.O.C página 50) centra
su contenido en parte de la promesa por medio de la cual Dios se queda en medio
de su pueblo y sus señales hacen de la cotidianidad manifestación viva de esta
esperanza. El clamor general será acompañado por el despertar de la conciencia
del creyente que reconociendo a su Dios camina a su encuentro. Una vez más Jerusalén encarna
al pueblo de Dios, y sus cualidades
escatológicas se reflejan en la Iglesia de Cristo. El mensaje de este Cántico
reclama tanto la soberanía como el espíritu nacionalista del pueblo judío. La
conciencia de ser una nación escogida les hace
afirmar tal relación y sobre todo manifestación de Dios en medio de
ellos. La escatología es también su
mayor fuente de Esperanza.
Pablo
escribe a la comunidad de Filipo o filipenses y
lo hace presentando el drama de la defensa del Evangelio y como el auténtico
creyente se congrega llegando a madurar sus compromisos con sus
correligionarios. No se trata solo del soporte económico que sin duda es
importante, pero nuestra mayordomía la
estamos enfocando solo en aportes de esta índole desconociendo las demás
funciones y valores de la mayordomía cristiana. El sufrir de uno debe ser
materia de reflexión solidaria para
todos en una congregación y Pablo lo explicita de esta manera permitiendo que
los vínculos entre bautizados sean más
sólidos y fraternos. La realidad que se aborda en el encuentro con el otro debe
ser signo de Gracia y redención en todos los niveles de la convivencia y el
trato cristiano.
El ejemplo Paulino es
determinante siendo el cristianismo una religión donde sus valores son
fácilmente imitables y sublimados por los bautizados. Para cualquier Episcopal
el sufrimiento de uno de sus hermanos en la Fe es asumido como propio, es un
principio de la solidaridad que se procesa como expresión del Amor de Dios en
nosotros y en su Iglesia.
La comunidad de los
filipenses estaba en un proceso de madurez espiritual remarcado por la necesidad de conocer y discernir sobre
el llamado vocacional y esencial del creyente, Pablo no es esencial visto así
por su propia mentalidad misionera pero tiene claro cuál es su paternidad
espiritual y como esa faceta de su ministerio le hace positivamente hablando
responsable de sus hermanos en la Fe. La solidaridad cristiana es un atributo
inconfundible de nuestra Fe.
Insiste en orientar a sus
hermanos en la rectitud de la Fe y la salvación inherente a Cristo, esto último
nos lo hace saber en el versículo (11) “Llenos
de los frutos de Justicia que vienen por Jesucristo, para gloria y alabanza de
Dios”.
La
visión Lucana, comienza este capítulo (3) con una breve
explicitación cronológica de los gobernantes de esta región convertida en
Provincia del Imperio romano (los personajes citados por Lucas gobernaban sobre
una subdivisión de una región dominada por Roma). Este es el escenario más
probable para el ministerio del Bautista (Precursor del Salvador), Lucas cita
al profeta Isaías dándole a sus palabras contenido de tradición y por tanto
validez a los ojos de cualquier judío (capitulo 40 versículos 3-5).
Voz del que
clama en el desierto: Preparad el camino del Señor, enderezad sus
sendas; 5.todo barranco será
rellenado, todo monte y colina será rebajado, lo tortuoso se hará recto y las
asperezas serán caminos llanos. 6.
Y todos verán la salvación de Dios.
|
La inminencia del anuncio
cala profundo en la conciencia de los bautizados y el tiempo del Reino de Dios es coincidente con la
condición espiritual de cada uno de nosotros. Preparar sendas nos habla de un
tiempo que no se relaciona con nuestras
propias cronologías sino con el influjo de la Gracia en cada creyente. Ser mensajeros de la Palabra revelada es lo
mismo en el contexto Lucano que serlo de la Palabra encarnada. Lucas ve
como las tradiciones se relacionan dinámicamente en el Señor y su manifestación
a la humanidad. La realidad de este anuncio alcanza ribetes cósmicos y no
solamente atañe a los judíos, es más allá de un entorno geográfico determinado,
son situaciones de índole universal, son
los caminos de la humanidad los que requieren ser allanados y la Gracia es la
única forma de conseguirlo.
La Justicia en el anuncio
nos permite restablecer las relaciones con el Dios revelado y cumplir nuestra
alianza amorosa que en el ámbito de nuestra identidad católica-reformada está
constituida por los compromisos del Pacto Bautismal que encontramos en el
L.O.C pagina 225 de nuestra liturgia bautismal. Llega la salvación de Dios y Lucas haciendo eco de las palabras
Isainianas las asocia con la era mesiánica iniciada por el Bautista desde los ritos de penitencia judíos que
es la versión justa de su bautismo a diferencia del mandato posterior del Señor
y la presencia del Espíritu Santo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario