miércoles, 12 de diciembre de 2018

TERCER DOMINGO DE ADVIENTO...


TERCER DOMINGO DE ADVIENTO. Sofonías capítulo 3 versículos 14-20. Cántico 9. Filipenses capítulo 4 versículos 4-7. Lucas capítulo 3 versículos 7-18.



Este jubilo y alegría de la que nos habla el profeta Sofonías sin duda nos permite ubicar este trozo de su mensaje en el destierro (Diáspora) y todas las expectativas satisfechas por parte de Dios que escucha el clamor de su pueblo. Todos nuestros temores serán  dispersados y toda preocupación escuchada,  parece ser la consigna de Sofonías, estamos ante una interpretación de la Misericordia de Dios que ha fijado un plazo emocional y espiritual para intervenir en favor de los suyos.

Hay un poderoso Salvador que  actúa como el Goel y Buen Pastor de su pueblo, es decir, de cada uno de los creyentes que esperan confiadamente en su intervención, aquí el Texto nos indica un principio de Justicia que no se detendrá hasta reinar en nosotros. La Salvación ofrecida en figura atiende las necesidades básicas de los deportados y en este caso de nosotros.

La lucha en el mundo y sus conceptos de bienestar muchas veces nos roba la paz y tranquilidad que la esperanza en Cristo nos devuelve. Caminar en su dirección no será otra cosa que acoger su mandato y confiar todo absolutamente todo a su Bondad. El regresar en la Fe es un recorrido espiritual que nos hace reconocer el Imperio de Dios en cada uno de los bautizados. No estamos solos en las dificultades del día a día, estamos acompañados por Cristo y su Iglesia. La dificultad es apenas natural si consideramos que el mundo posee sus propios esquemas de satisfacción,  y sus modelos difieren abiertamente del Evangelio. Congregarnos es un motivo de felicidad para quienes explicitan su Fe de esta manera, un solo corazón es un ideal más que apetecible por todos los bautizados.  El orden de Dios es distinto al nuestro, la vida sobresale en todo su esplendor y atributos. La felicidad es consecuencia de su Amor por nosotros.

El Cántico No. 9 de Zacarías,  conserva la misma intención del Texto del profeta Sofonías, es claramente una motivación para el creyente reconocer que Dios está a su lado y que su presencia es fruto de su inmenso amor por nosotros. Zacarías aguarda como judío piadoso la visita de Dios y la liberación de su pueblo. La semilla del Reino de Dios ya está trabajando su corazón. Las profecías se cumplen totalmente en el Mesías y su manifestación es un tiempo de gracia para todos los creyentes tanto de Israel como fuera de esta nación. Los títulos que describe son  dirigidos totalmente al Niño Dios.  Es la manera como Zacarías percibe el misterio de la Encarnación, aun sin conocerlo o saber de su alcance en términos salvíficos. La paz es un don perfecto que nos llega en la Resurrección del Señor y se extiende al corazón y vida de los bautizados y todo lo que estos edifican. Para Zacarías la presencia de Dios se traduce en bienestar y este afirmado desde la concepción de un Dios amoroso y misericordioso. La luz es propia de quienes caminan delante de Dios, y la tiniebla consecuencia del pecado, tal afirmación la encontramos ya en la mentalidad Joanica.

La dinámica de Pablo con respecto a los Filipenses se mantiene y se explicita en el llamado a la felicidad y a la alegría como signo de la materialización de toda esperanza en Cristo. El bautizado según estas expresiones debe estar alegre y seguro de su espera. El testimonio es asunto que involucra todos los aspectos de nuestra existencia. Aquí la oración ocupa un lugar preponderante en la vida y acontecer de los bautizados. No podemos dejar de orar aunque las situaciones como las presenta el mundo sean agobiantes en muchas ocasiones.


No os inquietéis por cosa alguna; antes bien, en toda ocasión, presentad a Dios vuestras peticiones, mediante la oración y la súplica, acompañadas de la acción de gracias (Versículo 6).



Pablo insta a esta comunidad de Fe a vivir los momentos de su espiritualidad y todo lo que implica que la cosmovisión del bautizado llegue a su perfecto desarrollo.  La dinámica que conocemos se refuerza con nuestras actitudes. La experiencia de esta comunidad ubicada en la ciudad de Filipo es también el reflejo de un proceso de crecimiento espiritual en el que se abordan los problemas y su influencia en el estado de ánimo de los bautizados, estar alegres no es aquí una sensación sino manifestación de la integralidad de la Fe cristiana.             El bautizado enfrenta su vida amparado en la Gracia que le permite enfocarse y dar los frutos necesarios como testigo y testimonio del triunfo del amor de Cristo y su poderoso componente de liberación.

Nuestra centralidad está configurada a partir de la expresión de nuestro cristianismo, no podemos retroceder en la búsqueda de la felicidad y todo lo que ello implica para nuestra salud espiritual.  Pablo escribe  pensando precisamente en la necesidad de fortalecer  la experiencia de estos bautizados y recuperar lo indispensable del testimonio en una sociedad conflictuada.

El Texto Lucano, es la continuación del domingo anterior y el afianzamiento de la figura del Precursor (El Bautista)  en cuanto a la naturaleza de su misión. La conversión es una necesidad esencial de la relación entre Dios y el bautizado, es un proyecto de vida que se perfecciona conforme el amor se convierte en la razón de ser de esta relación. Acudir a la disciplina por temor es el estadio inferior más pobre de una relación con el Dios vivo. La conversión es sinónimo de amor y no castigo, nos convertimos en lo que Dios desea de nosotros por amor y no por temor…

Ante este panorama Lucas posee una estrategia y es la de enfocar su mensaje en lo positivo y humano del mensaje del Bautista (santos PP. de la Iglesia) El Bautista no excluye ninguna ocupación humana y por eso todos nosotros estamos obligados a un desarrollo moral coherente frente a nuestro Prójimo y ante el Dios revelado. Ningún trabajo es tan digno que no necesite de la Caridad y Amor por los demás.

Todos estamos obligados a practicar la Caridad en nuestras vidas y tratar con total respeto al otro mirando que en su ser habita el Amor de Dios y no simplemente limitarnos a observar convencionalismos de índole social  o político. Aquí podemos aplicar el servicio cristiano para con el otro en la situación de vida en la que este se encuentre, eso sí, salvaguardando nuestra propia integridad… Lucas ve en el  Bautista un llamado que debe tocar la conciencia de los futuros bautizados ya no en penitencia sino en amor de Cristo Señor y Salvador. Aquí la justicia es indispensable en el diario vivir y en la construcción de  un orden justo donde el otro sea la prioridad, es decir, donde el Ser sea valioso y prioritario antes que el tener.

El Bautismo anunciado de lo alto es propio de la obra redentora de Cristo y como este se convierte en signo salvífico y filiación por antonomasia, el Bautista es testigo de Cristo y junto al Jordán la Madre Iglesia  asistirá a sus futuros hijos por la misericordia y el amor de aquel que lo puede todo en todos.  Aquí veo (personal) una alegoría intuitiva de la presencia de la Iglesia tomando de la mano a sus hijos y mostrándoles el futuro de su Fe.




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