TERCER
DOMINGO DE ADVIENTO. Sofonías capítulo 3 versículos 14-20. Cántico 9.
Filipenses capítulo 4 versículos 4-7. Lucas capítulo 3 versículos 7-18.
Este jubilo y alegría de
la que nos habla el profeta Sofonías sin
duda nos permite ubicar este trozo de su mensaje en el destierro (Diáspora) y
todas las expectativas satisfechas por parte de Dios que escucha el clamor de
su pueblo. Todos nuestros temores serán dispersados y toda preocupación escuchada, parece ser la consigna de Sofonías, estamos ante una interpretación de la Misericordia de
Dios que ha fijado un plazo emocional y espiritual para intervenir en favor de
los suyos.
Hay un poderoso Salvador
que actúa como el Goel y Buen Pastor de su pueblo, es decir, de cada uno de los creyentes
que esperan confiadamente en su intervención, aquí el Texto nos indica un
principio de Justicia que no se detendrá hasta reinar en nosotros. La Salvación ofrecida en figura atiende las
necesidades básicas de los deportados y en este caso de nosotros.
La lucha en el mundo y
sus conceptos de bienestar muchas veces nos roba la paz y tranquilidad que la
esperanza en Cristo nos devuelve. Caminar en su dirección no será otra cosa que
acoger su mandato y confiar todo absolutamente todo a su Bondad. El regresar en
la Fe es un recorrido espiritual que nos hace reconocer el Imperio de Dios en
cada uno de los bautizados. No estamos solos en las dificultades del día a día,
estamos acompañados por Cristo y su Iglesia. La dificultad es apenas natural si
consideramos que el mundo posee sus propios esquemas de satisfacción, y sus modelos difieren abiertamente del
Evangelio. Congregarnos es un motivo de
felicidad para quienes explicitan su Fe de esta manera, un solo corazón es un
ideal más que apetecible por todos los bautizados. El orden de Dios es distinto al nuestro, la
vida sobresale en todo su esplendor y atributos. La felicidad es consecuencia
de su Amor por nosotros.
El Cántico No. 9 de Zacarías, conserva la misma intención del Texto del
profeta Sofonías, es claramente una motivación para el creyente reconocer que Dios
está a su lado y que su presencia es fruto de su inmenso amor por nosotros. Zacarías
aguarda como judío piadoso la visita de Dios y la liberación de su pueblo. La
semilla del Reino de Dios ya está trabajando su corazón. Las profecías se
cumplen totalmente en el Mesías y su manifestación es un tiempo de gracia para
todos los creyentes tanto de Israel como fuera de esta nación. Los títulos que describe son dirigidos totalmente al Niño Dios. Es la manera como Zacarías percibe el
misterio de la Encarnación, aun sin conocerlo o saber de su alcance en términos
salvíficos. La paz es un don perfecto que nos llega en la Resurrección del
Señor y se extiende al corazón y vida de los bautizados y todo lo que estos
edifican. Para Zacarías la presencia de
Dios se traduce en bienestar y este afirmado desde la concepción de un Dios
amoroso y misericordioso. La luz es propia de quienes caminan delante de
Dios, y la tiniebla consecuencia del pecado, tal afirmación la encontramos ya
en la mentalidad Joanica.
La dinámica de Pablo con respecto a los Filipenses se mantiene y se explicita
en el llamado a la felicidad y a la alegría como signo de la materialización de
toda esperanza en Cristo. El bautizado según estas expresiones debe estar
alegre y seguro de su espera. El testimonio es asunto que involucra todos los
aspectos de nuestra existencia. Aquí la oración ocupa un lugar preponderante en
la vida y acontecer de los bautizados. No
podemos dejar de orar aunque las situaciones como las presenta el mundo sean
agobiantes en muchas ocasiones.
No
os inquietéis por cosa alguna; antes bien, en toda ocasión, presentad a Dios
vuestras peticiones, mediante la oración y la súplica, acompañadas de la
acción de gracias (Versículo 6).
|
Pablo insta a esta
comunidad de Fe a vivir los momentos de su espiritualidad y todo lo que implica
que la cosmovisión del bautizado llegue a su perfecto desarrollo. La dinámica que conocemos se refuerza con nuestras
actitudes. La experiencia de esta comunidad ubicada en la ciudad de Filipo es
también el reflejo de un proceso de crecimiento espiritual en el que se abordan
los problemas y su influencia en el estado de ánimo de los bautizados, estar
alegres no es aquí una sensación sino manifestación de la integralidad de la Fe
cristiana. El bautizado
enfrenta su vida amparado en la Gracia que le permite enfocarse y dar los
frutos necesarios como testigo y testimonio del triunfo del amor de Cristo y su
poderoso componente de liberación.
Nuestra centralidad está
configurada a partir de la expresión de nuestro cristianismo, no podemos
retroceder en la búsqueda de la felicidad y todo lo que ello implica para nuestra
salud espiritual. Pablo escribe pensando precisamente en la necesidad de fortalecer
la experiencia de estos bautizados y
recuperar lo indispensable del testimonio en una sociedad conflictuada.
El
Texto Lucano, es la continuación del domingo anterior y
el afianzamiento de la figura del Precursor (El Bautista) en cuanto a la naturaleza de su misión. La
conversión es una necesidad esencial de la relación entre Dios y el bautizado,
es un proyecto de vida que se perfecciona conforme el amor se convierte en la
razón de ser de esta relación. Acudir a la disciplina por temor es el estadio
inferior más pobre de una relación con el Dios vivo. La conversión es sinónimo de
amor y no castigo, nos convertimos en lo que Dios desea de nosotros por amor y
no por temor…
Ante este panorama Lucas
posee una estrategia y es la de enfocar su mensaje en lo positivo y humano del
mensaje del Bautista (santos PP. de la Iglesia) El Bautista no excluye ninguna ocupación
humana y por eso todos nosotros estamos obligados a un desarrollo moral
coherente frente a nuestro Prójimo y ante el Dios revelado. Ningún trabajo es
tan digno que no necesite de la Caridad y Amor por los demás.
Todos estamos obligados a
practicar la Caridad en nuestras vidas y tratar con total respeto al otro
mirando que en su ser habita el Amor de Dios y no simplemente limitarnos a
observar convencionalismos de índole social
o político. Aquí podemos aplicar el servicio cristiano para con el otro
en la situación de vida en la que este se encuentre, eso sí, salvaguardando nuestra
propia integridad… Lucas ve en el Bautista un llamado que debe tocar la
conciencia de los futuros bautizados ya no en penitencia sino en amor de Cristo
Señor y Salvador. Aquí la justicia es indispensable en el diario vivir y en la construcción
de un orden justo donde el otro sea la prioridad,
es decir, donde el Ser sea valioso y prioritario antes que el tener.
El Bautismo anunciado de
lo alto es propio de la obra redentora de Cristo y como este se convierte en
signo salvífico y filiación por antonomasia, el Bautista es testigo de Cristo y
junto al Jordán la Madre Iglesia asistirá a sus futuros hijos por la
misericordia y el amor de aquel que lo puede todo en todos. Aquí veo (personal) una alegoría intuitiva
de la presencia de la Iglesia tomando de la mano a sus hijos y mostrándoles el
futuro de su Fe.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario