viernes, 1 de junio de 2018

CANTICO DE ANA Y EL MAGNÍFICAT DE LA NIÑA MADRE...


EL CANTICO DE ANA Y SU APROXIMACIÓN O PROTOTIPO DEL MAGNIFICAT.



El cántico de Ana  que encabeza el capítulo 2 del primer libro de Samuel,  es un Salmo del periodo de la Monarquía que manifiesta su confianza en Dios dadas las situaciones que los gobernantes generaron. Aunque la monarquía tuvo que afrontar en sus comienzos fuertes resistencias internas (1 libro de Samuel capítulo  8), paulatinamente llegó a imponerse y consolidarse. Samuel, el último de los jueces de Israel, dio paso a Saúl, quien en 1040 a.C. inició la sucesión de reyes que se prolongó hasta el 586 a.C. (1) cuando, reinando Sedequías, los babilonios, con Nabucodonosor a la cabeza, sitiaron y destruyeron Jerusalén. Saúl, que empezó a reinar tras haber obtenido una victoria militar (1 libro de  Samuel capítulo  11), y que también logró el triunfo en otras ocasiones, nunca, sin embargo, logró terminar con los filisteos. Precisamente luchando contra ellos en el monte Gilboa, murieron él y tres de sus hijos (1 libro de  Samuel capítulo  31 versículos 1-6) (2)  En este escenario de desesperanza el pobre debe confrontar su realidad y esperar su reivindicación que por motivos de los sucesivos conflictos veía lejos de ser posible. Ana  espera no solo en el Rey de su  pueblo sino en la consumación de la auténtica esperanza de Israel como es el Rey-Mesías. Ana es una mujer entregada a los asuntos de su creencia lo que implica el desarrollo y sustentación de un proyecto de vida donde  es autentica la influencia de su Fe en cada una de las acciones de esta mujer, incluso por sobre los convencionalismos de su época. El catico de Ana  y el Magníficat sin duda son concordantes con el modelo de esperanza del pueblo de Israel. Son en si la expresión de una tradición sumida en la ausencia total de coherencia con el modelo propuesto por el propio  Yahveh cuando escogió al pueblo y le acompañó en su peregrinar por el desierto. Miremos en Texto inspirado tanto en Samuel como en Lucas:


Cantico de Ana 1 libro de Samuel capítulo 2 versículos 1-10. (3)
Lucas capítulo 1 versículos 46-55.
(4).
Entonces Ana dijo esta oración: Mi corazón exulta en Yahveh, mi cuerno se levanta en Dios, mi boca se dilata contra mis enemigos, porque me he gozado en tu socorro. 2. No hay Santo como Yahveh, (porque nadie fuera de ti), ni roca como nuestro Dios. 3. No multipliquéis palabras altaneras. No salga de vuestra boca la arrogancia. Dios de sabiduría es Yahveh, suyo es juzgar las acciones. 4. El arco de los fuertes se ha quebrado, los que tambalean se ciñen de fuerza. 5. Los hartos se contratan por pan, los hambrientos dejan su trabajo. La estéril da a luz siete veces, la de muchos hijos se marchita. 6. Yahveh da muerte y vida, hace bajar al seol y retornar. 7. Yahveh enriquece y despoja, abate y ensalza. 8. Levanta del polvo al humilde, alza del muladar al indigente para hacerle sentar junto a los nobles, y darle en heredad trono de gloria, pues de Yahveh los pilares de la tierra y sobre ellos ha sentado el universo. 9. Guarda los pasos de sus fieles, y los malos perecen en tinieblas, (pues que no por la fuerza triunfa el hombre). Yahveh, ¡quebrantados sus rivales! el Altísimo truena desde el cielo. Yahveh juzga los confines de la tierra, da pujanza a su Rey, exalta el cuerno de su Ungido. 
Amén.


Y dijo María: Engrandece mi alma al Señor 47.y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador 48.porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava, por eso desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada, 49.porque ha hecho en mi favor maravillas el Poderoso, Santo es su nombre 50.y su misericordia alcanza de generación en generación a los que le temen. 51. Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los que son soberbios en su propio corazón. 52. Derribó a los potentados de sus tronos y exaltó a los humildes. 53. A los hambrientos colmó de bienes y despidió a los ricos sin nada. 54. Acogió a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia 55.- como había anunciado a nuestros padres - en favor de Abraham y de su linaje por los siglos.
Amén.



La relación de los textos citados es clave para comprender la tradición que hay detrás de cada uno de ellos y su relación atemporal con las protagonistas. La mujer es signo de vida pero paradójicamente de vulneración de Derechos y ambigüedad de Deberes. El propósito del presente ensayo es clarificar sobre la situación de Derechos y reconocimiento de la mujer en las estructuras sociales de nuestro Continente. (5). En el antiguo Israel, la mujer estéril era considerada como una rama seca, una presencia muerta, en parte porque impedía al marido tener una continuidad en el recuerdo de las sucesivas generaciones, un dato importante en una visión todavía incierta y nebulosa del más allá. Ana, sin embargo, había puesto su confianza en el Dios de la vida y elevó esta plegaria: Señor de los ejércitos, si te dignas mirar la aflicción de tu sierva y acordarte de mí, no te olvides de tu sierva y dale un hijo varón, yo lo entregaré al Señor por todos los días de su vida (versículo 11). Y Dios acogió el grito de esta mujer humillada, dándole precisamente a Samuel: el tronco seco produjo así un retoño vivo (cf. Isaías capítulo 11 versículo 1); lo que era imposible a los ojos humanos se convirtió en una realidad palpitante en aquel niño que debía consagrar al Señor. (6). Ana es una mujer acostumbrada a la lucha dada su condición y las implicaciones que esto le generaban, por esta grande razón su esperanza no estaba plasmada en la justicia social de su pueblo apegado a tradiciones que envilecían a la mujer y a la manifestación del ser femenino. Ana confía en Dios de donde espera un orden justo por antonomasia con valores distintos al envilecimiento de su condición personal. Un hijo en Israel era el reconocimiento implícito de la persona y su ser, en este caso de su feminidad como tal. La emancipación no era la opción en este formato cultural ampliamente criticado por el Señor. La lucha de Ana es una lucha eminentemente por la existencia y su individualidad como derecho intrínseco por su condición de persona humana (7).  Pues en el contexto de su espera se argumenta un orden tácito que confluye hasta el mesianismo bajo la perspectiva del hoy de su historia como pueblo y persona.
Ana puede ser una persona con sus atributos y también una imagen del pueblo esperanzado en el Mesías y lo que ello implica para la realización de la sociedad presente. Esta mujer es la identidad misma de la necesidad y la capacidad de confluir por sobre las condiciones diagnosticadas previamente. Si miramos la historia encontramos más ejemplos de esta condición y la imperante necesidad de ser sublimada. Samuel es el último de los jueces del pueblo y su predicación y ejemplo es claro, llama a la Adoración del único Dios y esa realidad involucra sin duda a Ana. La sensibilidad femenina permite ver el contexto y no solo las aproximaciones al problema, Ana problematiza se Fe y la convierte en fundamento de salvación como de concreción de los valores revelados del único Dios.  Ana es la mujer que vive de la Providencia de Yahveh. Ella como mujer y madre es consciente de la necesidad de la estructuración y vivencia de la Fe en el Dios trascendente, para su época los altares a las deidades del entorno eran tan triviales que el propio pueblo escogido los incorporó a su liturgia, pero Ana permaneció fiel a Yahveh al que llama el Santo y afirma que no hay  Santidad como la de Dios.  El cantico  de Ana es una bella profesión de Fe.   Este cantico invoca el Nombre de Dios (8) veces, es la perfección misma que se conjuga en la gramática para afirmar la condición de infinitud de su expresión confiada en Dios. Yahveh es el Nombre del Altísimo que ella invoca, de esta manera nos muestra el ser identitativo del pueblo en la realidad del Dios justiciero y providente (8). La esterilidad de Ana nos recuerda lo sucedido con la esposa de  Abraham y que a diferencia de la Virgen Madre  rompe la jettatura de los esquemas articulados de edad y condición. María es solo una Niña de al menos 14 años,  en ella no hay esperanza ella es en si la personificación de la esperanza núbil de la humanidad y de la profundidad de una experiencia de Dios que le lleva a manifestar la realización del ideal de Fe, la plena y perfecta aceptación del mandato del Altísimo, eso sí, cuyo nombre ella y la tradición no se atreven a  repetir y no le llaman en primera persona como es de esperarse (9). Ana escucha el Nombre de Dios como lo hace el propio Samuel. No podemos dejar de asociar a la profetisa Ana que interviene en el Evangelio de Lucas, miremos el Texto Lucano para inferir conclusiones al respecto: Lucas capítulo 2 versículos 36-40. (10).


En  aquel tiempo, había una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer muy anciana. De joven había vivido siete años casada y tenía ya ochenta y cuatro años de edad. No se apartaba del templo ni de día ni de noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones. Cuando José y María entraban en el templo para la presentación del niño, se acercó Ana, dando gracias a Dios y hablando del niño a todos los que aguardaban la liberación de Israel. Una vez que José y María cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y fortaleciéndose, se llenaba de sabiduría y la gracia de Dios estaba con él.
 
 

Ana es una figura que sirve de  propósito  para  ilustrar la presencia de la Familia de Nazaret en el templo y las implicaciones de fidelidad a las tradiciones religiosas, Lucas es el Sinóptico que más interesado se muestra en preponderar el cumplimiento de la Ley de Moisés por parte de los padres del Niño Jesús. Las implicaciones son determinantes de la vocación misma del Señor y como se relacionará en el futuro con los estamentos y las autoridades judías ya no sujetas a las enseñanzas de los patriarcas y profetas sino bajo el signo de sus intereses económicos y políticos. (11). Siendo  infiltrados por la maquinaria cultural foránea que incluso transformó la concepción de la justicia y la esperanza, llevando los estamentos judíos a la dependencia  ideológica distinta a sus raíces. El panorama del Magníficat es otro  en alguna proporción al cantico de Ana. La realidad salvífica se encuentra en un estadio de madurez proclive para la manifestación definitiva del Mesías (Era mesiánica) La conciencia religiosa se divide en dos corrientes, los fieles a las promesas, y los progresistas, cuya idiosincrasia cerró filas ante lo novedoso de las culturas clásicas y la importación de un nuevo Ethos que no respondía a la revelación Escrita sino a los movimientos sociales. La esperanza no reposaba sobre la posibilidad de la concreción o manifestación definitiva de Yahveh sino de la administración de la realidad judía que los romanos  hábilmente descansaban en manos de las autoridades religiosas de Israel. La Niña María es una judía que esperaba el cumplimiento de las promesas como muchas otras niñas de su época. A diferencia de Ana no es una mujer avanzada en años, ella es literalmente joven y su juventud es símbolo de lo joven de su Era, la misma que se manifestará plenamente en la Encarnación del Verbo de Dios. María enfrentaba la crisis de valores de su época y sobre todo la perdida paulatina de la conciencia colectiva sobre su opción tanto teonoma como teocéntrica y monoteísta, son conceptos que definen la Fe de su época especialmente en la fidelidad al plan de Dios y su inminente rescate.

 El Magníficat como adaptación histórica es una fuerte crítica al degenero de la  Fe y al envilecimiento de la conciencia religiosa de Israel. No se trata solo de una acción que se ubica teológicamente en la adoración y manifestación de Fe como de confesión de la misma, es algo más que solo la afirmación de la connotación histórica del rescate de Dios a su pueblo, es sobre toda consideración, un acto de redención en potencia ante el nuevo orden que la Gracia desencadenará en el creyente y su entorno somático. (12). En el canto, en realidad, María dice pocas cosas nuevas. Casi todas sus frases encuentran numerosos paralelos en los salmos y en otros libros del Antiguo Testamento. Pero - como escribe un teólogo - si las palabras provienen en gran parte del antiguo testamento, la música pertenece ya a la nueva alianza. En las palabras de María estamos leyendo ya un anticipo de las bienaventuranzas y una visión de la salvación que rompe todos los moldes establecidos. En el canto, María dice cosas que deberían hacernos temblar.

El canto es como un espejo del alma de María. Es, sin duda, el mejor retrato de María que tenemos. Su canto es, a la vez, bello y sencillo. Sin alardes literarios, sin grandes imágenes poéticas, sin que en él se diga nada extraordinario. Y sin embargo, qué impresionantes resultan sus palabras. (13). Es interesante como el Magníficat conserva el vínculo doctrinal con la tradición del A.T y muestra en sí su perfecta realización.

Los dones y las gracias de la Niña María son en sí fruto de la destinación para una gran misión que todos conocemos, ella no fue sujeto pasivo, ella expresó su absoluta realización como creyente y el plan de Dios llego a su plena concreción convirtiéndose en modelo escatológico de todos y cada uno de los bautizados. Precisamente en este punto confluyen tantos los Padres de la reforma (siglos XVI y XIX)  como la actualidad teológica anglicana. La realidad de la revelación en el Magníficat toca en el presente todo lo relacionado con la explicitación de la Fe cristina y la actualidad de la misma en un espíritu creyente confiado y abandonado humildemente en manos de Dios. (14). En Ana el siervo es Israel y en María lo constituye la Iglesia misma como Madre de los bautizados, luego la proclamación del Magníficat es signo de Fe eclesial. Desde la perspectiva eclesiológica es posible personalizar y dar contenidos antropomórficos a tal declaración o confesión de Fe, desde luego, partiendo de la verdad en la que la Iglesia educa a sus hijos los bautizados, una verdad revelada en la Voluntad salvífica de Dios. (15).

El anuncio de la profetisa Ana es la justificación escrituristica de lo que acontecerá con el Señor y la ratificación de la esperanza de un pueblo inicialmente y luego de la humanidad… El Magníficat es posible verlo como una manifestación de acción de gracias que se desprende de la condición creyente de María y más allá de su condición de bautizada que sin duda aconteció sobre la vida ministerial del Señor, existen posturas diversas sobre la figura de la Niña María en la Iglesia Anglicana, al igual que entre los reformadores, Lutero la llamó la más excelsa de los creyentes y Madre del Señor. Entre nosotros hay básicamente dos posturas a conocer, la primera ubica a María en el esplendor de la tradición tardía de los santos PP. de la Iglesia como la Madre de Dios (Verbo Encarnado) y la segunda que principalmente ubica a María como bautizada en el ámbito de su filiación con la Iglesia, e incluso se le llama Hija de la Iglesia, eso si la más de entre todos los bautizados. En cuanto a mi opinión personal la considero Hija de la Iglesia (Maria filia ecclesia) su Maternidad estaba determinada por la manifestación del Señor y su plan salvífico. La universalidad del Evangelio es una especie de supra Causa Eficiente de la Iglesia sin dejar de largo la presencia del Espíritu Santo. La discusión no es sobre la relevancia de la Virgen Madre en nuestra teología, creo que hace falta una reflexión más profunda sobre el modelo mariano como signo de oración y concreción del plan salvífico en la criatura redimida. El Magníficat está inserto en la realidad salvífica y como tal su contenido es orientado hacia la concreción de la esperanza y como esta se materializa en la vida del creyente. El Magníficat entronca perfectamente con las promesas que el israelita recibió y sobre todo con la viabilidad de las mismas.  Ana representa a la vieja escuela deseosa de ver las gracias de las que María fue testiga. (16).  

La realidad  argumentada por el cantico de Ana es básicamente la relación de los acontecimientos que solo Dios puede hacer por su pueblo ratificando directamente su presencia concreta y permanente. De lo anterior es posible afirmar que el cantico de Ana es un llamado a la justicia que procede de Dios. Estamos asumiendo una serie de imaginarios que de no ser sustentados por la presencia del Mesías serian solo un mito congruente con el momento social y cultural de los israelitas en tiempo de la Monarquía. El concentrar toda la autoridad bajo una figura imagen categórica de la autoridad de Dios sobre los judíos podía generar pérdida paulatina de confianza en la respuesta de Dios. A diferencia de Ana la escena del Magníficat se centra en el dialogo de dos mujeres parientes, estamos hablando de Isabel y María. El reconocimiento que Isabel (17) hace de su familiar (María) no es tan sencillo como podríamos esperar, Isabel está hablando del plan de Dios y la Gracia presente en su prima la Niña María. Es pues la confrontación de la Fe a niveles que hacen conexión con la historia común y personal y la respuesta del ser humano ante su Señor y Salvador. Isabel escribe el argumento de la eficiencia femenina para dar a conocer la Palabra revelada y como de esta manera su propia maternidad no es solo un asunto de recipiente dispuesto como algunas corrientes evangélicas quieren ver, sino la coherente respuesta y compromiso de una mujer perfectamente madre y creyente. (18).

El modelo social como hemos sugerido antes, es impactado por esta aclamación  a la hora de pedir la intervención de Dios, no es posible que al recitar las oraciones de la Iglesia la necesidad de la búsqueda de justicia no toque nuestras conciencias. (19). Ana y posteriormente la Niña María sintieron en sus corazones la grande necesidad de clamar al Dios justiciero y reconocer la Bondad de sus acciones en favor de las causas justas. Estas mujeres son modelo de Gratitud y consagración a la más absoluta verdad revelada. Ellas son también el modelo para los bautizados que oran con las Escrituras en sus manos y reconocen como obra de Dios también el diario acontecer. La realidad reflejada en estos canticos nos sitúa en la inicial dinámica de los derechos que se  reconocen en el colectivo. María es una creyente consumada y con una profunda experiencia de Dios en su vida, María vive de la Teonomía y la constituye en bandera de su causa. La Virgen Madre acude a Dios confiada sabiendo que la misma historia de su pueblo confirma tal generosidad de Dios. La intervención de la Misericordia de Dios no se deja esperar, pero antes busca de ella una expresión de su Fe y absoluta confianza, no es una prueba es tan solo las consecuencias de su confianza en el Dios amoroso y providente. (20).


LECTURA DEL CÁNTICO DE ANA  Y  DEL  MAGNIFICAT  DE  MARÍA  EN  EL HOY  DE  NUESTRA  HISTORIA.


Aunque estas dos damas vivieron en épocas totalmente distintas y nosotros también, existe un hilo conductor que nos permite hilar esta reflexión y es precisamente la connotación de la Fe como exposición de lo sobrenatural y trascendente y la Justicia como el nexo histórico entre las sociedades que sin importar su latitud se identifican bajo los mismos postulados. Ambas como decíamos antes, desarrollaron una conciencia alta sobre la dinámica de la justicia y sus valores intrínsecos. Los tiempos cambian pero las virtudes y vicios de los seres humanos no. María sufre en su momento la inexorable ley de los matrimonios acordados por los padres ignorando tácitamente los sentimientos y deseos de las niñas, María legalmente solo existirá por la descendencia de su esposo José cuya genealogía así lo confirma. Su esposo era un hombre adulto posiblemente viudo que buscaba nueva esposa, en la época de los eventos las niñas a las 14 años incluso antes hacían vida marital después del matrimonio jurídico (era practica del medio tanto judío como de los pueblos vecinos) más allá del romanticismo ella debía aceptar y así lo hizo, era totalmente obediente a su esposo, sin duda alguna la Encarnación se produce antes de que ellos como pareja consumaran su matrimonio, lo que implicaba en la aceptación de este misterio también la voluntad de este buen hombre. El talante de su Fe y espiritualidad nos permite suponer que María vivía en perfecta castidad dada la relación  sobrenatural que llevaba con  Dios.  Recordemos que la Castidad no es una gracia dispuesta para todos pero estoy seguro que Dios no la niega a quien la pida con auténtica sinceridad y propósito, luego era posible tal gracia en aquella niña. Todo lo anterior es el marco ideal para conocer como respondía en el tema de lo social y cultural y como su preocupación por los demás la lleva sin duda a pedir justicia en su entorno  familiar y social. Ella como Ana experimentó  la respuesta de Dios en el orden de la necesaria justicia. La Fe de ellas no era precisamente una experiencia apartada de la realidad circundante, era todo lo opuesto, una vivencia del ser y su justicia con los contenidos intrínsecos  que en potencia describirían más tarde los evangelios. Ambas realidades aunque separadas cronológicamente padecían de problemas similares, adoración a deidades importadas en la época de Ana y en la época de María confianza en los imperios invasores y en su propuesta de vida de absoluto rechazo a la injerencia del Dios revelado. (21).

Ellas son portadoras de la génesis de las Bienaventuranzas, y no solo eso, también se identifican coherentemente con el mandato de Dios sobre su obra y la humanidad presente en ella. Un grito de confianza en Dios sale de sus corazones ante la pérdida de valores y bienestar en sus respectivas épocas, ambas mujeres hacían parte del orden judío discriminador y  agresivo con el sexo femenino. Ellas como parte de una familia cumplían con las obligaciones y responsabilidades propias de las mujeres judías, sobra decir que eran cumplidoras de la Ley de Moisés. (22).

Estos bellos cánticos son un grito confiado de esperanza en la intervención de Dios, del Santo de Israel, de Yahveh de los ejércitos, nos recuerdan la historia de los profetas y patriarcas que pusieron a prueba sus convicciones aceptando el mandato de Dios sin importar que tan profundo era este  mandato. Ana entrega a su hijo como  última expresión de su Fe y María  acoge en su vientre como cualquier madre amorosa a su Hijo Adorado. Ambas vivieron en su justa proporción una maternidad llena de frutos y bendiciones, y ambas padecieron las mismas dudas ante lo incierto del futuro de su destino. Ana vive en una sociedad injusta monárquica con las incipientes castas sociales que relegan a los ciudadanos y los destinan a la discriminación y María como Niña y Madre, asiste al problema social de su pueblo ante la invasión romana,  qué tipo de futuro puede tener un niño que nace en una Nación dominada y explotada por otra, aquí ambas madres se asemejan a nuestras madres y al orden de nuestras naciones. La corrupción política, la pobreza, la enfermedad son ya conocidas por Ana y María. Hoy las madres que aguardan a sus hijos los ponen en manos de Dios al ver la pestilencia social y la delincuencia que se tomó los más altos niveles del Estado. Una raza voraz de gobernantes habidos de poder y riqueza que condenan a millones a la más triste pobreza y por ende ignorancia.  El grito de un teocentrismo aplacado por la ambición de muchos. (23).

María era una niña  que solo tenía a Dios y los suyos, que solo tenía el amor de su niño y un esposo bueno a su lado. Ella como Ana fueron escuchadas y ambas salvadas por amor y en amor, el amor de Dios en el amor de una madre. Una niña cargando un niño y la necesidad de prodigar todo tipo de seguridades.  (24).

La Niña María y la Señora Ana, las encontramos en cada hogar y familia y en cada persona que busca el bien de todos y ora por la consecución de la Justicia que brota del Trono de Dios. Ana y María, María y Ana consentidas de Dios como lo son las niñas, ellas y sus vidas, son ejemplo y testimonio. María callaba  y guardaba  todo en su  corazón no por temor sino por absoluta experiencia de Dios en su  vida. (25).

BIBLIOGRAFIA.

1-      bibleresources.americanbible.org/resource/la-monarquia-en-israel/ https://prezi.com/duvsllursdyz/la-religion-y-la-monarquia-de-israel/
5-      Nota del autor sobre la reflexión en el contexto de la mujer.
7-      Nota del autor.
8-      Nota del autor.
9-      Nota del autor/ comparativos entre Ana y la tradición del A.T y Maria la Niña Madre del Verbo encarnado.
10-  Navidad. María presenta su hijo a Dios y a nosotros. Es esa la mayor riqueza que la vida en familia encierra. P Juan Pablo Menéndez | Fuente: Catholic.net.
11-   Nota del autor. Análisis de la realidad religiosa de Israel y las tradiciones.
12-  Nota del autor. es.catholic.net/op/articulos/41731/el-magnificat.html
13-  Padre Nicolás Schwizer/ Instituto de los Padres de Schoenstatt/
14-  Nota del autor/paralelismo y propuesta.
15-  Nota del autor.
16-  Nota del autor/
17-  Elizabeth A. JOHNSON, Verdadera hermana nuestra. Teología de María en la comunión de los santos, Herder, Barcelona 2003, 302. Sobre este pasaje es interesante: Carminia NAVIA VELASCO, “María de Nazaret, re-visitada”, Concilium 327 (2008) 505-514 y “María e Isabel, diálogo entre mujeres”, RIBLA 46 (2003) 9-16.Nota del autor/.
18-  Nota del autor.
19-  Nota del autor.
20-  Nota del autor.
21-  Nota del autor.
22-  Nota del autor.
23-  Nota del autor.
24-  Nota del autor.
25-  Nota del autor.





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