EL
CANTICO DE ANA Y SU APROXIMACIÓN O PROTOTIPO DEL MAGNIFICAT.
El cántico de Ana que encabeza el capítulo 2 del primer libro
de Samuel, es un Salmo del periodo de la
Monarquía que manifiesta su confianza en Dios dadas las situaciones que los gobernantes
generaron. Aunque la monarquía tuvo que afrontar en sus comienzos fuertes
resistencias internas (1 libro de Samuel capítulo 8), paulatinamente llegó a imponerse y
consolidarse. Samuel, el último de los jueces de Israel, dio paso a Saúl, quien
en 1040 a.C. inició la sucesión de reyes que se prolongó hasta el 586 a.C. (1) cuando,
reinando Sedequías, los babilonios, con Nabucodonosor a la cabeza, sitiaron y
destruyeron Jerusalén. Saúl, que empezó a reinar tras haber obtenido una
victoria militar (1 libro de Samuel
capítulo 11), y que también logró el
triunfo en otras ocasiones, nunca, sin embargo, logró terminar con los
filisteos. Precisamente luchando contra ellos en el monte Gilboa, murieron él y
tres de sus hijos (1 libro de Samuel
capítulo 31 versículos 1-6) (2) En este escenario de desesperanza el pobre
debe confrontar su realidad y esperar su reivindicación que por motivos de los
sucesivos conflictos veía lejos de ser posible. Ana espera no solo en el Rey de su pueblo sino en la consumación de la auténtica
esperanza de Israel como es el Rey-Mesías.
Ana es una mujer entregada a los asuntos de su creencia lo que implica el
desarrollo y sustentación de un proyecto de vida donde es autentica la influencia de su Fe en cada
una de las acciones de esta mujer, incluso por sobre los convencionalismos de
su época. El catico de Ana y el
Magníficat sin duda son concordantes con el modelo de esperanza del pueblo de
Israel. Son en si la expresión de una tradición sumida en la ausencia total de
coherencia con el modelo propuesto por el propio Yahveh cuando escogió al pueblo y le acompañó
en su peregrinar por el desierto. Miremos en Texto inspirado tanto en Samuel
como en Lucas:
Cantico de Ana 1
libro de Samuel capítulo 2 versículos 1-10. (3)
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Lucas capítulo 1
versículos 46-55.
(4).
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Entonces
Ana dijo esta oración: Mi corazón exulta en Yahveh, mi cuerno se
levanta en Dios, mi boca se dilata contra mis enemigos, porque me he gozado
en tu socorro. 2. No hay Santo como Yahveh,
(porque nadie fuera de ti), ni roca como nuestro Dios. 3. No multipliquéis
palabras altaneras. No salga de vuestra boca la arrogancia. Dios de sabiduría
es Yahveh, suyo es juzgar las
acciones. 4. El arco de los fuertes se ha quebrado, los que tambalean se
ciñen de fuerza. 5. Los hartos se contratan por pan, los hambrientos dejan su
trabajo. La estéril da a luz siete veces, la de muchos hijos se marchita. 6. Yahveh da muerte y vida, hace bajar
al seol y retornar. 7. Yahveh
enriquece y despoja, abate y ensalza. 8. Levanta del polvo al humilde, alza
del muladar al indigente para hacerle sentar junto a los nobles, y darle en
heredad trono de gloria, pues de Yahveh
los pilares de la tierra y sobre ellos ha sentado el universo. 9. Guarda los
pasos de sus fieles, y los malos perecen en tinieblas, (pues que no por la
fuerza triunfa el hombre). Yahveh, ¡quebrantados
sus rivales! el Altísimo truena desde el cielo. Yahveh juzga los confines de la tierra, da pujanza a su Rey, exalta
el cuerno de su Ungido.
Amén.
|
Y
dijo María: Engrandece mi alma al
Señor 47.y mi espíritu se alegra en Dios
mi salvador 48.porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava, por
eso desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada, 49.porque
ha hecho en mi favor maravillas el Poderoso, Santo es su nombre
50.y su misericordia alcanza de generación en generación a los que le temen.
51. Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los que son soberbios en su
propio corazón. 52. Derribó a los potentados de sus tronos y exaltó a los
humildes. 53. A los hambrientos colmó de bienes y despidió a los ricos sin
nada. 54. Acogió a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia 55.-
como había anunciado a nuestros padres - en favor de Abraham y de su linaje
por los siglos.
Amén.
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La relación de los textos
citados es clave para comprender la tradición que hay detrás de cada uno de
ellos y su relación atemporal con las protagonistas. La mujer es signo de vida
pero paradójicamente de vulneración de Derechos y ambigüedad de Deberes. El
propósito del presente ensayo es clarificar sobre la situación de Derechos y
reconocimiento de la mujer en las estructuras sociales de nuestro Continente. (5).
En el antiguo Israel, la mujer estéril era considerada como una rama seca, una
presencia muerta, en parte porque impedía al marido tener una continuidad en el
recuerdo de las sucesivas generaciones, un dato importante en una visión
todavía incierta y nebulosa del más allá. Ana, sin embargo, había puesto su
confianza en el Dios de la vida y elevó esta plegaria: Señor de los ejércitos,
si te dignas mirar la aflicción de tu sierva y acordarte de mí, no te olvides
de tu sierva y dale un hijo varón, yo lo entregaré al Señor por todos los días
de su vida (versículo 11). Y Dios acogió el grito de esta mujer humillada,
dándole precisamente a Samuel: el tronco seco produjo así un retoño vivo (cf.
Isaías capítulo 11 versículo 1); lo que era imposible a los ojos humanos se
convirtió en una realidad palpitante en aquel niño que debía consagrar al
Señor. (6). Ana es una mujer acostumbrada a la lucha dada su condición y las
implicaciones que esto le generaban, por esta grande razón su esperanza no
estaba plasmada en la justicia social de su pueblo apegado a tradiciones que
envilecían a la mujer y a la manifestación del ser femenino. Ana confía en Dios
de donde espera un orden justo por antonomasia con valores distintos al
envilecimiento de su condición personal. Un hijo en Israel era el
reconocimiento implícito de la persona y su ser, en este caso de su feminidad
como tal. La emancipación no era la opción en este formato cultural ampliamente
criticado por el Señor. La lucha de Ana es una lucha eminentemente por la
existencia y su individualidad como derecho intrínseco por su condición de
persona humana (7). Pues en el contexto
de su espera se argumenta un orden tácito que confluye hasta el mesianismo bajo
la perspectiva del hoy de su historia como pueblo y persona.
Ana puede ser una persona
con sus atributos y también una imagen del pueblo esperanzado en el Mesías y lo
que ello implica para la realización de la sociedad presente. Esta mujer es la
identidad misma de la necesidad y la capacidad de confluir por sobre las
condiciones diagnosticadas previamente. Si miramos la historia encontramos más
ejemplos de esta condición y la imperante necesidad de ser sublimada. Samuel es
el último de los jueces del pueblo y su predicación y ejemplo es claro, llama a
la Adoración del único Dios y esa realidad involucra sin duda a Ana. La
sensibilidad femenina permite ver el contexto y no solo las aproximaciones al
problema, Ana problematiza se Fe y la convierte en fundamento de salvación como
de concreción de los valores revelados del único Dios. Ana es
la mujer que vive de la Providencia de Yahveh. Ella como mujer y madre es
consciente de la necesidad de la estructuración y vivencia de la Fe en el Dios
trascendente, para su época los altares a las deidades del entorno eran tan
triviales que el propio pueblo escogido los incorporó a su liturgia, pero Ana
permaneció fiel a Yahveh al que llama el Santo y afirma que no hay Santidad como la de Dios. El
cantico de Ana es una bella profesión de
Fe. Este cantico invoca el Nombre de Dios (8)
veces, es la perfección misma que se conjuga en la gramática para afirmar la
condición de infinitud de su expresión confiada en Dios. Yahveh es el Nombre
del Altísimo que ella invoca, de esta manera nos muestra el ser identitativo
del pueblo en la realidad del Dios justiciero y providente (8). La esterilidad
de Ana nos recuerda lo sucedido con la esposa de Abraham y que a diferencia de la Virgen Madre
rompe la jettatura de los esquemas
articulados de edad y condición. María
es solo una Niña de al menos 14 años, en
ella no hay esperanza ella es en si la personificación de la esperanza núbil de
la humanidad y de la profundidad de una experiencia de Dios que le lleva a
manifestar la realización del ideal de Fe, la plena y perfecta aceptación del
mandato del Altísimo, eso sí, cuyo nombre ella y la tradición no se atreven
a repetir y no le llaman en primera
persona como es de esperarse (9). Ana
escucha el Nombre de Dios como lo hace el propio Samuel. No podemos dejar
de asociar a la profetisa Ana que interviene en el Evangelio de Lucas, miremos
el Texto Lucano para inferir conclusiones al respecto: Lucas capítulo 2
versículos 36-40. (10).
En aquel
tiempo, había una profetisa, Ana,
hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer muy anciana. De joven
había vivido siete años casada y tenía ya ochenta y cuatro años de edad. No
se apartaba del templo ni de día ni de noche, sirviendo a Dios con ayunos y
oraciones. Cuando José y María entraban en el templo para la presentación del
niño, se acercó Ana, dando gracias a Dios y hablando del niño a todos los que
aguardaban la liberación de Israel. Una vez que José y María cumplieron todo
lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de
Nazaret. El niño iba creciendo y
fortaleciéndose, se llenaba de sabiduría y la gracia de Dios estaba con él.
|
Ana es una figura que
sirve de propósito para ilustrar la presencia de la Familia de Nazaret
en el templo y las implicaciones de fidelidad a las tradiciones religiosas,
Lucas es el Sinóptico que más interesado se muestra en preponderar el
cumplimiento de la Ley de Moisés por parte de los padres del Niño Jesús. Las
implicaciones son determinantes de la vocación misma del Señor y como se
relacionará en el futuro con los estamentos y las autoridades judías ya no
sujetas a las enseñanzas de los patriarcas y profetas sino bajo el signo de sus
intereses económicos y políticos. (11). Siendo
infiltrados por la maquinaria cultural foránea que incluso transformó la
concepción de la justicia y la esperanza, llevando los estamentos judíos a la
dependencia ideológica distinta a sus
raíces. El panorama del Magníficat es otro en alguna proporción al cantico de Ana. La
realidad salvífica se encuentra en un estadio de madurez proclive para la
manifestación definitiva del Mesías (Era mesiánica) La conciencia religiosa se divide en dos corrientes, los fieles a las
promesas, y los progresistas, cuya idiosincrasia cerró filas ante lo novedoso
de las culturas clásicas y la importación de un nuevo Ethos que no respondía a
la revelación Escrita sino a los movimientos sociales. La esperanza no
reposaba sobre la posibilidad de la concreción o manifestación definitiva de
Yahveh sino de la administración de la realidad judía que los romanos hábilmente descansaban en manos de las
autoridades religiosas de Israel. La Niña María es una judía que esperaba el cumplimiento
de las promesas como muchas otras niñas de su época. A diferencia de Ana no es
una mujer avanzada en años, ella es literalmente joven y su juventud es símbolo
de lo joven de su Era, la misma que se manifestará plenamente en la Encarnación
del Verbo de Dios. María enfrentaba la crisis de valores de su época y sobre
todo la perdida paulatina de la conciencia colectiva sobre su opción tanto
teonoma como teocéntrica y monoteísta, son conceptos que definen la Fe de su
época especialmente en la fidelidad al plan de Dios y su inminente rescate.
El
Magníficat como adaptación histórica es una fuerte crítica al degenero de la Fe y al envilecimiento de la conciencia
religiosa de Israel. No se trata solo de una acción que se ubica
teológicamente en la adoración y manifestación de Fe como de confesión de la
misma, es algo más que solo la afirmación de la connotación histórica del
rescate de Dios a su pueblo, es sobre toda consideración, un acto de redención
en potencia ante el nuevo orden que la Gracia desencadenará en el creyente y su
entorno somático. (12). En el canto, en realidad, María dice pocas cosas
nuevas. Casi todas sus frases encuentran numerosos paralelos en los salmos y en
otros libros del Antiguo Testamento. Pero - como escribe un teólogo - si las
palabras provienen en gran parte del antiguo testamento, la música pertenece ya
a la nueva alianza. En las palabras de María estamos leyendo ya un anticipo de
las bienaventuranzas y una visión de la salvación que rompe todos los moldes
establecidos. En el canto, María dice cosas que deberían hacernos temblar.
El canto es como un espejo del alma de María. Es, sin duda, el mejor retrato de María que tenemos. Su canto es, a la vez, bello y sencillo. Sin alardes literarios, sin grandes imágenes poéticas, sin que en él se diga nada extraordinario. Y sin embargo, qué impresionantes resultan sus palabras. (13). Es interesante como el Magníficat conserva el vínculo doctrinal con la tradición del A.T y muestra en sí su perfecta realización.
Los dones y las gracias
de la Niña María son en sí fruto de la destinación para una gran misión que
todos conocemos, ella no fue sujeto pasivo, ella expresó su absoluta
realización como creyente y el plan de Dios llego a su plena concreción
convirtiéndose en modelo escatológico de todos y cada uno de los bautizados.
Precisamente en este punto confluyen tantos los Padres de la reforma (siglos
XVI y XIX) como la actualidad teológica
anglicana. La realidad de la revelación en el Magníficat toca en el presente
todo lo relacionado con la explicitación de la Fe cristina y la actualidad de
la misma en un espíritu creyente confiado y abandonado humildemente en manos de
Dios. (14). En Ana el siervo es Israel y en María lo constituye la Iglesia
misma como Madre de los bautizados, luego la proclamación del Magníficat es
signo de Fe eclesial. Desde la perspectiva eclesiológica es posible
personalizar y dar contenidos antropomórficos a tal declaración o confesión de
Fe, desde luego, partiendo de la verdad en la que la Iglesia educa a sus hijos
los bautizados, una verdad revelada en la Voluntad salvífica de Dios. (15).
El anuncio de la
profetisa Ana es la justificación escrituristica de lo que acontecerá con el
Señor y la ratificación de la esperanza de un pueblo inicialmente y luego de la
humanidad… El Magníficat es posible verlo como una manifestación de acción de
gracias que se desprende de la condición creyente de María y más allá de su
condición de bautizada que sin duda aconteció sobre la vida ministerial del
Señor, existen posturas diversas sobre la figura de la Niña María en la Iglesia
Anglicana, al igual que entre los reformadores, Lutero la llamó la más excelsa
de los creyentes y Madre del Señor. Entre nosotros hay básicamente dos posturas
a conocer, la primera ubica a María en el esplendor de la tradición tardía de
los santos PP. de la Iglesia como la Madre de Dios (Verbo Encarnado) y la
segunda que principalmente ubica a María como bautizada en el ámbito de su
filiación con la Iglesia, e incluso se le llama Hija de la Iglesia, eso si la
más de entre todos los bautizados. En cuanto a mi opinión personal la considero
Hija de la Iglesia (Maria
filia ecclesia) su Maternidad estaba determinada por la
manifestación del Señor y su plan salvífico. La universalidad del Evangelio es
una especie de supra Causa Eficiente de la Iglesia sin dejar de largo la
presencia del Espíritu Santo. La discusión no es sobre la relevancia de la
Virgen Madre en nuestra teología, creo que hace falta una reflexión más
profunda sobre el modelo mariano como signo de oración y concreción del plan
salvífico en la criatura redimida. El Magníficat está inserto en la realidad
salvífica y como tal su contenido es orientado hacia la concreción de la
esperanza y como esta se materializa en la vida del creyente. El Magníficat entronca perfectamente con
las promesas que el israelita recibió y sobre todo con la viabilidad de las
mismas. Ana representa a la vieja
escuela deseosa de ver las gracias de las que María fue testiga. (16).
La realidad argumentada por el cantico de Ana es
básicamente la relación de los acontecimientos que solo Dios puede hacer por su
pueblo ratificando directamente su presencia concreta y permanente. De lo
anterior es posible afirmar que el cantico de Ana es un llamado a la justicia
que procede de Dios. Estamos asumiendo una serie de imaginarios que de no ser
sustentados por la presencia del Mesías serian solo un mito congruente con el
momento social y cultural de los israelitas en tiempo de la Monarquía. El
concentrar toda la autoridad bajo una figura imagen categórica de la autoridad
de Dios sobre los judíos podía generar pérdida paulatina de confianza en la
respuesta de Dios. A diferencia de Ana la escena del Magníficat se centra en el
dialogo de dos mujeres parientes, estamos hablando de Isabel y María. El
reconocimiento que Isabel (17) hace de su familiar (María) no es tan sencillo
como podríamos esperar, Isabel está hablando del plan de Dios y la Gracia
presente en su prima la Niña María. Es pues la confrontación de la Fe a niveles
que hacen conexión con la historia común y personal y la respuesta del ser
humano ante su Señor y Salvador. Isabel escribe el argumento de la eficiencia
femenina para dar a conocer la Palabra revelada y como de esta manera su propia
maternidad no es solo un asunto de recipiente dispuesto como algunas corrientes
evangélicas quieren ver, sino la coherente respuesta y compromiso de una mujer
perfectamente madre y creyente. (18).
El modelo social como
hemos sugerido antes, es impactado por esta aclamación a la hora de pedir la intervención de Dios,
no es posible que al recitar las oraciones de la Iglesia la necesidad de la
búsqueda de justicia no toque nuestras conciencias. (19). Ana y posteriormente
la Niña María sintieron en sus corazones la grande necesidad de clamar al Dios
justiciero y reconocer la Bondad de sus acciones en favor de las causas justas.
Estas mujeres son modelo de Gratitud y consagración a la más absoluta verdad
revelada. Ellas son también el modelo para los bautizados que oran con las
Escrituras en sus manos y reconocen como obra de Dios también el diario
acontecer. La realidad reflejada en estos canticos nos sitúa en la inicial dinámica
de los derechos que se reconocen en el
colectivo. María es una creyente consumada y con una profunda experiencia de
Dios en su vida, María vive de la Teonomía
y la constituye en bandera de su causa. La Virgen Madre acude a Dios confiada
sabiendo que la misma historia de su pueblo confirma tal generosidad de Dios. La
intervención de la Misericordia de Dios no se deja esperar, pero antes busca de
ella una expresión de su Fe y absoluta confianza, no es una prueba es tan solo
las consecuencias de su confianza en el Dios amoroso y providente. (20).
LECTURA
DEL CÁNTICO DE ANA Y DEL
MAGNIFICAT DE MARÍA
EN EL HOY DE
NUESTRA HISTORIA.
Aunque estas dos damas
vivieron en épocas totalmente distintas y nosotros también, existe un hilo
conductor que nos permite hilar esta reflexión y es precisamente la connotación
de la Fe como exposición de lo sobrenatural y trascendente y la Justicia como
el nexo histórico entre las sociedades que sin importar su latitud se
identifican bajo los mismos postulados. Ambas como decíamos antes,
desarrollaron una conciencia alta sobre la dinámica de la justicia y sus
valores intrínsecos. Los tiempos cambian pero las virtudes y vicios de los seres
humanos no. María sufre en su momento la inexorable ley de los matrimonios
acordados por los padres ignorando tácitamente los sentimientos y deseos de las
niñas, María legalmente solo existirá por la descendencia de su esposo José
cuya genealogía así lo confirma. Su esposo era un hombre adulto posiblemente
viudo que buscaba nueva esposa, en la época de los eventos las niñas a las 14
años incluso antes hacían vida marital después del matrimonio jurídico (era
practica del medio tanto judío como de los pueblos vecinos) más allá del
romanticismo ella debía aceptar y así lo hizo, era totalmente obediente a su
esposo, sin duda alguna la Encarnación se produce antes de que ellos como
pareja consumaran su matrimonio, lo que implicaba en la aceptación de este misterio
también la voluntad de este buen hombre. El talante de su Fe y espiritualidad
nos permite suponer que María vivía en perfecta castidad dada la relación sobrenatural que llevaba con Dios. Recordemos
que la Castidad no es una gracia dispuesta para todos pero estoy seguro que
Dios no la niega a quien la pida con auténtica sinceridad y propósito, luego
era posible tal gracia en aquella niña. Todo lo anterior es el marco ideal para
conocer como respondía en el tema de lo social y cultural y como su preocupación
por los demás la lleva sin duda a pedir justicia en su entorno familiar y social. Ella como Ana experimentó la respuesta de Dios en el orden de la
necesaria justicia. La Fe de ellas no era precisamente una experiencia apartada
de la realidad circundante, era todo lo opuesto, una vivencia del ser y su
justicia con los contenidos intrínsecos que en potencia describirían más tarde los
evangelios. Ambas realidades aunque separadas cronológicamente padecían de
problemas similares, adoración a deidades importadas en la época de Ana y en la
época de María confianza en los imperios invasores y en su propuesta de vida de
absoluto rechazo a la injerencia del Dios revelado. (21).
Ellas
son portadoras de la génesis de las Bienaventuranzas, y no solo eso, también se
identifican coherentemente con el mandato de Dios sobre su obra y la humanidad presente
en ella. Un grito de confianza en Dios sale de sus corazones ante la pérdida de
valores y bienestar en sus respectivas épocas, ambas mujeres hacían parte del
orden judío discriminador y agresivo con
el sexo femenino. Ellas como parte de una familia cumplían con las obligaciones
y responsabilidades propias de las mujeres judías, sobra decir que eran
cumplidoras de la Ley de Moisés. (22).
Estos bellos cánticos son
un grito confiado de esperanza en la intervención de Dios, del Santo de Israel,
de Yahveh de los ejércitos, nos recuerdan la historia de los profetas y
patriarcas que pusieron a prueba sus convicciones aceptando el mandato de Dios
sin importar que tan profundo era este mandato. Ana entrega a su hijo como última expresión de su Fe y María acoge en su vientre como cualquier madre
amorosa a su Hijo Adorado. Ambas vivieron en su justa proporción una maternidad
llena de frutos y bendiciones, y ambas padecieron las mismas dudas ante lo incierto
del futuro de su destino. Ana vive en una sociedad injusta monárquica con las
incipientes castas sociales que relegan a los ciudadanos y los destinan a la
discriminación y María como Niña y Madre, asiste al problema social de su
pueblo ante la invasión romana, qué tipo
de futuro puede tener un niño que nace en una Nación dominada y explotada por
otra, aquí ambas madres se asemejan a nuestras madres y al orden de nuestras
naciones. La corrupción política, la pobreza, la enfermedad son ya conocidas
por Ana y María. Hoy las madres que aguardan a sus hijos los ponen en manos de
Dios al ver la pestilencia social y la delincuencia que se tomó los más altos
niveles del Estado. Una raza voraz de
gobernantes habidos de poder y riqueza que condenan a millones a la más triste
pobreza y por ende ignorancia. El
grito de un teocentrismo aplacado por la ambición de muchos. (23).
María era una niña que solo tenía a Dios y los suyos, que solo
tenía el amor de su niño y un esposo bueno a su lado. Ella como Ana fueron
escuchadas y ambas salvadas por amor y en amor, el amor de Dios en el amor de
una madre. Una niña cargando un niño y la necesidad de prodigar todo tipo de
seguridades. (24).
La Niña María y la Señora
Ana, las encontramos en cada hogar y familia y en cada persona que busca el
bien de todos y ora por la consecución de la Justicia que brota del Trono de
Dios. Ana y María, María y Ana consentidas de Dios como lo son las niñas, ellas
y sus vidas, son ejemplo y testimonio. María callaba y guardaba
todo en su corazón no por temor sino
por absoluta experiencia de Dios en su vida. (25).
BIBLIOGRAFIA.
1-
bibleresources.americanbible.org/resource/la-monarquia-en-israel/
https://prezi.com/duvsllursdyz/la-religion-y-la-monarquia-de-israel/
5-
Nota del autor sobre la reflexión en el
contexto de la mujer.
7-
Nota del autor.
8-
Nota del autor.
9-
Nota del autor/ comparativos entre Ana y
la tradición del A.T y Maria la Niña Madre del Verbo encarnado.
10-
Navidad. María presenta su hijo a Dios y a
nosotros. Es esa la mayor riqueza que la vida en familia encierra. P Juan Pablo
Menéndez | Fuente: Catholic.net.
11-
Nota del autor. Análisis de la
realidad religiosa de Israel y las tradiciones.
12-
Nota del autor. es.catholic.net/op/articulos/41731/el-magnificat.html
13-
Padre Nicolás Schwizer/ Instituto de los
Padres de Schoenstatt/
14-
Nota del autor/paralelismo y propuesta.
15-
Nota del autor.
16-
Nota del autor/
17-
Elizabeth A. JOHNSON, Verdadera
hermana nuestra. Teología de María en la comunión de los santos, Herder,
Barcelona 2003, 302. Sobre este pasaje es interesante: Carminia
NAVIA VELASCO, “María de Nazaret, re-visitada”, Concilium 327
(2008) 505-514 y “María e Isabel, diálogo entre mujeres”, RIBLA 46
(2003) 9-16.Nota del autor/.
18-
Nota del autor.
19-
Nota del autor.
20-
Nota del autor.
21-
Nota del autor.
22-
Nota del autor.
23-
Nota del autor.
24-
Nota del autor.
25-
Nota del autor.
exelente
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