viernes, 22 de junio de 2018

LA ÉTICA Y LA MORAL, UNA MIRADA A LA ACTUALIDAD Y SUS MANIFESTACIONES COYUNTURALES...


LA  ÉTICA  Y LA MORAL,  UNA  MIRADA  A  LA  ACTUALIDAD  Y SUS  MANIFESTACIONES  COYUNTURALES.


“Somos el material básico con el cual Dios empieza su obra”. Ray C. Stedman


Los antecedentes  para nuestra discusión los encontramos en la exposición sobre el camino vivencial de la Fe que hace el apóstol Pablo a la comunidad de Roma. (No sabemos cómo empezaría la iglesia en Roma, posiblemente lo hiciesen algunos cristianos que se habrían convertido en Pentecostés y regresarían a la capital. Pablo les estaba escribiendo porque había oído hablar acerca de la Fe de ellos y deseaba satisfacerla al máximo, deseando que se basase firmemente en la verdad. Por lo que esta epístola constituye una magnífica explicación del mensaje total del Cristianismo y contiene todas las doctrinas cristianas en alguna forma, además de ser un panorama del maravilloso plan que tiene Dios para la redención del hombre.) No todo lo que se observaba en aquella metrópoli era conveniente para la experiencia del creyente, el valor del Axioma  cristiano del amor y el respeto por el otro y su integridad se nutría de las enseñanzas sobre Cristo y su realidad de Dios y Hombre verdaderos. Es bien radical al ofrecer la posibilidad de una vivencia intrínseca del Evangelio cuando este edifica las actitudes y anima también las aptitudes del bautizado. El mal desconfigura el bien en potencia cuando es necesario operarlo en la praxis Del bautizado, simplemente nos está indicando que la dinámica vivencial se ajusta a la connotación racional, emocional y activa del bautizado. La Ética y la Moral en cuanto a la construcción del Ethos y la cotidianidad se expresan en categorías normativas. La apuesta por el Evangelio es la materialización de una visión distinta de proceder que se apoya fundamentalmente en la vivencia de la persona redimida, y sus expresiones cotidianas son el reflejo de dichas enseñanzas. Si existe una fuerza universal en el comportamiento humano, es sin duda el Amor. La supra-valoración de las relaciones superando el plano tangencial y ubicándose en la esfera de lo sobrenatural. La dinámica del redimido se transforma en la  opción fundamental de todas sus vivencias. El pensamiento cristiano reconoce definitivamente todo aquello que está en sintonía con el mensaje revelado y la praxis eclesial, pero también sabe discernir para superar los estadios de inferioridad personal y colectiva que ocasionan las expresiones de injusticia en el colectivo de lo social. “El Justo por la Fe vivirá” (Romanos capítulo 1 versículo 17). La crítica de Pablo es lapidaria a las prácticas de la sociedad romana y no por ello se alió para favorecerlas en alguna proporción, Pablo queda en un estado de indefensión que le hace acudir a Dios y verle en su realidad existencial. Es pues interesante como la realidad de su cosmovisión le hace estrellase literalmente contra los criterios sociales de aquella Urbe. Pues recordemos que la fuerza y motivación en personajes como Martín Lutero, y antes Agustín de Hipona brotó precisamente de la consideración de sus escritos, en el Hiponense fue determinante el Texto de los Romanos en (capitulo 13 versículo 13) sobre el bien moral de las acciones del ser humano y su identidad con el Acto Humano liberado o en su defecto envilecido por el pecado como ausencia del carácter de la Gracia.

 La concreción coherente nos ubica en el plano personal y relacional de frente al otro y su circunstancia. Las relaciones fundamentadas no solo en la funcionalidad de su necesidad sino en el poder transformador del amor asumen una naturaleza llamada a la eternidad. La banalidad, por el contrario, limita las expresiones de una sana y equilibrada emotividad, el auto-reconocernos y hacer lo propio con quienes nos rodean, algo así, como que el problema no son las leyes sino el poder afincarlas en la praxis del individuo y que este a su vez reconozca el valor intrínseco del otro en su personal existencia. El mayor ejemplo nos lo dio el Señor al entregar su Ser pleno en la Cruz por nosotros. La radicalidad de lo interpersonal contrasta con la vacuidad de lo a-personal e indiferente de los modelos actuales relacionales.

 El Acto Humano puede y necesita salir de lo intrínseco de su propia definición para reconocer las motivaciones de la presencia de los demás en nuestras vidas. La verdad misma asumida como un presupuesto personal carece de trascendencia dado que la realidad fue redimida y nosotros con ella. Una construcción intelectiva tal que en categorías palpables-racionales se puede y necesita expresar…El gran problema de la visión personal es que ella siendo importante cuando se centra en el solo individuo le hace apartarse de los otros que como él edifican y comparten una única realidad.  Este tipo de “autismo social” nos encierra en el envilecimiento de las relaciones interpersonales y todo aquello que involucra necesariamente el compartir con otras y otros. El medio eclesial puede ser un medio promovido para las relaciones interpersonales.

El indiferentismo aparece precisamente cuando los postulados ético-morales de la sociedad se relativizan al punto de perder su estructura y argumentación. Los dis-valores se autentican bajo la mirada complaciente del entorno o espacio vital de la persona. El hoy se presenta cargado de estos conceptos que hacen de los modelos anteriores un conjunto obsoleto en sus contenidos y visión. La coyuntura es bien aprovechada por los estereotipos que cobran toda su influencia en los llamados seudo-grupos culturales que son expresión de jergas y voluntades teñidas de innovación y cambio. La realidad cultural crea espacios compatibles dialécticamente y es así como los jóvenes se relacionan con los mayores particularmente en la vivencia de actividades como son el deporte presentándose un equilibrio entre ellos y sus mayores, eso sí, hablamos de seguimiento y connotación cultural aunque los jóvenes han llevado estas prácticas a un nivel casi identitativo gracias a la perdida de la estructura familiar, como pasa sobre todo en América del Sur con la incidencia y masificación del Fútbol. La familia es reemplazada por este tipo de aficiones que ocupan un lugar emotivo preponderante en el entorno social y cultural de nuestros pueblos.  

La respuesta desde una perspectiva ético-moral  inicia con la difusión de los Derechos  y la pedagogía para acercase a su cumplimiento y vivencia en el colectivo  e incluso en la misma noción de la persona sobre lo que implica existir legalmente y en perspectiva biológica.   El ser constitutivo del Ethos cultural es una clara alusión que nos enfrenta radicalmente con la cosmovisión de nuestro entorno.  La moral que se transmuta en juicios y criterios amañados de la realidad humana es una muestra de la perdida sustancial de fundamento y un desconocer tácitamente la historia y lo que ello implica en la desafortunada mezcla de culturas, en la dinámica colonialista ya no hablamos de invasión pero si de perdida Identitativa del Ethos cultural propio al ser suplantado por tendencias que definen valores y principios, en el choque generacional nuestros jóvenes conocen más de ritmos foráneos que propios y de hecho en cuanto a la moda y sus modos es significativo el no-uso o desuso de lo típico y tradicional. Esto último como perdida de los valores intangibles de la sociedad nos afecta a todos particularmente en América latina.

En la actualidad los modismos foráneos marcan la pauta y definen toda tendencia ya que es más productiva parecerse a un modelo exitoso que vivir el propio contaminado por factores externos pero paradójicamente intrínsecos a nuestro devenir. El discurso de un método nacionalista ha llevado a otros y muchos más  (cifrado en forma cuantitativa) a despreciar o condenar lo que no conocen y la realidad que no perciben, niños literalmente enjaulados, suena grotesco pero es la respuesta cultural de un modelo nacionalista que ve con preocupación la llegada masiva de extranjeros que por razones del utilitarismo económico son desechados en sus naciones. Y quienes propenden por acogerlos tampoco poseen la suficiente fuerza en el ámbito legal para cambiar esta forma de proceder que huele a desesperanza y pánico ante las culturas desconocidas y/o rechazadas. Debemos revisar la connotación de nuestro Ethos en la edificación del todo social y cultural. El Tras-nacionalismo hizo del mundo un espacio pequeño para todos. La respuesta del Ethos nacional debe enmarcarse en la tendencia universal del conglomerado Internacional de lo contrario se seguirá hablando de “tercer mundo” aquejado por prácticas contrarias a la verdad y a la dignidad de las personas que ante los corruptos de su nación buscan edificarse fuera de su territorio. La doble moral de las potencias al despreciar a estos y acoger diplomáticamente a sus verdugos nos habla de un Ethos exclusivista de fuerte y casi única tendencia económica y moralista solo bajo la percepción de sus intereses. La economía deshumaniza en todo el contexto sociológico de la expresión, las cifras son la tendencia y el consumismo su razón de ser. Hay cifras que francamente abruman como por citar solo una: Aproximadamente el 40% del presupuesto de América latina se desvía a los corruptos, lo que afecta grandemente y pone aun en mayor riesgo a nuestro jóvenes y sus pocas oportunidades de un empleo digno porque la tendencia se convierte en signo vivo de su realidad. La ignorancia es el factor predominante en nuestros procesos democráticos ya que quienes los dirigen hacen parte de ese conglomerado de rapiña. La dicotomía moral es grande y eso determina a su vez una perdida grande de modelos o referentes del “bien obrar” todos recuerdan a los “padres de la patria” pero pocos viven sus valores y principios. Eso último se convirtió en una ofrenda floral que a lo sumo dura una semana, paradójico trato a los valores institucionales.

La némesis como una hipótesis contradictoria la encontramos en la religión y la proliferación de manifestaciones coyunturales en dicha perspectiva. Es una imagen idolatra de un “dios” que toma partido político y se vende por prebendas a los más corruptos y hacen de sus feligreses el constituyente primario para refrendar sus acuerdos. El valor liberador de la religión se convirtió en un principio transformador de intereses tanto personales como familiares y grupales. Hay grupos proclives al distanciamiento y desconocimiento de las bases y fundamentos de su praxis religiosa, cultica y doctrinal. Vemos que se está presentando una reacción extrema en algunos sectores que ante los cambios y sus desventajas  están optando por ser más tradicionales y radicales, es una respuesta ante la pérdida de identidad y tristemente bajo un enunciado lleno de sátira paradójica: Hemos convertido la religión en algo tan humano que Dios se está quedando fuera de ella. Demasiado antropizar una realidad que asume su componente sobrenatural. No solo son respuestas, también son vivencias y contextos defendibles sin alterar la tradición que en últimas nos dice quiénes somos realmente. La concepción de una Ética universal la palpamos también en los PP. de Oxford (Movimiento de Oxford) y su deseo vivo de vivir bajo la primicia de la universalidad del ser eclesial como respuesta a quienes pretendían ver en la Iglesia de Inglaterra solo la expresión cultica y doctrinal de Bretaña, hoy entendemos que la universalidad no nos identifica tácitamente con Roma como algunos pretender ver en ellos,  sino una opción por recuperar la trascendencia de las enseñanzas eclesiales desde su fuente… El ser ético Episcopal es universal y su respuesta moral también lo es, somos por definición universales y no limitados por visiones y/o Ethos locales. No solo nos alineamos al interior de la vida de los países de donde procedemos o vivimos el ministerio ordenado sino que también nos adherimos a la tradición universal sobre la cual tiene sentido todo ministerio en la vida de la Iglesia. La sociedad y sus contenidos absolutistas están presentes de forma palpable en la configuración de la identidad y personalidad del servicio cristiano, y no por ello caeremos bajo lo que consideramos no es bueno y mucho menos procede del Evangelio. No podemos asumir una respuesta al problema cualquiera que se presente de manera unilateral debemos por conciencia eclesial estar unidos también en la respuesta. El ser parte de la “Comunión Anglicana” nos obliga positivamente a caminar en la misma dirección de la Iglesia y sus expresiones locales siempre y cuando sean reclamaciones legítimas a la luz de la verdad revelada.

 El retomar la ruta supone la evaluación pertinente de logros y/o resultados anteriores así como el terreno dialectico abordado por la Institución. Esta forma de actuar es proclive con la conciencia que mueve el análisis de toda causalidad en la que vivimos inserta nuestra Fe. El método es claro la introspección que permite juzgar bajo conceptos  entendibles en la dialéctica institucional, así mismo, que el impacto de las políticas formativas es determinante para la aprehensión de todo concepto y la materialización de una idea.  Retomamos el tema del aborto, la eutanasia, las uniones entre personas del mismo sexo, las adopciones homoparentales, las políticas económicas en nuestros países, la democracia, el medio ambiente, la libertad de credo, la objeción  de conciencia, la migración, son solo algunos de los temas álgidos del momento, así como la inclusión de la Iglesia y su doctrina no solo sobre la praxis de los DD-HH sino también sobre el ser eclesial como tal, sobre el seguimiento de la tradición y la afirmación dialéctica de nuestra institucionalidad, la respuesta a estos asuntos importantes se ha venido problematizando para abordarla como un fenómeno de cambio mundial, pero muy pocas veces se ha medido su verdadero impacto sobre la conciencia y crecimiento de la militancia del creyente. El modelo democrático deja también un gran vacío y es precisamente porque  su praxis tampoco se constituye en representativa de las mayorías.

Tenemos un reto de magnitud “mega”  en la  difusión y consolidación de una autentica vivencia evangélica que no dependa de grupo alguno sino de la visión misionera y evangelizadora de la Iglesia. Tal postura nos enmarca en la concepción viva de una Ética eclesial con argumentación absolutamente cristiana donde el contenido de los imaginarios son importantes y determinantes a la hora de trasmitir o comunicar las ideas y la doctrina reflejada en ellas. La realidad articulada paulatinamente aflora en la elaboración de los conceptos y la posible materialización de los principios supra de la doctrina  de nuestra catolicidad. La objetivación de la Ética institucional reclama de cada uno de los bautizados y particularmente de los ministros tanto ordenados como licenciados la capacidad de vivir sus contenidos y transformarlos en testimonio vivo y palpable de su Ethos religioso. El creyente bajo la ley del amor aprende fácilmente a potenciar su ser redimido y proyectarlo testimonialmente al mundo donde vive y convive en un ejercicio natural sofisticado donde construye constantemente nuevas relaciones. Las relaciones configuran una capacidad única de interactuar y acoger al otro en su medio y dinamizar con él el mundo circundante…

Un principio seguro de la universalidad de nuestra Fe es precisamente su connotación histórica, la misma que asiste a las acciones del ser eclesial, que unido a la vivencia del bautizado puede manifestar un seguro principio de unidad e identidad constituyendo el esfuerzo humano por vivir las notas y atributos esenciales de la Iglesia, esto es, que ella es Una, Santa, Católica y Apostólica. El ser universal de la Iglesia inmanente en nosotros nos confirma siempre que su  realidad divina y humana  es objetivada por la Gracia y el amor de los bautizados.

De la anterior primicia definimos el cómo se vive el Ethos eclesial y la noción de ser parte como Episcopales de la Iglesia de Cristo y más allá afirmar categóricamente que somos una expresión local de su universalidad.

La noción de la historia nos permite conocer la secuencialidad del ser eclesial y sus manifestaciones históricas, la verdad misma bajo los postulados dogmáticos se expresan en las categorías de nuestro intelecto produciendo en su asimilación una condición ético-moral propia de la identidad cristiana. Vivir la fundamentación de una Ética y Moral unidas al Evangelio es parte el ser vocacional y vocacionado del bautizado.    

Si deseas conocer a una persona simplemente pregúntale lo que ama. Agustín de Hipona.





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