SANTO
TRIDUO PASCUAL… JUEVES SANTO. Éxodo capítulo 12 versículos 1-4 (5-10)
11-14. Salmo 116: 1, 10-17. 1 Corintios capítulo 11 versículos 23-26. Juan
capítulo 13 versículos 1-17, 31b-35.
Comparto en contexto los
elementos usados en la celebración de la Pascua judía o Pesaj.
El Cordero: Al salir de
Egipto, los judíos sacrificaron un cordero y con su sangre marcaron los
dinteles de sus puertas.
Karpas: Es una hierba
que se baña en agua salada y que recuerda las miserias de los judíos en
Egipto.
Naror: Es una hierba
amarga que simboliza los sufrimientos de los hebreos durante la esclavitud en
Egipto. Comían Naror para recordar que los egipcios amargaron la vida sus
antepasados convirtiéndolos en esclavos.
Jarose: Es una mezcla
de manzana, nuez, miel, vino y canela que simboliza la mezcla de arcilla que
usaron los hebreos en Egipto para las construcciones del faraón.
Matzá: Es un pan sin
levadura que simboliza el pan que sacaron los hebreos de Egipto que no
alcanzó a fermentar por falta de tiempo.
Agua
salada: Simboliza el camino por el Mar Rojo.
Cuatro copas de
vino:
Simbolizan cuatro expresiones Bíblicas de la liberación de Israel.
Siete velas: Alumbran dan
luz. Esta simboliza la venida del Mesías, luz del mundo.
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También en el mismo
contexto la celebración de la Pascua se
desarrolla siguiendo estrictamente los siguientes pasos:
Encendido
de las luces de la fiesta
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La
bendición de la fiesta (Kiddush)
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La
historia de la salida de Egipto (Haggadah)
Se servía la segunda copa de vino, la copa de Haggadah. Alguien de la familia
leía la salida de Egipto del libro del Éxodo,
capítulo 12. El sirviente
traía el cordero pascual que debía ser macho y sin mancha y se asaba en un
asador en forma de cruz y no se le podía romper ningún hueso.
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Oración
de acción de gracias por la salida de Egipto y se recitaba el Salmo 113.
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La
solemne bendición de la comida.
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Se
llevaba a cabo la cena.
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Bebida
de la tercera copa de vino, la copa de la bendición
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Bendición final: Se llenaban las
copas por cuarta vez. Esta cuarta copa era la “Copa de Melquisedec”. Todos
levantaban sus copas y decían una oración de alabanza a Dios. Se las tomaban
y el que presidía la ceremonia concluía la celebración con la antigua bendición
del Libro de los Números capítulo 6
versículos 24-26.
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La cita de nuestra
primera lección esta descrita por el segundo recuadro que hemos consignado como
ayuda en nuestra reflexión puntual. No perdamos de vista que en la cosmovisión
judía y conforme las necesidades de liberación se hacían más poderosas el
creyente veía como las profecías evolucionaban hasta asociar este sacrificio de una fiesta antigua en
Oriente con las promesas de Yahveh sobre
su liberación definitiva, eso sí, reuniendo los símbolos asociados como son el
establecimiento de un reinado de justicia y el Mesías encarnado en el corazón de cada creyente de su época. La Pascua siempre la hemos considerado
signo de liberación y así mismo aparece inserta en la tradición de la Torá judía o Pentateuco.
El
Salmo 116, en los versículos citados, nos ubica en la
mente de un judío piadoso que sabe cómo rendir bajo el esquema de la Ley
Mosaica sacrificios a Dios. Reconocer ser siervo de Dios, es decir, un devoto
consumado que aguarda la respuesta del Dios revelado a Moisés y antes al Patriarca de Ur
de los caldeos. El amor aquí está correspondido por Dios y en salmista
profundizará esta relación llevándola al plano litúrgico como máxima expresión
de Adoración y Alabanza. Bendigamos juntos el Nombre Adorable de Dios y cuya grandeza
no puede ser contenida en palabras y mucho menos en nuestros labios.
Pablo
comparte
sus enseñanzas y particularmente lo que recibió de otros creyentes, la
institución de la Eucaristía en la potencia de sus palabras y rito implícito. Aquí la Fracción del Pan, no se
adelanta movida por el egoísmo de quienes quieren más sino por la Caridad que
permite que unos compartan por Amor y Solidaridad con otros. Recordemos que en
las palabras Paulinas vemos con claridad que el Apóstol misionero está
afirmando el valor de la Tradición
eclesial y como estas enseñanzas de las acciones del Señor son
determinantes ya que todo no se constituye en revelación sino en praxis de la
Madre Iglesia. Es un signo vivo de entrega absoluta y modelo fraterno para los
bautizados que al participar de este sacramento se unen a Cristo presente bajo
el velo del misterio pero intuido por su gran Amor por la humanidad. La
Eucaristía se convertirá en esta concepción como fundamento o pilar de la nueva
relación con el Resucitado. La Iglesia primitiva en sus comienzos centró toda
expresión de Fe en la celebración de la Eucaristía como encuentro entre
bautizados y por ende de los hijos de un mismo Padre Dios. Una presencia
amorosa que por amar se transforma en signo vivo de su constante actualización.
Una extensión del Kerigma enseñado por
Pablo es la Eucaristía como signo de los nuevos tiempos salvíficos y por ende
escatológicos del pueblo de Dios que es la Iglesia.
La
visión Joanica relaciona sabiamente los acontecimientos de la vida del Señor
especialmente los últimos de una forma
totalmente significante. La Pasión del Señor en la cosmovisión Joanica
empeña esfuerzos tanto de lo conocido como del mundo y su realidad invisible,
es decir, de los poderes antagónicos que se manifiestan contra el Señor, es en
este escenario en el que actúa el diablo y su esfuerzo por perder a los
seguidores del Maestro. El Señor en
el LAVATORIO DE LOS PIES actuó como lo haría un esclavo con su amo. Se
anonadó sirviendo a los suyos como el más pequeño y significando así que el ser
el más grande solo es posible amando más que cualquier otra persona. Si alguien
quiere ser el primero debe servir, no solo se trata de poder por delegación o
relación vinculante sino aquí en el contexto de la Caridad fraterna que se
extenderá como propuesta a todos los bautizados. El signo del MANDAMIENTO NUEVO se manifiesta unido a la Cena del Señor y al Lavatorio de los pies, en una dinámica de
reconocimiento del otro y su dignidad como hijo adoptivo de Dios. Juan quiere enfatizar las condiciones
latentes del servicio cristiano y nos ofrece este modelo vinculante. Recordemos
que es parte de la tradición en época del mismo Salvador tal signo que se
convierte en relación fraterna y amigable con en otro llevándole a casa y
atendiéndole como a uno mayor respetuosamente. La Iglesia en el hoy de su
historia lo hace de muchas otras formas, solo para resaltar, los distintos
ministerios de acogida y asistencia como es el caso de nuestra Diócesis y solo
para mencionar, visita y trabajo
cristiano en los centros de reclusión (Kairos),
la oración permanente y solidaria de las Hijas del Rey, las Damas Episcopales y
su trabajo social en favor de los más necesitados, el Ministerio “canasta de Lázaro”, atención y
captación de todo tipo de recursos que la Diócesis destina cuando se presentan
emergencias o catástrofes naturales en
el País, y las distintas acciones de nuestros clérigos por mitigar las
necesidades que se dan en las congregaciones y con otras personas que se
acercan buscando algún tipo de ayuda, el Carisma
de la educación que se vive en nuestras estancias y colegios son extensión de
la Eucaristía y el signo del Mandamiento Nuevo.
Jesús
manifiesta lo que es Dios poniéndose al servicio de los demás.
Deshaciéndose,
alcanza la plenitud.
Hoy
lo descubrimos en el signo del lavatorio y la eucaristía.
Mañana,
con la realidad de su muerte.
Yo soy pan
partido y repartido.
Yo soy sangre
(Vida) que se derrama en todas direcciones.
Eso tengo que
llegar a ser yo
Si quiero
alcanzar la plenitud humana.
Si
soy capaz de morir a mi egoísmo,
Alcanzaré
la plenitud de Vida.
Si
soy capaz de darme hasta la muerte,
Permaneceré
para siempre en la verdadera Vida (Fray
Marcos, Cristianos Siglo XXI).
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