martes, 3 de abril de 2018

SEGUNDO DOMINGO EN PASCUA.


SEGUNDO DOMINGO DE PASCUA. Año B. Hechos de los Apóstoles capítulo 4 versículos 32-35. Salmo 133. 1 Juan capítulo 1:1-2:2. Juan capítulo 20 versículos 19-31.



El Texto del llamado Quinto Evangelio o Hechos de los Apóstoles nos muestra la visión Lucana sobre la renuncia efectiva a los bienes materiales como testimonio de los eternos. El autor está interesado en mostrar la presencia de la Gracia que suple toda posible necesidad valiéndose de la conciencia sobre el otro y su condición. En el hoy de nuestra historia podría sonar un tanto idealista y porque no idílico, pero lo cierto es que este pensamiento alimentó a la Iglesia primitiva. El testimonio de vida es fundamental para la misión de la Iglesia y quienes así lo entienden privilegian todo por la necesidad y mandato del anuncio. Lucas es sin duda un conocedor de la Sique humana y la forma como el ser humano ve los cambios y los asume desde su perspectiva personal. La renuncia a los bienes es también interpretada como opción de vida por los bienes de Dios y su Reino. El Texto es claro cuando dice que entre ellos no había ninguna necesidad (Conf: versículo 34). La necesidad es signo de injusticia y la Resurrección del Señor anuló su estatuto para introducir la nueva condición del bautizado. Todo procede de Dios en una perfecta Mayordomía y Teonomía llevando todo a la perfección de la relación solidaria y fraterna que identificará  a los cristianos.

Esta es la auténtica religión Lucana. Donde el que sufre es atendido no como consecuencia de la obligación de la Caridad sino por amor al reconocerle también participe de los bienes eternos. Recordemos que a estas alturas la opción es por la universalidad de la Fe cristiana. Eran los apóstoles quienes distribuían a la comunidad creyente. Este es un bello signo de Comunión entre bautizados.
El Salmo 133, es también expresión del vínculo fraterno que prioritariamente la Iglesia lo ubica en la relación gestada entre sus clérigos y demás servidores del Evangelio. La Caridad es el alimento de esta relación que asume aquí características escatológicas por la perfección del vínculo relacional. La Caridad mueve el encuentro entre los hermanos que se congregan haciendo extensivo a la congregación esta experiencia de relaciones redimidas y en vocación a la santidad.


Oh, qué bueno, qué dulce habitar los hermanos todos juntos 2. Como un ungüento fino en la cabeza, que baja por la barba, que baja por la barba de Aarón, hasta la orla de sus vestiduras. 3. Como el rocío del Hermón que baja por las alturas de Sión; allí Yahveh la bendición dispensa, la vida para siempre.
 

 
Desde luego en tiempo de Moisés se refiere a los sacerdotes y a los levitas y su desempeño en la liturgia del Templo y antes en la Tienda del Encuentro. También nos recuerda a Éxodo capítulo 30 versículos 25-30.

Juan en su primera Carta, nos presenta una de las más primitivas defensas de la naciente apología en favor de la verdadera Humanidad del Señor. Miremos la riqueza de este Texto inspirado.


Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que contemplamos y tocaron nuestras manos acerca de la Palabra de vida- y continua en el segundo capítulo- Él es víctima de propiciación por nuestros pecados, no sólo por los nuestros, sino también por los del mundo entero.


 


Sin duda se refiere a Cristo al que le da el nombre de Palabra de Vida (este calificativo a manera de título es de índole post-pascual). Nos habla de la relación que experimentó con sus discípulos y como la revelación paulatina de su Ser glorioso llega al culmen en su Resurrección. El sacrificio de Cristo se remarca en su misma universalidad, así lo expresa Juan en esta Carta. El testimonio apostólico es determinante en la misión de la naciente Iglesia y son ellos quienes palparon al Señor y lo experimentaron vivo y Resucitado, muy probablemente y siguiendo el pensamiento  los santos PP. De la Iglesia, afirmaron: Juan se refería a una herejía, la primera conocida, el Gnosticismo. Este último señalamiento para que no olvidemos que antes del cristianismo existían estructuras de pensamiento y especulación como tal. Lo cierto es la defensa de la Encarnación del Señor y su auténtica Naturaleza Humana (Agustín de Hipona). Pues hoy vivimos del testimonio de la Madre Iglesia y de cada uno de los bautizados que actualizan la Resurrección del Señor muriendo al pecado y viviendo para la vida renovada.

La mentalidad Joanica continúa en la dirección de las manifestaciones del Resucitado en medio de los suyos. Este Evangelio reúne una serie de pruebas evidentes de la Resurrección del Señor y con esta  finalidad fue escrito. El lenguaje rabínico reconoce signos como por citar algunos de este evangelio: La Paz, el Espíritu de Dios, la Retribución perfecta, que sin duda hablan de los nuevos tiempos establecidos o instaurados por la Resurrección del Salvador. Estamos ante la imagen de una nueva creación libre de las ataduras y degradación del pecado en cualquiera de sus formas.

La segunda escena que corresponde a Tomás (aquel discípulo que no estaba en su primera manifestación) parece encontrarse con el Señor en la misma línea de tiempo de esta escena. Juan literalmente mira hacia el creyente, se refiere a quienes sin haber visto creemos en el Señor. Que importante es el testimonio apostólico para la futura consolidación de la Iglesia que ve en esta manifestación un signo de contundente eclesialidad y apostolicidad. No son solo las huellas de la Pasión las que mueven el corazón del bautizado, por esta razón las apariciones del Señor reforzaran en ellos su Fe y convicción personal. Sin una relación de absoluta intimidad con el Señor y amistad real, el bautizado de hoy vivirá como Tomás pensando solo en los signos palpables de Cristo y buscará satisfacer en la praxis de su espiritualidad y vida congregacional los vacíos y ausencias de esa amistad escatológica… Hoy muchos creyentes dicen reconocerle solo desde los milagros que experimentan, el buen trabajo, los logros profesionales, solo para citar  algunos, como si su Fe fuera solo un asunto fenomenológico y retributivo inmediato. Cristo todo lo puede pero el Amor es más poderoso que cualquier otra razón para creerle y adorarle. Ese cristianismo mediático también acompañó su ministerio público, imaginemos por un momento la cantidad de curiosos que lo  seguían al Señor  o salían a su encuentro esperando que Jesús realizara algo sobrenatural solo para saciar su curiosidad. Sin amor no hay posibilidad de reconocerlo y mucho menos de seguirle a la eternidad, recordemos que las ovejas reconocen la voz del Buen Pastor.


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