REFLEXIONES SOBRE SOTERIOLOGÍA EN
LA VIVENCIA ECLESIAL
ANGLICANA.
MATERIALIZACIÓN CONCEPTUAL… (Primera Parte).
Caminando el Siglo XXI
encontramos que la Soteriología se presenta bajo concepciones bien
interesantes y sobre todo llega a ocupar estantes en la vida de la Iglesia que
con el paso del tiempo dieron sus espacios a concepciones positivas que
restaron fuerza a su discurso y praxis como tal. La Soteriología es en si la
exposición de la Salvación que centramos absolutamente en la Persona Divina de
Nuestro Señor Jesucristo. Esta definición es básica y fundamental pero desde la
perspectiva de nuestra reflexión es posible encarnar sus enunciados y
vincularlos con la determinación de estructurar un discurso que se alimente no solo de su
significación ortodoxa sino también de la concepción de un presente que invoca
antropológicamente la Solidaridad de
Cristo con cada uno de nosotros los bautizados. La Salvación vista en esta
perspectiva cuenta con su plena y totalizante inserción en la vida y
cotidianidad el ser humano en su entorno somático. Cristo mismo es la fuente de
la perfecta Solidaridad que nos une a su Gracia (fundamento de toda
soteriología a partir de la revelación y presencia del Resucitado). El concepto
toma forma desde la óptica de un Dios amoroso que conociendo el estado real de
la humanidad decide enviar a su Adorado Hijo que Encarnado carga sobre si el
peso de nuestra condición que hasta entonces nos condenaba a muerte. La
salvación como el objeto central de la soteriología gira en orden a la Gracia y
la respuesta de cada uno de los creyentes. La Gracia actúa abiertamente en la dinámica de
la opción fundamental por Cristo. Es pues, la salvación la presencia definitiva
de Dios en la vida y los componentes de su intríngulis. Cristo Solidario nos
liberó y abrió para nosotros las puertas de la realidad redimida y transformada
con vocación de eternidad.
La Soteriología no se presenta simplemente
como la “exposición de la obra redentora” sino que ocupa un puesto
importantísimo en la Economía salvífica de cada bautizado. Cristo es la fuerza
misma de nuestra salvación pero su poder que se relaciona intrínsecamente con el
Padre y que llega a nosotros por las operaciones Trinitarias tiene forma de
Esperanza…Se materializa la Solidaridad del “Dios con nosotros” (doctrina
Isainiana) y la Voluntad expresa del
Padre de nuestra propia Salvación. Cristo mismo le está dando con su
Encarnación toda la fuerza Ontológica a nuestro ser necesitado de su Gracia y
por ende de salvación. La Soteriología muestra a un Dios amoroso que
solidariamente transforma las estructuras de pecado en “caminos de liberación y
vida” estamos enfrentando su Voluntad salvífica con las estructuras de pecado
que limitan el accionar de su Gracia. Nuestros países en particular viven la
Esperanza de una Justicia no contaminada por el pecado que en términos de
nuestra antropología se define como corrupción.
La crítica social que expone la Soteriología en su dialéctica antropizada
no es otra que la instauración de un orden donde los Derechos Fundamentales se
concreticen como las libertades individuales y del Colectivo o Massa Social. No
solo estudiamos formalmente la salvación como un enunciado de nuestras verdades
reveladas sino que lo percibimos como revelación de una única Voluntad posible
en el plano de la Trinidad Inmanente y Económica, es decir, la de Dios. Bien lo expondría el Hiponense cuando afirma
en el contexto de su reflexión Cristológica: Jesús es el nombre personal, es decir, histórico y concreto, y Cristo
es el Sacramento que nos recuperó para Dios.
Esta bella expresión que conceptualizamos hoy nos comunica la fuerza
de los PP. De la Iglesia sobre la Soteriología vista en la perspectiva de la
Gracia y la historia que se individualiza a partir de las vidas vividas o
gastadas. Dios se incorporó para sí nuestra humanidad y lo hizo en su Adorado
Hijo, de lo contrario esencialmente sería imposible hablar de la Gracia
actuante en nosotros y que decir de su presencia habitual.
MEDITACIONES EN
LOS SANTOS PP. DE LA
IGLESIA.
Es necesario conocer un
poco de la reflexión que los PP. De la Iglesia propiciaron a partir de la obra
redentora y la Voluntad salvífica de Dios. Recordemos que los griegos
conceptuaban la salvación como la divinización de la humanidad y desde esta
perspectiva todos los componentes correspondían a este fin (Gracia) siendo la glorificación el culmen de
su obra salvadora, es decir, el Cristo triunfante y Señor de todo o Pantocrátor. Mientras que en la
Tradición de los latinos, la figura de Cristo era vista categóricamente en la
intuición anterior y posterior de su Encarnación, Pasión, Muerte y
Resurrección. La obra de Cristo (1 Corintios capítulo 12 versículo 3 y
Filipenses capítulo 2 versículo 11) posee aquí una connotación que no
encontramos en la exposición de los santos PP. Griegos, que hace referencia a
la Historia de salvación bajo los acontecimientos del Jesús Histórico sin que
con ello no se dé el paso del Cristo de la Fe, aquí encontramos algo de temor de algunos PP. Como es el caso de
Orígenes. El eterno retorno del Verbo al Padre Dios no implicaría con ello la
pérdida de su Humanidad. Para los latinos el valor de la Redención brota de la
Pasión y como el Señor la lleva a feliz término para nosotros, en palabras del
Hiponense diremos: Ho Félix culpa que
nos mereciste tal Redentor. El pecado ya no es el objeto central de nuestra
reflexión Soteriológica sino el poder del Amor de Dios que nos libera del
influjo el pecado y sus estructuras. San Ireneo fue sin duda alguna el primero
de los PP. En asumir la doctrina sobre el Mérito y la Recapitulación, tiempo
después Hilario (el francés) y san Ambrosio constituyeron el fundamento de este
discurso teológico. Ya no era la fuerza del pecado sino el Poder del Amor de Dios
para Restituirnos-Restitución que con la
acepción doctrinal la definimos en la vía de la Sustitución. De esta forma
el pecado pierde su poder sobre nosotros y entramos en el Reino del Amor de
Dios.
Es pues el fundamento de la Restauración y la
Sustitución la que transforma nuestra culpa en una bella paradoja de Salvación
y liberación. La Némesis de esta cuestión teológica corrió gracias a Pelagio
que sostenía que la obra redentora era solo un muy buen ejemplo de Dios para
que nosotros actuáramos bien, digamos que esta connotación de su moralidad no
deja bien librada la intencionalidad
frente al Acto Humano y desdibuja la Gracia que genera la salvación en el
bautizado. Agustín de Hipona enfrenta esta herejía dejando claro para la
Iglesia del Siglo V que la salvación no fue un ejemplo sino una verdadera
acción de Satisfacción por parte de Cristo (cuestión que continuará en el Siglo
XIII en la Escuela Agustiniana con San Anselmo y Alejandro de Hale y su
discípulo san Buenaventura) La
satisfacción solo podía ser completada por Dios mismo, es decir, por su Hijo
Adorado. La satisfacción de la culpa nos ubica en el pecado original. La
relación del ser humano con la herencia de pecado presentó un problema y su
correspondiente fenomenología en el Hiponense que vivió esta doctrina en dos
periodos de su producción teológica que creemos es bueno señalar:
·
Primer momento: El pecado se comunica de
padres a hijos.
·
Segundo momento: El pecado se comunica por
la generación del alma humana, es decir, Dios crea al ser humano y el pecado
original se comunica a esta criatura.
Bien
interesante su postura y como esta evoluciona. La Salvación ya no solo es
abordada como respuesta al pecado que nos excluía del Reino de Dios sino que
también se matiza en el entorno en el que desarrollamos nuestra historia. La
Salvación es la oferta generosa de Dios a la humanidad ya no a la Creación
puesto que esta es considerada una víctima del accionar poco concienzudo y
solidario de la humanidad. El pecado llega a nosotros por generación de vida
(es comunicado por los padres, nos referimos al original) de esta comunicación
de pecado o communication in peccatum surge
la necesidad de la Redención o Salvación
de la persona humana. La generación de pecado es básicamente su comunicación
de una generación a otra que deja lastimada nuestra condición, en esta
dirección Cristo sustituye el pecado y la muerte por la Gracia y la vida.
UN PROBLEMA EPISTEMOLÓGICO.
La
discusión temprana y aun la tardía sobre la Soteriología (Siglos V y XIII) nos
ofrece un problema de índole antropológico que es abordado desde la concepción
de la Imagen de Dios opacada por el pecado tanto personal como colectivo. El
ser humano busca afanosamente el “estar y sentirse bien” en un mundo dominado
por las intenciones intelectivas y por el deseo personal de mitificar
paradigmas de éxito y poder. Es una realidad que se caracteriza por la
exposición de los valores y su contenido solo desde la posibilidad de su
concreción bajo la guía de los deseos personales. No es asunto fácil hablar de
la necesidad de la Salvación cuando
el ser humano se cree con derecho a todo y sin límite alguno, como hacer ver la
necesidad de la salvación cuando nos caracterizamos por la autonomía y el
autismo socio-cultural. El ser humano no está
allí como principio de su realidad creada sino como ejercicio de su
absoluta voluntad y autonomía dejando a Dios por fuera de sus proyectos de
vida. Estamos edificando un mundo de espalda a su Creador y buscamos solo los
paradigmas del bienestar… Los adinerados están tras los pasos de gurús de la felicidad,
de personas que los guíen en la
consecución de sus ideales de vida. Con
este panorama no es tan fácil argumentar un escenario necesitado de la
redención y mucho menos de valores trascendentes que no son comprables en una
gran tienda de alguna superficie comercial. La dificultad idiomática es clara,
hablar del Salvador cuando no se cree la necesidad de tenerlo, cuando la
realidad creada por el ser humano se presenta como su “dios” es paradójico que
inventamos muchas cosas y terminamos viviendo para ellas y no al contrario,
desde luego se debe a que no somos creadores y mucho menos obramos en un alto
concepto del bienestar de todos. Hablar de Salvación universal cuando solo se
piensa en lo personal como en “propiedad privada” es complejo. La epistemología
tiene un reto muy grande y es precisamente el articular nuestros intereses con
la revelación de una vital y necesaria salvación. Es el mundo de los
expropiados, hoy se roban desde un intangible como un paisaje natural para
colocar en él una baya publicitaria, hasta una idea para un invento, y todo
ello en detrimento de los verdaderos objetivos de la Salvación ofrecida por
Cristo… Tal situación nos convierte en discriminadores por antonomasia tanto de
los procesos de la vida como de las minorías que no tienen entrada a los recursos básicos. La característica de administradores se muto a una concepción
de señores con dominio sobre todo incluyendo a personas y realidades
personales.
DEFINICIONES CONCILIARES
SOBRE JESUCRISTO HIJO
DE DIOS.
Como
parte del problema y su epistemología es bueno conocer en nuestra reflexión las
definiciones que al respecto y particularmente encontramos en Calcedonia donde
se concluyó la mejor de las exposiciones de los PP. De la Iglesia sobre
Jesucristo el Hijo de Dios. Miremos en un breve esquema estos importantes
aportes:
CONCILIOS.
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DEFINICIONES
SOBRE
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NICEA
325
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JESUCRISTO HIJO
DE DIOS.
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CONSTANTINOPLA
381
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EFESO 431
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Divinidad del
Verbo
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Naturaleza
Humana y Divina
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Ser
concreto y especifico
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CALCEDONIA 451
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Culmen de la
mejor teología Patrística sobre la Segunda Persona de la Santísima Trinidad.
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Aportes del
Hiponense a Calcedonia en la exposición doctrinal de los PP. Asistentes.
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“Que
sea uno mismo Dios y Hombre a donde se camina, Dios; por donde se camina
Hombre”
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Divinidad del
Hijo “Consustancial”
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Agustín
no alcanzó a asistir a Éfeso, murió en el 430.
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Referencia
al Padre y al Espíritu Santo, relaciones Trinitarias… Padre e Hijo de la misma Sustancia, es decir, Homoousios, posee alma
racional dotada de Inteligencia, Memoria y Voluntad como de Libertad.
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Dios
siendo Omnipotente no puede querer en vano cualquier cosa que quisiere.
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“El Hijo de Dios
y el Hijo del Hombre son uno solo Jesucristo… La Persona
Pre-existente del Verbo constituye la Unidad, al asumir la naturaleza
humana.
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Si
no puedes conocer entonces cree.
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Agustín
habla de “ambas” naturalezas y no de dos naturalezas, indicando con ello su
rechazo a la herejía monofisita.
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El
Padre es el origen de la Misión salvadora del Hijo.
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El
hombre es carne y alma; Jesucristo es Dios y Hombre, bajo la Unidad de la Persona
Divina.
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El
Hijo revela la perfección del Padre y junto al Espíritu Santo son la Causa
Eficiente de la Creación.
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El
Hijo es Engendrado por el Padre, y junto al Padre por espiración activa al
Espíritu Santo.
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El
Espíritu Santo por procesión.
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El
Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo, de la comunicación amorosa y
eterna.
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El
Hijo Engendrado por el Padre, de su Voluntad procede eternamente, no de
tiempo sino de origen.
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De
la Voluntad del Padre Dios.
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La
procedencia del Hijo es por medio de la Voluntad o Volitiva. Es una
Generación espiritual la del Hijo del Padre.
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Del
entendimiento brotan la Palabra y la Idea por esta razón al Hijo se le llama
también Palabra o Verbo.
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Misma
Sustancia y misma Naturaleza que el Padre y el Hijo.
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Para
Constantinopla el Espíritu Santo que envían el Padre y el Hijo es el mismo
que en el relato del Génesis actúa en la Creación.
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DELIMITACIÓN DE
SU DOCTRINA EN LA COMUNIÓN
ANGLICANA.
El
Filioque latino sobre la procedencia del Espíritu Santo (del
Padre y del Hijo) es clave para la configuración de lo que esta Comunión de
iglesias cree sobre la Verdad Revelada de las Divinas Personas de la SS.
Trinidad. No figuraba en la confesión de Fe de Constantinopla (381) pero si
buscamos establecer un orden en lo revelado de las Personas de la Trinidad
encontramos que es lógico suponer tal orden, el Padre no es Engendrado y no es
posible datarlo en el tiempo, el Hijo es Engendrado y procede espiritualmente
del padre, y no en Tiempo como sucede con la generación humana… En cuanto al
Espíritu Santo es Dios y procede de Entrambos, desde la misma eternidad
abismal. Estamos ante la única posible comunión consubstancial, es la realidad
de nuestro misterio confesado, que cosa o Rex finita como nosotros confiesen
que la eternidad procede de Dios y la miramos como Dios siendo Dios siempre y
eternamente. Por la Hipostasis la
salvación y el contenido Soteriológico por antonomasia se manifiestan
comprensible bajo el concepto dialectico del amor.
Dios es Uno pero no único porque el Padre
constituye al Hijo (Engendra) y juntos al Espíritu Santo de su eterna
comunicación y entrega, solo Dios puede dar lo perfecto, es decir, Dios mismo. La
Clausula Filioque nos deja ver desde la lejana Nicea la presencia de la Madre
de los bautizados que clama por revelar a todos sus hijos la doctrina sobre su
Señor y Salvador. El problema de la aceptación idiomática es en sí para ser
formulado muy complejo, el Prosopon que como una máscara era contemplado en el
teatro griego se convertía con toda su dificultad en la aproximación a la
definición sobre la Persona y lo que implica ser dueña de su estructura
racional, emocional y unida a las potencias del alma, no es fácil suponer que
el Hijo refleja como Persona Divina el rostro del Padre cuando vemos por la Fe
la mente de Dios creadora y sus ideas, como ellas toman forma y materia y son
por Él llamadas a la existencia. Nada
podrá existir fuera de su mente creadora, nada que no sea amado y pensado,
pensado y amado podrá ser o será alguna vez.
Quiero
compartir las palabras que expresan la Fe e integridad doctrinal de uno de los
santos PP. Capadocios, estamos hablando de San Gregorio Nacianceno. .
“Ante todo,
guardadme este buen depósito, por el cual vivo y combato, con el cual quiero
morir, que me hace soportar todos los males y despreciar todos los placeres:
quiero decir la profesión de fe en el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo. Os
la confío hoy. Por ella os introduciré dentro de poco en el agua y os sacaré de
ella. Os la doy como compañera y patrona de toda vuestra vida. Os doy una sola
Divinidad y Poder, que existe Una en los Tres, y contiene los Tres de una
manera distinta. Divinidad sin distinción de substancia o de naturaleza, sin
grado superior que eleve o grado inferior que abaje [...] Es la infinita
connaturalidad de tres infinitos. Cada uno, considerado en sí mismo, es Dios
todo entero [...] Dios los Tres considerados en conjunto [...] No he comenzado
a pensar en la Unidad cuando ya la Trinidad me baña con su esplendor. No he
comenzado a pensar en la Trinidad cuando ya la unidad me posee de nuevo... (Orationes,
40,41: PG “Las misiones del Hijo y el
Espíritu Santo son hoy en nuestros días la misión de la Madre Iglesia.
ORACIÓN PARA NUESTRA MEDITACIÓN.
de la
Trinidad, Oración) «Dios mío, Trinidad que adoro, ayúdame a
olvidarme enteramente de mí mismo para establecerme en ti, inmóvil y apacible
como si mi alma estuviera ya en la eternidad; que nada pueda turbar mi paz, ni
hacerme salir de ti, mi inmutable, sino que cada minuto me lleve más lejos en
la profundidad de tu Misterio. Pacifica mi alma. Haz de ella tu cielo, tu
morada amada y el lugar de tu reposo. Que yo no te deje jamás solo en ella,
sino que yo esté allí enteramente, totalmente despierta en mi fe, en adoración,
entregada sin reservas a tu acción creadora» (Beata Isabel).
APROXIMACIÓN BÍBLICA AL PROBLEMA.
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1
Corintios capítulo 12 versiculo3
|
Hechos
de los Apóstoles capítulo 15
|
Filipenses
capítulo 2 versículo 11
|
Versículo
7-11
|
Romanos
capítulo 3 versículo 19-23
|
Gálatas
capítulo 2 versículo 16
|
Romanos
capítulo 5 versículo 12-18
|
Juan
capítulo 3 versículo 16-17
|
Romanos
capítulo 7 versículo 24
|
Tito
capítulo 2 versículo 11
|
Efesios
capítulo 2 versículo 3
|
Hebreos
capítulo 10 versículo 10
|
Efesios
capítulo 4 versículo 18
|
Apocalipsis
capítulo 7 versículo 9-10
|
Isaías
capítulo 64 versículo 6
|
Deuteronomio
capítulo 7 versículo 1-8
|
Génesis
capítulo 3 versículo 22-24
|
Oseas
capítulo 5 versículo 4
|
Zacarías
capítulo 7 versículo 11-12
|
|
FORMULACIÓN DEL
PROBLEMA SOTERIOLÓGICO.
El cristiano de “a pie”
expresión popular para individualizar su significación y la de cada bautizado, es
consciente de la vivencia de su Fe pero difícilmente asume la exposición de sus
postulados unidos a la concepción idiomática
de nuestra doctrina y no por ello esta pierde su peso en la vida eclesial. La
individualización del problema es complejo de tratar ya que la vida de la
Congregación muchas veces reduce la doctrina aun requisito pre-ministerial y no
la vincula al ejercicio de una Fe
ilustrada o iluminada por la reflexión teológica. El problema en si se
expresa en categorías cognoscibles, sin decir con ello que al ser conocido sea
valorado e incorporado a nuestras
estructuras mentales o intelectuales. El ejercicio del creyente Episcopal debe
dar cuenta de su conocimiento como ingrediente que sin duda ayuda en la madurez
de su Fe y en las estructuras de su pensamiento como y para tal.
No es posible suponer que el problema está
determinado solo por su complejidad y de paso relegar la posibilidad de su
conocimiento y actualidad. La soteriología que fundamenta la revelación de
Cristo está anidada en la misma tradición de la Iglesia y en los concilios que
nosotros aceptamos. El problema lo
asumimos desde la perspectiva de ponerle carne y huesos e historia al Cristo de
la Fe y superar así cualquier postulado
de corte mitológico que suele acompañar los procesos de Fe cuando estos
se quedan o pierden su actualidad. Arriba resumimos los conceptos aceptados por
esta Iglesia y su Tradición. La vinculación de la razón como ingrediente
intelectivo al trípode de nuestra Tradición no implica perdida alguna de la
necesaria dialéctica tal y como la Iglesia la formuló en síntesis en el año 451
en el Concilio de Calcedonia. Estas reflexiones son la proyección de las
enseñanzas de la Palabra y de esta forma se asegura que su reflexión se
enriquezca y abra paso entre postulados
similares pero que no son en esencia los más fieles para nosotros. La respuesta
al problema soteriológico es clara: Presentar
al Jesús Histórico y su relación
necesaria con el Cristo de la Fe. La dimensión antropológica del Hijo de
José y María le ubica en el contexto y realidad creada, pero el Cristo de la Fe
le sublima por sobre concepción alguna que no sea su procedencia del Padre. Agustín
de Hipona seguro de esta dificultad rehúye el empleo de señalamientos como Dos naturalezas, prefiere hablar de Ambas naturalezas, como adelantándose a
la discusión posterior de la figura del Señor en la historia humana, son ambas
naturalezas y que cada una expresa en si la perfección de lo que es, tanto como
Hombre como Dios, por lo anterior el pensamiento evolucionó hasta la concepción
de Dimensión humana y divina en Jesucristo… esta realidad
más que vincular señala incluso la hipostasis gramatical al mostrarnos la
imposibilidad de llamar a Jesús solo Hombre y no Dios. Es pues muy
significativo la discusión sobre sus naturalezas y aún más lo será unir esa
exposición a la concepción de Persona, no olvidemos que la Unidad la alcanza el
Verbo y su Personalidad. Caminando aún más allá de toda formulación nos
atrevemos a decir que: Dios Padre estaba
en la mente del Cristo de la Fe y Cristo estaba en la mente de Dios Padre. Tamaña
relación sustancial solo es posible en la Identidad plena del Cristo encarnado.
El problema al ser sometido al criterio
de las categorías de nuestro pensamiento presenta una dificultad que plantea ya
otro problema y es precisamente como introducir sus conceptualizaciones en un
entorno eclesial renuente a las enseñanzas doctrinales y donde la teología es
vista de forma peyorativa por considerar que no es un elemento definidor de
nuestra espiritualidad. Es preocupante asumir una postura crítica cuando se
piensa solo en la subjetividad de la oración y las emociones unidas a ella como
la máxima expresión de nuestra Fe. Sin darnos cuenta con esas posturas estamos
rompiendo nuestra propia capacidad intelectiva y razonando solo desde la
perspectiva más cómoda de nuestra Fe y Espiritualidad. Recordemos que en Juan el conocimiento del
Señor y su relación es fundamental incluso dedica pocos apartes a la oración y
se centra en el conocer la relación y sus argumentos. La relación define la
trascendencia y la oración es también consecuencia de esa relación de
conocimiento. Juan lo tiene presente en los enunciados de su Soteriología, solo
para citar una imagen que ejemplariza esa particular concepción Joanica: Si conocieras el Don de Dios, y quien es
el que te dice; Dame de beber, tú le habrías pedido a él y él te habría dado
agua viva. (Juan capítulo 4 versículo 10) Pareciera que no está hablando en
primera persona pero si lo hace solo que se expresa como el Señor en su
conciencia de serlo y enseñarlo. El Don del conocimiento es clave para
interpretar su Soteriología como su Cristología. Si entramos en la consabida relación
antropológica con el presente se debe profundizar la conceptualización como eje
de crecimiento en la relación con el Cristo de nuestra Fe. El conocer es un
ejercicio que fundamenta nuestra respuesta y da también seguridad a nuestros
feligreses. EL CONOCIMIENTO ES LA LUZ QUE ILUMINA NUESTROS TALENTOS… Próximamente
subiremos la segunda parte.
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