jueves, 3 de agosto de 2017

SOTERIOLOGÍA EN LA VIVENCIA ECLESIAL ANGLICANA... PARTE UNO.

REFLEXIONES  SOBRE  SOTERIOLOGÍA  EN  LA  VIVENCIA  ECLESIAL   ANGLICANA.



MATERIALIZACIÓN  CONCEPTUAL… (Primera Parte).



Caminando el Siglo XXI encontramos que la Soteriología  se presenta bajo concepciones bien interesantes y sobre todo llega a ocupar estantes en la vida de la Iglesia que con el paso del tiempo dieron sus espacios a concepciones positivas que restaron fuerza a su discurso y praxis como tal. La Soteriología es en si la exposición de la Salvación que centramos absolutamente en la Persona Divina de Nuestro Señor Jesucristo. Esta definición es básica y fundamental pero desde la perspectiva de nuestra reflexión es posible encarnar sus enunciados y vincularlos con la determinación de estructurar  un discurso que se alimente no solo de su significación ortodoxa sino también de la concepción de un presente que invoca antropológicamente la Solidaridad de Cristo con cada uno de nosotros los bautizados. La Salvación vista en esta perspectiva cuenta con su plena y totalizante inserción en la vida y cotidianidad el ser humano en su entorno somático. Cristo mismo es la fuente de la perfecta Solidaridad que nos une a su Gracia (fundamento de toda soteriología a partir de la revelación y presencia del Resucitado). El concepto toma forma desde la óptica de un Dios amoroso que conociendo el estado real de la humanidad decide enviar a su Adorado Hijo que Encarnado carga sobre si el peso de nuestra condición que hasta entonces nos condenaba a muerte. La salvación como el objeto central de la soteriología gira en orden a la Gracia y la respuesta de cada uno de los creyentes.  La Gracia actúa abiertamente en la dinámica de la opción fundamental por Cristo. Es pues, la salvación la presencia definitiva de Dios en la vida y los componentes de su intríngulis. Cristo Solidario nos liberó y abrió para nosotros las puertas de la realidad redimida y transformada con vocación de eternidad.

 La Soteriología no se presenta simplemente como la “exposición de la obra redentora” sino que ocupa un puesto importantísimo en la Economía salvífica de cada bautizado. Cristo es la fuerza misma de nuestra salvación pero su poder que se relaciona intrínsecamente con el Padre y que llega a nosotros por las operaciones Trinitarias tiene forma de Esperanza…Se materializa la Solidaridad del “Dios con nosotros” (doctrina Isainiana)  y la Voluntad expresa del Padre de nuestra propia Salvación. Cristo mismo le está dando con su Encarnación toda la fuerza Ontológica a nuestro ser necesitado de su Gracia y por ende de salvación. La Soteriología muestra a un Dios amoroso que solidariamente transforma las estructuras de pecado en “caminos de liberación y vida” estamos enfrentando su Voluntad salvífica con las estructuras de pecado que limitan el accionar de su Gracia. Nuestros países en particular viven la Esperanza de una Justicia no contaminada por el pecado que en términos de nuestra antropología se define como corrupción. La crítica social que expone la Soteriología en su dialéctica antropizada no es otra que la instauración de un orden donde los Derechos Fundamentales se concreticen como las libertades individuales y del Colectivo o Massa Social.  No solo estudiamos formalmente la salvación como un enunciado de nuestras verdades reveladas sino que lo percibimos como revelación de una única Voluntad posible en el plano de la Trinidad Inmanente y Económica, es decir, la de Dios.  Bien lo expondría el Hiponense cuando afirma en el contexto de su reflexión Cristológica: Jesús es el nombre personal, es decir, histórico y concreto, y Cristo es el Sacramento que nos recuperó para Dios.  Esta bella expresión que conceptualizamos hoy nos comunica la fuerza de los PP. De la Iglesia sobre la Soteriología vista en la perspectiva de la Gracia y la historia que se individualiza a partir de las vidas vividas o gastadas. Dios se incorporó para sí nuestra humanidad y lo hizo en su Adorado Hijo, de lo contrario esencialmente sería imposible hablar de la Gracia actuante en nosotros y que decir de su presencia habitual. 


MEDITACIONES   EN  LOS  SANTOS  PP.  DE  LA   IGLESIA.


Es necesario conocer un poco de la reflexión que los PP. De la Iglesia propiciaron a partir de la obra redentora y la Voluntad salvífica de Dios. Recordemos que los griegos conceptuaban la salvación como la divinización de la humanidad y desde esta perspectiva todos los componentes correspondían a este fin  (Gracia) siendo la glorificación el culmen de su obra salvadora, es decir, el Cristo triunfante y Señor de todo o Pantocrátor. Mientras que en la Tradición de los latinos, la figura de Cristo era vista categóricamente en la intuición anterior y posterior de su Encarnación, Pasión, Muerte y Resurrección. La obra de Cristo (1 Corintios capítulo 12 versículo 3 y Filipenses capítulo 2 versículo 11) posee aquí una connotación que no encontramos en la exposición de los santos PP. Griegos, que hace referencia a la Historia de salvación bajo los acontecimientos del Jesús Histórico sin que con ello no se dé el paso del Cristo de la Fe, aquí encontramos algo de  temor de algunos PP. Como es el caso de Orígenes. El eterno retorno del Verbo al Padre Dios no implicaría con ello la pérdida de su Humanidad. Para los latinos el valor de la Redención brota de la Pasión y como el Señor la lleva a feliz término para nosotros, en palabras del Hiponense diremos: Ho Félix culpa que nos mereciste tal Redentor. El pecado ya no es el objeto central de nuestra reflexión Soteriológica sino el poder del Amor de Dios que nos libera del influjo el pecado y sus estructuras. San Ireneo fue sin duda alguna el primero de los PP. En asumir la doctrina sobre el Mérito y la Recapitulación, tiempo después Hilario (el francés) y san Ambrosio constituyeron el fundamento de este discurso teológico. Ya no era la fuerza del pecado sino el Poder del Amor de Dios para Restituirnos-Restitución que con la acepción doctrinal la definimos en la vía de la Sustitución. De esta forma el pecado pierde su poder sobre nosotros y entramos en el Reino del Amor de Dios.

 Es pues el fundamento de la Restauración y la Sustitución la que transforma nuestra culpa en una bella paradoja de Salvación y liberación. La Némesis de esta cuestión teológica corrió gracias a Pelagio que sostenía que la obra redentora era solo un muy buen ejemplo de Dios para que nosotros actuáramos bien, digamos que esta connotación de su moralidad no deja bien librada la  intencionalidad frente al Acto Humano y desdibuja la Gracia que genera la salvación en el bautizado. Agustín de Hipona enfrenta esta herejía dejando claro para la Iglesia del Siglo V que la salvación no fue un ejemplo sino una verdadera acción de Satisfacción por parte de Cristo (cuestión que continuará en el Siglo XIII en la Escuela Agustiniana con San Anselmo y Alejandro de Hale y su discípulo san Buenaventura)  La satisfacción solo podía ser completada por Dios mismo, es decir, por su Hijo Adorado. La satisfacción de la culpa nos ubica en el pecado original. La relación del ser humano con la herencia de pecado presentó un problema y su correspondiente fenomenología en el Hiponense que vivió esta doctrina en dos periodos de su producción teológica que creemos es bueno señalar:

·         Primer momento: El pecado se comunica de padres a hijos.
·         Segundo momento: El pecado se comunica por la generación del alma humana, es decir, Dios crea al ser humano y el   pecado original se comunica a  esta criatura.

Bien interesante su postura y como esta evoluciona. La Salvación ya no solo es abordada como respuesta al pecado que nos excluía del Reino de Dios sino que también se matiza en el entorno en el que desarrollamos nuestra historia. La Salvación es la oferta generosa de Dios a la humanidad ya no a la Creación puesto que esta es considerada una víctima del accionar poco concienzudo y solidario de la humanidad. El pecado llega a nosotros por generación de vida (es comunicado por los padres, nos referimos al original) de esta comunicación de pecado o communication in peccatum surge la necesidad de  la Redención o Salvación de la persona humana. La generación de pecado  es básicamente su comunicación de una generación a otra que deja lastimada nuestra condición, en esta dirección Cristo sustituye el pecado y la muerte por la Gracia y la vida.

UN PROBLEMA EPISTEMOLÓGICO.

La discusión temprana y aun la tardía sobre la Soteriología (Siglos V y XIII) nos ofrece un problema de índole antropológico que es abordado desde la concepción de la Imagen de Dios opacada por el pecado tanto personal como colectivo. El ser humano busca afanosamente el “estar y sentirse bien” en un mundo dominado por las intenciones intelectivas y por el deseo personal de mitificar paradigmas  de éxito y poder.  Es una realidad que se caracteriza por la exposición de los valores y su contenido solo desde la posibilidad de su concreción bajo la guía de los deseos personales. No es asunto fácil hablar de la necesidad de la Salvación cuando el ser humano se cree con derecho a todo y sin límite alguno, como hacer ver la necesidad de la salvación cuando nos caracterizamos por la autonomía y el autismo socio-cultural. El ser humano no está allí como principio de su realidad creada sino como ejercicio de su absoluta voluntad y autonomía dejando a Dios por fuera de sus proyectos de vida. Estamos edificando un mundo de espalda a su Creador y buscamos solo los paradigmas del bienestar… Los adinerados están tras los pasos de gurús de la felicidad, de personas que los guíen en  la consecución de sus ideales de vida.  Con este panorama no es tan fácil argumentar un escenario necesitado de la redención y mucho menos de valores trascendentes que no son comprables en una gran tienda de alguna superficie comercial. La dificultad idiomática es clara, hablar del Salvador cuando no se cree la necesidad de tenerlo, cuando la realidad creada por el ser humano se presenta como su “dios” es paradójico que inventamos muchas cosas y terminamos viviendo para ellas y no al contrario, desde luego se debe a que no somos creadores y mucho menos obramos en un alto concepto del bienestar de todos. Hablar de Salvación universal cuando solo se piensa en lo personal como en “propiedad privada” es complejo. La epistemología tiene un reto muy grande y es precisamente el articular nuestros intereses con la revelación de una vital y necesaria salvación. Es el mundo de los expropiados, hoy se roban desde un intangible como un paisaje natural para colocar en él una baya publicitaria, hasta una idea para un invento, y todo ello en detrimento de los verdaderos objetivos de la Salvación ofrecida por Cristo… Tal situación nos convierte en discriminadores por antonomasia tanto de los procesos de la vida como de las minorías que no tienen entrada  a los recursos básicos.   La característica  de administradores se muto a una concepción de señores con dominio sobre todo incluyendo a personas y realidades personales.


DEFINICIONES   CONCILIARES  SOBRE  JESUCRISTO  HIJO  DE  DIOS.


Como parte del problema y su epistemología es bueno conocer en nuestra reflexión las definiciones que al respecto y particularmente encontramos en Calcedonia donde se concluyó la mejor de las exposiciones de los PP. De la Iglesia sobre Jesucristo el Hijo de Dios. Miremos en un breve esquema estos importantes aportes:


CONCILIOS.
DEFINICIONES SOBRE
NICEA 325
JESUCRISTO HIJO DE DIOS.
CONSTANTINOPLA 381

EFESO  431
Divinidad del Verbo

Naturaleza Humana y Divina

Ser concreto y especifico









CALCEDONIA 451

Culmen de la mejor teología Patrística sobre la Segunda Persona de la Santísima Trinidad.
Aportes del Hiponense a Calcedonia en la exposición doctrinal de los PP. Asistentes.



“Que sea uno mismo Dios y Hombre a donde se camina, Dios; por donde se camina Hombre”



Divinidad del Hijo “Consustancial”
Agustín no alcanzó a asistir a Éfeso, murió en el 430.
Referencia al Padre y al Espíritu Santo, relaciones Trinitarias… Padre e Hijo de la misma Sustancia, es decir, Homoousios, posee alma racional dotada de Inteligencia, Memoria y Voluntad como de Libertad.


Dios siendo Omnipotente no puede querer en vano cualquier cosa que quisiere.
“El Hijo de Dios y el Hijo del Hombre son uno solo Jesucristo… La Persona Pre-existente del Verbo constituye la Unidad,  al asumir la naturaleza humana.


Si no puedes conocer entonces cree.
Agustín habla de “ambas” naturalezas y no de dos naturalezas, indicando con ello su rechazo a la herejía monofisita.


El Padre es el origen de la Misión salvadora del Hijo.
El hombre es carne y alma; Jesucristo es Dios y Hombre, bajo la Unidad de la Persona Divina.

El Hijo revela la perfección del Padre y junto al Espíritu Santo son la Causa Eficiente de la Creación.



El Hijo es Engendrado por el Padre, y junto al Padre por espiración activa al Espíritu Santo.

El Espíritu Santo por procesión.
El Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo, de la comunicación amorosa y eterna.
El Hijo Engendrado por el Padre, de su Voluntad procede eternamente, no de tiempo sino de origen.


De la Voluntad del Padre Dios.


La procedencia del Hijo es por medio de la Voluntad o Volitiva. Es una Generación espiritual la del Hijo del Padre. 
Del entendimiento brotan la Palabra y la Idea por esta razón al Hijo se le llama también Palabra o Verbo.


Misma Sustancia y misma Naturaleza que el Padre y el Hijo.
Para Constantinopla el Espíritu Santo que envían el Padre y el Hijo es el mismo que en el relato del Génesis actúa en la Creación.






DELIMITACIÓN  DE  SU  DOCTRINA  EN  LA  COMUNIÓN  ANGLICANA.


El Filioque latino  sobre la procedencia del Espíritu Santo  (del Padre y del Hijo) es clave para la configuración de lo que esta Comunión de iglesias cree sobre la Verdad Revelada de las Divinas Personas de la SS. Trinidad. No figuraba en la confesión de Fe de Constantinopla (381) pero si buscamos establecer un orden en lo revelado de las Personas de la Trinidad encontramos que es lógico suponer tal orden, el Padre no es Engendrado y no es posible datarlo en el tiempo, el Hijo es Engendrado y procede espiritualmente del padre, y no en Tiempo como sucede con la generación humana… En cuanto al Espíritu Santo es Dios y procede de Entrambos, desde la misma eternidad abismal. Estamos ante la única posible comunión consubstancial, es la realidad de nuestro misterio confesado, que cosa o Rex finita como nosotros confiesen que la eternidad procede de Dios y la miramos como Dios siendo Dios siempre y eternamente.  Por la Hipostasis la salvación y el contenido Soteriológico por antonomasia se manifiestan comprensible bajo el concepto dialectico del amor.

 Dios es Uno pero no único porque el Padre constituye al Hijo (Engendra) y juntos al Espíritu Santo de su eterna comunicación y entrega, solo Dios puede dar lo perfecto, es decir, Dios mismo. La Clausula Filioque nos deja ver desde la lejana Nicea la presencia de la Madre de los bautizados que clama por revelar a todos sus hijos la doctrina sobre su Señor y Salvador. El problema de la aceptación idiomática es en sí para ser formulado muy complejo, el Prosopon  que como una máscara era contemplado en el teatro griego se convertía con toda su dificultad en la aproximación a la definición sobre la Persona y lo que implica ser dueña de su estructura racional, emocional y unida a las potencias del alma, no es fácil suponer que el Hijo refleja como Persona Divina el rostro del Padre cuando vemos por la Fe la mente de Dios creadora y sus ideas, como ellas toman forma y materia y son por Él llamadas a la existencia.  Nada podrá existir fuera de su mente creadora, nada que no sea amado y pensado, pensado y amado podrá ser o será alguna vez.

Quiero compartir las palabras que expresan la Fe e integridad doctrinal de uno de los santos PP. Capadocios, estamos hablando de San Gregorio  Nacianceno. .

“Ante todo, guardadme este buen depósito, por el cual vivo y combato, con el cual quiero morir, que me hace soportar todos los males y despreciar todos los placeres: quiero decir la profesión de fe en el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo. Os la confío hoy. Por ella os introduciré dentro de poco en el agua y os sacaré de ella. Os la doy como compañera y patrona de toda vuestra vida. Os doy una sola Divinidad y Poder, que existe Una en los Tres, y contiene los Tres de una manera distinta. Divinidad sin distinción de substancia o de naturaleza, sin grado superior que eleve o grado inferior que abaje [...] Es la infinita connaturalidad de tres infinitos. Cada uno, considerado en sí mismo, es Dios todo entero [...] Dios los Tres considerados en conjunto [...] No he comenzado a pensar en la Unidad cuando ya la Trinidad me baña con su esplendor. No he comenzado a pensar en la Trinidad cuando ya la unidad me posee de nuevo... (Orationes,  40,41: PG “Las misiones del Hijo y el Espíritu Santo son hoy en nuestros días la misión de la Madre Iglesia.


ORACIÓN PARA NUESTRA MEDITACIÓN.


de la Trinidad, Oración) «Dios mío, Trinidad que adoro, ayúdame a olvidarme enteramente de mí mismo para establecerme en ti, inmóvil y apacible como si mi alma estuviera ya en la eternidad; que nada pueda turbar mi paz, ni hacerme salir de ti, mi inmutable, sino que cada minuto me lleve más lejos en la profundidad de tu Misterio. Pacifica mi alma. Haz de ella tu cielo, tu morada amada y el lugar de tu reposo. Que yo no te deje jamás solo en ella, sino que yo esté allí enteramente, totalmente despierta en mi fe, en adoración, entregada sin reservas a tu acción creadora» (Beata Isabel).


APROXIMACIÓN BÍBLICA AL PROBLEMA.




1 Corintios capítulo 12 versiculo3
Hechos de los Apóstoles  capítulo 15
Filipenses capítulo 2 versículo 11
Versículo 7-11
Romanos capítulo 3 versículo 19-23
Gálatas capítulo 2 versículo 16
Romanos capítulo 5 versículo 12-18
Juan capítulo 3 versículo 16-17
Romanos capítulo 7 versículo 24
Tito capítulo 2 versículo 11
Efesios capítulo 2 versículo 3
Hebreos capítulo 10 versículo 10
Efesios capítulo 4 versículo 18
Apocalipsis capítulo 7 versículo 9-10
Isaías capítulo 64 versículo 6
Deuteronomio capítulo 7 versículo 1-8
Génesis capítulo 3 versículo 22-24
Oseas capítulo 5 versículo 4
Zacarías capítulo 7 versículo 11-12



FORMULACIÓN   DEL  PROBLEMA   SOTERIOLÓGICO.


El cristiano de “a pie” expresión popular para individualizar su significación y la de cada bautizado, es consciente de la vivencia de su Fe pero difícilmente asume la exposición de sus postulados  unidos a la concepción idiomática de nuestra doctrina y no por ello esta pierde su peso en la vida eclesial. La individualización del problema es complejo de tratar ya que la vida de la Congregación muchas veces reduce la doctrina aun requisito pre-ministerial y no la vincula al ejercicio de una Fe ilustrada o iluminada por la reflexión teológica. El problema en si se expresa en categorías cognoscibles, sin decir con ello que al ser conocido sea valorado  e incorporado a nuestras estructuras mentales o intelectuales. El ejercicio del creyente Episcopal debe dar cuenta de su conocimiento como ingrediente que sin duda ayuda en la madurez de su Fe y en las estructuras de su pensamiento como y para tal.

 No es posible suponer que el problema está determinado solo por su complejidad y de paso relegar la posibilidad de su conocimiento y actualidad. La soteriología que fundamenta la revelación de Cristo está anidada en la misma tradición de la Iglesia y en los concilios que nosotros aceptamos.  El problema lo asumimos desde la perspectiva de ponerle carne y huesos e historia al Cristo de la Fe y superar así cualquier postulado  de corte mitológico que suele acompañar los procesos de Fe cuando estos se quedan o pierden su actualidad. Arriba resumimos los conceptos aceptados por esta Iglesia y su Tradición. La vinculación de la razón como ingrediente intelectivo al trípode de nuestra Tradición no implica perdida alguna de la necesaria dialéctica tal y como la Iglesia la formuló en síntesis en el año 451 en el Concilio de Calcedonia. Estas reflexiones son la proyección de las enseñanzas de la Palabra y de esta forma se asegura que su reflexión se enriquezca y abra paso  entre postulados similares pero que no son en esencia los más fieles para nosotros. La respuesta al problema soteriológico es clara: Presentar al  Jesús Histórico y su relación necesaria con el Cristo de la Fe. La dimensión antropológica del Hijo de José y María le ubica en el contexto y realidad creada, pero el Cristo de la Fe le sublima por sobre concepción alguna que no sea su procedencia del Padre. Agustín de Hipona seguro de esta dificultad rehúye el empleo de señalamientos como Dos naturalezas, prefiere hablar de Ambas naturalezas, como adelantándose a la discusión posterior de la figura del Señor en la historia humana, son ambas naturalezas y que cada una expresa en si la perfección de lo que es, tanto como Hombre como Dios, por lo anterior el pensamiento evolucionó hasta la concepción de Dimensión  humana y divina en Jesucristo… esta realidad más que vincular señala incluso la hipostasis gramatical al mostrarnos la imposibilidad de llamar a Jesús solo Hombre y no Dios. Es pues muy significativo la discusión sobre sus naturalezas y aún más lo será unir esa exposición a la concepción de Persona, no olvidemos que la Unidad la alcanza el Verbo y su Personalidad. Caminando aún más allá de toda formulación nos atrevemos a decir que: Dios Padre estaba en la mente del Cristo de la Fe y Cristo estaba en la mente de Dios Padre. Tamaña relación sustancial solo es posible en la Identidad plena del Cristo encarnado. El problema  al ser sometido al criterio de las categorías de nuestro pensamiento presenta una dificultad que plantea ya otro problema y es precisamente como introducir sus conceptualizaciones en un entorno eclesial renuente a las enseñanzas doctrinales y donde la teología es vista de forma peyorativa por considerar que no es un elemento definidor de nuestra espiritualidad. Es preocupante asumir una postura crítica cuando se piensa solo en la subjetividad de la oración y las emociones unidas a ella como la máxima expresión de nuestra Fe. Sin darnos cuenta con esas posturas estamos rompiendo nuestra propia capacidad intelectiva y razonando solo desde la perspectiva más cómoda de nuestra Fe y Espiritualidad.  Recordemos que en Juan el conocimiento del Señor y su relación es fundamental incluso dedica pocos apartes a la oración y se centra en el conocer la relación y sus argumentos. La relación define la trascendencia y la oración es también consecuencia de esa relación de conocimiento. Juan lo tiene presente en los enunciados de su Soteriología, solo para citar una imagen que ejemplariza esa particular concepción Joanica: Si conocieras el Don de Dios, y quien es el que te dice; Dame de beber, tú le habrías pedido a él y él te habría dado agua viva. (Juan capítulo 4 versículo 10) Pareciera que no está hablando en primera persona pero si lo hace solo que se expresa como el Señor en su conciencia de serlo y enseñarlo. El Don del conocimiento es clave para interpretar su Soteriología como su Cristología. Si entramos en la consabida relación antropológica con el presente se debe profundizar la conceptualización como eje de crecimiento en la relación con el Cristo de nuestra Fe. El conocer es un ejercicio que fundamenta nuestra respuesta y da también seguridad a nuestros feligreses.  EL CONOCIMIENTO ES LA LUZ QUE ILUMINA NUESTROS TALENTOS… Próximamente subiremos la  segunda parte.



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