SEXTA PARTE… CRISTOLOGIA ACTUAL Y LOS REMANENTES
DEL SEÑOR TRANSFIGURADO.
El realismo en el que se
mueve el mundo y las relaciones que se fundamentan en este encuentro cotidiano nos hace pensar
en un encuentro con la manera de ver y sentir nuestro entorno. No es lo mismo
un Cristo liberador en un enclave social estable y garantista de derechos a un
Cristo proclamado en un medio plagado de injusticias y necesidad de
experiencias inmediatas. Los discípulos que trataron cara a cara al Señor debieron crecer para poder dimensionar este
encuentro. La relación con el Señor abarca estadios de madures espiritual por
lo que el inmediatismo como fenómeno de Fe debemos interpretarlo según el
contexto socio-cultural en el que este se mueve. La construcción del fenómeno
social es una realidad que involucra la
percepción de los sujetos participantes de su entorno o medio relacional. La
realidad abordada desde la Fe no sufre variación de contenido pero si de
percepción de sus momentos históricos y personales. Estamos afirmando que la
forma como el creyente percibe su entorno cambia fundamentalmente desde la
óptica de la espiritualidad como quiera que está en posesión de su bien
preciado la Fe. Para ilustrar nuestra introducción presentamos un texto breve
sobre la cuestión y su análisis desde la visión de la realidad de nuestra
Fe:
“La
humanidad, que ha logrado en Cristo un nuevo modo de vida
existe eternamente ante el Padre como idea divina de la verdadera
humanidad viviente. Este es el eterno misterio de la humanidad: el
haber sido llamada a participar en la vida del Hijo de Dios encarnado.
En esta participación la humanidad se transciende a sí misma hasta
Dios y llega así a ser ella misma. En el misterio de Cristo oculto desde
la eternidad y revelado en la plenitud de los tiempos está incluido el
misterio de los hombres. La vida de Cristo, según la eterna economía
divina, quiere extenderse a todos los hombres obedientes a la palabra
de juicio y gracia que Dios dirige a los hombres en Cristo. La
comunidad de los llamados por Cristo, de los participantes en su vida,
es la Iglesia. Tiene una determinada estructura, porque está ordenada
jerárquicamente. En razón de su relación a Cristo podemos llamarla en
cierto sentido extensión del misterio de Cristo sobre la historia."
existe eternamente ante el Padre como idea divina de la verdadera
humanidad viviente. Este es el eterno misterio de la humanidad: el
haber sido llamada a participar en la vida del Hijo de Dios encarnado.
En esta participación la humanidad se transciende a sí misma hasta
Dios y llega así a ser ella misma. En el misterio de Cristo oculto desde
la eternidad y revelado en la plenitud de los tiempos está incluido el
misterio de los hombres. La vida de Cristo, según la eterna economía
divina, quiere extenderse a todos los hombres obedientes a la palabra
de juicio y gracia que Dios dirige a los hombres en Cristo. La
comunidad de los llamados por Cristo, de los participantes en su vida,
es la Iglesia. Tiene una determinada estructura, porque está ordenada
jerárquicamente. En razón de su relación a Cristo podemos llamarla en
cierto sentido extensión del misterio de Cristo sobre la historia."
Para
acercarnos a la definición del momento de la percepción de nuestra Fe en el
resucitado es conveniente tener presente que toda manifestación de Dios
corresponde a su Voluntad y que no hay nada en nosotros que mueva esa Voluntad
excepto Dios mismo. Nosotros actuamos movidos por la Gracia y esta se afinca en
experiencias muy concretas de nuestro existir, es decir, que todas nuestras
posturas son y serán consecuencia de la relación con el Dios vivo y viviente
que se manifiesta formalmente en las acciones que sostienen naturalmente la
vida. Esta relación es fácil de incorporar a nuestra experiencia de Fe cuando
tenemos presente nuestra propia “contingencia”. Los escolásticos relacionaban
muy bien la Fe con la Iglesia y la necesidad de que esta materializara el
recorrido salvífico de los creyentes y para ilustrar sobre su relación
emplearemos una definición que tiene todo que ver este periodo en la teología
de la Iglesia: Dios es la Causa Formal
de nuestra Fe y la Iglesia es la Causa Material de la misma. Estas
definiciones nos sitúan en la intríngulis relacional entre la Iglesia como
experiencia de Fe de los bautizados y su necesidad en la “Historia Salvífica”
tanto personal como cósmica. Es interesante que nos planteemos la necesidad de
articular esta relación y llevarla al plano salvífico que buscamos todos los
bautizados. La Iglesia no es posible percibirla como un grupo de creyentes que
se reúnen los domingos u otros días en celebraciones distintas o afines. La
Iglesia es como Causa Material el sustento de nuestra experiencia en el Dios de la vida. Su presencia ilustra
nuestro horizonte formativo y necesario ya que ella porta verdades necesarias
en el crecimiento de nuestra espiritualidad. El transfigurar nuestra
espiritualidad es un reto fundamental en el bautizado.
BAUTIZADO TRANSFIGURADO.
El Texto Sagrado de
Tradición concretamente en los evangelios nos muestra un fenómeno que
transcurrió idiomáticamente tanto antes como después de la Resurrección del
Salvador. Para nuestra ilustración es necesario citar íntegramente el
Evangelio:
Mateo
17:1-8
La
Transfiguración
“17 Seis días después, Jesús tomó con El
a Pedro, a Santiago y a Juan su hermano, y los llevó aparte a un monte
alto. 2 Delante
de ellos se transfiguró; y Su rostro resplandeció como el sol y Sus vestiduras
se volvieron blancas como la luz. 3 En esto, se les aparecieron Moisés y Elías hablando
con El.
4 Entonces Pedro dijo a Jesús: “Señor,
bueno es que estemos aquí; si quieres, haré aquí tres enramadas, una para Ti,
otra para Moisés y otra[c] para Elías.” 5 Mientras estaba aún
hablando, una nube luminosa los cubrió; y una voz salió de la
nube, diciendo: “Este es Mi Hijo amado en quien Yo estoy complacido; óiganlo a
Él.”
6 Cuando los discípulos oyeron esto,
cayeron sobre sus rostros y tuvieron gran temor. 7 Entonces Jesús se les acercó,
y tocándolos, dijo: “Levántense y no teman.” 8 Y cuando alzaron sus ojos
no vieron a nadie, sino a Jesús solo”. La Transfiguración y
su actualidad es percibida desde la necesaria orientación de nuestra
experiencia con el Dios de la vida. El bautizado que vive a cabalidad su
existencia siendo testimonio vivo o encarnado de su Señor podrá transfigurar su
existencia a la luz de la Palabra que se
nos revela siempre… La Transfiguración
es un adelanto de la gloria de Cristo así manifestada a sus discípulos y a cada
uno de nosotros la configuración de y una existencia renovada por las “aguas
del santo Bautismo” es decir, que el creyente se sumerge literalmente en los
misterios de la Muerte y Resurrección de Cristo y al retornar a la vida espiritualizada en su momento histórico y lo une a la eternidad
del Dios revelado. Se transfigura quien cambia su condición y se hace uno con
el Evangelio. Los creyentes son llamados a vivir la imagen de Cristo y
construir con ella su nueva realidad. Si hablamos de nueva estamos enfrentando
los postulados evangélicos con las enseñanzas y motivaciones del tiempo
presente. Ver el cambio de un creyente es la significación obvia del resucitado
materializando su Palabra en esa persona. En el presente Siglo es muy fácil
escuchar posturas abiertamente contrarias a la promoción de la vida por un falso
sofisma de lo que es necesario y lo que es tenido como vital. Simplemente
diremos al respecto que los valores de un mundo carente de Trans-luz solo puede ser
factor de conflicto al interior del corazón del ser humano. Un mundo paralelo
donde los valores se invierten según la necesidad de turno no posee raíces y
mucho menos vehículos de expansión axiológica que lleguen a los rincones de la
cosa social así propuesta. El rostro que vieron los apóstoles no es otro que la
revelación propia del amor que se encarna para transformar realidades. Pues el
Señor mostró como es una realidad transformada a los ojos de la experiencia
(sentidos) La Trans-luz opera más allá de los predicamentos de la razón y los
sentidos implicando un acercamiento esencial a Dios revelado. Pedro, Santiago y
Juan, presenciaron la introducción de los sentidos en el ámbito de lo
sobrenatural. El Señor no simplemente informa con su presencia se asegura de
que nosotros la incorporemos dialécticamente a nuestro sentir y sobre todo
vivir, es pues una presencia histórica y
dinámica que cobra vida en cada bautizado comprometido con transparentar su
mensaje. La cultura de la vida nos pide
a gritos encarnar los valores que priman,
el amor y el respeto por la vida en todas sus formas.
SÍNTESIS DE
NUESTRA TRANSFIGURACIÓN.
·
Encarnar el Evangelio
·
Testigos vivos de la nueva condición
axiológica, ontológica y metafísica del bautizado.
·
Imagen del Dios vivo y subsistente
·
Nuestra Alteridad al servicio de la vida.
·
Nuestra Inmanencia al servicio de nuestra
espiritualidad
·
Nuestra Mismidad al servicio de la
convivencia cristiana
·
Nuestra Fe al servicio de la cultura del
amor
·
Nuestra Esperanza al servicio de la obra
de la redención
·
Nuestra Caridad como pilar de nuestra
dialéctica en el otro y para el otro.
·
Transparentar la Paz como actitud y estilo
de vida real y concreta
·
Vida
con Justicia
·
Vida
autentica restaurada y liberada por el Dios y Señor de la vida.
·
Vida depositaria de la más absoluta
concreción de la dignidad de la persona humana
·
Vida orientada y restaurada como luz para
nuestra antropología trascendente.
·
La
medida del amor es amar sin medida. Hiponense.
·
Vida redimida es inhabitada por la
presencia de la Gracia y esta como signo inequívoco de la promesa del resucitado.
·
Transfigurar la vida implica ser auténticamente
testigo de la luz que brota del rostro del Dios de la vida humanado en Jesús.
·
Transfigurar es mostrar la futura e inherente
condición de los glorificados o divinizados.
·
Transfigurar es anunciar que los valores del Evangelio son tan
actuales y que su praxis llenan cualquier necesidad que presente el creyente.
·
Transfigurar
es autenticar mediante la Fe la luz que brota de la presencia del Encarnado
pre-existente.
·
Transfigurar es asumir la vuelta a la
vida.
·
Transfigurar es convertirnos en receptáculo de la Voluntad salvífica
de la SS. Trinidad.
·
Transfigurarnos es básicamente ser
verdaderos hijos de Dios en absoluta vocación salvífica bajo la guía del
Espíritu de Dios.
·
Transfigurar
es anunciar el triunfo del modelo cristiano entre quienes edifican sus vidas a nuestro
lado.
·
Transfigurar es la equivalencia dialéctica
de la conversión ontológica de nuestra naturaleza en una redimida y liberada de
las incidencias del pecado y sus estructuras.
·
“Esta
es la luz de Cristo… Yo la haré brillar” Pregonamos la
noche santa en la que la Madre de los
bautizados anuncia al mundo que Cristo ha resucitado, convirtiéndose de esta forma
en una manifestación de su propia transfiguración.
·
Transfigurar es dejar ver el cambio
contundente que la vida espiritual produce en el ser humano y su incidencia en
el medio socio-cultural.
·
TRANS-FIGURAR……
TRANSFORMAR ONTOLOGICAMENTE………TRANS-MUTAR EN CRISTO Y SU EVANGELIO……….TRANS-EQUIPARAR
EN SINGULAR LA GRACIA Y SUS CONTENIDOS…….. TRANS- ANUNCIAR POR MEDIO DE OBRAS Y
CONTENIDOS ESPIRITUALES…… TRANS-REGENERAR EL ORDEN SOCIAL……..TRANS-INTIMAR LA
VOLUNTAD DE DIOS…….TRANS-ESPIRITUALIZAR LA FE……. TRANS-LIBERAR AL BAUTIZADO… El
prefijo TRANS, que literalmente lo
equiparamos en perspectiva gramatical con “IR
MÁS ALLÁ” implica necesariamente la habilidad y posibilidad concreta de
superar los esquemas idiomáticos y trascender con la determinación de su
contenido, ya no hablamos del “Prefijo” sino de la posibilidad de equipar toda
intuición con el discurso de nuestra Economía salvífica como tal.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario