INSTRUCCIÓN
CATEQUETICA O FORMACIÓN TEOLÓGICA.
CONTEXTO
DEL PRESENTE ENSAYO.
La necesidad de la
formación de nuestros líderes laicos
(MLL) y en general de todos los feligreses plantea para nosotros una discusión
sobre la naturaleza de esta formación. Sobre la necesidad de estandarizarla y darle
forma según los requerimientos y
patrones de búsqueda por parte de nuestros feligreses o laicos. La sociedad
presente no es la misma hace 10 0 20, incluso 30 años atrás, ahora perviven
formas de relaciones sociales que han mutado e incorporado a la nueva forma de
ver lo socio-cultural. Es pues, importante no perder de vista que cada tiempo
posee su intríngulis y formas de expresión así como de cosmovisión. La Instrucción Catequética presenta en su
exposición una síntesis de los contenidos teológicos necesarios en la vida de
Fe de nuestros hermanos, desde luego con las adaptaciones de lugar que tienen
todo que ver con:
·
Terminología
·
Metodología
·
Experiencias en comunicación de
información y enseñanzas
·
Verdades de nuestra Fe
·
Factores culturales y sociales entre otros
elementos o componentes de su necesaria reflexión.
La Formación teológica no
se equipara solo a los estudiantes y/o ministros ordenados en la Iglesia,
también apunta a la cada vez más necesaria fundamentación de nuestros
feligreses. No solo los teólogos de renombre producen o tienen determinada
producción teológica, en general, los bautizados formados y comprometidos con
la exposición idiomática de su Fe pueden y deben hacerlo, claro está, dentro de
los parámetros y disciplina de la Iglesia. Es tan importante este ejercicio que
permite al creyente conocer y profundizar los rudimentos clave que recibió o
recibe actualmente en la escuela
dominical. La formación teológica es
en consecuencia una necesidad en la modernidad y la inclusión de lo Trans que
al rechazar el Dogma requiere de nuestra parte individualizar la respuesta de
Fe que haga contrapeso a la ausencia de lo absoluto académico e intelectivo, y
esa respuesta se llama formación teológica de nuestros líderes y lideresas. En
este caminar de Fe la respuesta formativa es determinante para afincar el
soporte de nuestra misión así como de la
manera como inculcamos nuestros usos y
costumbres… La competencia en lo teológico es y será responsabilidad de:
·
Los Obispos
·
Gobierno de la Diócesis
·
Clérigos
La
Catequesis como síntesis antes mencionado, aborda la ignorancia que sobrevive
en gran medida entre nuestros laicos, la definición de ignorancia no alude a su
crecimiento personal sino al escaso material e insumos sobre la doctrina de la Iglesia.
En la categoría entran también otras dificultades estructurales como
por ejemplo la falta de hábitos de lectura e investigación así como el
floreciente consumismo tecnológico que reemplaza la pericia en la investigación.
La catequesis está a la orden de los procesos ilustrativos y formativos de
nuestros laicos y su aportación es imprescindible como quiera que nadie da
razón o amor por lo que no conoce (diría el Hiponense en el contexto de la
formación de los nuevos creyentes). La instrucción aterriza fácilmente los
conceptos de la Tradición y el Magisterio eclesial. La instrucción es un
formidable recurso para la transmisión de insumos en ámbitos tan variados como:
Liturgia
en la Congregación
|
Sagradas
Escrituras
|
Cultura
cristiana
|
Practicas
populares
|
Gobierno
diocesano
|
Ética
y Moral cristiana
|
Sacramentos
|
Ministros
ordenados
|
Historia
de la Iglesia
|
Actividades
de escuela
|
Jóvenes
|
|
Es
un recurso útil que nos permite suplir falencias en escenarios variados donde
es posible incidir en la respuesta de nuestro entorno congregacional. Esta
respuesta se trabaja siempre a la par con espacios formativos donde la
catequesis amplia el horizonte. La catequesis entra a formar parte de todas las
iniciativas formativas de la Diócesis y en este orden es la Iglesia quien asume
la responsabilidad y directriz de todos los programas y también quien prepara a
los orientadores. Es fundamental hacer un diagnóstico sobre su necesidad y por
ende impacto. La catequesis o instrucción está unida a la escuela dominical en cuanto
a sus enseñanzas. Contenido y finalidad, desde luego es importante que bajo ese
precedente la fundamentación corresponda
a la realidad congregacional y exista un plan de trabajo que busque el
crecimiento de sus asistentes en la vida y dinamismo de la congregación.
Es necesario renovar tanto su metodología como
pedagogía de lo contrario la motivación de los más chicos será débil y su
aprendizaje pobre. Parte de los problemas formativos se deben a la poca
operatividad concreta de las escuelas dominicales, es bueno que los jóvenes
asuman el control y trabajo en las escuelas congregacionales importantísimo que
los adultos los incluyan en sus clases y metodología de enseñanza, recordemos
la afinidad idiomática) porque las
barreras generacionales son menores y porque tanto ellos como los más chicos
son parte de la ciber-generación mientras que las personas que superan los 40
años de edad son esencialmente de la generación análoga con muchas dificultades comunicativas en la tecnología y
afines que por analogía son fundamentales en la vida de nuestros niños y
jóvenes. La cuestión relacional es precisamente la que abre las puertas al
intercambio de opiniones y al compartir desde la perspectiva de la Fe que la
Iglesia particulariza en la congregación. La instrucción esta también influenciada
profundamente por el quehacer cultural de la congregación, de los clérigos y de
los feligreses por lo que resulta sumamente vital que la promoción o exaltación de
las cualidades y logros de nuestros hermanos sea una realidad. El ampliar los
horizontes culturales en la formación teológica nos asegura la presencia en el
escenario de la pastoral, de seminaristas, lideres pastorales y clérigos,
preparados para abordar distintos sectores socio-culturales donde debe hacer
presencia la iglesia particular. Al
respecto la opinión pública emplea una terminología apropiada para
describir este tipo de procesos culturales, uno de ellos es “rose cultural” para indicar la
permeabilidad de nuestro trabajo en distintos escenarios donde los recursos y
la captación de la feligresía sean más
eficientes. Es de suponer que lo anterior debemos unirlo a la posibilidad de
crecer en escenarios más amplios y pluri-formes. Una de las finalidades más
importantes de la formación o instrucción de nuestros laicos es precisamente
que se pueda convertir en una plataforma que “divulgue nuestra Fe y el cómo creemos los episcopales” es pues,
vital que el creer se exponga bajo el fundamento del amor y que demos razón
tanto de lo que creemos como de lo que sentimos, siendo este un proceso
relevante en la madurez de nuestros feligreses. De lo anterior podemos deducir que la
formación teológica de nuestros feligreses debe ser permanente y que la vinculación de estos a los distintos
ministerios laicos licenciados sea consecuencia de su experiencia y madurez de
Fe como de compromiso en el ámbito congregacional y en general eclesial.
La Fe
está para ser vivida y entendida y en este proceso la formación es determinante
para el bautizado, ya que una persona formada es un feligrés comprometido. No
olvidemos que la primicia fundamental de la formación es el “dar razón de
nuestra Fe” y encontrarle sentido a nuestros actos y ritos en el contexto de
la vida eclesial. En cuanto a nuestra
presente reflexión recordemos que la teología como disciplina de estudio lo es
y será en la perspectiva de la reflexión, pero la formación catequética o
instrucción laical es una experiencia de conversión permanente que llega para
fundamentar los conceptos y vivencias de nuestros hermanos laicos. Es tan
importante la formación laical como la catequesis en general que ambas son
manifestaciones vivas de la misión
profética de la Iglesia. No es posible pensar que la formación laical es
solo segmentaria y que por lo general corresponde a una función determinada,
eso limitaría mucho el proceso de crecimiento espiritual de los bautizados. La
disciplina formativa de la catequesis se remonta al Siglo XVII en la realidad
europea como instrucción permanente en las escuelas y centros de formación. En
la actualidad por razones socio-culturales y de índole política la praxis se ve
muy afectada, pero es bueno aclarar que las iglesias protestantes de índole
histórica mantienen esta dinámica y la hacen parte de su cosmovisión formativa
e instructiva. La escuela dominical debe seguir siendo el centro de la
formación de nuestros niños y jóvenes y pensar en la instauración de un modelo
formativo permanente para nuestros laicos y feligreses en general. No solo se
trata de la instrucción sobre los principios de nuestra Fe sino también de
fundamentar un crecimiento que definimos como integral ya que relaciona el Ser con el Hacer en la vida de la congregación, los bautizados comprometidos Son y formados convenientemente Hacen esto en la perspectiva de la obra
eclesial que compete a todos, es pues, una primicia particular de la Comunión
Anglicana que entrega esta responsabilidad a los bautizados bajo el signo de su
eclesiología.
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