SEGUNDA PARTE… ANTROPOZACIÓN DE
LA SOTERIOLOGÍA. El DIOS Y
HOMBRE VERDADERO.
Para nuestra segunda
reflexión acudiremos a la visión que el Evangelio presenta del Señor tanto en
su concepción humana como divina. Para entrar en materia de esta segunda
reflexión queremos argumentar la relación y fidelidad de fuentes que
contribuyeron tanto a la redacción de Juan como de los Sinópticos, siendo
nuestro empeño, uno, mostrar la relación histórica del Cuarto (IV) Evangelio
con los demás. Esta relación será clave a la hora de relacionar conceptualmente
un evento con otro y revisar su fenomenología. Los Logion o dichos del Redentor
que cita Juan son congruentes con la tradición revelada en los Sinópticos, lo
que nos indica que la procedencia es la misma aunque la disparidad de tiempo
entre una y otra relación aflore
fácilmente. La Soteriología Joanica sorprende
por su densidad asunto que explicamos fácilmente si tenemos presente que era el
tiempo de las definiciones cristológicas por parte de la Iglesia primitiva y
posteriormente de los santos PP. Apostólicos, que solo para nuestra
ilustración citaré un nombre Papias de
Hierapolis (año 139) para la fecha
el Evangelio de Juan había sido redactado al menos 50 años antes, es decir, es
verdaderamente cercano. La aproximación Joanica a la Soteriología está
remarcada por la necesidad de consolidar la revelación y la vida del Salvador
ante los ataques de Gnósticos y Docetas que dudaban de la Encarnación del Señor
y de su acción liberadora en la Cruz, Juan en la exposición del Prólogo insiste en la relación
salvífica de la presencia real del Señor. Entendemos por real como material. Para
Juan la Salvación se relaciona únicamente con el Señor y no existe posibilidad
alguna de considerase un logro estrictamente motivado por nuestra respuesta por
lo que emplea convenientemente expresiones y términos que nos ubican en una
especie de dualismo frente a sus contemporáneos desligándose totalmente de los
demás evangelios. Enfrenta estos términos en la unidad idiomática de la
dicotomía de sus enunciados:
·
Arriba/
Abajo
·
Muerte/vida
·
Día/noche
·
Luz/tiniebla
·
Espíritu/carne
·
Verdad/mentira.
Juan toca no solo la
Soteriología de su Evangelio sino que incluso nos pone a pensar en su exposición
escatológica, mítica, ética y moral, según sea la exposición de estos
paradigmas en sus enseñanzas y señalamientos.
Prepara de esta forma su Anuncio
de corte y naturaleza kerigmatico y para ello se apropia de conceptos
que se mueven en sus enseñanzas con toda libertad, basta hablar de la forma
como el testimonio es utilizado en la fundamentación de una idea teológica, ejemplo
básico de ello es lo acontecido con la “mujer adúltera” (capitulo 8) como la
doctrina judía es superada por la cristiana bajo el signo de la Justicia, el
amor y los derechos de los hijos de Dios. Introduce un concepto definitivo como
es la conciencia del creyente. La coincidencia en algunas citas corresponde
a fuentes comunes exploradas por los
autores de los evangelios. No es posible o factible suponer una única fuente
más bien diremos que existe una gran adaptabilidad según sea la necesidad de
exponer un matiz determinado de alguna enseñanza y en este campo es
particularmente fuerte el Evangelio
Joanico. El matiz se relaciona ampliamente con el momento teológico en el que
los evangelios fueron escritos. Cuestión comprensible dado que la fuerza
escrituristica obedece a las necesidades de la Iglesia primitiva.
Juan
|
Dicho (o idea/elemento) común
|
Sinópticos
|
1,42
|
Nuevo nombre dado a Simón: Kefas / Pedro
|
Mc 3,16; Mt
16,17s
|
2,18
|
“¿Qué signo nos das…?”
|
cf. Mt 12,38;
16,1;
Mc 8,11; Lc
11,16
|
2,19
|
“Destruyan este templo y en tres días lo levantaré”
|
Cf. Mt 26,21;
27,40;
Mc
14,58; 15,29
|
3,3
|
“…no podrá entrar en el reino de Dios”
|
Mt 18,3
|
3,35
|
“El Padre ama al Hijo y ha puesto en su mano todas
las cosas:”
|
Mt 11,27;
Lc 10,22 “logion
joanico”
|
4,35
|
Cosecha lista / abundante
|
Mt 9,37; Lc
10,2
|
4,44
|
“Ningún profeta es honrado en su propia patria”
|
Mt 13,57; Mc
6,4; Lc 10,22
|
5,8
|
“Toma tu camilla y anda”
|
Mc 2,11; cf.
Mt 9,6; Lc 5,24
|
5,29
|
Resurrección de vida… y de condena
|
Mt 25,46; cf.
16,27
|
6,50
|
“Soy yo; no
teman”
|
Mt 14,27; Mc
6,50
|
|
|
|
12,7
|
(el día de) mi entierro
|
Mt 26,12; Mc
14,8)
|
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Juan nos deja ver un principio estructurador de su
Evangelio y lo remite a la confirmación de la definitiva y plena revelación de
la Identidad de Jesús ya no tras una Zarza como el pueblo del Antiguo
Testamento sino encarnando la vida y obra en medio de los suyos, nos referimos
a las expresiones Ego Eimí, El “Yo
Soy” toma fuerza de tal manera que no solo se expresa en el Señor sino en toda
la revelación del N.T. este proceso dialogístico nos ofrece la posibilidad de
contextualizarlo y como ejemplo cito: “Yo
soy el buen pastor” contenido en el capítulo 10 versículo 14. Y también “Yo soy el pan de vida” capitulo 6
versículo 35. Y otra fuente podría ser: “Yo
soy la luz del mundo” precisamente posterior a la mujer adúltera. Son una serie de ejemplos sobre la riqueza de
Juan para relacionar nuestra Salvación con la Historia de Israel pero
potenciada en el Logos o Verbo encarnado. En consonancia podemos citar una vez más el
capítulo 8 de su Evangelio que si observamos el tipo de enseñanza lo podemos
asociar al espíritu de los sinópticos concretamente a Lucas en la forma o modo
de propiciar la reflexión y ante las palabras del Señor son inútiles las
perspicacias de los judíos. Es un bello ejemplo de la coherencia del Texto que
se une a tradiciones de las que sin duda este Autor tomó conceptos y elementos
literarios. Termina con la afirmación de Cristo como la Luz del mundo, es una
variación conceptual seguida por Juan y no solo representa el modo anterior
(A.T) sino que introduce al creyente en un escenario donde la Palabra de Jesús
es la Luz de nuestra conciencia, ya superamos la época de la nube en el desierto
que guía al pueblo (Simbología del Éxodo para significar la presencia de Dios)
para convertirse en el mismo Dios Encarnado en la historia y biología creadas
por Él… La luz de Cristo es la única que permanece y transforma todo cuanto
cubre con su poder y de este modo el bautizado debe convertirse en “faro” de
las buenas costumbres y del Evangelio. El bien y el mal no cohabitan en un
mismo escenario somos nosotros los que abrimos posibilidades de crecimiento y
plenitud tanto a lo bueno como a lo malo en general. Según alimentemos lo uno o
lo otro así será nuestra vida y relaciones con quienes nos rodean, una vez más
caemos gramaticalmente al capítulo 8. La Salvación Mesiánica es una realidad y
Jesús lo deja en firme y es una gratuidad abierta a quienes así lo desean sin
importar pecado o condiciones algunas, en este caso sin que medie el tema de
género. Jesús es juzgado por su apariencia personal y no por la sabiduría que
brota de su corazón y este capítulo (8) es un vivo ejemplo de ello, pesan más
las tradiciones que el valor intrínseco de la persona humana, no nos alarmemos
hoy pasa lo mismo vale más la apariencia y el poder del dinero que la moralidad
y la esencia de las personas, a propósito citamos la expresión del Hiponense: En la carne no ven resplandecer la gloria
del Hijo de Dios.
Jesús no juzga la carne sino que atiende al espíritu
presente en cada uno de nosotros. Es pues la luz el condicionamiento santo y
libre en el ser humano y su conciencia. La forma como la Gracia actúa en la
vida del bautizado, sin duda, Juan en su Evangelio lo comprende perfectamente y
lo asocia con la Salvación en términos
formales y sobrenaturales también, hace de lo cotidiano escenario ideal para lo
sobrenatural. La concepción Joanica
trasciende el escenario antropológico como tal para instalarse en la
trascendencia de la existencia por la Fe y la coherencia en el accionar del
bautizado. La salvación no solo aparece en su intención escrituristica como un
ofrecimiento sino también como respuesta que de forma positiva emplea todos los
recursos para alcanzar su objetivo fundamental en el cristiano. Es pues una
manera de vincular estrechamente la vida del bautizado con todo lo que este
hace y tiene conciencia de ello. La gloria de Cristo percibida como fin último
de la humanidad y particularmente de cada uno de los bautizados.
La estructura fundamental de la Soteriología Joanica
se percibe desde la inclusión de la total revelación de Jesús como el Hijo de
Dios y que no procede de la tierra (hostilidad)
sino que viene de arriba (Trascendental) para luego revelar todo el
mensaje y la intención del mismo. Recordemos que Juan desde el prólogo muestra
su intención de fijar la postura de su Evangelio y resume su cometido al llamar
al Hijo Logos o Verbo… Este señalamiento que
traducimos en la comunicación Divina se convierte en fundamento de toda
revelación ya que el Padre habla y gracias al Hijo llegan sus palabras a
nosotros los creyentes. La estructura de su Soteriología es desde luego
producto de una reflexión que supera en tiempo a los Sinópticos y en un momento
que como decíamos antes trabajó fuertemente la Cristología. El Hijo será
glorificado y antes de ello padecerá en una Cruz, en cuanto al ser humano
bautizado espera se viva un proceso similar gracias a quien abrió para nosotros
las puertas de la eternidad. El Cristo
que es la Palabra revela al Padre plenamente puesto que solo Él lo conoce.
El Hijo del Hombre es el dador de vida y la dará
abundantemente como quiera que es dueño de esta realidad que comparte con
nosotros los bautizados. La cosmovisión Joanica centra su poder en la
revelación de Jesucristo Hijo de Dios y en su triunfo definitivo y tal postura
la traslada radicalmente al Libro del Apocalipsis. El matiz característico de
Juan es la Esperanza y reviste a Jesús de los atributos propios de un Cordero Pascual que quita el pecado del
mundo (realidad de la creación). Juan no deja fuera de lugar absolutamente nada
todo corresponde a una finalidad bien conocida y la finalidad se alimenta de la
realidad/verdad de Jesús el revelador del Padre Dios. Juan asocia la Luz con la
vida y así ubica al Señor como fuente de la Luz que conduce a la vida que brota
de la relación Trinitaria (Hiponense) pues tal aseveración nos permite
garantizar que la trascendencia es la medida de todos los bautizados. Pues la
Luz de Cristo ya no se oculta porque se convertirá en la Esperanza de la
Iglesia y los bautizados. Cristo se
convierte en Sol que alumbra la realidad de la Creación y también Faro que la
guía a su estado original. La salvación no es solo un ofrecimiento para el
género humano, la creación entra también en ese ofrecimiento.
Sobre el argumento central de la Soteriología como
lo es el pecado su lucha por opacar la Imagen del Dios Subsistente en el
bautizado encontramos algunas concordancias particularmente con John
Wesley que ve en el pecado una estructura generadora de enfermedad de la
cual es víctima el creyente, si queremos conocer el motivo de esta definición
antropológicamente correcta debemos tener muy presente que el propio Wesley
vivió en una época donde el licor, el tabaco, la prostitución, eran pan de cada
día y una sociedad como la Inglesa sufría el influjo de estas
seudo-manifestaciones culturales modernas.
El conflicto de la economía y el desarraigo de los campos paulatinamente
afecto su percepción de un mundo justo y equitativo. Pasados al menos 60 años
en 1842 Inglaterra se embarcará en una guerra muy particular con China por el
control del Opio una adicción
verdaderamente destructiva. No olvidemos que los ingleses buscaban monopolizar
este comercio y pagaban algunos bienes y servicios con él, mientras que los chinos
buscaron la manera de llevarles el problema a Londres y lo lograron. La
concepción de Wesley atiende a estas circunstancias unas activas y otras en
potencia como la referida. Este autor
supo relacionar la primicia de la razón con el ejercicio académico de la
instrucción religiosa y lo condensó en esta expresión: Renunciar a la razón es renunciar a la religión, la religión y la razón
van juntas, toda religión irracional es falsa religión. Si el pecado es una
enfermedad entonces Cristo es el medico Divino que necesitamos para aliviarnos.
Con estas afirmaciones abre la puerta a la discusión tanto del valor intrínseco
de las obras como de la vivencia de una Fe productiva que refleje sus
convicciones mediante sus acciones. La Gracia se constituye en un motor de la
actividad de todo creyente y fin último que sublima cuanto somos y actuamos en
el medio o entorno socio-cultural. Es pues su pensamiento un bello esfuerzo de
sociología cristiana dinámica y aterrizada en acciones y construcciones de todos
tipos tanto académicos como relacionales. Wesley es un ejemplo a imitar no solo
denuncia y habla a la sociedad de su época sino que estudia las causas de la
pobreza en su entorno. Su teología es
definida como una teología de santidad que busca sembrar esta connotación en la vida
del bautizado sin sacarlo del mundo y la influencia de su entorno, es un hombre
de carácter que dejó los idealismos de moralidad eclesial y se untó de vida y
relaciones aun con el Estado. En el presente nuestra Soteriología no solo encarna
el contenido evangélico de Salvación sino que lo proyecta en la construcción de
un entorno solidario. Nuestra Soteriología busca la redención del ser humano en
todos los escenarios donde este actúa y crea
vínculos permanentes. Nuestra Soteriología se edifica en el fundamento
del Dios revelado y Creador de todo y de su obra como depositaria plena de su
Gracia y perfección.
SÍNTESIS DE
NUESTRA SOTERIOLOGÍA.
·
La
Soteriología formalmente tratada en la
Iglesia Anglicana se centra como la tradición en la revelación de Jesucristo el
Hijo de Dios y nuestro Salvador. Está relacionada vitalmente con la Cristología
y sus postulados sobre la Gracia y la Resurrección del Señor.
·
Históricamente la Soteriología anglicana vinculó al ser
humano en su experiencia en el mundo y la composición de su entorno a partir de
la conciencia de sí mismo como sujeto activo de su Salvación sin que con ello
mengue la necesidad de la Gracia.
·
Salvados
del pecado y su influjo destructivo aquí encontramos la metafísica de la Soteriología.
·
En
cuanto a la Ontología expuesta en nuestra Soteriología diremos que la
transformación del ser humano a partir de la presencia de la Gracia es una
realidad envolvente de su propia condición. No estamos en el mundo por
accidente y nuestra presencia siempre será susceptible de mejorar, madurar,
crecer, evolucionar.
·
La
transformación ontológica es una cuestión de la divinización de nuestra
condición lo que de suyo no implica
nunca la perdida de nuestra condición humana. Los PP. Griegos caminaban
en esta dirección mientras que los PP. Latinos se adentraron en la
exposición Psicológica de la salvación
en un entorno creíble y que no por ello abandona la lucha contra el pecado y
sus estructuras.
·
La
interpretación materialista de la historia solo nos habla de formas o modelos
tanto económicos como productivos y su cambio en el tiempo, pero nuestra
Soteriología erige a Cristo como Señor
de la Historia. No es tanto el modelo económico sino la aproximación
espiritual del creyente.
·
La
vieja fórmula axiomática que afirma: La
Gracia supone naturaleza la entendemos en la perspectiva antropológica de
la necesidad de algo para ser redimido en este caso la especie humana y la
creación.
·
El
esquema soteriológico de Juan (Joanico) versa sobre las connotaciones propias
de la experiencia del creyente en el mundo donde por su nacimiento es inserto,
y esta expresión de su presencia material, espiritual y formal, en el mundo le
permite caminar en la dirección de su plena realización, somos seres inacabados
lo que implica de facto la construcción constante de nuestro entorno o medio
somático. No es posible ser salvados sin estar en relación con nuestros
congeneres. La salvación se manifiesta en la presencia del resucitado y la
santidad inherente en la vida y sus estados fruto de esta maravillosa
presencia.
·
El
llamado dualismo Joanico más que dos
principios en disputa nos habla de la
concreción del estado ideal de vida que
refleja en sus connotaciones la estructura que más se desarrolló en él. Digamos
que la Luz indica en sí misma la naturaleza de los valores y de cada uno de los
ideales del Evangelio y la oscuridad es un enunciado que antropiza como
experiencia definitiva en el ser humano la ausencia de la Luz que es el propio Cristo. La antropología
contaminada por el pecado no logra salir de sí misma puesto que hace del pecado
una carga difícil de superar en su propia inmanencia, mientras que la Gracia
libera y forma principio de eternidad donde antes había solo carne y huesos.
·
La
Salvación como principio de nuestra eclesiología es una propuesta de Cristo
abierta y sin restricciones de ningún tipo, es Cristo el autor de nuestra
Salvación y solo es por los méritos de su Amor y Sangre derramada en la Cruz.
·
Dios es absolutamente Soberano en nuestra Salvación.
ATRIBUTOS NATURALES DE DIOS.
|
ATRIBUTOS DE CARÁCTER
|
|
MORAL.
|
Infinitud
|
|
Personalidad
|
Bondad
|
Libertad
|
Santidad
|
Inmutabilidad/Eternidad
|
Justicia
|
Trascendencia/Inmanencia
|
|
Omnipresencia
|
|
Omnisciencia/Omnipotencia
|
|
|
|
SU NOMBRE/ATRIBUTOS
|
|
|
Liberador/Restaurador
|
Misericordioso
|
Cuida del
pobre y desamparado
|
Lento a la Ira
y presto en perdonar
|
Padre y Señor
de todos
|
Es nuestra
Justicia
|
De su Nombre
toma nombra toda
|
Clemente/Compasivo
|
Familia en el
cielo y en la tierra.
|
Nuestro
defensor
|
Tierno y Dulce
con todos
|
Señor de los
Ejércitos (Is 1,24)
|
Yahveh. (Dt 6,4)
|
Adonaí (Gn 15,2)
|
El-Roí (Gn 16,13)
|
Elohim (Gn 1,1)
|
El-Shaddai (Ex 6,3)
|
El-Elyon (2 Sam 22,14)
|
El-olam (Gn 21,33)
|
Libertador (2 Sam 22,2)
|
Juez (Mi 4,1)
|
Padre (Is 64,8)
|
Roca (1 Sam 2,2)
|
Yo Soy (Ex 3,14)
|
Luz (Jn 8,12)
|
El Santo (Is 43,15)
|
Pastor (Sal 23,1)
|
El Nombre que culturalmente le da la tradición
semita a Dios es importante para reconocer la dimensión y conciencia salvífica
del pueblo hebreo. La salvación que concreta el Mesías encarnado es por demás
el culmen de las aspiraciones imperfectas del pueblo judío que con el correr
del tiempo manifestaron un giro total en su cosmovisión. El Nombre de Dios se
inserta poderosamente en el mismo plan salvífico y lo alienta con los dones y
atributos que este refleja en la experiencia semita y cristiana. La
Redención reconoce esta inserción y nos
permite “juntar” algunos elementos trascendentes de su discurso y
familiarizarnos con términos vitales como es el caso de:
·
Gracia
·
Justificación
·
Redención
·
Regeneración
·
Nuevo nacimiento
·
Providencia de Dios
·
Justicia
·
Pecado
·
Libertad
·
Solidaridad
·
Sustitución
·
Promesa
Y muchos otros que sin duda hacen parte de nuestros
discursos eclesiales actuales como lo fueron en el pasado. En la tercera parte
continuaremos esta reflexión y su enfoque.
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