sábado, 5 de agosto de 2017

SEGUNDA PARTE... ANTROPIZACIÓN DE LA SOTERIOLOGÍA. EL DIOS Y HOMBRE VERDADERO.

SEGUNDA  PARTE… ANTROPOZACIÓN  DE  LA  SOTERIOLOGÍA. El DIOS  Y  HOMBRE  VERDADERO.



Para nuestra segunda reflexión acudiremos a la visión que el Evangelio presenta del Señor tanto en su concepción humana como divina. Para entrar en materia de esta segunda reflexión queremos argumentar la relación y fidelidad de fuentes que contribuyeron tanto a la redacción de Juan como de los Sinópticos, siendo nuestro empeño, uno, mostrar la relación histórica del Cuarto (IV) Evangelio con los demás. Esta relación será clave a la hora de relacionar conceptualmente un evento con otro y revisar su fenomenología. Los Logion o dichos del Redentor que cita Juan son congruentes con la tradición revelada en los Sinópticos, lo que nos indica que la procedencia es la misma aunque la disparidad de tiempo entre una  y otra relación aflore fácilmente. La Soteriología Joanica sorprende por su densidad asunto que explicamos fácilmente si tenemos presente que era el tiempo de las definiciones cristológicas por parte de la Iglesia primitiva y posteriormente de  los santos PP.  Apostólicos, que solo para nuestra ilustración citaré un nombre Papias de Hierapolis  (año 139) para la fecha el Evangelio de Juan había sido redactado al menos 50 años antes, es decir, es verdaderamente cercano. La aproximación Joanica a la Soteriología está remarcada por la necesidad de consolidar la revelación y la vida del Salvador ante los ataques de Gnósticos y Docetas que dudaban de la Encarnación del Señor y de su acción liberadora en la Cruz, Juan en la exposición del Prólogo insiste en la relación salvífica de la presencia real del Señor. Entendemos por real como material. Para Juan la Salvación se relaciona únicamente con el Señor y no existe posibilidad alguna de considerase un logro estrictamente motivado por nuestra respuesta por lo que emplea convenientemente expresiones y términos que nos ubican en una especie de dualismo frente a sus contemporáneos desligándose totalmente de los demás evangelios. Enfrenta estos términos en la unidad idiomática de la dicotomía de sus enunciados:

·         Arriba/ Abajo
·         Muerte/vida
·         Día/noche
·         Luz/tiniebla
·         Espíritu/carne
·         Verdad/mentira.

Juan toca no solo la Soteriología de su Evangelio sino que incluso nos pone a pensar en su exposición escatológica, mítica, ética y moral, según sea la exposición de estos paradigmas en sus enseñanzas y señalamientos.   Prepara de esta forma su Anuncio  de corte y naturaleza kerigmatico y para ello se apropia de conceptos que se mueven en sus enseñanzas con toda libertad, basta hablar de la forma como el testimonio es utilizado en la fundamentación de una idea teológica, ejemplo básico de ello es lo acontecido con la “mujer adúltera” (capitulo 8) como la doctrina judía es superada por la cristiana bajo el signo de la Justicia, el amor y los derechos de los hijos de Dios. Introduce un concepto definitivo como es la conciencia del creyente. La coincidencia en algunas citas corresponde a  fuentes comunes exploradas por los autores de los evangelios. No es posible o factible suponer una única fuente más bien diremos que existe una gran adaptabilidad según sea la necesidad de exponer un matiz determinado de alguna enseñanza y en este campo es particularmente fuerte  el Evangelio Joanico. El matiz se relaciona ampliamente con el momento teológico en el que los evangelios fueron escritos. Cuestión comprensible dado que la fuerza escrituristica obedece a las necesidades de la Iglesia primitiva.

Juan
Dicho (o idea/elemento) común
Sinópticos
1,42
Nuevo nombre dado a Simón:   Kefas / Pedro
Mc 3,16;  Mt 16,17s
2,18
“¿Qué signo nos das…?”
cf.  Mt 12,38; 16,1; 
Mc 8,11;  Lc 11,16
2,19
“Destruyan este templo y en tres días lo levantaré”
Cf. Mt 26,21;  27,40; 
      Mc 14,58;  15,29
3,3
“…no podrá entrar en el reino de Dios”
Mt 18,3
3,35
“El Padre ama al Hijo y ha puesto en su mano todas las cosas:”
Mt 11,27;    Lc 10,22     “logion joanico”
4,35
Cosecha lista / abundante
Mt 9,37;  Lc 10,2
4,44
“Ningún profeta es honrado en su propia patria”
Mt 13,57;  Mc 6,4;  Lc 10,22
5,8
“Toma tu camilla y anda”
Mc 2,11;  cf. Mt 9,6;  Lc 5,24
5,29
Resurrección de vida… y de condena
Mt 25,46;  cf. 16,27
6,50
“Soy yo;  no teman”
Mt 14,27;  Mc 6,50



12,7
(el día de) mi entierro
Mt 26,12;  Mc 14,8)






















Juan nos deja ver un principio estructurador de su Evangelio y lo remite a la confirmación de la definitiva y plena revelación de la Identidad de Jesús ya no tras una Zarza como el pueblo del Antiguo Testamento sino encarnando la vida y obra en medio de los suyos, nos referimos a las expresiones Ego Eimí, El “Yo Soy” toma fuerza de tal manera que no solo se expresa en el Señor sino en toda la revelación del N.T. este proceso dialogístico nos ofrece la posibilidad de contextualizarlo y como ejemplo cito: “Yo soy el buen pastor” contenido en el capítulo 10 versículo 14. Y también “Yo soy el pan de vida” capitulo 6 versículo 35. Y otra fuente podría ser: “Yo soy la luz del mundo” precisamente posterior a la mujer adúltera.  Son una serie de ejemplos sobre la riqueza de Juan para relacionar nuestra Salvación con la Historia de Israel pero potenciada en el Logos o Verbo encarnado.  En consonancia podemos citar una vez más el capítulo 8 de su Evangelio que si observamos el tipo de enseñanza lo podemos asociar al espíritu de los sinópticos concretamente a Lucas en la forma o modo de propiciar la reflexión y ante las palabras del Señor son inútiles las perspicacias de los judíos. Es un bello ejemplo de la coherencia del Texto que se une a tradiciones de las que sin duda este Autor tomó conceptos y elementos literarios. Termina con la afirmación de Cristo como la Luz del mundo, es una variación conceptual seguida por Juan y no solo representa el modo anterior (A.T) sino que introduce al creyente en un escenario donde la Palabra de Jesús es la Luz de nuestra conciencia, ya superamos la época de la nube en el desierto que guía al pueblo (Simbología del Éxodo para significar la presencia de Dios) para convertirse en el mismo Dios Encarnado en la historia y biología creadas por Él… La luz de Cristo es la única que permanece y transforma todo cuanto cubre con su poder y de este modo el bautizado debe convertirse en “faro” de las buenas costumbres y del Evangelio. El bien y el mal no cohabitan en un mismo escenario somos nosotros los que abrimos posibilidades de crecimiento y plenitud tanto a lo bueno como a lo malo en general. Según alimentemos lo uno o lo otro así será nuestra vida y relaciones con quienes nos rodean, una vez más caemos gramaticalmente al capítulo 8. La Salvación Mesiánica es una realidad y Jesús lo deja en firme y es una gratuidad abierta a quienes así lo desean sin importar pecado o condiciones algunas, en este caso sin que medie el tema de género. Jesús es juzgado por su apariencia personal y no por la sabiduría que brota de su corazón y este capítulo (8) es un vivo ejemplo de ello, pesan más las tradiciones que el valor intrínseco de la persona humana, no nos alarmemos hoy pasa lo mismo vale más la apariencia y el poder del dinero que la moralidad y la esencia de las personas, a propósito citamos la expresión del Hiponense: En la carne no ven resplandecer la gloria del Hijo de Dios.

Jesús no juzga la carne sino que atiende al espíritu presente en cada uno de nosotros. Es pues la luz el condicionamiento santo y libre en el ser humano y su conciencia. La forma como la Gracia actúa en la vida del bautizado, sin duda, Juan en su Evangelio lo comprende perfectamente y lo asocia con la  Salvación en términos formales y sobrenaturales también, hace de lo cotidiano escenario ideal para lo sobrenatural.  La concepción Joanica trasciende el escenario antropológico como tal para instalarse en la trascendencia de la existencia por la Fe y la coherencia en el accionar del bautizado. La salvación no solo aparece en su intención escrituristica como un ofrecimiento sino también como respuesta que de forma positiva emplea todos los recursos para alcanzar su objetivo fundamental en el cristiano. Es pues una manera de vincular estrechamente la vida del bautizado con todo lo que este hace y tiene conciencia de ello. La gloria de Cristo percibida como fin último de la humanidad y particularmente de cada uno de los bautizados.

La estructura fundamental de la Soteriología Joanica se percibe desde la inclusión de la total revelación de Jesús como el Hijo de Dios y que no procede de la tierra (hostilidad)  sino que viene de arriba (Trascendental) para luego revelar todo el mensaje y la intención del mismo. Recordemos que Juan desde el prólogo muestra su intención de fijar la postura de su Evangelio y resume su cometido al llamar al Hijo Logos o Verbo… Este señalamiento que  traducimos en la comunicación Divina se convierte en fundamento de toda revelación ya que el Padre habla y gracias al Hijo llegan sus palabras a nosotros los creyentes. La estructura de su Soteriología es desde luego producto de una reflexión que supera en tiempo a los Sinópticos y en un momento que como decíamos antes trabajó fuertemente la Cristología. El Hijo será glorificado y antes de ello padecerá en una Cruz, en cuanto al ser humano bautizado espera se viva un proceso similar gracias a quien abrió para nosotros las puertas de la eternidad. El Cristo que es la Palabra revela al Padre plenamente puesto que solo Él lo conoce.

El Hijo del Hombre es el dador de vida y la dará abundantemente como quiera que es dueño de esta realidad que comparte con nosotros los bautizados. La cosmovisión Joanica centra su poder en la revelación de Jesucristo Hijo de Dios y en su triunfo definitivo y tal postura la traslada radicalmente al Libro del Apocalipsis. El matiz característico de Juan es la Esperanza y reviste a Jesús de los atributos propios de un Cordero Pascual que quita el pecado del mundo (realidad de la creación). Juan no deja fuera de lugar absolutamente nada todo corresponde a una finalidad bien conocida y la finalidad se alimenta de la realidad/verdad de Jesús el revelador del Padre Dios. Juan asocia la Luz con la vida y así ubica al Señor como fuente de la Luz que conduce a la vida que brota de la relación Trinitaria (Hiponense) pues tal aseveración nos permite garantizar que la trascendencia es la medida de todos los bautizados. Pues la Luz de Cristo ya no se oculta porque se convertirá en la Esperanza de la Iglesia  y los bautizados. Cristo se convierte en Sol que alumbra la realidad de la Creación y también Faro que la guía a su estado original. La salvación no es solo un ofrecimiento para el género humano, la creación entra también en ese ofrecimiento.

Sobre el argumento central de la Soteriología como lo es el pecado su lucha por opacar la Imagen del Dios Subsistente en el bautizado encontramos algunas concordancias particularmente con  John Wesley que ve en el pecado una estructura generadora de enfermedad de la cual es víctima el creyente, si queremos conocer el motivo de esta definición antropológicamente correcta debemos tener muy presente que el propio Wesley vivió en una época donde el licor, el tabaco, la prostitución, eran pan de cada día y una sociedad como la Inglesa sufría el influjo de estas seudo-manifestaciones culturales modernas.  El conflicto de la economía y el desarraigo de los campos paulatinamente afecto su percepción de un mundo justo y equitativo. Pasados al menos 60 años en 1842 Inglaterra se embarcará en una guerra muy particular con China por el control del Opio  una adicción verdaderamente destructiva. No olvidemos que los ingleses buscaban monopolizar este comercio y pagaban algunos bienes y servicios con él, mientras que los chinos buscaron la manera de llevarles el problema a Londres y lo lograron. La concepción de Wesley atiende a estas circunstancias unas activas y otras en potencia como la referida.  Este autor supo relacionar la primicia de la razón con el ejercicio académico de la instrucción religiosa y lo condensó en esta expresión: Renunciar a la razón es renunciar a la religión, la religión y la razón van juntas, toda religión irracional es falsa religión. Si el pecado es una enfermedad entonces Cristo es el medico Divino que necesitamos para aliviarnos. Con estas afirmaciones abre la puerta a la discusión tanto del valor intrínseco de las obras como de la vivencia de una Fe productiva que refleje sus convicciones mediante sus acciones. La Gracia se constituye en un motor de la actividad de todo creyente y fin último que sublima cuanto somos y actuamos en el medio o entorno socio-cultural. Es pues su pensamiento un bello esfuerzo de sociología cristiana dinámica y aterrizada en acciones y construcciones de todos tipos tanto académicos como relacionales. Wesley es un ejemplo a imitar no solo denuncia y habla a la sociedad de su época sino que estudia las causas de la pobreza en su  entorno. Su teología es definida como una teología de santidad  que busca sembrar esta connotación en la vida del bautizado sin sacarlo del mundo y la influencia de su entorno, es un hombre de carácter que dejó los idealismos de moralidad eclesial y se untó de vida y relaciones aun con el Estado. En el presente nuestra Soteriología no solo encarna el contenido evangélico de Salvación sino que lo proyecta en la construcción de un entorno solidario. Nuestra Soteriología busca la redención del ser humano en todos los escenarios donde este actúa y crea  vínculos permanentes. Nuestra Soteriología se edifica en el fundamento del Dios revelado y Creador de todo y de su obra como depositaria plena de su Gracia y perfección.

SÍNTESIS  DE  NUESTRA  SOTERIOLOGÍA.

·         La Soteriología  formalmente tratada en la Iglesia Anglicana se centra como la tradición en la revelación de Jesucristo el Hijo de Dios y nuestro Salvador. Está relacionada vitalmente con la Cristología y sus postulados sobre la Gracia y la Resurrección del Señor.
·         Históricamente  la Soteriología anglicana vinculó al ser humano en su experiencia en el mundo y la composición de su entorno a partir de la conciencia de sí mismo como sujeto activo de su Salvación sin que con ello mengue la necesidad de la Gracia. 
·         Salvados del pecado y su influjo destructivo aquí encontramos la metafísica de  la Soteriología.
·         En cuanto a la Ontología expuesta en nuestra Soteriología diremos que la transformación del ser humano a partir de la presencia de la Gracia es una realidad envolvente de su propia condición. No estamos en el mundo por accidente y nuestra presencia siempre será susceptible de mejorar, madurar, crecer, evolucionar. 
·         La transformación ontológica es una cuestión de la divinización de nuestra condición lo que de suyo no implica  nunca la perdida de nuestra condición humana. Los PP. Griegos caminaban en esta dirección mientras que los PP. Latinos se adentraron en la exposición  Psicológica de la salvación en un entorno creíble y que no por ello abandona la lucha contra el pecado y sus estructuras.
·         La interpretación materialista de la historia solo nos habla de formas o modelos tanto económicos como productivos y su cambio en el tiempo, pero nuestra Soteriología erige a Cristo como Señor de la Historia. No es tanto el modelo económico sino la aproximación espiritual del creyente.
·         La vieja fórmula axiomática que afirma: La Gracia supone naturaleza la entendemos en la perspectiva antropológica de la necesidad de algo para ser redimido en este caso la especie humana y la creación.
·         El esquema soteriológico de Juan (Joanico) versa sobre las connotaciones propias de la experiencia del creyente en el mundo donde por su nacimiento es inserto, y esta expresión de su presencia material, espiritual y formal, en el mundo le permite caminar en la dirección de su plena realización, somos seres inacabados lo que implica de facto la construcción constante de nuestro entorno o medio somático. No es posible ser salvados sin estar en relación con nuestros congeneres. La salvación se manifiesta en la presencia del resucitado y la santidad inherente en la vida y sus estados fruto de esta maravillosa presencia.

·         El llamado dualismo Joanico más que dos principios  en disputa nos habla de la concreción del  estado ideal de vida que refleja en sus connotaciones la estructura que más se desarrolló en él. Digamos que la Luz indica en sí misma la naturaleza de los valores y de cada uno de los ideales del Evangelio y la oscuridad es un enunciado que antropiza como experiencia definitiva en el ser humano la ausencia de la Luz que  es el propio Cristo. La antropología contaminada por el pecado no logra salir de sí misma puesto que hace del pecado una carga difícil de superar en su propia inmanencia, mientras que la Gracia libera y forma principio de eternidad donde antes había solo carne y huesos.
·         La Salvación como principio de nuestra eclesiología es una propuesta de Cristo abierta y sin restricciones de ningún tipo, es Cristo el autor de nuestra Salvación y solo es por los méritos de su Amor y Sangre derramada en la Cruz.

·         Dios es absolutamente Soberano en nuestra Salvación.


ATRIBUTOS NATURALES DE DIOS.
ATRIBUTOS DE CARÁCTER

MORAL.
Infinitud

Personalidad
Bondad
Libertad
Santidad
Inmutabilidad/Eternidad
Justicia
Trascendencia/Inmanencia

Omnipresencia

Omnisciencia/Omnipotencia



SU NOMBRE/ATRIBUTOS


Liberador/Restaurador
Misericordioso
Cuida del pobre y desamparado
Lento a la Ira y presto en perdonar
Padre y Señor de todos
Es nuestra Justicia
De su Nombre toma nombra toda
Clemente/Compasivo
Familia en el cielo y en la tierra.
Nuestro defensor
Tierno y Dulce con todos
Señor de los Ejércitos (Is 1,24)
Yahveh.   (Dt 6,4)
Adonaí   (Gn 15,2) 
El-Roí      (Gn 16,13)
Elohim    (Gn 1,1)
El-Shaddai  (Ex 6,3)
El-Elyon  (2 Sam 22,14)
El-olam    (Gn 21,33)
Libertador  (2 Sam 22,2)
Juez       (Mi 4,1)
Padre       (Is 64,8)
Roca       (1 Sam 2,2)
Yo Soy    (Ex 3,14)
Luz         (Jn 8,12)
El Santo   (Is 43,15)
Pastor     (Sal 23,1)

El Nombre que culturalmente le da la tradición semita a Dios es importante para reconocer la dimensión y conciencia salvífica del pueblo hebreo. La salvación que concreta el Mesías encarnado es por demás el culmen de las aspiraciones imperfectas del pueblo judío que con el correr del tiempo manifestaron un giro total en su cosmovisión. El Nombre de Dios se inserta poderosamente en el mismo plan salvífico y lo alienta con los dones y atributos que este refleja en la experiencia semita y cristiana. La Redención  reconoce esta inserción y nos permite “juntar” algunos elementos trascendentes de su discurso y familiarizarnos con términos vitales como es el caso de:

·         Gracia
·         Justificación
·         Redención
·         Regeneración
·         Nuevo nacimiento
·         Providencia de Dios
·         Justicia
·         Pecado
·         Libertad
·         Solidaridad
·         Sustitución
·         Promesa

Y muchos otros que sin duda hacen parte de nuestros discursos eclesiales actuales como lo fueron en el pasado. En la tercera parte continuaremos esta reflexión y su enfoque.






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