QUINTA PARTE… LA
CRISTOLOGÍA COMO VERDAD
NECESARIA EN EL
CONTEXTO DE LA
TRAS-MODERNIDAD.
CIRCULO HERMENÉUTICO
DEL ENUNCIADO.
Nuestro discurso presenta
una serie de problemas a la hora de ser elaborado y los cuales sin duda alguna
necesitan ser explicados y condicionados al medio de nuestra gramática
reconociendo las dificultades idiomáticas para su aprehensión. En el presente Siglo de lo “Trans” (Rosa
María Rodríguez 1989, en su obra la Sonrisa de Saturno) cuya dificultad fue
elaborar una “Semiótica discursiva” capaz de responder a su introducción en la
escena socio-cultural particularmente de los países de este hemisferio, desligándose
de los europeos y norteamericanos. Este desligar la cultura se veía necesario
ya que las políticas de estos fueron impuestas bajo el sofisma de la necesidad
progresiva y aun reconocemos una terminología propia de estos sistemas que solo
para citar algunos términos diremos:
·
Globalización
·
Capitalismo Liquido
·
Trans-nacionales
·
Carga Informativa (grandes medios de
comunicación de presencia universal)
·
Términos nuevos en el mundo comercial y
político.
Son
solo algunas de las novedades que encontramos cuando definimos el concepto de
“nueva cultura” a partir de lo Trans. Nuestro problema está enunciado
básicamente en la ausencia de conocimiento de nuestra propia cultura y
estructura de pensamiento, hay tan pocos pensadores en nuestros países que los
importamos desde “tierras lejanas” quien no conoce sobre Kant o Hume y que
decir de Ortega y Gasset, pero cuantos conocen sobre nuestros antepasados y su
cosmovisión del mundo. Quienes conocer los principios religiosos de aquellos
que aquí vivieron antes que nosotros y como construyeron hasta el color de
nuestra piel… Pues es de suprema importancia reconocer que la ignorancia en la
que fuimos formados respecto a lo “endémico /autóctono es grande y tan grande
como los sistemas hechos concreción en los que vivimos. La dificultad
hermenéutica precisamente se aliena ante tanta problemática que se convierte en
una flagrante ausencia de conocimiento. Todos quieren hablar lenguas
extranjeras y conocen tan poco de su propia gramática que no encuentran
diferencia intencional entre español y
castellano. Y si pensamos en la inclusión de una fundamentación religiosa
Cristo-céntrica vemos las mismas
dificultades porque la iniciativa del creyente hace ya rato se reemplazó por un
conocimiento retorico de fuerte materialización conceptual en el “rito” sin que
medie la experiencia de una espiritualidad fundamentada en el Dios Subsistente.
Pues es complejo hablar de Cristo cuando nuestro entorno ni siquiera conoce su
condición socio-cultural y mucho menos la praxis de su propia visión del mundo.
El conocimiento de la realidad religiosa de nuestro entorno muchas veces nos
revela posturas cargadas de absoluta ambigüedad al confundirse sistemáticamente
los principios y las razones de nuestra vocación cristiana. Es pues necesario
depurar del presente cambiante y dado a
conceptuar posturas individualistas la inserción de un Dios Humanado que
no atiende a intereses personales o institucionales sino universales. Tal
dificultad se presenta también cuando sustraemos la experiencia de Fe personal y queremos sujetarla a la
Iglesia y su universalidad. La vocación de los bautizados reclama un
reconocimiento de Cristo explícito en la
vida como en la expresión de esta por medio de acciones llamadas a ser Gracia y
vitalidad de nuestras creencias. La sociedad actual busca modelos de
realización plena pero esos modelos ofrecidos son básicamente segmentos de una
felicidad pasajera que no resiste confrontación alguna y mucho menos que sea
solicitada desde la perspectiva de sus fundamentos, la superficialidad y la
frivolidad aparecen como único factor de congruencia en este modelo
socio-cultural. Las antiguas bases
sociales están mutando en nuevas tendencias de edificar la estructura social en
nuestro entorno. La economía reclama una producción de artículos y recursos de
forma permanente ya nadie descansa y las empresas están adquiriendo maquinaria
que puede trabajar las 24 horas del día sin ser apagadas lo que implica una
relativización del tiempo tanto personal como de los patrones económicos que
nos rodean. Tal desproporción solo puede generar un estado de ansiedad que se
traduce en el consumismo y que en el mundo de las grandes superficies
comerciales o centros comerciales se conoce con la definición de Viernes negro que se está imponiendo en
el mundo y muestra como la desproporción comercial ocupa los niveles más altos
dejando por fuera la connotación de necesidad por la de interés inmediato. O
que decir de miles de personas que literalmente acampan en las afueras de las
tiendas de tecnología para comparar el “último grito tecnológico en celulares” y una vez lo compran las grandes
multinacionales de este ramo tecnológico ya preparan uno que tendrá aún más
posibilidades de aplicaciones y conectividad. Es un ciclo interminable que no
genera bienestar alguno puesto que su disfrute dependerá solo de que tan veloz
o rápido salga el próximo.
Todos
estos factores deben ser tenidos en cuenta en nuestra discusión hermenéutica de
lo contrario la realidad se verá empañada y la apreciación del concepto
también. Los imaginarios religiosos reemplazaron en muchos sectores sociales a
la propia praxis de Fe de los creyentes al punto de visibilizar el contenido de
estructuras superficiales que reclaman de la religión respuestas a sus interrogantes
pero sin implicar compromiso o vivencia de algún tipo… Lo fundamental en la
presente discusión sobre el Ethos
religioso es fincar nuestras esperanzas en procesos de crecimiento que
acompañen los propios de la sociedad y la familia. La lingüística no se queda
atrás debemos plantear terminología apropiada para la comprensión de las
enseñanzas de la Iglesia. Es parte activa de la Semiótica la renovación y comprensión simbólica tanto de imágenes
como de signos y palabras. Para los primeros cristianos el Pez y el Pan eran
símbolos inequívocos de su Fe y Liturgia pero hoy en un mundo moderno plagado
de posibilidades gastronómicas estos símbolos pierden toda su objetividad y su
referencia como tal, queda truncada por el olvido. Las palabras también sufren
este impacto relativo al punto de escuchar cada día “jergas” o seudo-lenguajes
sectorizados en la sociedad y cultura urbana.
Tales argumentaciones son por demás incidencias del modernismo
desproporcionado que relativiza todo, absolutamente todo lo que está a su
alcance y particularmente sin formación.
El conocer de nuestra hermenéutica sufre también este relativismo. Nuestra
connotación de lo cognoscible es clara pero también sufre el impase de la
novedad, es decir, de la tendencia termino muy de moda para significar las
variaciones de un enunciado y cuyo acceso depende de quienes lo expongan,
prueba de ello es la discusión de género, cuyos derechos solo son medibles desde la
perspectiva de quienes los asumen o explicitan o dado el caso cuestionan. El
modelo cultural extranjero es particularmente agresivo en Latinoamérica y el Caribe
donde la frontera que divide lo propio de lo foráneo es supremamente delgada y
en la medida en la que estamos más cerca del coloso del Norte más se siente
esta realidad. La Trans-modernidad nos postra ante el dominio del exacerbado
individualismo que se viste de problemática social pero que en realidad solo
afecta el entorno de las personas cuando estas realizan su inmersión en la cultura
y relaciones con su espacio vital. Tal inmersión nos invita a desdibujar la
autonomía de la razón y los postulados heredados como es el caso de la
religión.
CRISTO VIVE.
Argumentando
desde la experiencia post-pascual de los
amigos y discípulos del Señor es posible sostener que su presencia es
congruente y que a su actualidad se debe
el fortalecimiento de cada bautizado en su encuentro histórico con la Gracia. No
es solo un enunciado de corte ontológico sino que reúne el sentir de la Iglesia
y el creyente. Como se quedó presente el Señor y como sentimos su presencia es
un interrogante que el mundo Trans-moderno obvia. Lo hace porque su exposición
supera la Inmanencia conceptual del individuo y se instala en la Universalidad
de su enunciado y sin duda un sistema como el actual que rechaza
ostensiblemente los discursos absolutistas ve con mucha dificultad el asumir
estas posturas de la presencia del Resucitado atemporal y sin estar sujeto a la
concepción mudable de nuestros análisis personales. La Cruz como signo y
símbolo de su muerte se transforma en prueba tangible de su triunfo, la
ausencia de cuerpo es signo de la potencia plena de nuestra Fe y la capacidad
de sentirle intuitivamente libre de su suplicio y vinculado a la plenitud de
donde descendió… Nosotros somos en potencia y plena opción el camino de la
divulgación de la Resurrección por esta razón está presente el Señor siempre
porque habita en el bautizado y
consecuentemente lo introduce en los medios de Gracia para crecer y vivir su
llamado. “Cristo llama y da como y con
qué escuchar su llamado”… Las
palabras se materializan en nuestra opción como bautizados, digamos que la
Semiótica empleada por el Salvador se constituye en un lenguaje cuya fonología
suena distinto a otras formas de escuchar palabras. El Verbo encarna en la
lingüística nuevas formas de conocer el lenguaje y llevarlo a la concreción del
Amor. Debemos fijar la mirada en el resucitado y no desviar la intención de su
objetivo no sea que en nuestro caminar suceda lo que con Pedro que una vez vio
al Señor caminar sobre las aguas pidió
hacer lo propio y en el momento crucial
distrajo su mirada y se quedó en
la referencia obvia que los sentidos le mostraban y era la “tormenta” muy común
en el mar de Galilea… No podemos
permitir que la “locura” de este presente explicitada en los avances de la
ciencia y la tecnología nos aparte la mirada del Señor y sus manifestaciones. La
Post-modernidad y la Trans-modernidad se renuevan en la sique aventajada de
estos tiempos y la necesaria concreción de su antropología la misma que nos
insta a trabajar por la instauración de un Reino Nuevo y distinto a los poderes
y modos de ser del presente Siglo. Cristo
vive y lo hace por su poder y Majestad y no por reconocimiento intuitivo de la
humanidad, quienes buscan sacarle de sus vidas se engañan porque simplemente
nunca estuvo en sus vidas y corazones, quien le conoce le adora y Ama
definitivamente… Le Adora como a su Dios y le Ama como a su Señor. El lenguaje
nuevo es claro solo la experiencia autentica de Amor puede prevalecer en las
eras o épocas por vivir la humanidad. La
Iglesia como pueblo de Dios es el mayor testimonio de su legado lo que implica
la edificación de un mundo congregacional justo y lleno de los valores
transformados en praxis según el Evangelio. Cristo es Maestro y vive Inhabitado
en nosotros, es pues la Gracia, la fuerza y contundencia de su presencia la que
hace posible la concepción de nuestra propia Resurrección. En el plano de
nuestra antropología será reconocerle y vivirle y construir con su Gracia
nuestro propósito de vida y dejar que Dios lo inserte en su Economía salvífica
tal y como lo ha dispuesto desde antes de la fundación del mundo. La luz de
Cristo no es simplemente una intuición espiritual es la claridad de las
acciones y convicciones de cada bautizado.
CRISTO ENCARNA
EN LA NUEVA
HUMANIDAD DEL PRESENTE.
Hoy
nosotros no hacemos distinción alguna frente a las naturalezas presentes en el
Resucitado y no lo hacemos precisamente porque de esta forma estamos encarnando
al Dios Encarnado que no dejó que la historia pasara de largo sin reconocerle
desde el Vientre de una Virgen. La dinámica de nuestra propia Introspección nos
lleva a reconocer y vivir sus postulados. Ya no es el Sepulcro Vacío son los
corazones y vidas llenos de su Gracia y actualidad… Solo el ser humano de todas
las épocas puede encarnar al Dios que lo hizo primero como anticipo de nuestra
futura condición, no es posible decir que creemos y amamos a Cristo sino
encarnamos su Evangelio y constituimos sus enseñanzas en fundamento de nuestra
nueva condición. La antropología nos invita a sumir las consecuencias de su
Trascendencia y en palabras de los santos PP. De la Iglesia griega: La divinización de la humanidad se da
cuando Dios se hace Hombre para que nosotros nos hagamos como Dios… Definitivamente
maravillosas palabras de la Tradición y más cuando la divinización implica el
ser y manifestar nueva condición como creyentes. La divinización es una
terminología muy actual puesto que nos señala el camino y la forma como lo
recorremos, la Gracia esta Hoy con nosotros y Mañana también para anunciar
ontológicamente que somos distintos y diferentes porque nuestro Dios lo es… O
qué sentido tiene hablar de una transformación sino media la nueva y terminante
condición desde nuestra transformación tanto Ontológica como metafísica, si el
Ser que somos no va más allá de su condición Inmanente. Cristo es nuestro
Presente y será nuestro futuro construido con su Gracia y marcado por su
Resurrección. El discurso paradigmático de Pablo y su anuncio del Kerigma se
concreta intuitivamente con la Resurrección de los creyentes como lo determinó
su Señor maravillosamente presente en nosotros. No hay ya muerte porque qué
sentido tiene la muerte eterna si Cristo es el Señor de nuestra eternidad. O
quien podrá arrebatarnos de su mano si su Gracia nos unió sustancialmente a Él
como signo de Salvación. Como romper esos vínculos maravillosos si el propio
Dios los selló con su Adorada Sangre y gloriosa Resurrección, Amén. Vive el Dios con Nosotros como lo anunció su
profeta hace ya muchos siglos y sin duda este anuncio atemporal es signo de la
Bondad de Dios por nosotros, su creación. Edificar el presente sobre roca no es
más que ponerle a Él de fundamento (Agustín de Hipona) ese fundamento es eterno
como lo es su invitación a construir sobre su Evangelio. Cristo encarna la
Nueva Humanidad porque ella necesita ser renovada y encontrar su camino. La
humanidad clama como antes lo hizo la creación diría Pablo a los romanos que le
escuchaban. Su mensaje llega constantemente y el creyente lo convierte en
realidad “humanada” como emanación de su presencia en cada acción concreta de
salvación.
La
“Supra-presencia” del Señor en
términos de la Supra-presencia de Husserl nos dice en cuanto a su contexto que
incluimos en la dirección de nuestra Fe, que
la historia y el presente todo él está contenido en Cristo y su Voluntad
salvífica sin que nada quede fuera de su Gracia. La Universalidad de su
sacrifico es signo de la universal salvación y su gratuidad. Encarnar no es una
cuestión de naturaleza es sin duda el hacerse presente en la cultura moderna y
sus expectativas, manifestar que existe un modelo de vida que asegura la
auténtica realización de la persona humana y cuya praxis es más que emotividad
o momentos plagados de hilaridad… la alegría como respuesta al estímulo de la
Fe puede verse y entirse como seguridad en la Esperanza la misma que nos invita
continuamente a revisar los modelos de existencia a la luz de la Palabra y las
enseñanzas de la Iglesia. No es simple la dinámica porque involucra las
expectativas de los creyentes en un entorno muchas veces hostil pero no a Dios
sino a los compromisos que implica visibilizarlo en la realidad personal y
social. Estamos pues insertos en un medio socio-cultural que determina en gran
medida el resultado final de nuestros sueños y expectativas y el Evangelio así
mismo aterriza en esta realidad… No es posible visibilizar lo que en la
conciencia del Colectivo no aparece referido. No es posible hablar de Cristo
cuando la inmediatez del presente funda concepciones amañadas de la felicidad.
Nadie piensa hoy en la trascendencia porque
la recreación del entorno cultural se materializa y visibiliza en el hoy y su
cotidianidad. El tiempo sufre los embates de la relatividad conceptual y parece
que los años duran menos tiempo y que decir de la forma como percibimos su
paso… La percepción conceptualmente
hablando es la capacidad de ver a la luz de nuestros sentidos su paso el mismo
que potenciamos cada día bajo la consigna de nuestro accionar. La realidad
percibida como tal es la que construimos con los elementos de nuestro entorno. Una
“fe” construida bajo sofismas será una “fe” empobrecida y condenada al fracaso.
La
noción de espiritualidad nunca podrá estar desprovista de nuestra conciencia y
deseo de vivirla auténticamente y fundamentada esa autenticidad en el
resucitado. Un modelo de Fe antropizada es dialécticamente imposible de ser
concebida ya que su misma naturaleza reclama la trascendencia para ser
vitalmente autentica. Existe hoy una especie de manifestación
espiritual-diríamos- que se funda en la experiencia de Dios presente en nuestro
entorno donde el creer en la Institución no es determinante y solo se le
apuesta a la percepción de la vida bajo los conceptos definidos por el entorno.
Una especie de Fede natura, es
decir, de Fe que brota de la observación antropológica y cuya vivencia es solo
en la dinámica de nuestra propia antropización de la realidad, pues una Fe de
estas características solo percibe la realidad desde su praxis material. En
últimas se transforma en una especie de seudo-fe materialista. La
responsabilidad muchas veces pasa por la Institución que ha perdido el
testimonio y por ende su absoluta credibilidad. El silencio en lo social y
cultural o la vocería en estas dinámicas sin la prudencia necesaria también se
constituyen en causa de pérdida. Una “Supra presencia” que en ordena la Gracia
se convierte en total y totalizante de la existencia humana. Basta recordar los
discípulos en los coloquios con el Señor Resucitado o camino a Emaús donde la
presencia estaba plenamente asumida y convertida en Fenómeno de Fe y no es
contradictorio hablar de fenómeno de Fe ya que la certeza del creyente puede
materializar lo que cree de Dios y transformarlo en vivencia de lo revelado por
Dios, en otro lenguaje sería “vivir el
Evangelio”. Los discípulos lo afirman cuando dicen que mientras le escuchaban
les ardía el corazón (Lucas capítulo 24 versículo 32).
El
reconocer a Cristo presente es un asunto de vivencia espiritual y material de
nuestra existencia, el sentirlo presente se asume como manifestación de sus
enseñanzas de su Palabra que es la misma que se Encarna en el Vientre de María.
Cristo
es Palabra de Dios. Esta afirmación
tan conocida por el creyente paradójicamente ofrece resistencia en nuestro
entorno donde las condiciones de vida pareciera que buscan salir de su postración
buscando otro anuncio. La injusticia como tal causa perdida de esperanza en el
bautizado ya que su existencia no puede ser desconectada del acontecer de la
sociedad. La injusticia es sin duda alguna un enemigo que ataca la estructura
de la vida con esperanza y limita el crecimiento en la Fe del bautizado. Si
nuestro entorno está plagado de injusticia es poco probable que el Evangelio de
sus frutos y si hace presencia en muchos casos se convierte en un simple alivio
pasajero para que luego el bautizado retorne a su realidad la misma que le
llena o puede llenar de desesperanza… Reconocer la Palabra de Dios en todas las
acciones que conjugamos a partir de sus enseñanzas es labor de la Iglesia y sus
ministros como ministerios. La inserción de índole socio-cultural dependerá de
cada uno de nosotros y la responsabilidad en la comunicación de un mensaje
portador de esperanza pero aterrizado a las exigencias del medio donde
adelantamos nuestra labor o donde la Iglesia funge. En principio no puede
existir espacio alguno donde la Iglesia no entre con la fuerza de su testimonio
y creemos hay escenarios convenientes como lo es el Estado y su Gobierno. O cómo
podríamos generar conciencia si no estamos involucrados con los actores de la
realidad nacional… es pues necesario plantearnos el incursionar en todos los
medios donde el creyente sale a hacer su cotidianidad y donde necesita la
presencia del Dios vivo por antonomasia. Esta presencia la que aludimos es la mayor fuente posible de
esperanza y no podemos construir sociedades sin ella y sin el mensaje que nos
llega de la praxis del Evangelio y su inclusión en el entorno somático. Somos
como en Emaús testigos de lo que siente nuestro corazón cada que el Señor está
cerca y lo mismo debemos compartir con otras y otros en el camino de nuestra
vivencia en el Resucitado. El testimonio es el eje fundamental de la
materialización del Evangelio como propuesta de vida para los bautizados, es su
carta de navegación que le permite llegar a puertos saludables y seguros. Continuaremos
en la sexta parte.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario