LAS HUELLAS TEOLÓGICAS DE AGUSTÍN
DE HIPONA.
Aurelio
Agustín… La catolicidad celebra este 28 de agosto la memoria
del Hiponense y con su reconocimiento se abre nuevas posibilidades en el
ejercicio teológico en la actualidad. Agustín nació en la antigua provincia
romana de la Númidia, hoy Argelia, al Norte del África, el 13 de Noviembre del
año 354, de sólida formación humana en retórica, derecho, prosa, filosofía, sus
padres Mónica y Patricio. Durante
algunos años convivio con Florida su esposa de la cual sobrevivió Adeodato su
único hijo. Agustín vivió en una época de tránsito entre el Imperio de Roma y
sus enemigos, particularmente de los pueblos germánicos ubicados en lo que hoy
es Alemania. Los barbaros en última instancia derrumbaron el Imperio en
occidente y Agustín vivió este proceso hasta el día de su muerte en Hipona de
donde fue Obispo (año 430). De este gran hombre diremos que es considerado el
mayor de los Padres de la Iglesia Latina y sus aportes a nuestra concepción
fueron definitivos. Basta con mirar sus fuertes enfrentamientos con Pelagio y
sus partidarios quienes suponían que la salvación era solo un asunto de la
voluntad humana que veía en sus obras buenas el camino de la redención y no
abrogaban este derecho a Dios. De este enfrentamiento doctrinal hoy se
alimentan tanto las Iglesias de corte católico como las protestantes, puesto
que el patrimonio de la Gracia como reivindicación de la soberanía de Dios es
fuente de doctrina de la cristiandad. Es pues relevante que su postura originó
la doctrina sobre la Gracia pero en el marco de la Justificación la misma que
nos une inexorablemente. Es pues y solo por los méritos de Cristo y la Voluntad
de Dios que alcanzamos la salvación. Por un momento nos imaginamos lo “delicioso”
que sonaba la doctrina pelagiana descansando todo en su condición
antropológica.
Agustín fue definido por
el Inglés Beda el Venerable, del que muchos teólogos modernos sostienen debe
ser incluido después de Isidro de Sevilla como el último PP. De la Iglesia latina
y afirmó: Después de los apóstoles no
existe en la cristiandad magisterio mayor que el de san Agustín de Hipona. De esta forma queda claro el influjo de
Agustín en la mentalidad latina aun posterior al establecimiento de los
fundamentos de nuestra cosmovisión eclesial. Con todo lo que algunos
teólogos sostienen del Hiponense y
particularmente sobre el influjo platónico y socrático en su pensamiento
teológico. Es bueno no obstante, asegurar que su tendencia reivindicó la
Soberanía de Dios en el mundo de lo inteligible y ratificó la presencia de los
universales y nominales en la mente de Dios asegurando con ello que la Creación parte de la Voluntad
de Dios y no de concepción pre-existente. Agustín deja a Dios fuera de la
materia y lo muestra como es pre-existente a la misma, esta sola definición
deja sin fundamento la aseveración platónica de la existencia y pre-existencia
de la materia que será moldeada por el “demiurgo”. La mente de Dios
concretamente sostiene, se abre por estar
presente en su pensamiento de donde se origina sin que medie otra forma
de existencia a la creada por Dios. En la actualidad la presencia del Hiponense
es determinante en el mundo cristiano donde cada vez más iglesias protestantes
incorporan sus escritos a sus distintos planes de formación tanto para laicos
como para ministros ordenados.
El propio Martín Lutero y
la reforma continental que no deja fuera a los jansenistas (Jansenio escribió
un tratado sobre la obra agustiniana) o
a los calvinistas que exacerbaron la
doctrina sobre el pecado a tal punto que se apartaron de la concepción inicial
y aceptada en el mundo cristiano. Sobre la cual quiero brevemente referirme
solo en cuanto a su relación
(antítesis) con la postura agustiniana. También diremos que estas posturas son
aceptadas en el mundo creyente y que su influjo no podemos desestimar nunca…
Agustín no da identidad al mal propiamente, no lo equipara a un ser capaz de
interferir en la vida del ser humano sino y solo hasta donde este se lo
permite. A diferencia de Lutero (exreligioso) agustino la terminología es
alterada por una finalidad particular y es como este obvia el termino concupiscencia que alude a la
naturaleza humana y lo remite a la definición de pecado relacionado con las
obras de este. Miremos solo un ejemplo de esta cuestión: La concupiscencia de la carne nos es redimida en el bautismo, no en el
sentido de que ella ya no exista sino en que ya no se nos imputa en pecado. Lutero
cambia el término por pecado, que en esta perspectiva de la naturaleza humana
nos condiciona en la apreciación de la Gracia
y la forma como esta interviene, desafortunadamente todo se convirtió en
manifestación de pecado y no en propiedad del Acto Humano y su Intencionalidad.
En
orden a la definición del mal Agustín emplea tres momentos o estadios de
actividad en la conciencia del ser humano que refiero:
A- Metafísico, corresponde
a los seres que se encuentran en grados inferiores respecto a la perfección de
Dios, algo así como la luz de un faro que una vez el navío se aproxima se hace
más fuerte o brillante. Pues en cuanto al ser humano estamos en la capacidad de
“somatizar” comportamientos con fuerte tendencia al pecado o a la imperfección
de la reflexión e inteligencia de nuestro ser. La persona redimida no obstante,
queda libre de la marca más no del efecto del pecado en su vida y esa marca se
comunica en la generación de la vida. La
concupiscencia alude a la naturaleza inclinada al pecado y por ende a la
debilidad que su herida nos infringe en el alma y en el corazón para significar
con ello tanto los sentimientos como la razón. Su grado metafísico hace que se
presenten distancias y diferencias entre los seres humanos. La concreción de la
Gracia como acción de Dios en nosotros puede y solo ella lograr que la
identidad de nuestra naturaleza se vea “iluminada” por su presencia y en
sintonía con la redención que ya no es una potencia sino acto pleno del amor
misericordioso de Dios.
B- Moral, Se
remite exclusivamente a la Voluntad del ser humano que a pesar de su redención
obedece a su naturaleza y libertad para optar. El mal en cuanto a su accionar
se manifiesta en la dinámica de las relaciones de las personas que aunque sean
bautizadas no implica el rechazo total del pecado y sus grados de injerencia
como quiera que la persona es imperfecta y al optar también lo es. El Libero Arbitrio del Hiponense nos
plantea la necesidad de la Gracia para ser verdaderamente libres y conscientes
del valor de nuestras acciones como tal. El daño moral asume el rotulo de
presencia destructiva en la sique de la persona bautizada. El daño que la
decisión errada trae, siempre estará sujeta a la razón de su procede, la
incidencia corresponde al grado de conciencia desarrollada por esta.
C- Físico, obedece
al cuerpo y el impacto del pecado en la concreción de nuestra existencia. El pecado original es visto por Agustín
particularmente al final de su vida ministerial como la consecuencia de las
acciones de nuestros primeros padres y como estas acciones se manifiestan por
generación y en la generación de la vida racional e intelectiva del ser humano
o persona humana. El Hiponense ve con absoluta claridad que la razón de nuestra
especie se equipara con la Voluntad salvífica de Dios que como y en cuanto a Dios
solo quiere lo mejor pero no acepta el pecado puesto que en la perfección de su
esencia este no tiene cabida… Aquí acudimos a la forma de nuestra moral que nos interpela en el crecimiento de nuestra
definitiva y vital opción por Dios. Agustín
conjuga dos concepciones particulares y las contrapone en la definición de las
facultades de la persona redimida y quiero resumirlas solo con la siguiente
expresión: La inteligencia es el premio
de la Fe, quiero aclarar que no estoy asumiendo una connotación socrática o
metafísica del maniqueísmo (secta creada por el obispo Mani) a
la que por un tiempo en su juventud perteneció el Hiponense. La Bondad de la
persona no depende de su grado de inteligencia o posibilidad de conceptuar la
realidad sino a la vivencia de su ser intelectivo. Agustín nos deja claro que
la moral no depende de que tan buenos o malos seamos sino de cómo hemos
permitido a la gracia moldear nuestra existencia. Una vez más recuerdo que para el Hiponense: La elección se halla solamente en la
soberana Voluntad de Dios.
De
las tres concepciones anteriores desprendemos que la dinámica del ser esta
interactivo con su realidad, la misma que percibe bajo la concepción de una
realidad afectada por el pecado y des-afectada por la Gracia. Si el pecado nos
afecta, la Gracia nos libera, se produce una transformación de índole
ontológica en el ser que la recibe y la prospera como en la parábola de los
talentos. En este punto en cuestión el Hiponense camina por la plenitud de la
salvación que bajo el signo de las obras se muestra necesaria. Agustín como
ninguno en su genio, nos muestra deliberadamente que la preparación se da en
orden a la salvación por las obras buenas que bajo al parvedad de su concepción
alejan el pecado y son signo de la Inhabitación de Dios en nosotros, pero que
no está la obra acabada como tal sino en proceso. A diferencia de algunas
corrientes evangélicas y protestantes que se desligaron de esta concepción y asumen
que las obras buenas son signo inequívoco de ya estar salvados o libres de los
influjos del pecado, pues de ser así la
salvación se da en la criatura sin que esta continúe su batalla contra el
pecado y sus estructuras. El actuar bien en el contexto del Acto Humano es signo
de los méritos del bautizado pero no implica perfección esencial puesto que
estamos bajo el signo de la realidad mudable y no ante su estado definitivo. Aquí
comprendemos la necesidad que tenía Lutero de presentar la doctrina agustiniana
contra la Escolástica y el aristotelismo. Es pues en síntesis la necesidad de
hacer libre al hombre que aún bajo las consecuencias de su existencia inclinada a la
concupiscencia se pretende deliberadamente afirmar la radical perdida de la
condición de pecado quitando así la libertad de los hijos de Dios. El Hiponense
busca afirmar la Soberanía de Dios por sobre cualquier ejercicio de la
condición humana, sea bajo el peso del pecado o en la vivencia del signo de
libertad en Cristo. En pleno Siglo XXI encontramos que la gente supedita la
vivencia espiritual a la concepción de una moralidad de actitudes que nos
recuerda a Kant pero sin un absoluto ejemplarizante, es decir, cada uno es
bueno porque así lo cree bajo sus propios estándares de acción. El Hiponense
afirma no solo la presencia del mal sino que resta identidad para no
configurarlo como persona, cosa que hoy por hoy, toma sentido aun para la
Iglesia donde muchos de sus ministros predican no sobre el Dios vivo sino sobre
la influencia del mal. Hoy la percepción
del mal se equipara a la persona redimida y muchos llegan al colmo de asociar
cualquier problema con su influjo. La identidad que debe primar en nosotros es
la Gracia. Es pues necesario reconocer que cuando hablamos de identidad lo
estamos haciende de los componentes o atributos de la persona que la definen
como tal y en función de tal que sería la existencia consciente y plena de sus
facultades. Es un problema para el Hiponense llegar a la plenitud de su
definición sobre la persona humana, es un mar profundo del cual no puede salir fácilmente. Es tan profunda la realidad
de la persona que si no es asociada a Dios nunca llegará a su complejidad. Las pasiones en la antropología trascendente del Hiponense son en sí
manifestación necesaria de este abismo que somos y que difícilmente conocemos
no en balde su expresión: El amor es mi
peso o Amor est pondus, el peso de nuestra existencia es el amor y este es
la praxis de nuestra condición como Imagen del Dios vivo por antonomasia. El
amor es peso de nuestra centralidad que es Cristo y recordemos que fuimos
creados y posteriormente redimidos por el factor común que se llama Amor de Dios. El peso de Dios en nosotros es la
posibilidad de trasfigurar nuestra existencia a imagen de la Voluntad salvífica
de Dios en Cristo. Para concretar su definición en dinámica antropológica
acudimos a otra sentencia del Hiponense: El
amor es lo más íntimo que hay en mí o dilectus meus in íntimas. Aquí el
amor aparece como referencia directa y material de la Gracia por medio de la
cual el ser humano bautizado transforma su ser al punto de vivir según la
enseñanza del amor que este en cuanto a que lo vivamos produce una autentica
transformación tanto metafísica como alusión al ser ontológico del bautizado y
por ende redimido. El peso y la profundidad solo son asequibles por la presencia del Espíritu
Santo. La profundidad de la persona humana debe ser puesta por sobre cualquier
concepción que busque reivindicar la dignidad de la humanidad. El estado final
de nuestra salvación es un proceso en el que no renunciamos a nuestra concepción singular de ser y existir,
podamos incorporar el amor como signo de la Voluntad activa de Dios en nosotros,
principio de nuestra Justificación.
La
verdad como esencia del bautizado habita en su corazón y rige en sus acciones
como consecuencia de la presencia Trinitaria en su existencia. El Hiponense
como ninguno nos habló sobre la Inhabitación Trinitaria en la persona humana
redimida y consagrada por medio del Bautismo. La verdad interior es la
revelación de la Gracia que se transforma en historia de salvación vistiendo
cada una de las acciones humanas en acciones de vida y redención. La verdad
interior como la asume el Hiponense nos habla de la vida en el Espíritu a la
que estamos llamados bajo el signo de la Caridad. Fue más allá que cualquiera
al suponer la presencia de Dios desde la perspectiva simbólica de la doctrina
Paulina sobre “templos vivos de Dios” (1 Corintios capítulo 3 versículo 16)
Agustín relacionó directamente esta presencia con la Gracia y el amor de Dios
por nosotros, como quien dice solo por el amor, Dios habita en nosotros: En el interior del ser humano habita la
verdad o Veerum intus habitet que es una verdad esencialmente revelada por
la resurrección de Cristo y la Vestigia de Dios (huella)… La verdad es el
fundamento de la intervención en nosotros, nada más que la verdad expresa la
perfección de nuestro Creador y solo ella es capaz de hablar de sus atributos y
potencias derivadas hacia la Creación, es decir, Padre, Creador, Señor de
todos, Hacedor, Ordenador, fuente de Amor y Gracia…
·
El Amor
·
La Verdad
·
La Gracia
·
La Inhabitación
·
La Justificación
Son
solo algunos términos del gran componente idiomático que el Doctor de la Gracia
empleó en su obra y que engloban sus enseñanzas iluminadas sobre los misterios
de nuestra Fe. Una fuerza idiomática que comunica con
absoluta claridad el sentir de la Iglesia en la expresión de su Magisterio y
Tradición. No existe teología alguna que no hubiese tocado su pensamiento y
estructurado su presencia. En contraposición al mundo presenta el
pensamiento del Hiponense sobre la Libertad, relaciona ampliamente la
voluntad del ser humano con la realidad vivida de su existencia libre y unida a
Dios. El pecado ha debilitado la libertad y la ha convertido en su mínima expresión bajo el signo del
Libre Albedrío, es una libertad imperfecta que tampoco hace plenamente feliz al
ser humano. El ser humano es creado en libertad esencial y el pecado cuestiona
nuestra libertad al punto de sombrearla con el signo vivo y contraproducente
del pecado y sus estructuras. Nuestra libertad en esos términos es un absoluto
imperfecto y no una primicia desobligante de los existencialistas.
El mundo de lo Trans, busca las expresiones
más auténticas de la libertad pero los sistemas socio-culturales todavía
retienen la idea de una libertad material que sufre los influjos del hacer de
la humanidad. El accionar de la humanidad se concreta en el ejercicio de su
voluntad para acoger y determinar el curso de sus eventos, en esta dirección la
libertad imperfecta no posee puerto seguro para llegar. Es pues un problema
axiológico que se materializa con la perdida de la Felicidad como exposición de
nuestra razón de ser. El qué bueno es estarnos aquí, de Pedro
en la Transfiguración del Señor fue reemplazado por modelos de libertad
esclavizadoras de la conciencia de la persona bautizada y de quienes no lo han
sido… Agustín aborda la libertad desde la perspectiva posible de las relaciones
entre Dios y el ser humano, una libertad cuyo fundamento es Cristo y el acceso
a una Luz cognoscible que en la
medida de nuestro caminar hacia ella nos ilumina con la verdadera libertad de
los hijos de Dios. Solo Dios diría el Hiponense engrandece la libertad y existencia humana y solo en Dios hay auténtica
libertad, libertad de sus hijos redimidos… La relación esencial de nuestra
libertad es solo obra de Dios cuya perfección llega a nosotros bajo el medio
dialectico de su Gracia. La experiencia
de este Siglo nos dice que cuando el ser humano rechaza la libertad de Dios
por seguir sus propias concepciones de vida y existencia se esclaviza de lo más
vil que limita y empobrece, del pecado y la autosuficiencia. En conclusión al
ser libres podemos usar bien o mal el Libre Albedrio y constituirlo en razón de
pesar y angustia porque hasta el oro puede ser empelado vilmente… La
fenomenología de nuestra libertad respira Gracia y Justificación pero es
determinante la coherencia de nuestras acciones en la afirmación de la Voluntad
soberana de Dios. Agustín resume la coherencia de la libertad de los bautizados
con una sentencia bien conocida: Señor
nos hiciste para Ti y nuestro corazón estará inquieto hasta que descanse en Ti,
la policromía del ser humano se hace corazón para vivir y amar la auténtica
libertad… En la perspectiva anterior queda claro que para el Hiponense todos
los bienes provienen de Dios como su Creador y dador por amor a la humanidad.
No existe nada bueno que no sea bajo la luz que irradia Dios en la Creación y
en ella la humanidad, la huella de Dios o Vestigia es el amor inhabitado en
cada uno de nosotros… El Hiponense nunca pensó en el pecado como un factor que
proviene del exterior del ser humano sino de su interior siguiendo la dirección
Paulina, la presencia del pensamiento platónico y socrático es fruto de una
definición estética sobre la persona y sus tendencias fruto del pecado. Lo más
positivo de estas aportaciones del Hiponense es quitar de en medio la
concepción del mal personificado o Identitativos que persigue sin cuartel al
ser humano obligándole a actuar mal. El pecado como el mal en su forma más pura
puede ser concebida y exteriorizado por el ser humano, para muestra un botón y
solo basta mirar noticias para comprenderlo. El mal y el demonio o diablo
existe desde luego pero no tienen primacía sobre nosotros ya que somos templos
del Dios viviente y su Gracia nos configura sin lugar a duda. El pecado y el
mal se manifiestan en acciones contrarias al amor de Dios y el bien de su obra.
Si
somos libres lo somos para ser felices y construir nuestra felicidad y para
ello cada una de nuestras acciones es determinante y aleatoria si se quiere. Agustín
señala desde el mismo Génesis su amor por las Escrituras y como ellas definen
su reflexión teológica, basta agregar que sobre el problema de la libertad se
centrará inicialmente en el primer libre de la Biblia acude a la sentencia
creadora del ser humano, “Hecho a imagen de Dios” este punto de partida firmará
el origen divino de nuestra libertad ya que solo a nosotros nos llamó a su
Imagen y Semejanza y nos unió como a ningún otro ser vivo a su Voluntad, luego
nuestra libertad es también un atributo concedido por nuestro Creador.
La imagen que compartimos de Dios es también
un reflejo de lo que esencialmente somos por esta razón el pecado solo proyecta
una imagen pobre y deteriorada de la persona humana. La Creación al ser
contaminada también la obligamos a proyectar una imagen que ella no es o cuando
pasamos por un prado o un rio y vemos basura que no da ganas ni de acercarnos a
verle, es pues también imagen empobrecida de la realidad creada… Creo vale la
pena mencionar los aportes reflexivos, especulativos del Hiponense sobre la SS.
Trinidad, que sin duda tiene su origen común en la filosofía griega, en la
concepción natural que nos antecedió: Agustín cita convenientemente en su
trabajo a Platón y particularmente encontramos el rastro de Plotino (murió en Egipto el año 200 a.C) y quien hace referencia a la
Trinidad pero no en la definición clásica de personas divinas sino del Uno, el Nous, y el Alma Humana. En su trabajo Plotino nos hablará del Uno
que es la perfección y del Nous que básicamente es el reflejo del Uno o un
espíritu que procede de este, y en cuanto al Alma la considera como los griegos
en general inmortal, lo que nos interesa es la concepción de una divinidad que
es tres y como tal se relacionan no en esencia pero si en la procedencia y
grados de perfección, de este modelo podemos tomar consideraciones que más
tarde servirán para elaborar nuestra doctrina Trinitaria. La Fruición que describe Plotino lo acerca
al Uno como fuente de todo gozo o alegría interior y para profundizar en esa
“dicha” el ser humano deberá acercarse a su perfección por medio de lo
inteligible que le eleva de la condición humana a la del Uno. La Fruición Agustiniana
es clave en cuanto a su relación plena con la Trinidad Económica y el concepto
de la felicidad por estar unidos a Dios. Esta felicidad o Fruición es propia
de la relación o posesión espiritual de
lo trascendente. En Plotino la materia se constituye en un obstáculo para la
plena Fruición. La postura del Hiponense que muchas veces suena radical frente
a la materia corresponde una reflexión y
cosmovisión personal que se empapa de sus vivencias y experiencias. El Uno toma
forma a partir de su interacción con lo espiritual y reposa precisamente en los
anhelos y sueños del ser humano por vivir en categorías donde la injusticia y
el mal no puedan lastimarlo. El Uno es una proyección de la perfecta armonía
que debe reinar en la vida de la sociedad bajo el signo de una cultura viva con
definiciones plenas del ser antropológico inmanente.
El
Nominalismo en el que circunscriben al Hiponense es definido en un plus de
su pensamiento ya que no se trata de la negación de los Universales tanto en la realidad como en nuestra mente sino todo lo
contrario, el Hiponense los establece a partir de la soberana presencia
creadora de Dios y los hace residir en la mente de Dios, es la manera de
indicarnos que ellos no están por sobre el orden de lo creado y que no pierden
su categoría universal sino que son
fruto de la obra de Dios de donde brotan como parte de la creación en un acto
de su Voluntad. Los Nominales como “nombre” son contrarios a la doctrina
socrática y platónica. Para ilustrar una idea al respecto diremos: Una pared,
un cuaderno, un mueble, son de color azul lo que implica que el universal es lo
que se repite en ellos, es decir, el color azul. Es pues la existencia algo
particular. Para redondear esta reflexión diremos que el Hiponense y desde
luego Plotino se adelantaron a la exposición del Conceptualismo y que bajo la guía del Hiponense aceptamos que estos
están contenidos en la mente de Dios como Creador.
En lo personal prefiero la definición
neo-platónica, porque generamos conciencia sobre la existencia de los
Universales a partir de la Voluntad creadora de Dios y a diferencia de los
“moderados” no estamos abrogándoles el derecho
a existir previamente a la creación (los Universales no son
pre-existentes). Otro de mis autores favoritos el maestro Guillermo de Ockham religioso franciscano ingles que vivió en el
Siglo XIII apodado la Navaja de Ockham y también “el mayor nominalista que jamás vivió” fue sin duda una
de las mentes más especulativas de este periodo de la historia. Introdujo el
principio de Parsimonia que formulará siglos después Russell (1950) el maestro
Ockham es también señalado como el padre
de la Epistemología moderna, solo para escenificar a este autor que citamos en
la presente reflexión, en su reflexión se aproxima aún más al conceptualismo
y defiende la tesis de la presencia de los universales solo en la mente, a
diferencia de Tomás de Aquino sostiene que solo por la Fe conocemos a Dios
mientras que el angélico sostenía que la filosofía era un ingrediente de esta
aproximación a la Divinidad. Con su
actitud separa la Fe de la razón y ubica todo este proceso intelectivo en la
mente. Recomiendo leer detenidamente a
John Locke seguidor de Ockham en cuanto al Derecho Natural. Cuando me remito a
Locke lo hago precisamente porque en la exposición del Derecho Natural sostiene
la existencia de un “decreto” divino sobre la armonía y la paz y el rechazo de
todas las fuentes de pecado que generan violencia y nos alejan de la relación
armoniosa necesaria en el ámbito humano. El afecto es un constitutivo de lo
filiar dado por Dios. Recordemos que como Empirista negaba lo absoluto. Aclaremos
que el principio de la Parsimonia es
literalmente e idiomáticamente la
búsqueda de la solución más rápida y sencilla a un problema y que tal postura
no desgasta la concepción de la realidad en la que se producen los eventos como
tal. La Epistemología introducida por el
maestro franciscano nos puede conectar decididamente con la Ilustración. Hasta este momento podemos
conectar con el pensamiento del Hiponense ya que durante la actividad del
maestro franciscano la Escuela Agustiniana estaba en plena acción elaborando
su propia Summa Teológica a la par con el angélico. El Siglo XIII salta
temáticamente al XVIII y de allí a nuestro presente. Para continuar cierro con
una expresión del maestro franciscano: Una
persona vale más que todos los universales recordemos que la dinámica
interpretativa ubica los universales en la mente. En cuanto al hombre es
universal por las cosas que somos y conocemos. Los universales y la sustancia
de las cosas se relacionan en la exposición de sus contenidos como
atributos que se ejemplarizan en nuestra
reflexión.
Durante la Edad Media las obras del Hiponense
fueron determinantes en el surgimiento de nuevas escuelas, entre ellas la
franciscana fundada por el inglés Alejandro
de Hales maestro de san Buenaventura solo por citar un nombre. Alejandro toma la
filosofía agustina y la relaciona con el pensamiento Árabe y la tradición
greco, de esta mezcla citamos una vez
más a Avicena el gran autor árabe. Quiero resumir la doctrina de hales sobre la
creación bajo la lupa de la reflexión anterior agustiniana:
El problema. (La
creación Ex nihilo).
La noción halesiana de creación se
encuentra presente en todas sus obras, pero es en la Summa Theologica donde
se halla expuesta con mayor claridad, en el Liber Primus (De
Deo) y en el Liber Secundus (De Creatura), de clara
influencia agustiniana, esto es, de aquella proveniente del Agustín repensado
por San Anselmo y aumentado por las especulaciones originadas en San Víctor.
En esta línea de pensamiento, y en
concordancia con los Padres de la Iglesia, Alejandro sostiene en la Summa que
la Voluntad de Dios es la causa primera y suprema de todas las creaturas:
"[...] su gratuita voluntad creó las creaturas", e
invoca para probarlo la autoridad del mismo Agustín, citándolo profusamente. Dada la gratuidad absoluta del acto creador divino, es evidente
que no hay necesidad alguna por parte de Dios al crear, es más, el mismo
término -sostiene el maestro de Hales, siguiendo a San Anselmo- repugna a la
noción de Dios. Por lo tanto, solo Dios crea y lo hace
siguiendo su libérrima Voluntad.
De este modo, si crear es un acto
exclusivo de Dios, ninguna creatura -ni siquiera un ángel- puede poseer
potencia creadora, ya que ésta no es una capacidad que esté incluida en su
naturaleza, es decir, en su condición de ser sacado de la
nada. Y la razón que esgrime Alejandro es muy poderosa: "Si la potencia de
crear todas las cosas que es propia de Dios se atribuyera a la creatura, ésta
tendría la potencia de crearse a sí misma, y, así, sería causa de ella
misma". En este sentido, ninguna creatura podría tampoco
participar en el acto creador divino (nec esse particeps in opere creationis),
vale decir, ser con-causa o causa concomitante de la creación, pues esto sería
igualar en poder a la creatura con el Creador. Como lo sostiene el maestro
franciscano, lo propio de la creatura es obrar sobre una materia ya creada, y
no cooperar en la producción de las formas, obra exclusiva de
Dios. Su rol es, más bien, "disponer de las cosas menos nobles, instando a
Dios a la producción de las cosas más nobles", pues, como
ya lo había manifestado San Agustín, a quien cita Alejandro en este pasaje, las creaturas, ya sean ángeles u hombres, solo obran
exteriormente, mientras Dios es el único que obra desde dentro (interius
operatur) de los entes creados.
ANALISIS DEL TEXTO ANTERIOR DESDE LA
PERSPECTIVA AGUSTINIANA.
La
definición inicial de Hales es determinante para comprender de qué forma se
separa del pensamiento aristotélico sobre la materia inmortal y el Movimiento
que no posee limite alguno. La causalidad de la creación recae solo en Dios y
en su Voluntad, la mente de Dios en si origina todo cuanto existe y comunica la
“inteligencia” de las leyes naturales que siguen su curso inexorablemente. El
movimiento es finito y el llamado Motor Inmóvil que es Dios opera desde la
acción de su mente creadora establece así un principio de Contingencia para
“mover” cuanto existe. Los otros motores son los que operan la contingencia de
la creación. La necesidad de la existencia es por demás obra de Dios que crea
para la existencia cuanto es y cuanto puede llegar a ser dándole al ser humano
la inteligencia para proceder con lo que existe y puede llegar a necesitar. El
obrar de Dios es el único que consideramos necesario
mientras que el humano es básicamente la aprehensión de lo ya existente y
mudable como es el caso de la materia, pero solo lo perfeccionado procede de lo
interior. El ser humano disfruta del sol pero solo de los reflejos externos de
este cuerpo celeste. No depende de nosotros la realidad física que lo originó,
sostiene y mantiene donde se encuentra. Dios
obra dentro porque se constituye en la razón de ser de cuanto existe y/o fue
llamado a la existencia. La Forma en la
creación es exclusiva de Dios. Luego la
creación no es eterna como sostiene Aristóteles en cuanto a la pre-existencia
de la
materia. El mundo creado obedece
a un propósito Divino y no necesita de ser eterno mientras se concreta en la
realidad material en la que existe. Agustín como hales habla del tiempo y su
existencia y la percepción que del mismo hacemos. La materia existe a la par
con el tiempo porque ambas son realidades creadas a partir de la Voluntad de
Dios. No es posible suponer la pre-existencia del tiempo o del movimiento ya
que en Dios no opera ni lo uno ni lo otro. El tiempo es en concreto parte de la
creación y su presencia expresa el movimiento de los entes. En esta dinámica
Agustín nos habla sobre la Gradación de
los seres creados. La perfección
dependerá de que tan cerca estén de la revelación de la potencia de Dios
expresada en sus atributos como tal. La Bondad de Dios mueve por decirlo así su
Voluntad creadora.
Metafísicamente
hablando es imposible que el tiempo y el movimiento sean eternos. Como Agustín
hales sostiene el Ejemplarismo de las criaturas creadas por Dios. La Esencia de
Dios y la del mundo creado son distintas, Dios es principal y la creación ha
sido sacada de la nada lo que implica ser posterior a su Creador. Que en última
instancia es Simple lo que implica en su definición ausencia de componente
alguno mudable como sucede con la creatura y su entorno. La Sabiduría de Dios
en la creación desde la perspectiva de las ideas por analogía llega a su origen que es Dios,
en términos del Hiponense sería: Señor nos hiciste para ti y nuestro corazón
estará inquieto hasta descansar en ti. Existe la necesidad de llegar a la
plenitud de la perfección que solo entrega Dios tanto a su obra como a la
humanidad partiendo del principio de la creación tanto material como
espiritual. Como expresábamos anteriormente la Gradación de los seres creados
se debe al Ejemplarismo como tal. Nuestra similitud con Dios es sin duda la
impronta que su Gracia imprime en
nuestra naturaleza y cuya huella es una exposición ontológica de su Voluntad,
dicho de otra forma, la impronta de Dios es la razón y el amor en nuestras
vidas. Para concluir la cuestión sobre la creación y la relación doctrinal con
el Hiponense cito esta reflexión sobre Hales, para comprender fácilmente la
aseveración de formas sustanciales:
*** El maestro franciscano,
adhiriendo a San Agustín, sostiene que la creatura es un concreatum, donde tanto materia como forma han sido creadas por
Dios ex nihilo y en la simultaneidad de su acto creador, es
decir, no fue creada primero la materia y luego, tras un tiempo fueron creados
los entes, sino que "al mismo tiempo pasaron del no-ser al ser los
principios y lo que se hace a partir de ellos". Por lo
tanto, al igual que San Agustín, Alejandro de Hales defiende la noción de
creación como el radical paso del no-ser al ser de todo lo que la creatura es,
en la simultaneidad del acto creador de Dios. No obstante, el fondo de la
distinción halesiana (Alejandro de Hales) entre materia y forma sigue siendo de
raigambre aristotélica y judía (Avicebrón).
Continuando
con la incidencia agustiniana en este periodo quiero mirar un poco de Avicena (Siglo X) médico y filósofo, siguió el
pensamiento aristotélico buscando así su posible compatibilidad con la doctrina
musulmana. Su epistemología es emanantista como su nombre lo define, esta
metafísica propone que todo cuanto existe tanto lo espiritual como lo material
“emana” o brota de la divinidad. Su
contingencia separa por decirlo así las
razones por las cuales los seres existen y la potencia de estos en cuanto a que
unos son y otros podrían serlo. Como buen seguidor de Aristóteles define a Dios
como la Causa Primera o necesaria para la existencia de los seres. La
procedencia o emanación es la que deja al descubierto las esencias inteligibles
que dan origen a la vida y los seres vivos.
El alma por ser sustancialmente inmaterial puede desarrollar conciencia
sobre su existencia y diferente al cuerpo. Considera que la creación es eterna
por emanar de Dios que lo es. Para compaginar con otra gran creencia como la
religión hebrea solo citaré un nombre a Maimónides
que vivió por la misma época de Avicena.
Averroes, vivió
en el Siglo XII su pensamiento como el de Avicena marcaron fuerte influencia en
Europa hasta el Renacimiento. Se convirtió en el fundamento de la ciencia
hebrea. El alma está dividida en dos partes el intelecto pasivo que es
perecedero y el activo de origen divino y por tanto eterno… Su pensamiento da
la sensación de moverse en la esfera de lo Empírico y deja a la inteligencia la posibilidad de
inferir sobre la revelación o la verdad propiamente filosófica. Su
epistemología es evidentemente ontológica, el pretende determinar el
conocimiento según el grado de perfección de la razón o inteligencia. Su teoría
la resumimos de esta forma:
“La concepción del intelecto en
Averroes es cambiante, pero en su formulación más amplia distingue cuatro tipos
de intelecto, es decir, las cuatro fases que atraviesa el entendimiento en la
génesis del conocimiento: material (receptivo), habitual (que permite
concebirlo todo), agente (causa eficiente y formal de nuestro conocimiento,
intrínseco al hombre y que existe en el alma) y adquirido (unión del hombre con
el intelecto).
Averroes distinguía, además, entre
dos sujetos del conocimiento (más propiamente: los sujetos de los inteligibles
en acto): el sujeto mediante el cual esos inteligibles son verdaderos (las
formas que son imágenes verdaderas) y el sujeto mediante el que los
inteligibles son un ente en el mundo (intelecto material). Consecuentemente, el
sujeto de la sensación (por el cual es verdadera) existe fuera del alma y el
sujeto del intelecto (por el cual este es verdadero), dentro.”
No rechaza la Inmanencia
del conocimiento lo que le permite suponer la presencia de la vía del
conocimiento entre el alma y el sujeto cognoscible. La percepción de los
inteligibles, se recrea en el entendimiento de la persona y no fuera de ella
porque de lo contrario la posibilidad de perder lo conocido es real. La
inmanencia sujeta la epistemología de lo que conoce el sujeto y lo relaciona
con la realidad que percibe. Ya entrando en el Renacimiento es interesante como
la influencia agustiniana se siente con fuerza en pensadores de esta época y
posteriores con énfasis tanto en el Barroco
como en la Ilustración, solo por citar un ejemplo, el italiano Campanella (Siglo XVII) publicó una obra titulada La Ciudad del Sol si observamos sus
primeros capítulos nos da la intención de su obra y como dibuja un esquema
conocido por todos, se refiere a la condición anterior del modelo teocrático y
el prototipo agustiniano sobre la Ciudad
de Dios logrando una composición que
nos suena más a Utopía política que
a un verdadero sistema organizativo de modelo social, es decir, los ideales que
dieron origen a su obra son básicamente fundamentos irrealizables. Lo positivo
es que hace girar todo en orden al trabajo del hombre reclamando así justicia y
reconociendo para el estadio de trabajo personal y comunitario que solo es
posible desde la ausencia de la propiedad privada que da valor y escala a los
elementos que deseamos. Un artículo tiene fijado un determinado precioso solo
por una razón arbitraria, porque deseamos tenerlo… Un derecho natural de fundamentos racionales
que permiten al autor fijar su postura frente a lo natural como el trabajo el
ser humano y la revelación de un orden justo y armonioso, es pues, una
respuesta que proyecta los imaginarios de lucha contra un medio contaminado por
el absolutismo medieval. Basta con agregar que Campanella vivió durante la
“contrarreforma” por lo que sus escritos fueron prohibidos y el perseguido. En
síntesis su pensamiento busca la emancipación de sus ideales frente al modelo
político-religioso que imperaba hasta entonces, este modelo a pesar de ser
reflejado por el Hiponense le sirve de plataforma doctrinal para sus escritos y
particularmente “la Ciudad del Sol”…
Durante el Renacimiento el pensamiento
agustiniano se sintió particularmente libre bajo la exposición del Holandés Erasmo de Rotterdam (1466) este
Humanista/renacentista buscó incansablemente relacionar la espiritualidad
cristiana con las letras y la reflexión filosófica, desde los 16 años se vinculó a la Orden de
san Agustín y su formación posterior le llevó a tener contacto con la
Inglaterra de la Reforma especialmente en Cambridge y Oxford, está por demás
decir que este agustino de corazón vivió momentos difíciles como era la
constante en su época, movida la sociedad por cambios intestinos agudos, en
plena decadencia del Sacro Imperio romano-germánico. Su trabajo preparó en
alguna medida el advenimiento de la Reforma. El libre Albedrio como tema de su
filosofía y teología atrajo miradas no deseadas por las que debió refugiarse en
naciones distintas a la suya. Es interesante
como un pensamiento libre era cargado de
una dosis muy alta de antropocentrismo exacerbado logrando relacionar las verdades de Fe con el quehacer
de lo cultural. Fue escritor, humanista, filósofo, artista, todo ello lo
compagino con la propuesta de un Dios liberador familiarizado con todo lo
humano, sin duda aplicó a su dialéctica la máxima del Hiponense: Nada de lo humano me es desconocido. Quiero
resumir su cosmovisión de lo humano relacionado con la razón que propone la
libertad del intelecto en algunas de sus frases favoritas:
·
La
paz más desventajosa es mejor que la guerra más justa
·
No tengo ninguna paciencia con los que
dicen que la excitación sexual es vergonzosa y que estímulos venéreos no tienen
su origen en la naturaleza sino en el pecado. Nada está más alejado de la
verdad.
·
Ningún hombre es sabio todo el tiempo.
·
Qué es la vida sino una obra de teatro en
la que cada uno hace un acto hasta que baja el telón.
Interesante
apuesta por la relación de las formas de expresión y libertad humanas con la
vida en todas sus formas y sobre todo con la concepción de un Dios abierto y al
que nada de lo que somos como sus hijos le sorprende, por el contrario lo santifica
y restituye en dignidad. El humanismo de este autor es básicamente una
manifestación de su Fe encarnada en la realidad espacial de sus congéneres y
reconoce en el Arte la posibilidad de la revelación que tras el intelecto
humano muestra su realidad como lo que es, la trascendencia en el Dios vivo. Erasmo
es parte del influjo agustiniano en Europa y su presencia asegura la
continuidad desde la postura humanista del don de gentes agustiniano.
DIALÉCTICA AGUSTINIANA.
En
Europa y particularmente en el desarrollo del Humanismo y posterior a este el
conflicto entre la Fe y la Razón tocó la experiencia espiritual de muchos
creyentes, basta con un antecedente no tan distante y que tiene por centro a la
Escuela Franciscana siglos atrás. Es pues interesante como la postura de la
búsqueda de Dios asume formas variadas según sea la época en la que realicemos
la búsqueda. Dios se revela como realidad que trasciende los fundamentos
materiales y simbólicos de cualquier relación cómo y en fundamento de su expresión
más aguda. La revelación del presente se conecta con las demás formas o medios
de su procedencia y fines. Dios aparece revelado desde el interior de la
humanidad que al salir y entrar en contacto con las formas creadas y
evolucionadas se interroga sobre su autor y la perfección del mismo. Dios está
escondido para los ojos del inquieto creyente, pero en realidad está aflorando
siempre en el encuentro con la experiencia de su revelación. El Ontologismo que aparece con fuerza
entre los pensadores de estas épocas anteriores a nosotros, enseña sobre la
posibilidad de ver a Dios cara a cara en esta realidad, pero una visión que llega
desde lo intelectivo es una visión que fundamenta una visión de corte subjetivo/empirista que no permite
en verdad verde desde el interior sino y solo desde la especulación que las
formas permiten ver o enseñar como tal. El ser creado es imagen de Dios Creador
pero una imagen sujeta al vínculo esencial de su naturaleza singular que por
demás está impedida formalmente. La experiencia Psicológica de Agustín de
Hipona le lleva a buscar a Dios desde su Interior y no desde la constatación de
una obra que habla bajo los conceptos de
su Creador, sino de las fibras del amor que hicieron realidad nuestra
existencia. Hay una relación real con nuestro Dios y Señor pero es también
cierto que nuestra condición esta limitada grandemente por las huellas del
pecado y las consecuencias que asumimos como lo hacemos con nuestra existencia.
No perdamos de vista que la realidad es
transformada por la introducción en ella y sus principios de la Gracia o
presencia histórica de Dios. La inquietud es por demás valida pero el proceder
de cara a su concreción hace la diferencia entre el Dios que algunos desean
sentir bajo control de sus momentos y expresiones de Fe y el Dios realidad
completamente y esencialmente distinto a nosotros. Dios no subsiste en el plano
material de nuestra experiencia cognoscible, tampoco es una formulación por
medio de la cual la realidad puede ser trasformada. Dios Es y el Ser de Dios
implica el conocerle por su Voluntad encarnada en la experiencia de Amor del
bautizado. Agustín reconoce esta realidad de allí su exclamación, que en boca
de su autor quiero plasmar:
Confesiones,
Libro 7, 10.18, 27. “Oh eterna verdad,
verdadera caridad y cara eternidad”.
“Habiéndome convencido de que debía
volver a mí mismo, penetré en mi interior, siendo tú mi guía, y ello me fue
posible porque tú, Señor, me socorriste. Entré, y vi con los ojos de mi alma,
de un modo u otro, por encima de la capacidad de estos mismos ojos, por encima
de mi mente, una luz inconmutable; no esta luz ordinaria y visible a cualquier
hombre, por intensa y clara que fuese y que lo llenara todo con su magnitud. Se
trataba de una luz completamente distinta. Ni estaba por encima de mi mente,
como el aceite sobre el agua o como el cielo sobre la tierra, sino que estaba
en lo más alto, ya que ella fue quien me hizo, y yo estaba en lo más bajo,
porque fui hecho por ella. La conoce el que conoce la verdad.
¡Oh eterna verdad, verdadera caridad y cara eternidad! Tú eres mi Dios, por ti suspiro día y noche. Y, cuando te conocí por vez primera, fuiste tú quien me elevó hacia ti, para hacerme ver que había algo que ver y que yo no era aún capaz de verlo. Y fortaleciste la debilidad de mi mirada irradiando con fuerza sobre mí, y me estremecí de amor y de temor; y me di cuenta de la gran distancia que me separaba de ti, por la gran desemejanza que hay entre tú y yo, como si oyera tu voz que me decía desde arriba: «Soy alimento de adultos: crece, y podrás comerme. Y no me transformarás en substancia tuya, como sucede con la comida corporal, sino que tú te transformarás en mí».
Y yo buscaba el camino para adquirir un vigor que me hiciera capaz de gozar de ti, y no lo encontraba, hasta que me abracé al mediador entre Dios y los hombres, el hombre Cristo Jesús, el que está por encima de todo, Dios bendito por los siglos, que me llamaba y me decía: Yo soy el camino de la verdad, y la vida, y el que mezcla aquel alimento, que yo no podía asimilar, con la carne, ya que la Palabra se hizo carne, para que, en atención a nuestro estado de infancia, se convirtiera en leche tu sabiduría por la que creaste todas las cosas.
¡Tarde te amé, Hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé! Y tú estabas dentro de mí y yo afuera, y así por fuera te buscaba; y, deforme como era, me lanzaba sobre estas cosas hermosas que tú creaste. Tú estabas conmigo, mas yo no estaba contigo. Reteníanme lejos de tí aquellas cosas que, si no estuviesen en ti, no existirían. Me llamaste y clamaste, y quebrantaste mi sordera; brillaste y resplandeciste, y curaste mi ceguera; exhalaste tu perfume, y lo aspiré, y ahora te anhelo; gusté de ti, y ahora siento hambre y sed de ti; me tocaste, y deseé con ansia la paz que procede de ti”.
¡Oh eterna verdad, verdadera caridad y cara eternidad! Tú eres mi Dios, por ti suspiro día y noche. Y, cuando te conocí por vez primera, fuiste tú quien me elevó hacia ti, para hacerme ver que había algo que ver y que yo no era aún capaz de verlo. Y fortaleciste la debilidad de mi mirada irradiando con fuerza sobre mí, y me estremecí de amor y de temor; y me di cuenta de la gran distancia que me separaba de ti, por la gran desemejanza que hay entre tú y yo, como si oyera tu voz que me decía desde arriba: «Soy alimento de adultos: crece, y podrás comerme. Y no me transformarás en substancia tuya, como sucede con la comida corporal, sino que tú te transformarás en mí».
Y yo buscaba el camino para adquirir un vigor que me hiciera capaz de gozar de ti, y no lo encontraba, hasta que me abracé al mediador entre Dios y los hombres, el hombre Cristo Jesús, el que está por encima de todo, Dios bendito por los siglos, que me llamaba y me decía: Yo soy el camino de la verdad, y la vida, y el que mezcla aquel alimento, que yo no podía asimilar, con la carne, ya que la Palabra se hizo carne, para que, en atención a nuestro estado de infancia, se convirtiera en leche tu sabiduría por la que creaste todas las cosas.
¡Tarde te amé, Hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé! Y tú estabas dentro de mí y yo afuera, y así por fuera te buscaba; y, deforme como era, me lanzaba sobre estas cosas hermosas que tú creaste. Tú estabas conmigo, mas yo no estaba contigo. Reteníanme lejos de tí aquellas cosas que, si no estuviesen en ti, no existirían. Me llamaste y clamaste, y quebrantaste mi sordera; brillaste y resplandeciste, y curaste mi ceguera; exhalaste tu perfume, y lo aspiré, y ahora te anhelo; gusté de ti, y ahora siento hambre y sed de ti; me tocaste, y deseé con ansia la paz que procede de ti”.
No
existe realidad que no sea transformada pero solo el pensar en apartar de la interioridad en la que el ser
humano busca su razón de ser. No es la maravilla lo que apercibimos con los
sentidos sino lo que hay en el interior de cada bautizado. Recordemos que el
Evangelio nos dice que lo que sale de la boca proviene del corazón y allí están
tanto los buenos como los malos propósitos.
Dios habita en lo profundo de cada uno de nosotros. Dios es el
fundamento del hombre nuevo y como tal forja en
cada bautizado los dones y gracias para vivir su Palabra, la misma que
trasciende a la eternidad. No es solo el tiempo sino la realidad que decidimos
dejar allí como un enunciado más o por el contrario vivir su actualidad que
implica el reconocer a Dios como nuestro Único y Suficiente Señor… Agustín
busca en su corazón la verdad eterna sembrada en el santo Bautismo. Busca la
semilla de la eternidad que se llama Gracia. Esta búsqueda le remite a su
epistemología de índole espiritual al buscar en la perfección de las criaturas
lo que solo puede brindar el Dios revelado…
La cronología del proceso de acercamiento de las criaturas a Dios
dependerá de que tan cerca se encuentren en los grados de perfección e iluminación. No es posible proceder en su
dirección si nuestro ser no está preparado y dispuesto para su percepción
absoluta. Misteriosamente Dios nos deja en libertad y afirma esa libertad esencial en la Predestinación que se finca totalmente en
la Voluntad salvífica del Dios revelado. Recordemos que en el Hiponense la
libertad que no se afirma en Cristo es
aparente y finita como dicta su relación con los sentidos y bajo la percepción
de las cosas en esta realidad material donde nosotros habitamos.
La belleza siempre antigua y siempre nueva es
la revelación estética del Amor de Dios que es signo de plenitud en el ser
humano. Es pues la belleza un atributo revelado por Dios e informado en nuestro
ser racional como emocional y afectivo. Tarde te amé implica que el tiempo
cobra nuestros descuidos pero aun así el don de Dios es totalmente atemporal. No
estamos solos en esta bella experiencia de vivir y gastar la vida. Estamos una
y otra vez orientados hacia su Amor. Lo bello en el Hiponense se fundamenta en
la presencia estética y ordenadora de Dios que como conocemos produce un vínculo
identitativo del ser creado con su
Creador (Vestigia). Agustín ve con absoluta lucidez como los sentidos son liberados por la luz de
la Gracia para reconocer la figura del Amor de Dios, empleo el término “figura”
porque esta aseveración racional de lo Hilemorfico
no solo relaciona la materia con la forma sino y sobre todo lo creado con
la Gracia que lo transforma y recrea en una forma que es la Forma redimida el Ejemplarismo
Hiponense es claro cuando afirmamos que el modelo de nuestra existencia es un
modelo pensado y redimido y que toda potencia es transformada bajo los actos
del Amor de Dios. Es pues la Potencia aquí citada como la forma
de origen aristotélico pero moderado, su impacto bajo lo intelectivo que nos da
la posibilidad de percibirlo redimido y pleno.
El
Hiponense cree en la Predestinación, de
los bautizados y lo hace no condicionando la respuesta salvífica de nuestro
propio “Si” a Dios sino viendo como es
en realidad, una posibilidad de alcanzar la verdadera y auténtica libertad de
los hijos de Dios. No es un predicamento entre el bien y mal que nos condiciona
en la elección sino la respuesta al plan de Dios escrito desde antes de nuestro
nacimiento, miremos los salmos:
Salmo
138 “Dios está en todas partes”.
1Señor, tú me sondeas y me conoces;
2me conoces cuando me siento o me
levanto,
de lejos penetras mis pensamientos;
3distingues mi camino y mi descanso,
todas mis sendas te son familiares.
4No ha llegado la palabra a mi
lengua,
y ya, Señor, te la sabes toda.
5Me estrechas detrás y delante,
me cubres con tu palma.
6Tanto saber me sobrepasa,
es sublime, y no lo abarco.
7¿Adónde iré lejos de tu aliento,
adónde escaparé de tu mirada?
8Si escalo el cielo, allí estás tú;
si me acuesto en el abismo, allí te
encuentro;
9si vuelo hasta el margen de la
aurora,
si emigro hasta el confín del mar,
10allí me alcanzará tu izquierda,
me agarrará tu derecha.
11Si digo: «Que al menos la tiniebla
me encubra,
que la luz se haga noche en torno a
mí»,
12ni la tiniebla es oscura para ti,
la noche es clara como el día.
* * *
13Tú has creado mis entrañas,
me has tejido en el seno materno.
14Te doy gracias,
porque me has escogido
portentosamente,
porque son admirables tus obras;
conocías hasta el fondo de mi alma,
15no desconocías mis huesos.
Cuando, en lo oculto, me iba
formando,
y entretejiendo en lo profundo de la
tierra,
16tus ojos veían mis acciones,
se escribían todas en tu libro;
calculados estaban mis días
antes que llegase el primero.
17¡Qué incomparables encuentro tus
designios,
Dios mío, qué inmenso es su conjunto!
18Si me pongo a contarlos, son más
que arena;
si los doy por terminados, aún me
quedas tú.
[19Dios mío, ¡si matases al malvado,
si se apartasen de mí los asesinos
20que hablan de ti pérfidamente,
y se rebelan en vano contra ti!
21¿No aborreceré a los que te
aborrecen,
no me repugnarán los que se te
rebelan?
22Los odio con odio implacable,
los tengo por enemigos.]
23Señor, sondéame y conoce mi
corazón,
Ponme a prueba y conoce mis
sentimientos,
24mira si mi camino se desvía,
guíame por el camino eterno.
Agustín
asume que el conocimiento de Dios no puede ser dejado a la voluntad y opción
del ser humano sino que misteriosamente nuestras vidas siguen el plan de su Providencia
amorosa. Este plan es definitivo y nos conduce respetando nuestra libertad
porque como expresa el Salmista no es posible estar fuera de los planes de
Dios. La majestad de Dios sobrepasa no solo el entendimiento sino también toda
causalidad en la que la existencia humana se involucre. No reduzcamos la
comprensión de nuestra propia libertad al imaginario que literalmente “deja” todo en manos de Dios
pero que en cuanto a nuestra voluntad aspiramos lo contrario. El Gobierno de
Dios predestina lo que fue comprado a precio de Sangre en la Cruz. En términos
de Economía, Cristo cuida su “inversión” la que sin duda alguna es motivada por
su absoluta Voluntad soberana.
AGUSTÍN DE
HIPONA EN LA REALIDAD
ANGLICANA.
No
es descabellado hablar de la presencia agustiniana en el anglicanismo (cuando
los reformadores de Oxford e incluso
antes de ellos se sintieron atosigados por las doctrinas del racionalismo y el
materialismo, acudieron al Hiponense no en balde las Confesiones fue una de las
obras más populares en Oxford porque compendiaba la relación entre la
especulación de lo racional y la aceptación de la Fe, en síntesis desde el
Siglo XVII al XIX) desde la apreciación de sus aportes a la
doctrina y al Dogma en general, la primicia fundamental al respecto nos dice
que somos una Institución eclesial donde los dogmas tienen espacio y se
convierten históricamente hablando en el fundamento de nuestras tradiciones y
enseñanza. La exposición agustiniana
aportó al dogma universal un plus de claridad y sustento, quien no
conoce las disputas del Hiponense contra Donato en las que defiende la
autoridad y el carácter tanto del Ministerio Ordenado como de la autoridad de la
Iglesia. Es Agustín quien afirmará que la eficacia de los sacramentos no
depende de la pureza del ministro que los imparta o confeccione. Es el primero
en establecer el principio de la naturaleza psicológica del Alma para la interpretación
del dogma Trinitario, es el que afirma categóricamente el medio relacional que
hace del alma metáfora apropiada de esta enseñanza de la Iglesia: Así como el
alma posee Memoria, Voluntad,
Entendimiento son figura inteligible e intelectiva de su Creador puesto que
es imposible separar sus operaciones y ninguna de sus potencias puede operar
sin la intervención de las otras. La prueba Psicología describe como el ser
consciente de su existencia es reflejo de la Imagen del Dios vivo. Cuando esta
Iglesia habla sobre la evolución de las especies hay una semilla que
interpretan los naturalistas anglicanos de los siglos XVIII y XIX cuando afirman
sus teorías de la evolución de las especies y encontramos en Agustín sentencias
al respecto cerca de 1200 años atrás: Todo
ser vivo posee en si una semilla con toda la información necesaria para su
evolución y desarrollo. Y en cuanto
a los racionales afirma: En la gradación de los seres vivos su perfección
dependerá de que cuan cerca estén de su Creador. Es el primer Padre de la
Iglesia en afirmar que los animales no-humanos poseen un grado de racionalidad
fruto de la presencia del alma racional en ellos, es decir, la Inteligencia, es
un asunto de percepción y desarrollo y no exclusivo de la especie humana. La inteligencia asegura el empleo perfecto del
Instinto en las especies llamadas inferiores.
Sus disputas con Pelagio y Arrío directamente abren para nosotros el
espectro de la Gracia como Voluntad soberana de Dios para salvarnos. Es aquí
patrimonio indiscutible entre las iglesias de tradición católica y las
protestantes históricas. Es pues, importante que distingamos entre las verdades
acuñadas en nuestra catolicidad y las praxis de eventos y fenómenos de Fe
copiados de Roma, una cosa es la catolicidad de la que hacemos parte y otra muy
distinta las enseñanzas romanas que no son autoridad en la catolicidad, y doy
como ejemplo el primado papal.
La influencia de Agustín continúa
manifestándose en la producción teológica tanto de la catolicidad como de las
grandes protestantes. Es simplemente recordar que su presencia fue definitiva
para la construcción doctrinal del presente lo que no implica que no se haya
equivocado en algunas apreciaciones como es lógico en su momento concreto. La
discusión que el abrió permitió superar temores y ver con claridad el panorama
antropológico donde el dogma se afincaba
y revelaba como disciplina de la Iglesia. Agustín nos enseñó la necesidad tanto
de la Fe como de la Razón, no en balde afirmó antes que nosotros: Que la razón someta a su análisis lo que
creemos con el corazón como reza en el trípode de nuestra Fe. Logró
desligar el mal de la Identidad esencial que muchos creyentes creían sobre su
influjo. Le restó poder al mal y lo sometió al imperio de Dios dejando claro
que no hay nada por sobre su Soberanía. Su
perspicacia sirvió para agudizar la necesidad de la Ciencia en la Fe y su
aporte investigativo bajo modelos que hoy todavía están vigentes. Solo citaré
como ejemplo a Bacon y Descartes cuyos modelos son eminentemente agustinianos
siendo pionero el Hiponense en la Duda
como método. Gracias a ubicar a los Universales en la mente de Dios su
Nominalismo (moderado) nos permitió decir: Dudo
de una cosa, pero no puedo dudar de que estoy dudando. La duda esclarece la
verdad y sus argumentos discutidos bajo el método o teoría del conocimiento,
una determinada epistemología.
Es
necesario reconocer que la historia de la Iglesia se vincula también a los
imaginarios e idealismos políticos, para ellos encontramos la idea platónica y
aristotélica sobre el Estado como ente de gobierno y el colectivo bajo su
autoridad. El Idealismo Político agustiniano contenido en la Ciudad de Dios nos abrió la posibilidad
para el establecimiento de la Utopía obra cumbre de Tomás Moro y
que fue replicada por el italiano Campanella en su obra “la ciudad del sol” un
sistema ideal de gobierno del que solo citaré: De las leyes injustas está ausente el pueblo. Y sin duda el
Hiponense se centrará en las palabras de Pablo y el Evangelio de Juan sobre la
Autoridad constituida o así percibida en el pragmatismo de la cosa política (Juan
capítulo 18 versículo 33 y 1 Timoteo capítulo 2 versículo 7). En la época del
Imperio romano al que asistió el Hiponense estaba activa la concepción de los
dioses en la vida política del pueblo y solo para ilustrar citaré la Triada
Capitolina compuesta por una trinidad de
dioses o deidades (Júpiter, Juno y Minerva).
“Interpretando
la concepción de Moltman sobre la
Teología Política diremos que este Autor del Siglo XX aborda la idea del Futuro como una categoría
y Paradigma a la vez, es decir, Dios rompe con el Tiempo tanto
Pasado como Presente y es la revalidación de nuestra aproximación al Futuro, es
la vivencia de la Trascendencia para llevar precisamente su Esperanza. Es la
misma noción del Resucitado que en la Cruz reivindica la Humanidad y la saca de
su Realidad de muerte y destrucción, es la Potencia de la Historia en manos de
Yahvéh… De esta forma la lucha es y será contra la desesperanza y la desazón de la
Pobreza y la injusticia y todas sus categorías alienantes.
· El Acontecimiento de Jesús está al lado de quienes son víctimas en la
Sociedad, los enfermos, pobres, desamparados,
y todo tipo de personas que sufren y hacen del dolor una constante experiencia
incluso de privación. Es el lugar que el propio Cristo ganó en favor de un
orden Justo y Humano. Esta serie de reivindicaciones en manos del Salvador son claro Signo de su
Reino y de los valores sobre los cuales descansa el ejercicio de Justicia
cristiana en la Sociedad que está necesitada del Amor y Compasión por el otro y
la otra” (El anterior párrafo
corresponde a mi ensayo sobre “teología
política” que publiqué hace unas semanas)…
Agustín
asume la relación de la política y reclama un modelo político sujeto al Evangelio, su idealismo
sin duda lo conduce a un sin saber a lo que posteriormente llamaremos idealismo
político tan de moda durante el Renacimiento. Recordemos una vez más su obra
“Ciudad de Dios” la Civitas Dei nos habla de una ciudad en el cielo y otra en
la tierra, su aporte es en orden a la concepción teológica de la historia y
como la relación del ser humano con Dios define este orden y su contenido
estructurador de Justicia, Gracia y pecado. El paradigma político enunciado
corresponde a la primacía de la verdad como revelada y concatenada en el
escenario de lo político. El modelo de Estado que sugiere la Utopía es
idealista exacerbadamente considerado y desproporcionado que no se compadece de
las relaciones y vicios políticos. Que no está directamente relacionado con las
posibilidades de un sistema sostenible y realizable. Solo diremos que sobrevive
la necesidad de la justicia como el eje relacional de los estados y sus gobiernos.
Agustín aterriza en la necesidad de la presencia de Dios que hoy traducimos en
los lineamientos de un Estado respetuoso y coherente con el ciudadano y la
defensa al igual que la promoción de
sus Derechos y Deberes, es decir, antropizar el Estado implica resurgir un
orden de Justicia y Equidad dinámico y concreto. La Justicia como factor vital
de la supervivencia de un Estado justo y verdaderamente Pluricultural implica
más que elecciones y sufragio universal, también necesita copiosas dosis de participación
de todos los estamentos y tejido social en su estructura y toma de decisiones. Vivimos
en sistemas que se representan a sí mismos y no a las mayorías creando una
especie de casta política que cada 4 años se reparte el poder y como profecía
bíblica, al pueblo, la inmensa mayoría solo le tocan migajas (la ciro-fenicia) .
Parece que el estado habitual de los más pobres sea la ignorancia que los
convierte en un poderosa masa que justifica su poder político y económico, se
han creado imaginarios tan poderosos
ante la ausencia de justicia social que muchísimos creen que su condición ideal
es la pobreza y no la promoción humana. El antropocentrismo político fue
cambiado por el Ego-centrismo político lo que implica culto y autoridad
personal y no institucional. Lo político
se transformó en dogma y los partidos políticos son los infalibles que
actúan según ellos en nombre de los pueblos pero no erradican la miseria el más
grave factor de la corrupción política. No es muy conveniente el idealismo
político sino logramos aterrizar algunos de sus postulados en actitudes
concretas tanto de quienes gobiernan como de quienes los eligen. Para concluir
diremos que la justicia política es realmente una necesidad y que sin su praxis
el tercer mundo se convertirá en el “cuarto”…
La
espiritualidad agustiniana está marcada por el aterrizaje de las emociones en
el contacto de lo espiritual. Esta aseveración implica madurez en las manifestaciones espirituales. La
dinámica es ampliamente concienzuda y por qué no liberal. Agustín resume su Espiritualidad en argumentos y terminología como:
·
La
Fruición. A pesar de ser un concepto neoplatónico empleado
especialmente por Plotino y que en términos del Hiponense se remite a la
posesión y disfrute de lo más elevado concretizado en el Amor de Dios.
·
El
Deleite. Lo que implica las gracias de disfrutar de la
Fruición en la espiritualidad de los creyentes.
·
Hermosura
y belleza… Términos que sublima en relación con la
verdad y el amor totalmente otros de Dios y que por su misericordia nos
ofrece.
·
La
Iglesia. Agustín la considera como nuestra madre espiritual, de
allí que la tenga como el fundamento de la evangelización y misión, una de sus
oraciones resume la expresión que por demás es muy osada para su época: Creo en Cristo y en su Evangelio porque me
lo enseña la madre Iglesia. Reconoce su maternidad particularmente en cada
uno de los bautizados.
·
Dios
es Padre y la Iglesia es Madre.
·
Pienso
en mi precio. Se refería al sacrificio de Cristo por
nuestra redención y el compromiso de vivir según el costo de la salvación.
·
Ama y haz lo que quieras. Solo el amor nos
deja en completa libertad de acción cuando media en todo lo que hacemos la Fe,
Esperanza y Caridad.
·
Cristo
pan de vida. La Eucaristía o Misa es el fundamento de
nuestra espiritualidad y el mayor de los alimentos espirituales.
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Cristo
Maestro Interior… Merece un comentario muy especial la
dinámica espiritual en la que interpretaba Agustín los acontecimientos y como
relacionarlos con la Economía salvífica y/o la historia de salvación personal.
Cristo presenta al Padre cuanto somos y vivimos incluso por su Encarnación
desde antes de nuestra presencia en el mundo. Las palabras son potenciadas y
allegadas al cielo delante del Padre Dios. Cristo como Verbo Eterno conjuga el
sentir de los bautizados y hace inefables nuestras oraciones delante de su
Padre Dios y el Espíritu Santo. El
Maestro Interior acompaña y potencia igualmente todas las acciones litúrgicas
de la Iglesia y la asamblea. La
espiritualidad agustiniana es actual en cuanto a la relación de los bautizados
con la Iglesia y su Señor. Las tendencias de espiritualidad modernas han
perdido peso en cuanto a la reflexión y la contemplación, ahora se busca la
instauración de fenómenos de espiritualidad prácticos y llenos de inmediatez.
La presencia de Dios se desea vivir sensitiva y supeditada a la praxis de cada
cual. La oración ahora despierta más reflexiones y expresiones al exterior del
creyente y menos agudeza en su interior donde se deben producir los conceptos y
los frutos de una auténtica madurez espiritual. Agustín permaneció fiel a la
exposición de los contenidos litúrgicos de la Iglesia y vio en su praxis la
posibilidad de crecer y madurar la Fe en toda expresión Cristocentrica.
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Romanos
capítulo 13 versículos 13-14. Cuenta en sus confesiones
como estaba reunido en un solar de Hostia tiberina (Italia) en compañía de sus
amigos más cercanos Alipio y Posidio, cuando escuchó una cantinela infantil en
la calle de aquel lugar: Toma y Lee o Tolle
et lege. Tenía en sus manos las cartas Paulinas y justo abre en la cita
antes mencionada de la Carta a los Romanos. Lo que sucedió lo definió como la
“purga del alma” donde se confrontaba su vida anterior y la verdad que el reconocía
había llegado a su existencia.
Tomo
como referencia para ampliar esta reflexión las palabras de un historiador agustiniano Fray. Victorino
Capanaga.
“En el mismo programa agónico entra
la exigencia fundamental
de la katharsis, no sólo de la filosofía platónica, sino también de
la revelación de la Biblia y del episodio de la conversión con la
lectura de San Pablo (Rm 13,13-14): «No andéis en comilonas y
embriagueces, en torpezas y deshonestidades, en reyertas y
envidias, sino revestíos del Señor Jesucristo, y no os deis a la
carne para satisfacer sus apetitos» 9. He aquí la fórmula
completa de la nueva espiritualidad cristiana con una doble
pedagogía negativa y positiva, de vacío interior y de plenitud
por la gracia de Jesucristo.
de la katharsis, no sólo de la filosofía platónica, sino también de
la revelación de la Biblia y del episodio de la conversión con la
lectura de San Pablo (Rm 13,13-14): «No andéis en comilonas y
embriagueces, en torpezas y deshonestidades, en reyertas y
envidias, sino revestíos del Señor Jesucristo, y no os deis a la
carne para satisfacer sus apetitos» 9. He aquí la fórmula
completa de la nueva espiritualidad cristiana con una doble
pedagogía negativa y positiva, de vacío interior y de plenitud
por la gracia de Jesucristo.
Expresa la misma idea en este lugar con lenguaje más
figurado y bíblico, comparando su hambre interior con la
saciedad del presente: «No quería ya enriquecerme en bienes
terrenos devorando el tiempo y siendo devorado por los
tiempos, pues en vuestra eterna simplicidad tenía otro trigo,
vino y aceite» 10.
Con estos manjares clásicos y litúrgicos, propios, sobre todo,
de los hombres del Mediterráneo, designa la nueva riqueza de
que se hizo dueño.
El convertirse no es sólo vaciarse y quedarse interiormente
hueco y famélico, sino llenarse de manjares eternos que nutren,
iluminan y deleitan, como el fruto de la oliva, de la espiga y de la
vid. La espiritualidad debe dar alimento, luz y alegría al espíritu”.
CONCEPTOS AGUSTINIANOS
COMUNES.
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Las Sagradas Escrituras son determinantes
en la construcción doctrinal de la Iglesia y deben sus enseñanzas ser plasmadas
para todos los bautizados.
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La Gracia expresa la Soberanía de dios y
su Voluntad. No hay nada en nosotros que posea mérito alguno más allá del Amor
de Dios.
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El Libre Albedrio es una cualidad de
nuestra condición humana pero por si solo no implica la perfección de nuestras
decisiones o actuaciones esto solo se logra gracias a la presencia de Dios en
nosotros. El Cristo se afinca nuestra verdadera libertad
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La
Virgen Madre lo fue en su corazón y luego en su vientre.
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Todavía es materia de discusión su postura
sobre la procedencia de las fuentes de los evangelios. Aduce que Mateo origina a Marcos y juntos a Lucas es
una postura sobre los sinópticos que no implica disparidad esta
simplemente abierta a discusión sin
olvidar las fuentes comunes y la misma fuente “Q”.
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El Sacramento del Orden, el Santo Bautismo
y la Confirmación, imprimen carácter, es decir, no se repite su administración
o confección en la misma persona.
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Cristo Maestro Interior fundamento de
nuestra espiritualidad.
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Sobre la administración de recursos
personales y eclesiales que llamamos mayordomía: Pídeme Señor lo que quieras y dame lo que me pides. No es más feliz
quien tiene mucho sino quien necesita poco.
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La creación es en sí un acto de la
Voluntad de Dios quien sacó del no ser lo que existe.
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Materia y tiempo como movimiento
existieron desde el comienzo a la par.
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La
verdad habita en el interior del ser humano donde Dios se revela.
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El Amor es la Imagen y Semejanza de Dios
en nosotros.
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El mal se puede dar en el ser aunque no
sea esencialmente parte del ser.
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Prueba Psicológica de la SS. Trinidad.
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De las leyes injustas estará ausente el
pueblo.
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Ciudad de Dios o modelo político
idealista.
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Origen
y enunciado primario de la Duda como teoría del conocimiento.
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La Fruición como el deleite de la
presencia de Dios en nosotros.
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Sobre la Trinidad afirma que según las
Escrituras el Hijo recibe el Ser por parte del Padre y que del Padre no se
predica similar condición.
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Que la igualdad entre el Padre y el Hijo
no se puede comprender sino desde Dios mismo ya que los ejemplos humanos son
imperfectos.
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Igual se predica del Espíritu santo quien
procede del Padre (Principal) lo que no implica inferioridad como tampoco al
asegurar que procede de Entrambos (Padre e Hijo). Aunque las misiones del Hijo
y del Espíritu Santo se repitan constantemente.
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No
se puede concretar, sin temeridad, cuál de las tres personas se apareció a los
padres y profetas. No se puede determinar, a no ser que el texto lo indique, si
fue el Padre, el Hijo o el Espíritu Santo; o si unas veces se apareció el
Padre, otras el Hijo y algunas el Espíritu Santo; o, finalmente, si se
manifestó el Dios único, sin distinción de personas, es decir, la Trinidad… Este
trozo fue tomado del Libro II de Trinitate. Para esclarecer su
percepción de las misiones divinas en el
A.T.
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A propósito... El mismo Verbo de Dios se
hizo carne, es decir, se hizo hombre, sin que se haya transformado o convertido
en aquello que se hizo; y de tal suerte se encarnó, que en él se encuentra el
Verbo de Dios, la carne del hombre y alma racional del hombre; y esta totalidad
se llama Dios por [ser] Dios y hombre por [ser] hombre. La diferencia entre esta Epifanía del Verbo y
la del Padre (la voz) y las del Espíritu Santo (paloma, lenguas de fuego) es
grande. En éstas no se da como en la Encarnación la unión con la persona. Las
epifanías del Nuevo Testamento muestran tres verdades fundamentales: que
"la Trinidad, inseparable en su esencia, puede manifestarse separadamente
en la criatura sensible", y que en estas manifestaciones la acción de la
Trinidad se da indivisamente. Cada una de las personas -según San Agustín- se
puede manifestar personalmente. Así ocurre en la voz del Padre (Bautismo y
Transfiguración), en las apariciones sensibles del Espíritu Santo (hálito,
fuego, paloma) y en la Encarnación del Hijo. Sin embargo, toda la Trinidad
actúa inseparablemente: La Trinidad inseparablemente ha operado la voz del
Padre, la carne del Hijo y la paloma del Espíritu Santo, refiriéndose cada una
de estas realidades a cada una de las personas. Por este ejemplo se conoce cómo
la Trinidad, inseparable en sí misma, se manifiesta separadamente por la forma
visible de la creatura, y la operación inseparable de la Trinidad está en cada
una de las cosas singulares que se dice manifestar propiamente al Padre, al
Hijo y al Espíritu Santo. Trinidad en el N.T. Su obra De Trinitate fue escrita
entre los años 399 y 419.
El
texto citado de Trinitate deja entrever las operaciones simultáneas y similares
de la Trinidad Inmanente que se manifiesta en la Trinidad Económica.
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Para entender debemos creer.
Análisis del pensamiento agustiniano
sobre la Trinidad Divina.
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Emplea para hablar de la Trinidad y sus
Procesiones los términos: Esencia,
Sustancia, Naturaleza, Persona, Procedencia, Igualdad, Identidad, Amor, Unidad,
Relaciones, Entrambos (Padre/Hijo), Paráclito, Consolador, Verdad,
Personalidad, Mente, Potencias, Imagen. La posibilidad el andamiaje
agustiniano sobre la Trinidad se confecciona a partir del reconocimiento que
hace sobre la Revelación Escrituristica y el misterio Trinitario. Agustín asume
con absoluta claridad que la esencia de Dios y su Persona no es la misma que se
expresa en la forma como la Creación y el ser humano existen. Aunque llamemos
persona al ser humano sin duda lo hacemos en la única perspectiva posible tanto
su naturaleza singular como su modo racional y afectivo de existir como la
conciencia de ser. Somos una vez más por definición Imagen de Dios que se queda
en nosotros por la creación y generación de la vida. Es una Imagen necesaria
para Ser y existir, no es una Imagen realizada por la transmutación de nuestra
esencia humana con la divina. Agustín aporta al dogma Trinitario su claridad
para observar desde la revelación Escrita (Biblia) las relaciones entre el
Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Y como define el ser Persona y sus
atributos y ciertamente que no hace enunciado o predicado de la simpleza de
Dios como Sustancia y Esencia. Une su reflexión al Amor que encuentra en estas
relaciones eternas. En nuestros estudios sobre el pensamiento del Hiponense
podemos descubrir o mejor aún percibir que Agustín se retrae un poco de hablar sobre las diferencias
de las Personalidades Divinas y asocia el todo Trinitario en sus expresiones. Dios
no solo es Padre/Hijo/Espíritu Santo. Es una maravillosa realidad que se
expresa en absoluta Unidad de Personas y diferencias sustanciales de sus
Personalidades. Sus concepciones son sin duda Pre-calcedonienses (Concilio de Calcedonia año 451). Es clave en su
Fe las misiones de la Trinidad las que identifica tanto Ad-Extra como Ad-Intra,
y en esas relaciones reconoce también la
Hipostasis que se sintetiza con la Encarnación.
Hay
que reconocer que sus definiciones sobre la Persona Divina es un tanto débil
pero lo compensa no hablando de cómo se define el Ser Persona Divina sino como
la Persona de Dios se relaciona con su obra o creación. Para contextualizarnos
llama al Espíritu Santo “El Reconciliador” y el “Dedo poderoso de Dios” porque expresa que la misión del Espíritu de
Dios es precisamente en el bautismo la reconciliación entre Dios y el creyente.
Da luz sobre el Inicio salvífico
encaminado por el Pacto Bautismal. Reconoce la absoluta Bondad de la persona
humana y acude a las potencias del alma para dar una sencilla analogía sobre el
Ser de la Trinidad Inmanente (relaciones de las Divinas Personas). Llama al
Hijo en estas relaciones el enviado del Padre, de su misma Sustancia junto con
el Paráclito. Emplea también las Causalidades para hablar tanto de la Creación
como de la Salvación (Eficiente, Formal, Material) y como pocos PP de la
Iglesia introduce en este escenario Trinitario a la Iglesia a la que llama hija de Dios. Tres Divinas Personas, más que para comprender, para amar y callar. Estas
palabras son en síntesis su mayor comprensión del dogma Trinitario. A Dios no
le conocemos, es el Subsistente por antonomasia, no podemos decir como es Dios
pero si lo que Dios hace que en últimas nos dice lo que revela de Si, Dios es Amor.
Las relaciones de Dios
Ad-extra manifiestan el vínculo del Hijo y su reconocimiento en nuestra
Salvación. Si hay un Hijo es porque hay un Padre y si hay un Espíritu Santo es
porque tanto el Padre como el Hijo se aman y amarse significa entrega y
perfecta donación. El Amor de Dios (Trinidad Inmanente) es eterno porque
eternamente se aman por los siglos sin fin. En cuanto al misterio de la
revelación Trinitaria y la mente analítica del Hombre conviene decir que el
Hiponense caminó por la ruta de la reflexión constructiva al asumir que la
persona humana estaba destinada como por una muy particular analogía a la unión
con lo trascendente y que la presencia de Dios era claramente salvífica y solo
por Amor y absoluta Soberanía de la Trinidad. Es
necesario que nuestra reflexión deje campo a la meditación. El Amor de Dios
esencialmente nos comunica su Gracia y Voluntad, solo es clave comprender que
lo que Dios ama lo conduce a su presencia porque en Dios no hay sino Amor, la
imperfección y el pecado son ajenos a su Ser perfectísimo. La estética de Dios es el Amor y el fin último
de nuestra existencia es realizar y hacer vivido su amor… El Dios que te creó sin ti no te salvará sin ti, y nuestro aporte
es precisamente hacer posible la experiencia o los hechos de Amor que
materializan la Bondad de Dios en nosotros.
La capacidad de optar se centra en la Gracia que la ilumina pero no restringe.
La construcción de nuestra dialéctica in-culturizada en esta latitud y época
sin duda es una necesidad para aterrizar bajo figuras cognoscibles nuestra Fe y
su experiencia. La fenomenología que compartimos con los PP. De la Iglesia es
indeleble y su rastro no puede perderse en el tiempo sería tanto como perder la
información genética de nuestros padres y ancestros. No olvidar nunca que somos
frutos de estos esfuerzos por vivir desde la perspectiva racional lo que
creemos con la fuerza del corazón y que así materializamos. El aporte agustiniano viajó por estadios de
evolución hasta legar a nuestro presente y nos relata desde esta posibilidad la
experiencia de Fe de este hombre.
Su antropología es fiel muestra de las huellas
del Creador y la sublimación de nuestra naturaleza, la misma que deriva del
Amor de Dios Trinidad. Es pues importante
asumir el reto de cultivar la academia que es propia de la Luz e Inteligencia que Dios dotó a nuestra
especie. El conocimiento es también signo de la inquietud de nuestra Fe. Nuestra
Fe es dimensionada, antropizada y sociológicamente hablando plantada en la
historia y el devenir de la especie humana. Es una maravillosa oportunidad de
trascender y afirmar la Soberanía de Dios y el poder de nuestro intelecto el
mismo que expresa armoniosamente nuestra relación y el principio de nuestra
espiritualidad. No olvidemos que Dios se
deja encontrar para quienes le buscan con sincero y humilde corazón. Agustín
vive una Mística bien particular ya que
la supedita a su trabajo académico que es una materialización conceptual de lo
que él cree y vive en perspectiva salvífica. La reflexión teológica es también
un camino necesario que por analogía conduce al Dios vivo.
Reconoce
que la historia como sucesión de eventos humanos está identificada también por
momentos salvíficos en los que interviene Dios. Que nada de lo vivido puede
ocupar categorías fuera de nuestra percepción y de la Gracia de Dios en Cristo.
La humanidad es reflejo de la Misericordia de dios hecha carne y no es de otra
forma pues por cada uno de nosotros Cristo opera la salvación. Nosotros somos
una muy elaborada hipostasis de momentos y recuerdos como también de acciones y
decisiones en la Fe. Todo sea para la
Gloria de Dios Trinidad, Tres Divinas Personas para amar y callar antes que
conocer y comprender…
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