jueves, 24 de agosto de 2017

DECIMO-SEGUNDO DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS...

DÉCIMO-SEGUNDO DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS. Año A. Propio 16. Éxodo capítulo 1 versículo 8-2:10.  Salmo 124. Romanos capítulo 12 versículos 1-8. Mateo capítulo 16 versículos 13-20.




El Éxodo nos introduce en la nueva y no tan clara relación del pueblo hebreo con los egipcios, el autor inspirado se cuida en afirmar que el nuevo gobernante no conocía sobre José. Aportando un poco a la cultura faraónica era común que los grandes personajes fueran adornados con cualidades que rayaban en lo sobrenatural y en el caso de José siguiendo la línea faraónica muy probablemente el Autor del éxodo sobredimensionó sus aportes a la vida de este Imperio lo que nos explicaría el texto señalado en el versículo 8 “Se alzó en Egipto un nuevo faraón que no sabía nada de José”.  La tiranía  de los faraones con el pueblo es tan solo el preámbulo narrado por el Éxodo. El objetivo continua en la figura de Moisés que le corresponderá los inicios  de un proceso de liberación y reconocimiento del Dios de Jacob como antepasado de esta historia salvífica.  Las implicaciones culturales son altas dado que el proceso de permanecía hebrea fue muy largo en Egipto (400 años) y las raíces trabadas entre estas culturas sin duda determinaron muchos de los acontecimientos sublimados en su narrativa por parte del autor inspirado. La conciencia de la existencia de un Dios que rompe con todos los conceptos religiosos de la época sin duda se constituye en el mayor aliciente para abandonar la condición de empleados mal remunerados en Egipto y buscar así un lugar donde establecerse y florecer tanto con sus recursos como con sus conocimientos. José  con su presencia influyó en la escena de la ocupación de territorio faraónico y gracias a su trabajo el reconocimiento fue inmediato en favor de los suyos. José se constituyó en Benefactor de su pueblo y porque no en modelo de organización.

El Apóstol Pablo presenta un esquema más avanzado sobre la interacción del creyente y como este se relaciona en la medida de sus habilidades con el plan de Dios y con los demás hermanos  y/o bautizados. Las condiciones del “nuevo pueblo” requieren también de la profesión de su Fe en Cristo y la incorporación de su ser al cuerpo eclesial como quiera que se constituye la Iglesia en el cuerpo de los creyentes y estos en su estructura por la Fe que profesamos en el Pacto bautismal, de lo contrario serían solo esfuerzos humanos sin ninguna dirección provechosa. Nosotros ya no construimos ciudades para habitarlas nosotros somos ciudadanos con doble ciudadanía tanto la tierra (creación) como el cielo o símbolo de la presencia  de Dios. Los carismas que Pablo describe son ya los  nuevos y  definitivos talentos para la edificación de la Iglesia y por ende de la definitiva realidad de la comunidad de los creyentes, es pues, la forma como el apóstol visibiliza la realidad eclesial. Estamos así llamados a edificar o construir el bien sobre la base de los dones del resucitado. Una vez más diremos porque Dios es un Dios Diferente la sociedad cristiana debe serlo como modelo de tolerancia y respeto por el otro imagen del Dios vivo.

Mateo en su Evangelio nos recrea una escena de la  confesión de Fe del Apóstol Pedro, y que básicamente nos dice que  la relación con la revelación es una medida o proporción de la intimación de Cristo en nuestra espiritualidad. Profesar nuestra Fe no es otra cosa que recocer la Inhabitación Trinitaria en nosotros (Hiponense). Es interesante como Mateo cita un título mesiánico en desuso por la Cristología de los santos PP. de la Iglesia, estamos hablando al señalamiento de Profeta que recibe Jesús  dado el carisma profético de la Iglesia primitiva, la pregunta a los discípulos es una manera de apuntalar en la respuesta la aclaración sobre su identidad. Quien dice la gente que Soy Yo o el Ego Sum de su naturaleza, es visto aquí como una profecía del propio Jesús que verá cómo se cumple en su momento, especialmente en su Resurrección.  Muy probablemente en referencia a la Iglesia el propio Señor empleó el termino semita Ekklesia (asamblea) y en cuanto al señalamiento de la naturaleza de la profesión de Pedro, el termino arameo era Kefa no implicaba el griego Petros… Este juego de palabras empleadas por Mateo nos indica que la fuerza del señalamiento se ubica en la profesión de Fe y que es precisamente la profesión de Fe de Pedro y su reconocimiento del Señor lo que se constituirá en base de la Iglesia “nuevo pueblo”    y no la persona del Apóstol. Sobre el termino Hades no podemos olvidar que se hace presente en todas las culturas que desarrollaron conciencia sobre la vida y el valor de las acciones en ella. Para nosotros bien podría significar “mansión de los muertos” y es precisamente el Resucitado quien nos arrebata de esa condición, tal y como era percibida por el pueblo de Israel. La promesa del Señor es sin duda para los bautizados que constituyen el pueblo escogido al que se une el “resto de Israel” y la creación. La misión de los bautizados es muy clara y determinante actuar delante de sus hermanos como redimidos y portadores de eternidad no mirando solo lo que se edifica en el mundo como fin último sino viviendo valores trascendentes contenidos en el Evangelio. La profesión de Fe de Pedro y los demás se reforzará particularmente en la escena de la Transfiguración con la que arranca el capítulo 17 del presente evangelio Mateano.



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