TERCER
DOMINGO EN CUARESMA. Año B. Éxodo capítulo 20 versículos 1-17. Salmo 19. 1
Corintios capítulo 1 versículos 18-25. Juan capítulo 2 versículos 13-22.
El
libro del Éxodo, haciendo algo de historia en las
enseñanzas de los PP. De la Iglesia latina diremos que nosotros la rama de la
catolicidad no romana, conservamos con ellos y los luteranos la tradición
Deuteronomista según las enseñanzas de Agustín
de Hipona, mientras que los PP. Griegos
a su vez emplean (Iglesias
ortodoxas y algunas reformadas) hasta hoy la versión del éxodo tal y como
queda expresada en las citas bíblicas de este tercer domingo en Cuaresma. Por
regla general y en fundamentación gramatical eran formulas breves (Decálogo) facilitando de esta manera la
retentiva y memoria de los judíos en el Sinaí, que una vez prosiguen con su
recorrido tienen muy presente que son las enseñanzas de Dios a Moisés en el desierto y las constituyen
en la base de su moral y conciencia tanto religiosa como social.
Los mandamientos son en
síntesis una serie de normas de obligatorio cumplimiento y en este momento de
la historia del pueblo se convierten en signo visible de la Alianza con Yahveh,
el propio Señor recordará estos mandamientos pero los sublima agregando la visión del Evangelio sobre la
relación con Dios, el prójimo y la personal experiencia de Fe en su Persona
Adorada. Aquí el Decálogo nos enseña sobre el valor del A.T y la posibilidad de transformar su
contenido en actual cuando estas definen
el quehacer moral de la Iglesia y por ende del bautizado.
Dios les reclama a ellos como a nosotros un
culto exclusivo y diferente porque Dios es un Dios diferente, que espera de nosotros una respuesta más “humana” y comprometida con nuestra
propia realidad relacional, es decir, de nuestro encuentro diario con el otro. Centrándonos
en temas relacionados con los
Mandamientos quiero hacer énfasis en la prohibición de “hacer imagen alguna” que tanto preocupa
a un sector grande del cristianismo, no olvidemos que este señalamiento apunta
a distanciar culticamente a Israel de los pueblos vecinos donde era común la reproducción
casi en masa de sus deidades. Es un tema
de la imperfección e inmadurez de la Fe judía y no una referencia tacita a las
imágenes como expresiones de piedad popular como es en nuestros días (Conf. Capítulo 20 versículo 4).
Sobre el descanso
sabatino procede de una raíz que significa “cesar” no implica en la actualidad su misma connotación, recordemos
que nosotros celebramos el domingo o Día
de la Resurrección de Cristo, hoy existen comunidades llamadas cristianas con
estas prácticas totalmente ajenas a la vida y obra mesiánica del Señor.
El
Salmo 19, de la versión de Jerusalén, corresponde
a un reconocimiento del Dios Creador y autor de la Ley tanto natural como lo
que entra en relación con la cosmovisión religiosa de Israel. En lo más profundo
de la conciencia de quien actúa según sus enseñanzas produce alegría y grande
esperanza parece retratar el Salmista en el versículo (9). Solo Dios es justo y su justicia es auténtica expresión de su
amor por la humanidad y la creación. En síntesis describe la actitud del
creyente que confía totalmente en Dios y reconoce el valor de la expresión de
su Fe. Aquí la lucha no es física o corresponde
a momentos concretos de la convivencia o relación con otros pueblos, es lo
contrario, está interiorizando el drama de la lucha espiritual que debe abordar
el creyente y en nuestro caso particular el bautizado.
El “punto focal” de la predicación y ministerio Paulino está señalado
aquí versículo (23) miremos el Texto Sagrado de Tradición:
Nosotros
predicamos a un Cristo crucificado, escandalo para los judíos, necedad para
los gentiles.
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Pablo
centra toda su actividad en la difusión del Evangelio que él llamará suyo (en su época no se establecía diferencia alguna sobre la estructura del mensaje)
lo cierto es que reivindicaba con su
accionar el drama de la Cruz, Muerte y Resurrección. No es una lucha
intencionada sobre el conocimiento humano sino contra el orgullo y la
arrogancia que cree tener todo bajo control y aún más, que puede problematizar
la obra de Cruz para convertirla en un mero fenómeno histórico, Pablo no está en contra del
conocimiento humano, por el contrario, cree en lo auténtico de la experiencia del
creyente que se interroga sobre su propia Fe y lo hace para crecer y dimensionar
su propia pequeñez ante la revelación.
La concepción cristiana deja
en manos de Dios la sabiduría y se reconoce parte de su revelación, no
cuestiona los medios de la revelación ya que Dios es capaz de revelarse de las
formas más inusitadas en medio de los creyentes. Pablo está predicando en Corinto una ciudad cosmopolita llena de
distintas y variadas concepciones de
creencias y religiones, tal escenario le obliga literalmente a
cuestionar el conocimiento humano que cree tener la certeza sobre Dios y su
identidad. La teología de la Cruz marcara el ámbito de la espiritualidad
cristiana así exaltada por Agustín de
Hipona y siglos después por el propio Lutero.
La
visión Joanica escenificada aquí por distintos
personajes nos sirve de ilustración sobre las prácticas judías incluso antes de
Jesús, recordemos hermanos que el templo tenía su propia moneda y las personas
al venir de lejos debían comprar allí mismo los animales para las ofrendas (sacrificios) y también productos varios como harina, miel,
incienso, aceite de oliva, entre otros,
la respuesta de Jesús estaba orientada hacia aquellos que hacían de esto un festín
de especulación y precios (como hoy sin
control alguno) el lenguaje
incluidas sus imágenes están cargadas de acciones sobrenaturales que solo son comprendidas
por los cercanos a Jesús. Recordemos también que el templo es asociado a su
propio Ser y por ende también será reedificado en la Resurrección.
Desde luego no se trata
de un templo construido por el ser humano y su “sabiduría” sino de la manifestación de Dios en la carne, es una
alusión a los verdaderos adoradores como lo expresará en su dialogo con la samaritana
(Conf. Capítulo 4). Para el
bautizado queda claro que los signos externos son de sumo respeto, me refiero
al templo o lugar donde nos congregamos, a nuestra liturgia y su simbología.
Nosotros los bautizados
estamos comprometidos con el culto de Adoración al Dios Vivo y esa actitud debe
moldear nuestras vidas y todo aquello que obramos en el día a día. No estamos
al margen de la responsabilidad que conlleva ser “templos del Espíritu de Dios” sino que nuestro proceder debe dar
cuenta de esta realidad espiritual y todo su contenido escatológico, por esta
razón el “cuerpo” es sagrado y
cuando algún bautizado muere debe ser depositado en el campo santo o cremado
con sumo respeto y consideración. La sacralidad del cuerpo humano es también
una señal de su futura resurrección e incorruptibilidad.
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