SEGUNDO
DOMINGO EN CUARESMA. Año B. Génesis capítulo 17 versículos 1-7,15-16. Salmo 22:
22-30. Romanos capítulo 4 versículos 13-25. Marcos capítulo 8 versículo 31-38. |
El relato escenificado
tiene su origen en la Tradición
Sacerdotal lo conocemos por el nombre con el que designa a Dios “Sadday” pero en cuanto a las promesas guarda la misma relación que las
tradiciones anteriores. El cambio de nombre con respecto al personaje central es figura de su nueva misión, igual sucederá con su esposa,
digamos que en el hoy de nuestra historia personal corresponde a la dignidad y vocación sellada con el
Bautismo, es decir, hechos criaturas nuevas con una nueva visión del mundo y
sus relaciones. La muchedumbre de pueblos es también parte de una nueva
humanidad que de forma imperfecta se manifiesta aquí pero que en Cristo será de
condición escatológica. El nombre de
ella significa Princesa porque ella será madre de reyes lo que implica figura
de su universalidad en el momento mismo de la destinación de la misión a la que
fueron llamados.
Es importante no
perder de vista que la identidad de Israel se fundamentará en la noción de su
escogencia y descendencia. El Génesis
cuya vocación es el manifestar el llamado de Dios a un pueblo y a una
persona figura en potencia de los futuros creyentes, nos ofrece la posibilidad
de plantearnos el reto de ser parte de la muchedumbre de pueblos que confesaran
la Fe en el Dios trascendente. Sobre el signo por antonomasia de
pertenencia y alianza, me refiero a la circuncisión es bueno que no pasemos por
alto que es un rito de transito de un estado de vida a otro, es decir,
inicialmente era una práctica que disponía para el matrimonio en los clanes y
tribus del antiguo Oriente. Las demás figuras descritas son artilugios
literarios para dar significación a los nombres de los personajes y su
condición, como reflejo de su personalidad.
En
la edición de Jerusalén el Salmo 22 versículos 22-30, el
autor discurre entre la necesidad y la respuesta de Dios que más allá de su
condición configura su ser, dando origen a la connotación de pobre pero en
dimensión completamente distinta a la actual, aquí el pobre es aquel que no
espera nada del mundo y sus relaciones sino que toda su Esperanza está puesta
en manos de Dios. Un Dios que por medio
de su Omnipotencia Divina muestra el camino, una alusión a su generosidad, la
misma que debe generar conciencia en el que confía absolutamente en su Creador.
Aquellos que en su pobreza esencial
comerán y quedaran absolutamente satisfechos corresponde para nosotros en una
figura que en potencia nos describe la Comunión como signo de relación viva y
fraterna, y más aún, nos recuerda el Sacramento de la Comunión. La Asamblea es
sin duda la reunión de los creyentes y que
siempre acudían al templo a presentar sus ofrendas, aquí el signo de la
Fe es la calve para lograr esta armonía que describe el Salmo 22.
Pablo
en su Carta a los Romanos, nos presenta desde su perspectiva la
independencia de la Fe frente a la Ley Mosaica y como la Fe sublima las
enseñanzas evangélicas para convertirlas en su alimento permanente como
queriendo significar con ello que la Fe
plenifica y sublima hasta la última “coma”
de la Ley pero es el Amor y Cristo el fundamento de su poder y concreción en el
bautizado. Lo anterior nos plantea un
paralelo entre la Fe que recibió Abraham
y la Fe del cristiano. Entre las esperanzas de este Patriarca y las
nuestras. Es ante toda consideración una re-interpretación de la opción
salvífica en Cristo y no en la Ley por sublimada que esta se encuentre. Hoy
como antes la necesidad de trascender en las concepciones de nuestra Fe es
vital para crecer como auténticos “hijos
por la Fe” Gracias a la Fe, Dios
en la Trinidad Santísima, muestra su poder derrotando al pecado y a la muerte y de
paso revela en su Hijo resucitado la suerte o el destino de los bautizados.
Pablo
nos involucra en un ejercicio de prioridades espirituales y ubica toda nuestra
experiencia de Fe en Cristo y su triunfo sobre la muerte como quiera que es uno
de los temas favoritos del Apóstol. Pablo no rechaza las obras como suponen
muchos cristianos, Pablo privilegia la institucionalidad de la mentalidad del
Evangelio sobre el poder de la Fe en Cristo. Nuestra justicia solo puede llegar
por nuestra participación en la vida del resucitado. Tampoco podemos separar el
fenómeno de su Muerte al de su Resurrección ya que ambos eventos son
definitivos en el paso espiritual de los bautizados. Abogamos por una Fe justa y eso implica obras para testimoniarla.
Marcos
recrea
muy brevemente los fundamentos de las enseñanzas de Cristo sobre su Muerte y
Resurrección y desde luego de las contradicciones que su Palabra generara en medio de las autoridades religiosas de
Israel cuya cosmovisión difiere de la mentalidad de su Evangelio. El anuncio de su Pasión es consecuente con el
cumplimiento de su mensaje y avisa a sus discípulos que la connotación
sacrificial de su ministerio público es una realidad…
El seguimiento de Cristo
se traduce en una fuerte experiencia de vida espiritual, que lleva al bautizado
a ser radical en su vivencia, así lo
comprendemos teniendo como precedente el versículo 35 y el 36. Solo una
mentalidad renovada por la presencia de la Gracia puede comprender tales
afirmaciones y exigencias. La renuncia al mundo solo es comprensible desde las
relaciones de pecado y esclavitud que este desata sobre sus adeptos. El pecado
se convierte en lastre que imposibilita aflorar las cualidades y valores del
creyente cuando este no se esfuerza por ser mejor. La radicalidad será pues
fruto del convencimiento y configuración a la luz del Señor y su Evangelio cuya
norma es la absoluta libertad que el amor entrega al cristiano. La Cruz es el
nexo espiritual que transforma realidades en la vida del bautizado, tratar de
conservar la vida como expresión de autonomía material y sensitiva no tiene
objeto ante una promesa trascendente y por ende de ribetes escatológicos.
Seguir
a Cristo implica ser criatura nueva y la antigua mentalidad debe dejar su lugar
a la mentalidad renovada por la Gracia. Qué mejor testimonio que creerle a
Cristo, qué mejor testimonio que vivir para Dios y su Palabra…
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