CICLO
DE SIMBOLOGÍAS DEL ANTIGUO TESTAMENTO.
NOMINALES DEL
MESIANISMO.
INTRODUCCIÓN.
La tradición judía es
bastante antigua como su presencia en las Escrituras reveladas, el Mesías era concebido bajo un proceso
histórico concreto que evolucionó hasta materializarse dialécticamente en la
venida del Señor. La pedagogía divina se inserta en la mentalidad de aquellas
épocas anteriores a su Encarnación tomando del medio cultural y cosmovisión los
elementos necesarios para construir su dialéctica. No se trataba de una irrupción arbitraria en la historia de la
humanidad sino en todo un plan de revelación salvífico hasta donde llegó la
historia que desde nuestra perspectiva inicia con el llamamiento de Abraham de
la ciudad de Ur en territorio caldeo. También cuenta en este proceso
pedagógico las experiencias del pueblo en el desierto que a diferencia de los
asirios y babilónicos que al ser derrotados cargaban a sus ídolos y escapaban,
es distinto con Israel, porque es Dios quien se hace su Dios y los saca de
Egipto y guía durante décadas por el desierto y sale a la batalla con ellos. Es Dios el que escoge y no el escogido. En
esta perspectiva surge por su Misericordia la necesidad de un Redentor y que
este su diera a conocer en la tradición y en las necesidades de esta sociedad cuyo Ethos monoteísta fue determinante. Durante
su recorrido histórico este pueblo configuró un modelo de revelación que afirmó su conciencia sobre
la trascendencia y lo que tal manifestación lograba en ellos… Dios es el Dios
vivo y por lo tanto afecta positivamente las relaciones entre el pueblo y con
Él llevándolas a un plano personal como colectivo y su máxima expresión como lo
es su liturgia. Estamos afirmando la contundente formación de nexos históricos
como revelativos.
ARGUMENTO
ENCRIPTADO.
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Los Rabinos consideraban
que la palabra aramea Nehora, ‘luz,’ era uno de los nombres secretos
del Mesías, porque leemos en la parte aramea del libro de Daniel que, “El conoce lo que está en
tinieblas, y con Él mora la luz” (capitulo
2 versículo 22). Además, con el apoyo de las profecías de (Isaías capítulo 42 versículo 6 y capitulo
60 versículo 1–3), el Mesías
es visto como la “luz de los
gentiles.” ¿No anunció Jesús que Él mismo era la “luz del mundo,” y que “el
que me sigue no andará en tinieblas”? El Midrash entiende las palabras de
Daniel capítulo 2 en sentido
Mesiánico: “Y con él mora Nehora.”
Este es el Mesías Rey, pues
escrito está: “Levántate, resplandece;
porque ha venido tu luz” (Isaías
capítulo 60 versículo 1).
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La Luz es la apreciación temprana del acontecimiento trascendente e
histórico a la vez. Desde luego es producto de la capacidad asociativa judía
que incluso los cristianos no siempre podemos percibir con absoluta claridad. Esta
tesis la defiende el Apóstol Pablo y
nos da constancia de lo aquí afirmado: “había
estado oculto desde los siglos y edades” (Colosenses capítulo 1 versículo 26). Los secretos cuya referencia
son expresiones directas de Fe son parte de la madurez y la habilidad espiritual para descubrirlos o leerlos en la
historia de la revelación. La interpretación judía sobre el advenimiento
mesiánico es la base de nuestras interpretaciones mesiánicas y cristológicas,
miremos como ejemplo el Texto llamado “Proto-evangelio”.
“Enemistad
pondré entre ti y la mujer, y entre tu linaje y su linaje: él te pisará la
cabeza mientras acechas tú su calcañar” (Génesis
capítulo 3 versículo 15).
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El ser humano empezó a
esconderse de Dios al reconocer su propia desnudes, es decir, cuando la
autosuficiencia le hizo creer que la existencia dependía de sí mismo y no de la
Bondad del Dios vivo. Esa enemistad se traslada a la creación y se convierte en
estructura de pecado conocida por todos. La conciencia sobre la “caída” fue superada y nos corresponde
a nosotros “rehabilitar la obra de Dios”
porque de lo contrario el pecado y su destrucción continuaran
manifestándose con fuerza en medio de la humanidad y sus relaciones mutuas y
también con la creación. Al respecto nos ilustra bastante bien el profeta
Daniel, miremos:
“Poner
fin al pecado, y expiar la iniquidad, para traer la justicia perdurable.” (Daniel capítulo 9 versículo 24).
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Solo la justicia y la Fe
verdaderas podrán aplastar literalmente el pecado y sus personificaciones sin
importar el recurso natural o sobrenatural que este emplee contra la humanidad.
Solo la paz aplasta el pecado y sus incidencias en el colectivo de Israel y
posteriormente de toda la humanidad. La
Paz como atributo mesiánico llegará plenamente con la Resurrección del Señor tal y como lo afirma el evangelio Joanico,
recordemos que uno de los signos de su Triunfo es precisamente la paz que
comparte con sus discípulos y en ellos con la Madre Iglesia. De este modo la serpiente
cuya cabeza aplasta la mujer es signo del triunfo de Cristo por liberar a la
humanidad y dignificar la creación abatida por nuestro pecado estructural y
antes original. La Paz no solo es un
estado temporal en el ser humano sino que con el peso de la Gracia y su
incidencia se convertirá en la forma de ser y existir entendiendo que si ella está presente en el ser redimido,
entonces no habrá lugar a formas de vida destructivas para la humanidad. La Paz como atributo mesiánico nos indaga
sobre la forma como estamos viviendo y edificando relaciones entre nosotros. No
es un simple consejo que se nos da es la posibilidad de llevar una existencia
tanto estética como en perfecta armonía
o Ataraxia. No es una Paz
idílica como era esperada por los israelitas pre y post-exilicos sino la
contundente manifestación del Orden de Dios
en la vida del creyente. Es un atributo expuesto por Isaías que une intencionalmente con
otras cualidades para hacer posible la estructuración de una mentalidad
concreta sobre el impacto real del Mesías en la vida de Israel.
Porque un niño nos es nacido, hijo nos
es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable,
Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe
de Paz.
Lo dilatado de
su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su
reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y
para siempre. El celo de Yahveh de los ejércitos hará esto (Isaías capítulo 9 versículos 6-7).
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Princeps Pacis
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príncipe de Paz
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Princeps Pacis
o príncipe de Paz es una visión de
la futura escatología que reclama un estado de cosas y situaciones totalmente
distintas en la concepción del creyente. La Paz anunciada no está en manos o
siquiera posibilidad de ser lograda por las estructuras sociales humanas ya que
su imperfección genera una violencia tal que doblegan miles de personas en
leyes y decretos injustos. Este reinado de la Paz es fruto de la absoluta configuración con el Dios creador y guía
de su pueblo, así lo comparte con nosotros Isaías
(capitulo 9 versículo 6). No es un estado idílico como en los
relatos del Paraíso sino la puesta en práctica de una perfecta teonomia en la
vida del bautizado, es decir, Dios delante de su vida y asuntos. Los anhelos israelitas
son constantes sobre la Paz ya que se convirtió en su época en un requisito vital para prosperar, podemos
afirmar que las cosas no han cambiado mucho en el presente pero el encuentro vital
de su propia experiencia de Fe sí. Isaías está pensando en un cuadro
distinto ya que reclama la vivencia interior de una Paz de índole universal y fraterna.
EL RENUEVO DE ISRAEL.
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Saldrá un
vástago del tronco de Jesé, y un retoño de sus raíces brotará. Reposará sobre
él el espíritu de Yahveh: espíritu de sabiduría e inteligencia, espíritu de
consejo y fortaleza, espíritu de ciencia y temor de Yahveh. Y le inspirará en
el temor de Yahveh. No juzgará por
las apariencias, ni sentenciará de oídas. Juzgará con justicia a los débiles, y sentenciará con rectitud a
los pobres de la tierra. Herirá al hombre cruel con la vara de su boca, con
el soplo de sus labios matará al malvado. Justicia será el ceñidor de su cintura, verdad el cinturón de sus
flancos. Serán vecinos el lobo y el cordero, y el leopardo se echará con el
cabrito, el novillo y el cachorro pacerán juntos, y un niño pequeño los
conducirá. La vaca y la osa pacerán, juntas acostarán sus crías, el león, como
los bueyes, comerá paja. Hurgará el niño de pecho en el agujero del áspid, y
en la hura de la víbora el recién destetado meterá la mano. Nadie hará daño,
nadie hará mal en todo mi santo Monte, porque la tierra estará llena de
conocimiento de Yahveh, como cubren las aguas el mar. Aquel día la raíz de Jesé que estará enhiesta para
estandarte de pueblos, las gentes la buscarán, y su morada será gloriosa (Isaías capítulo 11 versículos 1 y ss).
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Las expectativas del
pueblo son conjugadas bajo el signo de la Misericordia de Dios y tales acciones
son el culmen de la renovación tanto de la esperanza en el Señor como en la
reflexión tardía del pueblo sobre los acontecimientos que los sujetaron a
potencias extranjeras y minaron su relación al mismo interior de su cosmovisión
religiosa. El Renuevo es el síntesis
la posibilidad de ser otro pueblo y corresponder al Amor de Dios en la figura
antropizada de su Mesías. Los signos
conocidos de conflicto y hostilidad ya no los eran más en medio de Israel y las
criaturas retornaran a su antiguo condición (Preternatural) como corresponde a
los redimidos por las acciones salvíficas del Mesías. Es pues la figura del Espíritu profético que le configura
en orden a su futura obra de salvación. Este mismo Espíritu lo emparenta con
sus antepasados (Moisés y antes Abraham,
Isaac y Jacob).
Es un mensaje en sí de la
materialización dialéctica de la concepción Universalista de Isaías que abre las puertas de par en
par para todas las naciones. El Temor de
Yahveh con el paso de los siglos se convirtió para nosotros y nuestra experiencia
de Fe en los dones del Espíritu Santo que llegan a nuestras vidas. Son una serie de dones clave en la
explicitación de una auténtica religión interior y fundamentada en el Dios
tanto Creador, como Redentor y Santificador. La praxis de los judíos sobre el Renuevo será determinante en la
edificación de una muy amplia concepción de esperanza en la intervención de
Dios para transformar lo que ha sido la vida de esta Nación. Este Renuevo tiene por decirlo así, el
encargo de remediar la desobediencia humana que rompió el orden de la
existencia y alteró la condición de la creación. Es pues todo lo contrario a la
decadencia que sume en la postración al ser humano que la padece, es el retorno
de toda la vitalidad de nuestra Fe en la Bondad de Dios. Isaías nos habla de esta “ERA MESIÁNICA” que como decíamos antes traerá una definitiva Alianza de Paz. Tal movimiento será clave en la re-estructuración de la sociedad judía y la productividad de la tierra simboliza
esta nueva Alianza. Es pues una relación renovada y en auténtica Paz tanto
entre nosotros, como con la misma naturaleza. Miremos el señalamiento del
profeta Oseas.
Haré en su favor
un pacto el día aquel con la bestia del campo, con el ave del cielo, con
el reptil del suelo; arco, espada y guerra los quebraré lejos de esta tierra,
y haré que ellos reposen en seguro (Oseas
capítulo 2 versículo 20).
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Esta reflexión se hace
presente por vez primera en el Génesis y
toma fuerza bajo la noción de la Restauración
definitiva de Israel y su extensión cósmica a toda la vida y relaciones
trabadas en el escenario del ser humano y su entorno somático, es decir, de una mejor comprensión de la
coexistencia. Esta Alianza anunciada por
Oseas se dará como un paso necesario para la consolidación tanto del Renuevo
como de la Paz. Es una Restauración en
la Santidad y Gracia del Mesías. El
signo clave es la presencia de Dios una vez más en medio de su pueblo y ahora
de su creación, bajo las condiciones de la Redención tal y como operó en Cristo
el Hijo de Dios.
PRINCIPE-MESÍAS.
INDOLE POLITICO.
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Entiende y
comprende:
Desde el instante en que salió la orden de volver a construir Jerusalén,
hasta un Príncipe Mesías, siete
semanas y sesenta y dos semanas, plaza y foso serán reconstruidos, pero en la
angustia de los tiempos (Daniel capítulo
9 versículo 25).
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Daniel en su estilo profético emplea un título
que es de interés aunque no muy generalizado, me refiero a la connotación de
la profecía de un Príncipe Mesías que se manifestará en un escenario político y
social totalmente inestable como sucedía en su época y en anteriores, a su
aparición en la escena profética de Israel, las escenas que este creyente
describe tienen su origen en la Babilonia de
Nabucodonosor y su hijo Baltasar. Es un panorama de amplia
confrontación que exige total fidelidad del judío al Dios revelado. En un
medio tan polarizado, el Mesías Príncipe,
esta alusión no goza de mucha aceptación
entre los PP. De la Iglesia más
antiguos ya que se puede interpretar como alusión al final de los tiempos o como
expresión de la Fe en la restauración por parte de Dios. Tal opinión parte del
hecho de que el Texto aquí citado tiene lugar en el periodo de la
reconstrucción bajo el dominio Persa. Un
príncipe es heredero de un reino y como tal inicia en su momento su gobierno
con toda la autoridad conferida a un rey. La idolatría es tenida aquí
como la herencia del conjunto de infidelidades del pueblo. Daniel está empleando
el lenguaje encriptado de los
rabinos y para conocerlo debe ser la persona judía conocedora de la tradición
y la acción profética de Israel.
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Números capítulo 24 versículo 17. PRE-EXILICO.
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Lo
veo, aunque no para ahora, lo diviso, pero no de cerca: de Jacob avanza una estrella, un cetro surge de Israel. Aplasta las sienes de Moab, el cráneo
de todos los hijos de Set.
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En su contexto tribal es
importante ver la claridad de las figuras empleadas en este relato de índole profético,
son imágenes que asociamos sin dificultad alguna al estudio de las manifestaciones
mesiánicas en Israel. Tales manifestaciones poseen una especie de cronología montada
sobre los acontecimientos más relevantes de su historia. El conflicto con otras naciones o tribus es el detonador de la necesidad
de un modelo de esperanza que supere esta condición de conflicto permanente por
la supremacía y posesión de la tierra prometida.
Por esta última tesis es entendible
el por qué el pueblo esperaba un Mesías
de poder y soberanía y como el conflicto les quitaba gran parte de su tiempo,
vidas y recursos a la sociedad judía. Es conveniente un Mesias-principe que priorice la supremacía y bienestar de este
pueblo. Es un escenario cananeo donde se desata el conflicto tribal. Sobre su simbología
diremos muy brevemente que la figura de una estrella es relacionada con
alguna deidad o dios del antiguo Oriente… Pero luego con el correr del tiempo pasó a
constituir el lenguaje simbólico para designar a un rey divinizado como ocurría
en los países vecinos de Israel. El término “cetro” en la traducción griega apunta a la figura de un hombre con características de
liderazgo para Israel lo que se transformará en potencia de un liberador de índole
mesiánico. No olvidar que todas estas figuras de autoridad eran usualmente
relacionadas en el futuro inmediato con el rey David.
Continuaremos
en la segunda parte…
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