GUILLERMO DE
OCKHAM. Parte Tres, ciclo de
pensadores ingleses.
INTRODUCCIÓN.
Guillermo
de Ockham (Siglo XIII)
puede ser considerado como el último filósofo medieval o el primero que
anticipa ideas renacentistas. Su filosofía se encuentra marcada por el fin de
una época, por el hundimiento y la crisis de toda una visión del mundo (
medieval) y el palpitar de una nueva forma de pensamiento que comienza a nacer,
caracterizada por un dato esencial que implica una ruptura radical con todo lo
anterior: el teocentrismo medieval será
sustituido por el antropocentrismo renacentista. Es este el escenario
de ideas en el que Guillermo
desenvuelve su pensamiento y según el enunciado anterior ser considerado vivaz
en un periodo de transición histórico. Igual
que los maestros anteriores aquí tratados era religioso franciscano (Escuela
Agustiniana). La Omnipotencia Divina y
la separación entre la Fe y la Razón fueron las ideas centrales de su reflexión
teológica. No podemos dejar fuera de su círculo inmediato de acción el
problema del Nominalismo que
arrebató gran parte de su academia. Afirmar que los universales existen de un modo separado, a la manera de las Ideas
platónicas, o como el Ejemplarismo neoplatónico de San Agustín. Para ambas teorías, la esencia o Idea de cada cosa
existe de un modo separado a la realidad material, y es el fundamento último de
la misma (Idealismo. Realismo exagerado)… Afirmar que los universales no
existen al margen de las cosas, sino dentro de cada una de ellas. Es la forma
aristotélica, que será adoptada también por Santo Tomás. (Realismo moderado) como observamos su pensamiento se
movió también en la esfera del tomismo como era de esperarse, pero creo,
relacionó ambos aspectos de la teoria del conocimiento Nominalista donde
involucra el moderado propio de Agustín
de Hipona (1).
Guillermo
aborda la realidad desde esta perspectiva capaz de identificar al ser en su
esencia metafísica la misma que define concretamente bajo el signo apreciativo
de un Nominalismo. Su concepción ejemplarista sede terreno a la Nominalista del tomismo. La
búsqueda de la percepción de la realidad en el individuo genera la conciencia
de su ser metafísico, es decir, que trasciende la sola idea de la
existencia material y espiritual para ubicarse en el plano de la realidad
concreta que procede de la mente de Dios. Aplicando
la navaja de Ockham, parece que nos quedaríamos con la opción aristotélica. Sin
embargo, Ockham es capaz de encontrar una teoría aún más simple: el universal
no existe ni separado de la realidad, ni dentro de la misma. Es en
alguna proporción escéptico frente a la percepción de los universales lo que le
permite concluir que esta fenomenología no es probable porque simplemente no
existe. Solo existe según su doctrina lo
real y lo concreto, así es imposible dialécticamente hablar de la intuición
como percepción de la realidad. Aquí
encontramos la base y esencia de su metafísica al parecer según lo anterior es una metafísica particular (2). Donde la
realidad se determina por la percepción
de los cuerpos y objetos sometidos a la razón y su criterio, es aquí donde el maestro ingles se aproxima
en potencia a las ideas del futuro Renacimiento. En su teoria del conocimiento lo
intelectivo asume lo percibido por los sentidos. Como nos podemos dar cuenta estamos ante las bases el futuro Empirismo (400
años antes encontramos en Guillermo
las bases y ejes relacionales de la filosofía moderna de David Hume, otro pensador ingles). Su empirismo como lo propuesto
por el franciscano (Guillermo)
insiste en la necesaria investigación de las ideas. Para continuar diremos lo
que leemos en el ambiente de la presente reflexión, y es precisamente que este autor
crítica todo intento metafísico anterior a él cosa que acontece con la
agustiniana y la tomista, aquí se produce el cambio de época y concepción en
teoria del conocimiento alguna (3).
SU PENSAMIENTO.
El Maestro Ockham es ante toda consideración un
hombre de una profunda espiritualidad que como muchos autores de toda época
encuentran en la “teología Brillante”
sus reflexiones una manera valedera de expresar su Fe y vivirla, aunque
persista la tentación de creer que solo es un esfuerzo académico sin espíritu y
unción la verdad nos dice lo contrario, es un intento por interiorizar y hacer
cognoscible lo que por Fe creemos y Amor vivimos. Ockham
como cristiano consagrado centra sus primeros esfuerzos en exaltar al Dios
Todopoderoso que se revela de esta forma, parte como buen bautizado del Credo y
expresa con toda la fuerza de su contenido CREO
EN DIOS PADRE TODOPODEROSO, su gran
aporte cuestiona abiertamente la postura tomista y también la neo-platónica que
limita por distinción de las formas y
las esencias el poder creador de Dios. Es tanto el reconocimiento de la
libertad de Dios que sostiene que desde luego lo único que Dios no puede crear
es lo contradictorio porque en Dios no hay posibilidad alguna de contradicción
o contaminación alguna.
Así de un dogma puramente
teológico (omnipotencia divina) se derivará una consecuencia en principio
inesperada, pero tremendamente moderna: la negación de las esencias, que es
precisamente el nervio central del nominalismo. En cada criatura manifiesta Dios su poder de creación y la diversidad
la entiende Ockham como una manifestación del poder creador de Dios, que no
puede verse constreñido por ningún tipo de Idea que exista separada de la
realidad, o por esencias o formas que están dentro de cada individuo (4). La
creación es una muestra del capricho de Dios, de su acto de creación y
originalidad extremas. Dios se recrea en cada criatura, siendo capaz de dar la
existencia a una cantidad enorme de seres absolutamente diferentes,
particulares, exclusivos. Cada realidad existente es única e irrepetible, lo
que sería un signo, a juicio de Ockham,
de la omnipotencia divina. Las consecuencias no sólo serán importantes para su
metafísica, sino que, como veremos al final, se dejarán sentir también en su
ética. La creación para este autor es la clave de la interpretación de lo que a
su juicio revela el Poder pero sobre todo la sabiduría de Dios que conserva en
las leyes naturales tanto la vida como la potencia de estas y las formas que
aún no conocemos o que aparecerán a partir de las existentes. Parece
conveniente citar los tipos de leyes que en su transversalidad tocan el trabajo
de Guillermo:
·
Leyes naturales
·
Leyes de la ética
·
Leyes de la moral
·
Leyes civiles
·
Leyes de la Ley de Dios
·
Leyes de la configuración tacita y activa
del Ethos.
·
Leyes de la filosofía y la Teología.
Son
algunos de los principios que este autor aplica junto con los teólogos
reflexionados en este espacio y que bajo la idea de la creación como el
escenario donde Dios muestra su Omnipotencia nos permite asumir que la
limitación corresponde a la dialéctica y el discurso teórico-especulativo más
no en relación con la acción de Dios y su presencia en la perfección de lo
creado incluyendo sus leyes. Todo es
único en la mente de Dios no existe la posibilidad Platónica de los Moldes y
sus Ideas, como tampoco la pre-existencia de la materia y un componente
intelectivo anterior a la creación que no sea la mente de Dios. No hay
esencias anteriores y existentes de forma individual todo por decirlo así es un
reflejo de cuanto existe en términos y categorías tanto cognoscibles como
dialécticas, es la metafísica del ser y su evolución como citábamos arriba. A
manera de ADN cada individuo posee
todo cuanto es y necesita ser en términos biológicos y fisiológicos. Es pues un
principio de evolución en su pensamiento que antes que ser expuesto por el
Aquitense fue doctrinalmente intuido por el Doctor de Hipona en su concepción
de la evolución y perfección de la vida En efecto, hay que citar las posibles
fuentes. Sin embargo, San Agustín sin
ser evolucionista tampoco fue fijista. De lo que se deduce de sus escritos
en este tema fue original, exponiendo su pensamiento totalmente personal
admitiendo la ontogénesis (cambios evolutivos
de los individuos y organismos) pero no una filogénesis (evolución
de las especies) de los seres vivos (5).
En
síntesis sostiene que Dios creó los animales en una especie de estado embrional
o incipiente. Esto admite la posibilidad de alguna forma potencial para su
desarrollo posterior, en resumen, las rationes seminales, expresión suya, las cuales, dadas las
condiciones favorables, hubiesen posibilitado el desarrollo de organismos
adultos.
Pero, las rationes seminales no habrían formado el organismo completo, ni tampoco mediante fases que pasarían a través de estadios de especies inferiores, sino a través de las formas embrionales del desarrollo individual.
Pero, las rationes seminales no habrían formado el organismo completo, ni tampoco mediante fases que pasarían a través de estadios de especies inferiores, sino a través de las formas embrionales del desarrollo individual.
La herencia sobrevive a pesar de la
confrontación teórica y dialéctica que con el paso de los siglos nos muestra la
creación, hoy en este siglo del Dogma de la naturaleza para indicar con
ello no solo la sacralidad sino el origen de la misma, que bajo los conceptos
de sus leyes y evolución ilustran para nosotros la concepción de un Dios
amoroso que deja en las especies una huella de su amor creador o Vestigia,
siendo la persona humana la misma por excelencia. Es fácil para nosotros hablar hoy de la construcción tanto teórica como
fenomenológica de un dogma de la
naturaleza si tenemos presente que la vida y sus procesos son por extensión
signo inequívoco de la sabiduría de Dios y por ende de su Estética creadora. Es
muy posible que relacionemos la creación con la mente de Dios que no solo
ordena sino que contiene los universales (opinión personal) y por ende la
explicitación de la vida en todas sus formas y complejidades, dicho de otra
forma la vida se recrea por Voluntad de Dios y se materializa su deseo creador sin límite
alguno en las perfecciones de las formas de vida. La Información del Creador en su obra no acontece como “una mano
sostiene una cosa” sino como la configuración de los compuestos y elementos
propios de su naturaleza, los mismos que le permiten a la vida ser de forma
individual, recordemos que en Ockham
no existe limitación alguna para el proceso de la Voluntad creadora de Dios. No hay barreras de esencias y sustancias
que delimiten la creación y sus formas vivas como inertes. Para Ockham es prioritario el “conocimiento
intuitivo” o de experiencia. El tomismo consideró que el objeto propio del
entendimiento humano era la esencia (común y universal) de las cosas sensibles,
pero para este pensador si sólo existe lo singular, éste ha de ser el objeto
del entendimiento. Lo individual sólo puede ser conocido por la experiencia o
conocimiento intuitivo, conocimiento directo e inmediato de lo singular que
permite conocer si la cosa existe o no. Es
sin duda la Intuición empirista la que nos enseña en su manera de conocer la
realidad y su interpretación (6).
Como en Escoto encontramos rastros de
Voluntarianismo, es decir, que todo depende de Dios aún más que de su
intelecto aceptando
de esta forma radical la Omnipotencia de Dios sobre cuanto existe y desde luego
el ser humano aquí ubicado. Principio de
economía. Llamado también navaja de
Ockham consiste en eliminar todo
aquello que no fuera evidente en la intuición (experiencia) o absolutamente
necesario para la explicación de la realidad. Metodológicamente no debemos
multiplicar las entidades para explicar los acontecimientos tal como lo había
hecho la escolástica anterior. Que interesante su método denominado “Navaja
de Ockham” gracias a su postura la realidad es como se percibe y no
determinamos la existencia de los seres por puro capricho o reflexión que no se
contienen desde la demostración de su existencia.
La salvación como acontecimiento de
Dios en relación con el ser humano no implica para nosotros la existencia
parcial o segmentada de eventos que la originan sino toda ella brota indefectiblemente
del Amor de Dios que es la materialización de su Voluntad absoluta de
salvarnos. La Navaja es un principio cierto y
dialécticamente hablando determinado por la razón y la concepción humana que
comprende cuanto vive y le rodea, es una tesis de conocimiento sobre la
existencia y cuanto la compone sin ir más allá a su determinismo y necesarianismo, es decir, nada es necesario por
sobre la Voluntad de Dios y mucho menos nada creado es indispensable por sobre
su Voluntad salvífica.
Mantuvo
una nueva relación entre la razón y la fe, al reducir notablemente los límites
de la razón humana. Sólo se conoce aquello que puede ser experimentado o
intuido. Por tanto, Dios y todo lo que se refiere a la salvación eterna del ser
humano son inaccesibles a la razón. Los ámbitos de la razón y la fe quedan
totalmente separados. Pretende depurar la fe de toda adherencia filosófica. Ockham intenta establecer una neta
separación entre la Iglesia y el Estado. Sólo reconoce un poder moderador del
Papa en el terreno exclusivamente espiritual, y defiende una concepción laica de la sociedad. Ockham busca separar lo espiritual de
lo temporal, del mismo modo que separa la fe de la filosofía, con una intención
clara: garantizar la espiritualidad de la comunidad cristiana. El Estado
ejerce dominio en la sociedad y la determina, de esta forma los valores
eminentemente sociales son fruto de su poder en la vida de los ciudadanos, debe
ser civil puesto que la administración eclesial es distinta aunque exista la
posibilidad de algunos paralelismos. La existencia de una ética vinculada a
principios racionales; para él, todos los preceptos morales dependen de la
pura voluntad divina: un acto es malo simplemente porque Dios lo prohíbe, y
bueno porque lo prescribe. Su crítica contempla la refutación sucesiva del
realismo extremo y moderado, del formalismo escotista y del conceptualismo de Tomás de Aquino. Tal como la presenta Ockham, en la teoría del Doctor Subtilis (Duns Scoto) hay una naturaleza que es realmente idéntica con la diferencia individuante; pero distinta
formalmente de ella. Esta naturaleza en sí misma no es ni universal singular ni,
sino commnunis. En
las cosas es incompletamente universal, y sólo en el entendimiento es universal
e inmanente a él. De modo que esta naturaleza resulta algo intermedio, ni es
universal ni es individual; se individualiza mediante la adhesión de un
principio de diferenciación o contracción, y se universaliza en el alma
mediante la acción del intelecto. Y así como debe al individuo su existencia,
debe asimismo, a la acción del intelecto su pleno ser como universal: en cuanto
pensada deviene universal y en cuanto realizada, individual… Ockham
objeta la lógica de esta teoría y trata de mostrar que la naturaleza
escotista fracasa en su esfuerzo por superar el realismo exagerado por la vía
de las distinciones formales. En efecto, ya que la distinctio formalis no es ni real ni de razón, aparece como
un subterfugio metafísico del principio de no-contradicción.
La naturaleza y la diferencia
individuante son en el escotismo una misma res aunque sean formalitates distintas:
si la naturaleza y la diferencia contractante no son lo mismo, entonces algo
puede afirmarse verdaderamente de una y negarse de la otra; pero sí en cambio,
son la misma cosa en lo real, no puede con verdad afirmarse algo de una y
negarse de la otra. Por tanto no son la misma cosa. La menor es evidente porque
si se diese lo contrario se destruiría toda vía para probar cualquier
distinción real porque la contradicción es la vía más poderosa (vía potissima) para probar la
distinción entre realidades (7). El realismo tanto moderado de Tomás de Aquino
como el exagerado de Duns Escoto. Es posible coincidir con
este autor en cuanto a la naturaleza de la que aceptamos su Singularidad que compete más bien a su
expresión como a su esencia, la misma que distingue la racionalidad de las
funciones instintivas de las especies. La
no-contradicción es conocida como un principio aristotélico, el cual aplica
al pensamiento y ubica las ideas desde la percepción que sobre estas se genera
en la esencia de los seres,
particularmente de la existencia racional del ser humano. Sobre el realismo los
escolásticos coincidieron fundamentalmente mientras que los PP. De la Iglesia
apuntaron a la expresión Nominalista y
por ende a los Universales (Agustín de
Hipona). Las funciones de los individuales rezan desde luego en Ockham a la naturaleza que se manifiesta toda ella en
absoluta dependencia de su Creador, la racionalidad es tan solo consecuencia
del grado de información de Dios a la vida del ser humano, ni más ni menos. La Conciencia aquí no solo corresponde al
análisis crítico de la realidad, el Acto Humano, sino también a la percepción
de la propia racionalidad tan única como la Voluntad de Dios que nos llamó de
no ser para que seamos en su Reino. Su Realismo de corte Moderado supone
que la misma singularidad de una cosa en cuanto Universal no puede ser predicada
para muchos. Esto último me recuerda que
las características de un ser aunque estén presentes en otro no supone
identidad sobre la misma expresión de sus dones o atributos pues existe la
posibilidad de expresiones tan propias como la manera como empleamos la
inteligencia aunque todos la poseamos. Lejos de asumir una relación directa
entre el orden ontológico y el conceptual, Ockham
exploró sistemáticamente sus diferencias e independencia. No admite la
posibilidad de que una misma forma se reproduzca en individuos materialmente
distintos: dos hombres no pueden ser idénticos en nada y por tanto son
completamente distintos el uno del otro. Sin embargo, en algo coinciden: ambos
son hombres. Ockham reconoce como
único fundamento real de la predicación de conceptos universales, la semejanza
entre las cosas, tema este central que admite sin cuestionamientos. La unidad
del concepto depende de la semejanza: cuando por primera vez se instituyó la
voz homo, al ver a un
hombre particular, se significó aquel hombre, y cualquier otra sustancia
semejante (qualis est iste homo). Y por tanto no se pensó
en ninguna naturaleza común, que no existe. Aquí encontramos la ratificación de
la naturaleza singular propia del ser humano aunque de existencias distintas
estamos relacionados como especie y dotados de las mismas posibilidades. Esto fue visto y asimilado por Guillermo
siglos antes de las definiciones modernas sobre persona humana (8).
La
concepción de la notitia intuitiva tal como
la entienden los filósofos del siglo XIV, constituye un modo de acceso a la
realidad de cuño agustiniano que subsiste en la escuela franciscana, a pesar
del progresivo avance de la concepción aristotélica de la abstracción. Tanto la
intuición como la abstracción son modos posibles de conocer:
nuestro entendimiento en el presente
estado puede tener dos conocimientos incomplejos, distintos en especie respecto
del mismo objeto y bajo la misma razón: uno intuitivo y el otro abstractivo.
A diferencia de la notitia
abstractiva que conlleva un conocimiento mediato, producido por
el entendimiento agente y sus especies, la notitia
intuitiva representa un contacto inmediato con la realidad. Si bien Ockham
no ha sido el primero en reconocer la distinción entre estos dos órdenes de
conocimiento: el intuitivo y el abstractivo fue él quien precisó el concepto de
intuición poniendo de relieve pretendidas ventajas particularmente su inmediatez frente a una limitada teoría de la abstracción
que asume, en su sistema, un carácter totalmente secundario. El conocimiento intelectual intuitivo,
indica, es aquel que nos permite conocer con evidencia una verdad contingente,
referida al presente. En cuanta aprehensión inmediata de lo existente
individual, tiene en el objeto su causa y su garantía; y a su vez, precede todo
otro conocimiento del cual es raíz y principio (8.1). El maestro franciscano precisa los
momentos dialecticos por los cuales la verdad que no necesita más reflexión que
la sola contemplación de sus enunciados llega sin discusión al intelecto,
ejemplo de esta afirmación podría ser: El
amor es el móvil ultimo y sublime de las acciones del ser humano, esta postura
es radicalmente cierta para el creyente.
Utilizando
el mismo ejemplo del Inceptor, podemos ver
a Sócrates y diversos objetos blancos; de cada uno de esos objetos y de
Sócrates formamos conceptos que son los signos naturales de los objetos que
significan y que Ockham
denomina incomplexa. Se pueden unir lo incomplexa mediante la cópula “es”, constituyendo una proposición: “Sócrates es blanco”. Finalmente, de
este complexum así constituido podemos tener un doble
conocimiento…Así como es naturalmente imposible que un ciego de nacimiento
pueda adquirir conocimiento de los colores, del mismo modo ningún hombre puede
conocer abstractivamente un objeto sin haber tenido una intuición antecedente
Pero la intuición se distingue del juicio existencial: mientras el objeto de la
intuición intelectiva es un incomplejo
aprehensión o concepto simple , el objeto del juicio es un complejo, una
proposición. La aprehensión de lo
simple, la aprehensión de lo complejo y el juicio son los tres actos
constitutivos del conocimiento de los cuales, los más elementales están
presupuestos en los superiores que no podrían existir sin ellos Se podría
hablar de una teoría del
conocimiento modular estableciendo posibles nexos con la teoría
contemporánea.
La
reflexión, en cambio, suele ser posterior a este primer conocimiento directo;
pero también nos dice Ockham podrían ser actos simultáneos
Veamos el ejemplo que nos propone: el acto de amar a Sócrates presupone el
conocimiento simple de Sócrates;
pero también estos tres actos: a) conocer a Sócrates, b) amar a Sócrates y c) saber que se ama a Sócrates podrían ser simultáneos. Dos de
ellos existirían simultáneamente en el intelecto (a y c), y uno en la voluntad (b)
constituyendo un doble ejemplo de coexistencia en la misma facultad de dos
actos distintos; y a su vez, de simultaneidad de dos actos procedentes de
facultades distintas De toda esta línea argumentativa se desprenden algunas
conclusiones. Quizá la más importante de
las que enuncia radica en señalar que ningún acto de la parte sensitiva es
causa inmediata próxima y total, del acto judicativo del intelecto En apoyo
de esta afirmación Ockham sólo
ofrece un argumento persuasivo: en algunos casos dice el intelecto puede juzgar sin ayuda o
concurso de la sensibilidad y esto sucede en los razonamientos en los que para
conocer las conclusiones basta con conocer sus premisas. Pero si
el intelecto puede juzgar, es necesario que también pueda aprehender lo simple.
De modo que, como se ha indicado, los conocimientos intuitivo y
abstractivo ambos intelectuales se distinguen sólo porque el primero es
conocimiento de un objeto en cuanto existente o inexistente; mientras que el
otro, en cambio, hace abstracción de esta existencia o inexistencia.
En
síntesis y tal como Ockham lo
reconstruye, el proceso cognitivo se presenta como una secuencia causal
compleja que resignifica integralmente la doctrina aristotélica. La cosa sensible produce a) una sensación; a partir de ella se genera b) una intuición intelectual singular, que a su vez, produce en el
intelecto: c) un juicio singular de
existencia, o de manera general, la adhesión cierta a proposiciones
contingentes relativas al presente; y d)
un acto abstractivo simple, indiferente a la existencia o a la no existencia de
la cosa. A su vez, este acto abstractivo es causa de: e) la formación de un habitus, esto es, una disposición
que es una forma de memoria intelectual, que permitirá f) la reactivación del acto abstractivo inicial (9).
La Summa Logicae, Ockham establece las características
fundamentales de su reflexión y expresa la centralidad del problema del conocer
frente al problema del ser Junto al signo simple o concepto y al signo
compuesto, Ockham contempla la
posibilidad de un tercer tipo de “noticias
primeras”. Se trata de la ciencia estricta (10).
El
funcionamiento autónomo, formal del intelecto en un silogismo verdaderamente
demostrativo da lugar a conocimientos inalcanzables por intuición inmediata,
pero asequibles por intuición lógica desarrollada según “cierta forma”. La forma del silogismo radica en el carácter
condicional que el silogismo imprime a sus premisas y conclusión. Que la forma silogística permita ampliar el
área de noticias primeras sobre la realidad es lo que justifica el gran aprecio
de Ockham por el silogismo demostrativo.
Ockham
sostiene una doble definición de ciencia que es entendida como conocimiento cierto y evidente de algo verdadero y necesario que
procede de premisas necesarias o, desde el esquema de los predicamentos, como
una cualidad existente en el alma como
en su sujeto; o bien, un conjunto de tales cualidades que informan el alma. En efecto, cuando conoce, el alma humana se
modifica y este cambio no es ni generación ni corrupción, tampoco un aumento o
disminución, ni una traslación. Sólo puede tratarse de un cambio cualitativo; y
dentro de las cualidades es un hábito puesto que la potencia se modifica y
enriquece a través del conocimiento, tornándose hábil y pronta en el ejercicio
de nuevos actos cognoscitivos. Por lo demás, la ciencia en cuanto “conocimiento cierto y evidente de algo
verdadero”, se basa siempre en la experiencia. Ockham considera que puede
existir, conocimiento científico de cosas contingentes (11). Desde luego que no admite que una proposición
afirmativa y asertórica, relativa a cosas contingentes, y referida al tiempo
presente pueda ser una verdad necesaria. Pero puede llegar a serlo en cuanto
equivalente a una proposición hipotética concerniente a la posibilidad…En otras
palabras, Ockham considera las
proposiciones necesarias que incluyen términos que representan cosas
contingentes como equivalentes a proposiciones hipotéticas, en el sentido de
que son verdaderas respecto de cada una de las cosas a las que representa el
término-sujeto durante el tiempo de la existencia de las mismas. Así, la
proposición: “todo x es y” (donde
“x” representa determinadas cosas contingentes, e “y” representa la posesión de
una propiedad necesaria), se considera como equivalente a: “si hay un x, x es
y”, o “si es verdadero decir de algo que es un ‘x’, es verdadero decir que es
‘y’”.
Las ideas no son necesarias: nec ipsae ideae requiruntur proprie loquendo
ad hoc quod Deus agat, sed tantum requiritur cognitio ipsarum idearum que est
ipse Deus omni modo o similar
en español: no es
ajeno a las ideas necesarias para hablar del hecho de que Dios está haciendo,
sino que sólo requiere el conocimiento de las ideas, que es Dios mismo modo… Suprime
así un elemento que ha sostenido el razonamiento filosófico por más de dos
milenios. Para Platón una idea, como
quiera que se la interprete, y las interpretaciones abundan, es un
paradigma universal participado en el ser que posibilita pensar. Añaden a esta
doctrina Filón y san Agustín una
tópica o sede propia: la mente de Dios creador y la intermediación instrumental
del Logos. Ockham precisamente niega
esto. Hay un indisimulado enojo de Ockham
con Platón para quien las ideas son exclusivamente de los universales: si esto
es lo que afirmó expresa el Venerabilis Inceptor o Venerable
principiante. Y agrega que no sostiene lo mismo san Agustín,
lo cual en verdad no es cierto; por lo que, se podría concluir que, la crítica
ockhamista los alcanza a ambos. Apelar al hombre y su capacidad sígnica para
poder filosofar es la marca de modernidad del siglo de Ockham. Ni la verdad acontece ni el ser se da como participación de
las ideas sino tomando como referente al hombre, con lo cual el centro del
filosofar pasa a ser sustancialmente otro. La
voluntad puede elegir o no su efecto, pero no de un modo simultáneo. La
explicación requiere un análisis temporal de la libertad en el que Ockham divide el proceso de causar
libremente en tres momentos: “antes,
durante y después de”. Antes de la elección, la voluntad está indeterminada
para producir o no, un acto. En el momento de la elección, la voluntad está en
sí misma determinada y es incapaz de producir actos contrarios simultáneamente.
Finalmente, después de elegir su acto,
la voluntad humana recupera su indiferencia para continuar o terminar su
decisión. Y en este itinerario la única causa de la acción contingente es
la preferencia personal. La prueba de la libertad se alcanza así en estas tres
etapas y sostiene un perfil contingente e indiferente antes y después de
cualquier elección definida.
En el discurso ockhamista no late el ser, sino
el tiempo, y particularmente el tiempo del discurso, el antes y el después de
proposiciones que se verifican en las intuiciones sucesivas que se enlazan en
un proceso… Las ideas expresadas por Ockham las percibimos como si estuviéramos
estudiando a Agustín y posteriormente a Descartes, la formulación de la Duda metódica es un principio intuitivo
de la verdad que se fundamenta en los procesos que son contingentes con esta
por fundamentarse en principios descriptivos de la evidencia, es como afirmar
personalmente que: Podemos dudar de una
cosa, pero nos es imposible dudar de que estamos dudando de una cosa, con
esta tesis resumo la postura del franciscano sobre las ideas y la percepción de
su singularidad quedando a salvo lo intelectivo y su intuición (11.1).
Ockham
quiere señalar con ello que mientras la elección no ha sido efectuada, la
voluntad permanece esencialmente indeterminada. La libertad no es sino una con
la espontaneidad del querer, origen mismo del libre albedrío.
TEOLOGIA POLITICA.
El
tema de la pobreza evangélica es abordado en los primeros escritos polémicos. Ockham considera que el hombre tiene el
derecho natural, dado por Dios, a la propiedad de los bienes de la tierra,
pudiendo disponer de ellos según el dictamen de la recta razón. In
principio, el hombre dispuso de un dominio genérico
sobre el universo y sólo después del pecado, se manifiesta a través de la
razón, que tanto la propiedad privada como la jurisdicción son necesarias para
introducir orden en la vida dierum, De modo que toda
soberanía humana sea ésta sobre las cosas o las personas reconoce como origen
al pecado; y su conocimiento tiene como fuente a las Escrituras El derecho a la propiedad es inviolable, y
nadie puede ser desposeído por un poder terrenal, de un modo contrario a su
voluntad. Pero a diferencia de otros derechos naturales, como el derecho a la
vida que convierte en un precepto moral la obligación de conservarla, no es
necesario que todos los individuos ejerciten el derecho a la propiedad privada.
Un hombre puede, por una causa justa y razonable, renunciar voluntaria y
legítimamente a la posesión de propiedad. Así lo hicieron los franciscanos
quienes, a imitación de Cristo y los apóstoles, habían renunciado a este
derecho. Esta posición fue considerada herética por el papa Juan XXII, al sostener que la renuncia al derecho de
propiedad, implicaba también una renuncia al derecho a la comida y al vestido.
Tanto
el poder civil como el eclesiástico deben mantenerse dentro de los límites de
su potestad. Pero no se trata de compartimentos estancos: el bien común es más
importante que la separación de poderes y puede exigir, en determinadas
circunstancias y bajo ciertas condiciones, que uno de ellos intervenga en el
ámbito propio del otro. En efecto, a partir de 1337 Ockham formula algunas precisiones en cuestiones institucionales y
establece un principio fundamental: regulariter hay dualismo de
poderes, casualiter tanto el Papa como el Emperador pueden
intervenir en el ámbito que de un modo habitual corresponde al otro poder (12).
TESIS
DE OCKHAM.
A
manera de conclusiones deseo citar los conceptos relevantes de su teoria del
conocimiento y determinar su importancia genérica para nuestra posterior
reflexión:
·
Aborda el problema y su fenomenología
refiriéndose a los Universales y el Nominalismo que partiendo de este principio
orienta tanto la Razón y la Fe y su
independencia de la voluntad humana como la concepción de las mismas en la
creación y su lugar natural la mente de Dios.
·
Sigue
las ideas de Agustín en lo relacionado con la creación y la generación de las
especies no en vano argumenta desde las “Razones Seminales”.
·
La tesis derivada del credo sobre la Omnipotencia de Dios asegura la exposición tanto de su propia Fe
como de la libertad misma de Dios creador de cuanto existe, filosóficamente
rompe las cadenas que la generación de sustancia, esencia y accidente,
ocasionan sobre la definición de creación. Concluye como lo hicieron los escolásticos
(tomistas y agustinianos) Dios es el creador y solo se comunica amorosamente
posee en sí y para si la perfección total y absoluta.
·
La
diversidad en la vida y sus formas es prueba intelectiva del poder creador de
Dios.
·
La salvación como acontecimiento de Dios
en relación con el ser humano no implica para nosotros la existencia parcial o
segmentada de eventos que la originan sino toda ella brota indefectiblemente
del Amor de Dios que es la materialización de su Voluntad absoluta de salvarnos.
·
Todo es único en la mente de Dios no
existe la posibilidad Platónica de los Moldes y sus Ideas, como tampoco la
pre-existencia de la materia y un componente intelectivo anterior a la creación
que no sea la mente de Dios.
·
Sigue la doctrina de las razones seminales del Hiponense.
·
Las ideas se expresan en la concepción de
lo singular sin que con ello lo comuna la especie racional se vea afectado.
·
Descartes sigue el principio de este
maestro al igual que de Agustín de Hipona. Dudar en síntesis es propio de la
conciencia de la propia existencia y las ideas percibidas en la intuición y el
juicio sobre lo percibido.
·
Cree en la separación de poderes
(religioso civil) y el ciudadano posee moralmente el derecho a la propiedad.
·
Los procesos de la aprehensión mental
desde la voluntad del individuo descubre el proceso del conocimiento, una
epistemología guiada por la razón y el tiempo.
·
Las ideas no son necesarias: nec
ipsae ideae requiruntur proprie loquendo ad hoc quod Deus agat, sed tantum
requiritur cognitio ipsarum idearum que est ipse Deus omni modo o similar en español: no es ajeno a las ideas necesarias para
hablar del hecho de que Dios está haciendo, sino que sólo requiere el
conocimiento de las ideas, que es Dios mismo modo.
·
considera que puede existir, conocimiento
científico de cosas contingentes.
·
Que la forma silogística permita ampliar
el área de noticias primeras sobre la realidad, es lo que justifica el gran
aprecio de Ockham por el silogismo demostrativo.
·
Su pensamiento es moderado y contiene algo
de Voluntarianismo necesario para asumir la potencia de Dios en la Trinidad
tanto Económica como Inmanente.
·
El último filosofo del medioevo.
·
Antecedente del Empirismo inglés… (13).
BIBLIOGRAFIA Y
NOTAS SOBRE EL
TEXTO CITADO.
(1).
Nota del autor del ensayo.
(2).
Rodríguez-Pereyra, Gonzalo (2008). "Nominalism in Metaphysics", The
Stanford Encyclopedia of Philosophy, Edward N. Zalta (ed.).
(3).
Nota del autor del ensayo.
(4). Expositio
in libros Artis Logicae Proemium et Expositio in Librum Porphyrii de
Praedicabilibus, edited by E. Moody; Expositio in Librum Praedicamentorum
Aristotelis, ed. by A. Gambatese and S. Brown; Tractatus de Praedestinatione et de
Praescientia Dei et de Futuris Contingentibus, ed. by Ph. Boehner,
revised by S. Brown, St. Bonaventure University, New York, 1978.
(5).
Nota del autor del ensayo.
(6).
Nota del autor del ensayo.
(7).
M. Beuchot, El problema de los universales, Universidad Nacional
Autónoma de México, México, 1981; 2ª ed.: Universidad Autónoma del Estado de
México, México, 1996.
(8).
Nota del autor del ensayo.
(8.1).
SAN AGUSTÍN: La filosofía es amor de
Dios" (que es la verdadera sabiduría) "verus philosophus est amator
Dei" (De civ. Dei, VIII, 1). No se olvide el trasfondo maniqueo de esta obra
de San Agustín, significado por las dos ciudades. Pues San Agustín, que ha
superado el maniqueísmo en el terreno metafísico, lo ha conservado en el plano
antropológico y moral -- “Crede ut intelligas...” (Sermo 43,7, cf. Sermo 190,
II, 2).
(9).
“Utrum prima notitia
intellectus primitate generationis sit notitia intuitiva alicuius singularis” (Sentent.
Lib. I, dist. 3,
q. 6).
(10). Sentent. Lib. I, dist. 3, q. 6; Ed...
Cit. p. 494.
(11). TOMAS
DE AQUINO: De Verit. q.2, a. 6, 3m; q. 10, a.5; I, q.86, a. 1;
Quodl. VII, q.1, a.3, etc. En todo caso,
y frente al dualismo antropológico, Tomás de Aquino advierte que tal
conocimiento de lo singular se basa justamente en la unidad del ser humano: “homo cognoscit singularia per
imaginationem et sensum, et ideo potest applicare universalem cognitionem quae
est in intellectu ad particulare; non enim proprie loquendo sensus aut
intellectus cognoscunt, sed homo per utrumque” el hombre sabe los detalles a través de la imaginación y el sentido,
y por lo tanto se puede aplicar el conocimiento universal que está en el
intelecto, con el particular (De Verit., q.2, a. 6, 3m).
(11.1).
Nota del autor.
(12).
Villey,
Michel, La génesis del derecho subjetivo en Guillermo de Occam, Valparaíso,
Ediciones Universitarias de Valparaíso, 1976, Sitio web Universidad del
Salvador, [en línea], disponible en:
http://www.salvador.edu.ar/juri/apuntes/Uncal-%20
Filosofia%20del%20D/Occam.pdf. Consulta: 05 de Marzo de 2008.
(13).
Nota del autor.
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