miércoles, 27 de diciembre de 2017

CONSTRUCCIÓN DEL DOGMA DE LA NATURALEZA... PARTE UNO.

CONSTRUCCIÓN  DEL  DOGMA   DE   LA   NATURALEZA.


PARTE UNO.


INTRODUCCIÓN.



La Naturaleza como ser vivo en cuanto a sus funciones y operaciones, así como a su diversidad de formas vivas nos plantea un reto bien interesante   en el hoy de nuestra historia vital. La vida que procede de la Omnipotencia de Dios reclama dada las implicaciones de su “sofisticación para existir” de una serie de elementos presente en los ciclos vitales de los seres vivos y en la variedad de los inertes, y es así como la mezcla indefectiblemente necesaria de estos atributos creados generan vida y la plantan literalmente en nuestro entorno somático para ser percibida y dimensionada tanto intelectual como emocional y biológicamente hablando. La percepción de las formas vivas nos lleva por analogía a la percepción de su Creador.  Es pues un Acto de Fe asumir que en la vida se revela tanto la perfección trinitaria como la Voluntad salvífica de Dios. La dinámica creadora se percibe compleja y necesaria estableciendo una particular y por ende singular Providencia de formas y seres vivos. La Iglesia es también participe de estos dones ya que ella como institución que revela el Amor de Dios en el mundo (entorno) se compromete en la defensa, conservación y promoción de la vida en todas sus formas y en la preservación del Medio Ambiente como patrimonio de la humanidad y en el balance y equilibrio de los recursos naturales. Reconocemos también que el consumismo degenera la contemplación de la naturaleza como participe de la Redención y Recapitulación del Dios hecho carne y por ende humanidad necesitada del Medio Ambiente. “Tuyos son los cielos, tuya también la tierra; el mundo y todo lo que en él hay, tú lo fundaste” (Salmo 89,11). De Dios procede la orden de ser y existir y de nosotros la voluntad para armonizar y cuidar su obra, nuestro gran regalo (1).


PRESUPUESTO  HERMENÉUTICO.


La Escritura, en toda la rica complejidad de su contenido, del Génesis al Apocalipsis, y por ella misma, es también un libro humano. Las epistulae Dei, en terminología de San Agustín, fueron escritas por hombres a hombres, incluso cuando en la periodización del primer verso de la carta a los Hebreos, habla (Dios) finalmente por el Hijo. Incluso las verba y las gesta del Hijo único del Padre hecho hombre, nos han sido transmitidas por hombres, los Evangelistas, como tradicionalmente los llamamos (1.1). Para continuar con nuestro ensayo he querido traer a colación la expresión agustiniana “epistulae Dei” para aclarar que la Exegesis que empleamos parte precisamente de la definición de las Sagradas Escrituras como obra de Dios así revelada a la humanidad para su comprensión, es importante tenerlo presente porque la hermenéutica aplicada en este proceso cognitivo parte de la revelación, no como mito sino como parte del dogma Escrituristico por excelencia. Suele sobrevivir la interpretación sobre las Escrituras a partir de su interés o beneficio directo para determinado grupo social o según los intereses que estos tengan al respecto. Nosotros no hacemos tal definición sobre la revelación escrita, por el contrario, suponemos y es así que la interpretación depende de lo que Dios desea comunicarlos y esta postura no implica provecho por sobre la naturaleza misma de la revelación. Nuestro presupuesto hermenéutico  y exegético como dialectico, parte de la supremacía de la Palabra que  comunica a los hombres y la presencia intrínseca de Dios en su creación.  Nuestra exegesis es en sí contingente porque buscamos esclarecer la Voluntad de Dios revelada en su obra y porque el Génesis como el propio Señor nos enseña sobre el amor y protección de la vida.

Es para el Episcopal una necesidad moral entendida, la que nos indica la necesaria reflexión sobre la naturaleza y nuestro papel en ella como parte de la obra de Dios y su Vestigia o Huella. La Palabra de Dios encarnada en nuestra naturaleza y con las mismas necesidades que nosotros, alimento, vestido, refugio, salud, entre otras necesidades básicas de supervivencia,  nos indican que la presencia de Dios Hijo es concreta y a la vez contingente porque llegó a ser como uno de nosotros sin limitación alguna de su condición humana. Este maravilloso acto comunicativo de Dios Trinidad se realizó en la naturaleza tanto humana como del Medio Ambiente en el que su Adorado Hijo entro en nuestra Historia.  Es un Dios que toca con sus manos la tierra creada por su Amor y Voluntad, ve el agua y la emplea para saneamientos básicos y para curar enfermedades, toma espigas de trigo con sus discípulos porque tenían hambre, disfruta de los manjares en cenas con sus amigos así como en las bodas de Caná. Todo lo anterior es sin duda Contingencia y es testiga de la Verdad trasformadora tanto de la creación como de nosotros los bautizados.  Dios moldea y transforma según su Gracia la vida y a la persona humana,  es una forma de creación que sobrevive por la Gracia y en la Gracia tiene su plenitud (2).

La mentalidad ombligocéntrica de los hijos de la modernidad cegó a la humanidad ante el daño que se causaba a la “casa”, al oikos, al único lugar que puede habitar y que alberga las formas de vida conocidas por éste, con las que interactúa y de las que depende para poder existir. La carrera industrializadora del sapiens con horizontes “infinitos”, proyectó imaginarios “infinitos” y quiso un desarrollo infinito” en un mundo “finito”, limitado, con recursos agotables. En este panorama nuestra hermenéutica plantea la necesaria gravitación de derechos tanto de la naturaleza como de sus formas de vida (3). No existe posibilidad de un infinito construido a partir de elementos finitos y en equilibrio de vida, no es posible afirmar que la industria se suple de elementos renovables cuando estamos hablando de Hábitat  cuya significación nos habla de su hacedor y no de su administrador como somos nosotros.  Es la perspectiva de un horizonte interpretado desde la acción creadora de Dios “Te ruego, hijo, que mires al cielo y a la tierra y, al ver todo lo que hay en ellos, sepas que a partir de la nada lo hizo Dios y que también el género humano ha llegado así a la existencia” (2 Macabeos capítulo 7 versículo 28) (3.1). De la nada, implica la Voluntad de Dios por materializar lo que hay en su mente. Desde este principio creacionista Dios nos indujo positivamente a crear, producir, edificar, plantar, cuidar y sobre todo a amar su obra, de esta tesis concluimos sin dificultad que el verdadero mayordomo de la creación es aquella persona que la ama y cuida como regalo del amor de Dios. Dios no mostró otra función más allá de ser concebida en su mente por amor y deseos de compartir sus pensamientos y toda su perfección.

·         Nuestra exegesis parte de la realidad asumida como consecuencia de la acción creadora de Dios. Por engendramiento: Hay muchas formas posibles. Por ejemplo Gea, ella sola, engendra a Uranos o el propio Zeus “de su cabeza, dio a luz a Atenea” dice Hesíodo. En otras ocasiones el engendramiento se produce o bien por el cruce de dos deidades o bien por el de una deidad y un humano. Por ejemplo, Zeus y Mnemosine engendran a las Musas, Zeus y Deméter engendran a Perséfone, etc.
·         Por moldeamiento técnico demiúrgico: Por transformación a partir de algún material persistente (pre-existente). El ejemplo más conocido quizá sea el referido por el mito de Prometeo, Platón, Protágoras 320 a. C en donde se ve cómo los hombres son modelados por los dioses en las entrañas de la tierra (3.2).
·         La historia nos muestra como los distintos mitos dan ejemplo de fuentes creadoras y la concepción platónica no difiere mucho de los poetas anteriores a él. La posibilidad creacionista nos ubica por sobre toda intuición al asegurar un principio universal que compartimos culturalmente sea desde el mito o desde la revelación escrita como veremos en el siguiente punto.
·         Dios crea en el tiempo y crea al tiempo, de esta manera el bautizado comprende que no hay un antes material, y mucho menos ubicar a Dios en tiempo ye espacio, a quien está por sobre toda concepción.
·         Hacer, crear, formar, los conjuga la Voluntad de Dios y son en principio la misma acción, es decir, la obra creadora de Dios, en todos ellos expresa la misma acción que es su Voluntad creadora y su Amor para ejecutarla. Según lo anterior es conveniente y necesario agregar Amar, como la dialéctica de la creación (3.3).
·         Pero si podemos organizar los términos y afirmar, Dios nos creó y a la naturaleza y sus recursos los formó, crea a su Imagen  y Semejanza (imago Deo) pero forma a su Voluntad aunque en ambas acciones expresa volitivamente su mente (3.3.1).
·         La materia que emplea es creada junto con el tiempo y las formas vivas, a diferencia de nosotros el Todopoderoso no necesita operaciones separadas y gradadas como nosotros sino que obra en su infinita sabiduría Creatio ex nihilo. Los términos Sincategoremáticos de la creación están ligados entre sí dando origen a las expresiones vida (en todas sus formas) que también une “mayordomo”  con  “guardianes, administradores,  vigilante, defensores, responsables, amigo, hermanos, y muchos más sinónimos de nuestra presencia en la obra de Dios Creador (3.3.2).
·         Nuestra hermenéutica parte de la revelación escrita (génesis) para ubicar un primer momento de la creación pero indiscutiblemente con la entrada en la historia del Verbo encarnado queda determinado un momento fundamental donde la obra de Dios es  animada en la esperanza de la Trinidad Económica o plan de Dios para redimir su obra manchada por el pecado humano (3.3.3).  
·         Desde esta hermenéutica creacionista la Trinidad Inmanente  refleja en ella sus relaciones al introducir la “vitalidad” de su plan sobre todo lo que existe (3.4).
·         Es nuestro acto de Fe sobre la naturaleza el afirmar: Nada vive o existe sin la constante operación de la Voluntad de Dios, sino nos pensara y amara no existiríamos y nada absolutamente nada podría ser o existir (3.4.1).


EL   DIOS   ANTROPOMÓRFICO.


Es bien controversial la expresión de nuestro subtitulo pero refleja la intencionalidad de lo  que sigue y es planeado a partir de la lectura del libro del Génesis y como este capítulo (1) inicia dando claridad sobre el origen de la materia (principio). En el principio creó Dios el cielo y la tierra. Tomaremos el Texto de la Creación descrito en el libro del (Génesis capítulo 1 versículos 1-30 y 2:1-3) (4).

2. La tierra era caos y confusión y oscuridad por encima del abismo, y un viento de Dios aleteaba por encima de las aguas. La creación en si pone en orden los elementos creados por Dios dándose la confección de la vida y sus formas en cantidades solo comprendidas por la mente de su Creador. El caos aquí no es fruto del pecado sino de la falta de orden o estética que solo le dará Dios en su Suma Omnipotencia (Ockham).  La oscuridad es la ausencia comparativa del orden ya mencionado. El abismo supone igualmente la multiforme de vida y elementos a ser inteligentemente dispuestos en el tiempo y la realidad cósmica. La Voluntad de Dios está dispuesta y “vuela” sobre su obra dándole sentido a lo creado y un sentido entendido por la comprensión del ser humano. El lenguaje empleado es absolutamente antropológico con las connotaciones en categorías racionales que todos conocemos (4.1).

3. Dijo Dios: "Haya luz", y hubo luz. Dijo, nos anuncia un juicio sobre algo o alguien, es decir, es una afirmación categórica en primera persona, la conciencia de la existencia de un orden nos remite indefectiblemente a su autor en este caso concreto a Dios, el lenguaje es tan claro como la intención de las palabras aquí expresadas. Dios nombra de cierta manera su obra y lo hace en la concepción de su relación vital con su mandato.

4. Vio Dios que la luz estaba bien, y apartó Dios la luz de la oscuridad. Los sentidos iluminan las palabras, Dios vio, su obra y con ello la naturaleza de lo creado y en ella la singularidad de la especie humana. Dios apartó, es la forma básica de establecer diferencias en funciones y contenidos categóricos en el tiempo.

5. y llamó Dios a la luz "día", y a la oscuridad la llamó "noche". Y atardeció y amaneció: día primero. El paralelismo antropizado es claro y contundente, la luz es día y la obscuridad noche, nos recuerda los fetiches de los pueblos primitivos sobre la cosmovisión de  los días y las noches. Solo la sabiduría de Dios concibe la necesidad de este orden.

6. Dijo Dios: "Haya un firmamento por en medio de las aguas, que las aparte unas de otras." La realidad que se percibe sobre la gradación de los elementos (Hiponense), nos informa sobre el orden creador de Dios y su necesidad en la supervivencia de su obra. Los elementos son determinantes para sostener la vida y la infinidad de Eco-sistemas. Un orden visto por el hombre primitivo (tradición Sacerdotal y luego Yavista, año 1200 a.C).

7. E hizo Dios el firmamento; y apartó las aguas de por debajo del firmamento de las aguas de por encima del firmamento. Y así fue. Como en el enunciado anterior prima la lógica creacionista sobre la comprensión del ser humano y la realidad circundante parece indicarnos el escritor sagrado. Es el mundo para ellos no como fue creado sino percibido en sus relaciones de supervivencia y culturales. Es la concepción humana sobre la vitalidad y relación de los elementos.

8. Y llamó Dios al firmamento "cielo". Y atardeció y amaneció: día segundo. Las analogías del lenguaje coinciden en todas las culturas es la perspectiva racional común capaz de producir auténticos paralelismos culturales. Amanecer es aquí signo de vitalidad y continuación de la obra de Dios.

9. Dijo Dios: "Acumúlense las aguas de por debajo del firmamento en un solo conjunto, y déjese ver lo seco"; y así fue. Que bella manera de expresar la relación de la tierra con los mares y viceversa, nos recuerda en la evolución terráquea el único continente llamado (Pangea) o solo tierra.

10. Y llamó Dios a lo seco "tierra", y al conjunto de las aguas lo llamó "mar"; y vio Dios que estaba bien. Dios ve que todo está bien, que manera tan especial de decir que la sabiduría generó el orden lógico y necesario que conocemos. La tierra será la misma materia prima de la generación de la existencia humana y su vitalidad ambiental.

11. Dijo Dios: "Produzca la tierra vegetación: hierbas que den semillas y árboles frutales que den fruto según su especie, con su semilla dentro, sobre la tierra." Y así fue. El primer atisbo de la concepción evolucionista al afirmar la potencia de la vida para perpetuarse sobre la tierra como don amoroso de Dios que da la vida y como sustentarla. Se establece una relación simbiótica capaz de asegurar la sustentabilidad de la tierra, claro mensaje contra quienes creen que la manipulación de los recursos naturales nos asegura la supervivencia.

12. La tierra produjo vegetación: hiervas que dan semilla según sus especies, y árboles que dan fruto con la semilla dentro según sus especies; y vio Dios que estaban bien. El mandato de Dios es esencial para la vida en todas sus formas y conlleva también la evolución que hace posible la conservación de los ciclos vitales de la naturaleza.

13. Y atardeció y amaneció: día tercero. Se repite la fórmula del Día primero.

14. Dijo Dios: "Haya luceros en el firmamento celeste, para apartar el día de la noche, y sirvan de señales para solemnidades, días y años. La tradición en boca de Yahveh es clara para nosotros, el ser humano desde siempre ha escudriñado el firmamento para encontrar razones de su existencia. Recordemos que la escena de la estrella es común entre grandes personajes del mundo antiguo, a las figuras del mediatismo de los medios se les denomina estrellas o luminarias, luego es un lenguaje total y absolutamente antropizado.

15. Y sirvan de luceros en el firmamento celeste para alumbrar sobre la tierra." Y así fue. Visión cosmológica sobre la existencia de la vida en todos los órdenes de la percepción humana.

16. Hizo Dios los dos luceros mayores; el lucero grande para regir el día, y el lucero pequeño para regir la noche, y las estrellas.  El cuto a Atón data de 14.000 años antes del Señor en el Imperio Antiguo de Egipto, era la deidad del disco dorado y así lo representaban, es el arcaico intento de esquematizar una creencia monoteísta. El creyente en el Dios vivo, designa a los astros como parte de la obra de Dios y no como una deidad.     

17. Y los puso Dios en el firmamento celeste para alumbrar la tierra. Las leyes de la naturaleza son indiscutiblemente huellas de la sabiduría de Dios Creador y su contingencia depende solo de Dios y no de su tamaño o incidencia en la vida de la tierra y el universo.

18. Y para regir el día y la noche, y para apartar la luz de la oscuridad; y vio Dios que estaba bien. La necesidad de los astros es dependiente directa de su papel en la creación como obra contingente de los elementos, en palabras de Aristóteles  diremos, son un motor inmóvil movido por otros motores hasta llegar a Dios Motor supremo de la creación.

19. Y atardeció y amaneció: día cuarto. Formula conclusiva que afirma el transcurso de la obra de Dios.

20. Dijo Dios: "Bullan las aguas de animales vivientes, y aves revoloteen sobre la tierra frente al firmamento celeste." Recordamos las Rationes seminales del Hiponense, todo dispuesto para la vida y la Providencia de Dios manifestada en su perfección por sus mensajeros las leyes naturales.

21. Y creó Dios los grandes monstruos marinos y todo animal viviente que repta y que hacen bullir las aguas según sus especies, y todas las aves aladas según sus especies; y vio Dios que estaba bien. Primero ordena la vida marina, de esta forma el autor sagrado nos muestra la prelación de Israel sobre la cultura de la economía y la sustentabilidad del pueblo. El mar es lo desconocido y complejo para ellos. Recordemos que en Galilea (lago) existían 15 puertos pesqueros y sostenían la economía de la región, para estos fines establecieron cooperativas de pescadores muy seguramente los discípulos conformaban una. El agua es un elemento fundamental en la vida y su generación, Tales de Mileto, pensador griego que vivió 600 años antes que el Señor, en su cosmovisión el agua era la clave de la evolución y el principio.

22. Y  los bendijo Dios diciendo: "sed fecundos y multiplicaos, y henchid las aguas de los mares, y las aves crezcan en la tierra." La bendición de Dios se convierte en el Derecho a la vida de las especies aunque en nuestra cultura muchas se conviertan en alimento. Es un derecho esencial y una razón seminal su existencia.

23. Y atardeció y amaneció: día quinto. Formula de inflexión. 

24. Dijo Dios: "Produzca la tierra animales vivientes según su especie: bestias, reptiles y alimañas terrestres según su especie." Y así fue. Como en la formula marina y el autor habla solo de las formas conocidas por el pueblo. No existe una relación previa con los elementos que someramente trata el autor de describir. Geográficamente la vida se recrea según las condiciones propicias para su hábitat y de esta forma lo ve el autor inspirado de allí las generalidades en su descripción, eso sí, dejando a salvo el acto creador de Dios. 

25. Hizo Dios las alimañas terrestres según especie, y las bestias según especie, y los reptiles del suelo según su especie: y vio Dios que estaba bien. Todo está bien porque significan diversidad, el amor creador de nuestro Dios y manifestación de las relaciones de la Trinidad Ad-Extra en nosotros y por su bella obra. Dios genera vida en un acto de su Voluntad donde lo Volitivo y el Amor son lo mismo esencialmente hablando y en la comunicación de su Gracia a la obra.

26. Y dijo Dios: "Hagamos al ser humano a nuestra imagen, como semejanza nuestra, y manden en los peces del mar y en las aves del cielo, y en las bestias y en todas las alimañas terrestres, y en todos los reptiles que reptan por la tierra. Una vez más Dios emite sentencia en nuestro favor. La Mayordomía aparece aquí relacionada con la vitalidad y sobrevivencia de la creación, no se trata de un Mayordomo administrador sino de la voz misma de la obra de Dios y su defensor.

27. Creó, pues, Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios lo creó, macho y hembra los creó. La manifestación del orden creacional y creacionista descansa sobre la paridad en la relación e igualdad designada por Dios. La Imagen es la expresión Amable del ser humano (que se puede amar y a su vez ama a otros).

28. Y los bendijo Dios con estas palabras: "Sed fecundos y multiplicaos, y henchid la tierra y sometedla; mandad en los peces del mar y en las aves del cielo y en todo animal que repta sobre la tierra." Someter al buen juicio y al amor que prima sobre toda situación, es pues, aquí el amor de Dios entregado en autoridad al ser humano. Someter implica el criterio y el compromiso de amar la esencial igualdad de los seres vivos y su entorno contingente.

29. Dijo Dios: "Ved que os he dado toda hierba de semilla que existe sobre la faz de toda la tierra, así como todo árbol que lleva fruto de semilla; os servirá de alimento. El Dios Creador, es el Dios que da su Amor sin límite alguno, es el Dios vivo que entrega solo vida y vida en abundancia. No existe posibilidad alguna de que Dios no vea a sus hijos y no los cuide providentemente. Dios da tanto que se da a sí mismo y de qué forma. Vive Dios que ama a sus hijos y cuida también de los que vuelan, los que reptan, los que se zambullen, Dios y Señor de la creación… 

30. "Y a todo animal terrestre, y a toda ave del cielo y a todos los reptiles de la tierra, a todo ser animado de vida, les doy la hierba verde como alimento." Y así fue. El dominio se transforma en responsabilidad conservacionista. Es como indicar que el mandato de Dios está fundado en la capacidad del ser humano y su inteligencia para conservar la sacralidad de la creación.

31. Vio Dios cuanto había hecho, y todo estaba muy bien. Y atardeció y amaneció: día sexto. En el Día sexto la obra está culminada y la vida posee ya cuanto necesita para ser y existir generando inteligentemente sus procesos (conservación, evolución) (5).


DOGMA  DE  LA  NATURALEZA.


CRITERIO  TEOLÓGICO.


La preocupación moderna descansa sobre la vuelta  a la naturaleza y su interpretación teológica. La vida requiere de una comprensión que supere los presupuestos naturales para ser incluida en su origen sobrenatural. La teología del presente siglo se vuelca casi toda sobre la concepción de una relación vital e igualitaria del ser humano con toda la obra de Dios. Esta es su obra y como tal debe imperar la armonía en las relaciones que son de índole vital  y existencial. El Dogma de la Naturaleza  se encarna bajo la primicia de la necesidad esencial de la vida, sus formas en las que esta se recrea, y la presencia del ser humano como parte de esta relación o simbiosis lógica. El teólogo latinoamericano deberá comprender que la opción por la Ecoteología, en su contexto vital, necesariamente será una opción por los pobres, los menos favorecidos, los marginados. Pero la apuesta por la Ecoteología es bastante compleja y rica, convirtiéndose ésta en una oportunidad para, desde muchos frentes, aportar en el caminar de la construcción de una epistemología de la Ecoteología y suscitar la conciencia planetaria vital para el contexto contemporáneo (6). Nuestro criterio teológico parte precisamente de la visualización de la vida en la tierra y su equilibrio y como esto último es afectado cuando el pecado se materializa en la creación por medio de los signos conocidos como son:

·         Contaminación (en todas sus formas)
·         Desprecio por la vida
·         Extinción de especies
·         Caza furtiva
·         Consumismo de alimentos a base de carne y especies de difícil reproducción ( necesitamos cambiar hábitos alimenticios que son verdaderos verdugos de la vida animal)
·         Ambigüedad en políticas de investigación farmacéutica, insumos y fertilizantes
·         Explotación de recursos naturales por multinacionales
·         Inoperancia de campañas y políticas generales de educación en instituciones de estos fines sobre el manejo medioambiental
·         Cultura familiar sobre la supremacía de la vida humana y disposición abusiva de la vida de animales no humanos.
·         Espectáculos circenses y bufones con empleo de animales de muchas especies
·         Modificación del entorno salvaje y desplazamiento de especies por nuestro estilo de vida.
·         Manipulación de la vida incluso de la especie humana.
·         Antropización de los derechos de la naturaleza, el medio ambiente y los ecosistemas, al punto de fundamentar una visión tanto utilitarista como depredadora de nuestro entorno vital.
·         Traslado sistemático de la lucha de clases en la sociedad al terreno de la periferia de las ciudades trayendo tanto contaminación como tala de bosques, contaminación de fuentes hídricas y alteración de ecosistemas completos.
·         La desforestación crece más rápidamente que la forestación.
·         Perdida de contacto con la tierra y los elementos entre nuestros niños y jóvenes, el único contacto con alimentos y sus colores son en los supermercados de cadena.
·         Perdida de percepción de la naturaleza como un ser vivo y por ende en proceso de crecimiento como sucede con volcanes y formaciones montañosas.
·         Perdida de las grandes ciudades en materia de sustentabilidad de la vida en ellas.
·         Alteración del clima y los ciclos vitales asociados a estos (7).

Partimos de esta realidad, de la materialización del pecado humano en la naturaleza y su gran afectación que sin duda se manifiesta en detrimento de la vida y sus recreaciones. La vida como la conocemos sufre constantemente esta influencia que le hizo perder su estado original cuando fue creada y convertida por Dios en el receptáculo ideal de la existencia amable y racional del ser humano que debía velar por ella y sus derechos como condiciones vitales. Recordemos que el propio Señor empleó en sus enseñanzas escenas retratadas de la vida silvestre de su entorno. “Considerad los cuervos, que ni siembran ni siegan; no tienen bodega ni granero, y sin embargo, Dios los alimenta; ¡cuánto más valéis vosotros que las aves! ¿Y quién de vosotros, por ansioso que esté, puede añadir una hora al curso de su vida? Si vosotros, pues, no podéis hacer algo tan pequeño, ¿por qué os preocupáis por lo demás?” (Lucas capítulo 12 versículos 24 y ss). Jesús reconoce las cualidades de otras especies y el valor de su manera de sobrevivir la misma que en alguna medida puede ser modelo para evitar entre nosotros la contradicción a la hora de sostener la vida en todas sus formas (7.1) y (7.1.1).


INFLUJO  DE  PECADO  EN  LA  CREACIÓN.


La reestructuración de las costumbres y estilos de vida se hace necesaria para enfrentar las consecuencias de pecado en la obra de Dios por parte del accionar nuestro, ella, la creación se convirtió en solidaria con la humanidad una vez que la humanidad en  figura de  Adán y Eva fueron expulsados del Paraíso terrenal (estado teológico). Esta solidaridad se traduce en la actitud y vocación proveedora de alimentos y condiciones para sostener la vida en todas las latitudes, y por otro lado afronta de nuestra parte la falta de una reciprocidad coherente y agradecida, y nuestras acciones negativas se materializan en el pecado cuyas estructuras afronta la vida a todo momento, acciones como las arriba mencionadas. La naturaleza perdió su estado original al ser “manchada” por el pecado personal y colectivo de la especie humana. Estas formas alienantes son verdaderas aberraciones que se convierten una vez más en la némesis de la vida, es decir, en muerte, caos, hostilidad, injusticia, indiferentismo, contaminación, depredación, utilitarismo, etc.  La tierra también es testiga de la pugna entre ricos y pobres, entre economías  industrializadas y las emergentes e incluso marginadas como algunas naciones africanas, asiáticas, Haití en el  Caribe y Nicaragua en Centro América. La economía consume los recursos y los convierte en materia prima de sus grandes y en cadena producción de bienes y servicios. Antes se hacían zapatos para pies, ahora se hacen zapatos y se buscan miles para calzarlos. Es una lucha por vender lo que se produce inundando mercados a costa de sus propios recursos. El capitalismo ha consumido más recursos sobre la tierra en menos de 50 años de lo que toda la humanidad hizo en 70.000 años de historia sobre el planeta. Este panorama es claramente generador de miles de estructuras de pecado que desmejoran la calidad de vida y restan esperanzas a países enteros. La Paz se rompe en esta dirección y se ejerce una violencia cósmica incontenible sobre la vida y su entorno vital (8).

Sospechosamente la gente se enferma de virus de forma masiva y a los días una multinacional farmacéutica saca al mercado la “cura” contra tales males, la panacea se relativiza al punto de ser eminentemente comercial. Es complejo el panorama tratándose de la satisfacción de necesidades básicas para la población en general. Los sistemas de salud son verdaderos emporios económicos solo reservados para un grupo social muy exclusivo. De las selvas del amazonas  se sacan miles de plantas que son la base de la medicina  producida a gran escala y aun así en los países que la poseen, su acceso es dramático a un sistema de salud con calidad y conciencia humana. La madre naturaleza que provee ve como sus recursos son privatizados, y ella convertida en un gran laboratorio que genera millonarios recursos a sus poseedores.

La pérdida de la Gracia genera un grito desgarrador por parte de la naturaleza y ese grito metafóricamente hablando se manifiesta en los cambios drásticos que tanto el clima como los casquetes polares están sufriendo en el presente. Notamos cada día como la naturaleza se revela contra ese dominio cruel y verdaderamente inhumano de nuestra especie. No es cuestión de castigo divino, es necesario leer e interpretar las manifestaciones de los ciclos vitales y comprender esta dinámica vital para el sostenimiento de la vida en todas sus formas. Estamos desconociendo el mensaje espiritual en la materialidad de la naturaleza y sus dones al ser humano, estamos ignorando que la revelación de Dios al mundo se sirve de los recursos que sostienen nuestra existencia. Es cierto que considerar a la naturaleza como instancia moral sigue estando mal visto. Una reacción marcada por un temor irracional ante la técnica continúa conviviendo con la incapacidad para reconocer un mensaje espiritual en el mundo corpóreo (8.1).  La naturaleza sigue siendo vista como una realidad en sí irracional, que por otra parte muestra estructuras matemáticas que se pueden evaluar técnicamente. Que la naturaleza posea una racionalidad matemática ha llegado a ser algo, por así decir, tangible; pero que en ella se anuncie también una racionalidad moral es rechazado como una fantasía metafísica. El declinar de la metafísica se ha visto acompañado por el declinar de la doctrina de la creación.

 En su lugar se ha situado una filosofía de la evolución (que quiero expresamente distinguir de la hipótesis científica de la evolución), que pretende extraer de la naturaleza reglas para hacer posible, mediante una orientación adecuada del ulterior desarrollo, la optimización de la vida. La naturaleza, que de este modo debería convertirse en maestra, es sin embargo considerada como una naturaleza ciega que inconscientemente combina, de manera casual, lo que el hombre debe imitar conscientemente. La relación del hombre con la naturaleza (que ya no es vista como creación) es de manipulación, y no llega a ser de escucha. Es una relación de dominio, basada en la presunción de que el cálculo racional pueda llegar a ser tan inteligente como la evolución, y conseguir así que el mundo progrese de un modo mejor a todo cuanto ha sido hasta ahora el camino de la evolución sin la intervención del hombre… La relación en su única connotación antropizada es la que inculca en muchas y  en muchos una necesidad desmedida de poseer para asegurar el bienestar, cada día nos asemejamos a aquella persona que atesora sin saber qué pasará con su vida el día de mañana. Nuestras relaciones con la naturaleza necesitan de calidad y compromiso para que el pecado no continúe polarizando nuestro encuentro cotidiano. La creación nos enseña a relacionarnos dejando a salvo lo vital y asumiendo tanto el cambio como signo de evolución y la total Teonomia que nos hace esperarlo todo de Dios aunque nuestros campos estén cargados de frutos y nuestros ríos de peces… (9).

El odio, las guerras, los conflictos personales, familiares y sociales, siempre terminan afectando la obra de Dios, nuestros niños ya no caminan sobre la tierra sino sobre estructuras de hierro y concreto y las  únicas plantas y árboles que ven son en macetas y como parte del ornato de la ciudad. El único contacto con el agua se hace en la ducha y en el plan turista de fin de año. Se ignora la procedencia de los alimentos y su manejo ambiental. La leche no es un regalo de la vaca sino del supermercado.

 La naturaleza pierde también su independencia de ser y manifestarse en el mundo ya que nosotros hemos delimitado sus espacios creando parques y zonas verdes cuando el planeta es verde y matizado por infinidad de colores y tonos que observamos en los continentes y en sus mares y océanos. Nuestra respuesta debe ser determinante para asegurar la sostenibilidad de los recursos hídricos que mueven el País y la fertilidad de los suelos. El pecado se convierte en un recurso no deseado en la vida y sus formas pero al parecer, también en el único camino sin la esperanza de la armonía y la paz del Dios de la vida (10). Es para el bautizado una realidad concreta que le demanda  reconciliación con la obra de Dios y con su Creador. La reconciliación toca todos los aspectos de la relación de Dios con su obra y con la humanidad como parte dinámica de la misma. Es el Padre Dios quien al enviar a su adorado Hijo le hace parte de la vida en el universo pero sin dejar de ser lo que es como Dios y ahora como Hombre (10.1). La Encarnación y el nacimiento del Señor como proclamamos hoy en el último domingo de Adviento nos prepara para su anuncio salvífico como Señor de nuestra historia. Podemos citar el texto Lucano de su nacimiento y visita de los pastores (capitulo 2 versículos 1-20).  El mismo Señor en su nacimiento y crianza sin duda alguna necesitó de los  mínimos vitales para sostenerse esto es, comida, agua, aire, y todo aquello que hace parte de la naturaleza sin los cuales la exposición y promoción de la vida como la conocemos sería  imposible. El amor es el antídoto contra las políticas de despilfarro e inconciencia de nuestros estados y sus ausentes auténticas políticas de educación y transformación del Ethos cultural.

Se llenan de savia los árboles del Señor,
Los cedros del Líbano que él mismo plantó.
17 En sus ramas anidan las aves;
En las hayas hacen su nido las cigüeñas;
18 en las altas montañas retozan las cabras monteses;
En las peñas se resguardan los damanes.

19 Tú hiciste la luna para medir los tiempos;
El sol sabe cuándo debe ocultarse.
20 Dejas caer las sombras, y anochece;
Y entonces corretean los animales salvajes.
21 Rugen los leones que van tras su presa,
Y reclaman la comida que Dios les provee.
22 Cuando sale el sol, corren a sus cuevas
Y satisfechos se tienden a descansar.
23 Sale entonces el hombre a sus labores,
Y trabaja hasta que cae la noche (11) y (11.1).

Este segmento del Salmo 104 es verdaderamente alentador y generoso  en manifestar los atributos de Dios con su creación. Los mismos que se sobreponen  a la situación de pecado en la que la creación se encuentra por neustros accionar. Pero la Gracia es la némesis del mal y se manifiesta en la Justicia y conciencia que sobre los derechos de la vida y sus formas se está difundiendo en la sociedad. Debemos caminar hacia un estado de conciencia y criterio capaz de sopesar los costos reales del progreso y su economía para trazar auténticas medidas de restauración de la naturaleza contaminada por las estructuras de desarrollo y progreso tecnológico agresivo (11.2).

BIBLIOGRAFIA  Y  TEXTOS  CITADOS.

(1). bibliaparalela.com/psalms/89-11.htm
(2). Nota del autor.
(3). BOFF, Leonardo. Las 4 ecologías. https://casamdp.files.wordpress.com/2013/08/boff-cap-i.pd.
La Carta Magna de la ecología integral: grito de la Tierra / grito de los pobres
2015-06-19
(3.1). Nota del autor.
(3.2). Nota del autor.
(3.3) Nota del autor.
(3.3.1). Nota del autor.
(3.3.2). Nota del autor.
(3.3.3). Nota del autor.
(3.3.4). Nota del autor.
(3.4). Nota del autor.
(3.4.1). Nota del autor.
(4.1). Nota del autor.
(5). Nota del autor.
(6). Convergencia. Revista de Ciencias Sociales ISSN: 1405-1435 Universidad Autónoma del Estado de México… Beck, U. (1998), La sociedad del riesgo. En camino hacia otra sociedad moderna, Barcelona: Paidós.
(7). Nota del autor.


(8). Nota del autor.
(8.1). Ratzinger, J., Creación y Pecado, Eunsa, Pamplona, 2005, 52 5 Ratzinger, J., “Las bases prepolíticas. Ratzinger, J., “El hombre ante la reproducción y la Crea-ción. Cuestiones teológicas acerca del origen de la vida humana”. En AA.VV. Bioética, Rialp, Madrid, 1992.
(9). Nota del autor.
(10). Nota del autor.
(10.1). Nota del autor.
(11.2) Nota del autor.


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