ENSAYO. SOBRE
BEDA EL VENERABLE,
SU PENSAMIENTO Y
APORTES A LA TEOLOGIA
DE LA IGLESIA.
INTRODUCCIÓN.
Iniciamos el presente
ensayo citando al Magisterio de la Iglesia sobre el Venerable: sínodo de
Aquisgrana, en el 836, “venerabilis et modernis
temporibus doctor admirabilis o en Castellano “venerado y admirado en los últimos tiempos doctor” corría el 25 de mayo del 735. Cuando sintió
que se acercaba la muerte, dijo: “He
vivido bastante y Dios ha dispuesto bien de mi vida”, el Venerable fue
determinante en la construcción del pensamiento teológico anglicano en el
Movimiento de Oxford. Es una de las razones para citar su figura y buscar
reflexionar sobre su pensamiento teológico, el mismo enmarcado en nuestras
venas y sangre originadas en la universalidad de la catolicidad que nos define
como Iglesia histórica que brota del corazón de los apóstoles por voluntad del
Espíritu Santo la Causa Ejemplar de nuestra Iglesia…Nunca abandonó el claustro
del monasterio de Wearmouth. Su vida la gastó conjugando los verbos que más le
interesaron y los que cultivó copiosamente: Estudiar, Enseñar, Escribir, que marcaron la vida prolija de este
Doctor de la catolicidad, nació en el seno de una familia pobre en Inglaterra
en el año 672, resaltamos del Venerable que dedico su vida a compilar la obra
del ultimo Padre de la Iglesia Latina (Isidoro de Sevilla). Su método de estudio teológico correspondió
al imperante en la Escuela de Alejandría (fundada por Panteno en el año 180,
sobresalen Clemente y Origines). De su obra se conserva muy poco sobresaliendo
comentarios al Evangelio de Juan, Poesía vernácula, De Temporum Ratione, obra de índole cronológica y
cosmológica, también afirmó la redondez de la tierra, sobre Historia de la
Iglesia, y desde luego comentarios a las obras de los santos PP. De la Iglesia,
sobresaliendo Agustín e Isidoro de Sevilla, conocedor de los autores clásicos
Virgilio, Lucrecio, Ovidio, Horacio, Plinio el joven, etc… Reeditó la Vulgata
que fue de capital importancia en su época. La Iglesia lo proclamó Doctor
indicando con ello sus aportes y fidelidad tanto a la Tradición como al
Magisterio eclesial. Para continuar quiero dejar una muestra de
su estilo y prosa particularmente aludiendo a su inminente partida al Padre:
***
Y solía repetir aquella frase de Pablo Cosa temible es
caer en las manos del Dios vivo, y muchos otros versículos de las Escrituras,
aprestándonos con ellos a despertar del sueño del alma meditando sobre la
última hora. Y en nuestro propio idioma –pues conocía la poesía inglesa–
hablando del terrible abandono del alma del cuerpo:
Al afrontar este viaje ineludible, ningún hombre puede ser más prudente que lo que de natura puede serlo, Si es que considera, antes de partir de aquí, Lo que a su espíritu para bien o para mal Tras el día de su muerte le está preparado. |
*** Canebat autem sententiam sancti Pauli
apostoli dicentis “Horrendum est incidere in manus Dei uiuentis,” et multa
alia de sancta scriptura, in quibus nos a somno animae exurgere praecogitando
ultimam horam admonebat. In nostra quoque lingua, ut erat doctus in nostris
carminibus, dicens de terribili exitu animarum e corpore…
El latín que había
aprendido era muy fluido y con la característica del acento propio inglés.
|
PENSAMIENTO.
“Las
Sagradas Escrituras están sobre todos los demás libros, no sólo por su
autoridad Divina, o por su utilidad pues son una guía hacia la vida eterna,
sino también por su antigüedad y su forma literaria” (positione dicendi). Tal vez el mayor tributo al genio de Beda es
que con una convicción tan desprovista de compromiso y tan sincera de que la
sabiduría humana es inferior, haya podido adquirir tanta cultura verdadera.
Aunque el Latín fue para él una lengua todavía viva, y aunque no parece haber
volteado conscientemente hacia la Era de Augusto de la Literatura Romana que
preservaba modelos más puros de estilo literario que la época de Fortunato o San
Agustín, ya sea por genio natural o por el contacto con los clásicos, Beda es
extraordinario por la relativa pureza de su lenguaje y también por su lucidez y
sobriedad, especialmente en temas de crítica histórica. En todos estos aspectos
presenta un marcado contraste con san Aldhelm Abad
de Malmesbury y Obispo de Sherborne, poeta
y escritor eclesiástico (639-709) quien se aproxima más al tipo Celta. Que
particularmente no encontramos en el Venerable.
Los tratados cronológicos
de Beda De temporibus liber y De
temporum ratione (Sobre el cálculo del tiempo) también contienen resúmenes
de la historia general del mundo desde la creación hasta el 725 y el 703,
respectivamente. Estas porciones históricas fueron editadas satisfactoriamente
por Mommsen en la Monumenta Germaniae
historica (1898), y pueden encontrarse entre los especímenes más antiguos
de este tipo de cronología general, por lo que han sido copiados e imitados en
gran medida. La obra topográfica "De
locis santis" (Sobre los lugares santos) es una descripción de
Jerusalén y los lugares santos basada en Adamnan y Arculfus. En 1898, la obra
de Beda fue editada por Geyer en "Itinera
Hierosolymitana" para el "Corpus
Scriptorum" de Viena. El hecho de que Beda compiló un martirologio lo
sabemos por él mismo, pero la obra que se le atribuye en extensos manuscritos
ha sido tan complementada que es muy difícil saber exactamente que escribió. En su propia opinión, y en la de sus contemporáneos,
las obras exegéticas de Beda fueron las más importantes, pero la lista es
demasiado larga para describirla en este documento. Entre dichas obras se
encuentra un comentario sobre el Pentateuco
completo, así como sobre algunas partes seleccionadas. a san Marcos, san Lucas, los Hechos de los Apóstoles, las Epístolas y el Apocalipsis; pero la autenticidad del comentario de san Mateo, impreso con su nombre, es
más que dudosa.). Las homilías de Beda toman la forma de comentarios sobre el
evangelio. La colección de 50 (divididas en dos libros) atribuidas a Beda por
Giles (y Migne) son en su mayoría auténticas, pero se sospecha de la
autenticidad de unas cuantas.
También hay comentarios
sobre los libros de Reyes, Esdras,
Tobías, El Cantar de los Cantares, etcétera. Sus obras fueron muy amplias y
sobresalieron los estudios de las Sagradas Escrituras cuya autoridad el
Venerable siempre “puso” por sobre su cabeza. Su agudeza académica le valió
para ser considerado el autor inglés más importante de este periodo. Tras
haberse interesado por la época descrita en los Hechos de los Apóstoles,
recorre la historia de los santos Padres y de los concilios, convencido de que
la Obra del Espíritu Santo continúa en la historia. En las Chronica Maiora, Beda traza una cronología que se convertirá en la
base del Calendario universal ab
incarnatione Domini desde la encarnación del Señor. Por entonces se calculaba el tiempo desde la fundación de la ciudad de
Roma. Beda, viendo que el verdadero punto de referencia, el centro de la
historia es el nacimiento de Cristo, nos ha dado este calendario que interpreta
la historia partiendo de la Encarnación del Señor. Registra los primeros seis
concilios ecuménicos y sus desarrollos, presentando fielmente la doctrina
cristológica, mariológica y soteriológica, y denunciando las herejías
monofisita y monotelita, iconoclasta y neo-pelagiana. Finalmente escribió con
rigor documental y pericia literaria la ya mencionada Historia eclesiástica de
los pueblos ingleses, por la que se le ha reconocido como el padre de la historiografía inglesa. Las
características de la Iglesia que Beda quiso poner de manifiesto son: a) la
catolicidad como fidelidad a la tradición y al mismo tiempo apertura a los
cambios históricos, y como búsqueda de la unidad en la multiplicidad, en la
diversidad de la historia y de las culturas, según las directivas que el Papa
Gregorio Magno había dado al apóstol de Inglaterra, Agustín de Canterbury; b)
la apostolicidad y la romanidad: en este sentido considera de primordial importancia
convencer a todas las iglesias irlandesas celtas y de los pictos (una de las
cuatro etnias que poblaban Escocia, de origen celta,) a celebrar unitariamente
la Pascua según el calendario romano. El Cómputo que él elaboró científicamente
para establecer la fecha exacta de la celebración pascual, y por tanto de todo
el ciclo del año litúrgico, se ha convertido en el texto de referencia para
toda la Iglesia católica.
Gracias a esta forma suya
de hacer teología, entremezclando Biblia, liturgia e historia, Beda tiene un
mensaje actual para los distintos estados de vida: a) a los estudiosos (doctores ac doctrices) recuerda dos
tareas esenciales: escrutar las maravillas de la Palabra de Dios para
presentarlas de forma atrayente a los fieles; exponer las verdades dogmáticas
evitando las complejidades heréticas y ciñéndose a la sencillez católica, con
la actitud de los pequeños y humildes a quienes Dios se complace en revelar los
misterios del Reino; b) los pastores, por su parte, deben dar prioridad a la
predicación, no sólo mediante el lenguaje verbal o hagiográfico, sino valorando
también los iconos, procesiones y peregrinaciones. A éstos, Beda les recomienda
el uso de la lengua vulgar, como él mismo hace, explicando en northumbro el Padre
Nuestro, el Credo y llevando adelante hasta el último día de su vida el
comentario en lengua vulgar al Evangelio de Juan; c) a las personas consagradas
que se dedican al Oficio divino, viviendo la alegría de la comunión fraterna y
progresando en la vida espiritual mediante la ascesis y la contemplación, Beda recomienda cuidar el apostolado
--nadie tiene el Evangelio sólo para sí mismo, sino que debe sentirlo como un
don también para los demás-- ya sea colaborando con los obispos en las
actividades pastorales de diverso tipo a favor de las jóvenes comunidades
cristianas, ya sea estando disponibles a la misión evangelizadora entre los
paganos, fuera del propio país, como peregrini
pro amore Dei.
Desde esta perspectiva,
en el comentario al Cantar de los Cantares, Beda presenta a la Sinagoga y la
Iglesia como colaboradoras en la difusión de la Palabra de Dios. Cristo Esposo quiere una Iglesia
industriosa, bronceada por las fatigas de la evangelización- señalando
claramente a la palabra del Cantar de los Cantares (capitulo 1 versículo 5),
donde la esposa dice: Nigra sum sed
formosa (Negra soy, pero graciosa)-, dedicada a labrar otros campos o viñas
y establecer entre las nuevas poblaciones no una tienda sino una morada estable,
es decir, a insertar el evangelio en el tejido social y en las instituciones
culturales. Desde esta perspectiva el santo doctor exhorta a los fieles laicos
a ser asiduos a la educación religiosa, imitando aquellas insaciables
multitudes evangélicas, que no dejaban a los apóstoles tiempo siquiera de tomar
un bocado. Les enseña a rezar
continuamente, reproduciendo en la vida lo que celebran en la liturgia,
ofreciendo todos sus actos como sacrificio espiritual en unión con Cristo. A los padres les explica que también en su
pequeño ámbito doméstico pueden ejercer el oficio sacerdotal de pastores y
guías, formando cristianamente a los hijos, y afirma conocer a muchos fieles
(hombres y mujeres, casados o célibes) capaces de una conducta irreprensible
que, oportunamente acompañados, podrían acercarse diariamente a la comunión
eucarística.
APORTES DEL
VENERABLE.
Reconocemos el aporte del
Venerable en el ámbito de la praxis de una cultura académica propiamente
cristiana, de la recuperación de los datos históricos de la sociedad de su
época, como quiera que fue un académico de contenidos y pluralismo comprobado. Su
trabajo se centró en la relación conceptual que sus comentarios hacían sobre la
historia y la tradición de la Iglesia. Propendió por la fijación del tiempo
histórico (no cósmico) a partir de la entrada del Señor en la historia y no de
la fundación de Roma capital del Imperio… Su trabajo sobre la vida monástica
sirvió de bálsamo refrescante para las comunidades y abadías de Inglaterra y de
Europa continental. Reconoció que por
sobre los principios de su obra estaban situadas las Sagradas Escrituras y que
ellas eran la razón de ser de su
ministerio. Considera que la educación cristiana es fundamental para lograr
una cohesión eficiente de los bautizados con la Iglesia. La educación e
instrucción son para él pilares de la vivencia bautismal ya que sin los
fundamentos se hace imposible tener creyentes que den razón de su Fe sin que
tengan que ser o propender por la vida consagrada.
Tradujo las Sagradas
Escrituras en un intento por acercarlas a la gente de su época pero sin salirse
de las versiones aceptadas por la Iglesia (Jerusalén, obra de Jerónimo Siglos
IV-V). Consideraba que la proclamación del Evangelio a las gentes era la razón
de la vida misionera de la Iglesia ya que el Evangelio es un valor intrínseco a
cada bautizado y como tal no es posible convertirlo en un valor personal e
intransferible. Su eclesiología se mueve dramáticamente entre las necesidades de su
época en materia de Fe y la necesaria formación para dar razón de su Fe.
Una visión eclesiológica
que se dispone para superar los paradigmas de su propia época donde la relación
salvífica era un asunto exclusivo de la Iglesia de roma, sin duda este religioso estaba adelantado a su época. La
postura del Venerable abierta le sirvió para afianzar una cosmovisión entregada
por completo a la realización del ser eclesial sin perder de vista la esencia
del cristianismo, una Iglesia viva era
aquella que poseedora de la Palabra quisiera y fuere diligente en compartirla…
Concede gran importancia a la
Predicación pues la considera como uno de los fundamentos formidables de toda
evangelización. La vida congregacional es importante desde luego, su percepción
está influenciada por su vida monástica y la vitalidad que el estar unidos en
vida y oración imprimen a la Iglesia. Su
concepción era eminentemente Cristocentrica. Es sin duda una de las figuras
referencia del cristianismo británico. Llamado
con razón Padre de la historia británica… En la actualidad su memoria es
celebrada por las Iglesias históricas (anglicana, romana, ortodoxa y luterana).
A continuación cito a un
autor contemporáneo sobre la obra poética y escrituristica del Venerable para
que observemos su dominio de los grandes dramaturgos griegos, no en vano
cita a Virgilio en sus escritos (siguiendo el rastro del Hiponense en su obra la Ciudad de Dios). No
olvidemos hermanos que los distintos fundamentos mitológicos partieron
precisamente de la poesía para la muestra un botón “los cultos órficos” (600 años antes del Señor en Grecia). Miremos algo de sus textos.
“No estás aún en el cielo», le dice el ángel.
Cuando Drycthelm va descendiendo por el valle, atraviesa una región tan
oscura que sólo ve el traje del ángel que lo precede. Beda, al contar la
escena, intercala un verso del sexto libro de la Eneida (Ibant obscuri sola sub
nocte per umbram). Un ligero error -Beda no escribe umbram, sino umbras-
prueba que la cita ha sido hecha de memoria y, por ende, la familiaridad
del historiador sajón con Virgilio. En el texto hay otras
reminiscencias virgilianas. Beda refiere también la historia de un hombre
a quien un ángel le dio a leer un libro minúsculo y blanco en el que estaban
registrados sus buenos actos -que eran pocos- y un demonio un libro
horrible y negro, de tamaño descomunal y de peso casi intolerable, en el que
estaban registrados sus crímenes, y aun sus malos pensamientos. Hemos
citado algunas curiosidades de la Historia Eclesiástica, pero la impresión
general que deja el volumen es de serenidad y de sensatez. La
extravagancia parece corresponder a la época, no al individuo. Casi
todas las obras de Beda -ha escrito Stopford Brooke- son estudiosos epítomes,
de gran erudición, de escasa originalidad, pero saturados de claridad y de
mansedumbre. Sus obras fueron libros de texto de la escuela de York, a la
que concurrieron estudiantes de Francia, de Alemania, de Irlanda y de
Italia. Beda, muy enfermo, estaba traduciendo al anglosajón el Evangelio
de San Juan. El amanuense le dijo: Falta un capítulo. Beda le dictó la
traducción; luego el amanuense dijo: Falta una línea; pero estás muy
cansado. Beda le dictó esa línea; el amanuense dijo: Ahora ya está concluido. Sí,
está concluido, dijo Beda, y poco después había muerto. Es hermoso pensar
que murió traduciendo -es decir, cumpliendo la menos vanidosa y la más
abnegada de las tareas literarias- y traduciendo del griego, o del latín,
al sajón, que, con el tiempo, sería el vasto idioma inglés” (3).
Después de los apóstoles
no hay en la Iglesia otro magisterio como el de Agustín de Hipona, estas
palabras resumen su importancia en la formulación teorica-expeculativa del
dogma de la Iglesia (entendiendo por dogma el conjunto de enseñanzas que
sostienen nuestra doctrina). Agustín como ninguno vio el mundo matizado por la
revelación y por la primicia de su binomio fe-razón ya sostuvo
antes que el Renacimiento (800 años) la necesidad de vincular
esencialmente la razón con los presupuestos trascendentales de nuestra
elaboración teológica (4). El Venerable cita al Hiponense y lo ubica por sobre
la mayoría de los PP. De la Iglesia (latinos y griegos) relacionando la Fe y la
Razón como inseparables ya que para comprender la historia y ver al Dios
revelado es vital dialécticamente hablando que esta epistemología ilumine la
Razón y la Fe se convierta en el punto de llegada de lo que se conoce y asume como estructura
critica del pensamiento cristiano. Para
observar la tradición aportada por el
Venerable debemos contextualizarlo en el pensamiento significante para Italia
del “ultimo romano” me refiero a Beocio
(524) (5) y también en libertad podemos citar a Casiodoro (580) (6) sus aportes en la filosofía y en la historia
son una tesis indiscutible bajo sus paradigmas el mundo medieval conoció y fue
posteriormente conocido. El ultimo
romano poseedor de una amplia cultura,
de la que formaba parte el perfecto conocimiento del griego, se entregó en un
primer período al estudio y concibió el vasto proyecto (sólo llevado a cabo en
una mínima proporción) de traducir al latín todas las obras de Platón y
Aristóteles, para demostrar la mera apariencia de las supuestas disparidades
existentes entre sus respectivos sistemas filosóficos. Beocio en su momento
afirmó la existencia de un medio relacional histórico que trascendió las
culturas clásicas y sus contenidos reflexivos como filosóficos. El Venerable demostró que la erudición al
tocar infinidad de campos del saber no riñe con la teología y que si es posible
que una amplia cultura gobierne nuestra reflexión sin que con ello sufra la exposición
y praxis del evangelio.
“Beda
es el único inglés que ha merecido el título de Doctor de la Iglesia y el único
inglés a quien Dante consideró suficientemente importante para mencionarle en
el "Paraíso". La cosa no tiene nada de
sorprendente, ya que, aunque Beda vivió recluido en su monasterio, llegó a ser
conocido mucho más allá de las fronteras de Inglaterra. La Iglesia occidental
ha incorporado algunas de sus homilías a las lecciones del Breviario. La “Historia
Eclesiástica” de Beda es prácticamente una historia de la Inglaterra
anterior al año 729, "el año de los
cometas". San Beda fue una de las columnas de la cultura de la época
carolingia, tanto por sus propios escritos, como por la influencia que ejerció
en Europa, a través de la escuela de York, fundada por su discípulo, el
arzobispo Egberto. Cierto que sabemos muy poco acerca de la vida de San Beda;
pero el relato de su muerte, escrito por Cutberto, basta para recordarnos que la muerte de los santos es preciosa a los
ojos del Señor. San Bonifacio dijo que San Beda había sido la luz con que el Espíritu Santo iluminó a
su Iglesia. Y las tinieblas no han
logrado nunca extinguir esa luz… La Iglesia en Inglaterra fue promovida
gracias a la obra de este religioso y es clave comprender que la visión insular
era completamente diferente a la continental lo que centró la atención de Beda
en la reafirmación de la identidad teológica de su Nación, de hecho la
traducción de la Biblia de Jerusalén y los comentarios particularmente al
Evangelio Joanico son prueba de ello. Este
bautizado hiso énfasis tanto en la academia como en la oración, estas dinámicas
del creyente fueron definitivas en la evolución tanto de su experiencia de Fe
como de su cosmovisión religiosa la misma que le sirvió para ser considerado
vital en el pensamiento ingles de su época y posterior.
BIBLIOGRAFIA.
(1). Colgrave, Bertram and R.A.B. Mynors, Eds, Bede
Eclesiastical History of the English People (Oxford 1969).
(2). Mc Cready, William D. Miraclees and the Venerable
Beda (Studies ant Texts) 118 (Toronto: Pontifical Institute of Medieval Studes
1994).
(3). Jorge Luis BORGES, Literaturas germánicas medievales, Buenos
Aires: Emecé 1978, PP. 39-43.
(4). cristoeseltema.blogspot.com/2017/10/comprension-del-pensamiento-agustiniano.html
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