SALMO
34… EL DIOS JUSTICIERO. Referencia Biblia de Jerusalén.
EN CONTEXTO SAPIENCIAL.
El presente Salmo
establece una relación entre los “justos y los pecadores, entre el bueno y el
malo” su cometido es presentar enfrentados ambos comportamientos en cuanto a su
relación con el Creyente. Es una amonestación particularmente dirigida a las personas
que viven su Fe y pueden por circunstancias de vida encontrase frente al mal en
cualquiera de sus expresiones. Jerusalén (traducción) emplea una figura que se
puede interpretar en dos direcciones (versículo
11) los ricos no obedece a un
señalamiento de índole material o económico se puede referir a una connotación
moral como tal. La pobreza como una
condición espiritual de absoluta confianza en Dios y su Amor que provee. La
cuestión sin duda se orienta a exaltar la Fe de quienes aguardan con humildad
ser escuchados y atendidos efectivamente por Dios. Estamos ante una muy especial Confesión de Fe.
La vida sobrenatural en
nosotros demanda una total conexión con la Voluntad de Dios y por ende una acertada dirección de los
esfuerzos y metas de la vida que deben ser enfocadas en la realización plena
del Plan de Dios distinguiéndonos de
quienes hacen planes personales confiando solo en sus capacidades y talentos. El
presente Salmo manifiesta competentemente su disposición por la instrucción en
términos Sapienciales pero supera
las características de este Género Literario dejando espacio para la reflexión
sustancial tal y como se expresa desde el (Versículo 2) Bendeciré a Yahveh en todo tiempo, sin cesar en mi boca su alabanza. La
bendición y la alabanza marcaran la pauta reflexiva de este Salmo.
VISIÓN SAPIENCIAL.
El termino latino para
designar la Felicidad o Beatitudinem corresponde a la inmediata
consecuencia de la materialización intuitiva de la Esperanza que se convierte en una verdadera certeza para el
bautizado que ora constantemente bajo la guía de la Gracia que implica la presencia personal y permanente
del Espíritu Santo en su vida. Esta presencia no puede ser desambiguada en su
época, por esta razón podemos asegurar que la presencia del Ángel de Yahveh como lo señala el (versículo 8) corresponde a
una metáfora de la Tercera Persona de la
SS. Trinidad produciendo literalmente su Liberación que sin duda se aplica
formalmente a la vida en toda su extensión tanto física como moral y social sin
dejar fuera su conciencia religiosa la misma que invoca su presencia. El
término que designa al Creyente en este contexto es Santo como indicando los dones y frutos que la presencia de Dios
produce inmediatamente en quienes confían en su Gracia. Aquí la santidad es
vista como la respuesta afirmativa del Creyente a Dios. Recordemos que este
Salmo está contextualizado doctrinalmente en la Alianza y consabida Ley Mosaica… La riqueza es una cualidad que se
enmarca en la absoluta confianza en Dios, lo que nos recuerda a los Anawin hombres y mujeres pobres cuya
riqueza no es el mundo sino Dios, así lo
interpretan sus autores. El desprendimiento material
es una necesidad si el deseo es poner en perspectiva la relación con Dios. Este
Salmo de una manera sencilla pero clara
enseña sobre la presencia de la Trinidad
Económica, es decir, de Dios en la vida del Creyente: Los ojos de Yahveh sobre los
justos, y sus oídos hacia su clamor… (Versículo 16) Dios está dispuesto a
intervenir a favor de los suyos con aquellos que han establecido una relación
amorosa e intima. La Salvación aquí
viaja en la dirección de la necesidad relacional que el Creyente construye con el Subsistente por antonomasia
Dios. La figura del Dios liberador va en sintonía con la realidad del Colectivo
hebreo que durante sus experiencias vive en un absoluto transito. Dios está
atento como quiera que su relación con nosotros parta unilateralmente de su
Amor y no de los miramientos humanos.
El Justo lucha constantemente con su vida para enfrentar cuanto sucede
y experimenta pero su análisis se centra en la realidad de la existencia que se
presenta cargada de sus contenidos y que tales componentes no escatiman nada
para enfrentarnos con sus intereses y postulados. Obrar la Paz es un atributo potenciado del Espíritu de Yahveh que asume en
la existencia humana la conservación de
la vida y las cualidades dadas en nuestra naturaleza. El rescate de la vida de
los siervos de Yahveh corresponde al pensamiento Pentateuco que une la Ley Mosaica con la respuesta ritual del
pueblo judío. El Salmista ilustra sobre el valor de la interioridad y como el
gobierno soberano de Dios mantiene en orden su vida y cada una de sus
actuaciones (versículo 14). La Justicia es
una cualidad esencial de la Personalidad de Dios Padre que atiende a sus hijos
redimidos y les concede su Consuelo y alivio. El bautizado se mueve en esta
esfera y debe ser congruente estableciendo una correlación efectiva entre lo
que vive y cree. La misma gramática en la que fue compuesto este Salmo
atribuido a David apunta a la exaltación de las cualidades de Dios entre los
suyos y como su estar “entre nosotros”
es totalmente una manifestación de Esperanza
cierta. La conjugación verbal nos
enseña la disposición cuidadosa de sus tiempos siempre acomodados a la
necesidad de los creyentes. Estamos asumiendo que los verbos descifran tanto la
dinámica gramatical como la manifestación de Fe en el Salmista o en cada uno de
los cristianos que se identificaran con
su contenido. El presente gobierna su intencionalidad como signo inequívoco de
la actualidad de Dios en cada uno de los bautizados. Todo conflicto ejemplariza
la Misericordiosa intervención de Dios que se proclama como el defensor de los desvalidos. Esta
afirmación migrará y mutará hasta convertir a Dios en el Padre de todos los vivientes. Esta característica Universalista del
Amor de Dios se afirmará posteriormente en el N.T con el Ministerio salvador
del Señor. La Paternidad de Dios es fruto de su presencia creadora (versículo
18-23).
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