SEGUIR Y DECLARAR A JESÚS,
ES SOBRE TODO UNA PROFESIÓN DE FE… (Mc 8:27-38).
Reconocer a Jesús implica desde todo punto de vista un
paulatino proceso de Conversión, al momento de configurar la vida desde la Declaración de
Dios en ella y en nuestro Entorno, es el componente histórico de la Gracia, que
llega y privilegia la trasformación de nuestras Realidades tanto Familiares
como Personales y Sociales, estamos diciendo que la Gracia se convierte en Fenómeno
capaz de Santificar todo lo que toca o dejamos que ella toque o impregne de su
Poder… La Declaración de Fe de Pedro es la Declaración atemporal de cada
Bautizado que vive su Pacto o Alianza de Amor y Vida con Dios en su Hijo, es
patente también la Declaración de la Iglesia Madre por Boca de cada uno de sus
hijos...
El juego de palabras y
términos se convierten en una Declaración personal y Cósmica de Jesús sobre su
propia Naturaleza (29) la reprimenda a Pedro, es la consecuencia natural de vivir
solo del Ritualismo y las Tradiciones a las que pretendemos darle total Autoridad en
nuestras vidas, Jesús se refiere a la falta de Compromiso y vivencia en
nosotros y en todos los que una vez le proclaman Salvador y no viven sus Enseñanzas.
La consecuencia lógica de declararle Salvador en nuestras vidas
es la vivencia de lo Declarado, para ilustrar el punto en cuestión Jesús lleva
a un nivel superior el seguirle, ya no desde el Templo y las Normas de Pureza o
sobre el sábado, o los extranjeros, sino desde la propia Existencia, dejando
claro que la Palabra enseñada por Él tiene
toda la fuerza que el Creyente le dé en su vida y acciones, Jesús establece así
una nueva Cosmovision Salvífica que supera toda limitación Cultural o de Tradición
Social.
Es su Palabra la que rearguye al Bautizado y le insta a vivir
según los Dones y Gracias recibidas, de lo contrario será imposible participar
de su Gloria o como (Mc) pone en boca de Jesús en una clara alusión Apocalíptica:
Porque quien se avergüence de Mi y de
mis palabras en esta generación adultera y pecadora, también el Hijo del Hombre
se avergonzará de él cuando venga en la
Gloria de su Padre… (38).
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