jueves, 30 de mayo de 2013


CRISTO NO ENTRA EN CASA DEL CENTURION PERO POSEE SU CORAZON. (Lc 7:1-10)… EXPERIENCIA DE AMOR SANADOR Y LIBERADOR.

Lucas en su estilo y toque bien especial, nos presenta el relato de la Curación del  Ciervo (Esclavo) del Centurión, enseñándonos que las barreras solo pueden ser demolidas en la dinámica del amor restaurador e Integrador, parece ser el mensaje de aquel Militar Romano, como nunca vemos la intercesión de los Judíos para que Jesús atienda los requerimientos de este Funcionario que sin duda era Benefactor del Pueblo” Es digo de que le concedas esto, porque ama a nuestra Nación y nos edificó una Sinagoga” (4-5). Jesús reconoce en este Hombre y sus gestos “buenos” un Signo de la Misericordia de Dios que llega a todo tipo de Gente sin mediar distingo alguno (6), la acción de aproximarse la podemos interpretar como la disposición de acogida del “Reino” que llega y transforma cualquier estructura incluso las Intelectuales y Culturales.

Bien podemos Justificar tal acción de Jesús recordando precisamente en este mismo Autor el Texto de la “Oveja perdida”, miremos “Quién de vosotros hombres, si tiene cien ovejas y se le pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto y va tras la que se le perdió  hasta encontrarla” (Lc 15,4). No será la razón del Amor generoso de Dios que considera y así nos lo hace saber, que lo más precioso somos nosotros para sus Ojos, y que la Iglesia y nuestro Ministerio es la continuadora de tales acciones Salvíficas, o parafraseando a San Agustín “Cristo nos entrega su palabra, regalo que cura y si cura sin duda Libera”.

Cristo fue criticado por los Hombres de su época por entrar en casa de pecadoras y pecadores y comer con ellos, Cristo fue señalado por  hacer diferencia entre el Ser Humano y las estructuras de pecado que limitaban su felicidad, Cristo fue atacado por mostrar al Dios de las oportunidades (setenta veces siete)… Aquel Centurión rompe los esquemas Judíos y señala a Cristo   como portador de la “Buena Nueva” y justifica que el propio Señor, no entra bajo techo del centurión, pero lo más importante fue que Entró en su corazón”  y aquel Hombre se mostró digno de recibirle, dándonos una gran lección a cada uno de nosotros, “Señor no te molestes pues no soy digno de que entres en mi casa” (6-7). Aquí la Autoridad es “negociada” por la Humildad que reconoce la aproximación Salvífica de Cristo y su Mensaje, el centurión sin saberlo plenamente”Aproximó el Reino de Dios a su casa, a su vida y a los suyos” (9). Retomando las palabras de San Agustín “Se muestra digno de que Cristo entre en su casa  y también en su corazón”. Nosotros podemos materializar lo que aquel hombre vivió en figura de nuestra relación con Cristo y su Reino, nosotros somos por vocación llamados a la Santidad (Escribe Pablo a los habitantes de Tesalónica) y a explicitar en cada acción que su Reino llega también en la Cotidianidad; El término, Casa, Ciervo, Autoridad, solo por citar algunos, hace referencia a la forma como nosotros “Construimos el Aquí y el Ahora de su Reino”, empoderándonos de su Autoridad y Mandato, es pues, aquel Romano un ejemplo de Disposición para la Obra de Cristo, tan responsable del uso dado a sus “Talentos y Denarios” que su Señor no necesita fiscalizar su trabajo, es un “Sirviente Empoderado” de la Voluntad y mandato de su Dios y Señor.

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