El presente siglo, trae para cada uno de nosotros y nuestra Institución
Eclesial una bien definida serie de compromisos a nivel del autentico
reconocimiento del papel de la Mujer en ella y en nosotros, estamos llamados a
superar la normatividad que nos dicta la instancia Canónica sobre la
participación plena de ellas en la Iglesia y asumir desde la Esencial Igualdad
y Unidad su presencia determinante para la vida en el ámbito de lo religioso,
quiero tomar una expresión de Ireneo, recogida por Atanasio el Sinaita en su
obra, Anagogicarum: “En la esfera de lo religioso, la Mujer es el sexo fuerte”.
Determinemos a la luz del Texto Sagrado de Tradición… El Génesis nos dice: Creó
Dios al Hombre a su Imagen, a Imagen de Dios los Creó, Varón y Hembra los Creó,
(Gn 1-27). Si miramos con detenimiento podríamos apuntar a la diversidad sexual
como factor interior del Ser Humano,
escrito intencionalmente en la Cosmovisión de una cultura Masculina por excelencia
como la judía, si miramos estas apreciaciones en la perspectiva de género es
posible ver con claridad su Hermenéutica y la tendencia de garantizar la
Igualdad y Unidad Hombre-Mujer, en una estructuración necesaria para la
realización de ambos en cualquier plano de la existencia individual y colectiva
del ser Humano, adelantándonos al fin último del ser Hombre y el Ser Mujer en
una especie de Hipostasis de género (Ap. 21,5) hasta la Historia y lo vivido
apunta a la transformación definitiva, también en lo Masculino y Femenino. No
es extraño ver que la estructura de poder es asumida desde una óptica distinta
tanto en el Hombre como en la Mujer, y que a lo largo de las Sagradas
Escrituras encontramos muestra de ello, basta con mirar las vidas de grandes
Mujeres como Ana, Rut, Sara, solo por citar algunas… Solo la Imagen de Dios
puede quedar completa al verse reflejada en los dos sexos, (Leonardo Boff).
Desde esta posición es fácil superar la “debilidad de Eva” como
portadora del pecado en el que es involucrado el Hombre, a partir de esta
concepción el propio Cristo introducirá una definitiva manera de ver la
relación desde la fe, Hombre-Mujer. Su Ethos es diferente e inclusivo, como lo apreciamos a
continuación.
- Mujeres que acompañaron a Cristo (Lc 8:1-3).
- Marta y María (Lc 10:38 y ss.)
- La Samaritana (Jn 4:27)
- Mujer Adultera (Jn 7:53 y 8,10)
- Le ungen los pies (Lc 7: 36-50)
- La suegra de Pedro (Lc 4: 38-39)
- La Niña muerta (Mt 9: 18-19).
El discurso de Cristo es en orden a la Mujer siempre vital y equilibrado
como también portador de connotaciones igualitarias: (Lc 18: 1-8). “Había en un
pueblo un Juez que ni le temía a Dios ni a los hombres, en el mismo pueblo
había también una viuda que tenía un pleito y fue donde el Juez a pedirle
justicia, durante mucho tiempo el Juez no quiso atenderla, pero después pensó,
no le temo a Dios ni a los hombres pero
como esta viuda no deja de molestarle la atenderé para que no colme mi
paciencia…” La viuda encarna para la Iglesia la personal y colectiva
disposición de acoger el Reino y proclamar la Justicia e igualdad no solo de
género sino y sobre todo, de destrabar las barreras humanas para el
advenimiento del Reino de Dios. Tales barreras son consecuencia de una mal interpretada Justicia Liberadora
que desde lo Ministerial abarca dimensionalmente la postura activa de cada uno
de nosotros, aquí en este punto quiero contextualizar las palabras de San
Bernardo:” La Magdalena fue Apóstol para los Apóstoles al anunciarles la
Resurrección de Cristo” Tales acciones son fundamento del nuevo Ethos de Cristo
hacia la Mujer, son ellas las Portadoras de la Fe, meditando la Justicia que
proclamó su Maestro, nos basta recordar como Cristo rompe los estereotipos de
la normatividad frente al trato de la Mujer en la connotación de Samaritana y
lo que esto implicaba para su acercamiento. Analicemos brevemente su contenido:
Es un tema propio de la Literatura patriarcal acudimos a (Gn 24) su relato es
Yavista, el agua que pide Jesús a la Samaritana en el N.T. es símbolo de la
vida nueva y renovada de Dios, aquella Mujer recibe esta misma Agua como
expresión de su nueva Fe, la que más tarde compartirá con los suyos siendo ella
portadora de fe para todo un Pueblo marcando así la temática absoluta de la Obra
Redentora de Cristo, y solo así capaz de romper las barreras de la Injusticia
opresora (en el paralelo de la Justicia liberadora), recordemos la experiencia
del Pueblo en el desierto, y como la Promesa de la Tierra Prometida se
convierte en una “Catequesis de aproximación de Dios” Espiritualmente la
Samaritana retoma en el discurso de Jesús la ruta de su nuevo orden y Mensaje,
el agua se transforma en Gracia, ya no hay guía, porque Cristo se hace uno con
todos. San Agustín inspirado en el misterio de Samaria, del agua viva y el
Espíritu exclamó: “Soy Obispo de la Iglesia de Cristo, entre ustedes, pero con
ustedes soy Cristiano”. (Ex 2,15s; Sal 46,5; Dt 12; 5) solo para citar algunos
Paralelismos. Para continuar diremos que tal escena en su composición se dio en
hora sexta o Medio Día, momento que confronta la acción de día y la transición
hacia la noche, figura de cambio y temor a la vez. La Samaritana vive estos
estadios de madurez espiritual y esta lista para transmitir lo vivido con
Jesús, intuición espiritual (Vers 21), (Jn 4:1-42). Ella supero su antigua
condición (Vers 15-18) “se aparta de sus raíces paganas” o temáticamente del
origen mismo de su Pueblo, una profunda dificultad para el encuentro en la
Cosmovisión Judía sublimada por Jesús, (2R 17: 24-41).
San Lucas en su Evangelio, transpone la vida de la Virgen Madre, al
contexto del A.T. recordemos que en la época de Jesús, la esperanza concreta de
toda Adolescente Judía era ser Madre del Mesías (Lc 1-34) El saludo del Ángel
tiene sus raíces en la profecía de Isaías (12,6) ella clarifica para el Pueblo
del N.T. los parámetros de su cumplimiento y se une a la tradición sublimada
por Cristo. La espera llega a término en María, que en este nuevo Ethos
espiritual o religioso es vista por Lc, como una Mujer de una poderosa
experiencia de Fe y espiritualidad, para nosotros y restándole ambigüedad al
asunto de su Virginidad, debemos considerar que este Misterio de Fe, supera
cualquier cálculo de índole Biológico o Fisiológico y apunta en Lucas a manifestar
un nuevo orden de fe, la Pureza del Corazón que acepta a su Dios, María es
portadora de fe y claramente consuma en su ser una definitiva condición
Escatológica, para aterrizar nuestra afirmación basta con establecer un
paralelo de género y no de naturaleza: El Espíritu Santo asume la totalidad de la Mujer, no solo en Potencia,
también en acción y permanencia, (bien aclararían los Griegos y sobre todo
Aristóteles al suponer que la Esencia permanece aun en el desplazamiento de las
cosas u objetos) con todas sus propiedades, esto nos indica que sin importar el
estado de vida que abracen pueden vivir a plenitud su Ser Femenino, se nos
antoja referirlo al Sacerdocio de la Mujer entre nosotros. Solo por lo anterior
Lucas es clave a la hora de cerrar el relato y suponer explícitamente que tal
acción de Dios es contemplada desde la óptica de María, mientras que Mt, lo
refiere desde San José, (Mt 1,18s).
La Virgen desposada es sinónimo de compromiso legal, previo a la
convivencia conyugal, Lucas en ningún momento se sale de los lineamientos
legales de su época, donde tomara fuerza su relato unido a la Tradición del
A.T. Luego y para matizar un poco la “motivación de Lucas” y como reflexión
tardía en la esfera de los Evangelios, Juan nos presenta la descripción de
María como “Mujer” ya no solo en un contexto Judío sino Universal, donde ella y
todas las Mujeres representan el nuevo comienzo de la Humanidad liberada del
pecado ahora si introducido por la antigua Eva (Nueva Eva).
La evolución del
concepto femenino nos sitúa en la esfera de la Equidad e Igualdad esencial de
la Mujer como ser Humano orientada hacia la Salvación, no solo en la
Maternidad, sino y sobre todo en la entrega y seguimiento de su Señor, de la
mano de las mujeres que Hoy y Siempre conducen a los suyos y son artífices de
fe (Sentido positivo de su interacción con el Hombre). El colectivo a priori
podría suponer de forma errónea que el Fiat de María se daba en el ámbito del
pleno Empoderamiento de su Fe y alcance de la expresión del Sí. (La Nueva Gracia),
creo que cabe nuestro termino aquí. Podemos también hablar sobre una nueva
relación Pneumatologica, donde el Espíritu Santo adelanta en cada uno de
nosotros su Obra de Salvación bien particular manifestando la necesidad de un
Ethos o dinámica relacional que lleve al Hombre y a la Mujer a dimensionar
en sus vidas la definitiva presencia del
Dios que trata a sus hijos de la misma manera. (Ap. 21,4) Esta presencia de
Dios en la Mujer nos muestra una serie de rasgos si lo queremos ver Femeninos
en su trato y forma de Amarnos (En la Cultura Hebrea, el Espíritu de Dios se
asocia a lo Femenino).
El lenguaje que emplea el propio Jesús, en algunos momentos particulares
puede sonar orientado a realzar el vínculo Masculino y femenino, en cuya
vertiente se desenvuelve la propuesta de su nuevo Ethos: “Cuántas veces he
querido reunir, a tus Hijos como una gallina su nidada bajo las alas y no
habéis querido” (Lc 13,34). No es posible suponer que la distinción de género
condiciona la expresión del Amar, solo sucede así en la Cosmovisión de la
Cultura personal y social que sitúa a la
Mujer en la esfera de la ternura y hace de sus expresiones afectivas un
condicionamiento de su Naturaleza, cosa bien impropia si tenemos presente que
la Naturaleza no se altera o determina por la Cultura o Identidad de género,
pero si la Antropología que se nutre conceptualmente de las manifestaciones del
Ser Humano, mas la Gracia No (En el ámbito Cultural). Subjetivamente exclamó K.
Rahner: “La falta de sensibilidad denuncia las tinieblas en que se encuentra el
Corazón”. El Ethos de Cristo, salva y determina la verdadera actitud y
fundamento del Ser Humano ante Dios, teniendo presente que la perfección en el
discurso Humano aterriza en los defectos y limitaciones del mismo, no dejando
fuera de la discusión Ontológica la garantizada divinización del Ser Humano (Fine
finaliter). La disponibilidad de la Mujer en la esfera de la Fe la lleva a
realizarse plenamente y empoderarse de sus derechos y deberes.
Es viable encontrar una Analogía que abarque a la Mujer en referencia
con la Virgen Madre, Ella fue Madre porque
consintió su Maternidad, porque creyó… Así lo hace saber (Lc 1,44) La fe
vivida por nuestras Mujeres (sentido amplio del término), no solo se unen a
toda la Humanidad sino que también, incorporan definitivamente en su accionar
el Plan de Dios, que reclama de ellas y de nosotros la disposición y
disponibilidad existencial de realizarse con la carga “Humana” que ratifica la
Unidad esencial de género en dicho “Plan Divino” aclaramos que es esencial
porque involucra su Naturaleza y esta en actitud dialogante con su creador,
algo así como hablar de actitud Humilde del dialogante o (Tapeinosis, de los
griegos). La Virgen Madre asume perfectamente esta determinación estructural de
la Fe en la vida y viceversa (Lc 1,48), no significa que la propuesta de Jesús
tome intrínsecamente a María como modelo o Eje relacional de la misma, pero no
podemos desconocer que su experiencia de Fe enmarca perfectamente en la postura
atemporal tanto de género como de Relación Hombre-Mujer, será desde esta
perspectiva como centraremos nuestra posición Mariológica, solo abordada en
los primeros Concilios de la Iglesia por Fe y no (Data opera). Al
final indicaremos algunas pautas Bibliográficas de consulta pertinentes. El
Credo de Nicea que proclamamos cada Domingo en la Eucaristía da cuenta de ello,
“Se Encarnó de María la Virgen, y se hizo Hombre” (L.O.C. 281).Una vez más el
Símbolo da paso al Corazón en la interpretación de la Fe, ordenada por la
disciplina Eclesial (Pathos).
Solo con el deseo de establecer
concordancias con los Textos Sagrados entorno al Anuncio y Maternidad tanto
Humana como Divina de María, cito a continuación para nuestra personal
reflexión un esquema de Anuncio y Gratuidad que contextualiza a la Virgen Madre
en el ámbito de las Tradiciones de su Pueblo y Cosmovisión de Fe…
CONCORDANCIAS: (Sof 3:14-17)… “Lanza gritos de gozo, hija de Sión, lanza
clamores Israel… Hija de Jerusalén”, se traduce en el cumplimiento de la
Promesa, podemos asociarla con (Is 12,6 y 54,1) o (Jr. 32,41). Paralelo es (Lc
1:28- 33).
El saludo de Isabel (Lc 1:43-53 antecedente en Lc 1:42), podemos
encontrarlo en consonancia Escrituristica (2 Sam 6: 9-11) si buscamos una
figura que encarna atributos y cualidades personificando la Identidad de un
Pueblo (Rasgos Antropológicos) (Jdt 13: 18-19). Solo para citar algunos y
facilitar nuestra contextualización del Anuncio y Maternidad de María, buscando
que ningún rasgo particular desvié nuestra atención sobre la primicia de Jesús
y su Ethos femenino…
Consulta: Cf M. AUBERT, la mujer. Antifeminismo y cristianismo, Herder,
Barcelona 1976.
P. EVDOKIMOV, La mujer y la salvación del mundo, Ariel, Barcelona 1970.
L. BOFF, O sacerdocio da mulher e suas posibilidades en Eclesiogenese,
Petropolis 1977.
K. RAHNER, María Madre del Señor, Herder, Barcelona, 1967.
R. BULTMANN,
Kerygma und Mythos I, 22.
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