”Ablución
de agua con la palabra, quita el agua y ya no hay Bautismo” (Comentario de San
Agustín al Evangelio de San Juan 15,4). Tal afirmación es clave en la futura
visión Eclesial sobre la relación de los elementos que confeccionan el
Sacramento, y que apropósito del Evangelio Dominical nos ofrece la Liturgia. Si
abordamos la Comunión Eclesial, y esta en consonancia con los Sujetos de la
misma, es posible adentrarnos en un sentir o mejor atributo sustancial de la
Comunión. (Bautismo como figura de la nueva y definitiva Comunión).
Recordemos
que los Padres, siempre vieron en el Bautismo de Juan, una Prefigura del
Sacramento de iniciación cristiana, que sin duda estaba cargado de novedad para
su época, teniendo presente que la afirmación Judía: “Somos descendientes de
Abraham” sugiere que este vinculo era esencialmente y por Antonomasia la misma
Comunión o relación del Pueblo con su Pasado, Presente y Futuro, en proyección
divina, es decir, hacia Dios.(Otros factores como la Tierra prometida)
configuraron su Cosmovisión. La
respuesta de Jesús ante la afirmación de los Judíos, no fue menos contundente:
“Porque les aseguro que Dios puede convertir estas piedras en descendientes de
Abraham” (3,8).Cristo propone una nueva forma de vivir la Comunión o relación
necesaria para la Salvación, y es, como propuesta que “intima su Voluntad y
obra salvífica” en cada Ser Humano. Estamos ante las bases y fundamento de la
Inhabitacion de Dios en nosotros, haciéndose Causa y Consecuencia de Salvación
y fuente de Gracia en la cruz, (Materia y Forma de nuestra Salvación). Lucas
3:7-18.
El
diálogo con Nicodemo, pone de manifiesto el afianzamiento de los Atributos de
esta nueva forma de vivir la experiencia de la Gracia en el Ser Humano: “Te
aseguro que el que no nace del Agua y del Espíritu, no puede entrar en el Reino
de Dios”… (Jn 3,5) Una Ablución espiritual que se manifiesta en el llamado de
Dios a ser sus hijos, cuyos elementos naturales como el Agua se convierte en
Prefigura de la Sangre de Cristo. El volver a nacer manifestado por Nicodemo es
comprensible desde una visión meramente natural de la necesaria y vital
relación Dios-Hombre. El Agua asume el poder reparador y purificador de Dios en
el Ser Humano y el Espíritu se une a la Palabra como la manifestación de Dios
en y para el ser Humano, Palabra que opera el cambio o Deificación en quien la
escucha y la vive como fuente especialísima de revelación salvífica de Dios
(Agustín de Hipona le atribuye gran importancia a la Palabra en la germinación
de la Salvación del Genero humano). Es oportuno señalar el mandato de Cristo a
sus Discípulos en referencia al Bautismo (Pablo pone en el mismo nivel Comunión
Eclesial y Bautismo superando la visión de su Época al determinar la figura de
Consagrado o Consagrada a Dios, como elemento vital en la configuración de la
condición del Bautizado) Mateo 28,19 y paralelos.
Su
carácter supone no solo la figura de la Salvación sino y sobre todo, el modelo
de vivir la experiencia trascendente de la fe, algo así como la nueva
configuración del bautizado (camino de fe y Conversión personal) uno de los
Dones que vive en el Bautizado y que es Signo fehaciente de la aceptación al
llamado de Dios y la transformación del Entorno o “Soma” vital del Cristiano.
Ser nueva Criatura supone la vivencia del Orden relacional tal y como lo
vivimos en la Iglesia, y cuyo Eje vital es asumido por la Gracia que vivifica
la vida y obra del “Amigo” de Cristo… Nicodemo nos facilita esta aproximación Y
como puede uno nacer cuando es viejo? (3,4). La Economía de Salvación Personal,
no supone un simple y concreto gesto de Dios en nuestra vida, llega más allá,
se desarrolla como experiencia de la Gracia y la decisión constante de
aceptarle y configurarnos con Él, nuestra Naturaleza pide la plenitud (visión
Paulina de la Salvación) muy cercano a la Recapitulación de Ireneo, es como
asegurar que la creación misma entra en el propósito y razón de nuestra
salvación o desde una visión más positiva, supone no solo la Conciencia de la
Persona Humana “consciente de su propia existencia” sino también, de su
relación necesaria con la vida y esta en todas sus formas ( el No ser o estar Solos, ratifica la
vocación Eclesial y comunitaria del Ser Humano proclive a la Salvación y a la
vivencia de la Comunión). La Salvación que nace y se transforma en Totalizan
te, no es entendida como una constante Creación que busca su propia perfección
sino como lo que es y comprendemos, la Presencia de Dios en su Obra y la
potencializacion de la misma en términos de transformación Esencial, que puede
sonar paradójico para algunos, al no alterar la naturaleza o forma de ser y
existir del Ser Humano, retomamos el Agua como la visibilizacion de la
necesaria presencia de Dios en el Hombre y la Palabra como elemento
determinante a la hora de la aceptación Personal y eclesial de la propia y
compartida Salvación…
Nuestra
Síntesis teológica, contenida en la catequesis, debe “desvestir” su instrucción
Bautismal de todo aquello que le roba relación con la Comunión y sobre todo,
cuando al orientarla el catequista o clérigo de turno la ve como un simple
elemento de formación y no como es: Fuente, Vinculo y Esencia de la Comunión
eclesial a la que está llamado el Bautizado. Santificar y Comunicar se mueven
en la misma dirección, la Salvación del Bautizado en el seno de la Iglesia
arropado por la Comunión (la Iglesia Suple, en su sentir y vivir la relación
con su Señor). Sin duda “creemos en el Evangelio porque Ella, la Iglesia como
Madre nos lo enseñó” San Agustín. Como reflexión nos queda que antes de
difundir el Mensaje tanto Cultico, como Escrituristico y Doctrinal, nosotros
debemos estar seguros y consientes de su múltiple y complementaria relación.
Muchas veces los medios empleados para catequizar y Anunciar son modelos que
resaltan más al Ser Humano que a Dios mismo es lo mismo que decir “Al servicio
de intereses personales”… Para concluir
diremos que Bautismo es fuente de Comunión Eclesial.
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