lunes, 27 de mayo de 2013


EN HONOR DE LA DIVINA PROVIDENCIA…Estación después de pentecostés.

Justo después del tiempo de Pascua, nos preparamos para introducir nuestra experiencia de Fe en estas estaciones que son el Tiempo más extenso de la Liturgia antecediendo a Adviento… “Concede oh Señor, que el curso de este mundo sea gobernado pacíficamente por tu Providencia…” (Propio 3, pág. 144). 

Nuestra Cosmovisión nos ubica en el ámbito de las relaciones necesarias para nuestra existencia en las Facetas mismas en las que nos desempeñamos siempre rescatando nuestra “Actitud Orante” que nos lleva a vivir continuamente la maravillosa relación de los “Hijos de Dios” que claman y Dios “les concede todo a su tiempo”… Citamos en (Gn 22, 8) las palabras de Abraham “Dios proveerá”, aclamación que resume la visión de este Patriarca, frente a su respuesta también la ratificación del “Dios que Provee”  este Tiempo privilegiado nos permite vivir la cotidianidad Providente de Dios que cuida de nosotros en una maravillosa relación amorosa que Justifica continuamente su Obra y la Creación entera…  ”Sabemos, además, que los que aman a Dios, todas las cosas los  ayudan a bien” (Rm 8,28) Y también… “Vano es madrugar y acostarse tarde, vano es también comer pan del trabajo; pues a su amado le da el sueño” (Salmo 127,3).

 La Teonomia nos enseña que Dios está dispuesto en cada ocasión que se nos presenta pero sobre todo, que la Cotidianidad expresa nuestra dimensión de Fe que irradia nuestro Entorno o “Soma” recordando las palabras de Jesús quien expresa esta relación vital con figuras determinadas por la necesidad y vinculo amoroso, solo por señalar la actitud del propio Jesús  al emplear el símil de la Relación Padre-Hijo, Gallinita- Pollitos, para indicarnos la Intima y esencial dependencia fruto del Amor… “Nuestra alma espera en el Señor; nuestra ayuda y nuestro escudo es él” (Salmo 33,20). Y también en el (Salmo 34,15) “Los ojos del Señor están sobre los justos, y atentos sus oídos a su clamor” de esta aproximación Bíblica qué podría quedar para nosotros en el ámbito de nuestra Oración personal y comunitaria.

Quiero relacionar esta reflexión con el Texto Luquiano, que nos habla sobre la Providencia de Dios y que Lucas  une a la experiencia de la Ofrenda que se convierte en principio de Retribución, la comparación es Sublimada a partir de la experiencia de quien vive de cara a Dios en una permanente Disposición y actitud dialogante con su Señor y Proveedor:”No os angustiéis por vuestra vida, que comeréis ni por el cuerpo con que lo vestiréis, la vida es más que la comida y el cuerpo más que el vestido”. Lucas no solo considera vital la Ofrenda en su vida sino que nos muestra la relación indisoluble que vincula al Ser Humano en toda su complejidad y riqueza, al suponer que el Alma está por encima de todas las consideraciones de la supervivencia material (Lc 12: 22-23). Le queda a cada uno de nosotros, la necesidad de considerar nuestras experiencias de vida como un continuo tributo al Dios que cosecha en los suyos y para los que ama.

Estamos iniciando una Estación Litúrgica bien interesante en orden a vivir en el Día a Día esta magnífica oportunidad de  “recolectar” los Dones y Frutos de la cosecha Divina que  se hace bien abundante en nuestras Congregaciones, Hogares y ocupaciones dando sentido a nuestro “caminar productivo” la Providencia se manifiesta en la conciencia plena que el Cristiano desarrolla a la par con su vida. En el plano Eclesial nos permite comprometernos con la explicitación de esta providencia, que nos invita a compartir de lo que el Padre Dios nos da para la Edificación de nuestro “Mundo” nuestra Mayordomía es claro ejemplo de ello.

La Divina Providencia no sustituye nuestra responsabilidad y compromiso con la vida y esta explicitada en casa y Familia, es sin duda un poderoso aliciente para Edificar de cara a Dios y al Colectivo Social en el que actuamos, es sin duda, un principio de Retribución  para nuestra existencia (Cof: Lc 12,22s).

“Dios todopoderoso, te damos gracias porque has hecho que la tierra sea fructífera y produzca lo necesario para la vida: Bendice a los que labran la tierra; danos un clima apacible; y concede que compartamos sus frutos regocijándonos en tu bondad; por Jesucristo nuestro Señor. Amén (L.O.C. Pág. 714).  

EN HONOR DE LA DIVINA PROVIDENCIA.

 

 

 

 

 

  

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