CUARTO
DOMINGO DESPUÉS DE EPIFANÍA. Año B. Deuteronomio capítulo 18 versículos 15-20. Salmo
111. 1 Corintios capítulo 8 versículos 1-13. Marcos capítulo 1 versículos
21-28.
El Texto Sagrado de
Tradición (Dt) nos propone un
contenido relativo a dos acontecimientos fundamentales en la evolución social
de Israel y todo ello propiciado por el pueblo en sus distintas inquietudes, Moisés
es el interlocutor, el que ha hablado con Dios y ante su Majestad teme
perder la vida, muestra aquí el autor, la concepción de sacralidad que tenía el
pueblo sobre el mensaje recibido. La necesidad de un orden jerárquico que más
tarde se convertirá en monarquía, y en segundo lugar la institución profética
de Israel que el propio Moisés atribuye a Yahveh (Tradición Yavista). El escenario de tal acontecimiento es el mítico
monte Horeb.
La realidad de esta relación
es producto de la madurez de un pueblo que ven la necesidad de superar su
estado inicial de Clan o nómadas (gitanos)
para convertirse en un pueblo con un
estatuto religioso y político, dando en su estructura espacio para la concepción
del Dios amoroso y liberador. El estar desposeídos
plantea el reto de la construcción de un modelo social y cultural a estas
alturas permeado por las naciones vecinas.
La trascendencia de Dios
es tal que se hace imposible hablarle cara a cara y el pueblo ve en los
profetas y sus modelos religiosos la viabilidad de no perder contacto con la trascendencia.
Este contacto es vital en la construcción inicial de la Identidad Nacional… La ley recibida se transformará en la conexión
con dicha trascendencia y toda la vida cultica judía se enfocará en dicha
presencia de Dios y su reconocimiento, teniendo presente que es en todo el Otro (subsistente por antonomasia)
frente a nosotros. Moisés definirá el comienzo de la profecía
y como se comunica tanto con Dios como con el pueblo, es un principio teocrático
que más tarde perderá Israel y propiciara en la lectura de su historia las
deportaciones o Diáspora. Los acontecimientos desde la profecía tendrán otro
matiz, se hablará de la fidelidad, la infidelidad, el retorno del Resto, la aparición
del Germen de Yahveh y todos los signos de la presencia de Dios a partir de la conversión
del pueblo.
El Salmo 111, nos muestra de
una manera ordenada los acontecimientos que le permiten a su autor ubicarnos en
el camino del Dios providente, es Yahveh el Dios justo que cuida de su pueblo,
es un Pastor y un Germen, es el guardián y el protector amoroso, es el
resultado de la concepción idílica de la relación con el Dios vivo. Este Salmo nos ubica en un pensamiento teonomo, es decir, que guiara en orden a la misericordia de Dios y su poder
para cuidar de los suyos, lo que hace innecesario el pensar en otros dioses. El justo está llamado a meditar y vivir en
su ser tanto religioso como cultural la presencia de Dios y su Gracia, sin ella
simplemente es producto del medio y nada más.
El
Apóstol Pablo, atiende un requerimiento muy probablemente
de toda esta comunidad (Corinto) de
Fe en Cristo, y es precisamente, lo relacionado con los “ídolos” recordemos que durante los años de la monarquía en Israel los ídolos y sus altares
(montes y bosques) no fueron
erradicados totalmente y ese pecado les acompañó siempre. La liturgia estaba en
desarrollo y el indiferentismo parece que hizo daño en estas comunidades de
creyentes. Por lo general en estas grandes ciudades los cultos a las deidades
griegas y romanas eran de índole cívico, es decir, eran grandes fiestas a
manera de ferias donde todos participaban. Lo sacrificado muchas veces era
distribuido, y sin duda, algunos cristianos aceptaban la carne y otros
alimentos lo que generó polémica, eso lo comprendemos por las palabras de
Pablo, la respuesta se ajusta a la percepción de Fe y a la necesidad del
testimonio reparador de tales comportamientos. Recordemos también que el culto
no solo se rendía a ídolos también a personas importantes, eso se desprende del
versículo (5) “Pues aun cuando se les dé el nombre de dioses, bien en el cielo bien
en la tierra, de forma que hay multitud de dioses y señores”.
El creyente bautizado
solo reconoce a Dios en su manifestación trinitaria, y no en otras expresiones
ajenas a nuestros fundamentos de Fe, Pablo se ve en la necesidad de clarificar
y corregir estos comportamientos que sin duda se contextualizan en el conocimiento
de nuestra propia Fe. Parece que aun hoy sobreviven prácticas que no son
cristianas y no obstante muchos bautizados las mantienen.
El
evangelista Marcos, nos
presenta en este evangelio la presencia de
los “espíritus inmundos” termino judío por excelencia para designar lo contrario al pureza moral y ritual de los judíos que
era indispensable para el servicio en la Sinagoga. Este medio es propicio para
manifestar el poder mesiánico y las implicaciones del mismo en la sique
colectiva. El Secreto Mesiánico argumentado
es necesario para comprender que solo es conocido por quienes viven una relación
de intimidad y profunda espiritualidad con el Señor, no se trata de un
conocimiento intelectual (Intelectivo)
sino de una autentica relación donde Cristo se convierte en nuestra absoluta
centralidad… Es indispensable que el
creyente comprenda que solo el amor potencia esta relación y que la autoridad del
Señor se manifiesta libremente, particularmente en quienes le aman verdaderamente.
El mal se alimenta de la pérdida
de identidad y propicia todo tipo de esclavitud que aliena la condición del
bautizado, pero cuando este reconoce en Cristo a su Señor y Salvador no existe
poder que pueda separarle de Él. La Autoridad que los judíos reconocían en
Cristo era precisamente la manifestación de todo lo anterior. La posesión
descrita sirve de marco perfecto para anunciar el nuevo contenido de la relación
salvífica inaugurada en el advenimiento del Mesías. Esta relación se fundamenta
en la santidad de Dios y nada que pretenda relacionarse con Dios que no sea
santo lo podrá hacer, es un llamado a asegurar la necesidad esencial de esta relación
con miras a la liberación total de la condición humana.
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