miércoles, 24 de enero de 2018

CUARTO DOMINGO DESPUÉS DE EPIFANÍA...

CUARTO DOMINGO DESPUÉS DE EPIFANÍA. Año B. Deuteronomio capítulo 18 versículos 15-20. Salmo 111. 1 Corintios capítulo 8 versículos 1-13. Marcos capítulo 1 versículos 21-28.



El Texto Sagrado de Tradición (Dt) nos propone un contenido relativo a dos acontecimientos fundamentales en la evolución social de Israel y todo ello propiciado por el pueblo en sus distintas inquietudes, Moisés es el interlocutor, el que ha hablado con Dios  y ante su Majestad teme perder la vida, muestra aquí el autor, la concepción de sacralidad que tenía el pueblo sobre el mensaje recibido. La necesidad de un orden jerárquico que más tarde se convertirá en monarquía, y en segundo lugar la institución profética de Israel que el propio Moisés atribuye a Yahveh (Tradición Yavista). El escenario de tal acontecimiento es el mítico monte Horeb.

La realidad de esta relación es producto de la madurez de un pueblo que ven la necesidad de superar su estado inicial de Clan o nómadas (gitanos)  para convertirse en un pueblo con un estatuto religioso y político, dando en su estructura espacio para la concepción del Dios amoroso y liberador.  El estar desposeídos plantea el reto de la construcción de un modelo social y cultural a estas alturas permeado por las naciones vecinas.

La trascendencia de Dios es tal que se hace imposible hablarle cara a cara y el pueblo ve en los profetas y sus modelos religiosos la viabilidad de no perder contacto con la trascendencia. Este contacto es vital en la construcción inicial de la Identidad Nacional… La ley recibida se transformará en la conexión con dicha trascendencia y toda la vida cultica judía se enfocará en dicha presencia de Dios y su reconocimiento, teniendo presente que es en todo el Otro (subsistente por antonomasia)  frente  a  nosotros. Moisés definirá el comienzo de la profecía y como se comunica tanto con Dios como con el pueblo, es un principio teocrático que más tarde perderá Israel y propiciara en la lectura de su historia las deportaciones o Diáspora.  Los acontecimientos desde la profecía tendrán otro matiz, se hablará de la fidelidad, la infidelidad, el retorno del Resto, la aparición del Germen de Yahveh y todos los signos de la presencia de Dios a partir de la conversión del pueblo.  
El Salmo 111,  nos muestra de una manera ordenada los acontecimientos que le permiten a su autor ubicarnos en el camino del Dios providente, es Yahveh el Dios justo que cuida de su pueblo, es un Pastor y un Germen, es el guardián y el protector amoroso, es el resultado de la concepción idílica de la relación con el Dios vivo.  Este Salmo nos ubica en un pensamiento teonomo, es decir, que guiara  en orden a la misericordia de Dios y su poder para cuidar de los suyos, lo que hace innecesario el pensar en otros dioses. El justo está llamado a meditar y vivir en su ser tanto religioso como cultural la presencia de Dios y su Gracia, sin ella simplemente es producto del medio y nada más.

El Apóstol Pablo, atiende un requerimiento muy probablemente de toda esta comunidad (Corinto) de Fe en Cristo, y es precisamente, lo relacionado con los “ídolos” recordemos que durante los años de la  monarquía en Israel los ídolos y sus altares (montes y bosques) no fueron erradicados totalmente y ese pecado les acompañó siempre. La liturgia estaba en desarrollo y el indiferentismo parece que hizo daño en estas comunidades de creyentes. Por lo general en estas grandes ciudades los cultos a las deidades griegas y romanas eran de índole cívico, es decir, eran grandes fiestas a manera de ferias donde todos participaban. Lo sacrificado muchas veces era distribuido, y sin duda, algunos cristianos aceptaban la carne y otros alimentos lo que generó polémica, eso lo comprendemos por las palabras de Pablo, la respuesta se ajusta a la percepción de Fe y a la necesidad del testimonio reparador de tales comportamientos. Recordemos también que el culto no solo se rendía a ídolos también a personas importantes, eso se desprende del versículo (5) “Pues aun cuando se les dé el nombre de dioses, bien en el cielo bien en la tierra, de forma que hay multitud de dioses y señores”.

El creyente bautizado solo reconoce a Dios en su manifestación trinitaria, y no en otras expresiones ajenas a nuestros fundamentos de Fe, Pablo se ve en la necesidad de clarificar y corregir estos comportamientos que sin duda se contextualizan en el conocimiento de nuestra propia Fe. Parece que aun hoy sobreviven prácticas que no son cristianas y no obstante muchos bautizados las mantienen.
El evangelista Marcos,  nos presenta en este evangelio  la presencia de los “espíritus inmundos” termino judío por excelencia para designar lo contrario  al pureza moral y ritual de los judíos que era indispensable para el servicio en la Sinagoga. Este medio es propicio para manifestar el poder mesiánico y las implicaciones del mismo en la sique colectiva. El Secreto Mesiánico argumentado es necesario para comprender que solo es conocido por quienes viven una relación de intimidad y profunda espiritualidad con el Señor, no se trata de un conocimiento intelectual (Intelectivo) sino de una autentica relación donde Cristo se convierte en nuestra absoluta centralidad… Es indispensable que el creyente comprenda que solo el amor potencia esta relación y que la autoridad del Señor se manifiesta libremente, particularmente en quienes le aman verdaderamente.


El mal se alimenta de la pérdida de identidad y propicia todo tipo de esclavitud que aliena la condición del bautizado, pero cuando este reconoce en Cristo a su Señor y Salvador no existe poder que pueda separarle de Él. La Autoridad que los judíos reconocían en Cristo era precisamente la manifestación de todo lo anterior. La posesión descrita sirve de marco perfecto para anunciar el nuevo contenido de la relación salvífica inaugurada en el advenimiento del Mesías. Esta relación se fundamenta en la santidad de Dios y nada que pretenda relacionarse con Dios que no sea santo lo podrá hacer, es un llamado a asegurar la necesidad esencial de esta relación con miras a la liberación total de la condición humana. 

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