viernes, 8 de septiembre de 2017

TEOLOGÍA DEL BAUTISMO. LO QUE IMPRIME CARACTER...

TEOLOGÍA  DEL  BAUTISMO,  LA  CONFIRMACIÓN  Y  EL  ORDEN.


INTRODUCCIÓN.



Desde siempre en la Tradición y el Magisterio de la Iglesia (nosotros en ella)  hemos visto la presencia de lo que imprime carácter, que se convierte en una huella y marca indeleble desde la percepción de la Fe y su relación con lo sobrenatural. El carácter produce en lenguaje popular cambios cualitativos y definitivos en la persona que lo experimenta, esta especie de transformación se hace a nivel sobrenatural. Si desambiguamos este término en Psicología diremos: Conjunto de peculiaridades o cualidades únicas en el ser humano que son estables que en gran medida dependen de las condiciones y actividades de la persona y que a la hora de actuar se manifiestan independientemente de otras personas y situaciones en ellas similares. En la filosofía corresponderá a los comportamientos  que una persona aprende o adquiere  en su existencia y que dan la especificidad necesaria a los individuos en su modo de ser como tal. Sin duda un requisito para el ejercicio de la personalidad. Redondeamos estas definiciones: Conjunto de rasgos psíquicos estables del hombre, que dependen de sus peculiaridades genéticas y se realizan en conexión con las condiciones de vida y bajo la influencia de las mismas. Conociendo el carácter, es posible prever cómo se portará el hombre en unas u otras circunstancias y, por consiguiente, orientar la conducta, formando en el individuo cualidades socialmente valiosas. El carácter se manifiesta en la actitud del hombre hacia sí mismo, hacia otros hombres, hacia la tarea que tiene encomendada, hacia las cosas. El carácter se expresa en toda su plenitud en la práctica socio-laboral y en el sistema de actos, dejando su impronta en toda la conducta del hombre. El carácter tiene una naturaleza socio-psicológica, es decir, depende de la mundi-videncia del individuo, de sus conocimientos y experiencia, de los principios morales que ha hecho suyos, de la dirección por parte de otros hombres y de la interacción con ellos. Dejando a un lado las definiciones anteriores nos adentramos en la exposición de nuestra reflexión teológica sobre los sacramentos que Imprimen Carácter en la vida de los creyentes. No podemos olvidar que el carácter no solo corresponde a la dinámica  en la que se reciben los dones por medio de la Liturgia que es en últimas quien da sentido a los ritos celebrados. Los PP. De la Iglesia definieron especialmente la presencia de tres acciones litúrgicas o sacramentos para asegurar el carácter de su huella indeleble y particularmente nos referimos al Bautismo, la Confirmación y el Orden (tres grados ministeriales) luego si la Confirmación es portadora del carácter de lo indeleble luego es más que una acción o rito pastoral en la vida de la Iglesia y su Tradición. El Hiponense habla del carácter de irrepetibles del Bautismo, La Confirmación y el Orden. Los sacramentos mencionados reemplazaron al antiguo orden y a los dones naturales como tal.  Ellos hacen presencia en la Economía de Salvación  (Hugo de San Víctor, Siglo XII). Los sacramentos son signo de la Gracia de Dios y forma visible de los dones y bienes invisibles, es imagen y causa (Pedro Lombardo Siglo XII). El sacramento es signo de una realidad espiritual en cuanto santifica a la persona humana (Tomás de Aquino Siglo XIII). Los sacramentos son vistos como signos de la nueva alianza operada por Cristo en su Iglesia.

CONSIDERACIONES  SOBRE LA GRACIA PRESENTE EN LOS SACRAMENTOS.

“La Palabra de Dios, es imprescindible en la confección sacramental”.

La Gracia se hace presente en los sacramentos y por medio de ella el creyente construye paulatinamente su vida espiritual con el resucitado, es decir, que como Iglesia histórica le concedemos absoluta importancia y valor a la vida sacramental y los consideramos parte activa de los Medios de la Gracia. La Gracia se manifiesta atemporal en la vida y existencia temporal de cada creyente. Es ella la que dibuja en cada uno de nosotros la “ruta de la salvación” generando una transformación cualitativa en nuestras vidas. Quien vive la Gracia no vuelve a ser el mismo su presencia le transforma en orden a la futura plenitud de su condición redimida. La Gracia es la absoluta y amorosa oferta de la vida de Dios en nosotros. Solo recibiendo la Gracia podemos experimentar que Dios actua en cada uno de nosotros y lo importante de esta percepción es la configuración de la vida espiritual que aflora haciendo del bautizado un creyente justo y proclive a la Bondad de su existencia. La Causa Formal de la Gracia en la Iglesia es el Dios Espíritu Santo. Mientras que el bautizado en la Iglesia se constituye Causa material de la Gracia salvífica… La Gracia transforma la conciencia de quien la recibe aflorando la necesidad del perdón como de la auténtica conversión, recordemos que no se mueve uno solo de nuestros cabellos si Dios no lo quiere, pues la Gracia es esa Voluntad amorosa de Dios para nuestra propia salvación. La Gracia opera en nosotros sin importar nuestra perfección espiritual o la bondad del ministro que confecciona el sacramento.  

“Ex opere operato significa que si la naturaleza comunicativa de los sacramentos cristianos se reconoce, un sacramento realiza correctamente sirve para transmitir la gracia de Dios, independientemente de la fe o el carácter moral del celebrante o los destinatarios. Su valor surge de su institución divina, "en el trabajo ya realizado" (del latín Ex opere operato), en los que participa el sacramento. La posición contraria ha sido mantenida por algunos - que el valor del sacramento no depende de alguna manera en los que celebran y reciben. Ex opere operantis (de la labor que se realiza)”. La postura que deja en manos del ministro la eficacia de la Gracia fue condenada en tiempos del Hiponense en cabeza del donatismo (Donato Obispo de Cartago, provincia romana de la Númidia año 311). En cuanto a esta herejía nace precisamente por la forma relajada de la Iglesia en estas épocas y en respuesta a sus excesos.   Lo importante es dejar en claro que la acción de la Gracia es independiente de la naturaleza tanto del clérigo como del creyente. Los sacramentos y con ellos la Gracia son la manifestación de la Voluntad salvífica de Dios Trinidad y las relaciones de la SS: Trinidad se manifiestan en ellos y en el bautizado. Todas estas significaciones de la unción con aceite se encuentran en la vida sacramental. La unción antes del Bautismo con el óleo de los catecúmenos significa purificación y fortaleza; la unción de los enfermos expresa curación y consuelo. La unción del santo crisma después del Bautismo, en la Confirmación y en la Ordenación, es el signo de una consagración. Por la Confirmación, los cristianos, es decir, los que son ungidos, participan más plenamente en la misión de Jesucristo y en la plenitud del Espíritu Santo que éste posee, a fin de que toda su vida desprenda “el buen olor de Cristo” (2 Cor 2:15).
Por medio de esta unción, el confirmando recibe “la marca”, el sello del Espíritu Santo. El sello es el símbolo de la persona (Gen 38:18; CC 8:9), signo de su autoridad (Gen 41:42), de su propiedad sobre un objeto (Deut 32:34) —por eso se marcaba a los soldados con el sello de su jefe y a los esclavos con el de su señor—; autentifica un acto jurídico (1 Re 21:8) o un documento (Jer 32:10) y lo hace, si es preciso, secreto (Is 29:11) (CEC nº 1295).
Cristo mismo se declara marcado con el sello de su Padre (Jn 6:27). El cristiano también está marcado con un sello: “Y es Dios el que nos conforta juntamente con vosotros en Cristo y el que nos ungió, y el que nos marcó con su sello y nos dio en arras el Espíritu en nuestros corazones” (2 Cor 1:22). Este sello del Espíritu Santo, marca la pertenencia total a Cristo, la puesta a su servicio para siempre, pero indica también la promesa de la protección divina en la gran prueba escatológica ( Ap 7:2-3; 9:4; Ez 9:4-6) (CEC 1296).e la obra de la Evangelización y Misión de la Iglesia rinda sus frutos. Ningún rito sacramental puede ser modificado o manipulado a voluntad del ministro o de la comunidad. Incluso la suprema autoridad de la Iglesia no puede cambiar la liturgia a su arbitrio, sino solamente en virtud del servicio de la fe y en el respeto religioso al misterio de la liturgia.

La Iglesia afirma que para los creyentes los sacramentos de la Nueva Alianza. Son necesarios para la salvación. La “Gracia sacramental” es la Gracia del Espíritu Santo dada por Cristo y propia de cada sacramento. El Espíritu cura y transforma a los que lo reciben conformándolos con el Hijo de Dios. El fruto de la vida sacramental consiste en que el Espíritu de adopción deifica (cf: 2 Pedro capítulo 1 versículo 4) a los fieles uniéndolos vitalmente al Hijo único, el Salvador… La Gracia resume en el sacramento lo que pasó en la Cruz y anuncia la resurrección de Cristo en la vida del Episcopal que los recibe.

·         La Gracia Habitual
·         La Gracia Santificante
·         La Gracia presencia histórica de Dios en el bautizado
·         La Gracia razón de ser de la vida sacramental
·         La Gracia signo de Fe
·         La Gracia signo de Esperanza
·         La Gracia signo de Caridad
·         La Gracia signo de perdón
·         La Gracia fuente de redención
·         La Gracia presencia Trinitaria (Inhabitación)
·         La Gracia Fruición del amor de Dios
·         La Gracia posesión de bienes eternos
·         La Gracia santifica bienes mudables
·         La Gracia presencia escatológica en el bautizado
·         Los medios o fuente de Gracia
·         La Gracia para ser hijos de Dios
·         La Gracia en la Cruz
·         La Gracia en la Santísima Sangre de Jesús derramada en la Cruz
·         La Gracia revelada en las Sagradas Escrituras
·         La Gracia que se comunica personalmente aunque el bautizado lo refleje en el encuentro diario.
·         La Gracia como acción permanente de Dios Trinidad en la persona humana confirmando así su infinita Voluntad salvífica.
·         La Gracia como poder de Dios en la vida y obra de los bautizados.
·         La Gracia como movimiento de las voluntades de Dios, el ser humano y la Iglesia.
·         La Gracia de Cristo es vida previamente asumida por el creyente en la vida sacramental
·         La Gracia es la potencia que florece en cada uno de nosotros con una finalidad específica, la salvación y la construcción del Aquí y Ahora del bautizado.
·         La Gracia en la vida de cada cristiano es directamente responsable
·         La Gracia de Cristo se mantiene activa  en la vida de los miembros de la Iglesia y esta relación que se expresa en todos los componentes de la vida eclesial y particularmente en el encuentro fraterno de la Eucaristía y los demás  sacramentos
Son algunas de las consideraciones sobre la presencia de la Gracia en la vida de los bautizados.

VISIÓN  HISTORICA  DEL  SACRAMENTO  DE  INICIACIÓN  CRISTIANA.

Es sin duda alguna el Sacramento mayor por antonomasia. El Bautismo es asumido en la Tradición por los PP. De la Iglesia a partir de las apreciaciones  del Evangelio y la doctrina de Pablo. Para la delimitación conceptual ciaremos algunos de los términos empleados:

·         Baño de regeneración
·         Nuevo nacimiento
·         Consagrados a Cristo
·         Baño de purificación
·         Nueva condición
·         Hijos de Dios
·         Miembros de su Iglesia
·         Discípulos de Cristo
·         Herederos de la promesa.

Los términos desde la perspectiva primitiva (Iglesia) nos dejan percibir la inquietud sobre la plena significación de los términos y la diferencia frente a otros ritos frente tanto en la cultura religiosa hebrea como en los pueblos vecinos, incluso donde los cultos eran públicos y se celebraban la dedicación a una deidad que protegía a sus habitantes. No olvidemos las ciudades estado del mundo griego. El santo bautismo  como sacramento vive inmediatamente en la conciencia de los judíos conversos y en los que tenían contacto con este rito. Sobre esta percepción que se extiende a los PP. De la Iglesia de otras épocas no lejanas a la institución del sacramento como rito y compuesto por una liturgia citaremos a:
Pastor de Hermas (Obispo de Roma). Ellos tenían que salir a través del agua para que pudieran recibir la vida, porque de otro modo no habrían podido entrar en el reino de Dios. Y en otro lugar dice: Aquellos que no han llevado el sello del Bautismo, su gusano no morirá y el fuego no se extinguirá.
San Justino (155). Sino renaciereis no entrareis al reino de los cielos. La razón la aprendimos de los apóstoles.
Teófilo (181).  Los hombres en el futuro recibirán el arrepentimiento y el perdón de los pecados a través del agua y del baño de regeneración.
Tertuliano (203). Nadie puede alcanzar la salvación sin el Bautismo.
Gregorio de Niza (380).  El Bautismo por el que tenemos su sello.
Gregorio de Elvira (360). La diversidad de la multitud de los pueblos son reunidos del mar del mundo, a través  del agua del Bautismo.
San Efraín (366). En esta misma SS. Trinidad la Iglesia bautiza hacia la eternidad.
Dámaso (Obispo de Roma). Esta es la salvación de los cristianos: creer en la Trinidad y ser bautizados en ella, Padre, Hijo y Espíritu Santo.
San Ambrosio (387). Nadie asciende al reino de los cielos sino por el sacramento del Bautismo.
En esta lista de aportes y definiciones que están acompañados de la experiencia de la Iglesia durante sus primeros V siglos acudimos a una definición clásica del Hiponense que zanja sobre la discusión de la imperativa necesidad del “agua” en la confección del sacramento “Sin ablución (agua) y Palabra no hay sacramento del Bautismo y sin Palabra pero con ablución tampoco hay sacramento del Bautismo”. La importancia es tal que fijo uno de los precedentes ya establecidos pero sometidos a discusión y desaprobación por muchos sectores de la Iglesia, que posteriormente se nutrió de las enseñanzas definitorias del Hiponense para fundamentar la metafísica de la confección sacramental en los enunciados de la misma, me refiero a:

·         Materia
·         Forma
·         Ministro.

La tradición  de nuestra catolicidad no es ajena a esta realidad sacramental y mucho menos a su teología como tal.  El sacramento del Bautismo es el sacramento de la Iniciación de la vida cristina, es la puerta de entrada en la vida de lo eclesial y sus responsabilidades son en esencia lo que sus derechos. Los bautizados son una realidad distinta a la que propone el mundo y su hostilidad, estamos llamados a vivir los compromisos esenciales de nuestro Pacto Bautismal que en la Iglesia son  el fundamento de nuestra respuesta en el mundo tanto físico como espiritual. Nuestro Pacto abre el espectro de lo divino en la praxis y su cotidianidad. Por medio del Credo Niceno (L.O.C pág. 224 y ss) ratificamos la Fe trinitaria y la autoridad eclesial sobre el Colectivo de los creyentes que solo se llega por medio del Bautismo, sin desconocer la bondad natural en las personas aún las no bautizadas (Constantinopla I 381).

Pacto Bautismal.

“Creo en un solo Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible.

Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a, vivos y muertos, y su reino no tendrá fin. Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas.

Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica. Confieso que hay un solo Bautismo para el perdón de los pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro”. El sacramento del Bautismo tal y como se expone desde la perspectiva de la profesión de Fe implica el cumplimiento escatológico de las verdades de nuestra Fe contenidas en los fundamentos de la religión histórica conforme la hemos abrazado. El Credo no es un record de imaginarios y teorías de Fe son sus contenidos la exposición sintética de la Fe de la Iglesia.  Para los PP. De la Iglesia la percepción sobre el sacramento mencionado era la de una continua presencia de Dios para sellar y consagrar la materia y el espíritu de los creyentes.  Era por demás la relación vital entre el creyente, la Iglesia, y Dios. Una relación de índole salvífica, absoluta y así mismo necesaria.

Materia/Forma/Ministro.


MATERIA.
FORMA.
MINISTRO.
Materia remota…Hace mención al agua que encontramos en la naturaleza (ríos, lagos, mares).
Yo te bautizo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. El “yo” y el amén no son forma esencial, es decir, si se omiten igualmente es válido el santo Bautismo.
Corresponde exclusivamente a las manifestaciones del triple ministerio ordenado, tratándose de una situación de emergencia que medie la vida de quien no ha sido bautizado, podrá no obstante proceder a hacerlo cualquier adulto bautizado consciente de lo que está haciendo y paso el problema se deberá bautizar a esa persona bajo condición para reparar cualquier vicio en el rito o procedimiento.
Es obligación de la Iglesia instruir al feligrés sobre el valor de su Bautismo, lo mismo que a quienes han de ser bautizados, o representados por sus padres y padrinos.
El Rito y sus componentes son parte de la Mistagogia que enriquece la celebración bautismal.

Materia inmediata o próxima… Corresponde al agua de la ablución la que se destina y bendice en la Iglesia o en otro lugar.
El nombre de las Divinas Personas debe explicitarse y señalarse como conviene. Cuando se mencionan las Divinas Personas queda clara la esencia y unidad de la Trinidad. Además la repetición del nombre Divino no varía la sustancia como tal.
La intencionalidad se une al rito y se convierten en inseparables existiendo entre el ministro y los demás componentes de la administración del sacramento un vínculo  de índole hipostático.


La fecha que la Iglesia sugiere a sus hijos para el santo Bautismo es la más conveniente por su significación, estamos hablando del Sábado Santo (santo Triduo Pascual).
Bautismo en griego significa sumergir (en nuestra espiritualidad sumergirnos en la Muerte y Resurrección del Señor).
El Bautismo bajo condición aplica si hay duda sobre la materia, forma o ministro, inten- cionalidad.



Por sobre la voluntad del Ministro bautizante es la Iglesia y su disciplina la que fija las condiciones canónicas para su administración.
El agua es vital y su relación con la humanidad desde luego se plantea bajo el concepto de necesaria para la vida en todas sus formas. El baño es signo de pureza también en la dinámica antropológica de las RR-HH.
El nombre Divino se mantiene y alude tanto a la Personalidad como a las funciones dentro de la Trinidad económica.
El ministro que procede a bautizar, lo hace en representación de la Iglesia y no  en respuesta a su voluntad personal sobre el sacramento confeccionado.

En nuestra concepción espiritual el sacramento del bautismo y los demás son fuente de Gracia y su presencia es vital en la edificación de nuestra Fe y madures espiritual. Pero en cuanto al sacramento del Bautismo miremos algunas citas bíblicas que así lo atestigua:

Con El (Cristo)  hemos sido sepultados por el Bautismo, para participar en su muerte, de modo que así como El resucitó de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros vivamos una nueva vida (Romanos capítulo 6 versículo 4). Pablo percibe la realidad que se transforma en el ser humano pero para ello es indispensable el administrar y recibir el santo Bautismo. Pablo  lo denomina baño de regeneración y renovación del Espíritu Santo (Tito capítulo  3 versículo 5). Entre los sacramentos, ocupa el primer lugar porque es el fundamento de toda la vida cristiana, el pórtico de la vida en el espíritu y la puerta que abre el acceso a los otros sacramentos. Por el Bautismo somos liberados del pecado y regenerados como hijos de Dios, llegamos a ser miembros de Cristo y somos incorporados a la Iglesia y hechos partícipes de su misión…

PARA REFLEXIÓN… La Iglesia, aunque desea ardientemente la salvación de todos, prohíbe que los hijos de los no creyentes  sean bautizados contra la voluntad de sus padres, porque se violaría un principio de derecho natural (salvo en mayores de edad) y, además, al no proveerse a la educación cristiana de esos niños, se expondría el Bautismo a ser profanado. Sin embargo, si un cristiano se encontrara con uno de estos niños en peligro próximo de muerte, como ocurre frecuentemente en maternidades, clínicas para prematuros, etc., “hará una cosa laudable y grata a Dios quien por medio del agua purificadora le dé al niño la vida inmortal”. El derecho natural deja en manos de los padres la crianza de los hijos y la Iglesia debe respetar las tendencias y en ellas las decisiones de los adultos que ejercen como responsables de los niños o jóvenes menores de edad, salvo el caso de emancipación de ellos. El Bautismo como fuente de Gracia también se manifiesta en la vida de la familia haciende de sus integrantes miembros de la gran familia de Dios por medio del santo Bautismo.  La realidad de nuestra  escatología esta llamada a trascender los esquemas estereotipos fijados en materia espiritual. La Gracia en todas sus manifestaciones es intransferible e inalienable. Nadie puede compartirla o legarla porque esencialmente no le pertenece. El santo Bautismo es como sacramento presencia de Dios en la historia personal, asunto que definiremos en síntesis básicas y practicas:

SINTESIS  SOBRE  EL  SANTO  BAUTISMO.

·         El Bautismo es fuente de Gracia.
·         El Bautismo es presencia histórica de Dios en la vida del creyente.
·         El Bautismo es relación de carácter eterno que germina según el desarrollo de la vida espiritual del bautiza.
·         El Bautismo fuente de Gracia Habitual y Santificante.
·         El Bautismo signo real y concreto de consagración y pertenencia al Dios vivo y a su Iglesia.
·         Por el Bautismo hijos de Dios.
·         Por el Bautismo hermanos de Cristo
·         Por el Bautismo templos de Dios Trinidad.
·         Por el Bautismo Inhabitación Trinitaria en nosotros.
·         Por el Bautismo testigos de Cristo resucitado.
·         Por el Bautismo somos destinados por la Trinidad Económica para la salvación y la eternidad.
·         Por el bautismo somos el nuevo pueblo de dios, es decir, la Madre Iglesia.
·         Por el santo Bautismo somos la Causa Material de la Gracia.
·         Por el Bautismo la vida espiritual se potencia.
·         Por el Bautismo  la Misión de la Iglesia se extiende y nos involucra responsablemente.
·         Por el Bautismo la obra de Cristo en la Cruz  se universaliza al necesitar positivamente hablando de cada uno de nosotros para ser difundida por la creación.
·         Po el sano Bautismo   somos constituidos en profetas para anunciar el mensaje y la esperanza de los consagrados a Cristo.
·         Por el santo bautismo somos consagrados reyes para gobernar en su pueblo santo.
·         Por el santo Bautismo fuimos hechos sacerdotes en el sacerdocio común que emana del  sacramento de iniciación cristiana.


Citas bíblicas sugeridas para complementar la reflexión.

Romanos 6,4
Mateo 3,13 ss
Colosenses 2,12
Marcos 16,15
2 Corintios 5,17
Juan 4,12
Gálatas 6,15
Juan 4,2
1 Pedro 3,20 ss
Juan 3:3-5
1 Corintios 10,12
Hechos de los apóstoles 2,38 y 41.
Isaías 1,16 ss

Zacarías 13,1


Los Hechos de los Apóstoles demuestran constantemente que el primer paso que hay que dar para ser cristiano es hacerse bautizar, aceptando la fe proclamada por los apóstoles. Así, por ejemplo, después del discurso de Pedro para comentar el suceso de pentecostés, cuando la gente le pregunta, qué ha de hacer para salvarse, Pedro responde: Arrepentíos, y que cada uno de vosotros se bautice en el nombre de Jesucristo para el perdón de vuestros pecados; entonces recibiréis el don del Espíritu Santo (Hechos de los apóstoles capítulo 2 versículos 37-38). Estas enseñanzas fueron definitivas en la Iglesia apostólica y  su herencia llegó a los PP. De la Iglesia que posteriormente evolucionaron hasta la concepción de un sacramento con vínculo relacional de índole universal.  La Iglesia desde sus comienzos definió la necesidad real y totalizante del Bautismo siguiendo las indicaciones del Señor contenidas en  el Evangelio de Mateo (28,19).  El bautismo está aquí claramente unido a la fe, que exige la conversión de los pecados y produce como fruto una presencia particular del Espíritu. Como se ve, el bautismo no es un gesto aislado, que valga en sí y por sí mismo, sino que está vinculado a todo un conjunto de actitudes espirituales, producidas en parte por él y presupuestas en parte. En cierto sentido es como la síntesis de todos los elementos que constituyen la "novedad" cristiana; sobre todo es fundamental la relación bautismo-fe, que se expresa de nuevo inmediatamente después en el texto, recordado, cuando se dice que “los que acogieron su palabra se bautizaran; y aquel día se agregaron unas tres mil personas” (2,41). El fundamento paradigmático de la predicación de la Iglesia lo sigue construyendo el bautismo y con su incorporación el creyente se dispone a la vivencia de la Voluntad salvífica de Dios. La misión llega a todos los rincones del mundo  y con su influjo el plan de dios sobre la humanidad supera con creces las relaciones salvíficas y liberadora del éxodo en el desierto y el símbolo de la lucha liberadora en cabeza de Moisés. Pues nuestro símbolo es Cristo mayor que cualquiera otro.

También la tradición Joanica, aunque recogiendo diversos materiales, confirma la presencia particular del Espíritu en el Bautismo cristiano. Esto es lo que declara el Bautista al ver a Jesús que acude a hacerse bautizar: "Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: Sobre el que veas descender y posarse el Espíritu, ése es el que bautiza en el Espíritu Santo. “Yo le he visto y doy testimonio de que éste es el Hijo de Dios” (Juan capítulo 1 versículos 33-34). El agua seguirá siendo indispensable por su carácter significativo de purificación y de fecundación vital, pero lo determinante será el Espíritu. Y es precisamente en fuerza del Espíritu, que es don de Cristo, como los futuros bautizados participarán de lo que es típico de Cristo, esto es, de su filiación divina. Es lo que nos dirá más ampliamente san Pablo.

Pero, por lo demás, es lo que nos enseña también Juan en el diálogo de Jesús con Nicodemo, en donde el Maestro  hace por lo menos cuatro afirmaciones, bastante importantes, ligadas todas ellas entre sí. La primera asegura: “Te aseguro que el que no nace de lo alto ánóthen, que puede significar también -de nuevo- no puede ver el Reino de Dios” (Jn 3,3). La idea fundamental es la de un nuevo “nacimiento”, que deriva su fuerza sólo del poder de Dios (de lo alto). No tiene nada en común con el nacimiento natural, sino que produce también, en cierto sentido, una nueva vida, como se dice (en el prólogo) de los que han “acogido” en la Fe al Hijo de Dios hecho carne (1,13).

A continuación, ante la dificultad de Nicodemo de aceptar esto, como si se tratase de volver al seno maternal, Jesús especifica cuáles son los elementos que entran en juego en este proceso de regeneración: “Te aseguro que el que no nace ghennéthé del agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios” (3,5). Lo decisivo es el Espíritu, como se deduce también de los versículos siguientes, pero ligado al elemento material del agua con toda su fuerza evocativa de purificación, de frescor, de vitalidad. El agua empelada en el bautismo es por definición  un nexo con la realidad humana y su presencia es tanto cotidiana como vital. El Bautismo nace en la Cruz, es una afirmación concesiva en la vida del creyente que reconoce el valor del sacrificio reparador del Señor. Recordemos que Cristo fue “levantado” en la Cruz como lo fue la serpiente de bronce en el desierto para salud de los hebreos víctimas de la mordedura de serpientes (Números capítulo 21 versículo 8 y ss).  Esta imagen acompaña la exposición del poder sanador en todas las dimensiones del santo Bautismo que como presencia de Dios se constituye en historia al entrar en el plano sensorial del creyente. Este plano es perceptible desde la dinámica de la Fe y la vida espiritual que marca el crecimiento de todo bautizado. En esta relación salvífica es determinante la construcción de intimidad espiritual la misma que hace posible que la presencia de Dios como el “grano de mostaza” crezca hasta alcanzar niveles insospechados de plenitud y libertad. Independientemente de la Ley es en Cristo que alcanzamos la justificación y no en merito externo alguno sea la norma o la buena intención del ser humano. La Justificación, establece un puente de colaboración entre la Gracia y Dios con la única finalidad de nuestra salvación. La Justificación rompe la influencia del pecado y sus estructuras en la existencia humana.

Comparto una breve reflexión del Hiponense que nos puede servir en nuestra postura sobre el santo Bautismo:

 “La que engendró a Abel y Enoc, a Noé y Abrahán, engendró también a Moisés y a los profetas en época posterior, antes de la venida del Señor, y ésta misma engendró a los apóstoles, a nuestros mártires y a todos los buenos cristianos. Nacieron todos a la vida en diversos tiempos, pero todos se encuentran asociados en un solo pueblo; y como ciudadanos de la misma ciudad hubieron de soportar los trabajos de esta peregrinación, los experimentan algunos todavía, y los experimentarán los restantes hasta el fin.

De la misma manera, la madre que engendró a Caín y a Can, a Ismael y a Esaú, es la misma que dio a luz a Datán y a otros semejantes en el mismo pueblo; y la misma que engendró a éstos, engendró también al seudoapóstol Judas, a Simón el Mago y al resto de seudocristianos obstinadamente endurecidos en su disposición animal hasta estos tiempos, ya se encuentren mezclados en la unidad, ya se encuentren separados en abierta disidencia.
Cuando éstos son evangelizados por los espirituales e iniciados en los sacramentos, es, por decirlo así, la misma Rebeca la que los engendra como a Esaú; en cambio, cuando son engendrados en el pueblo de Dios a través de los que no anuncian rectamente el Evangelio, es Sara la que los engendra, pero a través de Agar.

De la misma manera también los buenos, los espirituales, cuando son engendrados mediante la predicación y el bautismo de los carnales, es ciertamente Lía o Raquel la que los engendra, pero valiéndose del seno de las esclavas. En cambio, cuando por medio de los espirituales son engendrados en el Evangelio los fieles buenos, que alcanzan la actitud de la madurez espiritual, o tienden incesantemente hacia ella, o si no lo hacen es porque no pueden, nacen, como nació Isaac de Sara y como Jacob de Rebeca, a una vida nueva y al Nuevo Testamento”.

EL RITO DE JUAN EL BAUTISTA.

El Bautismo que administraba el bautista no es considerado estrictamente bautismo, es mejor aún, un acto de Solidaridad del Señor puesto que Él no tenía pecado que perdonar o exculpar que es lo mismo en la Economía Salvífica. El rito administrado por el Bautista era estrictamente hablando en el contexto judío un compromiso de enmienda y preparación para el advenimiento mesiánico.  Incluso si nos llaman apurados a responder podremos decir que en la dinámica antropológica se puede considerar el rito del Bautista como Bautismo, en cuanto al rito y la significación del Colectivo religioso y sus tradiciones heredadas de otros pueblos, pero sin la presencia de la Gracia como tal. El gesto solidario del Señor es el inicio de su fundamentación salvífica al menos en la cultura y los imaginarios judíos de su entorno.

 En efecto, a la primera parte de la respuesta del Bautista: Yo bautizo en agua (v.26) se esperaría la contraposición que Cristo bautizaría en fuego o en Espíritu Santo.

En efecto, el bautismo de Juan no tenía valor legal, moral, sino que tenía valor en cuanto, siendo un símbolo externo de purificación, excitaba y protestaba la confesión de los pecados y eran bautizados por él en el río Jordán, confesando sus pecados  (Mateo capítulo 3 versículo 6). Hasta el historiador judío Flavio Josefo destaca: este bautismo no era usado para expiación de crímenes, sino para la purificación del cuerpo, una vez que ya las mentes estaban purificadas por la justicia.
Pero, en lugar de contraponer a su bautismo el de Cristo, hace el elogio de éste en contraposición consigo mismo. Yo os bautizo en agua para conversión; pero aquel que viene detrás de mí es más fuerte que yo, y no soy digno de llevarle las sandalias. Él os bautizará en Espíritu Santo y fuego  (Mateo capítulo  3 versículo 11). El Precursor anuncia a alguien  de mayor e incuestionable dignidad. Juan es consciente de la significación de su rito. Juan habla del agua pero no del contenido espiritual de la metafísica de su rito la que sin duda deja a la presencia del Espíritu Santo (en el rito con Jesús en aguas del Jordán). Lo interesante es como su postura aventajada para la época es la primera noción de conciencia en rito pre-cristiano conectado directamente con el Señor.

EL  BAUTISMO  Y  EL  PECADO  ORIGINAL.

La Iglesia no pierde de vista que el Bautismo es indispensable y por ende lo llama de iniciación o puerta de la Iglesia para significar con ello el transito del creyente en su configuración a partir del Bautismo. Es doctrina de la Madre de los bautizados que el santo Bautismo es sin lugar a duda el sacramento que “borra los pecados que por generación llegan a los que nacen” es decir, que lo heredamos aunque no hagamos pecado alguno al nacer. Es parte según Pablo del “hombre viejo” y como tal significa limitación extrema solo superada por la Gracia de este el mayor de los sacramentos. La Iglesia interpreta positivamente el Texto Sagrado de Tradición que habla sobre el estado original (libro del Génesis) de nuestros primeros padres y toda la simbología unida a su explicitación. Por la presencia de la Gracia manifestada en los dones preternaturales nuestros primeros padres tenían todas sus virtudes y dones como carismas insospechadamente potenciados. Estamos hablando de la justicia original.  El pecado no se hereda son las consecuencias las que llegan a nosotros y son superadas por el Bautismo. Es interesante como Orígenes se refiere al pecado original como la manifestación del Libre Albedrio, tertuliano toma la doctrina Estoica y la Epicúrea para darle forma a su doctrina sobre el pecado. La cuestión es clara el Bautismo es vital y sin su administración la deuda permanece en sus consecuencias ya que sus causas fueron “borradas” por el Señor en la Cruz.  Para el Hiponense el punto fundamental está relacionado con la actividad sexual del ser humano  (no comparto su opinión) ya que el sexo es parte activa de nuestra condición de criaturas “sexuadas”. La desobediencia toma forma en la mayoría de las doctrinas sobre el pecado original. Lo cierto es que el creyente acude al santo Bautismo como su puerta de entrada al pueblo de Dios y su consagración total al Dios de la vida. Nosotros bautizamos a los niños y a los adultos y sin el Bautismo como podría una persona vivir los medios de la Gracia. Es el primero de los sacramentos y fundamento de acercarnos a los demás. Las palabras in quo (versículo  12) fueron interpretadas en sentido relativo por San Agustín y por toda la Edad Media, refiriéndolas a unum hominem: “Por un hombre en el cual todos pecaron”. Desde Erasmo de Rotterdam, se fue imponiendo cada vez más la interpretación conjuncional, mucho mejor fundada lingüísticamente y que ya fue sostenida por numerosos santos padres, sobre todo griegos: “por causa de que todos hemos pecado”, o «por cuanto todos hemos pecado”. Véanse los lugares paralelos de 2 Corintios capítulo  5 versículo  4,  Filipenses capítulo  3 versículo  12, 4, 10 y  Romanos capítulo  8 versículo 3. Como también mueren los que no tienen pecados personales (los niños que no tienen uso de razón), la causa de la muerte corporal no puede ser culpa alguna personal, sino la culpa heredada de Adán. Cf. los vv 13 s y 19, donde expresamente se dice que el pecado de Adán es razón de que muchos fueran hechos pecadores. La interpretación conjuncional, que hoy es la que encuentra general aceptación, coincide con la idea de la interpretación del Hiponense: “todos han pecado en Adán y por esta causa mueren todos”.

 Las palabras “Muchos fueron hechos pecadores” (versículo  19) no restringen la universalidad del pecado original, pues la expresión “muchos” (por contraste con un solo Adán o un solo Cristo) es paralela a “todos” que es empleada en el versículo 12. El sexo no es condenable sino que la actividad sexual es el medio de su comunicación sin que implique pecado en su ejercicio. La naturaleza herida por el pecado retrasa absolutamente toda opción por el Dios vivo. Nuestros primeros padres experimentaron la perdida de los dones con los que inicialmente fueron creados. Uno de ellos por ejemplo es la ausencia de dolor y la imposibilidad del envejecimiento. Tales dones especiales fueron desapareciendo conforme se enraizaba la conciencia de pecado. La obra de Jesús en la Cruz es pues nuestra Justificación. Los PP. De la Iglesia desde siempre particularmente en la época agustiniana recomendaron el Bautismo de los infantes, que por motivos extra-eclesiales se adelantaba ya adulta la persona. La formación cristiana se relajaba y los adultos suponían con ello el perdón de sus pecados y la libertad de vivir conforme sus apetitos y deseos. El Emperador Constantino fue claro y fehaciente ejemplo de estas prácticas. Agustín defendió la práctica de bautizar a los pequeños.

El pecado original no corresponde a los de-méritos de los que nacen  sino a la “herencia” de sus padres y así por generación. La teología de este sacramento nos enseña que su recepción es definitiva en la edificación de nuestra relación con el Dios vivo. En cuanto al encargo de bautizar en el Nombre de las Divinas Personas, como hace constar Mateo capítulo 28 versículo 19,   es la madurez de la expresión primitiva de “bautizar en Jesús o en su nombre” que por efectos del rito y la cosmovisión de los nuevos creyentes cambio su significado para asumir el realmente definitivo.

Apartes de mí ensayo anterior sobre el pecado original en la teología latina…
La Solidaridad de Cristo asegura en cada ser humano una nueva escatología, renovada desde la esencia misma de nuestra condición en una particularización de la Redención operada por Cristo, aquí el pecado personal se opone a la libre influencia de la Gracia y por ende nos determina como proclives a la frustración, que la entendemos como oposición directa a la Gracia y a una concepción determinista por el ser humano y para sus congéneres Id qui est asevera la sentencia latina, en cuanto a la concupiscencia no es determinada como elemento nocivo al Ser Humano, puesto que es la expresión de la Naturaleza Humana… El pecado de Adán ha perjudicado a todos los hombres ya que por él ha pasado a todos no solo el pecado sino también la muerte, en dirección de esta tesis se afirma con fuerza en el Siglo XI la Escuela Agustiniana con San Anselmo, Pedro Lombardo y la escuela franciscana con san Buenaventura y Duns Escoto.

“El pecado es una ofensa contra el amor de Dios, Adán al pecar se hizo reo de este delito, como es evidente le afecta primero a él, pero además en cuanto a que es cabeza de la Humanidad y dado que de él teníamos que nacer todos; todos pecamos cuando él pecó, porque de él debíamos recibir nosotros el Ser… De él recibimos la naturaleza tal como él la ha tenido, es decir, con la carencia de la justicia debida”. Con ello San Agustín se aparta (no del todo radical)  de la teoría que define a la concupiscencia como la causa del pecado original. El ser humano viene al mundo en un estado distinto al que hubiera debido venir, un estado peor con la imposibilidad de volver por sus fuerzas a la situación en la que debiera hallarse; para ello es necesaria la redención de Cristo. Los tomistas en su futura interpretación no alteran la concepción del dogma, solo rarificaran la necesidad de la Gracia.

El Amor constante de Dios, por el mundo es el que hace que la Gracia no se detenga entre nosotros y el nuevo comienzo en la Cruz y en la Resurrección, mostrando una vez más nuestra imposibilidad para restablecer la relación y el orden perdido, pero aun así la Justicia y la fidelidad de Dios se conserva en el hombre y en la creación…  La plena Justificación es un bien escatológico por excelencia  y queda determinado por la continuidad y Centralidad de nuestra existencia en Cristo y se garantiza en la Cruz como obra Redentora la Justificación permanente del ser humano llamado por Dios a Ser, compara con (Job 34,14ss). La praxis axiológica del creyente por antonomasia le hace testigo de la Redención de forma vital y atemporal. La necesaria relación con Dios define la misma eternidad del ser humano y justifica plenamente todo su Ser (Divinización o Deificación del ser humano) es la forma como los PP. De Oriente perciben la relación de la Gracia en la vida del ser humano, la relación de redención y Amistad subsiguiente de Dios con su creación la define San Agustín en su sentencia “Señor nos creaste para ti y nuestro corazón estará inquieto hasta que descanse en ti” Dios presente en nosotros nos conduce de nuevo hacia Él ya que su Hijo reparó la senda   lastimada por el pecado, dejando claro, que la vocación por excelencia es la unión con Dios.

La Regeneración o Restauración por demás, re-creación del ser humano por medio de la Gracia recupera en nosotros el vínculo de la comunicación con el Creador, porque Dios no odia  nada en el hombre  (Rm 8:20-25)…La psicología del hombre es uno de los problemas más complejos de atender, porque sin duda, es necesario establecer la relación pecado- conciencia de pecado pasando por el Acto Humano y la Intencionalidad, retomando la dimensión trascendente de nuestra antropología redimida, si cabe la expresión,  frente a los convencionalismos socio-culturales. Hoy tanto el materialismo como el individualismo, fincan el reconocimiento del hombre por el hombre mismo y deja la puerta abierta a la Autodeterminación por la acción misma de pensar señalando así “El Hombre se crea así mismo cuando piensa” de esta forma dejamos a Dios fuera de la determinación misma de la existencia humana, negando el antes y después tanto de la conciencia como de la trascendencia, ya que la muerte terminará cualquier intento de conciencia de sí mismos y de otros, de lo anterior concluimos que el vínculo relacional (Yo, Tu, y el Nosotros) deja su lugar a la Singularidad del Ser, pero frente al pecado original plantearía la negación de este puesto que el Yo en su singularidad no tiene conciencia del antes de si… (Introspectiva, Retrospectiva, y Perspectiva) es el discurso como abordamos la realidad y su intríngulis.

EN DINÁMICA PASTORAL.

La Pastoral de la Iglesia debe sortear todo tipo de dificultades y es sin duda, el ritualismo y la conciencia religiosa de características superfluas las que más dificultad nos ofrecen a la hora de articular un Discurso coherente cuyo paradigma se une intrínsecamente a la propuesta del Resucitado… Es por demás urgente implementar estrategias pastorales en orden a la vivencia no de características temporales que en su gran mayoría acompaña las prácticas de fe de nuestros hermanos, sino determinar en la vida sacramental los Ciclos de fe y experiencia con el Dios de la vida. Nuestra espiritualidad comprende un antes, durante, y después,  y a imitación de Pablo hacer de Cristo centralidad ministerial, elemento primordial para clarificar nuestro Servicio y testimonial de Cristo resucitado que es donde apunta la actividad y practicas pastorales de la Iglesia… La Parroquia necesita de sus hijos comprometidos y deseosos de incorporar su experiencia trascendente a sus vidas y espacios vitales (casa, trabajo, iglesia, entre otros) este espacio vital se convierte en el propiciador de una comunión viva y aterrizada con espacio en la misma cotidianidad, esa participación hacia la integralidad cristiana lucha frontalmente contra la   des-gracia llevando al hogar la felicidad que produce la Esperanza cierta en Cristo “Camino al Padre”… Y garantiza la inserción también en la historia del mensaje de salvación en el seno de la familia, dicho así, es posible asegurar que la historia misma se redime en la acción de Cristo y su Iglesia, donde el hermano o hermana atendida pastoralmente tiene en sí y en su vida una señal inequívoca de la presencia amorosa de Dios. “El pecado inserto en las estructuras sociales, sede paso al avance ineludible de la Gracia, que en su esencia amorosa confronta a la des-gracia”.

Consideremos: Piensa donde eres bautizado, de donde viene el Bautismo, de la Cruz de Cristo, de la muerte de Cristo, ahí está el Misterio. Él padeció por ti. En Él eres resucitado, y en Él eres salvado (San Ambrosio). La conciencia de la que nos habla San Ambrosio, es la conciencia de quienes viven su Bautismo y actualizan Pentecostés en sus vidas, convirtiéndose así en propagadores de la Fe en el resucitado, cambia así la cosmovisión del cristiano que ve en su Señor  la realización de sus ciclos vitales y el afianzamiento de la cultura de la vida o como llaman algunos la Cultura del Amor… Quien alcanza a Dios en su vida, alcanza el “Sentido de su Ser y la perfecta explicitación de su existir”, de esta forma el materialismo que hace de la materia su Paradigma sede terreno a la sublimación de la existencia del amor como eje relacional de la Propuesta de Cristo transformada o mejor aún explicitada en la pastoral de su Iglesia. Los Ministros Ordenados o laicos licenciados están llamados a vivir esta particularidad y comunicarla a sus hermanos en la Fe, esto incluye los elementos de las congregaciones, ser buen administrador implica también crecer en la propagación de la Fe y llevar el corazón de la revelación divina o Evangelio…

La dimensión de la Palabra se acompaña  y concretiza en la medida en la que nuestro Discurso se rodea de hechos concretos fruto de la misma Palabra, en el espíritu de las Sagradas Escrituras encontramos un fuerte componente de Interiorización antes que de materialización, puesto que la Salvación se gesta en el corazón del Hombre ya Redimido pero necesitado de nutrir, animar, su experiencia Salvífica en la comprensión de sus vivencias, prefigura es la manifestación de Yahveh a su Pueblo en el (A.T) y la forma como proveyó en sus necesidades hasta armar el Discurso de la Retribución, esta característica define la experiencia de los Patriarcas y personajes del (N.T). En cuanto a nuestra Iglesia el Bosquejo de la Fe o Catecismo interpretado en el espíritu de nuestra Fe y Tradición no es ajeno a nuestras vivencias y convicciones.

***Praxis: Asumimos en nuestra vital Historicidad la presencia del pecado original  y sus consecuencias (incluso Ontológicas), pero superando la discusión Doctrinal, como crees que este pecado afecta la estructura social del ser humano. Entendiendo nuestro entorno como vital e indispensable para la promoción y sublimación de la vida en todas sus formas. (Investiga en la Ciudad de Dios, obra de San Agustín y como segunda fuente si lo deseas Escuela Franciscana del Siglo XII).

ARGUMENTACIÓN TEOLÓGICA.

A-   Ireneo. Solo el ser humano se considera pecador cuando se confronta con la Luz de Cristo.
B-    Hay unidad en Dios frente al pecado y también unidad en el género humano ante el m
C-    La pecaminosidad universal es también un hecho histórico.
D-   La Forma Futuris no se refiere a Cristo sino a Adán.   
E-     Para santo Tomás de Aquino, el pecado original posee materia y forma, la primera se refiere a la concupiscencia y la segunda o forma, a la carencia de Justicia.
F-     Martín Lutero, Simul justus et pecator. Deja ver su oposición a la pre-destinación y remisión de pecados, al afirmar que el ser humano en cuanto tal, es justo y pecador, pone en aprietos a la Gracia recibida en el Bautismo…
G-   Lutero… El pecado original es la misma inclinación al mal, del ser humano que se busca solo así mismo. 
H-   Lutero… El conocer a Dios solo es posible por las Sagradas Escrituras.
I-       Calvino… Es el primero en desarrollar una comparación entre la doctrina católica y protestante sobre el pecado original.
J-      Zwinglo… Llama al pecado original, Depravación.
K-    Des-gracia… Es consecuencia de la presencia del pecado en las estructuras tanto del Ser Humano como de la Sociedad, su antecesor lo encontramos en la Civitas Dei de San Agustín.
L-     El materialismo y el individualismo hacen del ser humano preso de sus postulados y visión personalista de la humanidad redimida, cuya única dimensión es la emotiva y física, desprovisto de trascendencia.

BREVES CRISTOLÓGICAS.

“La Resurrección es también una relación Real, Vital, Abierta, la vida es histórica, única e irrepetible” Rahner. Partiendo de esta sentencia asumimos que la Resurrección como acción sobrenatural de la intervención de Dios, se desarrolla en el drama de la historia de la cual el Verbo por su santa Encarnación, hace parte y de esta forma lleva a la perfección la santificación de cuanto es y vive la humanidad, las estructuras de pecado como consecuencia de la ausencia de redención o des-gracia marcan el derrotero de la humanidad anhelante y expectante (narra  Pablo) aguarda en la historia al que esta fuera de ella (sujeción existencial) pero que con su presencia introduce en ella la Salvación… La historia es Redimida gracias a la presencia del hombre en ella (Prólogo de Juan), es la Inmanencia divina una señal inequívoca de la pre-destinación de la salvación (San Agustín)… Tal presencia transforma la creación y hace de la promesa una realidad “El Dios que te creo sin ti, no te salvará sin ti” apunta  Agustín desde una concepción personal, íntima y a la vez universal de la salvación, es pues, el Verbo Encarnado la suma promesa y en sí mismo el obrador de salvación (Altar y Victima).

El Mesianismo Bíblico tiene un considerable desarrollo que se remonta incluso a la institución monárquica, pues se habla también del mesianismo pre-israelítico o patriarcal. Pero es a partir de la monarquía davídica cuando el fenómeno Profético adquiere contornos precisos. Al principio el título es referido al Rey, visto como el consagrado por el Señor para realizar la Alianza y transmitir las bendiciones divinas, miremos (2Sam 7:11-16)… El primer fundamento de la nueva orientación se encuentra en la profecía del Enmanuel (Isaías capítulo  7 versículo 17) el profeta Jeremías habla de una restauración Política, de un Rey Mesiánico ideal (Jeremías capítulo  23 versículo 5 ss), el profeta Ezequiel nos habla de un verdadero Soberano (Ezequiel capítulo  34 versículo 23 ss), mientras que Zacarías define a un rey escatológico que será Santo y mostrara la Salvación (Zacarías capítulo  9 versículo 9 ss), esta nueva apertura mesiánica se halla presente en el Deutero-Isaías, en los poemas del Siervo de Yahveh, es la más clara y pura imagen del (A.T).

MARCOS: Designa a Jesús como el Cristo, el Mesías esperado (1, 1. 14), o el Hijo del hombre (8, 38) y sobre la existencia de Jesús en el misterio pascual (2, 10, 28), el “Secreto Mesiánico”. Pone de relieve la unidad de su Cristología con la Soteriología.  

MATEO: Presenta su cristología más articulada, marcada por la experiencia de la Comunidad Cristiana en la que vivió  y presenta aspectos nuevos de la personalidad de Jesús (16,16; 15.22; 20.30).

LUCAS: Considera la existencia de Jesús en el marco de la historia de la salvación apareciendo Cristo como la plena realización de la espera del pueblo veterotestamentario como el principio nuevo de la historia salvífica, que gracias a la predicación apostólica se hace universal (24, 45).

JUAN: Su Cristología es la cima del desarrollo doctrinal del (N.T) y está en continuidad con la de Pablo en los Sinópticos, y más que en otro vinculada a la Soteriología tanto en el Prólogo como  en su conclusión (Jn 20, 31), el plan de Dios se cumple en su Hijo y es el Salvador de las gentiles (1, 1-9) como de Israel (1:14-18) todo se debe al hecho de ser Jesús el Hijo de Dios, presente desde siempre en el Seno del Padre, para este autor los milagros de Jesús muestran progresivamente la presencia del mismo en la Gloria del Padre  y su misión de Salvador del hombre. De lo anterior se asume que el culmen de esta revelación progresiva se vive en la Ultima Cena… Miremos al profeta Isaías:

A-   Canto Investidura del Siervo 42:1-4.
B-    Canto Vocación del Siervo 49:1-6.
C-    Canto confianza en Dios 50:4-9.
D-   Canto Mesías paciente 52, 13; 53,12.

Agustín de Hipona. Desarrolla su Soteriología a partir de dos principios concretos como la dogmática y la espiritualidad esta última es Cristo- céntrica y la segunda Cristo mediador (Maestro Interior, el gran potenciador de nuestras oraciones y espiritualidad) Se afirma en la doctrina paulina contenida en (1Timoteo capítulo  2 versículo 5) También habla sobre una Sola Naturaleza, ratificado en Calcedonia año 451. Agustín define (Jesús es Nombre propio y Cristo es el Sacramento, igual a Jesús, Nombre y Cristo Función). Otro aporte de la Doctrina Agustiniana Communicatio Idiomatum (atribución reciproca de los atributos humanos y divinos en Jesús). Que incidirá en su postura frente al pecado original y el Bautismo.
Agustín lucha contra el arrianismo, adopcionismo, servetismo o socianismo, estas herejías atentan directamente contra el dogma de la Trinidad (unitarismo).


























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