LA MODA
DE SER INFALIBLES… IGLESIA CONTEMPORÁNEA.
INTRODUCCIÓN.
“Los
dones y las gracias que Dios concede a los bautizados no son exclusivos de una u otra persona en particular son dados a
todos por definición de nuestra naturaleza bautismal”.
Es un sueño materializado
por pocos, hoy se habla de la Infalibilidad
como una necesidad afirmante al menos en el campo del Magisterio de la
Iglesia (romana) en los últimos 200
años. Hoy en el mundo asistimos al desmonte y desuso de concepciones
antagónicas y ciertamente “fabulosas” que supeditaron a la exposición de la Fe contemporánea… En la actualidad
basta con analizar no tanto la
profundidad sino en si la exposición y su viabilidad idiomática, para
justificar que existe la infalibilidad solo basta con ligarla dialécticamente a
la Fe y conceptuarla como un Dogma y punto final y si se desea gramaticalmente como el final
de un enunciado del que no se retorna su contenido básicamente como una idea
expuesta en su percepción racional al convertirse en concepto… Que el Papa o
romano pontífice es infalible que los clérigos lo son, que algunos gobernantes suponen poseer
esta capacidad que desdibuja el mando y no se sabe dónde termina el gobierno y
donde el “culto a la personalidad” que para la muestra hay infinidad de
“botones” es muy cierto, pero creo conveniente ilustrar nuestra critica al
sistema que al imperar se fundamenta en la “infalibilidad tacita”. Los números
que conocemos como naturales (nos permiten contar los elementos de un conjunto,
es lo básico). Las operaciones que se
concretan a partir de su relación es la que interesa al presente ensayo. Escojamos
una cifra cualquiera pensemos en 33.333 (treinta y tres mil trecientos treinta
y tres) es una cifra común que procede de la operación en donde alineamos de
forma aleatoria el número (3) digamos que al incluir los llamados decimales
(que a su vez representan números más pequeños que la unidad citada) esta
apreciación es Universal. Pues si la cifra en decimales se repite
ininterrumpidamente, en el pasado se consideró que era infinita por no tener
finalidad concreta y si poseer una frecuencia numérica que se repite según
nuestra cifra en: 3333333333333333333333333…………
Lo interesante es la delimitación de este problema que suena a primaria
pero que a los fines reflexivos es positivo citarlos. Lo básico y práctico para
definir su Universalidad ya está expuesto, ahora bien, porqué tal cifra que
parece no tener “fin” en la percepción de nuestras categorías reflexivas si lo
tiene o mejor aún, porqué razón la repetición de los números entra en la
categoría contable y pierde nuestro interés por abrogarle el valor de una cifra
en crecimiento. Sabemos que para tal despeje conceptual debemos buscar la
concreción de su concepto y transformarlo desde la cifra a la elaboración dialéctica
que sufre una idea y también una cifra: La
cifra se agota pero no así la percepción numérica de esta, el decimal es asumido pero como cifra es ignorado por no
ser relevante a la definición del concepto que nos interesa. La mente que es
finita percibe la composición numérica
pero intuye el desenlace de los decimales. Basta con recordar que en Babilonia
300 años antes de Cristo ya se empleaba en la matemática y especialmente en la
Arquitectura, registros nos hablan de su inclusión en las tablillas de arcilla
que moldearon la escritura “cuneiforme”
es decir, letras o figuras tal en bajo relieve de allí su nombre. Hay
datos de su empleo en América al menos 40 años antes de Cristo. Lo importante
es comprender que el Cero como
número posee la capacidad de abstracción que no poseen los demás números
(naturales) es decir, su significación dependerá de donde sea puesto.
Regresando
a nuestra reflexión. Los Infalibles incluso los numéricos no existen y los
conceptos concebidos desde la axiología como Universales no necesariamente implican
en ellos anterioridad lo que los convierte en “finitos” la Verdad de Dios revelada en las Escrituras y
enseñada por la Tradición de la Madre Iglesia, no es simplemente una exposición
conceptual que implica hechos salvíficos, es
una muestra de la Majestad de Dios y como tal no existe posibilidad que
una concepción metal o retorica finita contenga lo que es eterno y por definición
no puede ser contenido en una naturaleza mental singular como la nuestra. No es
posible que la existencia finita se abrogue el derecho de contener como
depositaria fehaciente de la Verdad eterna en la potencia de Dios Trinidad
(potencia en nosotros, Dios es en sí Acto puro). La noción de las ideas es
finita en la mente finita, lo que asume
la postura mudable de los cuerpos que versan sobre ella. Ser infalible en
materia o dialéctica variadas no es posible y las determinaciones que se toman
o tomen están, y deberán ser revisadas por el tiempo como factor de
radicalidad. No existe por demás un sustento a lo infalible en las Escrituras o en los PP de la Iglesia,
existe alusiones al orden y gobierno eclesiástico conveniente más no infalible.
La conveniencia de algo depende de los estadios de madures en los que esta haga
sentir su influjo. La imperfección humana está latente y su manifestación es
“natural”. La mente finita no es infalible y la Gracia de Dios en ella no la
hace infalible sino receptora de su Voluntad.
RENATO DESCARTES.
He querido citar este
Autor por la agudeza de sus definiciones y por sobre una consideración bien
particular como es la variación fenomenológica de las definiciones de la Res en su pensamiento y referencia: René
Descartes vivió en los albores el siglo
XVII de origen francés, su pensamiento estaba ligado a la cosmovisión
especulativa de raíz escolástica. Lo cito porque posee la agudeza para
ubicarnos en la presente reflexión. René Descartes describe tres formas o modos
de la existencia y cada una de ellas con una percepción bien particular. En su
orden plantea la existencia a partir de la conjugación de Dios—Yo—El
Mundo.
1-
Res
Cogitans o Sustancia pensante (ser humano). La describe como
una Sustancia pensante que se refiere al Yo como el símbolo de la persona que
se auto-determina y limita de esta manera su propia existencia y conciencia. Lo
referente a lo cognoscible esta equiparado a la mente finita y sus operaciones
como tal, es decir, la concepción infalible en una mente limitada y no
portadora o conocedora de la verdad absoluta es irrelevante. La extensión de la
mente como su dinámica intelectiva limita el conocimiento que esta puede
contener. La Res Cogitans corresponde al auto-conocimiento del ser humano de su
ser limitado pero extenso en la inmanencia de su propia comprensión. La
dinámica de la reflexión humana necesita nutrirse de su propia experiencia y
como tal lo que procede de nuestra racionalidad hablará de acciones y momentos
que están fuera de nosotros y otros sometidos al análisis personal de la
realidad. Hoy reconocemos la necesidad de la elaboración conceptual para situar
al ser humano en un determinado plano perceptivo de la realidad. La oración
cartesiana sobre el pensamiento y la duda la exponemos básicamente como su
naturaleza la organiza: Cogito ergo sum o
lo que es lo mismo Pienso luego existo. Aquí
el atributo finito y extenso a la vez del Yo es el pensamiento, lo que implica
que nuestra observación es solo finita como las verdades que poseemos
racionalmente en nuestra acción antropológica.
El
Yo es también Causa finita de mí
mismo, de tu y del nosotros. Las particularidades en las que expresamos el ser
racional que reconocemos bajo nuestra identidad esencial y singular. Las
observaciones de Descartes se suman a los esfuerzos por clarificar el
conocimiento como posibilidad realizable de la criatura. Esa Res que piensa y
conoce no es determinada ni determinante de su existencia por si misma sino que
depende de Dios para ser y recibir por lo tanto su Res Cogitans. Cada uno de
nosotros recibe de dios la Causa de su existencia. En este orden reflexivo lo
que el propio Descartes llama Ideas
Innatas proceden de Dios que es otra Causa por definición. Luego si
retomamos la definición de “infalible” no procede en el plano humano cuya
existencia y verdad no corresponde a su Innatismo sino a Dios que se revela
como tal fuerza que deja al ser Imagen
de su Gracia en capacidad de pensarse, amarse y cuestionarse. Nuestros pensamientos existen fuera de
nosotros y se originan en la observación de las referencias de nuestro entorno
con el que armamos la realidad y la pensamos siempre.
La infalibilidad no es posible asumirla para
aceptarla o justificar dialécticamente su existencia amarrarla a la revelación
o decir que Dios le concedió al ser humano serlo pues de ser así sería un
patrimonio de todo bautizado y no de alguien que hasta una posición religiosa
anterior no lo era. Recordemos que el ser romano pontífice no implica carácter
a nadie lo ordenan papa, lo ordenan y consagran Obispo y antes Presbítero y
antes Diacono. No existe posibilidad de una Gracia especial que no pueda ser
recibida por todos y cada uno de los bautizados. Tampoco hay una Res de mi
conciencia de existir (Yo) que no comparta con otras y otros por ser bautizados y/o imagen de Dios
Subsistente. Recordemos “nadie es causa de sí mismo” nadie existe
por sí y para sí mismo, la vida y la existencia a la par conformando una sola
exposición del Ser es fruto de Dios.
2-
Res
Infinita o Sustancia Infinita (Dios). Corresponde como su
definición apunta a Dios que sobresale en sus atributos de Verdad absoluta y el Subsistente por antonomasia. Descartes
pretende escribir un orden relacional para el ser humano a partir de la
identidad de Dios en su existencia. Busca de esta forma equiparar las
definiciones de la Res Cogitans como finita
y obra de la Infinita que remite directamente
a Dios. Desde esta perspectiva la Infalibilidad papal u otras no posee
fundamento desde la percepción antropológica de un Dios Infinito cuya extensión
alude a la perfección de su naturaleza que simplemente Es. La naturaleza humana
es en síntesis imagen creada de lo increado luego es la gran dificultad de
suponer infalible a la Res creada o finita. Nada de lo creado posee la
sustancia de lo eterno o infinito y mucho menos puede sobrevivir en su ser algo
eterno más allá de lo revelado y concedido por Dios para provecho de todas y
todos. La Res en su extensión alude a lo finito y lo infinito de Dios no es
siquiera imaginable por lo finito de nuestra naturaleza racional que en si ya
está limitada por su origen y extensión. Dios es en sí formalmente todo
pensamiento y todo amor, en su ser no existe limitación tiempo espacial como en
nosotros y como lo limitado posee noción concreta de lo increado como si Dios
necesitara de lo humano para afirmar su Verdad esencial. Lo Infalible (romano pontífice Excathedra) no existe sin los dones
preter-naturales perdidos en el paraíso, es una manera hasta poética de
expresarlo. Solo la reflexión finita estará sujeta a las dinámicas expositivas
del tiempo y el espacio como del movimiento. “no es una verdad de Fe la
Infalibilidad” puesto que la Fe como tal es la referencia inmaterial de lo que
nuestros cerebros materiales aceptan y viven. No es posible en términos
antropológicos, sociológicos o espirituales sostener los postulados de la
infalibilidad… Solo Dios posee la Verdad
absoluta y solo Dios la revela para salvación de los bautizados.
La percepción humana está
limitada por la sola generación de la existencia finita. Dios es la Substancia
Infinita y una definición de infinito plena y total como totalizante no como
los “decimales” en las operaciones matemáticas. La verdad que Dios revela es en
sí y por si como para sí autentica comunicación de su Ser Revelado como
revelador de lo trascendente. Dios está por sobre cualquier categoría de lo
cognoscible o analizado bajo la percepción racional humana, es Dios y punto… La
universalidad de la Institución eclesial no necesita componer mitos sobre
autoridades infalibles, mejor aún relancemos lo infalible, hablando desde la perspectiva agustiniana: Que nuestros
líderes sean amados por sus enseñanzas y no temidos por su autoridad.
3-
Res
Extensa Substancia extensa (mundo). El mundo es una vez
contemplado como el escenario de la
vida racional y emotiva del ser humano, es también el lugar cuya realidad
delimita el proceder y sus implicaciones y para algunos más puede ser hostil. La
Sustancia extensa aduce el argumento de lo cognoscible que es propio de la
realidad material que percibimos como fundamento del mundo. La percepción de lo
material se manifiesta bajo la praxis de
la experiencia y también participa en ello la Sensación como dirían los empiristas ingleses (John Locke, por
citar un ejemplo). El mundo es en esta dinámica el espacio para actuar de los sentidos y los conocimientos variados
de la humanidad. El mundo existe no solo en la percepción sino en la
elaboración de la realidad habitada y pensada y lo infalible entra aquí como
una recreación Supra de una verdad que no se percibe y fácilmente se transforma
en mito, estas transformaciones sustentan la ignorancia que se atribuye a
definiciones de Fe que corresponden a Dios y las usurparon para entregarlas a
seres humanos. El mundo actua bajo la primicia de la relación de los
universales como su origen y memoria de cuanto existe en él y es percibido por
el intelecto humano. Antes no era infalible y ahora lo es, que curiosa mutación
metafísica y de orden ontológico que es a fin
solo para una o dos personas. Para mi simplemente son los alquimistas
modernos de la razón y la verdad que transforman mediante un rito la verdad en
algo exclusivo de percepción amañada. Pablo nos habla de los carismas y su
utilidad a toda la Asamblea y/o Congregación. El liderazgo posee ya un modelo
que fue dado por el propio Salvador cuando afirma: Si quieres ser el primero
sé el ultimo, y como olvidar que se
agrega y sirve a todos. El servicio está por sobre la concepción de lo
infalible. El liderazgo y autoridad en la Iglesia no es exclusivo de sus jerarcas,
es un mandato que debe servir a la Institución eclesial. No es solo hacer la
voluntad de quien sirve. La infalibilidad se transmuta en actitudes que lo
evidencian. Es también la radicalidad autoritaria frente a una responsabilidad
de gobierno y administración en la vida eclesial.
El ser humano no está en posesión de la
infinitud conceptual, estamos ampliamente limitados por los sentidos. El mundo
es el lugar que genera los vínculos relacionales y la posibilidad de actuar y
percibir como luego somos nosotros percibidos. La conciencia de que estamos en
el mundo nos debe llevar a hacer del mundo la casa común y la vivencia de la
presencia de Dios ordenador en su realidad inmanente. El mundo y quienes por el
caminamos no poseemos la posibilidad de ser infalibles ya sea como proceso
cognoscitivo o por apropiación de la razón y lo intelectivo. La mente es finita
y los conceptos que en el mundo esta posee también lo es… No hay facultad alguna por potenciada que esté
de poseer la realidad plena en su dialogo antropológico permanente. El fin último
no lo conocemos y solo hablamos de la evidencia de la verdad en nuestras vidas
y acciones. Quien ama es completamente libre porque el amor le permite a su ser
romper la esclavitud de la inmanencia y vivir también de la concreción extrínseca
de lo que ama. La auténtica libertad no se finca como posibilidad en lo
infalible sino en lo amable, diría el Hiponense: Ama y haz lo que quieras. Solo el amor como posesión asegura la
auténtica posesión de la vida. El tener la vida no implica el ser infalibles
implica por el contrario la Causa maravillosa de la realización del ser creado
por amor y en amor. En dicha perspectiva también las pasiones y lo que
despiertan en nosotros es consecuencia de la posibilidad de amar. La materialización del amor son los hijos y
antes (relación de pareja) el sexo entre quienes se aman, de esta manera se
sublima lo natural y proclive a la vida en el instinto que todavía sobrevive en
nosotros. No podemos condenar el
ejercicio de la sexualidad porque ella también expresa la identidad y libertad
del bautizado y porque su praxis nos convierte en Co-creadores.
Renato
Descartes nos sitúa en una posición bien interesante sobre la Duda y como esta lucha
frontalmente contra las concepciones infalibles del accionar humano. Descartes
es un hombre interesado en la superación de esquemas alienantes que no resisten
el método de la interpelación de la Duda. El pensar para existir es la conciencia
sobre el estar Aquí y Ahora en la
realidad de lo conocido y desde luego de lo amado. Quien ama no es infalible es feliz… (Dogma de
la Infalibilidad papal año 1870 Vaticano I). Es más una exposición de lo que no
se debe hacer para perder hegemonía y conciencia colectiva como incidencia en
lo individual de la expresión católica de los bautizados. Se constituye en
respuesta ante los cambios pedidos a gritos por la catolicidad romana y que se
transforma en verdad de Fe, para cerrar el paso a estas expresiones de profunda
y necesaria reforma. Durante su proclamación los griegos, los anglicanos y los
luteranos como parte de la catolicidad no fueron tenidos en cuenta y su poder
ecuménico no fue tal. El problema y su fenomenología no es la autoridad papal
ya que él es el Obispo de Roma (título canónico) el problema se centra en la
tradición de la Madre Iglesia. Algunos teólogos pro-infalibilidad citan a Tertuliano
y a Ireneo sobre las verdades de las que la Iglesia no se equivoca. Pero no
existe una sola declaración de los PP. De la Iglesia que definan como tal este
Dogma estrictamente romano. Dogma que se convierte con el correr de los años y
las libertades de la persona redimida en
una enseñanza políticamente correcta pero no espiritualmente o moralmente
congruente con el espíritu de la universalidad de la Iglesia. La autoridad no
se debe fundamentar sobre la
infalibilidad de quien tiene esa responsabilidad de servir. Las instituciones
reciben su valía de sus fines y propósitos no de la Justicia de sus acciones,
estas por el contario manifiestan su naturaleza y relación con el medio o
entorno. La Justicia en el ejercicio de la autoridad no es retórica es
consecuencia de la instauración de un orden cuya estética es la Justicia. Una
vez más reconocemos y proclamamos que Cristo
es cabeza y Señor de la Madre Iglesia y esta es su Pleroma.
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