TERCER
DOMINGO EN CUARESMA… Salmo 95, Éxodo capítulo 17 versículo 1-7, Romanos
capítulo 5 versículo 1-11, Juan capítulo 4 versículo 5-42.
La experiencia del
pueblo en el desierto está acompañada por momentos de incertidumbre y
desconfianza y la respuesta de muchos de ellos en nada difiere de algunas de
nuestras manifestaciones en el presente. Massa
y Meribá no solo expresan simbólicamente las tentaciones y conflictos del
pueblo en su peregrinar sino que también motivan la intervención de Dios. Los
ancianos bien podrían hacer referencia al tiempo de los Jueces, lo cierto para
nosotros es que la respuesta del bautizado debe sopesar cada palabra e
intencionalidad de las mismas y que a Dios no se le puede tentar, más bien,
celebrar su maravillosa presencia en medio de nosotros. La falta de agua en
ellos es sustituida por la escasa o poca valoración que muchos cristianos hacen
de los dones naturales que la naturaleza comparte con nosotros y por medio de
los cuales sostenemos la vida en todas sus formas. La Sed es una manifestación
Bíblica que adquiere la dimensión de carencia espiritual. No es solo el agua es
también la Gracia para hacer de nuestras vidas una experiencia enriquecedora
para quienes están a nuestro lado. Moisés toma el cayado que utilizó para
dividir las aguas y toca la roca que brota su líquido preciado. No importa si
es roca o madera cuando el amor de Dios está con nosotros todo es posible y un
ser inerte como la piedra puede ser decisivo en los planes de Dios “porque
hasta las rocas saben quién es su Señor y Creador” cuanto más nosotros sus
hijos para desconfiar y dudar a estas alturas de nuestras vidas.
Pablo nos invita a
vivir en amistad con Dios, es decir, a vivir alimentados por su Gracia la que
permitirá a todo bautizado crecer bajo
la Voluntad de Dios. Todas las virtudes en la vida del Creyente son fruto de la
presencia de Dios. El Amor de Dios se manifiesta generosamente en cada uno de
sus hijos. Las promesas de Dios se cumplen en su Amor y Misericordia. Esa es
nuestra garantía de poseer los “bienes eternos” que el contrato se selló en la
Cruz y se firmó con la Sangre del Redentor. Las afirmaciones anteriores deben
conducirnos a trabajar denodadamente por participar de su Reino futuro en una
clara alusión escatológica al cumplimiento de sus designios. El cristiano no
puede perder de vista que está llamado a vivir en el mundo y construirlo en
Justicia como testimonio del Reino de Dios que habita en cada uno de nosotros. Ya no hay enemistad porque Cristo reparó todo
daño en nosotros. Para el apóstol la muerte es el inicio de la certeza
experimentada en este mundo mediante la Fe en Cristo resucitado. Viva la
amistad y la fraternidad que une a los hijos de Dios en el propósito de vivir
alegres el llamado a trascender.
Es muy conocido el
pasaje Joanico de la “Samaritana” su ubicación es la antigua Siquem al pie del
monte Ebal en la actual Askar. Es un relato independiente de otra fuente solo
frecuentada por el Autor del cuarto Evangelio. Como argumentación histórica el
Libro del Génesis no habla sobre su ubicación o existencia. El llamado pozo de
Jacob enfrenta dos tradiciones de un lado los samaritanos y de otro los judíos.
Continuando con el relato Joanico aquella mujer entra en contacto con Jesús y
esta construcción literaria corresponde a la Literatura Patriarcal. El
contenido es una clara alusión al Espíritu Santo constituido en el artífice del
“nuevo nacimiento” por medio del
cual llega la Salvación a la humanidad. Es también un llamado a la conversión
que debe superar los imaginarios que impiden el crecer en la fe y en las buenas
obras de los bautizados. Juan también incluye una alegoría muy especial y es la
referida a los maridos o compañeros que tubo aquella mujer, se habla de cinco
lo que explica la inmigración forzada de igual número de pueblos paganos cerca
de los samaritanos: El rey de Asiria
hizo venir gentes de Babilonia, de Kutá,
de Avvá, de Jamat, y de Safarváyim y los estableció en Samaría en lugar de los israelitas;
ellos ocuparon Samaría y se establecieron en sus ciudades… Segundo Libre de
Reyes capítulo 17 versículo 24. Aquella mujer desconcertada por las palabras
del salvador argumenta sobre sus prácticas culticas, miremos el Texto Sagrado
de Tradición: Nuestros padres adoraron
en este monte y ustedes dicen que en Jerusalén es el lugar donde se debe
adorar, versículo 20. Ella
se estaba refiriendo al templo samaritano destruido el año 129 y que rivalizaba
con el construido en Jerusalén. Fue destruido posteriormente por Juan Hircano. Sumo Sacerdote de Judea y
ultimo hijo de Simón Macabeo, gobernó sobre el año 134 a.C recibió el título de
Etnarca conferido a gobernantes de pueblos vasallos que no alcanzaban el
estatus de reino.
Retomando el Texto
Sagrado, la respuesta de Jesús a la mujer samaritana marca el derrotero de su
Misión de carácter Universal. Ya no es un pueblo constituido por unos cuantos. Ahora
hablamos de la totalidad de la humanidad bajo el signo de la Adoración y
exaltación del Señorío de Dios en sus vidas. Un verdadero culto que brota del
corazón del Creyente en sintonía con el amor de Dios manifestado en su Hijo Jesucristo.
Jesús habla del alimento común que supera con creces al Maná del desierto. Ese
alimento escatológico es la Palabra y Voluntad de Dios que hoy se refleja en la
Misión de la Iglesia. A Juan debemos ese
carácter Universal que explicita en su Evangelio y como logra ubicar a Jesús en
ese contexto que supera todo vínculo relacional con Israel como pueblo
escogido. La Fe es otro de los componentes de este relato y es precisamente la
Fe en Cristo como el enviado del Padre. Es nuestra misión propender por guardar
a buen recaudo esta relación entre Cristo y cada uno de los bautizados. La Fe
es un don que se transforma en la certeza de la eternidad a la que fuimos
asociados por la Voluntad de Dios. Pidamos la Gracia y cultivemos su presencia
transformadora en nosotros. Como aquella mujer pidamos explícitamente del agua
que brota a la vida eterna que aquí es una bella figura del Espíritu Santo.
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