DISCURSO TEOLÓGICO
Y ACCIÓN PROFÉTICA
DE LA IGLESIA.
COSMOVISIÓN
EN PROSPECTIVA.
La función profética es
una cualidad que se manifiesta en el bautizado y muy especialmente en el
Ministro Ordenado que leyendo el “signo de los tiempos” se adelanta a
acontecimientos que señalan ya en presente la inclinación del futuro o
porvenir… El fundamento profético se une a la denuncia que este hace de las
estructuras injustas que generan esclavitud en el ser humano y que por decirlo
de otro modo retrasan la manifestación del Reino de Dios en su Creación. El
profeta no es otro que un aventajado lector de los tiempos conjugados, tanto en
lo que sucedió ayer y las causas de esos sucesos para promoverlos positivamente
en el presente o desvirtuarlos del hoy de nuestra historia personal o
colectiva. El profeta ve en el futuro o porvenir una oportunidad para reafirmar
el Señorío histórico de Dios así como su inmersión en los estadios y procesos
de vivencias más allá de la mera experiencia
existencial de los bautizados. Es un visionario que afronta cada día y sus
contenidos como determinantes de su propia realidad. No es factible señalarnos como tal sino
conocemos la historia de la humanidad y como se manifiesta Dios sin alterar el
rumbo de los sucesos orquestados por el ser humano pero sin que ello impida la
Luz y Gracia de sus dones presentes. Esta manifestación es fácil de percibir en
la vida y la escogencia de los profetas y patriarcas del (A.T) donde la
elección de Dios derriba cualquier tipo de estereotipo o limitación tanto
física como psicológica. Se habla mucho sobre la dificultad de Moisés para hablar con claridad pero lo
que pasamos por alto es la misma significación de sus palabras que no obedecían
al lenguaje humano sino a la Voluntad de Dios. Oseas el profeta nos dice que su
vida se convirtió en un signo que lee profusamente el presente de su pueblo y
las consecuencias de sus acciones… Oseas encarna la fidelidad a Dios muy a
pesar de los pecados personales y colectivos. Oseas el profeta es un símil vivo de la Sociedad de su época y
voz de su conciencia. Pero no olvidemos que el profetismo se encarnó en los
vecinos de Israel desde siglos atrás, basta con hablar de los profetas del
Siglo XI antes de Cristo en Biblos como en Jamá. Hombres y mujeres que sabían
leer el signo de su tiempo y conjeturar sobre su porvenir. Es pues, el
profetismo un análisis de los acontecimientos y sus consecuencias vistas o por
ver. En cuanto a los profetas de las Sagradas Escrituras, sus vidas ejemplarizaron el contenido de sus
palabras y conducta.
Para continuar con esta
cuestión diremos que en Israel existían dos principios que daban autenticidad a
una profecía y son:
·
Su cumplimiento (Jeremías capítulo 28
versículo 9 y Deuteronomio capítulo 18 versículo 22). Miremos el Texto de
jeremías: Si un profeta profetiza la
paz, cuando se cumpla la palabra del profeta, se reconocerá que le había
enviado Yahveh de vedad.
·
Conformidad con la doctrina expuesta
(Yahvista). Igualmente citamos a (Jeremías 23,22 y Deuteronomio 13: 2-6). Una
vez más el profeta nos dice: Pues si
asistieron a mi consejo, hagan oír mi palabra a mi pueblo, y háganle tornar de
su mal camino y de sus acciones malas.
La
fuerza del mensaje debe estar coherentemente relacionada con la forma en la que
las Escrituras educan nuestra conciencia religiosa y nuestras acciones. Es
necesario que el profeta se actualice para emitir juicios acertados sobre la
realidad que percibe. Es una necesidad latente asumir que la historia se ha
instrumentalizado a favor de la misma revelación y que cada uno de los
acontecimientos descritos se viven casi
que atemporalmente por corresponder a sucesos humanos bajo el signo de la
Gracia y paradójicamente del pecado que limita la claridad a la hora de
percibir el fruto de la profecía. La historia es un poderoso aliado a la hora
de analizar acciones y sus consecuencias. Ejemplo sería lo acontecido con
Napoleón al intentar invadir la tierra de los Zares y como el ejército ruso en
su retirada cortaba cualquier posibilidad de alimento y refugio a los invasores, esto era desastroso si
consideramos que la invasión y retiro de las tropas napoleónicas se produce en
una tierra que posee los inviernos más fríos del planeta y dada su extensión fue una derrota anunciada y vivida… Décadas
después Adolfo Hitler, invadió Rusia y se enfrentó a la misma estrategia de
defensa que diezmó sus tropas y
terminaron derrotados. La historia sentó un precedente y Hitler no supo leerlo
e interpretar su incidencia en el futuro, pues un profeta debe saber leer el
pasado y concretamente su actualización.
En
América Latina los profetas se enfrentan a las situaciones que marcaron la vida
del Continente hace siglos como por mencionar simplemente la invasión y
depredación española donde una Nación poderosa
se apropia el Derecho de los más atrasados. Si bien los nativos tenían
su Cultura y Ciencia no podían hacer frente a los venidos de Europa. Lo mismo
está aconteciendo hoy cuando nuestra cultura es absorbida por modismos, jerga,
música, alimentos, armas, vicios, entre otros que llegan de latitudes más
poderosas produciéndose un choque cultural donde siempre perderá el más
vulnerable, y sobra decir quién es. Ante este panorama la misión profética de la Iglesia debe sembrar Esperanza y promover
los valores que nos definen como cristianos y hermanos bajo la Gracia de un
mismo Padre. El anuncio profético de Jesús superó cualquier resistencia al
llamar a Dios Padre y en sintonía de
sus enseñanzas y anuncio hoy llamamos atrevidamente a Dios Padre de todos los vivientes. En cuanto a la Esperanza se debe
reforzar por una visión de la historia actualizada bajo el signo de la Gracia y
empoderada bajo el peso de la Cruz… El clérigo de esta Iglesia se convierte en
un propagador de Esperanza en medio de una Sociedad violenta y que desprecia la
vida como Imagen del Dios vivo. El gran reto para este Siglo seguramente es la
construcción de la Paz a todo nivel y que esta pueda compensar toda
expectativa. Paz interior, exterior, social, económica, política, etc. No es
solo una Paz de ley y Norma sino una Paz cristiana cuyo artífice es el Señor y
la humanidad. El Ministro Ordenado es un propagador de Esperanza y respeto por
la vida y bienes de los demás sean sus feligreses o no… La Paz como esencia del
mensaje sereno que se comunica libremente es abarcante y configura tanto la
percepción como la respuesta del Creyente. No
hablamos de nuestras limitaciones sino del Poder Dios en nosotros y en la
humanidad. Nuestra coherencia no
corresponde a postulados individuales sino a los más altos principios de
Unicidad de la Madre Iglesia. Nuestro anuncio estará centrado en el anuncio del
Reino de Dios y su Justicia no en manifestaciones
mediáticas de lo sobrenatural así percibido por nuestra sugestionable
imaginación intelectiva. Ya no es la Zarza ardiendo la panacea de su
manifestación sino un corazón contrito y
obediente que ama y es amado por su Dios. Claro está que para muchos
bautizados es más fácil separar las aguas o caminar sobre ellas que apartar el
corazón del mal camino. Nosotros no podemos bajar la guardia, por el contrario,
debemos continuar muy atentos y leer con Fe y Amor los tiempos de nuestro
presente y realidad. Nuestro anuncio está matizado por la Misericordia de Dios
que se apiada de cada viviente.
ANUNCIO E IDEOLOGÍAS.
La
sucesión de los tiempos modernos acelera gravemente los acontecimientos de la
Sociedad y moldea apresuradamente la Cultura. En los últimos 60 años hemos
asistido a cambios dramáticos en la Sociedad Universal que esquematizamos así:
·
Fin del Modernismo (las guerras
mundiales dejaron a la Sociedad y sus estamentos sin fundamento alguno y menos
sin respuesta al problema de la guerra, el mal y la muerte de millones de
personas todas ellas creyentes).
·
Nacimiento del Post-modernismo (tendencia
de pensamiento que sea firma en la
independencia conceptual rechazando los discursos establecidos bajo la
metafísica y el absolutismo).
·
Nacimiento del Trans-modernismo (buscan
asumir su relación superando lo que se convierte para ellos en rezago cultural
mayormente visibilizado en las artes liberales y búsqueda constante de
Identidad que nos libere de los modelos foráneos que desvirtúan las tradiciones
locales).
·
Colonialismo (instauración de un orden
extranjero y sus tendencias socio-culturales que desgastan o anulan la
expresión cultural de los pueblos más débiles).
·
Post-colonialismo (busca rechazar los
modelos culturales extranjeros y destacar el valor de los procesos y
tradiciones endémicas. Se manifiestan desde las ciencias y el drama como la literatura).
·
Trans-culturización (la cultura sufre
los estragos de las distintas tendencias que hoy más que nunca cambian tanto de
propuesta que se convierten en sustitutos de lo propio. Hay naciones americanas
donde la gente busca afanosamente hablar un idioma o lengua extranjera pero no sabe pronunciar
lo más básico de su idioma). Esta pérdida de Identidad llega también a los
distintos modelos religiosos imponiéndose las grandes concentraciones culticas
propias del Norte.
Hemos
agotado los presupuestos de Doctrina para muchas personas que no encuentran en
las Iglesias y particularmente en las históricas una respuesta a sus
interrogantes y nosotros ante ese panorama muchas veces ni nos damos por
enterados. La percepción de la Iglesia debe abrirse a los tiempos y asumir el
compromiso de la profecía llena de vida y optimismo que busca promover la
dignidad de todo ser viviente y particularmente de la humanidad. Estamos
asistiendo a tiempos que no aceptan un discurso totalizante aunque con ello
desvirtúan la dimensión Cultica de su aproximación a Dios con una oración que
lo sintetiza todo, miremos: Creo en Dios
pero no en la Iglesia… O… Desde mi casa puedo orar y vivir una relación con Dios
sin necesidad de nadie más. Esta frase puede convertirse en el reflejo de
lo que está sucediendo en el panorama de una Sociedad violentada constantemente
por patrones de realización al margen del Evangelio. Esto es, de
manifestaciones de total o parcial autonomía que excluye la libertad potenciada
que solo da Cristo. El Estado o Gobierno actual dice ser Creyente pero sus
prácticas son una constante contradicción sembrando un modelo de total ausencia
evangélica donde predomina el poder y las bondades que este entrega a sus
actores. Nuestros jóvenes quieren dinero
y mucho pero sin trabajar o educarse para su consecución. Este principio es un
total desprecio por la vida humana… La
acción profética debe resarcir y recuperar estos valores perdidos dando ejemplo
de vida y compromiso ministerial. La
oportunidad de difundir el Evangelio es vital para tal fin y no es simplemente
el anuncio es la Palabra transformada en acciones de vida y cotidianidad. La
influencia de los Medios de Comunicación se siente particularmente a la hora de
difundir vidas y obras para nada edificantes (las novelas y series más
difundidas en Occidente corresponden a delincuentes, mafiosos, asesinos, etc)
no hay una sola que exalte la ciencia y sus logros como tampoco el buen y sano
ejemplo de acciones cargadas de civilidad por parte de los ciudadanos. Hoy venden
y mucho los dis-valores y sus modelos superficiales. En el terreno práctico la
mujer está siendo victimizada al punto de crear espectáculos donde muchas
buscan superar la pobreza y escases de oportunidades entrando en un
“cuadrilátero” para dar puñetazos y patadas a otra mujer hasta derrotarla o
lastimarla lo suficiente para que no se incorpore. Son modos de relativizar el
ser femenino de forma progresiva y descarada que en nada dignifican a un ser
digno por excelencia como la mujer. El modelo cristiano hombre-mujer debe
ser anunciado desde la dignidad de cada uno de ellos y no dejarlo solo al azar
o a tiempos “fuertes” en la Liturgia o encuentros de congregaciones o grupos. Si
continuamos fuera de esta realidad cada vez más se buscaran modelos nuevos y
nosotros corremos el riesgo de estar fuera de ellos. El Evangelio es el
referente clave en el anuncio de la dignidad de la persona humana y es labor
profética anticiparse a los problemas y riesgos del presente teniendo en cuenta
que lo sucedido hoy puede traer consecuncas en el futuro inmediato, estamos
hablando de:
·
Relaciones afectivas pasajeras o
superficiales
·
Agresiones Intra y Extra-familiares.
·
Búsqueda desmedida de placer.
·
Pobreza emocional, afectiva, y de
relaciones sociales.
·
Autismo Socio-cultural.
·
Materialismo y sensualismo.
·
Invisibilidad social.
·
Ausencia de políticas tanto eclesiales
como gubernamentales de promoción humana a todo nivel (niños, jóvenes y
adultos).
·
El anciano se convirtió en un paria desprotegido
e ignorado como Sujeto o Individuo de Derechos y el Estado dejó sus necesidades
en manos de la familia.
·
Poca o nula asistencia médica
preventiva.
Es un panorama sobre el
que debemos trabajar y predicar la Esperanza que nace en el seguimiento del
Salvador. Es también un reto formativo que supera la propuesta inicial del
bautizado y la reemplaza o mejor aún
plenifica por el Pacto bautismal que explicita en sus contenidos la
naturaleza del Creyente y su relación con Cristo. Hoy necesitamos de
manifestaciones más contundentes de la posibilidad que hay de vivir el
Evangelio en la Iglesia. La Cultura de la Palabra busca que el bautizado pueda discernir sobre
su vida y Fe y que estas reflexiones se acentúen en su compromiso tanto en la
casa como en la congregación porque somos una Iglesia de fuertes contenidos
Culticos y de esta forma expresamos nuestra fe y Adoración (Rito y Liturgia). Entonamos
un canto que resumimos así: Cristo rompe
las cadenas, Cristo rompe las cadenas y nos da su libertad. Acudimos a
Cristo y su respuesta no se hace esperar pero aun Dios necesita de nuestra
voluntad para Intimar en nosotros la Suya en vocación salvífica. Predicamos en
cada acción profética a Cristo como nuestro Liberador, Sanador y Redentor. Lo
vemos y vivimos como el Amigo que nunca
falla. El apóstol Pablo interpretando el sentir del Creyente y de quienes
desean creer pero que no conocen en quien hacerlo expresa en Romanos capítulo 10 versículo 14-15… Pero como invocaran a aquel en quien no han
creído y cómo creerán en aquel a quien no han oído, como oirán sin que se les
predique y como predicaran sino son
enviados… La relación con el Evangelio se torna existencial al señalar una
forma y modo de vivir y adelantar el trabajo de la Iglesia. La predicación se
vive como parte esencial del Ministerio Ordenado y para visualizarla en el
plano pastoral diremos que es consubstancial
a las acciones por las cuales la Iglesia enseña sobre Cristo. Para concluir
esta definición acudimos al Hiponense cuando afirma su principio eclesiológico:
Creo en Cristo y en su Evangelio porque
me lo enseña la Madre Iglesia. Queda
claro que la Palabra se convierte en Sacramento gracias a la acción
evangelizadora de la Iglesia y sus distintos ministerios. La predicación
actualiza la realidad de Fe que nos asegura el creer en Cristo y reconocerle
como Nuestro Señor y Salvador. El Evangelio es la obra perfecta de la
revelación de la Palabra de Dios en términos de su historia como ilustración de
la salvación. Hoy más que nunca ante un mundo pragmático que evita la
trascendencia debemos argumentar con el ejemplo y la convicción personal el
valor de la Palabra y su predicación. Debemos
insertarla en el medio socio-cultural para lograr con ello su vigencia y
permanencia en la realidad salvífica que toca a este mundo… Pensemos por un
momento que Cristo llega a nosotros como a todos los seres humanos y espera ser
correspondido por la constante aceptación de su Evangelio y/o condición de la
Misión permanente de la Iglesia en el mundo. Esta misión reclama enseñar con
absoluta autoridad y convicción sobre la base y fundamento de la Inspiración
y como de la revelación a partir de su
mensaje salvífico. La Palabra de Dios se
torna aguda como dulce esto último corresponde a la cantidad de matices y
variantes que la vida del ser humano le introduce a su condición de Fe. No
descuidemos el papel que nos corresponde como Ministros del Evangelio y los
sacramentos en un mundo sediento de dios y sus dones como gratuidades. El
mandato Mateano de ir a evangelizar o enseñar que aquí es lo mismo es un
llamado para dar a conocer el contenido extenso de la revelación evangélica. No
olvidamos ni por un momento que somos testigos de Cristo en su Iglesia y que
nuestro testimonio se vive por extensión y afirmación del Señorío de Cristo y
su Ministerio fundamental que da vida a la Iglesia.
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