EL LUTO
COMO EXPRESIÓN DE SUFRIMIENTO Y ACEPTACIÓN DE SITUACIONES Y
EMOCIONES TANTO FÍSICAS COMO ESPIRITUALES.
DEFINICIONES.
La persona a lo largo de su experiencia de vida atraviesa
distintas situaciones que empeñan tanto su esfuerzo físico como espiritual y en
esta esfera entra perfectamente el Luto.
El luto expresa el dolor que traduce la ausencia de personas, cosas y
animales, es sobre toda consideración el choque o confrontación de la realidad
que el individuo a construido a la largo de su existencia. El luto es visto
enclavado en las relaciones cotidianas como un estado espiritual que reclama
atención para asimilar lo que en la práctica cuesta mucho a la razón. El ser
humano vive expuesto a distintas y variadas emociones que logran moldear su ser
interior y la forma como este observa el mundo o entorno somático… Con el luto
duele tanto el alma como la conciencia y las emociones y es capaz de despertar
pasiones que mueven la totalidad el ser
humano. Estamos llamados desde nuestra consejería a hacer derivar el luto a una
propuesta encausada en la Esperanza porque
Cristo venció al mundo y nos manda a asumir su actitud de total y absoluta
confianza en el Padre Dios. El camino del luto es la senda de la Esperanza y la
expresión de una Fe madura y aterrizada en el ciclo natural de la vida y su
futura trascendencia. Para ilustrar nuestra afirmación citamos una historia
recreada en la existencia del Buda o príncipe Gautama encontramos
esta bella reflexión: En cierta
ocasión una mujer se acercó a Buda para pedirle ayuda ante una situación de
profundo dolor, había perdido a su hija de meses de nacida y buscaba que este
hombre le regresara a la vida. Buda le dice, ve entierra a tu hija y luego
visita a todos tus vecinos y en cada casa que entres pide a sus habitantes una
semilla de trigo si ellos nunca perdieron un ser querido o vivieron situaciones
de grande dolor. Pasadas algunas semanas la mujer regresa donde Gautama y él le
pregunta- cuántas semillas me trajiste- ella le responde, ninguna, porque todos
ellos habían experimentado un dolor tan profundo o parecido al mío.
La enseñanza es clara, el sufrimiento, el dolor y el luto hacen
parte de nuestra cotidianidad y como tal
son motivo de reflexión y crecimiento como de valoración de las personas y
nuestras posesiones más preciadas. El
luto se expresa en lenguaje que solo el alma puede conocer e interpretar y
superando la perdida y su ausencia dar
orientación satisfactoria a sus emociones… Las enseñanzas de la vida son
determinantes para crecer y saber enfrentar las ausencias y el vacío que las
mismas generan en la vida de la persona y su entorno. Entorno compuesto por
imágenes, recuerdos, sentimientos, lágrimas y ausencias. El luto no puede
encontrar parangón en lutos ajenos, es indispensable, que cada uno escriba su
propia historia luctual y que la viva con la fuerza necesaria para poder hacer
un alto en el camino y luego continuar.
COMO ORIENTAR DESDE NUESTRA CONSEJERÍA EL LUTO DE
NUESTROS FELIGRESES.
El Consuelo es una
cualidad que la conciencia humana busca afanosamente cuando sufre una pérdida o
situación de intenso dolor. Este sufrimiento puede ser tanto físico como moral
o espiritual y las causas que lo generan son muy amplias de considerar. Nos
limitaremos a hablar del luto en la perspectiva de un ser querido e incluso del
manejo de la enfermedad y su limitante. La
dinámica emocional marca la intensidad del sufrimiento al menos cuando se trata
de un dolor o luto emocional a diferencia de una enfermedad y sus distintas
manifestaciones (sintomatología). La intervención que hace el consejero o
Clérigo en estos casos debe ser primero orada y luego meditada. Es conveniente
asumir inicialmente una actitud prudente y escuchar sin intervenir más que para
lo necesario. Una vez pase el trance del momento es conveniente desarrollar un
acompañamiento que aflore en la exaltación de la Esperanza y centrar las
reflexiones en orden al triunfo de Cristo y considerando que es vital dejar
“hablar” y escuchar a la persona solo desde su perspectiva personal sea que
emplee términos, lenguaje, exprese miedo, temor, disgusto, incomprensión, entre
otras manifestaciones de su estado de ánimo.
No estamos en dicha situación para cuestionar o indagar por la Fe o
principios religiosos de la persona. El dejar salir las emociones retenidas se
constituye en el primer paso para ser liberados de esta carga tan pesada o
luto. El triunfo de Cristo se ha de constituir en el fuerte de la batalla
espiritual por la salud y tranquilidad de nuestros feligreses.
La Historia de Salvación personal cuenta
con el luto para exaltar literalmente la presencia y el Consuelo que brotan del
corazón amoroso de Dios. Pero miremos las palabras consignadas en el Texto
Sagrado de Tradición: Mucho cuesta a los
ojos de Yahveh la muerte de los que le
aman (Salmo 116 versículo 15) La Misericordia de Dios es para todos sus
hijos particularmente con quienes sufren por alguna causa o motivo. La muerte no es natural solo es
consecuencia del pecado y no obra de Dios. El consejero debe dejar a salvo el Amor
misericordioso de Dios. Sin importar la
situación nada hay en el ser humano que amerite alegría de Dios por su muerte
esa instrucción nos brinda el profeta Ezequiel capítulo 18 versículo 23. Dios
ama la Justicia al punto de buscar siempre que nosotros sus hijos vivamos
radicalmente unidos a ella como expresión de nuestra total y absoluta confianza
en su Misericordia. Quien sufre debe tener presente que Dios no ama el dolor de
la humanidad, por el contrario, se apena ante el dolor de su Creación. El luto
no es por decirlo natural pero está presente como consecuencia de nuestra
existencia natural y la dificultad que el ser humano posee para desprenderse de
sus posesiones más preciadas y en este rango entran contundentemente los
sentimientos de la persona. El luto es también una constante advertencia sobre
la condición pasajera de nuestra vida y realidad terrena.
La Oración y la Meditación de la Palabra de Dios son sin duda
los elementos de mayor peso en la consideración de la forma apropiada para
vivirlo. No hay luto que no pueda ser asimilado desde la perspectiva de nuestra
Fe y expresión de la misma. Orar no cambia la realidad Divina, pero si nos
cambia y sensibiliza nuestras
inclinaciones a amar la trascendencia. El luto genera todo tipo de emociones
que de no ser afrontadas con serenidad puede ocasionar trastornos en quien lo
está viviendo. Entre los síntomas más
comunes encontramos:
·
Pérdida
del apetito
·
Pérdida
del sueño
·
Cambios
bruscos de Temperamento
·
De
comportamiento
·
Agresividad
latente
·
Aumento
sustancial del estrés
·
Irritabilidad
·
Desgano
ante las actividades que antes hacia
·
Perdida
o aumento de peso según el biotipo de la persona
·
Crisis
a nivel de sus creencias religiosas (este punto depende de que tan profunda sea
la espiritualidad de la persona)
·
En
el caso de estudiantes normalmente se presenta apatía al estudio y por ende
bajo rendimiento académico
·
Falta
constante de motivación
·
Afectación
a nivel de la respuesta sexual en los adultos
·
Incremento
o exacerbación de algún vicio como fumar
o consumir licor
·
Búsqueda
de respuesta ante los hechos acaecidos, lo que implica en muchos casos buscar
culpables de lo sucedido particularmente en caso de accidentes o enfermedades
no atendidas apropiadamente
·
Autoexamen
de carácter emocional
·
Revisión
de relaciones con su entorno o medio social
·
En
muchos casos “sed” espiritual y búsqueda de la trascendencia, en algunos como
refugio y en otros como expresión de sus creencias
·
Temor
a la soledad
·
Alejamiento
de actividades que impliquen participación constante
·
Preocupación
por enfermedades personales o de su círculo familiar e inmediato
·
En
algunos casos es importante brindar asistencia Psicológica
·
En
todos los casos es necesario el acompañamiento pastoral del Clérigo encargado o
responsable de la Congregación donde asiste la persona en luto.
***** Son solo
algunas de las manifestaciones que se desprenden del Comportamiento y
socialización como interiorización de una persona afectada por una situación de
luto y desde luego en el caso de los niños hay otros síntomas asociados a su
incapacidad de expresar las emociones y sentimientos que los embargan y
confrontan. Nosotros como orientadores en esta dirección debemos estar atentos
a estos cambios súbitos en nuestros feligreses y tener presente que las Causas y
Consecuencias son variadas según la forma y modo como cada persona responde a
una situación de luto.
RESPUESTA PASTORAL EFICIENTE.
El no estar involucrados
emocionalmente con el luto de un hermano o hermana puede asegurar un mejor
desempeño en nuestra intervención pastoral, no olvidar la primicia sobre las consejerías
pastorales o (CP). Al respecto diremos
que orientamos a personas “normales” en situaciones extraordinarias. De
presentarse un problema de índole mental esa persona debe ser remitida o
aconsejada para que busque ayuda profesional, la oración en este caso puntual
no es determinante y no es un asunto de Fe sino de competencia y disciplina
como eficiencia en nuestra atención pastoral (trastornos, patologías, fobias,
traumas, etc) son de competencia
profesional en algunos casos de la Psicología y en otros de la Psiquiatría
(generalmente requieren de ser recetados y sometidos a terapia). El orientador o consejero debe asumir cada
consejería desde la perspectiva de su propia experiencia de Fe y saber que sus
actuaciones son enriquecedoras de su personal experiencia con el Resucitado y que cada palabra conlleva
una responsabilidad latente. El consejero asume en su dinámica estos elementos
para optimizar su consejería:
·
Reunir
la información oportuna y completa sobre la persona o personas a ser
orientadas.
·
Orar
y meditar pidiendo a Dios la guía de su Espíritu dejando todo en manos de Dios
teniendo siempre presente que todo debe llevarnos a Dios y acercar a nuestros
orientados a vivir una autentica experiencia de Fe y Conversión.
·
Proceder
no movidos por la curiosidad sino el genuino deseo de servir actuando como “escuchas”
y desprotegidos de toda animadversión, complejo o predisposición.
·
Velar
siempre por los intereses y nombre de la Iglesia en todo tiempo y momento de la
consejería y/o intervención pastoral.
·
Observar
los gestos y expresiones de quien estamos orientando.
·
Hablar
cuando sea oportuno pero sobre todo dejar hablar en absoluta libertad a quienes
estamos orientando.
·
Tener
presente que la oración en la forma como es explicitada puede en estos momentos
particulares ser contraproducente porque puede liberar traumas y situaciones
ajenas a la consejería.
·
Tener
el criterio y la instrucción para conocer por qué y el cómo de estas
manifestaciones cuando se presenten.
·
Acudir
a otro apoyo cuando sea necesario y saber concluir cada entrevista sin dejar
abierta duda alguna al respecto.
·
Ser
claros y prudentes a la hora de manifestar nuestras ideas y conceptos.
·
Cuidarnos
de expresar comentarios de carga política, económica o social sin el debido o
claro contexto en la orientación de lo contrario podría bloquear a quien está hablando con nosotros y buscando
generar confianza.
·
En
la búsqueda de información sería pertinente y desde luego oportuno conocer más
sobre la vida privada y entorno de quien estamos orientando para concretar una
más exitosa intervención.
·
Recordar
la máxima de la consejería pastoral o manejo de luto o duelo: orientamos a personas “normales” y cuyo
trauma puede ser superado sin necesidad de terapia y en caso de asumir su
necesidad el orientado debe ser instado a buscar ayuda profesional.
·
Nuca
dar nada por seguro o por hecho sin profundizar en la cuestión. Este punto
tiene que ver con las manifestaciones de carácter espiritual en la persona ya
que existe la posibilidad de estar en medio de una patología espiritual.
·
Derivar
nuestras orientaciones a acrecentar la Esperanza de quien está siendo orientado
y sobre toda consideración resaltar las verdades de nuestra Fe frente al fin
último de la vida y existencia de la persona redimida.
·
Abordar
la enfermedad como un ciclo o proceso natural de la existencia y descartar cualquier
idea que agrande aún más esta realidad.
***** Las
anteriores son solo algunas aportaciones al desempeño eficiente de nuestra
consejería. El consejero no puede olvidar que está
fungiendo a nombre de la Iglesia y no pensar siquiera en expresar posturas de
vida personal frente a sus orientados. Las verdades de Fe no son cuestionadas y
ser objeto de escudriñamiento en una consejería salvo que la persona orientada
posea la formación manifiesta para la finalidad como tal. El proceso del duelo
requiere atención particularmente diligente en los primeros días y semanas de
presentarse el evento. El orientador o consejero debe distinguir las reacciones de la persona sufriente así
como su respuesta inmediata a palabras y gestos de nuestra parte. El diálogo nunca podrá ser forzado, todo
lo contrario, debemos ser pausados y parcos facilitando que la persona pueda
encontrar las palabras oportunas para expresar sus emociones. Reconocer que los
distintos grados de emotividad son causal de expresiones y sensaciones que no
siempre definen a la persona pero si su estado momentáneo (ansiedad, nervios,
temblor, lagrimas, inexpresividad) son solo algunas de las manifestaciones en
esta dirección.
La respuesta eficiente es desde luego el objeto de la Comunicación de
nuestra parte… Es
pues una manifestación de la sintonía idiomática que establecemos con quien
estamos orientado en situación de luto. Estas situaciones son detonantes de problemas
de salud y alteración de hábitos. Es fundamental que en las primeras
orientaciones busquemos conducir a la persona a la normalización de sus hábitos
cotidianos esto permite acelerar su aceptación de la realidad presente. En
tendemos por hábitos cotidianos a todas aquellas acciones y reacciones que la
persona vive y con los cuales construye su respuesta al entorno tanto físico
como espiritual. La normalización facilita sin duda la reacción positiva ante
el ciclo de la vida y su intríngulis alterado dramáticamente por la perdida y posterior duelo. No perdamos de vista que el duelo es un proceso natural
empleado Psicológicamente para asumir la nueva
realidad con la ausencia señalada. El concepto es amplio y pueden entrar:
A- Personas
B- Animales
C- Posesiones materiales
D- Recursos económicos
E- Elementos culturales (Entre otros).
Es importante dimensionar que el dolor no posee las mismas implicaciones
en todas las personas (espectro) y que el sufrimiento
se vive según el Carácter y Temperamento de los individuos. Aquí
encontramos la marcada forma de vivir el desprendimiento de las ausencias como tal
(luto) y sus implicaciones en la configuración emocional de la persona. Todos
sin excepción sufrimos y desarrollamos grados de sufrimiento y capacidad para
tolerarlos.
A- Sufrimiento Moral
B- Sufrimiento Físico
C- Sufrimiento psicológico
D- Sufrimiento Crónico
E- Espectro del manejo del dolor.
Las distintas Patologías (estudio de las enfermedades que pueden afectar la
estructura, la fisiología, órganos) pero también es posible hablar de patologías espirituales cuando una persona altera su vida y concepción
de su Fe y más aún como responde a estímulos que exigen estar viviendo la
espiritualidad o respuesta a la relación personal con Dios. El luto puede en su manejo detectar algunas
patologías espirituales cuando la persona ante el trauma de la pérdida o
privación manifiesta perder su Fe… Sin duda es un suceso que debemos
atender cuando así es solicitado. Recordemos que somos 100% subjetivos lo que
implica la necesaria respuesta emocional, y consigo según su madurez espiritual
la frustración. Es pues necesario
animar y fortalecer la concepción de Fe de quien padece o sufre una perdida sin
importar el grado de afectación que esté sufriendo o expresando. Recordemos
también que los hombres y las mujeres reaccionamos de formas variadas y siempre
en contraposición del ser masculino al ser femenino, como quiera que la mujer posea
la capacidad de expresar sus emociones y no está cohibida socialmente como el
hombre en muchos escenarios. La respuesta emotiva es determinante en la
aceptación del duelo y la significación de la perdida como tal… Todo consejero
debe tener claro que su papel es animar y nunca violentar una respuesta de
quien está en problemas o sufrimiento.
A- Miedo sin causa aparente
B- Extremar medidas relacionadas con el
suceso negativo vivido
C- Llanto desmedido y en cualquier
momento
D- Inapetencia
E- Inseguridad emocional
F- Perdida de la Paz interior
G- Periodos de ausencia de motivación espiritual
H- Poca o nada respuesta ante las
practicas culticas anteriores
I-
Desconfianza
J- Intolerancia
K- Aparición de dolor en alguna región
corporal sin explicación o diagnóstico
L- Trastorno del sueño
M- Aislamiento
N- Rechazo a actividades habituales que
antes hacía o disfrutaba haciéndolas.
O- Propensión a la pérdida de memoria
especialmente en lo relacionado con la conciencia emotiva (afectos, emociones,
sentimientos, entre otros).
PARA REFLEXIONAR: Durante los años oscuros de la Inquisición en el catolicismo romano, los
clérigos destinados para este oficio nunca tocaron o torturaron personalmente a
nadie pero tenían sus oficiales para tan cruel empresa, total después de las
torturas el condenado terminaba aceptando “cualquier delito contra la Fe” y lo
hacía para detener su tormento. Nuestro manejo de la crisis nunca debe siquiera
buscar responsables en terceras personas, nunca justificar nada del sufrimiento
que otras y otros están viviendo, eso sería tan inhumano como torturar… La
dignidad de la persona debe quedar siempre a salvo, siempre segura entre
nosotros. La confrontación del dolor dependerá de la Personalidad de quien
orientamos y se constituye en un bastión seguro para sanar pronto o asimilar la
perdida.
A LA OTRA ORILLA…
Existe para el ser humano dos situaciones
particularmente difíciles que le pueden ubicar en una u otra orilla de la
realidad. El duelo cuando se vive en vocación de Esperanza nos puede llevar a
la orilla donde se encuentra sosiego y paz para continuar la vida y sus
compromisos. Todo desenlace requiere ser
atendido diligentemente para asegurar que su peso se convierta en una “carga”
llevadera. El bautizado sabe que su experiencia de Fe es carta segura de
navegación y que la vida habla de muchas formas y que su lenguaje puede
confundir nuestra ruta en momentos en los que la paz y seguridad interior
flaquean. El sufrimiento es natural no así la muerte y sus consecuencias en la
sique de la persona que experimenta la ausencia y el trato inmediato con quien
no está… Sacar del corazón los recuerdos y sus imágenes es cosa imposible, lo único
posible de hacer es sublimar los
momentos vividos y dar gracias a Dios por su maravilloso disfrute. Debemos atesorar
las experiencias fruto del amor sin que ello implique construir en nuestro
interior fortalezas que vivan del pasado. Tal postura es dañina y no hace honor
a la experiencia vivida del amor terrenal que está llamado en Cristo a ser
sublimado y potenciado hasta dar su salto a la eternidad. El llamado pésame brota de un corazón que amando a
otros teme también experimentar su ausencia pero a la vez hay en sus palabras
Esperanza… El cristiano es un ser humano singular en la concepción de su
existencia y esa riqueza “huele” a trascendencia. Acudamos a la Oración, meditación
de la Palabra Inspirada, Solidaridad, a
la Prudencia y a la Caridad, en nuestras orientaciones y no descuidemos el ser
emotivo de nuestros hermanos orientados. La paz de Dios es un don indispensable para crecer y ser buenos seres
humanos proclives al amor y a la fraternidad.
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