martes, 7 de marzo de 2017

MANEJO DEL LUTO Y EL SUFRIMIENTO...

EL  LUTO  COMO EXPRESIÓN  DE  SUFRIMIENTO Y   ACEPTACIÓN DE SITUACIONES  Y  EMOCIONES TANTO  FÍSICAS COMO  ESPIRITUALES.


DEFINICIONES.


La persona a lo largo de su experiencia de vida atraviesa distintas situaciones que empeñan tanto su esfuerzo físico como espiritual y en esta esfera entra perfectamente el Luto. El luto expresa el dolor que traduce la ausencia de personas, cosas y animales, es sobre toda consideración el choque o confrontación de la realidad que el individuo a construido a la largo de su existencia. El luto es visto enclavado en las relaciones cotidianas como un estado espiritual que reclama atención para asimilar lo que en la práctica cuesta mucho a la razón. El ser humano vive expuesto a distintas y variadas emociones que logran moldear su ser interior y la forma como este observa el mundo o entorno somático… Con el luto duele tanto el alma como la conciencia y las emociones y es capaz de despertar pasiones que mueven  la totalidad el ser humano. Estamos llamados desde nuestra consejería a  hacer derivar el luto a una propuesta encausada en la Esperanza porque Cristo venció al mundo y nos manda a asumir su actitud de total y absoluta confianza en el Padre Dios. El camino del luto es la senda de la Esperanza y la expresión de una Fe madura y aterrizada en el ciclo natural de la vida y su futura trascendencia. Para ilustrar nuestra afirmación citamos una historia recreada en la existencia  del Buda o príncipe Gautama encontramos esta bella reflexión: En cierta ocasión una mujer se acercó a Buda para pedirle ayuda ante una situación de profundo dolor, había perdido a su hija de meses de nacida y buscaba que este hombre le regresara a la vida. Buda le dice, ve entierra a tu hija y luego visita a todos tus vecinos y en cada casa que entres pide a sus habitantes una semilla de trigo si ellos nunca perdieron un ser querido o vivieron situaciones de grande dolor. Pasadas algunas semanas la mujer regresa donde Gautama y él le pregunta- cuántas semillas me trajiste- ella le responde, ninguna, porque todos ellos habían experimentado un dolor tan profundo o parecido al mío.

La enseñanza es clara, el sufrimiento, el dolor y el luto hacen parte de nuestra cotidianidad  y como tal son motivo de reflexión y crecimiento como de valoración de las personas y nuestras posesiones más preciadas.  El luto se expresa en lenguaje que solo el alma puede conocer e interpretar y superando  la perdida y su ausencia dar orientación satisfactoria a sus emociones… Las enseñanzas de la vida son determinantes para crecer y saber enfrentar las ausencias y el vacío que las mismas generan en la vida de la persona y su entorno. Entorno compuesto por imágenes, recuerdos, sentimientos, lágrimas y ausencias. El luto no puede encontrar parangón en lutos ajenos, es indispensable, que cada uno escriba su propia historia luctual y que la viva con la fuerza necesaria para poder hacer un alto en el camino y luego continuar.

COMO  ORIENTAR DESDE NUESTRA CONSEJERÍA EL LUTO DE NUESTROS FELIGRESES.

El Consuelo es una cualidad que la conciencia humana busca afanosamente cuando sufre una pérdida o situación de intenso dolor. Este sufrimiento puede ser tanto físico como moral o espiritual y las causas que lo generan son muy amplias de considerar. Nos limitaremos a hablar del luto en la perspectiva de un ser querido e incluso del manejo de la enfermedad y su limitante.  La dinámica emocional marca la intensidad del sufrimiento al menos cuando se trata de un dolor o luto emocional a diferencia de una enfermedad y sus distintas manifestaciones (sintomatología). La intervención que hace el consejero o Clérigo en estos casos debe ser primero orada y luego meditada. Es conveniente asumir inicialmente una actitud prudente y escuchar sin intervenir más que para lo necesario. Una vez pase el trance del momento es conveniente desarrollar un acompañamiento que aflore en la exaltación de la Esperanza y centrar las reflexiones en orden al triunfo de Cristo y considerando que es vital dejar “hablar” y escuchar a la persona solo desde su perspectiva personal sea que emplee términos, lenguaje, exprese miedo, temor, disgusto, incomprensión, entre otras manifestaciones de su estado de ánimo.  No estamos en dicha situación para cuestionar o indagar por la Fe o principios religiosos de la persona. El dejar salir las emociones retenidas se constituye en el primer paso para ser liberados de esta carga tan pesada o luto. El triunfo de Cristo se ha de constituir en el fuerte de la batalla espiritual por la salud y tranquilidad de nuestros feligreses.

 La Historia de Salvación personal cuenta con el luto para exaltar literalmente la presencia y el Consuelo que brotan del corazón amoroso de Dios. Pero miremos las palabras consignadas en el Texto Sagrado de Tradición: Mucho cuesta a los ojos de Yahveh  la muerte de los que le aman (Salmo 116 versículo 15) La Misericordia de Dios es para todos sus hijos particularmente con quienes sufren por alguna causa o motivo. La muerte no es natural solo es consecuencia del pecado y no obra de Dios. El consejero debe dejar a salvo el Amor misericordioso de Dios.  Sin importar la situación nada hay en el ser humano que amerite alegría de Dios por su muerte esa instrucción nos brinda el profeta Ezequiel capítulo 18 versículo 23. Dios ama la Justicia al punto de buscar siempre que nosotros sus hijos vivamos radicalmente unidos a ella como expresión de nuestra total y absoluta confianza en su Misericordia. Quien sufre debe tener presente que Dios no ama el dolor de la humanidad, por el contrario, se apena ante el dolor de su Creación. El luto no es por decirlo natural pero está presente como consecuencia de nuestra existencia natural y la dificultad que el ser humano posee para desprenderse de sus posesiones más preciadas y en este rango entran contundentemente los sentimientos de la persona. El luto es también una constante advertencia sobre la condición pasajera de nuestra vida y realidad terrena.

La Oración y la Meditación de la Palabra de Dios son sin duda los elementos de mayor peso en la consideración de la forma apropiada para vivirlo. No hay luto que no pueda ser asimilado desde la perspectiva de nuestra Fe y expresión de la misma. Orar no cambia la realidad Divina, pero si nos cambia  y sensibiliza nuestras inclinaciones a amar la trascendencia. El luto genera todo tipo de emociones que de no ser afrontadas con serenidad puede ocasionar trastornos en quien lo está viviendo.  Entre los síntomas más comunes encontramos:

·         Pérdida del apetito
·         Pérdida del sueño
·         Cambios bruscos de Temperamento
·         De comportamiento
·         Agresividad latente
·         Aumento sustancial del estrés
·         Irritabilidad
·         Desgano ante las actividades que antes hacia
·         Perdida o aumento de peso según el biotipo de la persona
·         Crisis a nivel de sus creencias religiosas (este punto depende de que tan profunda sea la espiritualidad de la persona)
·         En el caso de estudiantes normalmente se presenta apatía al estudio y por ende bajo  rendimiento académico
·         Falta constante de motivación
·         Afectación a nivel de la respuesta sexual en los adultos
·         Incremento o exacerbación  de algún vicio como fumar o consumir licor
·         Búsqueda de respuesta ante los hechos acaecidos, lo que implica en muchos casos buscar culpables de lo sucedido particularmente en caso de accidentes o enfermedades no atendidas apropiadamente
·         Autoexamen de carácter emocional
·         Revisión de relaciones con su entorno o medio social
·         En muchos casos “sed” espiritual y búsqueda de la trascendencia, en algunos como refugio y en otros como expresión de sus creencias
·         Temor a la soledad
·         Alejamiento de actividades que impliquen participación constante
·         Preocupación por enfermedades personales o de su círculo familiar e inmediato
·         En algunos casos es importante brindar asistencia Psicológica
·         En todos los casos es necesario el acompañamiento pastoral del Clérigo encargado o responsable de la Congregación donde asiste la persona en luto.

***** Son solo algunas de las manifestaciones que se desprenden del Comportamiento y socialización como interiorización de una persona afectada por una situación de luto y desde luego en el caso de los niños hay otros síntomas asociados a su incapacidad de expresar las emociones y sentimientos que los embargan y confrontan. Nosotros como orientadores en esta dirección debemos estar atentos a estos cambios súbitos en nuestros feligreses y tener presente que las Causas y Consecuencias son variadas según la forma y modo como cada persona responde a una situación de luto.

RESPUESTA PASTORAL EFICIENTE.

El no estar involucrados emocionalmente con el luto de un hermano o hermana puede asegurar un mejor desempeño en nuestra intervención pastoral,  no olvidar la primicia sobre las consejerías pastorales o (CP).  Al respecto diremos que orientamos a personas “normales” en situaciones extraordinarias. De presentarse un problema de índole mental esa persona debe ser remitida o aconsejada para que busque ayuda profesional, la oración en este caso puntual no es determinante y no es un asunto de Fe sino de competencia y disciplina como eficiencia en nuestra atención pastoral (trastornos, patologías, fobias, traumas, etc)   son de competencia profesional en algunos casos de la Psicología y en otros de la Psiquiatría (generalmente requieren de ser recetados y sometidos a terapia).  El orientador o consejero debe asumir cada consejería desde la perspectiva de su propia experiencia de Fe y saber que sus actuaciones son enriquecedoras de su personal experiencia  con el Resucitado y que cada palabra conlleva una responsabilidad latente. El consejero asume en su dinámica estos elementos para optimizar su consejería:

·         Reunir la información oportuna y completa sobre la persona o personas a ser orientadas.
·         Orar y meditar pidiendo a Dios la guía de su Espíritu dejando todo en manos de Dios teniendo siempre presente que todo debe llevarnos a Dios y acercar a nuestros orientados a vivir una autentica experiencia de Fe y Conversión.
·         Proceder no movidos por la curiosidad sino el genuino deseo de servir actuando como “escuchas” y desprotegidos de toda animadversión, complejo o predisposición.
·         Velar siempre por los intereses y nombre de la Iglesia en todo tiempo y momento de la consejería y/o intervención pastoral.
·         Observar los gestos y expresiones de quien estamos orientando.
·         Hablar cuando sea oportuno pero sobre todo dejar hablar en absoluta libertad a quienes estamos orientando.
·         Tener presente que la oración en la forma como es explicitada puede en estos momentos particulares ser contraproducente porque puede liberar traumas y situaciones ajenas a la consejería.
·         Tener el criterio y la instrucción para conocer por qué y el cómo de estas manifestaciones cuando se presenten.
·         Acudir a otro apoyo cuando sea necesario y saber concluir cada entrevista sin dejar abierta duda alguna al respecto.
·         Ser claros y prudentes a la hora de manifestar nuestras ideas y conceptos.
·         Cuidarnos de expresar comentarios de carga política, económica o social sin el debido o claro contexto en la orientación de lo contrario podría bloquear  a quien está hablando con nosotros y buscando generar confianza.
·         En la búsqueda de información sería pertinente y desde luego oportuno conocer más sobre la vida privada y entorno de quien estamos orientando para concretar una más exitosa intervención.
·         Recordar la máxima de la consejería pastoral o manejo de luto o duelo: orientamos a personas “normales” y cuyo trauma puede ser superado sin necesidad de terapia y en caso de asumir su necesidad el orientado debe ser instado a buscar ayuda profesional.
·         Nuca dar nada por seguro o por hecho sin profundizar en la cuestión. Este punto tiene que ver con las manifestaciones de carácter espiritual en la persona ya que existe la posibilidad de estar en medio de una patología espiritual.
·         Derivar nuestras orientaciones a acrecentar la Esperanza de quien está siendo orientado y sobre toda consideración resaltar las verdades de nuestra Fe frente al fin último de la vida y existencia de la persona redimida.
·         Abordar la enfermedad como un ciclo o proceso natural de la existencia y descartar cualquier idea que agrande aún más esta realidad.

***** Las anteriores son solo algunas aportaciones al desempeño eficiente de nuestra consejería.  El consejero no puede olvidar que está fungiendo a nombre de la Iglesia y no pensar siquiera en expresar posturas de vida personal frente a sus orientados. Las verdades de Fe no son cuestionadas y ser objeto de escudriñamiento en una consejería salvo que la persona orientada posea la formación manifiesta para la finalidad como tal. El proceso del duelo requiere atención particularmente diligente en los primeros días y semanas de presentarse el evento. El orientador o consejero debe distinguir  las reacciones de la persona sufriente así como su respuesta inmediata a palabras y gestos de nuestra parte. El diálogo nunca podrá ser forzado, todo lo contrario, debemos ser pausados y parcos facilitando que la persona pueda encontrar las palabras oportunas para expresar sus emociones. Reconocer que los distintos grados de emotividad son causal de expresiones y sensaciones que no siempre definen a la persona pero si su estado momentáneo (ansiedad, nervios, temblor, lagrimas, inexpresividad) son solo algunas de las manifestaciones en esta dirección.

La respuesta eficiente es desde luego el objeto de la Comunicación de nuestra parte… Es pues una manifestación de la sintonía idiomática que establecemos con quien estamos orientado en situación de luto.  Estas situaciones son detonantes de problemas de salud y alteración de hábitos. Es fundamental que en las primeras orientaciones busquemos conducir a la persona a la normalización de sus hábitos cotidianos esto permite acelerar su aceptación de la realidad presente. En tendemos por hábitos cotidianos a todas aquellas acciones y reacciones que la persona vive y con los cuales construye su respuesta al entorno tanto físico como espiritual. La normalización facilita sin duda la reacción positiva ante el ciclo de la vida y su intríngulis alterado dramáticamente por la perdida y posterior duelo. No perdamos de vista que el duelo es un proceso natural empleado Psicológicamente para asumir la nueva realidad con la ausencia señalada. El concepto es amplio y pueden entrar:

A-     Personas
B-     Animales
C-     Posesiones materiales
D-     Recursos económicos
E-      Elementos culturales (Entre otros).

Es importante dimensionar que el dolor no posee las mismas implicaciones en todas las personas (espectro) y que el sufrimiento se vive según el Carácter y Temperamento de los individuos. Aquí encontramos la marcada forma de vivir el desprendimiento de las ausencias como tal (luto) y sus implicaciones en la configuración emocional de la persona. Todos sin excepción sufrimos y desarrollamos grados de sufrimiento y capacidad para tolerarlos.

A-     Sufrimiento Moral
B-     Sufrimiento Físico
C-     Sufrimiento psicológico
D-     Sufrimiento Crónico
E-      Espectro del manejo del dolor.

Las distintas Patologías (estudio de las enfermedades que pueden afectar la estructura, la fisiología, órganos) pero también es posible hablar de patologías espirituales  cuando una persona altera su vida y concepción de su Fe y más aún como responde a estímulos que exigen estar viviendo la espiritualidad o respuesta a la relación personal con Dios.   El luto puede en su manejo detectar algunas patologías espirituales cuando la persona ante el trauma de la pérdida o privación manifiesta perder su Fe… Sin duda es un suceso que debemos atender cuando así es solicitado. Recordemos que somos 100% subjetivos lo que implica la necesaria respuesta emocional, y consigo según su madurez espiritual la frustración. Es pues necesario animar y fortalecer la concepción de Fe de quien padece o sufre una perdida sin importar el grado de afectación que esté sufriendo o expresando. Recordemos también que los hombres y las mujeres reaccionamos de formas variadas y siempre en contraposición del ser masculino al ser femenino, como quiera que la mujer posea la capacidad de expresar sus emociones y no está cohibida socialmente como el hombre en muchos escenarios. La respuesta emotiva es determinante en la aceptación del duelo y la significación de la perdida como tal… Todo consejero debe tener claro que su papel es animar y nunca violentar una respuesta de quien está en problemas o sufrimiento.

A-     Miedo sin causa aparente
B-     Extremar medidas relacionadas con el suceso negativo vivido
C-     Llanto desmedido y en cualquier momento
D-     Inapetencia
E-      Inseguridad emocional
F-      Perdida de la Paz interior
G-     Periodos de ausencia de motivación espiritual
H-     Poca o nada respuesta ante las practicas culticas anteriores
I-        Desconfianza
J-       Intolerancia
K-     Aparición de dolor en alguna región corporal sin explicación o diagnóstico
L-      Trastorno del sueño
M-   Aislamiento
N-    Rechazo a actividades habituales que antes hacía o disfrutaba haciéndolas.
O-    Propensión a la pérdida de memoria especialmente en lo relacionado con la conciencia emotiva (afectos, emociones, sentimientos, entre otros).

PARA REFLEXIONAR: Durante los años oscuros de la Inquisición en el catolicismo romano, los clérigos destinados para este oficio nunca tocaron o torturaron personalmente a nadie pero tenían sus oficiales para tan cruel empresa, total después de las torturas el condenado terminaba aceptando “cualquier delito contra la Fe” y lo hacía para detener su tormento. Nuestro manejo de la crisis nunca debe siquiera buscar responsables en terceras personas, nunca justificar nada del sufrimiento que otras y otros están viviendo, eso sería tan inhumano como torturar… La dignidad de la persona debe quedar siempre a salvo, siempre segura entre nosotros. La confrontación del dolor dependerá de la Personalidad de quien orientamos y se constituye en un bastión seguro para sanar pronto o asimilar la perdida.

A LA OTRA ORILLA…

Existe para el ser humano dos situaciones particularmente difíciles que le pueden ubicar en una u otra orilla de la realidad. El duelo cuando se vive en vocación de Esperanza nos puede llevar a la orilla donde se encuentra sosiego y paz para continuar la vida y sus compromisos.  Todo desenlace requiere ser atendido diligentemente para asegurar que su peso se convierta en una “carga” llevadera. El bautizado sabe que su experiencia de Fe es carta segura de navegación y que la vida habla de muchas formas y que su lenguaje puede confundir nuestra ruta en momentos en los que la paz y seguridad interior flaquean. El sufrimiento es natural no así la muerte y sus consecuencias en la sique de la persona que experimenta la ausencia y el trato inmediato con quien no está… Sacar del corazón los recuerdos y sus imágenes es cosa imposible, lo único posible de hacer es sublimar los momentos vividos y dar gracias a Dios por su maravilloso disfrute. Debemos atesorar las experiencias fruto del amor sin que ello implique construir en nuestro interior fortalezas que vivan del pasado. Tal postura es dañina y no hace honor a la experiencia vivida del amor terrenal que está llamado en Cristo a ser sublimado y potenciado hasta dar su salto a la eternidad. El llamado pésame brota de un corazón que amando a otros teme también experimentar su ausencia pero a la vez hay en sus palabras Esperanza… El cristiano es un ser humano singular en la concepción de su existencia y esa riqueza “huele” a trascendencia. Acudamos a la Oración, meditación de la Palabra Inspirada, Solidaridad,  a la Prudencia y a la Caridad, en nuestras orientaciones y no descuidemos el ser emotivo de nuestros hermanos orientados. La paz de Dios es un don  indispensable para crecer y ser buenos seres humanos proclives al amor y a la fraternidad.

   


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