CUARTO DOMINGO EN CUARESMA… Año A,
Salmo 23, 1 Samuel capítulo 16 versículo
1 al 13, Carta a los Efesios capítulo 5
versículo 8 al 14, Evangelio de
San Juan capítulo 9 versículo 1 al 41.
El
hombre mira las apariencias pero Dios mira el corazón versículo 7. Es la
primicia que define el contenido de este pasaje bíblico. La Gracia del Espíritu
Santo es quien escoge a los bautizados sin que tenga que mediar consideración
distinta de nuestra parte. Quienes
pasaron delante de Samuel reunían según el criterio humano las características
necesarias para ser ungidos pero Dios no busca en nosotros modelos o paradigmas
sino corazones dispuestos ya que es Él quien adelanta el trabajo. Somos
consagrados a Dios por medio del Santo Bautismo y no por nociones de nuestra habilidad o valía
personal. El relato que hemos escuchado en la primera lectura sin duda hace
parte de la tradición profética de Israel y es la manifestación de la Voluntad
revelada de Dios por medio de un Rito de
Consagración. Sabemos que David fue ungido también por los ancianos y que
en su primera unción se guarda su contenido y significación por asuntos
políticos en su Nación. Lo que es de capital importancia resaltar es el hecho
de la escogencia por parte de Dios y
sus planes para con David que no difieren de nuestra escogencia por medio del
Pacto bautismal. No olvidemos que somos los ungidos de Dios y que nuestra vida debe ser siempre respuesta y
afirmación de su escogencia y misión a lo que estamos destinados.
El
apóstol Pablo en su Carta a los efesios arriba citada, nos invita a poner en
orden las preferencias y no perder de vista que el dinero mal encausado resta a
Dios el culto debido por dárselo a las cosas materiales adquiridas como
centralidad de nuestras vidas. Es pues la codicia capaz de dañar o envilecer la
Imagen de Dios en nosotros y terminar por sublimar lo que es perecedero y que
solo aporta felicidad pasajera. Vivamos
pues como hijos de la Luz nos dice Pablo para que podamos así establecer la
diferencia y proceder de forma ordenada y armoniosa… Sacudamos nuestras
vidas despertemos del letargo que
implica existir solo delante de los hombres y perder de vista la presencia de
Dios. Somos seres destinados a la trascendencia y no materia de muerte. Hagamos
un “inventario” de nuestra vida y de las cosas que consideramos valiosas en
ella no sea que estemos confundiendo el valor con la utilidad en términos
egoístas de autosuficiencia. Solo la Luz
de Cristo puede exponer nuestras obras y purificarlas así como convertirlas
en agradables para nuestro Dios. Refrenando los comportamientos del Siglo
procederemos como hijos de un mismo Padre y Señor. Es pues para Pablo el
corazón del ser humano el lugar ideal, el templo de lo sobrenatural que rinde
gloria a Dios.
El
Santo Evangelio relata la “curación de
un ciego de nacimiento” se presenta en el contexto de la vida pública del
Salvador y para Juan es una oportunidad más para aseverar que la obra de Jesús
solo terminará con su muerte puesto que la Voluntad del Padre Dios es proceder
por medio de sus obras. Lo anterior es fundamentado por las palabras del Señor mientras estoy en el mundo, soy la luz del
mundo versículo 5. Como en Pablo este Evangelista acude siempre a la
simbología de la luz para designar la obra de Dios y las tinieblas o ausencia
de luz como obra del mundo sin trascendencia posible y limitado por el pecado y
sus estructuras… Quienes rodeaban a este hombre ya se habían acostumbrado a su
presencia pero solo Dios en su Hijo Adorado le dignificó liberándole de sus
ataduras. Solo Dios reconoce a sus hijos y hace todo para liberarles y
sanarles. La piscina de Siloé es signo
de las bendiciones mesiánicas y el agua contenida en ella es referida
simbólicamente a la presencia del Espíritu Santo en el Ministerio del Redentor.
Los ojos al sanar ponen de relieve la importancia de la Conciencia y su buen
juicio y desde luego buenas intenciones en la comprensión de la Bondad de Dios
que toca y limpia las impurezas de sus hijos. Aquel hombre transcendió a
su propia percepción de la vida y su realidad y entró en la dinámica de los
bautizados cuando viven a plenitud su Pacto bautismal. Jesús en el uso del “barro” y su saliva refleja como el poder de Dios emplea lo cotidiano
y lo instrumentaliza al punto de re-significarlo convirtiendo este Rito de
Sanidad en figura potenciada del Santo
Bautismo. La soberbia y auto-satisfacción hacen Hoy en día que muchas
personas confíen solo en sus conocimientos y en la Ciencia que interpreta la
vida como estrictamente natural. Pero aquel hombre privado de la vista
obedece al modelo cristiano de quienes confían en Dios y en su Sabiduría
absoluta para enfrentar la vida y lo que ello puede implicar… Es la luz de su
Gracia la que permite al Creyente verle literalmente presente en su Palabra y
en la Iglesia. El Libro de Proverbios en el capítulo 15 versículo 29 dice: Dios se aleja de los malos, y escucha la
plegaria de los justos. El retener el conocimiento de su Identidad es
consecuencia de las tinieblas del pecado que rodean la vida de sus detractores.
Solo quien reconoce su autoridad podrá
verle sin tener que taparse los ojos como Moisés o el profeta Isaías y otros
tantos. La luz de los ojos es el alma y el corazón. Hay ciegos que ven mejor
que cualquier invidente pero solo perciben cosas naturales y no trascendentes…
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