martes, 21 de marzo de 2017

CUARTO DOMINGO EN CUARESMA.

CUARTO DOMINGO EN CUARESMA… Año A, Salmo 23, 1 Samuel  capítulo 16 versículo 1 al 13, Carta a los Efesios capítulo 5  versículo 8 al 14,  Evangelio de San  Juan capítulo 9 versículo 1 al 41.



El hombre mira las apariencias pero Dios mira el corazón versículo 7. Es la primicia que define el contenido de este pasaje bíblico. La Gracia del Espíritu Santo es quien escoge a los bautizados sin que tenga que mediar consideración distinta de nuestra parte.  Quienes pasaron delante de Samuel reunían según el criterio humano las características necesarias para ser ungidos pero Dios no busca en nosotros modelos o paradigmas sino corazones dispuestos ya que es Él quien adelanta el trabajo. Somos consagrados a Dios por medio del Santo Bautismo y no  por nociones de nuestra habilidad o valía personal. El relato que hemos escuchado en la primera lectura sin duda hace parte de la tradición profética de Israel y es la manifestación de la Voluntad revelada de Dios por medio de un Rito de Consagración. Sabemos que David fue ungido también por los ancianos y que en su primera unción se guarda su contenido y significación por asuntos políticos en su Nación. Lo que es de capital importancia resaltar es el hecho de la escogencia por parte de Dios y sus planes para con David que no difieren de nuestra escogencia por medio del Pacto bautismal. No olvidemos que somos los ungidos de Dios y que nuestra vida debe ser siempre respuesta y afirmación de su escogencia y misión a lo que  estamos destinados. 

El apóstol Pablo en su Carta a los efesios arriba citada, nos invita a poner en orden las preferencias y no perder de vista que el dinero mal encausado resta a Dios el culto debido por dárselo a las cosas materiales adquiridas como centralidad de nuestras vidas. Es pues la codicia capaz de dañar o envilecer la Imagen de Dios en nosotros y terminar por sublimar lo que es perecedero y que solo aporta felicidad pasajera.  Vivamos pues como hijos de la Luz nos dice Pablo para que podamos así establecer la diferencia y proceder de forma ordenada y armoniosa… Sacudamos nuestras vidas  despertemos del letargo que implica existir solo delante de los hombres y perder de vista la presencia de Dios. Somos seres destinados a la trascendencia y no materia de muerte. Hagamos un “inventario” de nuestra vida y de las cosas que consideramos valiosas en ella no sea que estemos confundiendo el valor con la utilidad en términos egoístas de autosuficiencia. Solo la Luz de Cristo puede exponer nuestras obras y purificarlas así como convertirlas en agradables para nuestro Dios. Refrenando los comportamientos del Siglo procederemos como hijos de un mismo Padre y Señor. Es pues para Pablo el corazón del ser humano el lugar ideal, el templo de lo sobrenatural que rinde gloria a Dios.


El Santo Evangelio  relata la “curación de un ciego de nacimiento” se presenta en el contexto de la vida pública del Salvador y para Juan es una oportunidad más para aseverar que la obra de Jesús solo terminará con su muerte puesto que la Voluntad del Padre Dios es proceder por medio de sus obras. Lo anterior es fundamentado por las palabras del Señor mientras estoy en el mundo, soy la luz del mundo versículo 5. Como en Pablo este Evangelista acude siempre a la simbología de la luz para designar la obra de Dios y las tinieblas o ausencia de luz como obra del mundo sin trascendencia posible y limitado por el pecado y sus estructuras… Quienes rodeaban a este hombre ya se habían acostumbrado a su presencia pero solo Dios en su Hijo Adorado le dignificó liberándole de sus ataduras. Solo Dios reconoce a sus hijos y hace todo para liberarles y sanarles. La piscina de Siloé es signo de las bendiciones mesiánicas y el agua contenida en ella es referida simbólicamente a la presencia del Espíritu Santo en el Ministerio del Redentor. Los ojos al sanar ponen de relieve la importancia de la Conciencia y su buen juicio y desde luego buenas intenciones en la comprensión de la Bondad de Dios que toca y limpia las impurezas de sus hijos.  Aquel hombre transcendió a su propia percepción de la vida y su realidad y entró en la dinámica de los bautizados cuando viven a plenitud su Pacto bautismal. Jesús en el  uso del “barro”  y su saliva refleja   como el poder de Dios emplea lo cotidiano y lo instrumentaliza al punto de re-significarlo convirtiendo este  Rito de Sanidad en figura potenciada del Santo Bautismo. La soberbia y auto-satisfacción  hacen Hoy en día que muchas personas confíen solo en sus conocimientos y en la Ciencia que interpreta la vida como estrictamente natural. Pero aquel hombre privado de la vista obedece al modelo cristiano de quienes confían en Dios y en su Sabiduría absoluta para enfrentar la vida y lo que ello puede implicar… Es la luz de su Gracia la que permite al Creyente verle literalmente presente en su Palabra y en la Iglesia. El Libro de Proverbios en el capítulo 15 versículo 29 dice: Dios se aleja de los malos, y escucha la plegaria de los justos. El retener el conocimiento de su Identidad es consecuencia de las tinieblas del pecado que rodean la vida de sus detractores. Solo quien reconoce su   autoridad podrá verle sin tener que taparse los ojos como Moisés o el profeta Isaías y otros tantos. La luz de los ojos es el alma y el corazón. Hay ciegos que ven mejor que cualquier invidente pero solo perciben cosas naturales y no trascendentes… 

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