Segundo domingo en
Cuaresma. Año A Marzo 12. Libro del Génesis capítulo 12 versículo 1 a 4ª. Salmo
121. Carta a los Romanos capítulo 4 versículo 1 al 5 y 13 al 17. Evangelio de
Juan capítulo 3 versículo 1 al 17.
La vocación de Abraham marcará el futuro de Israel como nación
escogida por Dios. Todo dependerá de este supremo acto de Fe de un hombre que
siguiendo su llamado emprende la empresa más difícil de su vida iniciando un
recorrido tanto geográfico como espiritual. Sale de la tierra de los caldeos en
compañía de su familia y llevando consigo sus bienes. Este movimiento es sobre
toda consideración un abandono total a la Providencia y Voluntad de quien le
llamó para constituirle en “padre de muchos” e inspirador de una de las
religiones más antiguas del mundo. Más adelante en el capítulo 15 versículo 5
al 6 el Señor le ratifica o renueva la
promesa de constituirlo en “Padre de muchos”, tengamos presente hermanos que la
familia que más hijos tenía se consideraba muy bendecida ya que los hijos
asumían el cuidado de los plantíos, ganado y demás posesiones del Clan o modelo
primitivo de familia. Este hombre confió y fue recompensado, es la actitud que
el bautizado debe cultivar en su vida y no dejar que las dificultades “minen”
se Fe en Cristo… Somos también modelos y padres en la Fe de muchos con nuestro
testimonio de vida y compromiso eclesial como quiera que la Iglesia sea el
Nuevo Pueblo de Dios. Nuestra Fe se
constituye en el contenido trascendente de la auténtica opción por Cristo y su Evangelio como en su
momento lo fue de Abraham.
El apóstol Pablo en Romanos capítulo 4 versículo 1 al 5 y 13
al 17. Reconoce las cualidades del Creyente y más cuando a imitación de Abraham
vive la fidelidad de su Fe en el Resucitado. Pablo va más allá al asumir que el
Sacramento del Bautismo es el signo de nuestra Fe y que por medio de él
encarnamos en nosotros las promesas de eternidad manifestadas por Cristo “Camino,
Verdad y Vida que conduce al Padre Dios”… El santo bautismo contiene todas las
gracias que nos hacen hijos de dios por adopción. Ya no es la Ley Mosaica la
que impera en el corazón del Creyente, Cristo Nuestro Señor nos liberó de su
carga y la transformó en la promesa de su amor y Misericordia. Solo así el
cristiano es libre para amar y ser amado bajo el signo vivo de la Gracia. Esta
experiencia nos conduce a encontrarnos con nosotros mismos y fortalecer nuestra
experiencia con el Resucitado.
La visión Joanica
expresada en el capítulo 3 versículo del 1 al 17. Encarna la misma
verdad que nos deja ver en potencia el Texto del Génesis y que ratifica Pablo
pero agrega un toque de absoluta necesidad como de validez total en la vida de
quien aceptando a Cristo recibe el santo Bautismo. Juan visualiza la presencia
del Espíritu Santo clave en la “renovación” espiritual del Creyente y deja en
claro que esta presencia es una gratuidad amorosa de Dios. Nacer una vez más es
la concepción del “hombre viejo” que distante de Dios está impedido para
reconocerle y vivenciarle. Solo Cristo
es el Hombre Nuevo y solo su Gracia puede edificar donde antes no había
estructura alguna. El nacimiento definitivo del cristiano es el Bautismo y como
tal se convierte en fuente capaz de transformar vidas y realidades… Somos
criatura nueva lo que implica actitudes de vida coherentes con la Fe que
expresamos en nuestra cotidianidad. El mundo reclama de nosotros el testimonio
que solo los hijos de Dios pueden dar y solo así el misterio de su Gracia toma
carne y hueso en nuestras acciones. El
bautizado es Alteridad en el mundo. Juan observa en el Sacramento de
nuestra Iniciación el nacimiento espiritual tan ansiado por todas y todos. Solo
el Bautismo transforma esencialmente a cada persona redimida al punto de
convertirnos en testigos de Cristo sin siquiera verle como pretendía Nicodemo
en el juicio de su aproximación al Redentor fuente de vida eterna. Juan vive en su
Evangelio el proceso que lleva a Jesús a morir en la Cruz y más tarde le contemplará glorioso en los coloquios
pascuales. Dios en su absoluta Libertad mira al ser humano y contempla su vida
como sus ideales y nos alienta a vivir de cara a su presencia en una clara
actitud dialogante o consciente de lo que somos, creemos y vivimos. Para Juan la auténtica Fe consiste en recibir a Jesús y en conocerle como enviado del Padre. En
síntesis el cristiano está llamado a vivir en el mundo pensando con sus acciones
en la trascendencia que fundamenta su
Esperanza. Es Cristo nuestra Verdad absoluta vivificante y
vivificadora como total y totalizante.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario