VIGÉSIMO
DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS. Año B.
Job capítulo 1 versículo 1 y 2: 1-10. Salmo 26. Hebreos capítulo 1 versículos 1-4 y 2: 5-12.
Marcos capítulo 10 versículos 2-16.
El
libro de Job inicia dándonos pistas sobre la ubicación
de estas escenas y la tradición coincide en afirmar que se ubica al Sur de Edom (Ubicada al Sur de Judea y el mar Muerto) el capítulo 2 nos recuerda en
primer lugar las plagas de Egipto con respecto a los granos y males de la piel
que son endémicos de las márgenes del rio Nilo. Job de forma sapiente soporta y afronta la
necesidad y vive con las consecuencias
de estas… Es importante tener presente que el objetivo de este relato es
exaltar la fidelidad del creyente ante las distintas circunstancias de la vida,
y la memoria de Dios, que no dejará solo
al sufriente.
Si bien esta enfermo no
podemos esclarecer el tipo de dolencia que era común por múltiples factores, lo
que podremos asegurar es la riqueza del Texto inspirado en la cotidianidad
durante la estadía en Egipto, de allí le viene
al Texto su recurso literario sin
que se escribiera en dicha Nación. Recordemos que también este tipo de
afecciones fueron infringidas como castigo a todo tipo de personas en los relatos
de las Escrituras (para tu profundización puedes leer las leyes y dictámenes de
la pureza corporal y descripción de las enfermedades en el libro de Levítico
capítulo 13 y en Deuteronomio capítulo 28).
La relación salvífica con
Cristo demanda del bautizado más que un
estado de confort en su vida, también
supone que la enfermedad llega a su debido tiempo y que la Fe precisamente es
puesta a prueba ante tamaña dificultad. Estamos
ante una realidad que toca a todo el género humano y que nunca podemos pensar que
Dios se vale de ella para lastimar a sus hijos por adopción. Es todo lo
opuesto, es una maravillosa oportunidad para sentir el amor de Dios y su
misericordia por nosotros.
Vivamos pues en completa
comunión amorosa y estaremos preparados para afrontar la enfermedad en la
medida y dimensión que esta llegue a nuestras vidas y la vida de los que
amamos.
El
Salmista clama por su inocencia y pide a Dios justicia. Este relato convertido en oración nos recuerda
a Job y las condiciones en las que
afronta su necesidad. La prueba del creyente sin duda se fortalece gracias a la
presencia amorosa de Dios que nos conoce en toda situación de nuestras vidas.
Hace alusión al templo y su liturgia, los bautizados a pesar de sus postraciones permanecen unidos
al cuerpo de Cristo que es la Iglesia y no se apartan de su liturgia. Es pues
un ejercicio amoroso de Dios con respecto a nuestra propia debilidad
cambiándola en fortaleza y alimentándola
con la esperanza de su amor sin límite.
El
relato de la Carta a los Hebreos, posee una connotación
bien particular y es el lenguaje que emplea de corte filosófico en su
introducción manifestando la relación divina del Hijo con el Padre y su
Igualdad esencial. Aquí el Hijo posee en premio la herencia que Dios le ha
reservado gracias a su sacrificio y pruebas… Deja en claro la diferencia entre
las Divinas Personas del Padre y el Hijo “El
cual siendo resplandor de su gloria e
impronta de su sustancia” es una alusión tardía fruto de la
experiencia y reflexión de la Iglesia
primitiva. En la segunda parte de este relato (capitulo 2 versículos 5 al 12)
cita el Salmo 8 que es el más antiguo de la Salmodia. Atestigua el valor del Sacrificio de Cristo en la Cruz y
como su recompensa es el mando o dominio absoluto sobre cuanto existe. No
olvidemos que los creyentes en la Iglesia primitiva estan apenas en crecimiento
y para esta época (apostólica) son despreciados y considerados en último lugar
en expresiones auténticas de Fe.
Es pues Cristo quien nos
introduce en la gloria eterna porque Él murió y Resucitó por todos nosotros y
conoce el “camino” que es Dios
mismo. La vida del bautizado es también una prueba constante de Fe en medio de
una realidad terrenal muchas veces hostil ante el Evangelio y su novedoso
proyecto de vida. Para tener presente en esta lectura que la centralidad de la
Carta a los Hebreos es el Sacerdocio de Cristo.
La comunión como signo de
identidad se pone de relieve en esta Carta y por ende es tomada por la Iglesia
en esa dimensión. Una realidad que pide de los bautizados conformidad
con las enseñanzas de la Iglesia en la vivencia del Bautismo y su Pacto
como requisito para participar de este orden ganado por Cristo en la Cruz. Cristo
nos santifica y nosotros una vez santificados por su Sangre Santísima estamos
libres de las ataduras del pecado y dispuestos a la trascendencia.
El verbo Perfeccionar que encontramos varias veces aquí en el relato
(Biblia de Jerusalén) parece referirse a estados diversos y evolución en la
relación del creyente con Dios, la misma que debe madurar para alcanzar el
ideal de su existencia que es la salvación. La perfección en la vida cristiana
es determinada por la Gracia y hasta donde el bautizado le permite actuar en su
vida. Lo mismo acontece con los
ministerios vividos en ella.
La
visión Marcana, nos presenta una imagen bien particular
del Señor amonestando sobre el matrimonio y como relaciona tanto el derecho
judío que permitía solo repudiar al hombre y no así a la mujer,
mientras que el Señor la incluye a ella en una clara muestra de la
influencia del derecho romano que lo permitía. Jesús acude a la razón del
proceder judío para “justificar” su respuesta, nos referimos a la dureza de sus
corazones y como seguían la Ley articulada en función de los derechos
exclusivos del hombre restándole cualquier posibilidad de igualdad esencial a
la mujer.
El libro del Génesis que
es citado por el Señor claramente muestra el valor indisoluble del amor de la
pareja que cuando es auténtico y sin presiones de ningún tipo puede edificar su
hogar para toda la vida siendo esto no un ideal sino una realidad que refleja
la Alianza definitiva entre Dios y la humanidad. La familia se convierte de
esta manera en el epicentro de toda vivencia de los bautizados y en alimento de
valores cristianos para la sociedad.
La unidad de la pareja es
también signo de la presencia esponsal de Cristo con su Iglesia y confirma así
que el pueblo de Dios está llamado a vivir valores con vocación de eternidad. Lo refleja el
Señor aludiendo a sus corazones y las banalidades que este puede encerrar. No
olvidemos que el matrimonio entre los judíos se desvió de su esencia, al punto
de darse todo tipo de desmanes, un hombre se podía divorciar por tonterías como
por ejemplo, que su mujer agregaba mucha sal o poca a la comida, o la veía al otro día y ya no quería estar con
ella, eran suficientes motivos para el divorcio. La respuesta del Señor condena estas situaciones de superficialidad
pero no nos está hablando sobre causas más profundas ya que estas quedan a la
experiencia de la futura Iglesia que nacerá ante su partida. Cuando el amor
y su compromiso de vida aparecen en una
relación estos creyentes estan listos para edificar como el hombre prudente
sobre roca y no cualquiera sino sobre el propio Cristo. El amor es indisoluble,
no así los caprichos humanos. El amor comprometido y maduro que se recrea en la
permanente entrega saltará hasta la vida eterna. La materialización de ese amor
es la vida sexual de la pareja que la Iglesia universal elevó a “castidad perfecta” teniendo presente la
entrega amorosa de la pareja y sus acciones abiertas a la vida y su
conservación.
Esta Iglesia respetuosa
de la persona y sus relaciones familiares invita a los esposos a ser el uno
para el otro y manifestar así que el amor de Dios se puede vivir en una
experiencia de mutua entrega, donde la pareja desde sus diferencias naturales
construye grandes igualdades gracias al amor. La familia se constituye en la base y fundamento de la sociedad y de la
Iglesia, como quiera que para los
pequeños se convertirá en la Iglesia domestica donde aprenderán a conocer y
amar a Dios por medio de las acciones y enseñanzas amorosas de sus padres…
Los esposos se
constituyen en co-creadores porque juntos y amándose siempre contribuyen con la
obra creadora de Dios. “La más perfecta
comunicación del amor es la vida”.
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