EN
DEFENSA DEL DERECHO A LA VIDA. IGLESIA EPISCOPAL DOMINICANA TERRITORIO DE PAZ Y
SEGURIDAD PARA LA NIÑA Y LA MUJER.
CELEBRACIÓN EUCARÍSTICA DOMINICAL, 11 DE NOVIEMBRE, EN DEFENSA DE LA MUJER, SU VIDA Y
SACRALIDAD.
“La Mujer riñe
con el Sol porque ella con una sonrisa lo ilumina todo” Virgilio, poeta romano del siglo II a.C
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Jesús
vino a salvar a todos. Nadie quedaba excluido de su redención. Mucho menos, la
mujer, en quien Jesús puso tanta confianza, como guardiana de los valores
humanos y religiosos del hogar. Indaguemos en los Evangelios para ver cómo fue el trato que
Jesús dio a las mujeres… Compara
el Reino de Dios a una mujer que trabaja en la casa, que pone levadura en la
masa y prepara el pan para la familia (confrontar. Lucas capítulo 13 versículos 20-21). Por tanto, nada más lejos de la mujer
que el espíritu de comodidad, la pereza y la vida fácil y regalada. En el alma
de toda mujer campea la capacidad de sacrificio y de servicio.
Cuidadosa, atenta y solícita: así como una mujer barre la casa, busca por todas partes para encontrar esa moneda perdida (Dracma, moneda griega de Plata, pero el Evangelio hace mención de su similar hebrea de Oro), así es Dios Padre con nosotros, hasta encontrarnos (confrontar. Lucas capítulo 15 versículos 8-10). Son características propias de la delicadeza femenina. Así como esa mujer se alegra al encontrar la moneda perdida y hace partícipe a sus vecinos de su gozo, así Dios Padre nos hace partícipes de su alegría, cuando recobra un hijo perdido (confrontar. Lucas capítulo 15 versículos 8-10). No olvidemos que la mujer necesita mucho más el afecto que las razones y las cosas materiales. A través de la afectividad podemos entrar en el mundo intelectivo de la mujer.
La realidad presente nos
ofrece el incremento desmedido de acciones violentas contra la mujer que
repercuten en su integridad física, espiritual y moral, nuestra Iglesia debe
levantar su voz en contra de tales aberraciones contra la mujer en las
diferentes etapas de su ser personal (niñez, pubertad, adolescencia, adultez y
edad madura o madurez). Son lamentables las informaciones diarias sobre este tipo de
violaciones a los Derechos Humanos en la persona de la mujer. La Iglesia en su mandato evangelizador acoge
la dignidad de la persona humana y la declara inalienable e intransferible dada
la condición y origen de nuestra
especie. Históricamente la mujer asumió el rol de lo Privado, es decir, de la
crianza y educación de los niños, hoy no obstante esta primicia, ella se vincula decididamente al mundo
económico no doméstico, al deporte, a la ciencia, a la vida eclesial, a la
participación política, asumiendo roles que antes eran exclusivos del hombre
que asumió lo Público, es decir, lo relativo al trabajo y presencia al exterior
de la familia.
El testimonio femenino
asume dialécticamente los siguientes nominales: Mujer, hija, esposa, madre,
hermana, amiga, pastora, maestra, economista, académica, profeta, clériga, medica,
abogada, científica, creyente, militar, bautizada, ministra, y muchos más que nos
hablan claramente de su ser femenino rico en expresiones de profesionalismo
(realización en todo tipo de escenarios) y entrega decidida a sus congéneres.
Pero también desde la
relación e intercambio de su ser y genero la llamamos afectivamente,
culturalmente y situacionalmente como:
Niña, niñita, pelaita, peladita, nena, linda, reina, princesa, mujercita,
chinita, mija, mijita, joven, jovencita, mami, bella, dulzura, encanto, y una infinidad de calificativos
que superan en número y calidad a los destinados a referencia directa de lo
masculino.
La mujer forma parte esencial del Cuerpo
Místico de Cristo en virtud de su feminidad, la cual refleja la naturaleza
esponsal de dicho Cuerpo con respecto a su Cabeza, Cristo. La Iglesia es la
esposa de Cristo. Al querer retratar a la Iglesia debemos mirar a la mujer de
donde sacaremos la fuente de ternura femenina para aplicarla analógicamente a
la Iglesia de Cristo. En la historia de
la Salvación la mujer ocupa un lugar irremplazable. En el tiempo que le toca
vivir, ella es un anillo nuevo e irrepetible en esa larga cadena de mujeres que
la han precedido como cooperadoras de la evangelización, desde aquel pequeño
grupo que acompañaba y servía a Jesús. La primera de todas fue su Madre. Por
tanto, el “Vayan y anuncien”
(génesis de nuestro discipulado) (confrontar. Mateo capítulo 28 versículo 19) de Jesús, también va dirigido a las mujeres, a
todo cristiano, sin distingo o valía alguna que no sea el ser femenino y
masculino.
En el contexto y
referente histórico anterior damos paso a una serie de propuestas para
empoderar el servicio eucarístico del domingo 11 de Noviembre en todas las
congregaciones de la Diócesis con el apoyo decidido del Diocesano a esta propuesta
de las Hijas del Rey (directivas, su
Presidenta Lic. Berkys de Encarnación y Capellán) y sus capítulos en las distintas
congregaciones de la Diócesis. Acudiendo al respaldo y apoyo de nuestros hermanos clérigos generamos las siguientes
propuestas y sugerencias para la celebración del día 11 de Noviembre.
·
La participación en dicho día debe ser
liderada por las mujeres como lectoras, ujieres, acolitas, y de ser posible
(según las disposiciones de la Diócesis Predicadoras).
·
Decoración con motivos alusivos a la
Palabra de Dios que versa sobre lo femenino.
·
Entregar y/o dar información por distintos
medios congregacionales sobre las instituciones del Estado que apoyan y velan
por los derechos de la mujer.
·
Fijar esta información en lugares visibles
para la congregación.
·
Que se generen espacios de discusión y
propuestas en el ámbito de las juntas congregacionales y/o similares, sobre la
mujer y su situación tanto en su entorno congregacional como vecindad.
·
Iglesia
Episcopal territorio de paz y defensa de la mujer y su ser femenino.
Unidos en Dios Padre que nos ama con
un amor tan grande que parece una madre “Juan XXIII”.
Rvdo.
Pbro. Diego Sabogal. Capellán. Hijas
del Rey.
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