lunes, 2 de julio de 2018

SÉPTIMO DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS... CORREPCION


SÉPTIMO DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS. Año B. 2 Samuel capítulo 5 versículos 1-5,9-10. Salmo 48. 2 Corintios capítulo 12 versículos 2-10. Marcos capítulo 6 versículos 1-13.



Es interesante como Samuel nos presenta el reconocimiento que hacen de David como Rey primero en Judá y posteriormente en Israel, diremos que su figura y personalidad así como grandes gestas militares hacen de este monarca un signo de identidad para el pueblo a pesar de su división como hemos visto anteriormente, lo vital para el relato es precisamente como la figura de David cala profundo en la sique del colectivo y como se le considera digno de gobernar sobre la nación en su totalidad… El concepto absolutista de la monarquía se entrelaza con la visión de Fe del gobernante para hacer de su mandato una prolongación de su personal experiencia de Fe. El rey David fue esa figura que inaugura una relación vital entre la experiencia de Dios y la explicitación de la justicia.

Estamos en el relato viviendo tiempos de conflicto con los filisteos, sus vecinos, que sienten que Israel está ocupando terrenos ajenos y mediante la guerra es posible moverlos de la región. Es un conflicto más alimentado por la visión de un Dios que como jefe de ejércitos sale también a la batalla con su pueblo escogido, esa connotación del Dios guerrero es propia de la cultura religiosa de un pueblo que debe y tiene que luchar por su propia supervivencia encontrando vecinos hostiles, incluso en el siglo XX Israel pasó por el conflicto más difícil desde su fundación, y solo para indicar que la realidad de la guerra estará siempre presente en sus escenarios más jereminianos posible.

La ciudad de David será destruida posteriormente por Nabucodonosor, antes de tales acontecimientos esta región que pertenecía a un asentamiento  de los Jebuseos anteriores a David. Es clave porque en ella David marcará la cosmovisión religiosa de su pueblo al construir un altar a Yahveh y más tarde su hijo Salomón construirá el Templo. Sobre las ruinas de creencias paganas se establece el relevo cultico al Dios vivo y trascendente. Las murallas  que fortificaron esta y otras ciudades judías eran parte de sus sistemas de defensa. Lo importante de estos relatos es no solo su figura o contenido histórico, sino y sobre todo, la experiencia de Fe que permite a Israel afirmar el Señorío de Dios en medio de sus vecinos, y como se construye una dialéctica que supera los dramas entre los pueblos politeístas e Israel que si bien creía en Dios (Yahveh) suponía que este era el más poderoso que otros dioses , lo que nos indica que no eran estrictamente monoteístas como los imaginarios suponen en sus orígenes, sino que este concepto fue labrado paulatinamente por figuras como David y su hijo Salomón.

El Salmo 48 citado en nuestra liturgia de la Palabra para este domingo (VII después de Pentecostés) enaltece la figura del monte Sión donde el rey de Israel vivía y en cuya geografía también estaba el emplazamiento del Templo, estableciendo una relación que vincula la autoridad de uno y el contenido sacro e identitativo del segundo, en este caso del Templo y toda la liturgia que en sus instalaciones se efectúa para todo el pueblo y sus autoridades. Es más que solo estas consideraciones, también es visto como una morada para el Dios vivo, precisamente según comentábamos arriba sobre la apreciación de la Divinidad de Dios por sobre otras deidades ya que el Salmo fue inspirado en poemas fenicios sobre las moradas de sus dioses. Por eso la inclusión del Norte en su descripción geográfica, desde luego, queda para ellos y nosotros que la Soberanía de Dios no entra en discusión aquí y mucho menos se asume bajo paradigmas extraños a la cultura judía.  

El Apóstol Pablo en la Carta a los Corintios, nos relata  las experiencias místicas que muy posiblemente sean parte de su vida de Fe en Cristo, lo cierto es que está tomando un modelo de lo Sagrado con respecto a lo Divino que fue usado por vez primera por los habitantes de Mesopotamia, Babilonia y regiones vecinas de estos. La Divinidad residía en  cielos de forma ascendente, es decir, uno superior a otro hasta completar el número clave de siete (7) cielos ya que mientras más alto se estaba, más alto se llegaba hasta el mismo Dios. El tercer cielo (3)  corresponde al estado de los difuntos en su proceso de pureza esencial para subir a otro cielo más cercano a la perfección absoluta de la Divinidad.  Esta jerarquía aseguraba una comprensión de la Divinidad en su perfección y revelación.

El Aguijón del que habla Pablo lo podemos asumir desde una metáfora hasta el daño y dolor que la situación de idolatría y pérdida de dignidad cultural que el Apóstol  observaba en Israel durante su ministerio. No implica explícitamente una asechanza maligna pero si una frustración debida a una enfermedad de la que no se conoce nada en su vida. Los relatos personales son muy escasos en el Texto Sagrado de Tradición y el objetivo de esto  último es desestimar la curiosidad sobre la vida del personaje. Lo cierto es que Pablo fue un luchador y en todo momento vivió de la Gracia como su más auténtica experiencia con el Resucitado que cambió para siempre su vida y concepción del mundo.

La revelación de la Gracia como mandato amoroso de Cristo es sin duda fundamento de su relación de Fe y profunda espiritualidad para discernir sobre los eventos de su vida y como estos debían ser atendidos por un ser humano que vive de su relación con el Dios vivo. Es pues la Gracia el nexo salvífico por antonomasia para Pablo y la narración de sus vivencias con el objetivo de exaltar esta relación maravillosa. Es también una manera de decirnos que la trascendencia es una realidad,  y que el modelo de vida cristina debe orientar sus esfuerzos y valores en su edificación aquí y plenitud allá. El cristiano vive sus propios aguijones o limitaciones que al estar en nosotros son parte de la lucha por transformarnos de la mano de Dios. Es tomar conciencia sobre la necesidad de mantenernos atentos aun contra nuestras propias concepciones e inclinaciones cuando estas son un obstáculo en la vivencia de nuestra Fe cristiana. Qué difícil es ahora sacar tiempo para Dios cuando el mundo te ofrece tanto para ocupar tus sentidos y mente, cuando la diversión se convirtió en parte de nuestras recompensas por trabajar “fuerte” como expresan muchos bautizados cuando los interrogan sobre sus hábitos de oración, meditación de la Palabra, y asistencia a la Iglesia, ya no se habla del Día  del Señor, sino del día del trabajador  que precisamente en domingo cambia las actividades ordinarias.

Marcos en el capítulo 6 de su Evangelio, nos plantea un inicio de capitulo conforme se termina la intención del anterior (5), es la “fuerza escondida” que puede manifestar el Reino de Dios mostrando fundamentalmente el poder de la relación salvífica que el creyente establece con Dios. Marcos hace énfasis en el nacimiento virginal del Señor, al no mentar a José el esposo de la Virgen Madre, no se trata de la ocupación en sí de su familia sino del poder de sus palabras y todo el contenido que se ajusta  a la tradición de Israel. El contenido Marcano busca definir al Dios en la carne y mostrar sus relaciones como cercanas a nosotros al punto de ser confundido como uno más por parte del imaginario religioso de su ciudad de origen. Los milagros y toda la manifestación del Reino de Dios queda aislado de estas personas, queda claro desde esta perspectiva que el no establecer una relación salvífica es causa de tales apreciaciones de su figura y autoridad. Las iglesias están llenas de personas que portan el Nombre de Jesús en sus bocas pero que sus acciones y concepciones de vida están alejadas de toda realidad salvífica. Es un sentido negativo de una relación natural con el Señor, es simplemente un conocimiento intelectual del Dios revelado pero de corazón y amor nada…

Los apóstoles enviados a la misión afrontan situaciones similares ya que sus palabras seguramente cuestionaban modelos de Fe consolidados en Israel. La Iglesia en el presente debe enfrentar situaciones similares, aunque más “civilizadas” pero en el fondo idénticas, la preparación es también signo de absoluta seguridad del ser humano en su gesta evangélica por lo que el Señor pide a los enviados a hacer la obra que confíen  totalmente en la Divina Providencia. Es un modelo de Teonomia que no se vive en el mundo donde las estadísticas, informes de bolsas de valores y títulos de propiedad pretenden asegurar la vida y el destino de los cuentavientes (argot de la banca).

El envío bajo los parámetros de Cristo dicta otra cosa, nos hablan de su amor y misericordia, la misma que se manifiesta ante el dolor y el sufrimiento, ante el rechazo y la mofa de la que son objeto los bautizados cuando se disponen a vivir auténticamente su Fe en un mundo de conflicto y  otros intereses.  





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