SÉPTIMO
DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS. Año B. 2 Samuel capítulo 5 versículos 1-5,9-10.
Salmo 48. 2 Corintios capítulo 12 versículos 2-10. Marcos capítulo 6 versículos
1-13.
Es interesante como Samuel
nos presenta el reconocimiento que hacen de David como Rey primero en Judá y
posteriormente en Israel, diremos que su figura y personalidad así como grandes
gestas militares hacen de este monarca un signo de identidad para el pueblo a
pesar de su división como hemos visto anteriormente, lo vital para el relato es precisamente como la figura de David cala
profundo en la sique del colectivo y como se le considera digno de gobernar
sobre la nación en su totalidad… El concepto absolutista de la monarquía se
entrelaza con la visión de Fe del gobernante para hacer de su mandato una prolongación
de su personal experiencia de Fe. El rey David fue esa figura que inaugura una relación
vital entre la experiencia de Dios y la explicitación de la justicia.
Estamos en el relato
viviendo tiempos de conflicto con los filisteos, sus vecinos, que sienten que
Israel está ocupando terrenos ajenos y mediante la guerra es posible moverlos
de la región. Es un conflicto más alimentado por la visión de un Dios que como
jefe de ejércitos sale también a la batalla con su pueblo escogido, esa connotación
del Dios guerrero es propia de la cultura religiosa de un pueblo que debe y
tiene que luchar por su propia supervivencia encontrando vecinos hostiles, incluso
en el siglo XX Israel pasó por el conflicto más difícil desde su fundación, y
solo para indicar que la realidad de la guerra estará siempre presente en sus
escenarios más jereminianos posible.
La ciudad de David será
destruida posteriormente por Nabucodonosor, antes de tales acontecimientos esta
región que pertenecía a un asentamiento de
los Jebuseos anteriores a David. Es
clave porque en ella David marcará la cosmovisión religiosa de su pueblo al
construir un altar a Yahveh y más tarde su hijo Salomón construirá el Templo. Sobre
las ruinas de creencias paganas se establece el relevo cultico al Dios vivo y
trascendente. Las murallas que fortificaron esta y otras ciudades judías eran
parte de sus sistemas de defensa. Lo importante de estos relatos es no solo su
figura o contenido histórico, sino y sobre todo, la experiencia de Fe que permite
a Israel afirmar el Señorío de Dios en medio de sus vecinos, y como se construye
una dialéctica que supera los dramas entre los pueblos politeístas e Israel que
si bien creía en Dios (Yahveh) suponía que este era el más poderoso que otros dioses
, lo que nos indica que no eran estrictamente monoteístas como los imaginarios
suponen en sus orígenes, sino que este concepto fue labrado paulatinamente por
figuras como David y su hijo Salomón.
El
Salmo 48 citado en nuestra liturgia de la Palabra para este
domingo (VII después de Pentecostés) enaltece la figura del monte Sión donde el
rey de Israel vivía y en cuya geografía también estaba el emplazamiento del
Templo, estableciendo una relación que vincula la autoridad de uno y el
contenido sacro e identitativo del segundo, en este caso del Templo y toda la
liturgia que en sus instalaciones se efectúa para todo el pueblo y sus autoridades.
Es más que solo estas consideraciones, también es visto como una morada para el
Dios vivo, precisamente según comentábamos arriba sobre la apreciación de la
Divinidad de Dios por sobre otras deidades ya que el Salmo fue inspirado en
poemas fenicios sobre las moradas de sus dioses. Por eso la inclusión del Norte en su descripción geográfica, desde luego,
queda para ellos y nosotros que la Soberanía de Dios no entra en discusión aquí
y mucho menos se asume bajo paradigmas extraños a la cultura judía.
El
Apóstol Pablo en la Carta a los Corintios, nos relata las experiencias místicas que muy posiblemente
sean parte de su vida de Fe en Cristo, lo cierto es que está tomando un modelo
de lo Sagrado con respecto a lo Divino que fue usado por vez primera por los
habitantes de Mesopotamia, Babilonia y regiones vecinas de estos. La Divinidad residía
en cielos de forma ascendente, es decir,
uno superior a otro hasta completar el número clave de siete (7) cielos ya que mientras más alto se
estaba, más alto se llegaba hasta el mismo Dios. El tercer cielo (3) corresponde
al estado de los difuntos en su proceso de pureza esencial para subir a otro
cielo más cercano a la perfección absoluta de la Divinidad. Esta jerarquía
aseguraba una comprensión de la Divinidad en su perfección y revelación.
El Aguijón del que habla
Pablo lo podemos asumir desde una metáfora hasta el daño y dolor que la situación
de idolatría y pérdida de dignidad cultural que el Apóstol observaba en Israel durante su ministerio. No
implica explícitamente una asechanza maligna pero si una frustración debida a
una enfermedad de la que no se conoce nada en su vida. Los relatos personales
son muy escasos en el Texto Sagrado de Tradición y el objetivo de esto último es desestimar la curiosidad sobre la
vida del personaje. Lo cierto es que
Pablo fue un luchador y en todo momento vivió de la Gracia como su más auténtica
experiencia con el Resucitado que cambió para siempre su vida y concepción del
mundo.
La revelación de la
Gracia como mandato amoroso de Cristo es sin duda fundamento de su relación de
Fe y profunda espiritualidad para discernir sobre los eventos de su vida y como
estos debían ser atendidos por un ser humano que vive de su relación con el
Dios vivo. Es pues la Gracia el nexo salvífico
por antonomasia para Pablo y la narración de sus vivencias con el objetivo de
exaltar esta relación maravillosa. Es también una manera de decirnos que la
trascendencia es una realidad, y que el
modelo de vida cristina debe orientar sus esfuerzos y valores en su edificación
aquí y plenitud allá. El cristiano vive sus propios aguijones o limitaciones
que al estar en nosotros son parte de la lucha por transformarnos de la mano de
Dios. Es tomar conciencia sobre la necesidad de mantenernos atentos aun contra
nuestras propias concepciones e inclinaciones cuando estas son un obstáculo en
la vivencia de nuestra Fe cristiana. Qué
difícil es ahora sacar tiempo para Dios cuando el mundo te ofrece tanto para
ocupar tus sentidos y mente, cuando la diversión se convirtió en parte de nuestras
recompensas por trabajar “fuerte” como expresan muchos bautizados cuando los
interrogan sobre sus hábitos de oración, meditación de la Palabra, y asistencia
a la Iglesia, ya no se habla del Día del
Señor, sino del día del trabajador que
precisamente en domingo cambia las actividades ordinarias.
Marcos
en el capítulo 6 de su Evangelio, nos plantea un inicio de
capitulo conforme se termina la intención del anterior (5), es la “fuerza
escondida” que puede manifestar el Reino de Dios mostrando fundamentalmente el
poder de la relación salvífica que el creyente establece con Dios. Marcos hace énfasis
en el nacimiento virginal del Señor, al no mentar a José el esposo de la Virgen
Madre, no se trata de la ocupación en sí de su familia sino del poder de sus palabras
y todo el contenido que se ajusta a la tradición
de Israel. El contenido Marcano busca definir al Dios en la carne y mostrar sus
relaciones como cercanas a nosotros al punto de ser confundido como uno más por
parte del imaginario religioso de su ciudad de origen. Los milagros y toda la manifestación
del Reino de Dios queda aislado de estas personas, queda claro desde esta
perspectiva que el no establecer una relación salvífica es causa de tales apreciaciones
de su figura y autoridad. Las iglesias están
llenas de personas que portan el Nombre de Jesús en sus bocas pero que sus acciones
y concepciones de vida están alejadas de toda realidad salvífica. Es un
sentido negativo de una relación natural con el Señor, es simplemente un
conocimiento intelectual del Dios revelado pero de corazón y amor nada…
Los apóstoles enviados a
la misión afrontan situaciones similares ya que sus palabras seguramente
cuestionaban modelos de Fe consolidados en Israel. La Iglesia en el presente
debe enfrentar situaciones similares, aunque más “civilizadas” pero en el fondo
idénticas, la preparación es también signo de absoluta seguridad del ser humano
en su gesta evangélica por lo que el Señor pide a los enviados a hacer la obra
que confíen totalmente en la Divina
Providencia. Es un modelo de Teonomia que no se vive en el mundo donde las estadísticas,
informes de bolsas de valores y títulos de propiedad pretenden asegurar la vida
y el destino de los cuentavientes (argot de la banca).
El
envío bajo los parámetros de Cristo dicta otra cosa, nos hablan de su amor y
misericordia, la misma que se manifiesta ante el dolor y el sufrimiento, ante
el rechazo y la mofa de la que son objeto los bautizados cuando se disponen a
vivir auténticamente su Fe en un mundo de conflicto y otros intereses.
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