INTERPRETACIÓN HERMENÉUTICA
DESDE SU PERSPÉCTIVA EN LA
UNIVOCIDAD Y EQUIVOCIDAD.
MATERIAL
DE AYUDA EN LOS ESTUDIOS BÍBLICOS COMPLEJOS.
Las
Sagradas Escrituras son vida y su
contenido experiencias aterrizadas con todo lo humano que somos y tenemos, ellas poseen
carne y hueso y naturaleza manifestada tanto en las categorías humanas como
en la insondable Voluntad de Dios cuya Santidad las inspiró (Dios Espíritu
Santo) Y su Adorado Hijo (Jesucristo el Verbo, su Logos Eterno) es su Causa Eficiente
(cristoeseltema.blogspot.com comentario de su autor)…
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TÉRMINOS
CLAVE.
hermenéutica
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Escrituras
Inspiradas
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Univocidad
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Equivocidad
|
Analogía
|
Analogicidad
|
Estudios
bíblicos complejos
|
Principalidad
|
Instrumentalidad
|
Dialéctica
|
Historia
de Salvación
|
Revelación
|
Epistemología
|
Axiología
|
Acto
Humano
|
Intencionalidad
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Intersubjetividad
|
Objetividad.
|
Oxford
Movimiento
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Magisterio
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Tradición
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La dificultad de la significación de los términos
precedentes es precisamente su contenido en cuanto a la Exegesis bíblica y sus
implicaciones para el Corpus Eclesial (1). Si admitimos la concepción de la Univocidad es muy probable que en la
dialéctica presente estemos asumiendo
que el lenguaje del autor bíblico lejos de considerarse inspirado absorbe la
idea de Dios al revelarse en las Escrituras. Dejando solo una posibilidad que
se convierte en dificultad idiomática y es precisamente que el lenguaje humano
reemplazaría la visión comunicativa del Dios revelado. Según tal concepción el
lenguaje Divino pierde su énfasis como la Causa Eficiente de toda comunicación
con la humanidad (2). La concepción de la morfología cambiaria dramáticamente
en la sique y los imaginarios del lector de la Palabra Inspirada. No podemos
olvidar que los términos que encontramos en las Sagradas Escrituras reflejan
con distancia conceptual las realidades creadas por Dios e interpretadas por el
ser humano (3).
La Equivocidad
puede y de hecho convierte al escritor inspirado en un “ciego” que solo funge como instrumento de la revelación
quitándole personalidad y por ende codificando su pensamiento restándole
autonomía y carácter de razón y reflexión como de contexto y visión de
conjunto. Es pues importante que no perdamos de vista que las Escrituras como
inspiradas poseen su propia significación y ese aspecto revelativo no depende
del ser humano para asegurar y en el peor de los casos rechazar su contenido.
Según lo anterior es imposible proceder con un re-planteamiento del contenido
Escrituristico ya que su fuente de inspiración no dependió del escritor de
turno. Hoy es importante en la dialéctica establecida en todo proceso de
investigación bíblica que el autor e investigador sin importar su nivel no
puede desconocer la autoría sobrenatural y la revelación intrínseca en cada una
de las páginas bíblicas (4). Podríamos
decir que Dios y el autor inspirado se donaron mutuamente para confeccionar su
contenido al nivel asegurado de la
revelación escrita (5).
DIOS
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HOMBRE
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PRINCIPALIDAD
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INSTRUMENTALIDAD
(6).
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La raíz de nuestros
estudios bíblicos es precisamente su punto de partida quedando muy claro que el
contenido a ser estudiado no depende de la capacidad reflexiva o instrumental
que se emplee sino y sobre todo en la
concepción de una obra revelada cuyo autor principal es Dios. Visto desde esta
óptica es viable cualquier interacción con la realidad descrita y articulada
por el mensaje inspirado (7). Si pierde esta connotación puede ser solo énfasis
en el contenido desde su gramática o estudio de géneros empleados en su
redacción. La necesidad de estudiar para la congregación especialmente en orden
a las Escrituras es parte de la curiosidad amorosa del creyente que busca de
esta manera luz en su proceder y en su conciencia claridad conceptual para una
correcta y ordenada vivencia de su acto
e intencionalidad. La Palabra de
Dios puede ser un referente de lo sobrenatural en un medio cuya dialéctica es
vitalmente perceptiva y sensorial. Las categorías de la comprensión humana
y su ser intelectivo puede ser movido
por la Gracia para profundizar y trazar una ruta proclive a la vivencia del
bautizado en Cristo. Esto último es intrínseco al valor de la revelación
inspirada.
Recordemos que la Fe de
la Iglesia es viva precisamente en sus comunidades o congregaciones y cuando
las Escrituras inspiradas son su centro entonces la historia asume su
componente salvífico (8). El riesgo de los estudios bíblicos de determinado
nivel superior es precisamente hacer de la Univocidad y la Equivocidad un
factor alienante de su interpretación llegando al punto de suponer que solo el
contexto revelado pasa por la sique humana retándole poder a la revelación e
inspiración de Dios.
Estos estudios no pueden
ser utilizados para generar pruebas de
la existencia del Dios vivo y
trascendente. No se pueden convertir en un laboratorio de “deidades”
adjudicando tal calificativo a todo lo descrito aunque creamos que contradice
los principios fundamentales del Evangelio. No podemos establecer un medio
comparativo para resarcir la moral del (A.T) que no se fundamenta en el “Mandamiento Nuevo” argumentado en el
Jesús histórico cuya praxis perfecta nos saca de la esfera de lo natural para
ser expresión de la superación hermenéutica
de este Jesús en el llamado Cristo de la Fe (9).
La realidad
Escrituristica no está precisamente familiarizada con los argumentos
superlativos de nuestra expresión teológica actual, es simplemente una alusión a su valor real y no condicionado
por el contenido de la reflexión
teológica de la Iglesia. La Iglesia
manda estudiar las Escrituras más no elaborar definiciones tacitas sobre el
mismo por fuera de su propia concepción (10). La Equivocidad no pude por si
misma ser un instrumento de validez en el estudio bíblico pero si un recurso
para conocer en su némesis lo que no es la Palabra de Dios revelada. Un
meta-discurso Escrituristico puede estar condicionado por la realidad y el
medio de la revelación. De lo anterior
se desprende la necesidad de manifestar que requerimos de las ciencias
auxiliares para adelantar estudios bíblicos profundos (11). La
tangencialidad es un recurso utilísimo precisamente para la elaboración del
contexto Escrituristico y explicitar el origen de las imágenes y comprensiones
bíblicas del caso. El lenguaje y sus
categorías transita siempre bajo el signo de su comprensión y las imágenes que
se fabrican contienen solo un común denominador son concepciones humanas en sus
términos y modelos razonables.
No podemos hablar de las
figuras que no racionalizamos y construimos como instrumento de nuestro
lenguaje (12). La actualidad bíblica no necesariamente es su composición pero
si una hermenéutica que responsa al presente con argumentos fundados en la
misma tradición que reclama su inmutabilidad, la Inerrancia de las Sagradas Escrituras es precisamente el punto de partida de cualquier
hipótesis interpretativa y esta a su vez se puede y debe asociar con el recurso
latente que es el Texto mismo. La dinámica de nuestra hermenéutica y las
ciencias auxiliares marcan la pauta de una socialización del Texto Sagrado de
Tradición que se asemeje al momento histórico sin precedente alguno en la
visión contemporánea de su contenido, no pretendemos ver estadios de su
cronología pero muy seguramente de su incorporación a la reflexión de la
Iglesia en el tiempo en el que se encuentra (13).
La Historia de la Salvación no es una mitología,
sino una verdadera historia y, por tanto, hay que estudiarla con los métodos
de la investigación histórica seria (14).
|
Nuestra metodología (segundo paso
interpretativo) no puede olvidar el complemento de la investigación para hacer
claridad sobre el componente humano en la exegesis bíblica lo mismo que indicar
que la intencionalidad objetiva está
en manos del Dios revelado y la concepción
subjetiva toca la conciencia y sique del ser humano en dicho proceso (15). La
primera consecuencia de la ausencia de este segundo nivel metodológico es que
la Biblia se convierte en un libro sólo del pasado (visión pretérita). Se pueden extraer del pasado consecuencias morales, se puede aprender de la
historia, pero el libro como tal habla sólo del pasado y la exégesis ya no es
realmente teológica, sino que se convierte en pura historiografía, en historia
de la literatura. Esta es la primera consecuencia: la Biblia queda como algo del
pasado, habla sólo del pasado (16). De manera particular es urgente en nuestro tiempo estudiar y conocer íntimamente
la doctrina y la visión de la Iglesia por la necesidad de fundamentar de modo
convincente y firme no sólo el status epistemológico de las ciencias
exegéticas, sino también la misma posibilidad de una labor hermenéutica: en
este trabajo de fundamentación han fracasado todas las corrientes filosóficas
contemporáneas, incluida la metafísica heideggeriana de corte existencialista.
Por este motivo Juan Pablo II advierte contra una forma actual de fideísmo: el
biblicismo, “que tiende a hacer de la
lectura de la Sagrada Escritura o de su exégesis, el único punto de referencia
para la verdad” (16). Y este fideísmo bíblico surge de no aceptar “la importancia del conocimiento racional y
de la reflexión filosófica para la inteligencia de la Fe”. Solamente se
supera este peligro de nuestros días recurriendo a la fundamentación racional
de una metafísica válida, y sólo la metafísica tomista lo es, ya que “su
filosofía es verdaderamente la filosofía del ser y no del simple parecer” (17).
Todo
lo que se refiere a la interpretación de la Sagrada Escritura, está sometido
en última instancia a la Iglesia, que tiene el mandato y el ministerio divino
de conservar y de interpretar la Palabra de Dios (18).
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“Porque Él de tal manera
los excitó y movió con su influjo sobrenatural..., que ellos... lo expresaron
aptamente con verdad infalible (apte
infallibili veritate exprimerent o también:
adecuadamente expresar la verdad infalible) en la redacción de los Libros Sagrados, Dios eligió a hombres, que utilizó usando de sus propias facultades y medios, de forma que obrando Él en ellos y por ellos, escribieron, como verdaderos autores, todo y sólo lo que Él quería. Pues, como todo lo que los autores inspirados o hagiógrafos afirman, debe tenerse como afirmado por el Espíritu Santo, hay que confesar que los libros de la Escritura enseñan firmemente, con fidelidad y sin error, la verdad que Dios quiso consignar en las sagradas letras que nuestra Salvación”(19). Así, no solamente la inspiración bíblica permite al hagiógrafo tener un juicio exacto, sino una expresión adecuada. Esta importante afirmación nos da el fundamento de la psicología sobrenatural de los géneros literarios. Expresar adecuadamente la verdad de la Palabra revelada es primeramente un trabajo de conciencia de la Iglesia en sus congregaciones y misiones donde hace presencia, la verdad necesita de un medio idiomático para manifestarse y este medio se compone intelectivamente hablando de:
·
Imágenes
·
Categorías verbales
·
Conceptos
·
Ilustraciones de la realidad por medio de
los términos apropiados para generar comprensión
·
Mensajes
·
Hipótesis
·
Historicidad
·
Gramática, entre otros (20)
La
verdad requiere de escenarios para su asimilación y justa valoración de su
contenido, no es una opción, es el cometido hermenéutico por antonomasia. La
postura anterior nos remite de obligatoriedad al valor intrínseco de la
tradición en la conservación del sustrato de la Fe Escrituristica de la Madre
de los bautizados. Esta conservación se
adelanta en la fidelidad a la investigación y magisterio que dictaminó el modo
señalado anteriormente para la investigación de las Sagradas Escrituras. No
nos apartemos ni por un minuto de esta realidad ya que todo el contenido
salvífico es un tesoro para el creyente y un medio de formar en la Fe a los
bautizados. La realidad percibida desde el ámbito de la creencia supone una supra-valoración de los contenidos de
la revelación, asunto que solo se adelanta fielmente en el corazón de la
Iglesia como lo sostenían en una de sus sentencias los santos PP. De la
Iglesia. Esta cuestión es de vital importancia en la familiaridad que debe
tener el bautizado con las Escrituras reveladas. Parte de las dificultades del crecimiento de las iglesias locales se debe al desconocimiento de la Palabra de
Dios (21).
La
libertad es un valor necesario en la confección de las Escrituras porque el autor inspirado como decíamos antes
no era un instrumento mudo y mucho menos un relator, era por mucho parte viva
de la Voluntad de Dios expresada en categorías idiomáticas. Aquí la dificultad
en los estudios bíblicos profundos es sin duda la formulación de la hermenéutica desprovista de visiones
mediáticas y coyunturales. La investigación bíblica es importante como parte de
la madurez espiritual y el conocimiento vital del bautizado sobre la Voluntad
de Dios y su derrotero en la historia de la humanidad. Este conocer es una
manera dinámica de suponer el crecer en la Fe revelada y poder así optar
auténticamente libres por Cristo su Causa Eficiente (22). La dificultad
cultural es un concepto ahora nuevo pero que definió mucho de las figuras o
imágenes empleadas por los escritores sagrados, los idiomas también fueron
definitivos dado que cada uno de ellos (Hebreo, Arameo, Griego, y después latín) poseen su propia manera de
expresar las ideas y sobre todo la construcción conceptual de las ideas reveladas
y argumentadas desde la tradición.
Solo
para continuar en esta dirección podemos recordar el lenguaje Lucano sobre los
encuentros con el resucitado. Las escenas que describe las elabora desde las
categorías espirituales e intuitivas dado que los lectores no creían en la
Resurrección, esto último improbable en el ámbito griego (23). La investigación
bíblica en las congregaciones debe portar una dosis alta de esperanza y sobre
todo de existencia vital al servicio de la realización de las Escrituras en el
corazón del bautizado. En el contexto
actual, posmoderno, la hermenéutica ha tomado un lugar fundamental, de tal modo
que se presenta como alternativa de acceso al conocimiento, reemplazando a la
epistemología y la axiología (24).
El
ser humano no es un espectador imparcial de los fenómenos que observa, por el
contrario, cualquier conocimiento de las cosas viene mediado por una serie de
prejuicios, expectativas y presupuestos recibidos desde la cultura imperante,
que orientan y limitan selectivamente nuestra comprensión y autocomprensión,
además de presentar condicionamientos estructurales y funcionales,
particularmente a nivel de nuestra constitución como organismos vivos,
poseedores de un sistema nervioso complejo. Por lo mismo, el hecho de que no
solo los objetos de conocimiento estén situados históricamente, sino también
que el hombre mismo lo esté, nos dificulta considerar la posibilidad de una
valoración neutral, objetiva o directa de la realidad, como un mundo externo.
Tal como Heidegger lo decía (1951), el
hombre está arrojado a un mundo, y en él se encuentra ineludiblemente acoplado
a un cultura y con un lenguaje determinados que definen el qué y el cómo de su
conocimiento de la realidad y de sí mismo. La implicancia de esto es que
toda pregunta prevé su respuesta y presagia o anticipa aquello para lo que
busca respuesta; siempre hay una hipótesis implícita o explícita con la que el
que indaga se aproxima a su objeto de estudio, pues no se puede comprender lo
que no tiene nada en común con uno mismo, y lo común siempre implica una
pre-comprensión de lo que se trata de comprender o interpretar, de tal modo que
no puede haber comprensión sin pre-comprensión previa, por lo cual se crea
cierta circularidad en la comprensión, lo que se ha denominado círculo hermenéutico (Mayos Solsona, 1991)
(25).
La
hermenéutica enfatiza la lingüisticidad inevitable y constitutiva de todo acto
humano (también en especial de los intelectuales). El lenguaje no es tan solo el intermediario inevitable y esencial en
todo proceso de conocimiento o de comunicación, sino que es el componente
esencial de todo Acto Humano. No es una herramienta del pensamiento, sino
su misma esencia o naturaleza, el sustrato mismo que lo hace posible. No hay,
cuando hablamos de actos humanos, nada que no sea ya lenguaje (26).
Reflexión sobre
la cita textual (25).
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Reflexión sobre
la cita textual (26).
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La
discusión citando a Heidegger busca clarificar sobre la ineludible realidad
que planteamos bajo los conceptos hipotéticos, la realidad misma se edifica
con el concurso y los presupuestos de la razón ya que ella por sí sola no
existe, es decir, la reconocemos en la constatación de su actualidad. El
poder de comunicar es también consecuencia de la necesaria percepción de la
realidad. El Ethos cultural define en una medida superlativa nuestra postura
frente a la realidad edificada y por ende percibida.
Nuestro
Ethos a la hora de su propio acontecer se convierte en la certeza de nuestra
existencia, es decir, lo que construimos lo hacemos precisamente porque somos
conscientes de ello, no es factible asumir que la revelación se da sin la
percepción del ser humano creado y
dotado de los atributos para esos fines. La
propuesta heideggeriana camina en la misma dirección de la certeza de nuestro
proceder en el todo o medio de lo cultural. Para no complicar la cuestión
diremos bajo el concepto axiomático de la Ley y el Ciudadano que este último
tiene conciencia de serlo gracias a la ley que lo señala como tal.
A diferencia de nuestro amigo Heidegger, los Episcopales que
estudiamos con Amor y Fe las Sagradas Escrituras estamos seguros de nuestro ser libre en Cristo
y no asumimos la existencia como una eyección,
es decir, como arrojados al sin sentido de la propia libertad… Somos libres y
lo somos en Cristo y no solo en la percepción Heideggeriana de la propia
existencia.
Mayos
nos está indicando en su interpretación la compleja relación del “Circulo hermenéutico” con la
obligatoriedad categórica del conocimiento y no es una postura
existencialista sino coherente con el conocimiento y la forma como este actua
y articula la realidad en nosotros. Los
momentos del conocimiento son inseparables de las hipótesis que este arroja.
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La
hermenéutica se adelanta al valor intrínseco del lenguaje y lo convierte
necesariamente en la expresión de la conducta y racionalidad por medio de la
cual expresamos la naturaleza de las cosas y de nuestras ideas como tal.
Aquí
el Acto Humano reclama la gravedad
de su manifestación en la conciencia del creyente, una hermenéutica
afirmativa del valor de la conciencia es importante si queremos aproximarnos
a la concreción del mensaje y su interpretación, el Episcopal ve con claridad
el horizonte de la exegesis y una propuesta hermenéutica libre de los
convencionalismos que dictan sentencia sobre los conceptos y su
favorabilidad. Esta favorabilidad no es más que la ratificación del ser dimensionado
en el conocimiento de sí mismo y de su entorno.
Es
inevitable el Acto Humano en sus
categorías porque el obedece al ser que se descubre a sí mismo en las
complejas luchas de la existencia racional y amorosa del ser redimido. Luego el lenguaje no son solo términos
inteligibles y expresados en categorías perceptibles como corresponde a
nuestra naturaleza racional sino que expresa lo que somos y la esencia de la
conciencia humana está presente en sus figuras y categorías. No es otra cosa que la afirmación de la
existencia en categorías del lenguaje entendido y recreado bajo el paradigma
de las imágenes que lo concretan. Podemos expresar como es estar vivos pero
no sabemos absolutamente nada de lo que es estar “muerto”. Una vez más
afirmamos con el autor de la fuente citada, no es factible hablar de algo que
no es vitalmente un Acto Humano consciente y en dominio de sus facultades.
Sin
lenguaje de algún tipo y categoría es imposible hablar de Acto Humano y de
comprensión de los procederes revelados en las Escrituras. Somos como
expiaría Tomás de Aquino “Toda
Inteligencia” pero esa sentencia axiomática quedaría vacía sin la
constante racional que significa la conciencia del ser humano ante sus
acciones y la configuración del mencionado Acto Humano, que en última
instancia es inseparable de la intencionalidad, se establece con esta una
relación vital y esencialmente de naturaleza humana. (27).
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Es interesante recordar que Gadamer
fue discípulo de Martin Heidegger (28).
La
Mismidad que encontramos en las
Escrituras la podemos traducir como esa vitalidad que no cambia, que se mueve
en sí misma como su dirección continúa. Es la estabilidad del mensaje, de su
impacto predecible en el ser humano y en el colectivo de los creyentes, ella permanece
por su propia naturaleza y no es una opción frente a la investigación nuestra.
La realidad que permanece de las Escrituras es la Voluntad de quien siendo Dios
decide darse a conocer de esta forma. Lo
anterior solo para que no olvidemos o perdamos de vista que la revelación no es
tangencial sino que es obra de Dios y su deseo o Voluntad salvífica que al caso
que nos interesa es lo mismo, las mismas categorías de su Gracia en nosotros y
en su Palabra (29). Si tocamos la dimensión Metafísica del mensaje de Dios
a la humanidad tendremos que decir que su objetividad está asegurada, esta
afirmación nos mueve en la dinámica dialéctica de afirmar su objetividad en el contenido revelado y no
en la interpretación humana (hermenéutica-exegesis) no es cuestión de darle
credibilidad, ella por si sola lo es.
No
invocamos el “textualismo” (30) que
saca de contexto la relación y su vitalidad por un lado el ser humano y su
entorno y por el otro la Gracia y su manifestación histórica contundente. No es
solo el lenguaje en letras y su fonética como gramática sino la inmutabilidad
de quien se revela en ella. Por lo anterior es peligroso y contraproducente
cuando el cristiano busca en la Biblia lo que desea ver para fundamentar o
rechazar algo en su entorno cognitivo, no es positivo tamaña empresa de
justificarse por medio de la Palabra, ya que esta es fruto de un revelación y
no de una manera de pensar por objetiva que esta sea. De este párrafo reflexivo nos surge los siguientes interrogantes sobre
las Escrituras reveladas y que sin duda afrontan metafísicamente el cometido de
estudios bíblicos más profundos:
Interrogantes
desde la metafísica.
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Desde la
perspectiva Intelectiva del creyente.
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Desde la
comunicación.
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¿Es
objetivo el contenido salvífico de las Sagradas Escrituras.
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¿Qué
hace de la Biblia Palabra de Dios revelada.
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¿Los
Textos de las Sagradas Escrituras pueden ser divulgados en el contexto actual
o seguimos asumiéndolos desde la connotación de la historia de redacción.
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¿La verdad de
las Escrituras donde se encuentra.
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¿Es posible conocer la Voluntad de Dios
leyendo y meditando la Biblia.
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¿Cuáles son los
libros de la Biblia más frecuentados por los cristianos.
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¿La
realidad vista desde la revelación es posible sectorizarla en la vida concreta
del creyente y cómo podríamos hacerlo de ser factible.
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¿Toda
ella como un Corpus de la revelación posee el mismo valor o solo es uno de
los Testamentos que la componen o unifican (A.T/N.T).
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¿Cómo
comunicar el mensaje contenido en la Biblia.
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¿Dónde
está la intencionalidad salvífica del mensaje revelado.
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¿Todo su
contenido es inspirado o se agregaron libros facilitados por la
interpretación fabulosa de algunos acontecimientos descritos en ella.
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¿Cómo
enseñarle al bautizado el valor de la difusión de la Palabra de Dios en su
entorno y medio socio-cultural.
(31).
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Según
el cuadro anterior, nos quedan algunos interrogantes y trataremos de
despejarlos en lo que sigue de este ensayo (32). Las acciones narradas por el Corpus bíblico en su totalidad poseen
un contenido tanto Narrativo como Poético, recordemos que la connotación de los
géneros y las tradiciones pueden hacernos pensar como lo hacía Bultmann que definió el
contenido de los evangelios como mítico (en gran medida) por la proliferación
de textos relativos a la comprensión de
los creyentes primitivos sobre la Persona del Señor y conciliar precisamente su
Ser como Dios y como Hombre. La estética en la Biblia como disciplina conceptual nos dice hoy que los contenidos
definidos como Narrativas y Poéticos son fruto de la comprensión del Corpus Escrituristico y la manifestación del lenguaje y la
composición de las ideas sobre la obra y vida del Señor y antes de los
Patriarcas que aparecían como modelos de referencia para los judíos anteriores
al (N.T) (33).
La
Estética del concepto gracias a su naturaleza simétrica y que expresa en su orden y armonía nos dice que efectivamente las
composiciones de las Escrituras corresponden a una necesidad interpretativa no
a la objetivad inicial del Mensaje revelado, es decir, no es la intención de
Dios pero si riqueza del autor inspirado libre en conciencia para obrar y plasmar su conocer interpretativo. Sino
es de esta forma entonces no sería fácil explicar el contenido metafórico de
las Escrituras (34). La metáfora en las Escrituras es un recurso de la
comprensión intelectiva del escritor sagrado y del lector y creyente futuro. También
pensamos en el poder narrativo y como sería posible narrar estas acciones
reveladas sin la riqueza de los signos y símbolos poéticos y en general
literarios.
Aquí encontramos
una gran dificultad que creemos insalvable de las interpretaciones literales
de la Biblia en el presente de las iglesias coyunturales.
(35).
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En
el discurrir de este ensayo debemos entrar brevemente en el cometido de
reflexionar sobre las analogías bíblicas que encontramos en todos los estudios
bíblicos de alguna profundidad (Analogicidad
bíblica). En la lectura de la Biblia
se denomina analogía al paralelismo que hay y que se establece entre diversos
textos. Por eso se convierte en regla de exégesis bíblica, el que nunca se
debe entender un texto en solitario, sino que hay que enmarcarle en la
semejanza de otros textos paralelos El sistema analógico evita el entender la
Biblia en forma literal y material. La Tradición con sus comentarios y la
reflexión con sus comparaciones, hacen posible buscar analogías, contextos y
modos inteligentes de descubrir el mensaje latente en cada lugar de la Escritura
(36).
Es
evidente que ninguna doctrina que se apoya en un solo pasaje de las Escrituras
puede pertenecer a doctrinas fundamentales reconocidas en la analogía de la Fe. Mas no ha de inferirse de esto que
ninguna declaración específica de las Escrituras sea autorizante a menos que
esté apoyada por otros pasajes paralelos. A menos que esté claramente
contradicha o excluida por la analogía de la Fe, o por alguna otra declaración
igualmente explícita, una declaración positiva de la Palabra de Dios es
suficiente para establecer un hecho o doctrina. De aquí se sigue que la
analogía de la Fe, como principio de interpretación, es, necesariamente,
limitada en su aplicación. Es útil para sacar a luz la importancia y
prominencia relativas de diferentes doctrinas y para preservar contra
exposiciones de los sagrados oráculos viciadas por parcialidades. Exhibe la
unidad interna y la armonía de toda la Revelación divina. Encarece la
importancia de consecuencia en la interpretación, pero no puede gobernar al
intérprete en la exposición de aquellas partes de la Biblia que se hallan sin
paralelo real y a las que ningunas otras partes se le oponen. Porque del
progreso de las doctrinas en la Biblia es dable inferir con justicia que
aquí puedan haberse dado revelaciones aisladas de
verdad divina en pasajes en los que el contexto no dió ocasión para mayores
desarrollos o elaboración (37).
Los
textos anteriores fueron extraídos precisamente buscando establecer claridad
sobre la cuestión de las analogías bíblicas cuyo contenido es recurso vital en
la reflexión de nuestros estudios bíblicos. La realidad revelada no es ajena al
proceso de conocimiento y su epistemología en el ser humano que se interroga
sobre el contenido bíblico. La realidad que percibimos desde su fenomenología
nos lleva a elaborar formas de expresión
en el lenguaje y sus categorías, esto último acontece con la interpretación
bíblica. Las analogías estan presente en
la secuencialidad salvífica, es decir, no es posible interpretar un solo texto
inspirado sin estar en conexión con los demás, si esto sucede el sentido típico de las Escrituras se afecta totalmente… (38). Una
vez no olvidemos que las escrituras poseen siempre una significación totalizante es la de revelar a Cristo el Hijo de Dios
y este proceso se ejecuta desde el Génesis hasta el Apocalipsis. No evitamos
tampoco el contexto social y cultural así como la gramática en la que se
produce la elaboración del Texto o mensaje inspirado. La cultura humana está a
rebosar de analogías cuya significación son paralelismos imperfectos sobre el
Texto Sagrado de Tradición y su contenido (39). En las distintas culturas la
sangre posee un valor esencialmente distinto a otros componentes de sus ritos,
solo en las Escrituras vemos la importancia de ella particularmente en los
sacrificios de animales a Yahveh en el templo y antes en la tienda del
encuentro, no olvidemos que Dios rechazó la sangre humana particularmente en la
escena de Caín y Abel, y posteriormente en el intento del sacrificio de Isaac
por parte de su padre Abraham.
En el siguiente Texto tomamos ejemplos del
(N.T) sobre las distintas concepciones de la Sangre de Cristo y su analogía
salvífica.
Sinópticos: Jesús, en el
momento de afrontar abiertamente la muerte, piensa en la responsabilidad de
Jerusalén: los profetas de otro tiempo fueron asesinados, él mismo va a ser
entregado, sus enviados serán muertos a su vez. El juicio de Dios no puede
menos de ser severo contra la ciudad culpable: toda la sangre inocente derramada acá en la tierra desde la sangre de
Abel recaerá sobre esta generación Mateo capítulo 23 versículo 29-36.
La pasión se inserta en esta perspectiva dramática: Judas reconoce que ha
entregado la sangre inocente (27,4), Pilato se lava las manos mientras
que la multitud asume la responsabilidad de la misma (27,24s). Pero el
drama tiene también otra faceta. En la última cena presentó Jesús la
copa eucarística como la sangre de la alianza derramada por una
multitud en remisión de los pecados (26,28 p). Su cuerpo ofrecido y
su sangre derramada hacen, pues, de su muerte un sacrificio doblemente
significativo: sacrificio de alianza, que sustituye por la nueva alianza la
alianza del Sinaí; sacrificio de expiación, según la profecía del siervo
de Yahveh. La sangre inocente
injustamente derramada se convierte así en sangre de la redención.
Pablo: propende a
expresar el sentido de la cruz de Cristo evocando su sangre
redentora. Jesús, cubierto con su propia sangre, desempeña ahora ya para
todos los hombres el papel que esbozaba en otro tiempo el propiciatorio en la
ceremonia de la expiación. Romanos capítulo 3 versículo 25:
es el lugar de la presencia divina y asegura el perdón de los pecados. Su
sangre tiene, en efecto, virtud saludable:
por ella somos justificados. Romanos capítulo 5 versículo 9,
rescatados Efesios capítulo 1 versículo 7, adquiridos para Dios. Hechos
de los Apóstoles capítulo 20 versículo 28; por ella se realiza la unidad entre los judíos y los paganos. Efesios
capítulo 2 versículo 13, entre los hombres y los poderes celestes. Colosenses
capítulo 1 versículo 20. Ahora
bien, los hombres pueden comulgar en esta sangre de la nueva alianza cuando
beben del cáliz (copa) eucarístico. 1Corintios capítulo 10
versículos y 16s 11,25-28. Entonces se instaura entre ellos y el Señor
una unión profunda de carácter escatológico: se recuerda la muerte del Señor
y se anuncia su venida (11,26).
Hebreos: La entrada del
sumo sacerdote en el santo de los santos con la sangre expiatoria es
considerada por la epístola a los Hebreos como la figura profética
de Cristo que entra en el cielo con su propia sangre para obtener nuestra
redención Hebreos capítulo 9 versículos Hebreos capítulo 1
versículo 14. Esta imagen se mezcla con la del sacrificio de alianza ofrecido
por Moisés en el Sinaí: la sangre de
Jesús, sangre de la nueva alianza, se ofrece para la remisión de los pecados de
los hombres Hebreos capítulo 9 versículos (18-28). Por ella
obtienen los pecadores acceso cerca de Dios (10,19); más elocuente que
la de Abel (12,24), asegura su santificación (10, 29 y 13,12) y
su entrada en el rebaño del buen
pastor (13,20).
El Apocalipsis: hace eco a la
doctrina tradicional cuando habla de la sangre del cordero: esta sangre
nos lavó de nuestros pecados. Apocalipsis capítulo 1 versículos 5, 7,14 y
rescatándonos para Dios, hizo de nosotros una realeza de sacerdotes (5,9).
Doctrina tanto más importante cuanto que en el momento en que escribe el
vidente, Babilonia, la ciudad del mal, se ceba con la sangre de
los mártires (18,24). Los
mártires vencieron a Satán gracias a la sangre -del cordero (12,11),
pero no por eso su sangre derramada cesa de clamar justicia. Dios
la vengará dando a beber su sangre a los hombres que la han
derramado (16,3-7) hasta el día en que la sangre de esos hombres
sea derramada a su vez y se convierta en el ornato triunfal del Verbo
justiciero (19,13) Isaías capítulo 63 versículo 3.
Evangelio de
Juan:
Muy distinta es la meditación del
evangelista Juan sobre la sangre de Jesús. Del costado de Cristo
traspasado por la lanza vio brotar el agua y la sangre Juan capítulo
19 versículos 31-37, doble testimonio del amor de Dios, que corrobora
el testimonio del Espíritu. 1Juan capítulo 5 versículos 6ss.
Ahora bien, esta agua y esta sangre siguen ejerciendo en la Iglesia
su poder de vivificación. El agua es el signo del Espíritu, que hace renacer
y que apaga la sed. Juan capítulo 3 versículos 54,13s. La sangre se distribuye a los hombres en
la celebración eucarística: Quien come mi carne y bebe mi sangre tiene
la vida eterna... él permanece en mí y
yo en él Juan capítulo 6 versículos 53-56.
(40).
|
Las
analogías sobre el valor del sacrificio y la sangre no son un accidente, es por el contrario un elemento
vital en la dinámica del rito, sin sangre el sacrificio no se ha consumado. La
unidad esencial (identidad salvífica) entre lo Divino y lo humano o natural, es la
que produce el valor salvífico de la sangre, pero en el caso de Cristo su Sangre
es la fuente misma de la Salvación ya que en su Ser la Sangre es la expresión
de su Divinidad y por ende Ella es absolutamente Salvífica y Santísima. No
podemos separar la Sangre del ser de Cristo, no es posible suponer que ella
como en nosotros es un mero componente de la biología humana, es más que eso, es articulo pleno de la Naturaleza de Dios,
luego es un atributo que expresa su Divinidad y en ella hay una unidad
esencialmente Hipostática de su Ser como Dios y Hombre Verdadero. De lo anterior podemos concluir que el
sentido sacrificial de la Sangre del Señor es el sentido pleno de la Redención
(41).
La permanencia vital en Cristo es en
sí y por si expresión de la perfecta comunión que solo se puede establecer en
el ser redimido y en vocación salvífica. La dinámica
antropológica dicta que su intríngulis se esclarece solo mediante la reflexión
del creyente que tomando las Escrituras fundamenta su espiritualidad y por ende
su vivencia de la Fe en el acto amoroso de Dios por nuestra Salvación. Ninguna
analogía posee el poder de convertirnos en cristianos auténticos pero si de
motivar nuestra praxis espiritual. Establecer
un reflejo vital de lo que somos por dentro
debe manifestarse en la vivencia de lo cotidiano donde la Gracia toma
tiempo y moldea nuestras propias estructuras.
Las
analogías son también manifestación de la Voluntad de Dios revelado ya que
ellas conducen inexorablemente a Cristo sin importar los estadios de su madurez
antropológica y sociológica y también la manera como se dejan o permiten ser
percibidas. La constatación teórica es supremamente importante ya que por su
medio surge la necesidad de estudiar y conocer sus contenidos y permitimos que
la Gracia opere vivazmente en cada uno de nosotros (42). Las Sagradas Escrituras son vida
y su contenido experiencias aterrizadas con todo lo humanos que somos y tenemos, ellas poseen
carne y hueso y naturaleza manifestada tanto en las categorías humanas como en
la insondable Voluntad de Dios cuya Santidad las inspiró (Dios Espíritu Santo)
(43).
Sobre nuestra
Intersubjetividad:
Para alcanzar los fines intrínsecos a su esencia necesita de los demás, así
se logra la perfección humana, que consiste en la realización de fines y
valores comunes. El tú y yo juntos,
forma una nueva realidad: nosotros,
surgiendo así la primera relación interpersonal. Cuando esta llega a un alto
nivel de comprensión, se le llama: intimidad.
Solo en la sociedad se desarrollan los valores más sublimes de la vida
personal espiritual: el conocimiento y el amor. Cuanto más nos abrimos a los otros, más profundizamos en nuestra
interioridad. (44).
|
El
Pbro. Ramón Lucas Lucas, en este breve comentario que tomamos de su trabajo nos
está indicando el sentido concreto de la Intersubjetividad
y como esta se construye en la conciencia del ser humano que le concede el
reconocimiento al otro en su ser relacional. Las Escrituras inspiradas poseen
este componente necesario para su articulación y relación en el plano subjetivo
de la conciencia humana. No es posible que nos reconozcamos a nosotros mismos
sin reconocer al otro en nosotros. El Tú,
el Yo y el Nosotros, son los grados sociales en los que el otro toma forma en nuestra existencia.
El
medio relacional concreto es vital en la explicitación de las formas de la comunicación,
Interiorizando en nosotros podremos interiorizar el mensaje salvífico de las
Sagradas Escrituras, su infinito valor es
descubierto solo en la medida en la que el otro como imagen de Dios es
forma de nuestra propia existencia. Como decir que conocemos a Dios si
desconocemos al otro, no es posible tal aseveración de nuestra parte, el Doctor
de la Gracia lo define simplemente de esta forma: Sino amas al hermano que ves como dices amar a Dios que no ves. Las Escrituras son en sí un valor intrínseco de comunicación de una grande
multilateralidad que involucra al ser humano en todas las manifestaciones de su
ser social y colectivo de la extensión de su existencia como lo dirá mejor
Descartes (45).
En
el camino concreto de nuestros estudios bíblicos, la Intersubjetividad nos permite ver al otro como sujeto de Salvación
en la misma propuesta de Dios para los dos o los tres o los que estén con nosotros en este camino
de reflexión y vivencia espiritual. La realidad que construimos debe percibir
al otro como imagen propia de nuestra
naturaleza singular, sin el otro
estamos incompletos y la Gracia también, no en su naturaleza sino en su comunicación
con nosotros. La verdad de la absoluta
presencia de Dios en la Gracia como donación de su Ser puede ser ignorada por
nosotros cuando ignoramos al otro (46).
Tarde te amé
belleza siempre antigua y siempre nueva,
y supe Señor que estabas en mi alma y yo fuera, así te buscaba mirando
la belleza de lo creado, tarde te amé belleza infinita, Señor tú me llamaste, tu voz a mi llegó y
curaste mi sordera, con tu luz brillaste, cambiando mi ceguera en un
resplandor… Tú estabas conmigo más yo buscaba fuera y no te encontraba, era
un prisionero de tus criaturas, lejos de Ti. Hasta mi ha llegado aroma de tu
Gracia y por fin respiré, Señor yo te he buscado, siento hambre y sed, ansío
tu paz (pan) y
en la lengua que empleó su autor: Deinde non dilexit umquam antiquis et semper novis
pulchritudinem et cognovi Deus esset anima vestra pro anima mea: et non sunt
et vultus autem aspiciens ad pulchritudinem Dei creatus est, sero te amavi
infinitum pulchritudinem, Domine vocati estis me vocem tuam mihi adveniens
sanabat rupisti surditatem meam: ad te luceat lux, mutantur coruscare a meum
cæcitas ex more ... mecum eras et ego foris, et vidi te invenire non potuit,
qui fuit captivus creaturae tuae, a te. Eam tandem venit ad Gracia et odor
oris tui, Domine quaerebant ego vos sentio cælos misericordia tua, et pax vestra desideres (Pan). (47). San Agustín PP. de la Iglesia
latina.
|
Las
palabras anteriores resumen la dinámica de nuestra Intersubjetividad y aún más, cuando esta apunta a la vivencia de
nuestra praxis de Fe. La realidad que se
enmarca en la percepción del otro es la perfecta complementariedad de la
persona humana que por la finitud de su espíritu debe realizarse con el otro en
su espacio vital. La apuesta por la inclusión genera en nosotros la dinámica de
la realidad donde el otro sujeto de Gracia es en vocación salvífica lo mismo que soy yo. La objetividad de la Palabra revelada nos indica con exactitud el
propósito de la revelación que no es otro que el descubrir a Cristo en sus
líneas fundamentales. Pero ese descubrir se ambienta precisamente en la
condición plena de esta realidad llamada conciencia y que nos permite tomar
posesión del yo que hay en cada conciencia humana. La finitud de nuestro
espíritu es un valor fundamental para reconocer la plenitud y perfección del
Dios revelado (Yahveh) (48).
La dinámica de aproximación al
contenido Escrituristico parte de la Fe que interactúa al mismo nivel que
nuestra curiosidad académica (estudios bíblicos
profundos) lo permite y aún más lo requiere. En el ambiente queda un aroma muy
especial que brotó de la mentalidad de los PP.
reformadores del Movimiento de Oxford, y es la vitalidad de la Palabra en
su sentido pleno universal, no es solo la Iglesia Anglicana o nuestra Provincia
la que hace su hermenéutica es el nosotros anglicanos-episcopales la Iglesia de
Cristo la que hace todo para que conozcamos su lenguaje y contenido. Ellos
tenían claro que la interpretación universal era un signo vivo e inequívoco de
nuestra pertenencia al Cuerpo de Cristo que es su Iglesia. En ellos retomamos
el sentido universal de la interpretación bíblica tan necesaria en nuestro
acontecer histórico. La historia reclama
su inclusión en todo proceso académico de lo contrario corremos el riesgo de
ser solo una manifestación local de una consideración global (49).
La
revelación de un deber moral para con la verdad en la cual le va
al hombre su destino eterno. Mientras la Iglesia Anglicana se auto comprendiera
a sí misma como rama legítima de la Iglesia católica configurada en la
Antigüedad a partir de la predicación apostólica, sería imposible renunciar a
esa proclamación y reivindicación de la verdad revelada en la sociedad británica.
La razón era patente: si la Iglesia
Anglicana era verdaderamente la Iglesia católica, entonces estaba divinamente
legitimada para ser en su tiempo y lugar testigo de esa divina verdad.
Aceptar otra cosa era tanto corno renunciar a la esencia de la Iglesia, que no
puede de ninguna forma y bajo ninguna circunstancia renunciar a su propia
función profética, esto es de enseñanza y magisterio para la salvación de los
hombres (50). Para Newman la legitimidad
de esta pretensión de la Iglesia descansaba sobre la autoridad que Cristo le ha
conferido… El Magisterio, evidentemente, no está sobre la Palabra de Dios,
sino que la sirve, enseñando solamente lo que le ha sido confiado por mandato
divino y con la asistencia del Espíritu Santo. Es
evidente, por tanto, que la sagrada Tradición, la Sagrada Escritura y el
Magisterio de la Iglesia, según el designio sapientísimo de Dios, están
entrelazados y unidos de tal forma que no tienen consistencia el uno sin los
otros, y que juntos, cada uno a su modo, bajo la acción del Espíritu Santo,
contribuyen eficazmente a la Salvación de las almas (51).
La
expresión de nuestra filiación eclesial no se entiende como una extensión adoptiva de la hermenéutica
empleada por Roma sino que somos parte igual en la reflexión hermenéutica de la
Palabra de Dios. Las distinciones de
gobierno y jurisdicción no atentan contra la realidad revelada y mucho menos
contra el Magisterio que encabezan los santos PP. de la Iglesia y todo el
contenido de nuestra Tradición. Aquí la verdad es expuesta con los
argumentos que el Espíritu Santo concede a quienes en el orden y la disciplina
eclesial interpretan el mensaje revelado. La temporalidad de la distancia entre
la interpretación y la vivencia del mensaje da pie para su mutación en evento
histórico salvífico. La expresión como
tal es formal y su contenido no cambia sino que transforma realidades (52).
REALIDADES SOCIALES EN EL ESTUDIO BÍBLICO PROFUNDO.
La
realidad económica y cultural son determinantes en la elaboración de una pronta
respuesta hermenéutica de la problemática de nuestras comunidades y naciones.
Estamos ante un mundo y es el latinoamericano donde insertamos el Caribe, la
identidad está siendo vendida por la presencia de millones de turistas que
traen dólares y luego desaparecen de la cotidianidad de las naciones que viven de su influjo, nos hemos dado cuenta
que en los sectores más visitados también se convierten en otras formas
sociales de vivir y percibir otros valores. La identidad se puede “escurrir”
como el agua después de la lluvia. Los más jóvenes viven el ideal de un mundo
no del que hacen parte sino de uno “foráneo” donde se protege la vida, la
naturaleza, donde hay menos violencia y abuso en la prestación de servicios
básicos como los públicos, la salud, el trabajo, la vivienda, y otros más. La brecha generacional es muy
profunda y la implementación de la tecnología y lo “Ciber” hace aún más honda
esta diferencia, casi insalvable. Solo para introducir este texto tomado de los
trabajos de René
Krüger, que nos permitirá resumir aún más la síntesis actual sobre la
influencia de lo cultural y económico en la exposición hermenéutica de nuestra
Tradición.
La teología y la exégesis críticas de la
situación socio-económica y política, desarrolladas tanto en América Latina
como en otras regiones del mundo, subrayan
enfáticamente que el testimonio bíblico es totalmente diáfano: Dios está del lado de los débiles, pobres,
perseguidos, dolidos, marginados, despreciados y necesitados. Quien peca
contra ellos, produciendo esas situaciones miserables o dejándolos sumidos a
los necesitados en las mismas, peca contra el Dios viviente. De allí que Dios
sea el abogado de los maltratados, el
defensor de las personas más débiles del cuerpo social: huérfanos, viudas,
extranjeros, jornaleros, hambrientos, enfermos.
En
el orden antropológico y teológico, la Biblia enfatiza la dignidad de los
pobres y la decidida acción de Dios a favor de ellos, mostrando su elección y
el valor de la comunidad de contención. La
dignidad del ser humano no se deriva de la cantidad de bienes acumulados ni
consiste en llenarse de riquezas o codiciar lo imposible pasando por encima de las necesidades del prójimo. La dignidad
consiste en ser hija, hijo de Dios, y en poner en práctica el mandato del amor.
Esta convicción básica de que todo ser humano es criatura de Dios es el móvil
más fuerte para la decidida acción social de las Iglesias cristianas. La
propuesta económica de la Biblia consiste en una economía del compartir, que
posibilita y fomenta la vida; y que se contrapone a la economía salvaje del
beneficio propio, basada en la explotación de otras personas. La especulación, el acaparamiento, el
derroche y la dolce vita tiene
una racionalidad materialista y especulativa propia, que desde la óptica de
Dios se evidencia como necedad, tal como lo expresa la parábola del rico necio
(Lucas capítulo 12 versículos 13-21).
La economía del compartir no implica la anulación de la propiedad, el dinero o
los bienes; sino que subraya enfáticamente la función social de los bienes, el
dinero y la riqueza. Esta función social consiste en garantizar, mantener y
mejorar la vida de todo el cuerpo social, y no solo de una parte del mismo. La
perspectiva ética socio-económica de la Biblia es la perspectiva de las
víctimas; de aquellas personas que son subyugadas, empobrecidas y marginadas
por otras personas. Es hermenéutica —interpretación
de la realidad— "desde abajo";
precisamente con comillas, pues una adopción directa de la formulación "desde arriba" o "desde abajo" también podría
implicar la aceptación de la valoración ideológica implícita de las personas y
los grupos sociales designados (53).
La
condición de la sociedad es un factor determinante en la concepción del Dios
revelado. La situación de la persona en el contexto de su realidad e
interacción con el otro es determinante para definir las implicancias del
contenido salvífico y la manera como este es percibido y transformado en praxis
de Gracia, esta dialéctica es conocida por los bautizados que viven su
condición en medio de la hostilidad del mundo y sus modelos de éxito. El sincretismo cultural relaja los valores
y la aproximación del bautizado a ellos. La Palabra de Dios es portadora
esencialmente de Esperanza para nuestros pueblos y comunidades, es un modelo o
referente de las acciones necesariamente ordenadas del todo revelado. Como nos
dice su autor- Dios está con los necesitados, Dios es testigo y será juez de
todos los procesos de humanización y pérdida de esta en nuestras sociedades lo
que involucra a todos los que intervienen en la política y el ordenamiento
legal de las naciones. Dios es testigo y
presencia amorosa para los bautizados que no pueden sustraerse de la realidad
en la que viven pero si luchar por modificarla gracias a los valores del
Evangelio (54).
Los
creyentes ante la Palabra de Dios tenemos una tarea grande y perentoria, su
vivencia y convivencialidad para que esta no se quede en los anaqueles sino que
determine el proceder de la Ética y Moral de nuestros tiempos. Estamos atentos
a su influjo para vivir y compartir se esperanza, la misma que brota de Dios y
que se convierte en aliciente para todos los bautizados y desde la perspectiva
evangelizadora para quienes nos conozcan y quieran ser parte del ser eclesial
Episcopal (55). Estamos ante la
necesidad de revisar los fundamentos de nuestra antropología cristiana. Estamos
ante el cambio generacional que dicta otras estructuras epistemológicas que
aunque no relegan totalmente las actuales si pueden aproximar otras realidades
que se enfrentan al ser y corpus intelectivo que vivimos en el hoy de nuestra
historia personal y colectiva así como institucional. Como Episcopales debemos
revisar el corpus epistemológico y sociológico para ver en donde nos
encontramos ante un mundo globalizado y necesitado de experiencias de lo
trascendente.
No pedimos hacer de Dios un discurso para la
sique de la humanidad pero si una praxis de Derechos y Deberes en el medio
social y cultural donde vivimos, o será
que hay temor de asumir las estructuras de un mensaje evangelio que busca
anidar en las bases y tradición de la Iglesia ante los cambios y sus perspectivas
(56). Hoy los componentes sociales están aún más dispersos que hace 30 años
o incluso menos. Hoy vemos que la sociedad vive modelos e ideas culturales sin
hacedero alguno, parecen conceptos de barrio, de la jerga de los sectores
populares donde la realidad bizarra se viste de oportunidades de superación. Ser
hoy pelotero o jugador de fútbol define donde vives y en que latitud deseas
hacerlo. La esperanza social hace rato se vistió de propuestas ajenas a la
condición del todo sino que se particularizó pero generó una massa de los problemas comunes. La
esperanza que tenemos todavía es retomar el camino, el mismo que quedó en vilo
en Emaús, o el que parece sentirse en la “periferia”
de nuestros enclaves sociales urbanos, donde la periferia es la misma que en
los tiempos del Divino Maestro (57).
Las
analogías y sus conceptos no se acaban nunca, la pobreza es la misma solo que
las pretensiones de la civilidad no, porque el entorno actual aunque conserva
las mismas limitaciones es definido como un entorno moderno compuesto por
problemas modernos. Los problemas que surgen en el panorama actual son
portadores como antes de la misma forma de alienación y esclavitud, la
tecnología solo define la época más no sus contenidos. No pretendemos establecer un discurso crítico de la realidad tiempo
espacial del bautizado, pero es claro que la ausencia de Gracia o des-gracia,
es y será la misma (58). Hoy como antes la Palabra de Dios es el poder que
rompe las cadenas de la alienación y del envilecimiento existencial del ser
humano Imagen del Dios vivo y revelado. Aquí la conexión idiomática con la
Gracia es el Amor y este en su perfecta expresión como liberador de las
condiciones humanas y el enriquecedor de todo lo bueno que hay en nosotros.
La
Iglesia Episcopal Comunión Anglicana, es Una, Santa, Católica y Apostólica, y
tiene una misión en orden a las Sagradas Escrituras, es portarlas y cuidar su
contenido pero entregar sus frutos a sus hijos los bautizados, ella como
Madre atemporal y necesaria en la Economía Salvífica manifestado así por su
Señor Jesucristo, estaba delante de su Señor cuando Moisés recibió las “Tablas de la Alianza o Decálogo”, ella
estaba delante de Dios cuando Él llamó a Isaías para constituirlo en profeta Mesiánico por
antonomasia, ella estaba presente en la
Encarnación junto a la Niña Maria y en el nacimiento en la Carne del Verbo de
Dios, ella lo arrulló con los cantos de una Madre, ella la Santa Iglesia,
guardó en su corazón el pan y el vino de la Cena del Señor y junto a su Esposo
escogió a sus discípulos, ella como Madre no abandonó a Cristo en la Cruz,
estaba en la persona y figura de Maria y las mujeres y el discípulo amado, ella
estaba a tu lado y te tomó de la mano
cuando fuiste sumergido en la pila del santo Bautismo y se alegró mucho por
parir en la Fe a uno de sus hijos. Los PP: de la Iglesia lo son por ella y su
maternidad universal. Bien podríamos sonar alegóricos pero es necesario en el contexto
de una reflexión que busca plantearnos el “no
estamos solos” en la lucha de
cada día. Y cuya riqueza es la Palabra
de Dios, donde hay un mensaje personal y
comunitario, donde la objetividad salvífica suena en el corazón del bautizado y
la subjetividad deja espacio para ser afirmada en la Fe de la Iglesia (59).
BIBLIOGRAFIA/CIBERGRAFIA/FUENTES
Y ARTÍCULOS.
1- Nota
del autor.
3- Nota
del autor.
4- Nota
del autor.
5- Nota
del autor.
7- Nota
del autor.
8- Nota
del autor.
9- Nota
del autor.
10- Nota
del autor.
11- Nota
del autor.
12- Nota
del autor.
13- Nota
del autor.
14- es.catholic.net/op/articulos/5816/cat/349/inspiracion-biblica.html.
15- Nota
del autor.
16- Nota
del autor.
17- Fides
et Ratio.
18- FR,
44. DV, 12. En el mismo sentido se expresa
Juan Pablo II, Catequesis del 24/4/1985, 5-6; Catequesis del 1/5/1985.
19- DV,
11/P. Lic. Ricardo E. Clarey, IVE | Fuente: iveargentina.org
20- Nota
del autor.
21- Nota
del autor.
22- Nota
del autor.
23- Nota
del autor.
25- Mayos
Solsona, G. (1991). El abismo y el círculo hermenéutico. En G. Mayos Solsona,
A. Penedo Picos & J.L. Trullo-Herrera. Los sentidos de la hermenéutica (pp.
13-54). Barcelona: PPU. Centro de Investigación de Resiliencia y
Espiritualidad - CIRES. Santiago de Chile. E-mail: cires. chile@gmail.com
26- Mayos
Solsona, G. (1991). El abismo y el círculo hermenéutico. En G. Mayos Solsona,
A. Penedo Picos & J.L. Trullo-Herrera. Los sentidos de la hermenéutica.
Centro
de Investigación de Resiliencia y Espiritualidad - CIRES. Santiago de Chile.
E-mail: cires. chile@gmail.com
27- Nota
del autor/ La reflexión es una forma de condicionamiento de la realidad
percibida en las categorías 0065istencialistas del mensaje en la sique y
cultura humana.
28- Nota
del autor.
29- Nota
del autor.
30- Nota
del autor.
31- Nota
del autor.
32- Nota
del autor.
33- Nota
del autor.
34- Nota
del autor.
35- Nota
del autor.
36- Pedro
Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa, Editorial
Bruño, Lima, Perú 2006/ www.biblia.work/diccionarios/analogia/
37- Hermenéutica por M. S. Terry/
Fuente: www.seminarioabierto.com/hermeneutica27.htm
38- Nota del autor.
39- Nota del autor.
40- hjg.com.ar/vocbib/art/sangre.html
41- Nota del autor.
42- Nota del autor.
43- Nota del autor.
44- R. Lucas. Página Web de Ramón Lucas L.C. Fragmento del libro del P. Ramón Lucas Lucas, El
Hombre Espíritu Encarnado, de la Editorial Sígueme, en el que habla de la
apertura hacia el otro como fundamento de la comunicación.
45- Nota del autor.
46- Nota del autor.
47- San
Agustín de Hipona.
48- Nota del autor.
49- Nota del autor.
50- mb-soft.com/believe/tscm/oxford.htm. LA «CAUSA TRACTARIANA» DEL MOVIMIENTO DE OXFORD:
RECUPERAR LA IDENTIDAD DE LA IGLESIA CONTRA LAS PRETENSIONES DEL ESTADO LIBERAL//
ADOLFO GONZALEZ MONTES Universidad Pontificia y Centro de Estudios Orientales y
Ecuménicos Juan XXIII. Salamanca
51- DV, n. lOb-c// ADOLFO GONZALEZ MONTES Universidad
Pontificia y Centro de Estudios Orientales y Ecuménicos Juan XXIII. Salamanca
52- Nota del autor.
53-
Departamento de
Biblia del Instituto Superior Evangélico de Estudios Teológicos Buenos Aires,
Argentina/ Teología bíblica contextual en
América Latina/
versión On-line ISSN 2448-735Xversión impresa ISSN 0185-3082
René Krüger
54- Nota del autor.
55- Nota del autor.
56- Nota del autor.
57- Nota del autor.
58- Nota del autor.
59- Nota del autor.
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