lunes, 16 de octubre de 2017

NUESTRA FE ES LÓGICA Y PRACTICA A LA VEZ... PRIMERA PARTE.

NUESTRA  FE  ES  LÓGICA  Y  PRÁCTICA  A  LA  VEZ.




INTRODUCCIÓN.



La concepción del presente enunciado puede confundir especialmente a quienes creen en la experiencia espiritual como un proceso quietista donde Dios es el activo de la comunicación y el ser humano solo dispone de su subjetividad. Nada más alejado de la realidad porque la construcción crítica unida al ejercicio racional nutre los postulados de nuestra experiencia espiritual. Los episcopales no solo hacemos una vinculación formal de la Fe y la Razón sino que evitamos subordinar una a la otra o a su respectivo influjo que es básicamente lo mismo. La Fe como realidad que se percibe no desde la praxis científica o fenomenológica sino del sentir y vivir acordes con las enseñanzas del Evangelio procura hacer “nicho” en la conciencia racional del ser humano y para lograrlo experimenta el contacto con la realidad perceptible y asumible de la especie humana racional. La realidad y la aprehensión inmediata es una cualidad del ser racional que posee conciencia de sí mismo y de sus observaciones tanto a nivel personal como general, es decir, nos contemplamos a nosotros mismos. La razón no es solo una potencia del alma es también por definición una gran particularidad dentro de la singularidad de nuestra naturaleza. Si nosotros relacionamos esencialmente Fe y Razón o en su formulación latina: Fides et Ratio estaremos creando una relación sustancial tan poderosa que se transforman por si solas en las “alas” del}  espíritu humano que solo así podrá elevarse hasta la contemplación de la verdad esencial, es decir, la única posible que procede de Dios revelado como atributo de su Ser Perfectísimo, es simplemente asegurar que lo que conocemos de Dios lo conocemos porque procede de su Voluntad revelarlo y que el ejercicio de este binomio trascendental nos  asegura la comprensión de la existencia de un orden no solo material.

   El Racionalismo asume que la verdad solo es revelada por la razón incluso la de contenido ontológico. Mientras que el Fideísmo asegura que la verdad solo llega por la contemplación de la Fe. Estas posturas no son nuevas por lo que la estructura mental del Episcopal debe dar espacio tanto a la Razón como a la Fe o cómo podríamos nosotros elaborar una dialéctica del conocimiento sin la vinculación de ambos enunciados. Para dejar en orden la aproximación de nuestra hermenéutica recomendamos la vinculación de la Teología Natural, en cuyos postulados tanto la Fe como la Razón tienen espacio amplio de convergencia, pero se estable un principio axiológico que nos dice que la evidencia y la Razón llevan o portan la creencia  en los objetos de la Fe, entendemos por objetos de la Fe los principios y fundamentos establecidos en la dogmática de la Iglesia. La definición de quien es primero o posterior no es tan importante como el saber que una y otra son fruto de la praxis de nuestras cualidades y habilidades como atributos esenciales.


OBJETIVIDAD  DE  LA  RAZÓN  Y  SUS  ENUNCIADOS.


En cuanto a nuestro enunciado quiero partir de una frase del Hiponense: La ciencia de la Fe debía ocupar el primer lugar tanto desde el punto de vista metodológico como ontológico y temporal. Es claro que la Fe abordada como una ciencia supone no solo el creer que es apenas lógico sino también relacionar vitalmente el creer con el conocer y parir de esta manera el saber, es también asumir la necesidad de la manifestación fenomenológica de la Fe, es decir creer de forma coherente con nuestro estilo de vida y doctrina. La subjetividad del creer se puede y debe transformar en la más profunda certeza del que vive por la Fe… Si miramos la historia comprenderemos distintas perspectivas filosóficas sobre la realidad humana que involucra no solo la Fe en lo absolutamente trascendente sino también en la confianza humana. No podemos desconocer que la Fe como ciencia nos ubica en la realidad perceptible y percibible. Pero aún bajo esa primicia no es factible dejar a un lado la Razón y su sustentabilidad en cuanto somos y asumimos.

Cuando acudimos al Hiponense encontramos que su argumentación parte de la doctrina platónica sin descartar a Plotino el Neo-platónico, es posible reconocer que el pensamiento platónico descansa sobre la base fundamental de la inquietud del ser humano por buscar su bienestar en la trascendencia que es equiparada con la divina (Dios) mientras que otras doctrinas filosóficas como por citar el epicureísmo ubican la felicidad en el ser humano y en los apetitos de este en la construcción de su realidad.  Las implicaciones de la dinámica de la concepción mudable de una felicidad en el ser humano producen la desesperanza y/o pérdida de la congruente respuesta al mundo y su necesaria trascendencia.  La razón no es totalmente autónoma ya que reposa sobre la percepción de la Fe.  Establece una relación esencialmente abierta a la concepción de un Dios que actúa bajo el concepto preconcebido de la espiritualidad el creyente. Es un paso indispensable que faculta al ser humano para contemplar en ausencia de evidencias palpables la existencia y subsistencia de Dios.

El Imago Dei o el alma como Imagen de Dios es la caracterización de la razón en un escenario que no solo se percibe desde lo fenomenológico sino que arrastra el peso positivo del Ethos que construye como tradición y costumbre. La Imagen de  Dios se piensa así misma y se ama como primicia esencial de su Creador y Salvador en referencia al ser humano su obra.

El pensamiento que formula en síntesis la idea se materializa en la comprensión de la misma y si conocemos nuestra Fe entonces sabremos con total certeza de donde procede esta. Esa procedencia es un camino de índole ontológico ya que supedita al ser y sus facultades de conocer y de interpretar intuitivamente cuanto sucede en su alrededor o entorno somático. Lo que estamos manifestando es sencillo los milagros se imperan en la Voluntad reveladora  de Dios  y siempre sobre la primicia de un marco tanto conceptual como practico que lo hace posible ya que implica la respuesta afirmativa de los involucrados y no simplemente el superar las estructuras de la realidad material como la conocemos y percibimos. Por ejemplo cuando el Señor alimentó a muchas  personas según el Evangelio Marquiano requirió de la presencia solidaria de los panes y los peces que portaban algunos de los asistentes, es decir, parte de una realidad apreciativa reconocida por todos e identificada en la acción, de esta forma el Señor rompe el paradigma de la necesidad o escasez. Aquí radica la acción dialéctica de  su milagro como tal y la ubica en la percepción sensorial de quienes ene se momento se constituyen en testigos de la materialización de una acción solidaria despertada antes por su predicación en quienes allí se encontraban… Primera multiplicación de los panes (Marcos capítulo 6 versículos 34-44). 

34 Y al desembarcar, vio mucha gente, sintió compasión de ellos, pues estaban como ovejas que no tienen pastor, y se puso a enseñarles muchas cosas. 35 Era ya una hora muy avanzada cuando se le acercaron sus discípulos y le dijeron: El lugar está deshabitado y ya es hora avanzada. 36 Despídelos para que vayan a las aldeas y pueblos del contorno a comprarse de comer. 37 Él les contestó: Dadles vosotros de comer.» Ellos le dicen: ¿Vamos nosotros a comprar doscientos denarios de pan para darles de comer? 38 Él les dice: ¿Cuántos panes tenéis? Id a ver.» Después de haberse cerciorado, le dicen: Cinco, y dos peces. 39 Entonces les mandó que se acomodaran todos por grupos sobre la verde hierba. 40 Y se acomodaron por grupos de cien y de cincuenta. 41 Y tomando los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y los iba dando a los discípulos para que se los fueran sirviendo. También repartió entre todos los dos peces. 42 Comieron todos y se saciaron. 43 Y recogieron las sobras, doce canastos llenos y también lo de los peces. 44 Los que comieron los panes fueron cinco mil hombres.

La Fe se convierte en instrumento de la razón que clama no solo por las manifestaciones descritas sino y sobre todo por su propia ausencia de dominio del entorno de la Fe lo que implica la necesaria alianza entre lo que pensamos y lo que creemos de lo pensado. Es pues interesante como el conocimiento natural de las cosas u objetos que nos rodean nos ponen en sintonía de su Creador. Es una propuesta fundamental el suponer bajo conceptos argumentados que la Razón explicita el poder de la Fe. Que el creer necesita del pensar y definir sobre la base fundamental de lo creído, esta dimensión ontológica esclarece las primicias de nuestra Fe en un Dios tan amoroso que hace de nuestra realidad una posibilidad de encontrarle aun en las figuras más cotidianas como lo son nuestros hábitos alimenticios. Estamos identificando por un lado el valor de la seguridad en la manifestación del propio Dios y por otro contorno lo importante de asumir el mensaje desde su única perspectiva reveladora del amor providente de Dios.

La Fe es una realidad ontológica porque nos define en orden a la trascendencia y la continuidad dialéctica de la vida sin quedarnos en el discurso de la existencia para quedar configurados bajo la influencia espiritualizada de la Gracia. Solo cuando nuestra Fe es madura y concreta dejamos a un lado la natural Mismidad para emprender un “vuelo” a la eternidad superando así las mismas leyes de lo creado por lo Increado esta bella paradoja se llama eternidad. Aquí unimos la primicia de la antropología trascendente que esta Iglesia vive desde la concepción de la revelación amorosa de Dios  y los Medios de la Gracia por Él legados. La Fe nos da luz y la Razón el poder conservarla sin variación alguna, eso se llama fidelidad a la doctrina de la Madre Iglesia o en latín: La Fe nos da luz y la Razón el poder conservarla sin variación alguna, eso se llama fidelidad a la doctrina de la Madre Iglesia o en latín: Rationem servent fidem nobis sine varietate doctrinae Ecclesiae fides dicitur Latine, pues la luz no es solo un artículo de la exposición dialéctica del cristiano sino la respuesta al influjo de la Gracia en su existencia, recordemos que somos hijos de la luz por mandato de Cristo Luz del mundo. La relación pierde su subjetividad y se llena de una potente dosis de Intrínseca comprensión de la luz como reflejo de la eternidad que hay en cada bautizado. Como será posible trascender si la composición residual de la materia es fruto de los apegos del creyente al mundo aun cuando sabe que su destino es la eternidad, Agustín de Hipona lo ve desde la perspectiva de la necesaria relación de lo natural (derecho natural) y la trascendencia: Señor nos hiciste para ti y nuestro corazón estará inquieto hasta descansar en ti o en su expresión original:  

Dominus fecit nos ad te et inquietum est cor nostrum, donec requiescat in te… La Razón es también una fuerza que hace que el creyente asuma con claridad y profundidad a la vez su llamado a realizar la Fe o confianza humilde en el Dios revelado y que percibe en el proceso paulatino de su revelación. Este proceso se anima radicalmente desde los sentidos hasta la comprensión de lo intelectivo como potencia de su racionalidad, es decir estamos imposibilitados para aceptar como verdadero lo que no descanse sobre evidencias confiables de su bondad en esta postura agustiniana encontramos lo que será siglos después el método cartiano de la duda.

Lucas capítulo 17 versículos 6-36… La Fe del bautizado es una Fe que puede abordar el problema de su relación con el mundo sin desvirtuar su contenido sobrenatural, es una experiencia espiritual capaz de trascender el acontecer material y relacional de su entorno. La Fe del Episcopal es una aventura matizada por la capacidad innata de someter al criterio lógico cuanto acontece con ella, es decir, de hacer del mensaje una realidad construida en su plano vivencial. No es la expresión de nuestras creencias solo la realización de lo inmensurable en el terreno de lo espiritual, es también la capacidad de gobernar el mundo material y animar sus experiencias con el encuentro esencial con el Dios vivo…  Surge para nosotros el problema del Aquí y Ahora para significar con ello que la espiritualidad se vive en el plano de su expresión material pero que es solo su preparación para trascender en su contemplación. No solo podemos vivir de las realidades eternas nos hace falta también constituir el vínculo esencial con la existencia terrenal la misma que hace de la Fe y la Razón sus aliadas. La expresión del Señor sobre una Fe capaz de mover montañas es coherente si entendemos que la Fe es el vínculo de la experiencia material con la perfecta realidad espiritual que no caduca o se degrada. Jesús no pretende decirnos que es la Fe sino su significación vital en el corazón del bautizado.

El Señor dijo: Si tuvierais Fe como un grano de mostaza, habríais dicho a este sicómoro: Arráncate y plántate en el mar, y os habría obedecido. 7. ¿Quién de vosotros tiene un siervo arando o pastoreando y, cuando regresa del campo, le dice: Pasa al momento y ponte a la mesa? 8. ¿No le dirá más bien: Prepárame algo para cenar, y cíñete para servirme hasta que haya comido y bebido, y después comerás y beberás tú? 9. ¿Acaso tiene que agradecer al siervo porque hizo lo que le fue mandado? 10. De igual modo vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os fue mandado, decid: Somos siervos inútiles; hemos hecho lo que debíamos hacer. 11. Y sucedió que, de camino a Jerusalén, pasaba por los confines entre Samaría y Galilea, 12.y, al entrar en un pueblo, salieron a su encuentro diez hombres leprosos, que se pararon a distancia 13.y, levantando la voz, dijeron:  ¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros! 14. Al verlos, les dijo: Id y presentaos a los sacerdotes. Y sucedió que, mientras iban, quedaron limpios. 15. Uno de ellos, viéndose curado, se volvió glorificando a Dios en alta voz; 16.y postrándose rostro en tierra a los pies de Jesús, le daba gracias; y éste era un samaritano. 17. Tomó la palabra Jesús y dijo: ¿No quedaron limpios los diez? Los otros nueve, ¿dónde están? 18. ¿No ha habido quien volviera a dar gloria a Dios sino este extranjero? 19. Y le dijo: Levántate y vete; tu fe te ha salvado. 20. Habiéndole preguntado los fariseos cuándo llegaría el Reino de Dios, les respondió: El Reino de Dios viene sin dejarse sentir. 21. Y no dirán: Vedlo aquí o allá, porque el Reino de Dios ya está entre vosotros. 22. Dijo a sus discípulos: Días vendrán en que desearéis ver uno solo de los días del Hijo del hombre, y no lo veréis. 23. Y os dirán: Vedlo aquí, vedlo allá. No vayáis, ni corráis detrás. 24. Porque, como relámpago fulgurante que brilla de un extremo a otro del cielo, así será el Hijo del hombre en su Día. 25. Pero, antes, le es preciso padecer mucho y ser reprobado por esta generación. 26. Como sucedió en los días de Noé, así será también en los días del Hijo del hombre. 27. Comían, bebían, tomaban mujer o marido, hasta el día en que entró Noé en el arca; vino el diluvio y los hizo perecer a todos. 28. Lo mismo, como sucedió en los días de Lot: comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, construían; 29.pero el día que salió Lot de Sodoma, Dios hizo llover fuego y azufre del cielo y los hizo perecer a todos. 30. Lo mismo sucederá el Día en que el Hijo del hombre se manifieste. 31. Aquel Día, el que esté en el terrado y tenga sus enseres en casa, no baje a recogerlos; y de igual modo, el que esté en el campo, no se vuelva atrás. 32. Acordaos de la mujer de Lot. 33. Quien intente guardar su vida, la perderá; y quien la pierda, la conservará. 34. Yo os lo digo: aquella noche estarán dos en un mismo lecho: uno será tomado y el otro dejado; 35.habrá dos mujeres moliendo juntas: una será tomada y la otra dejada. 36. Y le dijeron: ¿Dónde, Señor? Él les respondió: Donde esté el cuerpo, allí también se reunirán los buitres.

El Texto Lucano nos ilustra sobre la opción de la Fe en cuanto a la orientación de la vida del bautizado, nos deja ver como se presenta la posibilidad de esta experiencia y como transforma al ser humano según la opción de este frente al mensaje y su contenido de gran actualización espiritual. La Fe se presenta como una decisión de índole personal pero tan poderosa que transforma la configuración tanto metafísica como ontológica del creyente al punto de ser literalmente en el Texto “arrebatado de la realidad presente” pues con esta figura se nos recuerda que la vida de Fe no solo dispone para los dones y gracias salvíficos sino que nos conecta con la trascendencia de Dios Todopoderoso. La percepción gráfica como la describe Lucas es clara y busca con ello afirmar la transformación vital de la experiencia el creyente que no abandona su mundo pero percibe que hay algo más allá de su emotividad sensorial. Que interesante conectar la realidad bajo la “lupa” de la Fe con el mundo material que edificamos a partir de nuestra conciencia de la intervención amorosa de Dios.

Una Fe dinámica es aquella que se centra en el acontecer de su entorno alimentando esta experiencia  la Gracia de tal manera que nada se asuma fuera de ese contexto que a la postre rendirá los frutos que todos estamos esperando. Es muy posible que abordemos el mundo tal y como este se presenta  nuestros sentidos y reflexión pero también cabe recordar que debe existir coherencia con nuestras expresiones de Fe. La conciencia religiosa es necesaria para vivir y dimensionar positivamente las acciones de la Iglesia. No pretendemos decir que Fe y Razón sean lo mismo ya que ontológicamente es imposible tan apreciación lo que realmente sucede es la vinculación  necesaria entre ambas como fruto tanto de la Gracia como de la Inteligencia de nuestra especie.

Dejando a un lado el modelo agustiniano de relación Fides et Ratio encontramos otra postura posterior (Tomás de Aquino siglo XIII) quien sostenía todo lo contrario al afirmar que la Filosofía se constituía en “sierva” de la Teología aunque si bien esa definición se conservaban intereses comunes definidos como la “Doble verdad” o causa común donde la filosofía aborda la realidad en la determinación del fenómeno cognoscible y la Fe se aproxima a lo sobrenatural y sus contenidos. Pero en dicho enunciado es importante reconocer que el ejercicio racional no está condicionado y mucho menos puede condicionar la Fe del creyente en mi opinión personal es todo lo contrario ya que la razón nos permite interrogarnos y abordar la existencia de la realidad múltiple donde no solo interviene el fenómeno de lo perceptible sino también de lo creíble como experiencia de Fe.  Subordinar la una a la otra sin importar el orden limita grandemente el ejercicio crítico y la capacidad de pensamiento independiente el creyente ante el mundo y su cosmovisión. Es que acaso está bien visto que un bautizado sea o acepte la corrupción en el estamento público y privado de su País. Estamos rechazando el influjo de la razón sobre el derecho intrínseco de creer pero en cuanto a las consecuencias del ejercicio del discernimiento social no estamos operando con absoluta claridad lo que conlleva la aparición de los vicios propios de un Estado de Derecho asaltado literalmente por el hampa intestina. Somos tanto personal como colectivamente hablando responsables de la antropización de la Fe y de la razón ya que con ellas construimos tanto el todo social y cultural como las estructuras de pensamiento, análisis y trascendencia, esto último referido a la Fe y su vida espiritual.

Las estructuras sociales son en cierta medida reflejo del condicionamiento racional y mental que experimentan los bautizados. Este reflejo se condiciona a las estructuras que nosotros los bautizados permitimos y avalamos en el caso de lo social y político es claro que las consecuencias son producto de la poca o nula ejercitación critica de la razón. De lo anterior se desprende la imposibilidad de sujetar a la Fe la razón limitando su accionar y criterio. Si el Episcopal libera la razón es precisamente para construir un orden social, político y religioso libre de las estructuras alienantes de pecado. La razón genera la posibilidad de fundamentar el criterio para decidir y ampliar la posibilidad de acertar en la reflexión sobre los distintos conceptos que argumentamos a la hora de buscar su materialización dejando  a un lado sus fundamentos e inicios… El Episcopal expresa su comunión con el entorno somático asumiendo el compromiso de la búsqueda del bien común. Esta postura tiene consecuencias inmediatas  en el cambio de actitud y reivindicación de los Derechos y Deberes en lo social y cultural.

El pensamiento independiente se alimenta del orden como tal al reconocer en la Estética de la razón  su trascendencia y determinación de valor.  La mente creada por Dios es libre en su esencia y manifestación y la mente como parte del todo llamado persona humana posee esta cualidad que aporta a nuestra praxis  la voluntad de proseguir en la edificación de nuestra identidad la misma que aparece bajo el signo de la Gracia fortalecida y liberada no de su esencia sino de los apegos de la realidad material que encuentra delante de sí. Esta liberación se inicia con la posibilidad real de pensamiento crítico independiente y su particular forma de potenciar la experiencia de la realidad. El misterio de Dios supera con creces el entendimiento humano y su alcance. Para otros pensadores el problema del conocimiento de Dios por medio de la Razón muta hasta convertirse en un problema de índole moral estamos trasegando en la línea Kantiana donde la concepción de Dios y su axiología es de naturaleza moral pero tales enunciados reposan también en la imposibilidad de definir quién es Dios solo guiados por el bien moral y las consecuencias que observamos del bien. Aquí la dinámica de nuestra subjetividad hace imposible concretar en la dirección indicada la percepción de Dios solo por el bien ejecutado ya que este no es de índole católica o evangélica puesto que es la misma naturaleza humana la que tiende a obrar el bien en sí misma y por quienes le rodean. No confundamos estas concepciones de Filantropía con el bien producido por la Gracia en la existencia del bautizado. El orden metafísico que supone el bien de esta naturaleza no es posible confundirlo con la manifestación de Dios como Ser trascendente y completamente distinto a nosotros. La experiencia moral como tal se une a la concepción racional de la vida y se asume como totalmente necesaria para el ser humano y su valoración del entorno (más allá de percibir y ser percibidos). Solo para recordar los enunciados Kantianos sobre la “Fe  Práctica” que son en si la Fe y su practicidad y el bien como suma expresión de la moral y porque no de la eticidad. Estamos poniendo de manifiesto que la imposibilidad del conocimiento científico frente al alma del ser humano es una realidad y que decir de la existencia de Dios. La Razón es libre y se vincula a la Fe para comprender sus implicaciones más no para dar un juicio de su valor o asertividad. No pretendemos como Kant plantear la posibilidad de un conocer de índole moral sobre las acciones y competencias de la persona humana para dirimir sobre Dios sino reconocer que el ejercicio racional es propio de nuestra condición y que sin este ejercicio esencial nuestra naturaleza estará incompleta. Kant confía en la existencia de una Fe práctica que descansa sobre los conceptos lógicos de Justicia de Dios lo que sin duda vence al pecado y sus manifestaciones personales como colectivas y estructurales…

La postura racional en la Fe no es totalizante ya que la trascendencia puede estar fuera de la totalidad de sus enunciados pero es un recurso existencial de incalculable valor.  Establecemos una comparación humilde cuando afirmamos que Dios posee mente y el ser humano también, pero a nuestro perecedero y limitado nivel. La mente de Dios expresa la eternidad de su perfección y santidad sin que medie cosa creada o pensada por nosotros. El bien que es Dios es perfecta expresión de su Naturaleza  Divina. Si bien ejercitamos la razón y la lógica en su análisis también es cierto que el camino a Dios no es la razón estrictamente sino la Cruz (Martín Lutero) de esta forma tomamos la verdad de la Cruz y le entregamos toda autoridad en el discernimiento de nuestra Fe. La Cruz de nuestra salvación llega gracias al amor sin límite de Dios que no solo se afirma en la comprensión sino y sobre todo en la Fe porque siendo sinceros no hay nada pensable o realizable en nuestra condición humana que pueda mover la Voluntad y Misericordia de Dios en nuestro favor. No existe posibilidad siquiera pensable de ser dignos de ser amamos y considerados rescatables por Dios al punto de enviar a su Hijo para que su amor nos redimiera en la Cruz. El Episcopal no puede perder de vista que la Cruz es la materialización de la razón de ser y creer en la Misericordia de Dios.  Diríamos que la autonomía del ser humano es la causante del ejercicio de la Dignidad que reivindica la condición de la persona humana y más aun cuando pesa sobre ella la marca indeleble del Bautismo como propiedad de Cristo y su Iglesia. La Fe alimentada por el amor es una Fe de poder absoluto ya que el amor vence las inmanencias socioculturales que rodean la vida del bautizado. El amor de Dios en nosotros es vinculo de olor a eternidad y gracias a su praxis la Bondad asume el control de nuestra existencia. La Fe y la Razón sin amor son estériles  o también   Fides et Ratio extranei a caritate confusis



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