NUESTRA FE
ES LÓGICA Y PRÁCTICA A
LA VEZ.
INTRODUCCIÓN.
La concepción del
presente enunciado puede confundir especialmente a quienes creen en la
experiencia espiritual como un proceso quietista donde Dios es el activo de la
comunicación y el ser humano solo dispone de su subjetividad. Nada más alejado
de la realidad porque la construcción crítica unida al ejercicio racional nutre
los postulados de nuestra experiencia espiritual. Los episcopales no solo
hacemos una vinculación formal de la Fe y la Razón sino que evitamos subordinar
una a la otra o a su respectivo influjo que es básicamente lo mismo. La Fe como
realidad que se percibe no desde la praxis científica o fenomenológica sino del
sentir y vivir acordes con las enseñanzas del Evangelio procura hacer “nicho”
en la conciencia racional del ser humano y para lograrlo experimenta el
contacto con la realidad perceptible y asumible de la especie humana racional. La
realidad y la aprehensión inmediata es una cualidad del ser racional que posee
conciencia de sí mismo y de sus observaciones tanto a nivel personal como
general, es decir, nos contemplamos a nosotros mismos. La razón no es solo una potencia del alma es también por definición una
gran particularidad dentro de la singularidad de nuestra naturaleza. Si
nosotros relacionamos esencialmente Fe y Razón o en su formulación latina: Fides et Ratio estaremos creando una
relación sustancial tan poderosa que se transforman por si solas en las “alas”
del} espíritu humano que solo así podrá
elevarse hasta la contemplación de la verdad esencial, es decir, la única
posible que procede de Dios revelado como atributo de su Ser Perfectísimo, es
simplemente asegurar que lo que conocemos de Dios lo conocemos porque procede
de su Voluntad revelarlo y que el ejercicio de este binomio trascendental
nos asegura la comprensión de la
existencia de un orden no solo material.
El
Racionalismo asume que la verdad solo es revelada por la razón incluso la de
contenido ontológico. Mientras que el Fideísmo
asegura que la verdad solo llega por la contemplación de la Fe. Estas
posturas no son nuevas por lo que la estructura mental del Episcopal debe dar
espacio tanto a la Razón como a la Fe o cómo podríamos nosotros elaborar una
dialéctica del conocimiento sin la vinculación de ambos enunciados. Para dejar
en orden la aproximación de nuestra hermenéutica recomendamos la vinculación de la Teología Natural, en
cuyos postulados tanto la Fe como la Razón tienen espacio amplio de
convergencia, pero se estable un principio axiológico que nos dice que la
evidencia y la Razón llevan o portan la creencia en los objetos de la Fe, entendemos por
objetos de la Fe los principios y fundamentos establecidos en la dogmática de
la Iglesia. La definición de quien es primero o posterior no es tan
importante como el saber que una y otra son fruto de la praxis de nuestras
cualidades y habilidades como atributos esenciales.
OBJETIVIDAD DE
LA RAZÓN Y
SUS ENUNCIADOS.
En cuanto a nuestro
enunciado quiero partir de una frase del Hiponense: La ciencia de la Fe debía ocupar el primer lugar tanto desde el punto
de vista metodológico como ontológico y temporal. Es claro que la Fe
abordada como una ciencia supone no solo el creer que es apenas lógico sino también relacionar vitalmente el
creer con el conocer y parir de esta
manera el saber, es también asumir la
necesidad de la manifestación fenomenológica de la Fe, es decir creer de forma
coherente con nuestro estilo de vida y doctrina. La subjetividad del creer
se puede y debe transformar en la más profunda certeza del que vive por la Fe… Si
miramos la historia comprenderemos distintas perspectivas filosóficas sobre la
realidad humana que involucra no solo la Fe en lo absolutamente trascendente
sino también en la confianza humana. No podemos desconocer que la Fe como
ciencia nos ubica en la realidad perceptible y percibible. Pero aún bajo esa
primicia no es factible dejar a un lado la Razón y su sustentabilidad en cuanto
somos y asumimos.
Cuando acudimos al
Hiponense encontramos que su argumentación parte de la doctrina platónica sin
descartar a Plotino el Neo-platónico, es posible reconocer que el pensamiento
platónico descansa sobre la base fundamental de la inquietud del ser humano por
buscar su bienestar en la trascendencia que es equiparada con la divina (Dios)
mientras que otras doctrinas filosóficas como por citar el epicureísmo ubican
la felicidad en el ser humano y en los apetitos de este en la construcción de
su realidad. Las implicaciones de la
dinámica de la concepción mudable de una felicidad en el ser humano producen la
desesperanza y/o pérdida de la congruente respuesta al mundo y su necesaria
trascendencia. La razón no es totalmente autónoma ya que
reposa sobre la percepción de la Fe. Establece
una relación esencialmente abierta a la concepción de un Dios que actúa bajo el
concepto preconcebido de la espiritualidad el creyente. Es un paso
indispensable que faculta al ser humano para contemplar en ausencia de
evidencias palpables la existencia y subsistencia de Dios.
El
Imago Dei o el alma como Imagen de Dios es la caracterización de
la razón en un escenario que no solo se percibe desde lo fenomenológico sino
que arrastra el peso positivo del Ethos que construye como tradición y
costumbre. La Imagen de Dios se piensa así misma y se ama como
primicia esencial de su Creador y Salvador en referencia al ser humano su obra.
El pensamiento que
formula en síntesis la idea se materializa en la comprensión de la misma y si
conocemos nuestra Fe entonces sabremos con total certeza de donde procede esta.
Esa procedencia es un camino de índole ontológico ya que supedita al ser y sus
facultades de conocer y de interpretar intuitivamente cuanto sucede en su
alrededor o entorno somático. Lo que estamos manifestando es sencillo los
milagros se imperan en la Voluntad reveladora
de Dios y siempre sobre la
primicia de un marco tanto conceptual como practico que lo hace posible ya que
implica la respuesta afirmativa de los involucrados y no simplemente el superar
las estructuras de la realidad material como la conocemos y percibimos. Por
ejemplo cuando el Señor alimentó a muchas personas según el Evangelio Marquiano requirió
de la presencia solidaria de los panes y los peces que portaban algunos de los
asistentes, es decir, parte de una realidad apreciativa reconocida por todos e
identificada en la acción, de esta forma el Señor rompe el paradigma de la
necesidad o escasez. Aquí radica la acción dialéctica de su milagro como tal y la ubica en la
percepción sensorial de quienes ene se momento se constituyen en testigos de la
materialización de una acción solidaria despertada antes por su predicación en
quienes allí se encontraban… Primera
multiplicación de los panes (Marcos capítulo 6 versículos 34-44).
34 Y al desembarcar, vio mucha gente,
sintió compasión de ellos, pues estaban como ovejas que no tienen pastor, y se
puso a enseñarles muchas cosas. 35 Era ya una hora muy
avanzada cuando se le acercaron sus discípulos y le dijeron: El lugar está
deshabitado y ya es hora avanzada. 36 Despídelos para que
vayan a las aldeas y pueblos del contorno a comprarse de comer. 37 Él
les contestó: Dadles vosotros de comer.» Ellos le dicen: ¿Vamos nosotros a
comprar doscientos denarios de pan para darles de comer? 38 Él
les dice: ¿Cuántos panes tenéis? Id a ver.» Después de haberse cerciorado, le
dicen: Cinco, y dos peces. 39 Entonces les mandó que se
acomodaran todos por grupos sobre la verde hierba. 40 Y se
acomodaron por grupos de cien y de cincuenta. 41 Y tomando
los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, pronunció la
bendición, partió los panes y los iba dando a los discípulos para que se los
fueran sirviendo. También repartió entre todos los dos peces. 42 Comieron
todos y se saciaron. 43 Y recogieron las sobras, doce
canastos llenos y también lo de los peces. 44 Los que
comieron los panes fueron cinco mil hombres.
La Fe se convierte en
instrumento de la razón que clama no solo por las manifestaciones descritas
sino y sobre todo por su propia ausencia de dominio del entorno de la Fe lo que
implica la necesaria alianza entre lo que pensamos y lo que creemos de lo
pensado. Es pues interesante como el conocimiento natural de las cosas u
objetos que nos rodean nos ponen en sintonía de su Creador. Es una propuesta
fundamental el suponer bajo conceptos argumentados que la Razón explicita el
poder de la Fe. Que el creer necesita del pensar y definir sobre la base
fundamental de lo creído, esta dimensión ontológica esclarece las primicias de
nuestra Fe en un Dios tan amoroso que hace de nuestra realidad una posibilidad
de encontrarle aun en las figuras más cotidianas como lo son nuestros hábitos
alimenticios. Estamos identificando por un lado el valor de la seguridad en la
manifestación del propio Dios y por otro contorno lo importante de asumir el
mensaje desde su única perspectiva reveladora del amor providente de Dios.
La Fe es una realidad
ontológica porque nos define en orden a la trascendencia y la continuidad
dialéctica de la vida sin quedarnos en el discurso de la existencia para quedar
configurados bajo la influencia espiritualizada de la Gracia. Solo cuando nuestra Fe es madura y concreta
dejamos a un lado la natural Mismidad para emprender un “vuelo” a la eternidad
superando así las mismas leyes de lo creado por lo Increado esta bella paradoja
se llama eternidad. Aquí unimos la primicia de la antropología trascendente
que esta Iglesia vive desde la concepción de la revelación amorosa de Dios y los Medios de la Gracia por Él legados. La
Fe nos da luz y la Razón el poder conservarla sin variación alguna, eso se
llama fidelidad a la doctrina de la Madre Iglesia o en latín: La Fe nos da luz
y la Razón el poder conservarla sin variación alguna, eso se llama fidelidad a
la doctrina de la Madre Iglesia o en latín:
Rationem servent fidem nobis sine varietate doctrinae
Ecclesiae fides dicitur Latine,
pues
la luz no es solo un artículo de la exposición dialéctica del cristiano sino la
respuesta al influjo de la Gracia en su existencia, recordemos que somos hijos
de la luz por mandato de Cristo Luz del mundo. La relación pierde su
subjetividad y se llena de una potente dosis de Intrínseca comprensión de la
luz como reflejo de la eternidad que hay en cada bautizado. Como será posible
trascender si la composición residual de la materia es fruto de los apegos del
creyente al mundo aun cuando sabe que su destino es la eternidad, Agustín de
Hipona lo ve desde la perspectiva de la necesaria relación de lo natural
(derecho natural) y la trascendencia: Señor
nos hiciste para ti y nuestro corazón estará inquieto hasta descansar en ti o
en su expresión original:
Dominus fecit nos ad te et inquietum est cor nostrum, donec requiescat in te… La Razón es también una fuerza que hace que el creyente asuma con claridad y profundidad a la vez su llamado a realizar la Fe o confianza humilde en el Dios revelado y que percibe en el proceso paulatino de su revelación. Este proceso se anima radicalmente desde los sentidos hasta la comprensión de lo intelectivo como potencia de su racionalidad, es decir estamos imposibilitados para aceptar como verdadero lo que no descanse sobre evidencias confiables de su bondad en esta postura agustiniana encontramos lo que será siglos después el método cartiano de la duda.
Lucas
capítulo 17 versículos 6-36… La Fe del bautizado es
una Fe que puede abordar el problema de su relación con el mundo sin desvirtuar
su contenido sobrenatural, es una experiencia espiritual capaz de trascender el
acontecer material y relacional de su entorno. La Fe del Episcopal es una aventura matizada por la capacidad innata de
someter al criterio lógico cuanto acontece con ella, es decir, de hacer del
mensaje una realidad construida en su plano vivencial. No es la expresión
de nuestras creencias solo la realización de lo inmensurable en el terreno de
lo espiritual, es también la capacidad de gobernar el mundo material y animar
sus experiencias con el encuentro esencial con el Dios vivo… Surge para nosotros el problema del Aquí y
Ahora para significar con ello que la espiritualidad se vive en el plano de su
expresión material pero que es solo su preparación para trascender en su
contemplación. No solo podemos vivir de
las realidades eternas nos hace falta también constituir el vínculo esencial
con la existencia terrenal la misma que hace de la Fe y la Razón sus aliadas. La
expresión del Señor sobre una Fe capaz de mover montañas es coherente si
entendemos que la Fe es el vínculo de la experiencia material con la perfecta
realidad espiritual que no caduca o se degrada. Jesús no pretende decirnos que
es la Fe sino su significación vital en el corazón del bautizado.
El Señor dijo: Si
tuvierais Fe como un grano de mostaza, habríais dicho a este sicómoro: Arráncate
y plántate en el mar, y os habría obedecido. 7. ¿Quién de vosotros tiene un
siervo arando o pastoreando y, cuando regresa del campo, le dice: Pasa al
momento y ponte a la mesa? 8. ¿No le dirá más bien: Prepárame algo para cenar,
y cíñete para servirme hasta que haya comido y bebido, y después comerás y
beberás tú? 9. ¿Acaso tiene que agradecer al siervo porque hizo lo que le fue
mandado? 10. De igual modo vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os fue
mandado, decid: Somos siervos inútiles; hemos hecho lo que debíamos hacer. 11.
Y sucedió que, de camino a Jerusalén, pasaba por los confines entre Samaría y
Galilea, 12.y, al entrar en un pueblo, salieron a su encuentro diez hombres
leprosos, que se pararon a distancia 13.y, levantando la voz, dijeron: ¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros! 14.
Al verlos, les dijo: Id y presentaos a los sacerdotes. Y sucedió que, mientras
iban, quedaron limpios. 15. Uno de ellos, viéndose curado, se volvió
glorificando a Dios en alta voz; 16.y postrándose rostro en tierra a los pies
de Jesús, le daba gracias; y éste era un samaritano. 17. Tomó la palabra Jesús
y dijo: ¿No quedaron limpios los diez? Los otros nueve, ¿dónde están? 18. ¿No
ha habido quien volviera a dar gloria a Dios sino este extranjero? 19. Y le
dijo: Levántate y vete; tu fe te ha salvado. 20. Habiéndole preguntado los
fariseos cuándo llegaría el Reino de Dios, les respondió: El Reino de Dios
viene sin dejarse sentir. 21. Y no dirán: Vedlo aquí o allá, porque el Reino de
Dios ya está entre vosotros. 22. Dijo a sus discípulos: Días vendrán en que
desearéis ver uno solo de los días del Hijo del hombre, y no lo veréis. 23. Y
os dirán: Vedlo aquí, vedlo allá. No vayáis, ni corráis detrás. 24. Porque,
como relámpago fulgurante que brilla de un extremo a otro del cielo, así será
el Hijo del hombre en su Día. 25. Pero, antes, le es preciso padecer mucho y
ser reprobado por esta generación. 26. Como sucedió en los días de Noé, así
será también en los días del Hijo del hombre. 27. Comían, bebían, tomaban mujer
o marido, hasta el día en que entró Noé en el arca; vino el diluvio y los hizo
perecer a todos. 28. Lo mismo, como sucedió en los días de Lot: comían, bebían,
compraban, vendían, plantaban, construían; 29.pero el día que salió Lot de
Sodoma, Dios hizo llover fuego y azufre del cielo y los hizo perecer a todos.
30. Lo mismo sucederá el Día en que el
Hijo del hombre se manifieste. 31. Aquel Día, el que esté en el terrado y tenga
sus enseres en casa, no baje a recogerlos; y de igual modo, el que esté en el
campo, no se vuelva atrás. 32. Acordaos de la mujer de Lot. 33. Quien intente
guardar su vida, la perderá; y quien la pierda, la conservará. 34. Yo os lo
digo: aquella noche estarán dos en un mismo lecho: uno será tomado y el otro
dejado; 35.habrá dos mujeres moliendo juntas: una será tomada y la otra dejada.
36. Y le dijeron: ¿Dónde, Señor? Él les respondió: Donde esté el cuerpo,
allí también se reunirán los buitres.
El Texto Lucano nos
ilustra sobre la opción de la Fe en cuanto a la orientación de la vida del
bautizado, nos deja ver como se presenta la posibilidad de esta experiencia y
como transforma al ser humano según la opción de este frente al mensaje y su
contenido de gran actualización espiritual. La Fe se presenta como una decisión
de índole personal pero tan poderosa que transforma la configuración tanto
metafísica como ontológica del creyente al punto de ser literalmente en el
Texto “arrebatado de la realidad presente” pues con esta figura se nos recuerda
que la vida de Fe no solo dispone para los dones y gracias salvíficos sino que
nos conecta con la trascendencia de Dios Todopoderoso. La percepción gráfica como la describe Lucas es clara y busca con
ello afirmar la transformación vital de la experiencia el creyente que no
abandona su mundo pero percibe que hay algo más allá de su emotividad
sensorial. Que interesante conectar la realidad bajo la “lupa” de la Fe con el
mundo material que edificamos a partir de nuestra conciencia de la intervención
amorosa de Dios.
Una Fe dinámica es
aquella que se centra en el acontecer de su entorno alimentando esta
experiencia la Gracia de tal manera que
nada se asuma fuera de ese contexto que a la postre rendirá los frutos que
todos estamos esperando. Es muy posible que abordemos el mundo tal y como este
se presenta nuestros sentidos y
reflexión pero también cabe recordar que debe existir coherencia con nuestras
expresiones de Fe. La conciencia
religiosa es necesaria para vivir y dimensionar positivamente las acciones de
la Iglesia. No pretendemos decir que Fe y Razón sean lo mismo ya que
ontológicamente es imposible tan apreciación lo que realmente sucede es la
vinculación necesaria entre ambas como
fruto tanto de la Gracia como de la Inteligencia de nuestra especie.
Dejando a un lado el
modelo agustiniano de relación Fides et
Ratio encontramos otra postura posterior (Tomás de Aquino siglo XIII) quien
sostenía todo lo contrario al afirmar que la Filosofía se constituía en
“sierva” de la Teología aunque si bien esa definición se conservaban intereses
comunes definidos como la “Doble verdad”
o causa común donde la filosofía
aborda la realidad en la determinación del fenómeno cognoscible y la Fe se
aproxima a lo sobrenatural y sus contenidos. Pero en dicho enunciado es
importante reconocer que el ejercicio racional no está condicionado y mucho
menos puede condicionar la Fe del creyente en
mi opinión personal es todo lo contrario ya que la razón nos permite
interrogarnos y abordar la existencia de la realidad múltiple donde no solo
interviene el fenómeno de lo perceptible sino también de lo creíble como
experiencia de Fe. Subordinar la una
a la otra sin importar el orden limita grandemente el ejercicio crítico y la
capacidad de pensamiento independiente el creyente ante el mundo y su
cosmovisión. Es que acaso está bien visto que un bautizado sea o acepte la
corrupción en el estamento público y privado de su País. Estamos rechazando el influjo de la razón sobre el derecho intrínseco
de creer pero en cuanto a las consecuencias del ejercicio del discernimiento
social no estamos operando con absoluta claridad lo que conlleva la aparición
de los vicios propios de un Estado de Derecho asaltado literalmente por el
hampa intestina. Somos tanto personal como colectivamente hablando
responsables de la antropización de la Fe y de la razón ya que con ellas
construimos tanto el todo social y cultural como las estructuras de pensamiento,
análisis y trascendencia, esto último referido a la Fe y su vida espiritual.
Las estructuras sociales
son en cierta medida reflejo del condicionamiento racional y mental que
experimentan los bautizados. Este reflejo se condiciona a las estructuras que
nosotros los bautizados permitimos y avalamos en el caso de lo social y
político es claro que las consecuencias son producto de la poca o nula
ejercitación critica de la razón. De lo anterior se desprende la imposibilidad
de sujetar a la Fe la razón limitando su accionar y criterio. Si el Episcopal libera la razón es
precisamente para construir un orden social, político y religioso libre de las
estructuras alienantes de pecado. La razón genera la posibilidad de
fundamentar el criterio para decidir y ampliar la posibilidad de acertar en la
reflexión sobre los distintos conceptos que argumentamos a la hora de buscar su
materialización dejando a un lado sus
fundamentos e inicios… El Episcopal
expresa su comunión con el entorno somático asumiendo el compromiso de la
búsqueda del bien común. Esta postura tiene consecuencias inmediatas en el cambio de actitud y reivindicación de
los Derechos y Deberes en lo social y cultural.
El pensamiento
independiente se alimenta del orden como tal al reconocer en la Estética de la
razón su trascendencia y determinación
de valor. La mente creada por Dios es libre en su
esencia y manifestación y la mente como parte del todo llamado persona humana
posee esta cualidad que aporta a nuestra praxis la voluntad de proseguir en la edificación de
nuestra identidad la misma que aparece bajo el signo de la Gracia fortalecida y
liberada no de su esencia sino de los apegos de la realidad material que
encuentra delante de sí. Esta liberación
se inicia con la posibilidad real de pensamiento crítico independiente y su
particular forma de potenciar la experiencia de la realidad. El misterio de
Dios supera con creces el entendimiento humano y su alcance. Para otros
pensadores el problema del conocimiento de Dios por medio de la Razón muta
hasta convertirse en un problema de índole moral estamos trasegando en la línea
Kantiana donde la concepción de Dios y su axiología es de naturaleza moral pero
tales enunciados reposan también en la imposibilidad de definir quién es Dios
solo guiados por el bien moral y las consecuencias que observamos del bien. Aquí
la dinámica de nuestra subjetividad hace imposible concretar en la dirección
indicada la percepción de Dios solo por el bien ejecutado ya que este no es de
índole católica o evangélica puesto que es la misma naturaleza humana la que
tiende a obrar el bien en sí misma y por quienes le rodean. No confundamos estas concepciones de
Filantropía con el bien producido por la Gracia en la existencia del bautizado.
El orden metafísico que supone el bien de esta naturaleza no es posible
confundirlo con la manifestación de Dios como Ser trascendente y completamente
distinto a nosotros. La experiencia moral como tal se une a la concepción
racional de la vida y se asume como totalmente necesaria para el ser humano y
su valoración del entorno (más allá de percibir y ser percibidos). Solo para recordar
los enunciados Kantianos sobre la “Fe Práctica” que son en si la Fe y su
practicidad y el bien como suma expresión de la moral y porque no de la
eticidad. Estamos poniendo de manifiesto que la imposibilidad del conocimiento
científico frente al alma del ser humano es una realidad y que decir de la
existencia de Dios. La Razón es libre y
se vincula a la Fe para comprender sus implicaciones más no para dar un juicio
de su valor o asertividad. No pretendemos como Kant plantear la posibilidad
de un conocer de índole moral sobre las acciones y competencias de la persona
humana para dirimir sobre Dios sino reconocer que el ejercicio racional es
propio de nuestra condición y que sin este ejercicio esencial nuestra
naturaleza estará incompleta. Kant confía en la existencia de una Fe práctica
que descansa sobre los conceptos lógicos de Justicia de Dios lo que sin duda
vence al pecado y sus manifestaciones personales como colectivas y
estructurales…
La postura racional en la
Fe no es totalizante ya que la trascendencia puede estar fuera de la totalidad
de sus enunciados pero es un recurso existencial de incalculable valor. Establecemos una comparación humilde cuando
afirmamos que Dios posee mente y el ser humano también, pero a nuestro
perecedero y limitado nivel. La mente de
Dios expresa la eternidad de su perfección y santidad sin que medie cosa creada
o pensada por nosotros. El bien que es Dios es perfecta expresión de su
Naturaleza Divina. Si bien ejercitamos
la razón y la lógica en su análisis también es cierto que el camino a Dios no
es la razón estrictamente sino la Cruz (Martín Lutero) de esta forma tomamos la
verdad de la Cruz y le entregamos toda autoridad en el discernimiento de
nuestra Fe. La Cruz de nuestra salvación llega gracias al amor sin límite de
Dios que no solo se afirma en la comprensión sino y sobre todo en la Fe porque
siendo sinceros no hay nada pensable o realizable en nuestra condición humana
que pueda mover la Voluntad y Misericordia de Dios en nuestro favor. No existe
posibilidad siquiera pensable de ser dignos de ser amamos y considerados
rescatables por Dios al punto de enviar a su Hijo para que su amor nos
redimiera en la Cruz. El Episcopal no
puede perder de vista que la Cruz es la materialización de la razón de ser y
creer en la Misericordia de Dios. Diríamos
que la autonomía del ser humano es la causante del ejercicio de la Dignidad que
reivindica la condición de la persona humana y más aun cuando pesa sobre ella
la marca indeleble del Bautismo como propiedad de Cristo y su Iglesia. La Fe
alimentada por el amor es una Fe de poder absoluto ya que el amor vence las
inmanencias socioculturales que rodean la vida del bautizado. El amor de Dios
en nosotros es vinculo de olor a eternidad y gracias a su praxis la Bondad
asume el control de nuestra existencia. La
Fe y la Razón sin amor son estériles
o también Fides
et Ratio extranei a caritate confusis…
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