LA FE
Y LAS PRÁCTICAS
AXIOLÓGICAS DE NUESTRO
ENTORNO.
PARTE
DOS.
Por lo general en los
imaginarios socio-culturales sobreviven
imágenes que motivan la definición ligada de la Fe a prácticas
axiológicas que en algunas oportunidades reivindican los valores expuestos por
esta. Nos referimos a aquellas acciones que están vivas en los imaginarios de la Fe
que se transmutan en Piedad y se convierten en más poderosas que la misma
praxis de nuestras creencias… Las prácticas axiológicas son en realidad la
materialización de los valores enseñados por el Evangelio pero que su
formalización se quedó en un estadio de tiempo insípido que las transformó en
solo acciones antropológicas. Nuestra axiología descansa sobre la iluminación
de valores como por ejemplo aquellos que intuitivamente recibió el joven rico
(estereotipo de riqueza estrictamente material).
Marcos capítulo 10
versículos 17-31 y también (Lucas capítulo 18 versículos 18-30).
“Entonces
vino uno y le dijo: Maestro bueno, ¿qué bien haré para tener la vida eterna?
17 Él le dijo: ¿Por qué me llamas bueno?
Ninguno hay bueno sino uno: Dios. Más si quieres entrar en la vida, guarda los
mandamientos.
18 Le dijo: ¿Cuáles? Y Jesús dijo: No
matarás. No adulterarás. No hurtarás. No dirás falso testimonio.
19 Honra a tu padre y a tu
madre; y, Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
20 El joven le dijo: Todo esto lo he
guardado desde mi juventud. ¿Qué más me falta?
21 Jesús le dijo: Si quieres ser
perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en
el cielo; y ven y sígueme.
22 Oyendo el joven esta palabra, se fue
triste, porque tenía muchas posesiones.
23 Entonces Jesús dijo a sus discípulos:
De cierto os digo, que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos.
24 Otra vez os digo, que es más fácil
pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de
Dios.
25 Sus discípulos, oyendo esto, se
asombraron en gran manera, diciendo: ¿Quién, pues, podrá ser salvo?
26 Y mirándolos Jesús, les dijo: Para
los hombres esto es imposible; más para Dios todo es posible.”
La construcción racional
de la exposición de la Fe no suplanta sus constitutivos simplemente los
fundamenta en una expresión de lo sobrenatural que no renuncia a la
articulación de la Fe como tal. El Joven rico es una muestra de la meditación
con propósito y contexto de los evangelios y como tales acciones son por demás
edificantes partiendo de una propuesta que se une a la radicalidad de los
bautizados. Queda a salvo la soberana intervención de Dios para poner de
manifiesto qué tipo de riqueza es indispensable para reconocer el Reino de
Dios. Los valores cristianos son
elementos vitales para antropizar la Fe y darle anatomía como conciencia en
nuestro entorno somático. Ser racionales no implica la imposibilidad para
inferir intuitivamente lo que no es percibido por los sentidos, la experiencia
sensible no puede limitar la praxis de valores cuyo principio es eminentemente
inmaterial. El Súper Hombre de Federico
Nietzsche reemplaza vitalmente al Hombre Cristiano en la concepción de su
filosofía de la historia ya que paradójicamente el creyente con sus acciones es
quien materializa su sentencia al afirmar Dios
ha muerto no existe alguna duda de los procesos
antropológicos que retiran cada día más a Dios del corazón del ser humano y ese
puesto o lugar de importancia vital está siendo usurpado por modelos de vida tan alejados a la realidad
espiritual del bautizado:
·
Dios
ha muerto porque el
corrupto en la mayoría abrumadora de los casos es bautizado y se llama
cristiano.
·
Dios
ha muerto porque las estructuras sociales creadas por los
creyentes son una carga moral tan grande que admiten espacios sociales donde la discriminación es
latente.
·
Dios
ha muerto porque la Justicia está en manos de corruptos y el
pobre no posee la capacidad para acceder a ella.
·
Dios
ha muerto porque los creyentes llamados a ser “otro Cristo”
ignoran su Fe y viven sumergidos en el materialismo y sensualismo reinantes.
·
Dios
ha muerto porque nuestros jóvenes no tienen un referente digno
de imitar sino que están siguiendo modelos corruptos y materialistas de sus
gobernantes y políticos como del medio de la fama y el deporte mediático.
·
Dios
ha muerto porque el cristiano que es su testigo tiene pereza de
madrugar a misa los días domingo y manifestar que está vivo en su casa y en su
trabajo.
·
Dios
ha muerto porque así lo necesita quien soborna o es sobornado.
·
Dios
ha muerto porque la extorsión así lo refleja.
·
Dios
ha muerto porque el bautizado cuida más su cuerpo que su
espíritu y gasta más prolongando engañosamente la juventud que alimentando su espíritu.
·
Dios
ha muerto porque el bautizado no quiere sacarlo de la tumba
donde el miedo y el orgullo lo mantienen retenido.
·
Dios ha muerto porque es más fácil salir
victorioso de la muerte que entrar en el corazón de la humanidad.
Son
solo algunos de los argumentos generados por la praxis “tibia” y poco realista
de nuestra Fe y por ende de una seudo-axiología moderna con enraizamiento
profundo en el materialismo cuya fundamentación es el modelo económico
desencarnado y salvaje. La Fe como expresión de humanidad requiere mayor
atención y recursos que pueda emplear en su crecimiento y desarrollo. La Justicia es uno de los mayores exponentes
de los valores del bautizado y cuando este recurso imperativo brilla por su
ausencia nos indica con absoluta claridad que las estructuras de pecado están
desplazando los valores y su importancia. El
referente social y cultural que el Evangelio nos enseña es clave en la materialización de la Esperanza. El
Texto Inspirado que comúnmente llamamos del “Joven rico” nos muestra la
relación y discordancia entre los valores del cristiano y los esquemas del
mundo. La riqueza como es presentada por Jesús no es propiamente la posesión
material sino las posesiones el corazón donde radican tanto los apegos como las
libertades del ser humano. Los valores
que señala el Evangelio apuntan en una
dirección, la Libertad y Realización plena de la persona redimida. El relato se centra en la explicitación de
la conciencia de aquel hombre cuya falta de experiencia es la que genera la crisis de vida y le
permite poder contar con alternativas
para su inquietud existencial. No es un llamado estricto al orden ministerial
sino a la respuesta de todo creyente que se enfrenta a la problemática del
mundo y como este argumenta sus propios valores mediante una concepción de la
vida que no escatima en tesis de alguna
índole.
La
praxis de los valores configuran la sociedad y la influencia que el cristiano
tiene en la misma lo que nos lleva a concluir con claridad que es el bautizado
quien debe presentarse ante la política y la economía y el deporte con una
fundamentación tal que no altere la relación con el Dios vivo. Esta relación es
vital y trascendente por razones prácticas. Es también necesario asumir que el
entorno está siendo constantemente moldeado por las acciones y concepciones de
vida y que nosotros como referentes de la vida eclesial tenemos el deber de
instaurar sin que suene a Utopía de un orden de Justicia que se alimente del
Evangelio y que con su praxis asegure a la Sociedad vivir verdaderamente en su
vocación de Promoción y Justicia. Es
fácil caer en la tentación de ver a un Cristo fácilmente moldeable a nuestros
intereses y concepciones personales de vida. Pero en realidad la Soberanía
de Dios no es un artículo negociable es una realidad materializada de nuestra
Fe. La praxis de valores cristianos tiene su génesis en el Dios revelado con
los valores que su fenómeno trae a nuestra realidad. No es posible creer en el
Dios revelado si nuestra vida no es en sí formalmente una revelación de su
Amor. Los idealismos de nuestra Fe son importantes pero no pueden condicionar
la praxis de valores incluso los de
marcada esencia antropológica porque somos el producto de su Amor Creador y
Revelador en estadios de tiempo que se relacionan vitalmente.
Amar a Dios no es posible sino media
la praxis del amor por quienes son iguales en sustancia a cada bautizado… Es
decir, cómo expresamos amor a Dios que es distinto esencialmente y dejamos de
amar a quien es igual en todo a nosotros
pero aun así recordemos que Dios no necesita nada de nosotros pero el otro (el
próximo o prójimo Lucano) sí. Esta
relación que es esencialmente ontológica nos muestra como la realidad creada
necesita amarse así misma antes de amar a Dios su Creador. Empleo
intencionalmente el término esencia para referirme con propiedad a la naturaleza
humana y sus implicaciones esenciales, que son en si la configuración de lo que
somos como especie. Estamos pues supeditados a la realidad inmanente y como tal
somos lo que el amor puede vencer ya que
quien ama supera los límites de su propia entrega y concepción de la vida como
amor y amar. Quien no posee amor no
puede amar y quien ama vive gracias a su praxis. No es por demás una definición
de sus cualidades como ser amable sino de amar antes de ser
amados. Los valores que el Evangelio encarna no son mudables o alienables sino
todo lo contrario liberan y engrandecen al que ama auténticamente. La muerte eterna es desde esta perspectiva
axiológica la imposibilidad de amar y ser amados como destino donde antes era
origen (retorno a Dios Creador). Este principio de nuestra antropología
trascendente, es radicalmente opuesto a la fundamentación teórica de valores
que no nacen del Evangelio y que en su mayoría son interpretaciones individualistas
del ciudadano y del promover nuestras vidas. No estamos descartando la
Filantropía y el Derecho Natural sino ratificando la postura liberadora del
Evangelio de Cristo el Hijo de Dios.
La
Riqueza de aquel hombre contrasta
grandemente con la pobreza de su expresión de Fe la misma que cuestiona no su
inclinación sino la enseñanza del Señor.
El problema no radica en el poseer como decíamos antes, el problema es de
índole ontológico cuando limita grandemente el crecimiento y la transformación
de una riqueza material en una verdadera y eterna riqueza. Este principio lo
emparentamos con una aseveración de índole sustancial. Esta relación esta
equiparada desde la perspectiva de la riqueza que si podrá acompañarnos ante el
Dios vivo y subsistente. Es una riqueza cuya praxis ya tuvo su nacimiento en la
convivencia y cotidianidad del creyente.
La
concepción de la vida no se altera, por el contrario, necesita de los valores
que conocemos y vivimos para pasar del fenómeno del bautizado al concreto ser
redimido por Cristo en la Cruz. La historia es importante en la medida en la
que afirmamos nuestro presente y damos
crédito a lo vivido como razón de nuestra actualidad. La Gracia es el vínculo
eterno con la temporalidad, es una gran paradoja que la eternidad se vista de
temporalidad para entrar en sintonía con nuestras expresiones de Fe y de
cotidianidad. Es lo mismo cuando
asumimos que la vida proviene del amor pero de un amor que en sus
enunciados eternos no están al alcance de nuestros sentidos y tenemos la
necesidad de darles forma desde la perspectiva de las operaciones de la mente y
la Fe. Es una alusión a la forma de nuestros valores y como los estamos
empleando en la actualidad o en el hoy
de nuestra existencia. Nos preocupa grandemente la axiología que no se
desprende de los conceptos evangélicos porque en muchas ocasiones se inclina
por una interpretación axiológica de Dios y para ejemplo un botón: Yo no robo ni mato luego soy bueno. Es
como afirmar que la dinámica antropológica por sí misma es condicionante a la
respuesta salvífica de Dios y que Dios salva a uno y simplemente a otros no.
La dinámica de los valores
evangélicos no solo se fundamenta en el amor sino que son afirmantes de las
cualidades que definen nuestra militancia y sus proyecciones. Verdad
que es una y como tal no admite compuestos retóricos distintos es “simple” como expresión de su
autenticidad. Esta autenticidad radica en la idealización y posterior
materialización de los valores y su
incidencia antropológica en la construcción de la realidad redimida y pensada
por el cristiano. Sino piensas en la Verdad que vives podrías terminar viviendo
la sugerida por los demás. La realidad de los valores nos dice inmediatamente
la confrontamos que la realidad es tal y como la encontramos aún bajo la
influencia de los valores. Las acciones como tal son eminentemente objetivas la
interpretación es subjetiva ya que es diciente según la circunstancia de la misma y sus
implicaciones en una persona y en el Colectivo donde esta asume la existencia. El
cristiano debe tener presente que es parte viva de la realidad que se edifica
con el día a día y esta realidad que es percibida por la praxis de valores que nos está repitiendo siempre la importancia de
sus contenidos (les invito hnos, a revisar la teoría axiológica del español Julián Marías). Pues los valores cuando se unen a la Fe y
muestran ser parte de su experiencia asumen y poseen implícitamente un papel protagónico
en el tejido social donde vive el bautizado. En cuanto a la verdad objetiva
prefiero asumir la existencia de estos elementos básicamente universales desde
la mente de Dios (universales) y la
experiencia de los creyentes. No
asumimos íntegramente la teoría sobre la composición de la realidad a partir de
la experiencia de los valores sino del
influjo de la Gracia. Para la posición objetivista u objetivismo, la verdad
se encuentra únicamente en lo exterior al sujeto conocedor. Las opiniones
subjetivas no añaden nada a la verdad, no cuentan realmente, sino que sólo se
limitan a afirmar o negar la verdad objetiva. Se opone al subjetivismo, pues afirma que la persona no es creadora de
la verdad o de los valores, sino sólo descubridora y comunicadora de ellos.
La objetividad de los
valores cristianos esta manifestada independientemente de la realidad
axiológica del mundo (entorno somático) que por demás dictamina el proceder de
cada cristiano que los toma por fundamento desde la percepción misma del Evangelio de
donde procede. Para la posición subjetivista o subjetivismo, la verdad se
encuentra únicamente en lo personal, en lo vivido y conocido por cada sujeto.
Los valores no son realidades objetivas ni universales, válidas o iguales para
todo el mundo; sino que son realidades personales, creadas por cada sujeto, que
aparecen y desaparecen en la historia de las sociedades. Solo los valores del
Evangelio se tornan en universales para los creyentes y su praxis. La
naturaleza de la realidad redimida es la que apreciamos desde nuestra
experiencia de Fe en el Dios vivo. Nuestra
Epistemología se fundamenta en la realidad del Dios Creador y revelado en las
Escrituras como en las enseñanzas de Jesús.
De igual manera, lo que
el Cristiano afirma sobre los hechos de la realidad está basado en una
presuposición particular sobre la naturaleza de la realidad, a saber, que es la
creación ex nihilo del Dios de la Escritura. De este modo el Cristiano conoce
todas las cosas por fe (Hebreos capítulo 11 versículo 3), es decir que él
comienza su razonamiento con un acto de Fe en el Dios de la Escritura y así
postula la veracidad y la suficiencia de la revelación divina como el mismo
fundamento de su entendimiento de todas las cosas. Al hacerlo así insiste en
que la única interpretación válida de los hechos de la realidad es aquella que
le ha dado su Creador y que esta interpretación autoritativa de la realidad ha
sido establecida por Dios mismo en las Escrituras del Antiguo y el Nuevo
Testamento. De esta forma, el cristiano afirma que la única epistemología
válida o teoría del conocimiento humano es aquella que está basada en la Palabra
revelada de Dios. La postura subjetiva
de los valores es por demás significante para el sujeto y su proceso de
conocimiento. Los valores son en sí los
postulados de la razón que se recrea en las acciones de los seres humanos.
Sin
embargo, debido a que el hombre es criatura de Dios, creado a la Imagen de Dios
para que pudiese pensar los pensamientos de Dios como Él lo hace, en otras
palabras, debido a que es inconsistente y asume un mundo de racionalidad, es
capaz de encontrar sentido en el mundo a su alrededor en alguna medida. Pero
hace eso a pesar de su negación de Dios y únicamente en la medida en que
acepta, aunque sin darse cuenta, la naturaleza, creada por Dios y revelada por
Dios, de la realidad, en otras palabras,
en la medida en que piense los pensamientos de Dios como Él lo hace. Si fuese consistente con su negación de
Dios tendría que concluir en que todas las cosas son sin sentido y que es
imposible decir cualquier cosa inteligible sobre cualquier hecho o aspecto de
la existencia en el universo causal (causa) que le rodea, de hecho, en tal universo el concepto de
inteligibilidad es un absurdo. En alguna medida algunas escuelas de filosofía
moderna han elaborado esta verdad más consistentemente que hasta ahora, y de
ese modo tenemos el existencialismo y el nihilismo.
Sin embargo, si hemos de comunicar la
verdad bíblica efectivamente nuestra apologética debe basarse en una
epistemología que sea racionalmente consistente consigo misma y con nuestro
entendimiento de la Escritura como la revelación infalible y autoritativa de
Dios y de Su voluntad para el hombre. Sobre tal base podemos
desafiar confiadamente todas las filosofías y sistemas racionalistas de
pensamiento desplegados contra la religión Cristiana en nuestro día. No
obstante, al hacerlo de este modo, debemos hacer claridad que la epistemología cristiana sobre la cual
edificamos no es meramente un fundamento racional para la verdad que
proclamamos, sino que es el único fundamento racional para cualquier afirmación
de verdad. Es la base no solamente de la verdad escritural, sino de toda la
verdad, sea está concebida religiosa o científicamente, pues las afirmaciones
de la verdad bíblica son globales, lo abarcan todo. Solamente sobre la base de
tal epistemología estamos en posición de revelar la idolatría intelectual de la
incredulidad y exponerle al no-creyente la irracionalidad de su propia
posición. La universalidad de la Palabra
inspirada es un asunto de Fe y como tal el creyente es tanto su emisor como
receptor en la medida y proporción del compromiso cristiano.
ARGUMENTACIÓN POSITIVA.
La
praxis de nuestros valores son más que un ejercicio de nuestras construcciones
ético-morales, ellos simplifican la vida y su cotidianidad, es decir, gracias a
los valores la realidad se comunica con la Gracia desde la concepción
antropológica de esta. No es determinante si entramos en una dinámica
subjetiva u objetiva de la axiología, lo que es determinante en nuestra postura
será la capacidad de construir un discurso personal donde los valores de Cristo
estén presente. No asumo postura utópica simplemente estoy sugiriendo la
necesaria comunión existencial con los valores que el Evangelio trae implícitos
en sus discursos y tesis. Los valores
entran muchas veces en una especie de mutación con el correr de los
tiempos y el descubrimiento de nuevas expresiones de la realidad y su
percepción. Hoy se habla sobre la Ciber-antropología,
hoy es más complejo la apreciación concreta del fenómeno de la comunicación al
punto que sobrevive como Iglesia en cada uno de los bautizados la necesidad de
una Comunicación Metafísica que
pueda ella expresar al ser y sus potencias como atributos pero que es imposible
anunciarlos todos como si se tratara de calificativos en una oración. Nuestros valores son referentes de una
explicitación de índole metafísica de nuestra Fe. Nuestra epistemología
busca andar en los fundamentos de la existencia sobrenatural de nuestros
contenidos escatológicos los mismos que recibimos en el Bautismo. Es pues, desde esta perspectiva la realidad
un orden en la realización de los ideales de nuestra cosmovisión, los mismos
que llegan como primicia del accionar antropológico bendecido por la Gracia de
Dios. No es posible que los valores
del cristiano se pierdan en la cotidianidad o que se expresen otras
concepciones no contenidas en la revelación escrita, si argumentamos que
seguimos al Señor debemos hacer de su Evangelio la brújula de nuestras
actuaciones tanto éticas como morales. Hoy es muy común que se sigan patrones
aleatorios que vinculan realidades no cristianas o moralmente buenas. Los seudo
referentes culturales cambian los valores y los desdibujan de la conciencia del
bautizado. Es sorprendente como la praxis frívola, patética y superficial del
Evangelio nos puede conducir a acuñar seudo-valores como si ellos fueran la
realidad moral del bautizado. La corrupción es un fenómeno que roba la paz y la
tranquilidad a todos en la sociedad. Muchos creen que es valedero este modelo
de actuar en el Estado y en general en la sociedad.
La cultura de la vida se retira
paulatinamente de los sistemas políticos reinantes.
La visualización del ser humano bajo la perspectiva individualista está
retirando de la sique colectiva la existencia del otro y su intríngulis. Esta
realidad nos dice que la llegada del Reino de Dios paradójicamente se hace
utópica gracias a nuestras retardantes
acciones y concepciones de Justicia. El amor como libertad absoluta de
la humanidad no ocupa tal lugar en la discusión esencial de nuestra especie,
ahora está dejando espacio que sin duda se llena con manifestaciones contrarias
a la realidad redimida del bautizado.
Los valores cristianos son fruto de la dialéctica redimida desde nuestras
acciones como tal. En la mente de Dios están ellos y como universales son
materializados por la praxis del creyente. O acaso es posible hablar de
Justicia sin vivirla, o materializarla sin tomar del Acto Humano su fundamento.
Salvo lo que procede por la Misericordia de Dios. Jesús nos enseñó a perdonar
para ser perdonados.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario