viernes, 20 de octubre de 2017

LA FE Y LAS PRACTICAS AXIOLOGICAS. PARTE DOS...

LA  FE  Y  LAS  PRÁCTICAS  AXIOLÓGICAS  DE  NUESTRO  ENTORNO.

PARTE DOS.



Por lo general en los imaginarios socio-culturales sobreviven  imágenes que motivan la definición ligada de la Fe a prácticas axiológicas que en algunas oportunidades reivindican los valores expuestos por esta.  Nos referimos a aquellas acciones  que están vivas en los imaginarios de la Fe que se transmutan en Piedad y se convierten en más poderosas que la misma praxis de nuestras creencias… Las prácticas axiológicas son en realidad la materialización de los valores enseñados por el Evangelio pero que su formalización se quedó en un estadio de tiempo insípido que las transformó en solo acciones antropológicas. Nuestra axiología descansa sobre la iluminación de valores como por ejemplo aquellos que intuitivamente recibió el joven rico (estereotipo de riqueza estrictamente material).

Marcos capítulo 10 versículos 17-31 y también (Lucas capítulo 18 versículos 18-30).

“Entonces vino uno y le dijo: Maestro bueno, ¿qué bien haré para tener la vida eterna?
17 Él le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno sino uno: Dios. Más si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos.
18 Le dijo: ¿Cuáles? Y Jesús dijo: No matarás. No adulterarás. No hurtarás. No dirás falso testimonio.
19 Honra a tu padre y a tu madre; y, Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
20 El joven le dijo: Todo esto lo he guardado desde mi juventud. ¿Qué más me falta?
21 Jesús le dijo: Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme.
22 Oyendo el joven esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones.
23 Entonces Jesús dijo a sus discípulos: De cierto os digo, que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos.
24 Otra vez os digo, que es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios.
25 Sus discípulos, oyendo esto, se asombraron en gran manera, diciendo: ¿Quién, pues, podrá ser salvo?
26 Y mirándolos Jesús, les dijo: Para los hombres esto es imposible; más para Dios todo es posible.”

La construcción racional de la exposición de la Fe no suplanta sus constitutivos simplemente los fundamenta en una expresión de lo sobrenatural que no renuncia a la articulación de la Fe como tal. El Joven rico es una muestra de la meditación con propósito y contexto de los evangelios y como tales acciones son por demás edificantes partiendo de una propuesta que se une a la radicalidad de los bautizados. Queda a salvo la soberana intervención de Dios para poner de manifiesto qué tipo de riqueza es indispensable para reconocer el Reino de Dios.  Los valores cristianos son elementos vitales para antropizar la Fe y darle anatomía como conciencia en nuestro entorno somático. Ser racionales no implica la imposibilidad para inferir intuitivamente lo que no es percibido por los sentidos, la experiencia sensible no puede limitar la praxis de valores cuyo principio es eminentemente inmaterial. El Súper Hombre de Federico Nietzsche reemplaza vitalmente al Hombre Cristiano en la concepción de su filosofía de la historia ya que paradójicamente el creyente con sus acciones es quien materializa su sentencia al afirmar Dios ha muerto  no  existe alguna duda de los procesos antropológicos que retiran cada día más a Dios del corazón del ser humano y ese puesto o lugar de importancia vital está siendo usurpado  por modelos de vida tan alejados a la realidad espiritual del bautizado:

·         Dios ha muerto  porque el corrupto en la mayoría abrumadora de los casos es bautizado y se llama cristiano.
·         Dios ha muerto porque las estructuras sociales creadas por los creyentes son una carga moral tan grande que admiten  espacios sociales donde la discriminación es latente.
·         Dios ha muerto porque la Justicia está en manos de corruptos y el pobre no posee la capacidad para acceder a ella.
·         Dios ha muerto porque los creyentes llamados a ser “otro Cristo” ignoran su Fe y viven sumergidos en el materialismo y sensualismo reinantes.
·         Dios ha muerto porque nuestros jóvenes no tienen un referente digno de imitar sino que están siguiendo modelos corruptos y materialistas de sus gobernantes y políticos como del medio de la fama y el deporte mediático.
·         Dios ha muerto porque el cristiano que es su testigo tiene pereza de madrugar a misa los días domingo y manifestar que está vivo en su casa y en su trabajo.
·         Dios ha muerto porque así lo necesita quien soborna o es sobornado.
·         Dios ha muerto porque la extorsión así lo refleja.
·         Dios ha muerto porque el bautizado cuida más su cuerpo que su espíritu y gasta más prolongando engañosamente la juventud que alimentando su  espíritu.
·         Dios ha muerto porque el bautizado no quiere sacarlo de la tumba donde el miedo y el orgullo lo mantienen retenido.
·         Dios ha muerto porque es más fácil salir victorioso de la muerte que entrar en el corazón de la humanidad.

Son solo algunos de los argumentos generados por la praxis “tibia” y poco realista de nuestra Fe y por ende de una seudo-axiología moderna con enraizamiento profundo en el materialismo cuya fundamentación es el modelo económico desencarnado y salvaje. La Fe como expresión de humanidad requiere mayor atención y recursos que pueda emplear en su crecimiento y desarrollo. La Justicia es uno de los mayores exponentes de los valores del bautizado y cuando este recurso imperativo brilla por su ausencia nos indica con absoluta claridad que las estructuras de pecado están desplazando los valores y su importancia. El referente social y cultural que el Evangelio nos enseña es  clave en la materialización de la Esperanza. El Texto Inspirado que comúnmente llamamos del “Joven rico” nos muestra la relación y discordancia entre los valores del cristiano y los esquemas del mundo. La riqueza como es presentada por Jesús no es propiamente la posesión material sino las posesiones el corazón donde radican tanto los apegos como las libertades del ser humano. Los valores que  señala el Evangelio apuntan en una dirección, la Libertad y Realización plena de la persona redimida.  El relato se centra en la explicitación de la conciencia de aquel hombre cuya falta de experiencia  es la que genera la crisis de vida y le permite  poder contar con alternativas para su inquietud existencial. No es un llamado estricto al orden ministerial sino a la respuesta de todo creyente que se enfrenta a la problemática del mundo y como este argumenta sus propios valores mediante una concepción de la vida que no escatima en tesis  de alguna índole.

La praxis de los valores configuran la sociedad y la influencia que el cristiano tiene en la misma lo que nos lleva a concluir con claridad que es el bautizado quien debe presentarse ante la política y la economía y el deporte con una fundamentación tal que no altere la relación con el Dios vivo. Esta relación es vital y trascendente por razones prácticas. Es también necesario asumir que el entorno está siendo constantemente moldeado por las acciones y concepciones de vida y que nosotros como referentes de la vida eclesial tenemos el deber de instaurar sin que suene a Utopía de un orden de Justicia que se alimente del Evangelio y que con su praxis asegure a la Sociedad vivir verdaderamente en su vocación de Promoción y Justicia. Es fácil caer en la tentación de ver a un Cristo fácilmente moldeable a nuestros intereses y concepciones personales de vida. Pero en realidad la Soberanía de Dios no es un artículo negociable es una realidad materializada de nuestra Fe. La praxis de valores cristianos tiene su génesis en el Dios revelado con los valores que su fenómeno trae a nuestra realidad. No es posible creer en el Dios revelado si nuestra vida no es en sí formalmente una revelación de su Amor. Los idealismos de nuestra Fe son importantes pero no pueden condicionar la praxis de valores  incluso los de marcada esencia antropológica porque somos el producto de su Amor Creador y Revelador en estadios de tiempo que se relacionan vitalmente.

Amar a Dios no es posible sino media la praxis del amor por quienes son iguales en sustancia a cada bautizado… Es decir, cómo expresamos amor a Dios que es distinto esencialmente y dejamos de amar  a quien es igual en todo a nosotros pero aun así recordemos que Dios no necesita nada de nosotros pero el otro (el próximo o prójimo Lucano)  sí. Esta relación que es esencialmente ontológica nos muestra como la realidad creada necesita amarse así misma antes de amar a Dios su Creador. Empleo intencionalmente el término esencia para referirme con propiedad a la naturaleza humana y sus implicaciones esenciales, que son en si la configuración de lo que somos como especie. Estamos pues supeditados a la realidad inmanente y como tal somos lo que  el amor puede vencer ya que quien ama supera los límites de su propia entrega y concepción de la vida como amor y amar.  Quien no posee amor no puede amar y quien ama vive gracias a su praxis. No es por demás una definición de  sus cualidades como ser amable sino de amar antes de ser amados. Los valores que el Evangelio encarna no son mudables o alienables sino todo lo contrario liberan y engrandecen al que ama auténticamente. La muerte eterna es desde esta perspectiva axiológica la imposibilidad de amar y ser amados como destino donde antes era origen (retorno a Dios Creador). Este principio de nuestra antropología trascendente, es radicalmente opuesto a la fundamentación teórica de valores que no nacen del Evangelio y que en su mayoría son interpretaciones individualistas del ciudadano y del promover nuestras vidas. No estamos descartando la Filantropía y el Derecho Natural sino ratificando la postura liberadora del Evangelio de Cristo el Hijo de Dios.

La Riqueza de aquel hombre  contrasta grandemente con la pobreza de su expresión de Fe la misma que cuestiona no su inclinación sino la  enseñanza del Señor. El problema no radica en el poseer como decíamos antes, el problema es de índole ontológico cuando limita grandemente el crecimiento y la transformación de una riqueza material en una verdadera y eterna riqueza. Este principio lo emparentamos con una aseveración de índole sustancial. Esta relación esta equiparada desde la perspectiva de la riqueza que si podrá acompañarnos ante el Dios vivo y subsistente. Es una riqueza cuya praxis ya tuvo su nacimiento en la convivencia y cotidianidad del creyente.

La concepción de la vida no se altera, por el contrario, necesita de los valores que conocemos y vivimos para pasar del fenómeno del bautizado al concreto ser redimido por Cristo en la Cruz. La historia es importante en la medida en la que afirmamos  nuestro presente y damos crédito a lo vivido como razón de nuestra actualidad. La Gracia es el vínculo eterno con la temporalidad, es una gran paradoja que la eternidad se vista de temporalidad para entrar en sintonía con nuestras expresiones de Fe y de cotidianidad. Es lo mismo cuando  asumimos que la vida proviene del amor pero de un amor que en sus enunciados eternos no están al alcance de nuestros sentidos y tenemos la necesidad de darles forma desde la perspectiva de las operaciones de la mente y la Fe. Es una alusión a la forma de nuestros valores y como los estamos empleando en la actualidad o  en el hoy de nuestra existencia. Nos preocupa grandemente la axiología que no se desprende de los conceptos evangélicos porque en muchas ocasiones se inclina por una interpretación axiológica de Dios y para ejemplo un botón: Yo no robo ni mato luego soy bueno. Es como afirmar que la dinámica antropológica por sí misma es condicionante a la respuesta salvífica de Dios y que Dios salva a uno y simplemente a otros no.

La dinámica de los valores evangélicos no solo se fundamenta en el amor sino que son afirmantes de las cualidades que definen nuestra militancia  y sus proyecciones. Verdad que es una y como tal no admite compuestos retóricos distintos  es “simple” como expresión de su autenticidad. Esta autenticidad radica en la idealización y posterior materialización  de los valores y su incidencia antropológica en la construcción de la realidad redimida y pensada por el cristiano. Sino piensas en la Verdad que vives podrías terminar viviendo la sugerida por los demás. La realidad de los valores nos dice inmediatamente la confrontamos que la realidad es tal y como la encontramos aún bajo la influencia de los valores. Las acciones como tal son eminentemente objetivas la interpretación es subjetiva ya que es diciente  según la circunstancia de la misma y sus implicaciones en una persona y en el Colectivo donde esta asume la existencia. El cristiano debe tener presente que es parte viva de la realidad que se edifica con el día a día y esta realidad que es percibida por la praxis de valores que  nos está repitiendo siempre la importancia de sus contenidos (les invito hnos, a revisar la teoría axiológica del español Julián Marías).  Pues los valores cuando se unen a la Fe y muestran ser parte de su experiencia asumen y poseen implícitamente un papel protagónico en el tejido social donde vive el bautizado. En cuanto a la verdad objetiva prefiero asumir la existencia de estos elementos básicamente universales desde la mente de Dios (universales)  y la experiencia de los creyentes. No asumimos íntegramente la teoría sobre la composición de la realidad a partir de la experiencia  de los valores sino del influjo de la Gracia. Para la posición objetivista u objetivismo, la verdad se encuentra únicamente en lo exterior al sujeto conocedor. Las opiniones subjetivas no añaden nada a la verdad, no cuentan realmente, sino que sólo se limitan a afirmar o negar la verdad objetiva. Se opone al subjetivismo, pues afirma que la persona no es creadora de la verdad o de los valores, sino sólo descubridora y comunicadora de ellos.

 La objetividad de los valores cristianos esta manifestada independientemente de la realidad axiológica del mundo (entorno somático) que por demás dictamina el proceder de cada cristiano que los toma por fundamento  desde la percepción misma del Evangelio de donde procede. Para la posición subjetivista o subjetivismo, la verdad se encuentra únicamente en lo personal, en lo vivido y conocido por cada sujeto. Los valores no son realidades objetivas ni universales, válidas o iguales para todo el mundo; sino que son realidades personales, creadas por cada sujeto, que aparecen y desaparecen en la historia de las sociedades. Solo los valores del Evangelio se tornan en universales para los creyentes y su praxis. La naturaleza de la realidad redimida es la que apreciamos desde nuestra experiencia de Fe en el Dios vivo. Nuestra Epistemología se fundamenta en la realidad del Dios Creador y revelado en las Escrituras como en las enseñanzas de Jesús.

 De igual manera, lo que el Cristiano afirma sobre los hechos de la realidad está basado en una presuposición particular sobre la naturaleza de la realidad, a saber, que es la creación ex nihilo del Dios de la Escritura. De este modo el Cristiano conoce todas las cosas por fe (Hebreos capítulo 11 versículo 3), es decir que él comienza su razonamiento con un acto de Fe en el Dios de la Escritura y así postula la veracidad y la suficiencia de la revelación divina como el mismo fundamento de su entendimiento de todas las cosas. Al hacerlo así insiste en que la única interpretación válida de los hechos de la realidad es aquella que le ha dado su Creador y que esta interpretación autoritativa de la realidad ha sido establecida por Dios mismo en las Escrituras del Antiguo y el Nuevo Testamento. De esta forma, el cristiano afirma que la única epistemología válida o teoría del conocimiento humano es aquella que está basada en la Palabra revelada de Dios. La postura subjetiva de los valores es por demás significante para el sujeto y su proceso de conocimiento. Los valores son en sí  los postulados de la razón que se recrea en las acciones de los seres humanos.

Sin embargo, debido a que el hombre es criatura de Dios, creado a la Imagen de Dios para que pudiese pensar los pensamientos de Dios como Él lo hace, en otras palabras, debido a que es inconsistente y asume un mundo de racionalidad, es capaz de encontrar sentido en el mundo a su alrededor en alguna medida. Pero hace eso a pesar de su negación de Dios y únicamente en la medida en que acepta, aunque sin darse cuenta, la naturaleza, creada por Dios y revelada por Dios, de la realidad,  en otras palabras, en la medida en que piense los pensamientos de Dios como Él lo hace. Si fuese consistente con su negación de Dios tendría que concluir en que todas las cosas son sin sentido y que es imposible decir cualquier cosa inteligible sobre cualquier hecho o aspecto de la existencia en el universo causal (causa)  que le rodea,  de hecho, en tal universo el concepto de inteligibilidad es un absurdo. En alguna medida algunas escuelas de filosofía moderna han elaborado esta verdad más consistentemente que hasta ahora, y de ese modo tenemos el existencialismo y el nihilismo.

Sin embargo, si hemos de comunicar la verdad bíblica efectivamente nuestra apologética debe basarse en una epistemología que sea racionalmente consistente consigo misma y con nuestro entendimiento de la Escritura como la revelación infalible y autoritativa de Dios y de Su voluntad para el hombre. Sobre tal base podemos desafiar confiadamente todas las filosofías y sistemas racionalistas de pensamiento desplegados contra la religión Cristiana en nuestro día. No obstante, al hacerlo de este modo, debemos hacer claridad  que la epistemología cristiana sobre la cual edificamos no es meramente un fundamento racional para la verdad que proclamamos, sino que es el único fundamento racional para cualquier afirmación de verdad. Es la base no solamente de la verdad escritural, sino de toda la verdad, sea está concebida religiosa o científicamente, pues las afirmaciones de la verdad bíblica son globales, lo abarcan todo. Solamente sobre la base de tal epistemología estamos en posición de revelar la idolatría intelectual de la incredulidad y exponerle al no-creyente la irracionalidad de su propia posición. La universalidad de la Palabra inspirada es un asunto de Fe y como tal el creyente es tanto su emisor como receptor en la medida y proporción del compromiso cristiano.

ARGUMENTACIÓN POSITIVA.

La praxis de nuestros valores son más que un ejercicio de nuestras construcciones ético-morales, ellos simplifican la vida y su cotidianidad, es decir, gracias a  los valores la realidad se comunica con la Gracia desde la concepción antropológica de esta. No es determinante si entramos en una dinámica subjetiva u objetiva de la axiología, lo que es determinante en nuestra postura será la capacidad de construir un discurso personal donde los valores de Cristo estén presente. No asumo postura utópica simplemente estoy sugiriendo la necesaria comunión existencial con los valores que el Evangelio trae implícitos en sus discursos y tesis. Los valores  entran muchas veces en una especie de mutación con el correr de los tiempos y el descubrimiento de nuevas expresiones de la realidad y su percepción. Hoy se habla sobre la Ciber-antropología, hoy es más complejo la apreciación concreta del fenómeno de la comunicación al punto que sobrevive como Iglesia en cada uno de los bautizados la necesidad de una Comunicación Metafísica que pueda ella expresar al ser y sus potencias como atributos pero que es imposible anunciarlos todos como si se tratara de calificativos en una oración. Nuestros valores son referentes de una explicitación de índole metafísica de nuestra Fe. Nuestra epistemología busca andar en los fundamentos de la existencia sobrenatural de nuestros contenidos escatológicos los mismos que recibimos en el Bautismo. Es pues, desde esta perspectiva la realidad un orden en la realización de los ideales de nuestra cosmovisión, los mismos que llegan como primicia del accionar antropológico bendecido por la Gracia de Dios.  No es posible que los valores del cristiano se pierdan en la cotidianidad o que se expresen otras concepciones no contenidas en la revelación escrita, si argumentamos que seguimos al Señor debemos hacer de su Evangelio la brújula de nuestras actuaciones tanto éticas como morales. Hoy es muy común que se sigan patrones aleatorios que vinculan realidades no cristianas o moralmente buenas. Los seudo referentes culturales cambian los valores y los desdibujan de la conciencia del bautizado. Es sorprendente como la praxis frívola, patética y superficial del Evangelio nos puede conducir a acuñar seudo-valores como si ellos fueran la realidad moral del bautizado. La corrupción es un fenómeno que roba la paz y la tranquilidad a todos en la sociedad. Muchos creen que es valedero este modelo de actuar en el Estado y en general en la sociedad.

La cultura de la vida se retira paulatinamente de los sistemas políticos reinantes. La visualización del ser humano bajo la perspectiva individualista está retirando de la sique colectiva la existencia del otro y su intríngulis. Esta realidad nos dice que la llegada del Reino de Dios paradójicamente se hace utópica gracias a nuestras retardantes  acciones y concepciones de Justicia. El amor como libertad absoluta de la humanidad no ocupa tal lugar en la discusión esencial de nuestra especie, ahora está dejando espacio que sin duda se llena con manifestaciones contrarias a la realidad redimida del bautizado. Los valores cristianos son fruto de la dialéctica redimida desde nuestras acciones como tal. En la mente de Dios están ellos y como universales son materializados por la praxis del creyente. O acaso es posible hablar de Justicia sin vivirla, o materializarla sin tomar del Acto Humano su fundamento. Salvo lo que procede por la Misericordia de Dios. Jesús nos enseñó a perdonar para ser perdonados.






No hay comentarios.:

Publicar un comentario

LA TRANSFIGURACIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO…

  LA TRANSFIGURACIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO… Éxodo capítulo 34 versículos 29-35. 2 Pedro capítulo 1 versículos 13-21. Salmo 99. Lucas c...