domingo, 8 de octubre de 2017

JONÁS EL PROFETA REBELDE...

JONÁS   EL  PROFETA   REBELDE.



En la   tradición escrituristica sobresale el espíritu rebelde de este hombre  que no obstante haber sido escogido por Yahveh para una misión concreta decide escapar de su destino y para hacerlo aborda un navío hacia Tarsis  posiblemente una ciudad ubicada en Asia Menor pero que en la significación de este profeta  representa un sitio desconocido que en la cosmovisión judía era asociado con lo más lejano y recóndito, es decir, el mejor de los lugares o estados espirituales para esconderse del propio Dios lo que nos recuerda el Salmo 139

Del maestro de coro. De David. Salmo 139. Yahveh, tú me escrutas y conoces; 2.sabes cuándo me siento y cuándo me levanto, mi pensamiento calas desde lejos; 3.esté yo en camino o acostado, tú lo adviertes, familiares te son todas mis sendas. 4. Que no está aún en mi lengua la palabra, y ya tú, Yahveh, la conoces entera; 5.me aprietas por detrás y por delante, y tienes puesta sobre mí tu mano. 6. Ciencia es misteriosa para mí, harto alta, no puedo alcanzarla. 7. ¿A dónde iré yo lejos de tu espíritu, a dónde de tu rostro podré huir? 8. Si hasta los cielos subo, allí estás tú, si en el seol me acuesto, allí te encuentras. 9. Si tomo las alas de la aurora, si voy a parar a lo último del mar, 10.también allí tu mano me conduce, tu diestra me aprehende. 11. Aunque diga:  ¡Me cubra al menos la tiniebla, y la noche sea en torno a mí un ceñidor, 12.ni la misma tiniebla es tenebrosa para ti, y la noche es luminosa como el día. 13. Porque tú mis riñones has formado, me has tejido en el vientre de mi madre; 14.yo te doy gracias por tantas maravillas: prodigio soy, prodigios son tus obras. Mi alma conocías cabalmente, 15.y mis huesos no se te ocultaban, cuando era yo formado en lo secreto, tejido en las honduras de la tierra. 16. Mi embrión tus ojos lo veían; en tu libro están inscritos todos los días que han sido señalados, sin que aún exista uno solo de ellos. 17. Mas para mí ¡qué arduos son tus pensamientos, oh, Dios, qué incontable su suma! 18.¡Son más, si los recuento, que la arena, y al terminar, todavía estoy contigo! 19. ¡Ah, sí al impío, oh Dios, mataras, si los hombres sanguinarios se apartaran de mí! 20. Ellos que hablan de ti dolosamente, tus adversarios que se alzan en vano. 21. ¿No odio, Yahveh, a quienes te odian? ¿No me asquean los que se alzan contra ti? 22. Con odio colmado los odio, son para mí enemigos. 23. Sóndame, oh Dios, mi corazón conoce, pruébame, conoce mis desvelos; 24.mira no haya en mí camino de dolor, y llévame por el camino eterno.”

Jonás vive momentos de extrema tensión, no es propiamente un rechazar a Dios sino buscarle primero desde la propia paz existencial, es sobre toda consideración la voluntad de encontrarse consigo mismo antes que con su Creador, es decir en la vida y su intríngulis que el ser humano es soberano solo  cuando afirma en Dios su soberanía. Jonás es un ejemplo de lucha por alcanzar  la realización de un ideal de vida que pasa por la absoluta conciencia de su misión. El esquema de este hombre y su llamado existencial es diametralmente opuesto a los conocidos previamente en otros profetas. Jonás no cuestiona su condición, por el contrario huye de sí mismo en un intento de buscar fuera de si lo que habita en la profundidad de su ser. Es un hombre sincero que tiene temor de encontrar las razones de no acatar el llamado Divino y marcha hasta un lugar que en la perspectiva del Salmo 139 y de su destino figurado (Tarsis) constituye un estado espiritual. Una manera profunda de abordar la realidad a la que  Jonás y cada uno de nosotros ha sido llamado como instrumento del amor de Dios… Jonás vive el conflicto interior en el mar en el lugar y estado de temor que para el judío representa tanto lo desconocido como el hogar del Leviatán un monstruo marino que es asociado en la tradición bíblica con el mal (satanás) esta asimilación de las costumbres e imaginarios judías hace de Jonás un luchador contra los poderes espirituales contrarios a la Voluntad de Dios. El mar como en el  Evangelio se calma una vez aquel personaje reconoce ser el “causante” de tales fenómenos y los marineros descritos como paganos dan muestra de buen juicio y cordura la misma que los llevara a reconocer el poder del Dios de Jonás (Yahveh) lo demás es muestra de una inusitada liturgia como lo indica el capítulo 1 versículo 16 de Jonás) “Y aquellos hombres temieron mucho a Yahveh; ofrecieron un sacrificio y le hicieron votos”. El reconocimiento de la Voluntad de Dios al parecer no es un asunto que incumbe solo a Israel, también aun los paganos son conscientes de  su presencia en favor de los suyos.  La liturgia que se describe someramente es propia de las culturas que confluyen en el relato aunque abiertamente no se especifican cuales si se habla de ellas en plural.

Jonás regresa a su predicamento inicial, a su discusión esencial, la misma que se muestra viva y conflictiva. La misma que opera aún bajo el incesante rechazo, quien puede negar o negarse la posibilidad de ser y existir, o quien como Jonás puede pretender dejar a un lado su llamado a ser persona realizada y dejarse enceguecer por la propuesta del mundo. Es pues un llamado realmente importante para que se atienda  desprevenidamente. Jonás deberá acatar el llamado y trabajar para asimilarlo y esto último sucede con cada uno de nosotros. El llamado es tan penetrante que ocupa hasta la última célula del cuerpo del creyente haciendo imposible que el rechazo se mantenga latente. Aquel gran pez que dispuso Yahveh para que tragase a Jonás nos recuerda que la Voluntad de Dios es realmente la que nos mueve y que nuestra contingencia no se puede alejar de su  Misericordia.  El tiempo descrito difícilmente se ajusta a la realidad asumida por la narración, es muy probable que estemos ante una composición el siglo VI antes del Señor. Lo interesante de este relato es que sitúa a este hombre en la ciudad de Nínive que fue destruida poco después de esta fecha. Si retomamos el espíritu inicial determinaremos que lo más importante no es el suceso como tal sino el momento espiritual que señala convirtiendo este relato en la respuesta post-exilica del pueblo que se encerró en su particularismo como apenas natural ante la perdida de esos años en el destierro. El mensaje de Jonás está recubierto de una universalidad apenas necesaria en el contexto israelita. Jonás encarna los sueños y anhelos de una Nación que ve en la universalización de su concepción de Dios una respuesta a lo acontecido y como aun en el exilio se hace la Voluntad de Dios que instrumentalizó estos pueblos para castigar las rebeldías de Israel.

Jonás lucha contra sus propios temores los mismos que sin duda encarnó el pueblo al ser llevado lejos de su tierra. Jonás anuncia el castigo a la gran ciudad pero ese castigo ya fue ejecutado en su tierra natal. Aparece el ingrediente de la penitencia y reflexión por parte de los ninivitas. Es dramática la respuesta de estas personas y la forma como reconocen el mensaje y dan crédito a las palabras de Jonás, pero la pregunta está en el ambiente en que momento de la vida de la ciudad se produce la respuesta o bien antes de su destrucción o después de la misma… Jonás acude a una formula sapiencial para invocar la  Misericordia de Yahveh, esta fórmula que explicita la Salmodia nos ubica en un periodo de transición espiritual que este hombre atravesó. Solo Dios puede sacar al ser humano de su postración y solo Dios puede dar razones para ser y existir. La crisis de Jonás es tan profunda como las raíces de la tierra (capitulo 2 versículo 7) es alusión no solo al orden natural  creído por los judíos sino y sobre todo a la realidad espiritual a la que es arrojado el ser humano cuando está lejos de Dios. Es curioso como el pueblo de Israel es incrédulo y se siente castigado pero a la vez como los ninivitas en su conversión expresan que el amor de Dios es universal y que no está reservado para una nación sino para todas.  Aparecen rastros de penitencia como los descritos en este libro que nos recuerda sobre todo al profeta Jeremías… Son rasgos característicos de un periodo de penitencia que se afirmó bajo la concepción de la universalidad de la Misericordia de Dios.

Jonás ilustra con su ejemplo y el de aquella ciudad la concepción de la Misericordia de Dios aun a límites extraordinarios, es decir, que no deja nada fuera de ella.  Dios tiene presente también a otras especies de animales no humanos, esa concepción nos habla de una Misericordia que parece asemejarse al relato del Arca de Noé. Dios es Padre de todos y como tal nada queda excluido de su amor restaurador. Las relaciones rotas con la vida en todas sus formas es también un motivo de conversión y reflexión para la especie humana. El resto de la simbología es propia de los distintos estilos y géneros literarios de su composición, sobresaliendo los siguientes contenidos de la expresión de este personaje:

·         Misericordia de Dios
·         Defensa de la vida en sus distintas manifestaciones
·         Bondad de Dios
·         Amor restaurador de nuestro Creador
·         Simbología que nos recuerda el culmen de la Pasión del Redentor (capitulo 2 versículo 1).
·         Datos culturales y de índole social.
·         Justicia
·         Perdón
·         Conversión, entre otros ejemplos.

Bella similitud con el Evangelio donde Dios es manifestado desde nuestra concepción y su revelación como Dios amor siendo desde esta perspectiva Jonás un anticipo o preparación al Evangelio donde el amor de Dios se manifestará en la perfección de su Hijo y su Sacrificio en la Cruz. Es una forma concreta de pensar en un concepto de profecía que se hace latente no en el objetivo de sus escritos sino en la forma de las ideas contenidas.  Jonás nos invita desde su perspectiva a vivir de lleno el mensaje centrado en la Esperanza de un Dios amoroso que cuida de todas y todos sin discriminar condición alguna y cuya Bondad toca también a la naturaleza que es su obra. Jonás llama al perdón pero sobre todo a una forma de perdonar que no deja o excluye situación alguna.


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