JONÁS EL
PROFETA REBELDE.
En la tradición
escrituristica sobresale el espíritu rebelde de este hombre que no obstante haber sido escogido por Yahveh
para una misión concreta decide escapar de su destino y para hacerlo aborda un
navío hacia Tarsis posiblemente una ciudad ubicada en Asia
Menor pero que en la significación de este profeta representa un sitio desconocido que en la
cosmovisión judía era asociado con lo más lejano y recóndito, es decir, el
mejor de los lugares o estados espirituales para esconderse del propio Dios lo
que nos recuerda el Salmo 139…
“Del maestro de coro. De David. Salmo 139. Yahveh, tú me escrutas y
conoces; 2.sabes cuándo me siento y cuándo me levanto, mi pensamiento calas
desde lejos; 3.esté yo en camino o acostado, tú lo adviertes, familiares te son
todas mis sendas. 4. Que no está aún en mi lengua la palabra, y ya tú, Yahveh,
la conoces entera; 5.me aprietas por detrás y por delante, y tienes puesta
sobre mí tu mano. 6. Ciencia es misteriosa para mí, harto alta, no puedo
alcanzarla. 7. ¿A dónde iré yo lejos de
tu espíritu, a dónde de tu rostro podré huir? 8. Si hasta los cielos subo, allí
estás tú, si en el seol me acuesto, allí te encuentras. 9. Si tomo las alas de la aurora, si voy a
parar a lo último del mar, 10.también allí tu mano me conduce, tu diestra me
aprehende. 11. Aunque diga: ¡Me
cubra al menos la tiniebla, y la noche sea en torno a mí un ceñidor, 12.ni la
misma tiniebla es tenebrosa para ti, y la noche es luminosa como el día. 13.
Porque tú mis riñones has formado, me has tejido en el vientre de mi madre;
14.yo te doy gracias por tantas maravillas: prodigio soy, prodigios son tus
obras. Mi alma conocías cabalmente, 15.y mis huesos no se te ocultaban, cuando
era yo formado en lo secreto, tejido en las honduras de la tierra. 16. Mi
embrión tus ojos lo veían; en tu libro están inscritos todos los días que han
sido señalados, sin que aún exista uno solo de ellos. 17. Mas para mí ¡qué
arduos son tus pensamientos, oh, Dios, qué incontable su suma! 18.¡Son más, si
los recuento, que la arena, y al terminar, todavía estoy contigo! 19. ¡Ah, sí
al impío, oh Dios, mataras, si los hombres sanguinarios se apartaran de mí! 20.
Ellos que hablan de ti dolosamente, tus adversarios que se alzan en vano. 21. ¿No
odio, Yahveh, a quienes te odian? ¿No me asquean los que se alzan contra ti? 22.
Con odio colmado los odio, son para mí enemigos. 23. Sóndame, oh Dios, mi
corazón conoce, pruébame, conoce mis desvelos; 24.mira no haya en mí camino de
dolor, y llévame por el camino eterno.”
Jonás vive momentos de
extrema tensión, no es propiamente un rechazar a Dios sino buscarle primero
desde la propia paz existencial, es sobre toda consideración la voluntad de
encontrarse consigo mismo antes que con su Creador, es decir en la vida y su
intríngulis que el ser humano es soberano solo cuando afirma en Dios su soberanía. Jonás es
un ejemplo de lucha por alcanzar la
realización de un ideal de vida que pasa por la absoluta conciencia de su
misión. El esquema de este hombre y su llamado existencial es diametralmente
opuesto a los conocidos previamente en otros profetas. Jonás no cuestiona su condición, por el contrario huye de sí mismo en
un intento de buscar fuera de si lo que habita en la profundidad de su ser. Es
un hombre sincero que tiene temor de encontrar las razones de no acatar el
llamado Divino y marcha hasta un lugar que en la perspectiva del Salmo 139 y de
su destino figurado (Tarsis) constituye
un estado espiritual. Una manera profunda de abordar la realidad a la
que Jonás y cada uno de nosotros ha sido
llamado como instrumento del amor de Dios… Jonás
vive el conflicto interior en el mar en el lugar y estado de temor que para
el judío representa tanto lo desconocido como el hogar del Leviatán un monstruo marino que es asociado en la tradición bíblica
con el mal (satanás) esta asimilación de las costumbres e imaginarios judías
hace de Jonás un luchador contra los poderes espirituales contrarios a la
Voluntad de Dios. El mar como en el Evangelio se calma una vez aquel personaje
reconoce ser el “causante” de tales fenómenos y los marineros descritos como
paganos dan muestra de buen juicio y cordura la misma que los llevara a
reconocer el poder del Dios de Jonás (Yahveh) lo demás es muestra de una
inusitada liturgia como lo indica el capítulo 1 versículo 16 de Jonás) “Y aquellos hombres temieron mucho a Yahveh;
ofrecieron un sacrificio y le hicieron votos”. El reconocimiento de la
Voluntad de Dios al parecer no es un asunto que incumbe solo a Israel, también
aun los paganos son conscientes de su
presencia en favor de los suyos. La
liturgia que se describe someramente es propia de las culturas que confluyen en
el relato aunque abiertamente no se especifican cuales si se habla de ellas en
plural.
Jonás regresa a su
predicamento inicial, a su discusión esencial, la misma que se muestra viva y
conflictiva. La misma que opera aún bajo el incesante rechazo, quien puede
negar o negarse la posibilidad de ser y existir, o quien como Jonás puede
pretender dejar a un lado su llamado a ser persona realizada y dejarse
enceguecer por la propuesta del mundo. Es pues un llamado realmente importante
para que se atienda desprevenidamente.
Jonás deberá acatar el llamado y trabajar para asimilarlo y esto último sucede con
cada uno de nosotros. El llamado es tan penetrante que ocupa hasta la última célula
del cuerpo del creyente haciendo imposible que el rechazo se mantenga latente. Aquel gran pez que dispuso Yahveh para que tragase a Jonás nos recuerda que la
Voluntad de Dios es realmente la que nos mueve y que nuestra contingencia no se
puede alejar de su Misericordia. El tiempo descrito difícilmente se ajusta
a la realidad asumida por la narración, es muy probable que estemos ante una composición
el siglo VI antes del Señor. Lo interesante de este relato es que sitúa a este
hombre en la ciudad de Nínive que fue destruida poco después de esta fecha. Si
retomamos el espíritu inicial determinaremos que lo más importante no es el
suceso como tal sino el momento espiritual que señala convirtiendo este relato
en la respuesta post-exilica del pueblo que se encerró en su particularismo
como apenas natural ante la perdida de esos años en el destierro. El mensaje de Jonás está recubierto de una
universalidad apenas necesaria en el contexto israelita. Jonás encarna los
sueños y anhelos de una Nación que ve en la universalización de su concepción de
Dios una respuesta a lo acontecido y como aun en el exilio se hace la Voluntad
de Dios que instrumentalizó estos pueblos para castigar las rebeldías de
Israel.
Jonás lucha contra sus
propios temores los mismos que sin duda encarnó el pueblo al ser llevado lejos
de su tierra. Jonás anuncia el castigo a la gran ciudad pero ese castigo ya fue
ejecutado en su tierra natal. Aparece el ingrediente de la penitencia y reflexión
por parte de los ninivitas. Es dramática la respuesta de estas personas y la
forma como reconocen el mensaje y dan crédito a las palabras de Jonás, pero la
pregunta está en el ambiente en que momento de la vida de la ciudad se produce
la respuesta o bien antes de su destrucción o después de la misma… Jonás acude
a una formula sapiencial para invocar la
Misericordia de Yahveh, esta fórmula que explicita la Salmodia nos ubica
en un periodo de transición espiritual que este hombre atravesó. Solo Dios
puede sacar al ser humano de su postración y solo Dios puede dar razones para
ser y existir. La crisis de Jonás es tan profunda como las raíces de la tierra
(capitulo 2 versículo 7) es alusión no solo al orden natural creído por los judíos sino y sobre todo a la realidad
espiritual a la que es arrojado el ser humano cuando está lejos de Dios. Es curioso como el pueblo de Israel es incrédulo
y se siente castigado pero a la vez como los ninivitas en su conversión expresan
que el amor de Dios es universal y que no está reservado para una nación sino
para todas. Aparecen rastros de
penitencia como los descritos en este libro que nos recuerda sobre todo al profeta Jeremías… Son rasgos característicos
de un periodo de penitencia que se afirmó bajo la concepción de la universalidad
de la Misericordia de Dios.
Jonás ilustra con su ejemplo
y el de aquella ciudad la concepción de la Misericordia de Dios aun a límites
extraordinarios, es decir, que no deja nada fuera de ella. Dios tiene presente también a
otras especies de animales no humanos, esa concepción nos habla de una
Misericordia que parece asemejarse al relato del Arca de Noé. Dios es Padre
de todos y como tal nada queda excluido de su amor restaurador. Las relaciones
rotas con la vida en todas sus formas es también un motivo de conversión y reflexión
para la especie humana. El resto de la simbología es propia de los distintos
estilos y géneros literarios de su composición, sobresaliendo los siguientes
contenidos de la expresión de este personaje:
·
Misericordia
de Dios
·
Defensa de la vida en sus distintas
manifestaciones
·
Bondad de Dios
·
Amor restaurador de nuestro Creador
·
Simbología
que nos recuerda el culmen de la Pasión del Redentor (capitulo 2 versículo 1).
·
Datos culturales y de índole social.
·
Justicia
·
Perdón
·
Conversión, entre otros ejemplos.
Bella similitud con el
Evangelio donde Dios es manifestado desde nuestra concepción y su revelación como
Dios amor siendo desde esta
perspectiva Jonás un anticipo o preparación al Evangelio donde el amor de Dios
se manifestará en la perfección de su Hijo y su Sacrificio en la Cruz. Es una
forma concreta de pensar en un concepto de profecía que se hace latente no en
el objetivo de sus escritos sino en la forma de las ideas contenidas. Jonás nos invita desde su perspectiva a vivir
de lleno el mensaje centrado en la Esperanza de un Dios amoroso que cuida de todas
y todos sin discriminar condición alguna y cuya Bondad toca también a la
naturaleza que es su obra. Jonás llama al perdón pero sobre todo a una forma de
perdonar que no deja o excluye situación alguna.
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